Llegaron al castillo, una enorme estructura, que se elevaba sobre las nubes más altas del lugar, cuyo semblante, entristecería a cualquiera
- ¿Este... es su hogar? - preguntó la castaña, con sus ojos abiertos de par en par
Tsuki
Miró el arma, la cual comenzó a mostrarse más inquieta que antes
Hay algo aquí... que no te agrada ¿verdad?
El peliplata, quien mantenía los ojos sobre el cuerpo inerte de la youkai que sostenía, comenzó a caminar, adentrándose en el lugar, seguido por la joven. Abrió ligeramente sus ojos, al notar como la chica, sostenía la mano de su hermana
- Kagome... soy Rin - podía notar como intentaba no llorar - Te... te ayudaremos
- ¿Por qué te fuerzas? - preguntó, sin detener su caminar
- Porque... ella siempre me dijo... - hizo una pausa - Que debía mantener mi mente tranquila... ante situaciones difíciles - sus ojos comenzaron a temblar - Pero... quisiera aferrarme a ella en este momento... por favor - fijó sus ojos en él - Señor Sesshomaru... no deje morir a mi hermana
Sus orbes dorados, se encontraron con los de ella, por un instante
- No lo haré - respondió, seriamente
Caminaron durante unos metros más, atravesando diferentes salas y pasillos, algunos inmensamente iluminados y otros sumidos en la penumbra, sólo alumbrados por unas cuantas antorchas. Se detuvieron al frente de una, de las tantas, habitaciones que adornaban aquel modesto camino y la puerta comenzó a abrirse lentamente
- Ya me parecía, haber percibido tu presencia - pronunció la madre del demonio, dándole la espalda a la entrada - Y no estas solo
Volteó, observando, de arriba a abajo a la jovencita que se encontraba al lado de su hijo, sonriendo ante la espada que portaba en su cintura
- ¿Qué ocurrió Sesshomaru? ¿Desde cuando eres tan compasivo? - pronunció, observando a la ensangrentada youkai - Vaya... puedo ver el miedo en tu mirada - hizo una pausa - Temes que esta jovencita muera - comenzó a caminar, bajo la estricta mirada de él, deteniéndose al frente de ellos, reparando en el rostro de la mujer inconsciente - Ya comprendo... es igual a la mujer que amas - sonrió - Casi... como si la estuvieras viendo a morir a ella
La castaña, quién había retrocedido unos pasos, desvió la mirada ante las palabras de la mujer, visiblemente incómoda, ni siquiera reparó en la presencia de la espada, que se elevaba sobre el pedestal, al fondo de la habitación
- Puedes dejarla aquí - pasó por su lado - Si muere, deberás aprender a usar a Tenseiga rápidamente - lo miró por sobre su hombro - De lo contrario... no podrás salvarla - redirigió sus orbes dorados a la jovencita - Y tú, niña... - volvió a mirar la espada - Más te vale que te mantengas alejada de Tenseiga - sonrió - Ya tendrás tiempo, para tu venganza, Tsuki
- ¿Qué? - murmuró, sorprendida, al mismo tiempo en que la mujer abandonaba la habitación
El youkai se adentró un poco más en el lugar, el cual se encontraba poco iluminado, dejando a Kagome sobre una especie de tatami, mucho más alto y, al parecer, cómodo
- Todavía respira - pronunció, corriendo un mechón de cabello, que tapaba su rostro, y notando que, había cerrado sus ojos
No parece tener intenciones de soltar su espada
- Se... Señor Sesshomaru - se paró a su lado, observando a su hermana - ¿Usted... cree que va a salvarse? - notó que su voz comenzó a entrecortarse
No lo sabía, por lo que, terminó optando por el silencio
- Si... si ella muere... yo... no sé... no sé como seriamos capaces de continuar - sus ojos comenzaron a nublarse - Mi... mi madre... padre... Kikyou...
Su cuerpo se tensó al escuchar su nombre y, por un segundo, el cuerpo inerte de Kagome, se intercaló con la imagen de Kikyou
- ¡No podría sopórtalo! - gritó, apretando los puños a ambos lados de su mano - ¡Kagome! - su rostro se contrajo, frunciendo el entrecejo - ¡No...! ¡Ni se te ocurra... morir!
Las lágrimas caían a ambos lados de su rostro, sin embargo, no pudo ocultar la sorpresa con lo que ocurrió en ese instante. El youkai la tomó por el brazo, jalándola en su dirección y aprisionándola en sus brazos, una mano en su cintura y otra en su nuca
- Puedes estar tranquila... no morirá
- Se... señor Sesshomaru - sus ojos comenzaron a temblar, acomodando su rostro en su pecho y dejando salir todo el dolor que había contenido
No entiendo porque... pero no soporto oír, a una mujer, llorar
Pensó, frunciendo el entrecejo
"Espera que vaya por ti"
El perro demonio aterrizó al frente de la fortaleza en la que vivía, mientras el peliplata se lanzaba, ingresando al lugar sin pensar en las consecuencias
- ¡Kagome! - gritó, pateando la puerta - ¡Kagome! ¡¿Dónde estas?!
No lo notó, pero el castillo se encontraba totalmente despojado de cualquier tipo de seguridad o servidumbre
Está aquí... puedo percibir su aroma
- ¡Kagome! ¡No te rindas! ¡Enseguida estaré contigo!
Comenzó a correr, siguiendo su olfato, deteniéndose en las esquinas de los diferentes pasillos, tratando se encontrar el correcto
- ¡Maldición! ¡Este lugar es un maldito laberinto! - dobló por un lugar poco iluminado
¿El aroma de Rin? ¿Qué hace aquí?
Abrió ligeramente sus ojos, comprendiendo que Sesshomaru también se encontraba en el mismo lugar que las dos mujeres
Se detuvo de repente, al casi chocar con la mujer que venía por el pasillo
- Vaya... al parecer hay reunión de hermanos - sonrió - Parece que a Taisho le encanta jugarme estas bromas
- No pienso perder mi tiempo contigo, Irasue - pronunció, seriamente - Si no te interesa decirme en dónde está Kagome, sólo déjame pasar
- Hm... ese patético y repugnante amor que profesan... - sonrió - Eres igual de débil que tu padre - hizo una pausa - Está al fondo, a la derecha - retomó su caminar, pasando por su lado, sin dedicarla otra mirada
El hanyo continuó corriendo, siguiendo las indicaciones, hasta dar con la puerta correcta
- ¡Kagome! - ingresó al lugar en el que el aroma de la sangre era más potente - Ka... Kagome
Sus orbes dorados se dilataron al encontrarse con aquella escena. Kagome se encontraba boca arriba, con uno de sus brazos colgando en dirección el suelo y la espada en su mano, su sangre había hecho lo propio sobre las frazadas del tatami, sin embargo, su rostro poseía una perturbadora calma
Sin pronunciar una palabra, e ignorando completamente la presencia de su hermano, quién se encontraba contemplando a Tenseiga, y de la joven Rin, quién se había puesto de pie, en un rincón de la habitación, al verlo ingresar, se acercó a la youkai, arrodillándose a su lado y colocando, instintivamente, su mano en su mejilla
Está respirando...
Su corazón bajó un poco su intensidad, sin embargo, sus ojos temblaban, al mismo ritmo en el que sus manos lo hacían, imaginando las circunstancias en las que su amada había terminado de esa manera
- Fue... fue Kirinmaru... ¿verdad? - frunció el entrecejo, sin dejar de mirarla
Sus orbes dorados intentaron humedecerse, pero, trató de contenerse, aunque eso implicara que sus garras se clavaran fuertemente sobre la palma de su mano
Abre los ojos Inuyasha... Kirinmaru no lograra un segundo en asesinar a tu amada Kagome y quitarle su espada, a menos que... tomes a Tessaiga y la lleves al lado de Sakura
Las palabras de su padre atravesaron su mente y su pecho, como una flecha lo hubiese hecho
- Si... si tan sólo... no la hubiera dejado ir anoche... ella... - cerró sus ojos - ¡MALDICIÓN! - se puso de pie - Iré a buscar a ese bastardo... y le haré pagar lo que te hizo, Kagome
- Inuyasha - la voz de Rin retumbo por la habitación - No es buena idea... ella, no lo querría
- ¡¿Y que se supone que debo hacer?! - volteó, mirándola fijamente, mientras unas pequeñas lágrimas rodaban a los lados de su mejilla
- Sólo quédate con ella - intervino el peliplata, sin apartar la mirada de Tenseiga - Aún si tomas a Colmillo de acero y vas en busca de Kirinmaru... - lo miró por sobre su hombro - Lo más probable es que termines muerto
- Sesshomaru...
- La única razón, por la Kagome no ha muerto, es porque es un demonio - volvió sus orbes dorados a la espada - Si hubieras sido tú... estarías muerto
- No es sólo por eso - volvió a arrodillarse, al lado de la joven - Kagome... es muy fuerte - tomó su mano - Y Sakura no permitiría que muriera de esta manera
- Aún así - Rin se posicionó a su lado - Sus heridas deben ser curadas... y mi hermana Kikyou es la indicada para eso - miró, por sobre su hombro, a Sesshomaru, contrayendo su rostro, en una expresión de tristeza
