Es raro volver a mis inicios, con otro usuario y con nuevas cosas por escribir.
—¿No vas a comer?
—Estoy bien.
Clark alzó una ceja, mirándote como si no te creyera. Acercó el brownie a tu boca y le diste un tímido mordisco, aguantando las ganas de cerrar los ojos por lo sabroso que estaba. Antes de que te dieras cuenta, te había dado de comer de su mano unas cuantas galletas también.
—Clark, basta.
Apartaste la cara cuando intentó darte de comer un sándwich.
Tu novio había planeado un lindo día de campo en el parque como algo para romper con la rutina y disfrutar tiempo en pareja, solo que no esperabas que te hiciera comer, o que la comida se viera tan apetitosa, en realidad. No tenías un problema con la comida, ni la usabas para llenar algún falso vacío en tu vida ni nada, solo disfrutabas de lo que comias, y aunque algunas chicas tenían metabolismo rápido y podían comer todo lo que quisieran sin engordar, no eras una de ellas.
El resto de las veces no parecía molestarte la falta de una cintura y piernas delgadas, pero existía gente cruel y comentarios malintencionados que habían tocado tu corazón en algún momento de tu vida, así que a veces podrías estar tranquila y luego ver algún grupo de chicas riéndose y pensarías que era de ti, o te lo pensarías dos veces antes de usar un vestido, o te sentirías súper torpe y escandalosa entre un grupo de chicas guapas. Además, tener un novio tan lindo como Clark Kent no ayudaba, especialmente si Clark en realidad era el gran héroe Superman.
Pero Dios mío, Clark era tan lindo en realidad que nunca te había hecho sentir inferior al respecto, ni siquiera por accidente. Justo ahora, no es que no disfrutarás de la cita o te sintieras incómoda, sino que no querías verte como un cerdo comiendo frente a él, aún cuando sabías que no diría nada al respecto.
—Dios, vas a tener que sacarme rodando de aquí luego —soltaste una risita en un vago intento por bromear.
—No es gracioso.
Te sentiste bastante incómoda al verlo mirándote con seriedad, así que te encogiste de hombros y apartaste la mirada, restándole importancia.
—Si, lo sé.
—No —negó con la cabeza, dándote un beso en la punta de la nariz—. No es gracioso.
—Ya lo sé.
Clark te tomo del rostro con delicadeza, repartiendo besos en tus labios, tus mejillas y frente.
—No —repitió, apartándose un segundo para lanzarte otra mirada intensa—. No es gracioso, no lo es.
No pudiste evitar que se te llenaran los ojos de lágrimas.
—Lo sé —admitiste en voz baja.
Clark comenzó a tararear una canción que alguna vez escuchaste en la radio, con su frente pegada a la tuya y los ojos cerrados. Sonreiste, y el pareció percibirlo porque también sonrió.
Se apartó con un último beso en los labios.
—¿Más?
Te limpiaste una lágrima traicionera con la manga.
—Si, por favor.
Clark te sonrió dulcemente, mientras te volvía a dar de comer a la boca el sándwich que habías rechazado.
Al final del día te sentías tan amada, tan feliz que el corazón se te podía salir del pecho. Caminaron tomados de la mano, bromeando y riendo.
—¿Qué?
Miraste con confusión a Clark mientras se detenía y te soltaba la mano. Ahora estaba a unos pocos metros detrás de ti, todavía cargando la canasta de picnic en una mano.
Te pusiste nerviosa cuando una sonrisa traviesa apareció en su cara.
—¿Qué? —volviste a preguntar, soltando una risita— ¡Clark!
Ibas a decir algo más, justo en el momento en que tu novio corría hacia ti. Casi te desmayas del susto ante la idea de chocar con el hombre de acero, pero en lugar de eso Clark te alzó con su mano libre. Soltaste un chillido, mirando a todas partes por si alguien había visto a un supuesto humano normal levantar a alguien adulto con una sola mano.
—¡Estas loco!
Pero te estabas riendo a carcajadas mientras luchabas por quedarte quieta, sentada en su hombro como si fueras la reina de Inglaterra. Clark te tenía como si fueras una niña pequeña que no pensaba nada, apenas sosteniendote con su mano en tu cintura.
—¡Me voy a caer!
Te volviste a reír, escuchando también las carcajadas de tu novio. Ni siquiera parecía importarle que lo estuvieras despeinado por la forma en la que te aferrabas a su cabello.
—¿Lo ves? —miraste hacía abajo a tu novio sonriente— tan ligera como una pluma.
escribí esto en una serie de one-shots que tengo en Wattpad, bajo el usuario de ateeneaaa.
