Disclaimer: Los personajes de Final Fantasy pertenecen a Square-Enix. Tan solo los inventados son de cosecha propia ^^
Notitas…
Ahí va el capítulo tres, espero que os guste y si os animáis a dejar un review pues mejor, que mejor. !Ya sabéis que son la chispa para seguir escribiendo!
CAPITULO 3
Eran las siete de la mañana cuando Squall abrió los ojos despacio y removiéndose entre las sabanas, recordó que Rinoa había pasado la noche con él. Por un momento lo había olvidado, no estaba acostumbrado a eso. El chico se desperezó en la cama e irguiéndose, recostó su espalda contra el cabecero de la cama. No pasó demasiado cuando vio salir del baño a la joven.
Cuando la vio aparecer, sus ojos se clavaron en aquel cuerpecito que caminaba hacia él. Todo en ella era perfecto, sus piernas tan esbeltas con esos pantalones, y sus caderas contoneándose de esa manera tan sexy mientras caminaba hacia él, estrechándose en esa cintura que sin duda, le hacía perder la cabeza.
- Buenos días comandante –dijo ella acercándose y subiéndose a la cama mientras gateaba hasta colocarse frente a él-.
Squall se mordió el labio inferior con ese gesto y la besó de manera muy pausada.
- ¿Has dormido bien? –preguntó el chico rompiendo el beso-.
Rinoa asintió con una sonrisa y de pronto se vio arrastrada de la cintura bajo el cuerpo de Squall.
- Me alegro –susurró volviéndola a besarla-. ¿Sabes? Estás realmente sexy con este pijama –añadió con voz algo pesada separándose de sus labios-.
La pelinegra sonrió algo tímida y acomodándose bajo aquel fuerte cuerpo, pasó sus piernas alrededor de las caderas de Squall. Éste la sintió y no pudo evitar coger uno de sus muslos mientras rodeaba su cintura con el brazo libre.
- No sé si voy a poder resistirlo mucho más –concluyó dejando escapar una risa seca mientras escondía su cara en el cuello de la chica-.
Aquello estaba empezando a ser realmente difícil.
- Squall… -llamó ella en lo que al chico le pareció una voz demasiado sensual-.
Éste salió de su refugio y la miró directamente a los ojos.
- Tengo las mismas ganas que tú –susurró ella acariciando una de las mejillas del joven-.
Se miraron durante unos segundos, ambos sintieron esa pasión que hacía un rato se había adueñado de ellos y sin poder remediarlo más, comenzaron a besarse con urgencia.
Rinoa podía sentir las fuertes manos del chico acariciando con devoción cada parte de su cuerpo y sus labios recorrer su cuerpo. Todo aquello era nuevo para ella pero a pesar del miedo que le causaba imaginárselo, eso estaba siendo realmente maravilloso.
Squall podía escuchar como la mujer que tenía bajo su cuerpo, suspiraba de placer con cada caricia y beso. No tardó demasiado en deshacerse de aquel pijama y dejarla en ropa interior, ahora sí que se estaba volviendo loco. La miró durante unos segundos y su boca viajó hacia el vientre de la chica, comenzó a besarlo mientras que muy despacio, bajaba hacia abajo retirando la prenda interior, pero de pronto, algo lo hizo detenerse de golpe.
- "Comandante Squall Leonhart, acuda al puente de mando, repito, Squall Leonhart acuda al puente de mando, por favor."
La voz por megafonía se coló dentro de la habitación, sobresaltando a la pareja.
- ¿En serio? –exclamó Squall realmente cabreado-.
Vio como a Rinoa le había entrado un ataque de risa ante la situación.
- No tiene gracia –dijo él levantándose pero sin poder ocultar media sonrisa-.
La verdad que aquello no podía ser más inoportuno.
- Sí, sí que la tiene –contestó ella poniéndose el pijama y recostándose de nuevo en la cama-. Tal vez, el Director tenga cámaras ocultas en tu cuarto y no quiere que hagamos… "cosas" – siguió bromeando ella-.
El chico se giró y la miró enarcando una ceja.
- Eso sería muy retorcido ¿no crees? –contestó mientras se ponía en pie-. Voy a darme una ducha rápida –dijo besándola-, de agua fría –añadió corriendo hasta el baño-.
Rinoa no pudo evitar reír de nuevo y con un suspiro placentero se estiró en la cama, arropándose de nuevo, se sentía tan bien que no podía esperar a acabar eso que habían empezado esa mañana.
No pasó demasiado tiempo cundo Squall salió del baño, enroscado en una toalla blanca y su pelo goteando alguna gota que otra por su espalda. No sabía porque pero todo, absolutamente todo, le parecía demasiado sexy en aquel chico. Se decepcionó levemente cuando vio al joven quitarse la toalla y ver que ya llevaba puesta la ropa interior.
Desde su posición, Squall pudo ver como ella chasqueaba la lengua a modo de molestia.
- ¿Qué pasa? –preguntó divertido sabiendo que desde que había salido del baño ella no le había quitado ojo de encima-.
- ¡Oh! Nada, solo que esperaba ver algo "mas" del comandante –bromeó como si no fuese con ella-.
- Eres una pervertida ¿lo sabes? –dijo él tumbándose sobre ella y acorralándola bajo su cuerpo-.
Rinoa comenzó a reír.
- ¿Y tú? Has perdido toda la vergüenza paseándote desnudo delante de una jovencita –siguió riendo intentando que Squall no la hiciese cosquillas-.
- ¿Yo? nunca tuve vergüenza, eres tú la que se pone como un tomate con ciertas situaciones –contestó levantándose y empezando a vestirse-.
Si seguían haciendo el tonto llegaría tarde al despacho.
- Me tengo que ir, en un rato te traigo tu ropa ¿vale? –dijo despidiéndose de ella con un beso en la frente-. Puedes ir duchándote si quieres, hay toallas en el armario de dentro –añadió abriendo la puerta-.
Rinoa lo vio abandonar la habitación y sintió que ese abismo, que de vez en cuando se abría entre ellos, había desaparecido. Era como si después de lo vivido hacia un rato, su complicidad fuese completa.
Quistis se había despertado temprano aquella mañana soleada, así que decidió ir a entrenar un rato, hoy le esperaban varias clases seguidas y necesitaba estar fresca para aguantar a los alumnos. Cuando abandonaba el área de entrenamiento, su cuerpo se topó con alguien de gran altura. Exasperada, miró hacia arriba y allí lo vio a él.
- ¡Seifer ! –se quejó-.
- ¡Oye instructora, a ver si miras por donde vas! –contestó de mala gana pasando por su lado-.
- ¡Espera! –exclamó cogiéndolo de la mano-.
Éste se giró con algo de violencia y la miró de manera retadora.
- ¡Déjame en paz! Maldita sea –se quejó-.
- ¿Se puede saber qué te pasa? –preguntó enfadada ante el comportamiento del chico-. Ayer a la tarde no viniste a mi clase ¿pasa algo? Te recuerdo que tienes que aprobar…
- ¡Basta! ¿Quieres callarte? ¿Quién te crees que eres con ese aire de superioridad? Tienes la misma edad que yo.
Quistis no pudo evitar un suspiro buscando la paciencia para aguantar a ese muchacho.
- Eres un idiota ¿lo sabías? –contestó ella con toda la calma del mundo mientras colocaba sus gafas-.
- ¡Déjame! –finalizó dándola un fuerte empujón y marchándose de allí-.
Squall, que pasaba por enfrente, no pudo evitar fijarse en la escena, ya que no estaban hablando precisamente bajo, así que sin dudarlo, se acercó hasta Quistis que se había quedado allí quieta masajeando su brazo.
- Hey… ¿estás bien? –preguntó Squall llegando hasta ella-.
- Squall -se sorprendió al verlo allí-. Si, sí, estoy bien. No sé qué le pasa, está muy raro últimamente.
- Raro… ¿últimamente? –dijo enarcando una ceja-. Pues como siempre ¿no? –contestó sin demasiado interés-.
Quistis volvió a resoplar, hacia unos días que ella, la única que trataba más de cerca con Seifer, le notaba raro, su carácter se había vuelto más arisco de lo normal y solía faltar a alguna clase que otra. Ella sabía de primera mano que quería aprobar el examen de Seed pero si seguía por ese camino, la historia de hace unos meses, se repetiría.
- ¿Vas al despacho? –preguntó Quistis-.
- Tú también te has enteado ¿no? –contestó el chico con cierta ironía-.
- ¡Como para no! – rio esta vez ella-.
- ¿Por megafonía? ¿En serio? Hay un maldito teléfono en cada habitación –dijo exasperado negando con la cabeza-. Bueno, iré a ver que quiere – finalizó despidiéndose de la instructora-. Nos vemos luego.
Quistis sonrió viendo la actitud de su comandante y ambos se despidieron.
Rinoa había decidido darse una ducha después de que Squall se marchase. Enroscada en la toalla de color blanco, decidió poner un rato la radio del despertador que tenía Squall en su mesilla de noche. Esperaría al chico escuchando algo de música para distraerse pero nada más encender el aparato, lo que escuchó, la dejó sin habla.
"Esta mañana ha sido encontrada la chica de 18 años Darcy Wright totalmente degollada en el salón de su casa. Al parecer la chica vivía en Balamb con sus padres y estudiaba para ser Seed en el Jardín de Balamb. También se han encontrada unas extrañas marcas en su espalda hechas con un objeto punzante, como aclaran los estudios realizados hasta el momento. Les mantendremos informados".
La pelinegra, que no creía lo que acababa de escuchar, no pudo más que sentarse en la cama mientras intentaba asimilar la noticia. Aquella chica, que decían haber sido asesinada, era su compañera de clase, de hecho, a menudo se sentaban juntas y en más de una ocasión habían quedado para estudiar.
Cuando Squall se despidió de la instructora corrió hasta el ascensor que llevaba directo al despacho de Kramer. En el corto trayecto, se preguntó que querría el Director para tener que llamarlo por megafonía.
Cuando el ascensor llegó a la planta superior y sus puertas se abrieron, la puerta de roble macizo del despacho de Kramer apareció frente a Squall. Con parsimonia se acercó y llamando con los nudillos, oyó como Cid lo hacía pasar. El hombre se encontraba inmerso en una pila de papeles y levantando la mirada, lo miró a través de sus gafas.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Es urgente? –preguntó el chico con algo de incertidumbre-.
- ¡Oh, no! Es solo para comentarte que hoy te necesitaré todo el día aquí, tenemos un montón de papeleo atrasado y hoy Shu no podrá venir.
Squall al escuchar aquello, no pudo evitar suspirar algo frustrado. ¿Para eso era necesario sacarlo de la cama tan temprano?
- ¿Ocurre algo, chico? –preguntó Cid oyendo el suspiro-.
- No, no, es solo que hoy iba a ayudar a Rinoa con sus clases de estrategia avanzada.
- Bueno, pues no podrá ser –atajó sin más, volviendo a la pila de papeles-.
- Está bien, vuelvo en diez minutos.
El Director ni lo miró y Squall salió de allí. Al salir del despacho, se dirigió a la puerta de la derecha, la cual daba acceso a su propio despacho. Sin demorarse demasiado, fue directo a uno de los cajones de su mesa y cogió una tarjeta maestra para poder entrar en la habitación de Rinoa.
El chico se apresuró en salir de allí, por el camino en dirección a las habitaciones, pensó en que últimamente Kramer no parecía el mismo, estaba demasiado serio y el trato hacia él era más arisco. Squall no quiso darle demasiadas vueltas, tal vez el trabajo de esas últimas semanas le tenía algo más estresado de lo normal.
De repente y justo cuando se encaminaba hacia el pasillo femenino, alguien lo agarró del brazo.
- ¡Squall! -llamó con entusiasmo aquella pequeña chica de pelo despuntado-.
- Selphie… oye tengo algo de prisa…
- ¿Has visto a Rinoa? Vengo de su habitación pero no está –preguntó con esa sonrisa que la acompañaba la mayor parte del tiempo-.
Squall desvió la mirada brevemente y se pasó la mano por el pelo. No le apetecía dar explicaciones de donde estaba Rinoa pero tarde o temprano, todos se enterarían y el ocultarlo seguramente, les haría pensar lo que no era.
- Si, está en la mía.
Casi no le dio tiempo a acabar la frase, cuando escuchó un gritito por parte de Selphie.
Squall rodó los ojos, sabía que eso pasaría.
- Oye, no es lo que tú te crees ¿vale?
- No, no claro… -rió para sus adentros-.
- Mira, mejor que te lo explique ella, tengo algo de prisa, ¿quieres que la diga algo?
- Si, que la espero en la cafetería –acabó diciendo mientras se despedía del chico y se marchaba dando saltitos-.
El comandante la miró algo incrédulo, ¿por qué todo, absolutamente todo, la hacía ilusión? Meneando la cabeza, emprendió su camino a la habitación de Rinoa. Cuando llegó, dio gracias de que tan solo se cruzase con un par de muchachas, a las cuales saludo de manera muy seria. No quería levantar sospechas.
Se apresuró todo lo que pudo en coger las cosas de Rinoa y metiéndolas en una bolsa, salió de allí en dirección a su habitación. Cuando llegó y abrió la puerta se encontró a Rinoa sentada en su cama y con una toalla enroscada en su cuerpo. Una suave melodía se podía escuchar en la radio de su propio despertador, Squall la llamó pero está hizo caso omiso. El chico se acercó hasta ella y la vio con la mirada fija en el suelo y al parecer, demasiado pálida para ser ella.
- Rin… -llamó de nuevo arrodillándose frente a ella-. ¿Qué pasa? –preguntó buscando su mirada-.
Cuando la pelinegra acertó a mirar a Squall, éste vio los ojos algo enrojecidos.
- ¿Estás bien? ¿Has estado llorando? –preguntó de nuevo algo más nervioso-.
- Acabo de escuchar en la radio que…
Hizo una pequeña pausa, apenas podía verbalizar aquello.
- Una alumna del jardín ha aparecido muerta –soltó por fin con la voz algo quebrada-.
Los ojos de Squall se abrieron de par en par al escuchar la noticia y levantándose con cuidado, tomo asiento al lado de Rinoa.
- Es Darcy Wright.
- ¿La chica de tu clase? –se sorprendió aún más de saber exactamente quien era ella. Varias veces la había visto con Rinoa charlando animadamente-. Es… ¿es en serio? –preguntó incrédulo-.
Rinoa levantó la mirada hasta Squall que se había puesto de pie y la miraba de manera inquisitiva.
- La han degollado en su casa, Squall –aclaró con la voz rasgada-.
- Mierda… -susurró mientras se pasaba las manos por su pelo de manera nerviosa-. Debo informar a Cid.
El joven volvió a arrodillarse frente a Rinoa, quien no se había movido de la cama desde que él había entrado por la puerta.
- Escucha, Cid me ha dicho que debo quedarme todo el día en el despacho con el papeleo, sé que te había dicho que te ayudaría con tus clases de estrategia…
- No pasa nada, Squall, estoy bien –le interrumpió mostrándole una sonrisa tranquilizadora-.
Éste suspiró de nuevo y besó su frente para después besar sus labios.
- Mañana te prometo que te ayudo ¿vale? Y sabes que siempre cumplo mis promesas -añadió el sonriendo de aquella manera que solo le solía mostrar a ella-.
Rinoa asintió, realmente estaba asustada, no sabía qué demonios había pasado y no quería quedarse sola pero sabía que Squall debía marcharse.
- Por cierto, Selphie te está buscando, me ha dicho que te espera en la cafetería –la informó antes de salir por la puerta-.
Rinoa asintió una última vez y lo vio abandonar la habitación. Aquello era de locos ¿que se supone que iba a pasar ahora?
Squall no podía creer lo que acababa de contarle Rinoa, nunca antes había pasado algo así en el jardín. Cuando llegó al despacho de Kramer, intuyó, por la mirada de éste, que acababa de enterarse de lo ocurrido.
- Director… -llamó con cautela el chico-.
- Acabo de enterarme –dijo quitándose las gafas y con voz suave-. No puedo creerlo…
El joven comandante vio que su director estaba realmente afectado por la noticia, al igual que él. Podían pasar miles de cosas en ese jardín militar pero que asesinasen a una compañera de esa manera, jamás.
- Creo que deberíamos informar al resto del jardín, ¿no cree? –propuso Squall mientras tomaba asiento en un sofá cercano-.
Cid suspiró y cerrando uno de esos cuadernos enormes con las cuentas del jardín, se levantó de su asiento.
- Si, será lo mejor, debemos suspender las clases también. No creo que la gente se encuentre con ganas después de la noticia –añadió acercándose al majestuoso ventanal que adornaba aquel despacho mientras perdía su mirada en el exterior-.
Squall se levantó del sofá y lo observó durante unos segundos, por un momento el Director parecía haber perdido toda la compostura.
- Ya me encargo yo de informar –dijo tomando la iniciativa ante la situación-.
- Gracias chico, en un rato empezaremos con el papeleo –le sonrió de manera afable desde el ventanal-.
Squall asintió, seguía pensado que el director no era el de siempre. Tal vez debería comentarlo con Edea a ver qué opinaba ella.
Cuando Rinoa llegó a la cafetería, aquel lugar era un pequeño caos. Todos los alumnos andaban de un lado para otro, comentando entre ellos, la noticia. Squall acababa de informar por megafonía de lo ocurrido por lo que las clases se suspenderían. Al parecer, todos habían quedado realmente impactados. Unos decían que si el asesino estaba en el jardín, otros que si había sido su hermano pequeño, incluso en bocas de algunos, se podía escuchar que habían sido sus padres.
La pelinegra hizo un rápido recorrido visual y en la mesa del fondo pudo divisar a Selphie y Zell. Haciéndose paso entre los alumnos y consiguió llegar hasta ellos. En cuanto llegó, la mujer de pelo despuntado saltó a su cuello y la abrazó.
- Lo sentimos mucho, sabemos que era amiga tuya, esto es de locos –añadió casi en un susurro mientras rompía el abrazo.
Rinoa oyó a Zell preguntarla como se encontraba pero tan solo pudo asentir mientras tomaba asiento. Estaba mal, preocupada, inquieta y todo eso le asustaba demasiado. Desde la noche anterior sentía una especie de sensación de incertidumbre, como si en cualquier momento fuese a pasar algo horrible. Intentó quietarse esos pensamientos de la cabeza pero no fue fácil, ya que Zell y Selphie no paraban de hablar del tema.
- ¿Y el asesino? ¿Se sabe algo? –preguntó Selphie algo inquieta-.
- No saben nada… -contestó Rinoa meneando la cabeza de manera negativa-. La gente no hace más que hablar sin tener ni idea.
- ¡Vamos chicas! No os dejéis llevar por los comentarios de la gente, no va a pasar nada. Ya veréis como en nada, dan con la persona que ha hecho esto.
Zell intentó calmar a las chicas viendo que se estaban dejando llevar por las habladurías de los demás alumnos. Nada de aquello era cierto y no quería ver a sus amigas en ese estado por chismes sin sentido. Le hubiese encantado quedarse con ellas a pasar el rato pero había quedado con Irvine para entrenar.
- No os preocupéis más de la cuenta, ¿vale? –dijo levantándose y recogiendo su bandeja de comida-.
Ambas chicas le sonrieron y lo vieron abandonar la cafetería. Se quedaron un rato en silencio, intentando acabar lo que les quedaba de desayuno pero se les estaba haciendo realmente difícil.
- Por cierto… -comenzó a hablar Selphie con cierto retintín-. ¿Qué es eso de que has pasado la noche con Squall? –preguntó dándola un golpecito con su hombro-.
Rinoa dejó escapar el aire por la nariz a modo de risa, como no, Selphie había sido la primera en enterarse de que no había dormido en su habitación.
- No es lo que estás pensado, pervertida –contestó sin demasiado interés-.
- ¿Ah, no? Y ¿entonces? –insistió con una sonrisa-.
- Eres muy cotilla, lo sabías ¿no? –bromeó-.
- ¡Vamos! Cuéntame que ha pasado –suplicó haciendo pucheros mientras se colgaba del brazo de su amiga-.
- Es que no ha pasado nada, Selphie, de verdad –intentó aclarar la pelinegra-. Anoche… en mi habitación… me pasó algo… -intentó explicarse pero cada vez que lo recordaba era más confuso-. Me pareció ver algo que me asustó mucho y no sé porque, salí corriendo en dirección a la habitación de Squall.
Rinoa agachó la cabeza y escondió la cara tras sus manos mientras suspiraba, ahora se sentía bastante idiota recordando aquel momento. Oyó a Selphie reírse a su lado.
- No te rías.
- Es que me estoy imaginado la cara de Squall cuando te vio allí plantada.
Rinoa sonrió mientras fijaba la vista en sus manos con las que jugueteaba de manera nerviosa.
- Me asusté mucho Selphie, lo que vi y lo que sentí en la habitación… te juro que no fue un sueño, fue muy real. Había alguien allí y me agarró del brazo, esa mano era muy fría –recordó mientras se estremecía levemente al recordarlo-.
Oyó suspirar a Selphie a su lado. Seguramente lo que le acaba de contar le parecía una locura.
- ¿Tu tampoco me crees? –preguntó mirándola fijamente-.
- ¡Claro que te creo! –afirmó con rotundidad-. Pero es muy raro ¿no crees?
- Si, supongo –contestó con algo de desánimo-.
Tras una pausa Rinoa se animó a contarle a su amiga que antes de eso también había tenido un sueño. Un sueño que cada vez que lo recordaba, la hacía estremecerse.
- Cada vez que lo recuerdo, siento que lo me pasó en la habitación y el sueño están relacionados, ese ser que apuñalaba a Squall… -No supo cómo continuar o le daba un miedo atroz imaginarse lo que podría ser-. Y lo de Darcy, no sé Selphie, tengo la sensación de que algo horrible está por pasar –comentó preocupada perdiendo la vista en el gentío de la cafetería-.
- Vamos Rin, ¡anímate! Es normal que estés preocupada, no has pasado buena noche y lo la noticia de esta mañana, creo que se te está juntando todo. ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? Tenemos todo el día para nosotras y luego podemos ir a buscar a Quistis también.
La joven bruja la miró y sonriéndola, asintió. Tenía razón no podían hacer nada más al respecto. Tal vez estar un rato entretenida, le vendría bien.
El sol del mediodía empezaba a calentar algo más y la agradable temperatura de finales de marzo había hecho que muchos de los alumnos decidieran comer en los patios exteriores del jardín. Pero entre todo ese el barullo de los alumnos que iban y venían, un grupo de personas se encontraban conversando en un lugar bastante apartado de la vista de los demás.
- Sin duda es ella, la hemos encontrado –comentó una mujer con un deje de locura en la voz-.
- Si, pero intenta no asustarla la próxima vez. Tenemos que conseguir que confíe en nosotros –contestó un hombre, el de mayor estatura-.
- Si, bueno eso dejármelo a mí, estoy con ella en clase –contestó de nuevo la mujer-.
- Está bien, tú te encargas de ella, nosotros seguiremos con el plan pero será mejor actuar en más jardines, sino tendremos complicaciones –añadió el último hombre que se encontraba allí-.
De pronto tras ellos apareció otro joven que interrumpió aquella misteriosa conversación.
- Vaya, vaya veo que estáis en una reunión privada y no me habéis avisado –comentó aquella persona recostándose en un árbol cercano-.
- Bueno, creo que no es necesario que lo sepas todo ¿no? –contestó con desgana la mujer sin apenas mirarlo a la cara-.
- ¡Oh, bueno! Como veáis, sé que soy vital para vosotros. Sin mí no podéis volver aquí –dijo de manera amenazante encarando a la mujer-.
- ¡Está bien, tranquilízate, maldita sea! –dijo la mujer con las manos en alto y apartándose de el-.
Los cuatro jóvenes callaron de repente al oír unas voces lejanas que al parecer, se acercaban al lugar.
- Debemos irnos –dijo ella con rapidez-. Estaremos en contacto –le dijo al último hombre que apareció en el lugar-. Así que no intentes desaparecer.
Aquel chico sonrió de medio lado y se marchó de allí.
Squall miró el maldito reloj que colgaba en la pared de enfrente y vio que ya eran las ocho de la tarde. Suspiró cansado, ni siquiera se había enterado de que hora era. Llevaba todo el día, junto con Kramer, firmando, repasando y comparando un montón de documentos, que todavía no entendía de donde habían salido. Cuando se disponía a coger otro taco de esos papeles, alguien llamó a la puerta, quejandose ante la intromisión, se levantó de mala gana y abrió la puerta.
- Te oigo refunfuñar desde fuera –bromeó Rinoa colándose rápidamente para que Kramer no la viese-.
- Rin… -pronunció el chico con sorpresa.
La verdad que la última persona que se esperaba tras esa puerta, era ella. De pronto, unos brazos alrededor de su cuello lo sacaron de su retahíla de pensamientos.
- ¿No te alegras de verme? –dijo ella contra su cuello-.
El chico reaccionó y envolviéndola a la altura de la cintura, la apretó contra su pecho.
- No sabes cuánto – susurró en su oído-.
Sintió a Rinoa sonreír y tras besar su mejilla y después sus labios, se separó de ella. Squall se dirigió de nuevo a su mesa y se dejó caer en la silla. Estaba agotado mentalmente.
- ¿Cómo estás? –preguntó ella mostrando esa hermosa sonrisa-.
- Cansado y muy aburrido –suspiró señalando la pila de papeles-.
Observó como la pelinegra dejaba entrever una sonrisa y se acercaba hasta la mesa recostándose en el borde.
- Yo no pedí nada de esto –añadió recordando que aquel cargo de Comandante se le había impuesto sin apenas poder rebatirlo-.
- Bueno creo que la gente confía en ti, a pesar de que no eres muy comunicativo. –Vio como Squall le clavaba una mirada con aquel ceño fruncido-. Sabes guiar, organizar y animar en situaciones límite aunque he de reconocer que a veces tus palabras no son las más acertadas. Admítelo, tienes madera de líder -añadió con gracia-.
Squall dejó escapar aire por su nariz, ¿en serio? Siempre había sido una persona solitaria y nunca había pretendido ser un líder para nadie. Pero es cierto que siempre le había gustado ser de la mayor ayuda posible para su equipo y si alguien se venía abajo, intentar animarlo, fuese cual fuese el problema.
- Yo solo quería llevar una vida normal –se volvió a quejar echando la cabeza hacia atrás-.
- Ya, y pasar desapercibido, ¿a qué si? –dijo ella mientras soltaba una carcajada-.
- ¡Exacto! –contestó mientras se levantaba de la silla-.
El joven solo esperaba que el resto de su mandato no fuese tan sumamente aburrido como el día que acaba de pasar porque entonces sí que saldría huyendo.
- Bueno y ¿tú que tal el día? –preguntó acercándose a ella y acomodándose a su lado-.
- Bien, supongo. Todos los alumnos andan como locos por ahí, diciendo tonterías sobre Darcy –comentó bajando la mirada al pronunciar aquel nombre-.
Hubo un momento de silencio en el que ninguno de los dos dijo nada. El chico la vio cabizbaja y jugueteando con sus manos de manera nerviosa. Seguro que ella estaba esperando que dijese algo reconfortante pero la verdad es que no sabía que decir. Aún le costaba reaccionar en ciertas situaciones, sobre todo en pareja. Había estado demasiado tiempo solo y todos esos sentimientos eran nuevos para el. Miró a Rinoa de reojo y decidió, que tal vez el estar en pareja no requería de pensar tanto las cosas, simplemente hacer lo que sentía en ese momento. Así que simplemente se levantó y cogiendo a Rinoa de las manos, la estrechó entre sus brazos. Besó su cabeza repetidas veces e intentó tranquilizarla. Odiaba haberla dejado sola todo el día.
- Yo también estoy preocupado pero todo va a estar bien ¿vale? -dijo cogiendo la cara de ella entre sus manos-. La policía ha estado aquí ¿sabes? –Rinoa lo miró algo sorprendida deshaciendo el abrazo-. Han estado reunidos con el Director y después me han llamado.
Squall vio que la chica se inquietaba aún más. Le contó entonces que la policía les había estado haciendo preguntas sobre la joven alumna, si últimamente tenía algún problema, si tenía malas compañías, si en clase iba bien pero la verdad, es que no había nada sospechoso en ella. Kramer, además, les aclaró que era una de tantas alumnas que no dormía en el jardín por lo que era más difícil conocer cosas sobre ella.
- Nos han comentado también que tendrán que interrogar a algunos instructores y compañeros de clase –añadió Squall tomando asiento en un sofá cercano-.
Rinoa lo siguió con la mirada y no dijo nada, ¿sería ella una de las que interrogarían?.
- Tranquila, no les he dicho nada sobre ti, ni que era amiga tuya, ni que la conocías, Kramer tampoco –añadió viendo la preocupación en su mirada-.
Los ojos de ella se clavaron en ese mar azul que conseguía tranquilizarla del todo y dirigiéndose al sofá, se dejó caer en el mientras suspiraba agotada.
- Llevo todo el día con la sensación de que algo no está bien, Squall –confesó recostando su cabeza en el hombro del chico-.
Squall acarició su cara y la besó en la frente. Sabía que estaba nerviosa e inquieta ante los hechos y también sabía que tenía miedo pero también la conocía, y esa mujer no dejaría que aquello la hiciese venirse abajo.
- De repente, siento que todo está conectado, lo que me pasó anoche, lo de Darcy… -confesó de pronto-.
El joven se giró entonces y la miró directamente a los ojos.
- ¿A qué te refieres? -preguntó realmente curioso-.
- Cuando pienso en el sueño de anoche, en esa voz en mi habitación diciéndome que me habían encontrado y esta mañana lo de Darcy, una sensación extraña, que aún no puedo explicar, me asalta.
Squall suspiró a su lado. En alguna ocasión, había hablado con Edea de los nuevos poderes adquiridos de Rinoa y le había comentado que de ahora en adelante, su instinto se agudizaría bastante y su intuición apenas fallaría, por lo que nunca deberían tomarse a la ligera lo que ella pudiese intuir ante ciertas situaciones. El chico también sabía que a Rinoa no se le había dicho nada de eso, ya que Edea consideraba que su entrenamiento y el aprendizaje de esos nuevos poderes, debía ir muy lentamente. Si la joven llegara a agobiarse o bloquearse, y rechazaba dichos poderes, el desenlace podría ser fatal. Así que Squall decidió no decirla nada, aunque ahora esa misma preocupación lo invadía a él también.
Bueno pues aquí termina, lo he cortado porque si no quedaría muy largo. Espero que os hay gustado y ya sabéis, si os animáis a dejar reviews, será un chute de energía para seguir adelante.
Muchas gracias por leer, un abrazo!
