Capítulo 8.

Marianne despierta por un constante roce en su mejilla, despierta y sonríe ante la imagen de Ichigo gallardo, sentado en su cama y susurrándole palabras dulces y bonitas que le infla el pecho de felicidad.

Tal como debe ser.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor Ichi, aunque las náuseas no me dejan en paz.

—También te noto constantemente cansada y muy blanca. Debería pedirle a la condesa que te atienda.

—No… ella es partidaria de la emperatriz y me odia... puede hacerle daño a nuestro hijo.

—No lo hará, antes de todo eso, ella es doctora y no es prejuiciosa a la hora de sanar personas.

—Aun así... ¿Te quedarías conmigo? Para cuidarme.

—Por supuesto mi reina. — Le besa la palma de la mano. Sin embargo su sonrisa cambia a preocupación, alertándola. — Tengo que decirte algo grave.

—¿Ha pasado algo?— Mientras se incorpora se imagina que al fin Dios le sonríe matando a Orihime, pero no puede ser o Ichigo no tendría esa cara, más bien estaría contento de ser libre de ella y casarse con su verdadero amor.

—Tu hermano Klaus ha cometido traición. — El corazón de Marianne late rápido de miedo que no es capaz de emitir palabra alguna. — Se ha descubierto que estaba robando el dinero de la Corona a través de espías a cargo de las finanzas.

—Q-... ¿Van a ejecutarlo?

—No, estará exiliado con arresto domiciliario en su mansión. Temo que darle la pena de muerte te afecte en tu condición y dañe al bebé.

—Oh Ichigo, que bueno eres conmigo anteponiendo a tus dos seres amados sobre tu deber de emperador. — Con los ojos cerrados en un perfecto papel de doncella enamorada agarra la mano de su amante y le besa la palma.

—Solo quiero que estés a salvo.

—Gracias — Suspira y mira el suelo preocupada. — Creo que las señales estaban pero no quería verlo ni admitirlo... ¿Mi adorado Klaus un traidor? Los celos debieron cegarlo, nunca le gustó que padre dejase el título a Ezra a pesar que era mejor para el cargo, tampoco le gusto que yo estuviese ganando popularidad por estar contigo y que a él no le tomen en serio al irse pronto de la milicia. Lo cegó la envidia.

—Pobre de mi Marianne, tienes que aguantar un dolor así de grande y estando embarazada.

—No importa, lo mío es pequeño comparado lo que debes hacer tú. — Su agarre en la mano se vuelve firme y lo mira a los ojos. — Aunque me duela, si debes llegar al punto de matarlo, debes hacerlo. Por el bien del Imperio y de tu imagen, no te preocupes de la mía.

—Así se hará Marianne, primero debemos seguir con la investigación, asegurarnos que no haya hecho más actos ilícitos... y si fue así, me temo que tendremos que ejecutarlo, con el dolor de mi alma. Es tu hermano y un buen amigo, pero la ley es la ley.

—Lo entiendo y no te preocupes por mí, apoyare tu decisión sea cual sea.

Siguieron hablando, Ichigo le comenta que ahora debe asistir a una reunión a causa de este desastre para ver cómo se arreglara todo y Marianne pide ir con él prometiendo portarse bien y quedar en silencio como un ratón.

—Con los errores de Klaus, debo estar presente y dejar una buena imagen o será perjudicial a futuro cuando nos casemos.

—Tienes razón. — Besa su coronilla y se pone en pie. — Te dejare con tus criadas para que comas bien y te vistas.

—Gracias por ser bueno conmigo.

En cuando escucha la puerta cerrarse, se encorva y de sus labios se le escapa una carcajada. Su risa no para, cae de espaldas en la cama y le duele el cuerpo de tanto reír pero no le importa.

Klaus está encerrado, se le va a bajar lo engreído y ya no la molestara más.

Eso le pasa por hacerse el listo y mandarla como si fuese una muñeca.

—Una lástima que no lo hayan matado al instante. — Murmura aun con una sonrisa en los labios. — Oh, va a ser un gran día.

Hace tocar la campana y al instante la atienden, le traen un desayuno abundante que solo pudo comer la mitad, y se deja vestir por un vestido blanco con las mangas caídas como una cola de novia, encima otra capa, la parte superior del vestido que solo le tapa la parte de adelante y atrás, de color rojo oscuro con círculos blancos; las doncellas la peinaron con un semi recogido que le adornaron con diamantes que adornan los costados de su cabeza. La verdad sea dicha, ya quiere usar una tiara pero las malditas leyes no le dejan por ser solo la Consorte, las tiaras son para la esposa y las princesas.

Ya verán como usara la corona de Emperatriz todos los días.

Le colocan un collar con un diamante enorme que descansa en su pecho y unos aretes; mira su imagen en el espejo y aunque prefiere algo más revelador, que la ayude a destacar, es ideal para su embarazo y tener la imagen de hermana deprimida por el comportamiento de su hermano.

Tiene que dar buena imagen.

—Su Majestad ha vuelto a escoltarla en persona marquesa.

—Bien, andando.

Hoy va a ser un gran día.


Orihime se queda en silencio en el carruaje, Nelliel (ya con mejor aspecto) sabe que no debe interrumpir sus pensamientos así que se entretiene sola con su abanico, evitando los documentos que lleva en su regazo por orden de la Emperatriz.

—¿Nelliel?

—¿Si su majestad?

—¿Segura que no quieres tomar otro día de descanso? No me opondré y el carruaje te llevara de vuelta.

—No, no… estoy bien mi emperatriz, déjeme quedarme hoy con usted.

Orihime se inclina con el fin de agradecerle con un beso en la mejilla.

El carruaje se detiene y esperan unos segundos a que abran la puerta y ambas mujeres sonríen al ver el responsable: un hombre mayor de larga cabellera color chocolate que lo lleva recogido con un palillo femenino y ojos del mismo color; lleva el uniforme de los generales: pantalones negros con franjas rojas en los costados, botas de cuero hasta las rodillas, guantes blancos como la camisa, el chaquetin hasta los muslos y encima una capa de rojo en la parte inferior y oscuro en la superior.

—Buenos días su majestad.

—Buenos días general Kyoraku. — El hombre sostiene la mano de la Emperatriz, se lo besa como el caballero que es y la ayuda a bajarla. Hace lo mismo con Nelliel. — Ya está la mayoría presente.

—Imagino que el marques Ezra también.

—Y... su hermana.

Orihime suspira agotada y solo le queda rogar que Marianne no haga lloriqueos.

Camina por el palacio con Nelliel detrás y el general a su derecha, atento a protegerla de cualquier inconveniente. Los soldados, mozos y empleados no dudan en inclinarse al pasar y Orihime los nota por el rabillo del ojo susurrar, ¿Acaso será por lo del robo?

Les espera dobles puertas que juntas forman un dragón, uno de los soldados que está de guardia se inclina ante la emperatriz y toca tres veces la puerta provocando que los soldados que estén dentro abran las puertas. El Salón Acala es espacioso para recibir a los emperadores y ochenta personas, aunque ahora solo hayan veinticinco puestos ocupados sin contar los tronos; los pisos de madera resplandecen en señal de haber sido bien trapeados antes de la reunión, las ventanas son enormes para dar buena iluminación, en cada extremos del largo del salón hay dos corridas de sillas con respaldo alto, de madera con un cojín rojo para que el trasero descanse; al final hay un podio de tres escalones y dos tronos de oro con el respaldo terminando en punta y acolchados en felpa rojo; y para terminar, detrás de los tronos, la pared fue pintada en recrear un dragón negro alzándose al vuelo.

En cuando Orihime entra todas las personas presentes se ponen en pie a excepción de Ichigo y se inclinan con el puño en el corazón. Le sorprende que Marianne este bastante lejos y a lo mejor por eso la ve furiosa por el rabillo del ojo.

Pero no, sino por su ropa.

Se ha presentado a la reunión hermosa como siempre con un vestido parecido al dorado de la última fiesta pero es de color verde y de seguro las piedrecitas deben ser esmeraldas que cubren el vestido, más al final de la falda y tanto en el escote de adelante y atrás; en su cintura tiene un lazo verde que cae como una capa que da ilusión de una cola de novia y solo se mantiene en su cuerpo en un hombro a falta de mangas. Usa una corona dorada con forma de diadema la cual llevaba incrustada siete grandes esmeraldas a lo ancho siendo la que estaba al centro la más grande de todas, había sido hecha de tal forma que parecía tener ramas alrededor de las joyas pero estas eran de oro y platino las cuales tenían incrustados pequeños diamantes con zafiros que parecían brotes en cada una de ellas, en el borde que tocaba su cabeza había perlas negras, una de las joyas más difíciles se conseguir. Marianne trataba de controlarse pero moría de envidia, era ella quien debería llevar esa corona en la cabeza, no la ladrona.

Al llegar al podio, mira a Ichigo directamente a los ojos y le hace una reverencia sin apartar la vista, sube los escalones y Nelliel le ayuda con la capa-cola para que tome asiento y luego la peliverde se refugia detrás de los tronos.

—Por favor tomen asiento — Dice ella y todos los nobles obedecen — Me disculpo si esperaron mucho, se nota la falta de personal en mi palacio tras la limpieza.

—¿No nos falta alguien más?— Pregunta Ichigo a Urahara.

—No Emperador, estamos todos.

—Cierren las puertas entonces.

Urahara asiente y ve a los dos soldados que están en las puertas en forma de dragón, éstos se inclinan y sacan de las puertas cada uno los rubíes que forman los ojos; apenas hicieron dicha acción, las puertas comienzan a cobrar vida debido a que las alas se empiezan a curvar, protegiendo el cuerpo del dragón.

Un mecanismo de defensa mágico para que nadie entre o salga de la habitación hasta que termine la reunión.

—En nombre de sus majestades, el emperador y la emperatriz, damos inicio a esta Reunión Legislativa y agradecemos su participación a pesar de lo apresurado que ha sido.

—¡Por el bienestar del Imperio!— Responden los presentes.

—Emperatriz. — Urahara dice mirando a la susodicha y hace una inclinación.

Orihime se pone en pie y se asegura de tener a todos bajo su campo de visión.

—Dos días atrás he descubierto tras una salida al Templo que el Yin Clin robaba el Dinero de la Corona con el Tesorero Johan de cómplice, aunque siendo técnicos, Clin lo engaño fingiendo amor, aprovechándose de su mente débil. — Algunos empiezan a susurrar al no saber aun lo que había pasado. — Con las fuerzas especiales bajo mis órdenes y las del primer ministro, encontramos más ladrones de dinero y que incluso copiaban información clasificada, de seguro para enviarla a un país rival al mejor precio. — Los jadeos y gritos de indignación no se hacen esperar, incluso algunos se han puesto en pie al no poder contenerse. Orihime debe alzar las dos manos para que el silencio reine nuevamente la habitación. Ella ha notado tanto el aburrimiento de Marianne como la molestia en la cara de Ezra. — Todos ellos han sido comprados por Lord Klaus Scorpio, quien también ha tenido el descaro de implantar espías en mi palacio.

Ahora los oyentes ponen atención al marqués, algunos sorprendidos y otros indignados. Ezra solo se pone en pie con la cabeza gacha, con la mano en el pecho se inclina todo lo que la espalda le permite.

—Estoy totalmente avergonzado de las acciones de mi hermano, no tiene perdón. Siempre... siempre le ha sido difícil aceptar ser el segundo y ha tomado decisiones equivocadas... la casa Scorpio se hará responsable de sus actos.

—¿Lord Scorpio será ejecutado por sus crímenes? — Pregunta el duque Hitsugaya.

—El Emperador ha ordenado arresto domiciliario por ahora de dos años. — Responde la madre del Imperio y de nuevo hay jadeos de indignación que se callan al ver la mirada molesta de Ichigo. — Nuestro soberano es sabio, él sabe por qué hace las cosas.

—Aun así... — Un barón que había podido estar presente por sus negocios cerca, se deja oír, estaba sentado a cinco asientos de distancia de Marianne. — La ley de Karakura es clara: "La traición y robó al Imperio se castiga con la muerte"... si el Emperador pasa por alto esa ley nuestro Imperio se burlara de su majestad e incluso perderá favoritismo.

—Soy consciente de la ley Barón Harari, la he estudiado desde los seis años. — Ichigo habla por fin, viendo al hombre fijamente. — Y entenderé la actitud de mi gente si no cumplo en matar a Klaus ahora mismo... sin embargo, antes de llegar a la ejecución, prefiero que primero se termine con la investigación. — Desvía la vista para ver a toda la audiencia. — Este ataque ha llegado al punto que hay muchos cabos sueltos, aún nos falta evidencia y saber si hay más cómplices en otras ciudades o si Klaus estaba aliado con otro país o si trabaja por sí mismo, que aún no encuentran a dónde ha terminado el dinero robado. — De nuevo hay susurros, algunos a favor y otros aun dudando. — Por eso creo que lo mejor es tenerlo totalmente encerrado en caso de necesitarlo vivo.

Ichigo se veía tranquilo dando su argumentación pero Orihime es la única que nota la tensión y preocupación que debe sentir, de seguro le ha afectado saber el bajo apoyo que tiene y teme un golpe de estado para quitarlo del camino si se niega retirarse pacíficamente. Si no estuvieran distanciados, tomaría su mano y buscarían un camino, juntos, pero no, solo le queda pedir una audiencia y darle un consejo y rezar que le haga caso.

—A causa de las acciones de Lord Klaus, la casa Scorpio se mantendrá en silencio sobre las recomendaciones de a quienes debemos darles los puestos que han quedado libre. — Dice ella y casi sonríe por el enojo de Ezra. — Sin embargo le doy reconocimiento al marqués por dar la cara en este difícil momento que debe estar pasando.

—Se lo agradezco mi emperatriz. — Toma asiento nuevamente. — He aprendido de usted.

El silencio se vuelve tenso, algunos soldados y nobles miran a Ezra con desagrado, otro deben ocultar su sonrisa esperando como reaccionara Orihime.

La Emperatriz solo sonríe.

—Así es, siempre he creído que la verdad tarde o temprano sale a la luz... y soy una mujer muy paciente. Eso es lo que siempre me ayuda y espero que ese consejo también lo ayude. — Esta vez no esconde su sonrisa ante la tensión en Ezra. — Nelliel. — Su dama de compañía sale de su posición y se acerca con una pequeña columna de pergaminos que le entrega. Orihime le da las gracias. — Tengo aquí una lista que elabore de candidatos que será entregado a cada uno una copia, están de acuerdo a sus capacidades y, lo más importantes, son de bandos neutros.

—¿Neutros?— Curioso el general Kyoraku se frota la barbilla.

—Sí. — Entrega una copia a Ichigo y el resto se los pasa a Urahara para que lo reparta con ayuda de un mozo. — Por cómo está la situación actual con muchos bandos divididos, con la aprobación del Emperador y del duque Urahara, era mejor elegir personas que están a favor del bienestar del Imperio sin importar si están o no a favor de la familia real o de los nobles.

—P-pe-pero... — Se le escapa Marianne sin entender por qué Ichigo aceptaría tal tontería. — ¿Nuestras cosas valiosas supervisadas por campesinos?

Recibe miradas molestas y da un brinco de miedo, se maldice por haber hablado demasiado alto. Su cara esta roja como un tomate y sus manos agarran su falda con fuerza.

—No marquesa, sino por personas que han estudiado como todos nosotros. — Responde Orihime. — Así que no se preocupe, el dinero estará a salvo en personas calificadas.

—Todas las personas de la lista han tenido o excelentes calificaciones o excelente recomendaciones por sus capacidades. — Continúa Urahara como si Marianne no hubiese intervenido. — Pido a la audiencia que piensen bien en los seleccionados antes de dar su voto... nadie será quitado ni agregado a último minutos, por lo que no piensen en alguna manera de intervenir. — Sonríe amable pero claramente atacando los egos de los anticuados o clasistas como Marianne.

—Les daremos un día para pensarlo. — Orihime toma la palabra nuevamente. — Los pergaminos son mágicos, así que una vez tengan a su elegido, lo tachan y el pergamino se incendiara y aparecerá de nuevo en el estudio de Urahara.

Ezra hecha una ojeada a la lista de la persona que tiene al frente, tenía la intención de tenerlos vigilados y saber en quienes puede comprar... pero para su desgracia, el pergamino está totalmente en blanco a sus ojos. Maldita perra, piensa viendo a Orihime molesto... descubriendo que ella lo estaba ya mirando con ojos divertidos.

Predecible, parecía decirle.

Anhela romperle el cuello con sus propias manos por todos los problemas que le ha causado destapando a Klaus y sus aliados. ¿Por qué no se queda en su cuarto haciendo fiestas de té y maquillarse todo el día como hacen las mujeres?

—Ya con esta primera parte zanjada, vayamos a la siguiente. — Ella observa a su esposo, quien hace un gesto afirmativo para que proceda. — Como he mencionado con anterioridad, Klaus ha dejado espías en mi palacio: en total han sido diez doncellas y seis soldados, mi guardia Kira se ha encargado de espiar sus habitaciones y de torturarlos por información; en las habitaciones de las doncellas se ha encontrado papel mágico, al parecer ellas escribían mi itinerario y rutinas y se las enviaban a Lord Klaus.

—¿Cómo pueden saber que iban a casa de mi hermano si el mago real está dormido? — Cuestiona Ezra.

—El mago real está dormido, pero no es el único mago del mundo. — Cuestiona Orihime con un tono de obviedad que provoca risas en la audiencia. — Nuestro Emperador ha mandado llamar a uno que ha llegado en la madrugada y ha confirmado que la dirección a la cual van es de Klaus. — Ichigo por dentro está sorprendido que Orihime le haya dado aquel mérito y por fuera solo hace un asentimiento de cabeza. Lo ha ayudado a quedar bien. — Los soldados fueron vigilados por la fuerza especial y revisando sus cuentas, el dinero que Klaus les daba, algunos los gastaban en prostíbulos y otros comprando residencias caras en otros países del Imperio; parece que esperaban retirarse y esconderse allí. — Se escucharon indignaciones e insultos en voz alta que el general Kyoraku junto al marqués Ukitake tuvieron que callarlos golpeando el suelo con sus armas. — Tranquilos, ya hemos tomado control de esas propiedades y pronto recuperaremos el dinero invirtiendo o vendiéndolas.

—¿Ahí está todo el dinero que se ha robado? — Pregunta el conde Yuval, un conocido de Clin que se puso realmente molesto al saber de su traición, los emperadores escucharon que se ofreció ir en persona a darle la noticia a la familia del traidor y tuvo que quedarse a consolarlos.

—Aun debemos sumar todo lo que han gastado los soldados y nobles traidores pero creemos que no es todo. — Dice Ichigo ya que estuvo con Urahara contabilizando gran parte de la noche. — Sospechamos que aún hay un gran porcentaje perdido.

La tensión se huele en el aire, ¿Dónde está el dinero? ¿En reino enemigo? ¿Se vendrá una guerra sorpresa?

—Klaus puede pecar en creerse brillante pero ha sido precavido, hay que reconocerlo. — Orihime recupera la atención a pesar de las preocupaciones. — A causa de ello, los aliados de Klaus no saben mucha información aparte de lo que él les convenía decirles... sin embargo, un soldado ha admitido algo preocupante, no sabemos si es cierto o un acto de desesperación, pero hay que ser precavidos: la primera es que se le escapo una vez decir que tenía una reunión con su benefactor... y lo segundo es que planeaba matar a la princesa Karin.

Ni siquiera Ichigo pudo esconder sus emociones, es el que más refleja asombro en esa habitación, incluso se aterra mientras se pone en pie.

—¡No me has avisado de esto Emperatriz!

—Me acabo de enterar, por eso la tardanza.

—¡Ridículo!— Ezra se pone en pie indignado y furioso aunque lo recomendable es que siga callado. — ¡No voy a negar la insolencia de mi hermano pero esto es demasiado! ¡¿Acaso olvidamos que esta mujer junto a su familia mato a los emperadores y la princesa Yuzu?! ¡Que nos salga con eso es conveniente! ¡De seguro se aprovecha de mi hermano para volver a matar!

—¿De verdad cree que yo haría algo estúpido? Si yo quisiera aprovechar el pánico para matar a alguien, le aseguro que no sería la princesa Karin, más bien la amante de mi esposo y evitar que nazca el bastardo. — Admite mirando a Marianne, quien da un brinco de miedo y se cubre el vientre. — Por fortuna de todos y así evitar dudas, he guardado la conversación.

Nelliel saca de su bolsillo una esfera transparente y se la entrega al emperador. Ichigo lanza la esfera tras echarle un poco de su mana (Orihime ha notado que en una milésima de segundo su marido hace un gesto de dolor y que había algo oscuro en su mano), el objeto se queda volando en el aire y proyecta a dos personas: la emperatriz con el mismo vestido que ven ahora y a un soldado atado de brazos y piernas en la pared, desnudo y bastante herido.

¿Acaso la emperatriz no debería estar avergonzada de verme desnudo? — Dice el soldado.

Soy una mujer casada, no tienes nada que no haya visto.

No se vaya a espantar entonces de mi tamaño.

No te preocupes, el de mi marido es más grande. — Da pasos adelante, quedando más cerca. — Es curioso que a pesar de que morirás por tus crímenes, sigas actuando como si fueran a coronarte emperador.

Eso es porque eres mujer y ustedes son retrasadas.

Soy retrasada y aun así descubrí a los ratones en mi palacio. — Ve que se pone molesto. — Ah, por cierto... tu esposa ha pedido el divorcio y se lo dimos, se ha ido con tu hijo y el dinero que le dabas a tu amante. — Le da unas palmaditas en la mejilla— Que escondido lo tenías mujeriego.

¡Perra! — Le escupe en la cara.

La audiencia suelta un jadeo o abre la boca en asombro, ¿Acaso perdió la cordura por estar al borde de morir?

Vaya... — Extiende su mano y aparece un pañuelo en su mano, de seguro fuera de campo de grabación Nelliel se lo entregó. — ¿Ya recuperaste tu ego herido? No es que te vaya a servir en la guillotina después de todo.

Solo espere a que salga de aquí, lo primero que haré será matarte.

Va a ser difícil que Klaus te saque si las Fuerzas Especiales lo tienen vigilado en su "cómoda" mansión hasta para hacer sus necesidades. — Sonríe victoriosa ante su rabia. — Un poco injusto, ¿No? Klaus ideó todo esto, te engaño con promesas bonitas y él solo va a ser encerrado en su mansión mientras tú estás aquí... tú vas a morir y en cambio Klaus solo debe preocuparse en encontrar pasatiempos para no aburrirse... tú decides, morir solo o llevártelo contigo. — Silencio, suspira y le da la espalda. — Veré tu muerte en primera fila, frente tuyo.

Espere. — El idiota habla y detiene sus pasos. Orihime voltea. — Él no dice nada aparte de lo que nos pide, pero... una vez se le escapó que tenía una cita con su benefactor, el que le ayudaba en sus planes.

Imagino que no sabes su nombre.

No, pero... una vez lo escuche... en el palacio, estaba ebrio hablando con uno de sus socios... dijo que iba a planear la muerte de la princesa Karin.

¿Qué?

¡Si, dijo que la mataría para que no interviniera en la herencia del bastardo como heredero!

Y con eso dio fin la grabación mágica y la esfera cae al suelo.

—¿Con esto queda tranquilo marqués Ezra?

—S-sí... — Murmura con la cabeza gacha, rojo de vergüenza por todos los ojos sobre él.

—Duque Hitsugaya. — Ahora es Ichigo quien se pone en pie, mirando al ojiazul. — Mi hermana anda viajando en sus tierras, ¿No es así?

—Sí su majestad.

—Mande orden inmediata a no andar sola, quiero mínimo diez guardias con ella.

—Lo hare de inmediato. — Asegura sin saber que la susodicha anda lejos del Imperio.

—Con todo lo dicho, damos por concluida esta reunión, por favor de dar su voto a la mayor brevedad y po-...

—¡Emperatriz!— El grito de Nelliel lo calla y todos son testigos de cómo la dama de compañía había impedido que Orihime se caiga del trono. — ¡Abra los ojos por favor!

Entre el alboroto Urahara ordena que abran las puertas de inmediato mientras Ichigo, dejándose llevar por un instinto que no entendía, carga a su esposa ordenando a gritos tan alto que ni siquiera escucha los alegatos de su Consorte con los generales Kyoraku y Ukitake liderando cada costado para que no interrumpan el paso de su majestad al área médica.

—¡Te digo que te detengas, Ichigo! — Marianne trata de llegar a él, está bastante furiosa.

—¡Para!— Ezra logra atraparla y la retiene en su lugar. — La gente nos está viendo, ¡Contrólate!

—No me importa, esa ladrona está actuando y va a quitarme a mi Ichigo.

—¡No seas estúpida!— A propósito le hace daño en el agarre y la aparta más. — Ya estamos en la línea floja, si no te callas, vas a seguir a Klaus en el exilio o en la guillotina, ¿Entiendes eso o no?

—Suéltame. —Forcejea enfadada.

—En este momento no estamos para tus estúpidos caprichos. —Le saco en cara. — Guarda la compostura si no quieres que ocurra algo peor.

—¿Qué podría ser peor? —Nada se comparaba con ver a su amado Ichigo llevando en brazos a esa mustia.

—¿Acaso eres sorda? —Gruñe mientras le repetía las mismas palabras que momentos antes. — A menos que quieras morir bajo la espada de tu amado más te vale mantenerte calladita, por tu bien, el mío y el de ese niño que llevas dentro.

—Bien. —Acepta a regañadientes, no le quedaba de otra más que mantenerse en silencio ante la escena acontecida pero eso no significaba que se quedaría en paz.


El área médica del palacio era una sala enorme con dos camas siempre limpias y perfectas para cualquier emergencia, cuando el emperador entro a la habitación de forma abrupta los aprendices no pudieron evitar sorprenderse por la imagen del monarca cargando a su mujer y su rostro lleno de preocupación.

—Póngala aquí su majestad. —Hanataro le señalo una de las camas vacías a lo que este asintió e hizo lo que se le indico. —Voy a hacerle un pequeño examen, le pediré que espere un momento.

Uno de los asistentes tuvo que pedirle al emperador alejarse mientras otro deslizaba una cortina.

Ichigo por su parte estaba nervioso ¿Por qué? ¿Acaso estaba preocupado por la asesina de su familia? No tenía sentido alguno, pero al verla desvanecerse frente a él simplemente se movió cegado por los impulsos; una parte de su cerebro se encendió en pánico y al segundo después ya corría con ella a cuestas. Miro sus brazos como en trance ¿La emperatriz siempre había sido tan ligera? Ahora que lo pensaba le parecía que estaba más delgada y pálida de lo que recordaba ¿O era su imaginación?

No supo cuánto tiempo estuvo ahí de pie, pero cuando la cortina se abrió no pudo evitar no salir abalanzado frente al joven médico.

—¿Y bien? ¿Qué sucedió?

—La emperatriz se encuentra bien. —Explicó. — Solo tiene agotamiento crónico su majestad.

—¿Agotamiento crónico?

—Ha estado bajo mucho estrés últimamente y no ha descansado como debe de ser. — Continúo explicando mientras veía a la joven respirar suavemente. — Tampoco se ha estado alimentando óptimamente, así que por eso se desvaneció, su cuerpo ya no resistió más.

—¿Pero va a estar bien?

—Si su majestad, ella solo necesita descansar adecuadamente y alejarse un tiempo del trabajo. —Dijo tranquilamente el pelinegro. — Cumpliendo esto ella se recuperara rápidamente.

—Ya veo. —Observo de reojo a su esposa, no podía negar que se veía hermosa dormida. —Debo atender algunos asuntos, déjala descansar aquí y transfiéranla a su palacio.

—Como usted lo ordene. —Dijo el médico inclinándose.

Ichigo salió de la sala médica con una pesadez en el pecho, no deseaba dejar a la emperatriz sola en aquel lugar, pero era cierto que tenía cosas por atender y eran urgentes.