En el vasto e insondable cosmos, donde la oscuridad se entrelaza con la luz en una danza eterna, se despliega un espectáculo impresionante de belleza y misterio. Aquí, en el espacio exterior, las estrellas destellan como diamantes incrustados en el manto negro de la noche. Millones y millones de soles distantes, cada uno iluminando su propio rincón del universo

Las constelaciones forman intrincados patrones en el cielo, como leyendas escritas por las antiguas civilizaciones que intentaban dar sentido a la inmensidad. La Vía Láctea, una galaxia espiral majestuosa, serpentea a través del firmamento, derramando su luz lechosa por todo el horizonte, recordándonos nuestra posición en este vasto océano cósmico

Entre las estrellas, planetas en órbita vagan sin rumbo fijo. Algunos son gigantes gaseosos, con atmósferas tumultuosas y anillos deslumbrantes que los rodean. Otros son mundos rocosos, con montañas escarpadas y vastos océanos congelados. Cada uno es un mundo en sí mismo, con su propia historia por contar.

Naruto Uzumaki, el legendario ninja de la Aldea de la Hoja, había vivido una vida plena llena de aventuras y desafíos. Finalmente, después de muchos años de lucha y sacrificio, Naruto había encontrado la paz en su vida anterior. Se había convertido en el Séptimo Hokage y había unido a las naciones ninjas en una era de relativa tranquilidad. Pero, como todos los seres vivos, llegó el momento de su partida.

Tras su muerte, Naruto experimentó una sensación de serenidad y ligereza que nunca antes había sentido. Se encontró flotando en una especie de espacio interdimensional, rodeado de un resplandor dorado. Allí, se dio cuenta de que ya no albergaba a los Bijus en su interior, pero en su lugar, había estatuas que representaban a cada uno de los poderosos bijus con los que había compartido su vida.

Sin embargo, algo extraño sucedió. En lugar de continuar su eterno descanso, Naruto se sintió atraído hacia un punto de luz brillante en el horizonte. Mientras se acercaba, comenzó a distinguir edificios altos, luces brillantes y el sonido constante de la ciudad. Poco a poco, la sensación de paz se desvaneció y la emoción se apoderó de él.

De repente, Naruto se encontró de pie en medio de una bulliciosa calle de Nueva York, una ciudad que nunca antes había visto. La gente pasaba a su alrededor, ignorando por completo su presencia. Estaba desconcertado y desorientado Perdido en una ciudad completamente desconocida, Naruto se dio cuenta de que había sido arrojado a un lugar y un tiempo completamente diferentes.