Un anuncio sorpresa
Los siguientes días en la playa estuvieron llenos de muchas actividades, tanto dentro como fuera, en las que se la pasaron enteramente entretenidos. En el caso de las mujeres, tuvieron algunos momentos solo para ellas en el que pasearon por la ciudad, compraron algunos recuerdos y conversaron sobre muchos temas, terminando recurridas ocasiones en risas al recordar una que otra anécdota de sus tiempos antes del patinaje y lo que las inspiró para practicarlo.
En una de esas salidas, y para su sorpresa, fueron reconocidas por algunos fanáticos que, pensando que estaban soñando, se les acercaron y exclamaron eufóricos, pidiendo tomarse fotos y buscando entre sus cosas algo para que se les fuera firmado.
Las chicas, al no estar tan acostumbradas a esa clase de atención e interacción, no sabían muy bien cómo proceder, pero luego de ver el carisma y la alegría de Nanaba y Hange para con las personas, decidieron intentarlo también, aunque de una manera más cautelosa y procurando atender a todos.
—Se la extraña en la danza artística, Nanaba-san —le dijo una mujer mayor a ella.
—Me alegra saber que aún permanezco en sus recuerdos —sonrió.
—No hay nadie que esté a su nivel ni al de su esposo. Ah, y hablando de él, ¿dónde está?
—Viajando por Europa y dando seminarios sobre la danza artística. Pronto estará de regreso.
—Mándele saludos de mi parte y de toda mi familia. Somos sus más grandes fans.
—Lo haré.
Así como ellas, a los varones les sucedió algo parecido, y aunque de alguna forma los más jóvenes intentaron mantenerse juiciosos (con Marco diciéndole a Jean que no dejara que la supuesta fama se le subiera a la cabeza), quien tuvo la mayor atención fue Levi.
Había pasado un buen tiempo desde que estuvo rodeado de mucha gente, pero eso no impidió que su lado cordial y paciente saliera a la luz, complaciendo a sus fanáticos con las sencillas peticiones que le hacían.
Quizá esta faceta era una enorme sorpresa para los jóvenes patinadores, pero para Erwin no era nada nuevo ya que lo había visto compartir de esa forma durante los campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos.
Aunque lo que sí fue una novedad, tanto para él como para Hange y Nanaba, fue el hecho de verlo participar en los juegos realizados a plena luz del día. Sabían de sobra su conflicto con el abrasador sol de verano, por lo que se quedaron impactados cuando aceptó la invitación que le hizo Mikasa.
¿Qué clase de magia había utilizado para convencerlo sin tanto esfuerzo? Simplemente usó el poder de persuasión mezclado con retos interesantes y un poco de sana provocación en sus palabras, algo que solo ella logró y que le permitió ser alabada por los otros entrenadores, quienes no creyeron nunca que algo así podría ocurrir.
—Has domado al león, querida Mikasa. Y eso no se lo digo a cualquiera —le guiñó un ojo Hange.
Particularmente ella no creía haber hecho algo tan impresionante, pero debía admitir que los juegos se volvieron más divertidos cuando él participó, dejando en claro cuán bueno era en cualquier deporte que le proponían.
Así se la pasaron hasta que llegó el día del viaje de regreso. Hubo lamentos, como se esperaba, por parte de algunos que querían quedarse un poco más, pero también sabían que debían retornar pronto para continuar con los entrenamientos de cara a las próximas competencias, por lo que empacaron sus cosas, guardaron sus recuerdos y bajaron con sus maletas hacia el bus que los esperaba, no sin antes agradecer a los encargados del hotel por el excelente servicio.
El trayecto de vuelta a Kioto se les antojó un tanto más corto, por lo que llegaron cuando menos se lo imaginaron. Abandonaron el bus, los chicos agradecieron a los entrenadores por tan agradable experiencia, se despidieron y cada uno tomó la ruta que los llevó a su casa.
Sus energías estaban completamente renovadas y se sentían listos para trazar una nueva página en su camino hacia el patinaje profesional…
Pero antes recibirían una inesperada y repentina sorpresa.
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—¿Qué?
Una nueva jornada iniciaba temprano en la academia. Mikasa llegó puntual y se dirigió a los camerinos como lo hacía habitualmente. Poco después llegó Sasha y saludaron, colocándose rápidamente sus patines y caminando hacia la pista, aunque pudo notar en ella algo diferente, como si estuviera más feliz de lo usual.
En su mente planeó averiguar qué era lo que la tenía en ese estado, pero antes de hacerlo llegaron y saludaron a su entrenador. Este les devolvió el saludo y se preparó para dar indicaciones, pero la castaña lo interrumpió, haciendo alusión a que tenía que dar una noticia importante.
El azabache asintió, intrigado por el nivel de seriedad de ella, pero inmediatamente esa seriedad se transformó en perplejidad al escucharla, haciendo que tanto él como Mikasa se quedaran sin palabras.
Pudo manejar mejor su reacción a aquella revelación, pero en el caso de la azabache fue muy distinto, ya que esta abrió los ojos como platos y dejó su boca ligeramente entreabierta, dejando escapar en un susurro un simple y sorprendido "¿Qué?".
—Nicolo fue reconocido como uno de los más grandes chefs a nivel mundial y fue elegido para formar parte de una gira gastronómica en todos los continentes. Fue una noticia que nos tomó desprevenidos, y si bien sabíamos lo que eso significaba en nuestra relación, él me dijo que no viajaría si no era conmigo, así que me pidió matrimonio —resumió Sasha.
—Entonces… —la ojigris se obligó a reaccionar—. ¿Te vas a ir? ¿Y qué va a pasar con el… patinaje?
—El viaje por el mundo llevará un buen tiempo, pero eso no significa que vaya a dejar de patinar. Hay escuelas por todos lados, así que podré poner en práctica lo que he entrenado aquí y aprenderé cosas nuevas —sonrió—. ¿No es eso fascinante?
Levi no dijo nada (todavía seguía sorprendido, y más porque recién se enteró que tenía novio), pero Mikasa se acercó a ella y la tomó de la muñeca, llevándola un poco lejos para conversar a solas.
—¿Vas a abandonar la academia?
—En resumidas cuentas, sí.
—¿Eso quiere decir que me vas a dejar sola con ese loco? —mencionó en un susurro, mirando de reojo al azabache quien veía distraídamente hacia otro lado.
—¿Loco? —la castaña alzó una ceja y soltó una risita—. Entonces eso te hace a ti también una loca.
—¿Eh?
—Oh, vamos. ¿Crees que no me di cuenta de las noches que pasaste con él a solas a orillas de la playa? —insinuó divertida.
Era tal cual mencionó ya que, en efecto, la primera noche no fue la única en la que conversaron alejados de los demás, sino que esa acción, de forma premeditada o no, se repitió las tres siguientes, donde entablaron charlas de todo tipo e incluso bromearon entre ellos bajo las estrellas como fieles testigos.
Mikasa no esperó que su amiga se percatara ni mencionara aquello, por lo que su única reacción fue sonrojarse, sin entender muy bien por qué.
—Je, qué tierna.
—No es lo que piensas…
—Ni se te ocurra mentirme. Se notaba desde lejos que ambos se estaban divirtiendo. Además, no tiene nada de malo que se lleven bien; de hecho, me alegra mucho que sea así. De esa forma no estarán como perros y gatos cuando me vaya.
La azabache intentó replicar, pero las palabras simplemente murieron en su boca y prefirió desistir.
—Mika, Mika, Mika —mencionó Sasha en un tono conciliador—. Estarás bien. Es más, aprovecha que el entrenador va a ser solo tuyo.
—Sí que gozas molestándome cuando tienes oportunidad —la miró con el ceño fruncido y esta solo rio—, pero, dejando eso de lado, déjame felicitarte como se debe —la estrechó en un fuerte abrazo.
—Muchas gracias, amiga. Ahora, regresemos, que me falta algo por decir.
—¿Todavía hay más?
—Por supuesto.
Ambas se deslizaron sobre el hielo y se reunieron nuevamente con Levi, ubicándose Mikasa al lado suyo.
—¿Todo bien, entrenador?
—Bueno, no todos los días recibo la noticia de que una de mis alumnas se casa, así que, felicidades.
Agradeció con una enorme sonrisa.
—¿Los demás ya lo saben?
—No, todavía. Y el motivo por el que se los dije primero a ustedes es porque quiero hacerles una petición —estos la miraron expectantes—. Verán, la boda se va a celebrar en septiembre y basada en la tradición occidental, así que, Mika —se dirigió a ella—, quiero que seas mi madrina, y usted, entrenador —lo miró—, mi padrino, si no es mucha molestia.
Nuevamente volvieron a quedarse en silencio. Ambos azabaches se miraron, reflejándose en sus orbes la sorpresa que tardó un poco en abandonarlos.
—Seguramente se estarán preguntando por qué ustedes —adivinó sus pensamientos—. Bueno, es sencillo: ambos forman parte de mi círculo más cercano dentro de la academia y los aprecio mucho. Tú, Mika, mi mejor amiga, a quien conozco desde hace ya algún tiempo, y usted, entrenador Levi, de quien he aprendido mucho y he tenido la fortuna de conocer mejor. Ustedes son muy especiales, y me complacería su aceptan esta humilde petición. Ya hablamos con Nicolo al respecto y está de acuerdo, así que ¿qué dicen?
—Oh —mencionó la azabache, conmovida por sus palabras—. ¿Cómo podría decir que no? ¡Por supuesto que acepto! —tomó sus manos y las apretó—. Nada me haría más feliz.
—Me alegra escucharlo —dijo y casi de inmediato volteó a ver, al igual que la ojigris, a Levi, esperando por una respuesta.
Este se encontró con sus miradas, pero a pesar de la clara expectación en la castaña, se demoró un poco en responder.
—Este día sí que ha estado lleno de muchas sorpresas, tantas que todavía las estoy asimilando —mencionó sincero—, y aunque no soy muy fanático de los típicos protocolos matrimoniales, debo decir que concuerdo con Mikasa. No puedo negarme a una petición de ese tipo y de una gran deportista, así que cuenta conmigo.
Sasha festejó con las palmas al escucharlo, y la azabache, quien también había estado muy atenta a lo que decía, soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo en un discreto suspiro de alivio.
—Gracias, muchas gracias a los dos —le dio a cada uno un abrazo—. Bien, creo que hemos perdido ya mucho tiempo, así que podemos iniciar con los entrenamientos.
Su entusiasmo contagió a ambos azabaches y prosiguieron de inmediato, solo que en esta ocasión se dieron indicaciones para la próxima competencia que estaba por venir. Según les comentó la castaña, ella se quedaría hasta finales de años, por lo que entrenaría durante los próximos cinco meses y participaría en los eventos programados dentro de ese período.
Luego de que terminara la jornada, se realizó una reunión improvisada con los demás chicos de la categoría senior, en la cual dio a conocer la noticia. Está demás decir que la mayoría de ellos desencajó la mandíbula por la sorpresa (incluidos los entrenadores), pero tras recuperarse del shock se lanzaron a felicitarla y a desearle el mejor de los éxitos en esa nueva etapa de su vida. Ella les agradeció por todo, pero, así como sucedió con Levi y Mikasa, a sus compañeros también les pidió un favor, y este era nada más y nada menos que ser las damas de honor y los caballeros.
Ellos se sintieron muy honrados por ser considerados para un día tan especial, por lo que no tardaron en decirle "Sí" y empezar a ponerse de acuerdo para ayudarla con los preparativos.
Sasha no podía más que sentirse afortunada por tener a tan preciados seres a su lado, y con la cuestión de los padrinos, damas y caballeros resuelta, se puso manos a la obra.
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Cinco días después del anuncio, se imprimieron las invitaciones oficiales y empezó su repartición entre la familia y los amigos más cercanos de los novios. Según lo planificaron, la ceremonia sería algo sencillo y la llevarían a cabo en el pueblo de la novia, y en lo que se refiere a otros aspectos como la comida, el lugar de la fiesta, la decoración, el vestido y otros, los agendaron en diferentes días y con el tiempo suficiente para que no hubiera inconvenientes.
Todo ello los tenía muy ocupados y más al sumar sus actividades en el restaurante y en la academia, pero estaban felices porque sabían que valdría la pena.
A mediados de agosto, y después de que Levi decidiera terminar un poco antes los entrenamientos, Mikasa acompañó a Sasha a la boutique donde mandaría a confeccionar el vestido. Una vez allá, se encontraron con su mamá y su hermanita Kaya, quienes también la ayudarían a elegir el mejor diseño.
Permanecieron un largo rato escuchando las recomendaciones de la experta y opinando sobre las distintas opciones de detalles y costuras, y después de probarse algunos vestidos y ponerlos a votación, finalmente eligieron uno acorde a su personalidad y que la hacía deslumbrar magníficamente, llenando de sentimientos encontrados a la señora Blouse, quien tuvo que contener las lágrimas que amenazaban con salir.
—Tranquila, mamá —le susurró Kaya—. El día de la boda podrás llorar.
—Espero aguantar hasta entonces —sonrió apenas.
Salieron después de dos horas con la promesa de volver a retirar el vestido con algunos ajustes mencionados y otros detalles adicionales. La señora Blouse y Kaya se despidieron y tomaron el tren que las llevaría de regreso a Nagoya, y Mikasa y Sasha dieron un paseo por las calles de la ciudad, siendo acompañadas por los pocos rayos de luz que empezaban a extinguirse detrás del horizonte.
—Qué día tan productivo —mencionó la castaña estirando los brazos.
—Te veo bastante relajada a pesar de que de falta muy poco.
—¿Eso crees? Pues deberías ver cómo está mi interior. ¡Siento todo un caos de nervios y emoción!
—Es normal, pero me alegra mucho que estés tan feliz.
—Me voy a casar con el amor de mi vida, mi clic, mi alma gemela, mi todo. Es imposible no sentirse así, como si estuviera flotando en el hielo.
—Se nota que estás muy enamorada.
—No podría ser de otra forma.
Se detuvieron en una tienda a comprar pudín y salieron para sentarse en las bancas de un parque cercano.
—Por cierto —Mikasa retomó la conversación—, no me contaste cómo fue que Nicolo te propuso matrimonio.
—Bueno, sucedió el mismo día que regresé del viaje a la playa. Llegué a mi casa, entré y fui sorprendida con una velada sencilla llena de mi comida favorita, velas y flores en el patio trasero —probó de su pudín—. En ese instante no entendí a qué se debía todo eso, pero luego me contó sobre el comunicado que le dio la Organización Mundial de Artistas Gastronómicos. Luego, apareció un grupo musical de la nada, empezó a tocar una melodía romántica, Nicolo me dedicó algunas líneas y, tras finalizar, se arrodilló al frente mío y me pidió que me casara con él —miró el anillo que adornaba su dedo anular—. Para muchos podrá no ser la gran cosa, pero para mí fue el momento más feliz y hermoso de mi vida —suspiró con una enorme sonrisa adornando su rostro—. No tengo mejor forma de describirlo.
—Qué lindo, y supongo que debió estar muy nervioso.
—Como no te lo imaginas. Preparó todo muy rápido, pero a pesar de ello fue perfecto.
—¿Y tus padres cómo reaccionaron? Supongo que se los dijiste enseguida.
—Así es —recordó la expresión de sus rostros cuando los visitó junto a su prometido al día siguiente—. Nunca los había visto tan sorprendidos, pero como consideran a Nicolo como un hijo, no tardaron en felicitarnos y llenarnos de buenos deseos, aunque luego las cosas se pusieron algo sentimentales.
—No era para menos. Después de todo, no siempre reciben la noticia de que su hija mayor se va a casar.
—Tú lo has dicho —miró las copas de los árboles agitarse ante una suave brisa—. Espero que algún día tú también encuentres a tu alma gemela y puedas ser feliz como yo.
—No creo que eso ocurra.
—¿Por qué?
—La cuestión de las relaciones amorosas no me llama la atención. Además, para mí, no hace falta tener a alguien para ser feliz. Basta con hacer lo que amo.
—Pero siempre va a ser más bonito encontrar a una persona con la que tengas cosas en común y puedas compartir tus logros.
—Puedo hacer eso contigo o con Armin.
—Sabes que eso no es a lo que me refiero. Además —se cruzó de brazos—, ¿por qué te cierras a las posibilidades? ¿Acaso tiene que ver con tu falta de experiencia?
—Es un punto, pero nada me asegura que vaya a salir bien si lo intento.
—¡Pues de eso se trata! Las cosas nunca salen bien a la primera, ¿o acaso tú aprendiste a patinar ni bien pisaste el hielo?
—No.
—Ahí está. De eso se trata la vida, querida. No hay por qué tener miedo.
—No es miedo… —"¿O tal vez sí?", le habló su subconsciente—. El punto es que, actualmente, no tengo nadie que me interese, y si lo tuviera, debería saber si el sentimiento es recíproco para ver qué otro paso se puede dar. Además, tener un final feliz como el tuyo con Nicolo sucede uno en un millón, así que dudo mucho que yo forme parte de esa remota posibilidad.
—Le estás dando demasiadas vueltas al asunto —habló con un ligero tono de reproche—. En fin, independientemente de lo que digas, sé que pronto encontrarás a tu alma gemela, y cuando eso suceda me darás la razón.
—Estás muy confiada al respecto.
—Si a mí me pasó, ¿por qué no a ti?
Mikasa tenía algo más en mente para agregar, pero al reparar en la pregunta se quedó un rato pensando.
Sí, quizá estaba siendo demasiado dura, pero prefirió no darle más alas al asunto, ya que tenía que prestar atención a cuestiones más importantes.
—Como digas.
—Ya verás que sí —se mostró muy entusiasmada—. Y bueno, cambiando de tema, ¿ya sabes qué vestido vas a usar?
—Tengo algunas opciones, pero todavía no me decido.
—Cualquiera que elijas te va a quedar perfecto. ¡Ay, ya quiero que llegue ese día!
—Lo hará cuando menos te lo esperes.
Continuaron hablando sobre vestidos, colores y otros aspectos de la boda mientras terminaban sus pudines. Luego abandonaron el parque y se despidieron, pero no tardaron en encontrarse nuevamente dos días después para ver el tema de los vestidos de las damas.
Al ser solo tres, fue más sencillo decidir el estilo y el tono que fueran acorde a la temporada y a las expectativas de la novia. Por supuesto, no faltaron los debates ante la gran variedad de opciones disponibles, pero tras elegir democráticamente no hubo objeciones y todas quedaron satisfechas.
Poco a poco los últimos detalles se fueron concretando en medio de la antología de emociones y el reloj siguió marcando constante las horas que, por momentos, se tornaban más largas que cortas y viceversa…
Hasta que el gran día finalmente llegó.
Parte de la hacienda de la familia Blouse se encontraba ambientada para la ocasión, con las sillas en filas para los invitados, arreglos florares por todos lados y la reproducción de una especie de altar al frente. Tanto los familiares como la mayoría de los amigos ya se encontraban a la espera de que la ceremonia diera inicio, y mientras el novio, el padrino y los caballeros iban llegando, dentro de la casa la novia terminaba de arreglarse en compañía de las damas, su mamá y su hermana.
—Ya falta poquito —decía Mina en un tono cantarín.
—Poquito para verla decir "Sí acepto" —agregó Ymir, imitándola.
—Basta, por favor. La van a poner nerviosa —dijo Historia.
—Tranquila. He tenido que lidiar con los nervios desde que empecé con los preparativos.
Unos pasos presurosos resonaron por el pasillo haciéndose cada vez más fuertes y llamando la atención de todas.
—Jodido tráfico, pero por lo menos ya estoy aquí y… —la voz de Mikasa hizo eco una vez llegó a la sala, quedándose callada al ver tan magnífica figura a escasos metros—. Sasha… —se acercó lentamente mientras admiraba su vestido escote hombros caídos, mangas largas de encaje y falda en corte sirena, y la diadema que adornaba su cabello semirrecogido y volcado hacia un lado—. Estás deslumbrante —sus ojos se cristalizaron producto de la emoción.
—Tú no te quedas atrás —la tomó de las manos, haciendo alusión a su vestido largo color vino con un corte en la pierna izquierda y escote asimétrico—. Te ves divina.
—No más que tú —sonrió, espantando las lágrimas que picaban en sus ojos y volteó a ver a las chicas—. Y ustedes, queridas. Debo decir que esos vestidos rosa pastel de escote ilusión les queda muy bien.
—Gracias —Historia miró el reloj—. Ya mismo es hora. Mejor nos adelantamos —salieron de la sala.
—También iré a tomar mi lugar —dijo la azabache—. Nos vemos luego.
Le regaló una última sonrisa antes de abandonar la casa. Caminó tranquilamente hacia donde ya se encontraban todos los invitados (entre ellos su buen amigo Armin) y los saludó brevemente, pero cuando prosiguió su andar hacia el pequeño altar aminoró el paso hasta detenerse al cruzarse con los brillantes y profundos ojos azules de Levi.
Ambos se quedaron mirando por algunos segundos interminables, escaneando disimuladamente la apariencia del otro. Tras terminar, Mikasa increíblemente reconoció que ese peinado hacia atrás y aquel traje negro impecable lo hacían lucir muy guapo, y él no se quedó atrás, destacando cuán elegante y preciosa se veía con ese vestido y la fina joyería que la acompañaba.
Una vez más había caído embelesado ante tan magna figura (y en muy poco tiempo), preguntándose cómo esa mujer era capaz de hacerlo sin mayor esfuerzo.
—Te ves radiante —mencionó, pero esta vez de forma consciente y porque sencillamente sintió que debía.
—Oh, gracias —respondió un tanto apenada, recordando la primera vez que le dio un cumplido—. Usted también se ve… muy bien.
—Forma parte de mis encantos, pero creo que esta vez quedaré opacado al lado tuyo.
La azabache soltó una risita para evitar que notara el efecto producido por sus palabras y tomó su posición a un costado. Las damas y los caballeros hicieron lo propio en sus lugares correspondientes, y poco después todos se quedaron en silencio al escuchar la dulce melodía que anunciaba la llegada de la novia.
Robándose toda la atención, Sasha apareció del brazo de su padre y con el ramo de flores entre sus manos, caminando lentamente hacia el encuentro con Nicolo. Este, al verla, no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, sintiéndose el ser más afortunado del planeta al saber que pronto sería su esposa y con quien compartiría el resto de su vida.
Una vez la tomó de la mano, se dio inicio a la ceremonia. Esta se llevó a cabo tal cual dictaba la tradición, con los votos matrimoniales y todos los demás detalles que desataron una marea de emociones en todos los presentes, haciendo de esa una experiencia memorable y digna de permanecer en sus corazones por mucho tiempo.
Tras los aplausos y silbidos recibidos al finalizar, atravesaron el pequeño camino entre los invitados, quienes les lanzaron arroz y gritaron "Que vivan los novios". De inmediato, todos pasaron a la recepción al aire libre al otro lado de la casa, donde se acomodaron en las pulcras mesas y sillas y pudieron tener un panorama del pastel de cinco pisos, los bocaditos de sal y de dulce, y los distintos licores tanto locales como extranjeros.
Las felicitaciones individuales y los discursos emotivos de los padres con lágrimas incluidas no faltaron, y después del primer baile de los recién casados, se unieron otras personas que empezaron a bailar en parejas.
En una de las mesas, se encontraban Erwin, Hange y Levi platicando mientras veían a los demás moverse al son de las melodías. Entre ellos se encontraban Nanaba y su esposo Mike, aunque el azabache posó su vista, en repetidas ocasiones, en Mikasa, quien se encontraba en otra mesa con un rubio que supuso era su amigo e Historia.
—¿Por qué no vas a bailar, querido Levi? —le preguntó Hange.
—¿Por qué no lo haces tú?
—Las baladas no son lo mío. Prefiero música más movida, aquella con la que pueda saltar con riesgo a torcerme los pies usando estos zapatos de taco —los enseñó—. Además, si eres el padrino, ¿no se supone que debes bailar con la madrina? Ya de por sí es extraño que estés sentado con nosotros y no con ella.
—¿Esa es una indirecta para que me vaya? —la miró con una ceja alzada.
—Eres bienvenido y lo sabes. Además, solo es una sugerencia, pero deberías aprovechar que terminó su baile con Jean y evitar que alguien más te la quite —dijo Erwin.
Levi frunció el ceño ante lo último. Bueno, la verdad era que desde un principio quiso invitarla a bailar, pero se demoró tanto pensando en cómo hacerlo que cuando se dio cuenta alguien más se adelantó. No era un experto en esas cuestiones, pero sus amigos tenían razón: debía aprovechar antes de que otro se le acercara.
—Ya vuelvo —se puso de pie y se dirigió a su mesa a paso firme.
—No te preocupes por nosotros. Puedes quedarte con ella todo el tiempo que quieras —escuchó decir a Hange, pero no hizo caso a su ligero tono de… ¿insinuación?
No lo tenía muy claro.
Mientras tanto, Mikasa conversaba con los muchachos animadamente y riéndose de vez en cuando ante alguna ocurrencia hasta que escuchó su nombre provenir de muy cerca. Ellos se callaron y ella volteó a ver, encontrándose al azabache.
—¿Qué sucede?
—¿Me concederías esta pieza? —le tendió la mano.
La ojigris lo miró unos segundos, se giró hacia los chicos y, al ver que estos la alentaban a ir, volteó nuevamente y asintió.
—De acuerdo —lo tomó de la mano y se levantó, siendo guiada hacia la pista.
Una vez allí, y con algo de cautela, Levi sostuvo su mano en lo alto, y con la otra la agarró delicadamente de la espalda. Ese gesto inofensivo hizo que un escalofrío extraño y agradable la recorriera de pies a cabeza, producto del contacto piel con piel, por lo que, un tanto aturdida, tardó un poco en posar su mano libre sobre su hombro y empezar a bailar.
—¿Estás bien? —preguntó él al notarla un poco tensa.
—S-Sí. No es nada… —sonrió apenas. ¿Por qué de repente se estaba comportando así? ¿Desde cuándo tenerlo tan cerca le ponía tan nerviosa?
No lo entendía, y la canción que sonaba, Close to you, tampoco estaba ayudando.
—¿Segura? Si te sientes incómoda podemos dejarlo ahí y simplemente…
—No —se apresuró a contestar—. Es decir… —"Contrólate, Mikasa. Trata de relajarte", le dijo su subconsciente. Suspiró—. Pensé que no lo harías —susurró y desvió un poco la vista.
—¿Hacer qué? ¿Invitarte a bailar? —ella asintió—. ¿Creíste que lo olvidé acaso?
—Algo así. No digo que no me haya gustado bailar con Jean, pero… habría preferido hacerlo con usted primero…
Las palabras fluyeron sin mayor obstáculo, pero no eran nada más que la verdad ya que, por alguna extraña razón, se sintió un tanto desilusionada cuando Jean fue el primero en sacarla a la pista en lugar de él.
Otro aspecto que no atinaba a comprender si se lo preguntaban.
—Ya veo —dijo el azabache, sorprendido y al mismo tiempo conmovido de que haya sido sincera—. Mi error, pero prometo que a la próxima no volverá a suceder.
"A la próxima", repitió en su mente y sus ojos se iluminaron involuntariamente, pero al percatarse de la dirección que estaban tomando sus pensamientos, desvió nuevamente la vista hacia donde Sasha y Nicolo se encontraban. Mala idea, porque la castaña, sin dejar de moverse, sonrió y gesticuló con la boca un "Se ven bien juntos", haciendo que se sonrojara violentamente.
¿Qué diablos le estaba pasando? Al parecer todo su ser olvidó cómo era actuar con normalidad.
Levi notó su adorable sonrojo y una diminuta sonrisa adornó su rostro, y aunque se sintió tentado a molestarla, prefirió no hacerlo para no incomodarla y arruinar el momento.
—Tuve la oportunidad de conversar con Nicolo y conocerlo mejor —habló de repente mientras lo miraba.
—¿De verdad?
—Sí. Me pareció un buen muchacho, y se nota desde lejos que adora a Sasha.
—El destino decidió cruzar sus caminos —dijo ya más calmada con el cambio de tema.
—Pues yo creo que fue la casualidad, una que terminó muy bien.
—Bueno, independientemente de lo que haya sido, una cosa es segura: son el uno para el otro.
—Eso no te lo puedo discutir.
Se quedaron en silencio, dejándose llevar por las lentas notas de la canción hasta que terminó. Algunos aplausos se escucharon en los alrededores, y si bien algunas parejas abandonaron la pista, ellos permanecieron ahí, apenas separados, pero sin ganas de sentarse todavía.
—El baile se me hizo muy corto —mencionó Mikasa, un poco decepcionada.
—Pensaba lo mismo, pero la fiesta apenas empieza, así que —le tendió la mano otra vez al tiempo que otra canción empezaba a sonar—, ¿le gustaría bailar otra pieza más con este humilde servidor, mademoiselle?
La ojigris soltó una risita, cautivada por aquella expresión francesa que sonó muy dulce en su boca y no tardó en aceptar con un entusiasmado "Por supuesto".
Una vez más volvieron a entrelazarse, pero ahora se los veía mucho más relajados, disfrutando del agradable momento y sin prestar atención a su alrededor mientras algunos espectadores los observaban y llegaban a una sola conclusión.
Hacen una bonita pareja.
