Capítulo: IX

El templo era enorme. Estaba rodeado por cuatro paredes, lo que hacía que prácticamente fuese un recinto cuadrado, y en medio tendría un patio enorme mientras que atrás una zona de entrenamiento. Pero lo más grandioso de todo era que al parecer, todas las montañas de Kakariko pertenecían a los sheikahs como espacio protegido, así que aún afuera del templo tendrían más estancias como más zonas de entrenamiento e incluso más casas donde vivían el resto de los sheikahs.

Link y Zelda se adentraron al salón principal del templo, sentándose de rodillas quedando cara a cara con la anciana Impaz, quien sacó unos viejos pergaminos dejando ver el dibujo del emblema de la familia real de Hyrule, la tan famosa Trifuerza que ahora ambos tendrían tatuada en sus manos.

-La historia de la familia real de Hyrule es también la del cataclismo.-empezó narrando Impaz, sacando otro pergamino donde se podría ver el dibujo hecho a tinta de un monstruo con cara de jabalí y pelaje rojizo.-cuyo responsable fue Ganon. Es un ser que reaparece cada cierto tiempo desde épocas inmemoriales. La historia se repite una y otra vez y en cada ocasión, un héroe devuelve la paz al mundo.-prosiguió Impaz, sacando un tercer pergamino, donde esta vez aparecían dos figuras más junto al monstruo, un dibujo de un guerrero empuñando una espalda y un dibujo de una doncella de cabello rubio y vestido blanco.-Cuenta siempre con la ayuda de la princesa, por cuyas venas corre la sangre de la Diosa.

Antes de que Impaz siguiese hablando, Zelda la detuvo con cuidado colocando su mano encima de los pergaminos, llamando así la atención de la anciana.

-Señora Impaz…-murmuró la princesa.-Nos conocemos la leyenda. Antes hemos ido con el Gran Árbol Dekú y nos la volvió a contar…

Impaz simplemente se quedó seria al escuchar a la princesa, arreglando los pergaminos para que los tres fuesen visibles a la vez.

-Entonces, princesa.-dijo la anciana.-Sabríais que esto no es una leyenda, pero es la historia de vuestro reino.-sentenció.-Trágicamente, esta historia se ha ido perdiendo poco a poco y ahora se considera que es una leyenda, un mito, una religión.-suspiró, mirando seriamente a la princesa.-El deber de la familia real era mantener viva esta leyenda, estar preparados. No sé en qué momento fue que vuestra familia falló en cumplir las órdenes de la Diosa, pero este cataclismo es enteramente culpa de la familia real. Los sheikahs fuimos encomendados por la mismísima Diosa Hylia con la tarea de guiar a la familia real en cada cataclismo.

Zelda se quedó cabizbaja, con una culpabilidad inundando su pecho. ¿Acaso era su culpa? Recordaba a su padre decir que era solo una leyenda, religión. Nunca nadie le insistió en aprender "magia" o a "despertar su poder sagrado". Sus únicas responsabilidades como futura heredera al trono del reino de Hyrule eran sacar buenas notas, no hacer escándalos y permanecer siempre correcta, ser la admiración de su reino y un modelo a seguir. ¿En qué cabeza le cabría que todo aquello era real? En esos momentos extrañaba tanto a Impa…

Por otro lado, Link estaba empezando a cabrearse con aquella anciana. ¿Qué derecho tenía de decirle esas cosas a Zelda? Era responsabilidad de sus antepasados, no de ella. Ellos debieron de haber prevenido esto, estos debieron de haber mantenido la leyenda viva. No podían culparla a ella de décadas, o incluso siglos, de negligencia en cuanto a ese tema.

Al ver las caras de ambos jóvenes, Impaz suspiró tratando de calmarse. Era una situación bastante dura, por no hablar que por culpa del golpe de Estado, varios de los sheikahs que se encargaban de cuidar de la familia real y del castillo, en especial su nieta Impa, habrían desaparecido o habrían sido encarcelados. Era una situación muy tensa para todos, pero alguien debía de asegurarse que aquellos adolescentes entendiesen la gravedad del asunto.

-¿Cómo te llamas, hijo?-preguntó Impaz mirando esta vez a Link, a lo que el hyliano alzó la mirada.

-Link.-respondió a secas el rubio, no estaba todo cómodo con aquella conversación.

-¿Tienes ya la Espada Maestra, Link?-preguntó Impaz, a lo que Link asintió.

El hyliano sacó de una bolsa de espada, como las que utilizaban los deportistas que practicaban esgrima, la Espada Maestra en su vaina. Desenvainó la espada, para así enseñársela a Impaz. Impaz contempló la espada, era cierto que habría perdido su brillo, algo que era de esperar después de tantos siglos, pero seguía tan majestuosa y perfecta, como si el tiempo no hubiese pasado para ella en absoluto.

-¿Sabes cuál es tu misión ahora, Link?-preguntó nuevamente la anciana, a lo que el hyliano asintió.

-El Gran Árbol Dekú nos dijo que debo ir a tres santuarios para que unas llamas sagradas bendigan la espada…-respondió Link en casi un susurro.-También tengo que llevar a Zelda a tres fuentes… Ya hemos estado en una fuente y en un santuario, así que supongo que queda menos.

-¿Y bien, princesa? ¿Fue fructífera la meditación en la fuente?

Zelda se quedó nuevamente cabizbaja al escuchar aquella pregunta, recordando lo nefasto que fue el ir a la fuente ya que en ningún momento sintió algo parecido a "magia", dando entender que su poder sagrado no habría despertado. Estaba cansada, no sabía cómo hacerlo despertar, ni meditar, ni cómo ayudar a Link ni nada. Pensar en aquello le daba ansiedad, algo que no era la primera vez que experimentaba pero nunca a tal grado como lo estaba experimentando ahora.

-No.-respondió la princesa.-Fue un fracaso y tampoco sé cómo despertarlo…

Impaz volvió a mirarla con desaprobación, deprimiendo más a la princesa y enfadando más al héroe. ¿Quién era ella para juzgarlos? ¡No tenían ninguna especie de preparación! Si tan sabia se creía, que fuese ella la que combatiese contra Ganondorf.

-Está bien.-suspiró finalmente Impaz, levantándose del suelo dejando a los hylianos confusos.-Os quedareis aquí una temporada, debemos prepararos en condiciones para que os enfrentéis al usurpador.-se acercó a abrir una de las puertas corredizas, dejando ver a dos sheikahs más. Una era una chica joven, poco mayor que ellos o tal vez de la misma edad, mientras que el otro era un hombre de mediana edad.-Ella es Paya, mi nieta, y os ayudará a practicar meditación, princesa. No es una guerrera sheikah todavía, pero es la mejor en meditación y estoy segura de que os guiará a la hora de meditar en las fuentes sagradas.-se giró para ver a Link, quien seguía igual de serio que antes.-Y Link, este es Dorian. Es uno de nuestros mejores guerreros y maneja cualquier arma que le des, incluyendo la espada, y te adiestrará en el arte del combate. ¿Alguna duda?

Link negó ante la última pregunta, pero Zelda carraspeó levemente para luego mirar a Impaz.

-Sé que Impa es la jefa de la tribu de los sheikahs.-murmuró aún cabizbaja.-Y no la veo desde que Ganondorf mató a mi padre…-suspiró levemente, como si tratase de ganar un poco de valor para luego mirar a Impaz levemente asustada.-¿Dónde está…? ¿Dónde está mi nana…?

Tanto Dorian como Paya miraron con una mueca apenada a Impaz, quien simplemente soltó un triste suspiro, para así sentarse nuevamente y tomar una mano de la princesa mientras se quedaba cabizbaja.

-Impa…-murmuró Impaz.-Impa es mi hija… Es la guerrera más fuerte y veloz que hay en toda la tribu y por eso fue nombrada jefa, vuestra nana e incluso capitana de la guardia real… Su misión era salvar vuestra vida, incluso si tuviese que arriesgar su vida propia, y es una tarea que haría encantada no solo porque la Diosa se lo encomendó, si no porque os quería como a una hija…-suspiró nuevamente, alzando la cabeza para ver a la princesa quien parecía estar a punto de soltar lágrimas.-Desde aquel día, tanto ella como el resto de sheikahs que estaban en el castillo han desaparecido. No sabemos nada de ellos ni hemos podido seguirles el rastro… Lo lamento, princesa…

Zelda no pudo evitar soltar un grito desgarrador al escuchar aquello a la vez que soltaba lágrimas, para luego cubrir su boca con sus manos en un intento de ahogar sus sollozos. Aquello alertó a todos los presentes, pero sobre todo a Link quien inmediatamente abrazó a la princesa a la ver que acariciaba levemente sus brazos y soltaba un ligero "shh" en un intento de calmarla. Aquello ayudó levemente, pero Zelda estaba destrozada. ¿Impa? ¿Impa estaba desaparecida? ¿Y sí…? ¿Y sí habría muerto después de que ella hubiese escapado? Primero su madre, luego su padre y ahora Impa… Todas las figuras paternas en su vida, muertas. Todas las personas a las que habría querido, muertas. Ahora era oficial, estaba completamente sola. ¿Acaso valía la pena luchar? Ya no le quedaba nadie por quien luchar, no tenía fuerzas. Estaba agotada, odiaba a Ganondorf con toda su alma por haberse deshecho de su padre y de su nana. Pero ahora mismo el cansancio podía incluso con su odio y sus ganas de hacerlo pagar por todos sus pecados. Estaba casi desmayada, apenas y aferrándose a Link. Link suspiró, para así tomarla en brazos y levantarse, para luego mirar a Impaz quien miraba a la princesa preocupada.

-¿Dónde dormiremos?-preguntó simplemente, a lo que Impaz igual se levantó para llevarlo a una habitación con cama individual, un escritorio y una mesita de noche. Link recostó con cuidado a la princesa, para así sentarse a su lado en la cama y acariciar su mejilla preocupado.

-Será mejor que dejemos a la princesa descansar.-dijo Impaz, mirando la escena desde la puerta.-Te enseñaré tu habitación, vamos.

-No.-respondió el héroe secamente sin mirarla, aún con la vista en la princesa, quedándose la anciana en shock. ¿No? ¿Quién era él para decirle que no?-Voy a quedarme con la princesa, no la dejaré sola.

-Joven Link.-dijo Impaz aguantando su ira.-No me parece que sea correcto que comparta habitación con la princesa…

-Me da igual.-respondió nuevamente el héroe, mirando de reojo a la anciana para luego levantarse y acercarse a la puerta.-Y si me disculpa, la princesa necesita descansar, así que será mejor que se retire. Ya hablaremos en la mañana.

Dicho aquello, el héroe prácticamente le cerró la puerta corrediza en la cara a la anciana, quedándose esta en shock. Quiso reclamarle varias cosas en cara, como su falta de educación y que no era correcto que una doncella como la princesa estuviese a solas con un hombre, pero antes de poder decir nada, Dorian se le acercó y colocó su mano en el hombro de la anciana, negando con la cabeza dándole a entender que dejase el tema, y después se fueron ambos. Minutos después apareció Paya, cargando las mochilas y la Espada Maestra de ambos hylianos, abriendo la puerta con cuidado y con cuidado dejando las cosas a un lado todo bajo la atenta mirada de Link quien aún estaría sentado junto con la princesa en la cama.

-Ahh… Y-yo…-murmuró Paya, con las mejillas rojas mirando al héroe.-He ve-venido a de-dejaros esto… ¡Ya me voy!

Link esbozó una leve sonrisa al escucharla, al menos aquella chica no parecía que le daría tanta guerra a la princesa.

-Gracias…

Paya se sonrojó ante aquello, haciendo una leve reverencia y saliendo rápidamente de la habitación cerrando la puerta corrediza detrás de ella, sintiendo su corazón palpitando fuertemente y luego corriendo hacia las cocinas. Una vez a solas otra vez con la princesa, Link suspiró cansado quedándose simplemente al lado de esta, acariciando levemente su cabello con un semblante preocupado. No le sorprendía aquella reacción de la chica después de todo lo que le habría pasado, aunque no por eso no dejaba de preocuparle. Zelda estaría poco a poco recuperando la consciencia, aunque aún se veía adormilada y algo pálida. Link no quiso alterarla más preguntándole que qué le habría pasado, por lo que simplemente bajó su mano hasta la mano de la chica, acariciando esta levemente.

-Hey…-murmuró el héroe, viendo cómo la chica volteaba a mirarle.-¿Quieres agua o comer algo…?-la princesa negó levemente, a lo que Link no pudo evitar fruncir levemente el ceño.-Tienes que comer algo, Zelda… Solo almorzaste un poco de fruta, te puedes enfermar…-Zelda volvió a negar nuevamente, a lo que Link suspiró relajando un semblante.-Por lo menos bebe un poco de agua, ¿sí? Necesitas estar bien hidratada.

Zelda se lo pensó durante un par de segundos, pero finalmente asintió por lo que Link se levantó y fue buscando por los pasillos del templo hasta encontrar la cocina. Allí, se encontró a Paya, la nieta de Impaz, quien al verlo soltó un gemido sorprendida apunto de dejar caer una taza de té que tendría entre sus manos.

-¡L-lo s-siento!-exclamó la chica, desviando la mirada para así apartarse dejándole espacio a Link.-¿N-necesitas a-algo?

-¿Me puedes dar un vaso de agua, por favor? Es para la princesa

Paya simplemente asintió, buscando un vaso y una jarra con agua para llenarla, mirando de reojo al héroe que estaría apoyado con la espalda en la encimera y las manos en esta misma, mirando por la ventana con un aire despreocupado pero a la vez agotado. Paya no podía evitar mirarle ensimismada, pero rápidamente negó con la cabeza en un intento de despejar aquellos pensamientos.

-Yo…-murmuró Paya, atrayendo la atención del hyliano.-N-no tengas en cuenta a la abuela… Parece dura… Pero en realidad solo está preocupada por el reino y todos… No es vuestra culpa…

Link simplemente suspiró, tomando en sus manos el vaso con agua que Paya le estaría tendiendo, murmurando un pequeño "gracias".

-Supongo…

Paya esbozó una leve sonrisa. Parecía que el héroe no era de muchas palabras, pero a su vez parecía un chico tranquilo y era muy tierno cómo parecía estar preocupado por la princesa.

-¿Os conocéis de hace mucho?-preguntó Paya, atrayendo la atención de Link.-La princesa y tú, digo.

-No.-respondió el hyliano mientras negaba.-Hace un mes casi…

-Es muy tierno… Como la proteges, digo… Me sorprendió que le plantases cara a la abuela.-dijo Paya mirando al héroe.-¡Ni si quiera yo soy capaz de hacerlo! Pero me alegro de que la princesa tenga a alguien como tú a su lado…

Link no supo que decir, avergonzándose levemente por aquellos comentarios y desviando la mirada. Se dedicó a salir de allí, aunque antes de salir de la cocina vio una cesta con frutas, cogiendo una manzana para finalmente salir de la cocina hasta la habitación. Al entrar, vio a Zelda tumbada mirando hacia la pared, dándole la espalda. Simplemente suspiró, para así dejar el vaso y la manzana en la mesita de noche y recostarse al lado de la princesa, justo detrás de esta, y acariciar su brazo de arriba abajo lentamente tratando de consolarla.

-Llora todo lo que necesites…-murmuró Link, sorprendiendo a la princesa, ya que era la primera vez que escuchaba algo parecido.-Yo estaré aquí, así que llora todo lo que necesites…

Aquello conmovió el corazón de la princesa, ya que jamás se le había permitido llorar en público. Una de las reglas más importantes que le inculcaron en su vida fue que jamás podía mostrar sus emociones, siempre debía permanecer correcta y callada, ser un modelo a seguir. No lloró en el funeral de su madre, tampoco se le permitía buscar ayuda cuando sufría por su salud mental. Pero el hecho de que Link la abrazase protectoramente, la acariciase y que le dijese que llorase todo lo que quisiese… Aquello conmovió su corazón y no pudo evitar llorar entre sus brazos hasta que se quedó dormida por fin.


Zelda no se levantó si no hasta la mañana siguiente, aún entre los brazos de Link. De la manzana que estaba en la mesita de noche ya no quedaba nada salvo el hueso, por lo que supuso que Link se la habría comido en un momento de la noche. Como pudo se giró para apreciar el rostro durmiente de Link, sonriendo levemente al verlo calmado. No se miraba débil, si no en paz consigo mismo y con el exterior. No pudo evitar elevar su mano hasta la mejilla del contrario y acariciarla con sutileza, haciendo que el contrario se despertase de un solo levemente alarmado, aunque al ver que se trataba de Zelda relajó su semblante y esbozó una leve sonrisa.

-Buenos días, dormilón…

-Buenos días…-murmuró Link, rodeando la cintura de la chica con sus brazos.-¿Cómo sigues?

Ante aquella pregunta, Zelda simplemente se encogió de hombros. No habría superado ni de lejos la muerte de sus familiares. Pero empezaba a procesar su dolor y el hecho de haber llorado le ayudó bastante para empezar ese proceso en su mente y en su corazón.

-Lo bien que se pueda estar, supongo…-murmuró de igual manera la princesa, hasta que sintió su estómago rugir con fuerza, por lo que se cubrió el rostro sonrojada y Link no pudo evitar soltar una fuerte carcajada por ello, avergonzando aún más a la princesa.-¡No te rías!

-Está bien, está bien.-dijo el héroe llevándose las manos al estómago, intentando controlar su risa.-¿Vamos a desayunar?

Al ver a la princesa asentir, simplemente se levantó de la cama y esperó a que la princesa hiciese lo mismo. Luego, abrió la puerta corrediza y caminaron por un largo pasillo hasta una sala donde habría una larga mesa baja para comer sentados en el suelo. La mesa estaría llena de varios platos distintos para escoger de desayuno y esta vez habría más sheikahs aparte de Impaz, Dorian y Paya. Los sheikahs al ver a la princesa aparecer, todos hicieron una reverencia que sorprendieron a la hyliana por lo inesperado que fue, no porque nunca le hubiesen hecho una reverencia en el pasado. Simplemente se aferró al brazo del héroe y procedieron a sentarse juntos en el suelo para empezar a comer ya que ambos estaban hambrientos después de no haber comido en condiciones el día anterior.

-Princesa.-dijo Paya atrayendo la atención de la hyliana.-Hoy empezaremos el entrenamiento después del desayuno. Por seguridad no nos moveremos del templo y meditaremos frente la efigie de la Diosa.

Zelda simplemente asintió, suspirando. No le hacía mucha gracia tener que empezar ya con el entrenamiento y llevarse otra decepción, pero era mejor empezar cuanto antes. Link simplemente desayunaba en silencio, tranquilo, hasta que sintió dos miradas mirándole fijamente por lo que incluso dejó de comer.

-Pues yo me imaginaba al héroe más alto.-dijo un sheikah con gafas de sol y un peinado un tanto… extravagante, sí, esa era la palabra.

-Oye, tú, héroe.-dijo la otra sheikah que usaba gafas rojas, llamando la atención de Link quien dejó su plato en la mesa.-¿No tendrás tu teléfono contigo, no?

-No.-respondió Link a secas.-Sabía que nos podían seguir con la señal del teléfono así que lo dejé con todo cuando escapamos…

La sheikah lo miró con el ceño fruncido durante un par de segundos, para luego calmarse y suspirar.

-Soy Prunia.-dijo sonriendo por fin la sheikah.-Y este de aquí es Rotver. No somos guerreros como la mayoría de los sheikahs, si no investigadores informáticos. La abuela Impaz no confiaba mucho en nosotros… Pero mi tía Impa nos dio el visto bueno después de explicarle a la abuela lo importante que era estar al corriente con seguridad cibernética.

-La piedra sheikah que tenéis la reparamos nosotros.-dijo Rotver con la boca llena de arroz, mirando al hyliano.-Fue un poco difícil porque no es una tecnología normal… Pero nos las apañamos para ponerle las funciones básicas.

-Ahora mismo nos estamos dedicando a espiar todas las cámaras de la ciudadela… La cosa está bastante complicada, la criminalidad ha aumentado un 80% y los guardias reales que han sido poseídos están cometiendo crímenes horribles…

Zelda se sorprendió al escuchar aquello, uniéndose a la conversación interrumpiendo a Prunia quien estaría hablando.

-¿Crímenes? ¿Qué crímenes?

-Pues…-suspiró Prunia.-Se llevan a los ciudadanos en mitad de la noche hacia el castillo y no vuelven a salir… Aún no sabemos qué hacen exactamente con ellos… También al parecer se habla de entrar en guerra con países vecinos, para demostrar el poder del "Rey Ganondorf Dragmire".

A Zelda aquello le sentó como una patada. Ganondorf realmente planeaba destruir su reino y no solo su reino, si no todo lo que se interpusiese en su camino hasta conseguir el poder absoluto. No podían dejar que se hiciese con el resto de la Trifuerza, quién sabe lo que haría con semejante poder una vez la consiguiese entera. De solo pensar en todo lo que estaba en juego hacía que tuviese más determinación para así cumplir con su misión, debía de una vez por todas intentar despertar su poder sagrado.

Una vez acabado el desayuno, a pesar de que Link quisiese estar con la princesa para ver cómo se encontraba esta, prácticamente los separaron para llevarlos a diferentes patios dentro del templo para así cada uno empezar con su respectivo entrenamiento. Zelda se sentó junto con Paya, ambas cruzadas de piernas, en frente de una pequeña efigie de la Diosa, para así ver cómo Paya juntaba las dos palmas de su mano y agachaba la cabeza como si estuviese rezando. Zelda imitó a Paya, algo insegura, para luego respirar hondo soltando el aire y tratar de rezar igual, aunque le era imposible meditar en paz puesto que su cabeza se llenaba de horribles imágenes de Ganondorf aterrorizando a su pueblo.

Por otro lado en el patio contiguo estaría Link junto con Dorian. Dorian le habría dado al hyliano un escudo y una espada, ambos de madera, para así empezar a entrenar. Imitaron un combate, que la verdad sorprendió a Dorian puesto que Link no se manejaba nada mal con la espada a pesar de no haberla utilizado nunca antes en su vida, aunque no por eso significaba que su técnica fuese perfecta. Había que pulir unos detalles, pero nada que con mucha práctica Link no pudiese desarrollar. Habría un gran manzano en ese patio y Dorian enseñaba a Link todos los movimientos, para que con la espada de madera pegase al árbol. La verdad era que Link era un discípulo ejemplar. Callado, obediente y lo más importante con una gran determinación. La verdad es que no entendía a la señora Impaz y sus quejas, Link parecía tener la madera para convertirse en un héroe digno de la leyenda. Era claro que la Diosa Hylia no se habría equivocado al elegir su alma para el espíritu del héroe.


Dos semanas pasaron desde que tanto la princesa como el héroe habrían ido a Kakariko. Dorian estaba maravillado con el progreso de Link, quien en pocas semanas ya le habría derrotado a él y a otros sheikahs en combate individual con la espada por fin y sin si quiera sudar ni una gota. No era de extrañar, entrenaban prácticamente de sol a sol, antes de si quiera haber amanecido Link estaría ejercitándose ya fuese saliendo a correr varios kilómetros por las montañas donde estaría el templo o haciendo ejercicio ahí mismo en el templo. Daba igual incluso si llovía, Link voluntariamente entrenaba enorgulleciendo a Dorian. Sin embargo, para la princesa Zelda el entrenamiento no estaba siendo tan fructífero como esperaba. La meditación estaba siendo un fracaso. No lograba despertar su poder sagrado en absoluto. Incluso probaron realizar otro tipo de magia, pero la princesa no lograba despertar esta. Era como si su fragmento de la Trifuerza, a pesar de haber "despertado", siguiese dormido en su interior. Impaz llegó a la conclusión de que incluso podría deberse a un estado mental psicológico, alegando que solo con meditación podría llegar a despertarlo, pero más que animarla aquello solo deprimió más a la princesa.

Pero lo peor de todo no era eso, si no que ella y Link apenas se veían en todo el día. Desde que habrían empezado con sus entrenamientos, apenas podían verse ya que prácticamente no tenían ningún tiempo libre. Cuando la princesa despertaba en la mañana por el canto de los cuccos, Link ya se habría marchado a salir a correr por ahí. Cuando iban a desayunar, almorzar o incluso cenar, los sentaban en extremos contrarios de la mesa y además Zelda estaría ocupada hablando con Rotver y Prunia del estado del reino y de mejorar algunas funciones de la piedra sheikah. Prácticamente solo se veían en la noche después de Link haber entrenado un poco más y caer agotado en la cama, ya que por mucho que Impaz insistía algo en lo que sí ninguno cedió fue en dormir en camas. El héroe prácticamente se quedaba frito en cuanto tocaba el colchón, dejando un poco cabizbaja a la princesa quien a veces anhelaba que llegase el anochecer para poder tener un rato a solas con Link y hablar como hacían antes. No podía evitar decepcionarse un poco. Se preguntaba cómo sería su relación con Link de haber nacido ambos en un mundo sin leyendas perdidas, sin Trifuerza, sin el maligno acechando por las sombras. A lo mejor tendrían citas, como una pareja normal, podrían ir al cine o incluso a cenar. No tendrían por qué estar entrenando para luchar contra un usurpador que amenazaba con destruir el mundo.

Como todas las noches, Link llegó prácticamente derrotado y se tiró en el colchón cerrando sus ojos, a lo que Zelda suspiró y dio media vuelta quedando cara a cara con el hyliano. Parecía tener unas pequeñas ojeras debajo de sus ojos y estar agotado. La princesa se quedó apenada, acariciando dulcemente el cabello rubio cenizo alborotado del hyliano y viendo la espalda de este subir y bajar unos milímetros con cada respiración.

-Esto es una mierda…

Aquello sorprendió a Zelda, quien rápidamente apartó la mano aunque Link rápidamente la tomó de la muñeca, abriendo los ojos levemente para así mirar a la princesa apoyando su mejilla en la almohada y el resto de su cuerpo aún bocabajo.

-¿A qué te refieres?

-A esto…-suspiró Link nuevamente, girándose esta vez en condiciones apoyando su costado derecho en el colchón.-Tampoco quiero que pienses que te estoy desatendiendo… Ya apenas nos vemos…

Zelda esbozó una sonrisa apenada, recostándose en la cama también apoyada en su costado izquierdo, para así tomar la mano de Link y entrelazarla con la suya.

-Bueno… Es por un bien mayor… Estoy bien, de verdad…

Pero aquellas palabras no convencieron al mayor, quien se incorporó de la cama para así ponerse sus botas y su sudadera verde, dejando a la princesa confusa.

-Vístete.-dijo simplemente Link.-Te llevaré a un sitio…

Aquello dejó levemente confusa a la princesa, quien simplemente asintió para así coger su ropa de ese mismo día, saliendo Link de la habitación para que la princesa pudiese cambiarse.


Caminaron por unos quince minutos, Link tomando a Zelda de la mano. La verdad es que las vistas eran espectaculares. El camino estaba siendo solo iluminado por los farolillos de los sheikah y por unas luciérnagas sigilosas que habría, que parecía envolverlos a ellos con su luz. Zelda miraba casi embobada a Link, siguiendo a este hasta que por fin llegaron a una arboleda, llena de árboles, luciérnagas y flores. Zelda miraba maravillada el paisaje, para así sentarse en la hierba junto con Link y sonreír dulcemente al ver a Link cabizbajo, como si estuviese pensativo o avergonzado.

-Este sitio es precioso…-dijo la princesa, llamando su atención.-¿Cómo lo encontraste?

-Una de las veces que vine a correr…-respondió el hyliano aún cabizbajo.-Lo primero que pensé fue en que quería traerte aquí… Pero ambos hemos estado muy liados… Me siento fatal por eso… No quiero que pienses que te estoy desatendiendo o algo o que no me importas…

Zelda simplemente esbozó una sonrisa apenada al escucharle, colocando su mano encima de la de la del contrario en un pequeño intento de reconfortarlo. Era verdad que extrañaba sus ratos a solas, sí, pero también entendía que no quedaba de otra y no quería que Link se machacase con el tema, al fin y al cabo no era culpa de ellos.

-Tranquilo…-murmuró Zelda.-Ambos estamos entrenando duro por el reino… Así que no tienes por qué sentirte mal por eso…

Link no pudo evitar bufar exasperado por aquello, echándose el cabello hacia atrás con su mano en un intento para aclarar sus ideas, para luego tomando a Zelda de la mano acercarla a él y dejarla en su regazo, sorprendiendo a la chica ante la cercanía, para acabar abrazándola por la cintura y esconder su rostro en el hueco entre el cuello y la clavícula de la rubia, oliendo el dulce aroma a lavanda que desprendía por el jabón que habría utilizado al ducharse.

-Es que… No lo hago por el reino…-confesó Link, dejando perpleja a Zelda.-Quiero decir… Bueno, al principio sí lo estaba haciendo pensando en mis abuelos, en mi hermana, en mis amigos… Porque este es el reino donde viven… Pero hace mucho dejó de ser esa mi razón principal…-elevó la mirada, para así encontrarse con la azulada mirada de la princesa quien lo miraba igual a los ojos.-Tú, Zelda… Tú te has convertido en mi principal razón… Porque quiero protegerte,-elevó su mano derecha hacia la mejilla de la chica, acariciando esta dulcemente con su pulgar.-porque no quiero que ese maldito de Ganondorf te toque ni un solo pelo aunque sea para arrebatarte tu trozo de la Trifuerza… Porque por ti… Por ti daría mi vida por protegerte aún si no me lo pidieras…

Zelda estaba sin palabras al escuchar aquella confesión por parte de Link, sintiendo su corazón palpitar fuertemente como si en cualquier momento fuese a explotar su pecho y a salir este corriendo. Toda esa determinación de Link, todas esas noches que volvía tan cansado… ¿Todo era por ella? De solo pensarlo sus mejillas adquirían un tono carmín e incluso le daban ganas de llorar, porque jamás creyó que alguien le diría todas esas palabras que Link le decía constantemente. No necesitaba pruebas de que Link sentía algo por ella, él se lo decía o demostraba aún con cosas insignificantes. Ya fuese consolándola, permitiéndole llorar a su lado o poniéndola a ella encima que al reino… Se sentía como si Link fuese su hogar y donde sea que estuviese Link, allí estaba su hogar y a allí pertenecía ella.

Prácticamente se lanzó a sus labios para besarlo, sorprendiendo al hyliano aunque este en ningún momento se opuso y correspondió al beso de la misma manera e intensidad. El ambiente era perfecto, bajo la luz de la luna rodeados de la tenue luz de las luciérnagas sigilosas e incluso de flores tales como la flor sigilosa y princesas de la calma. Al separarse del beso, ambos se recostaron en el césped, para así tratar de apreciar las estrellas. Sin embargo, al ser Kakariko una ciudad de un tamaño considerable, habría demasiada contaminación lumínica y era imposible apreciar estas. Aunque tampoco les importó demasiado, ya que estarían recostados con Link abrazando a Zelda y la princesa con una princesa de la calma entre sus manos apreciando los colores de sus pétalos.

-Esta es una princesa de la calma y es una especie amenazada…-murmuró Zelda, atrayendo la atención de Link y la flor entre sus manos.-Empezamos a cultivarla de forma artificial para tratar de salvarla, pero no hemos podido conseguir que crezca en los jardines del castillo… Quizás la princesa esté condenada a desaparecer, qué ironía…-rio burlonamente la princesa, a lo que Link miró apenado la chica entre sus brazos y simplemente la abrazó con fuerza.-Deberíamos volver ya al templo… Ya es demasiado tarde y como se enteren de que no estamos seguramente se forme un caos…

Link estaba algo inseguro y más aún al ver cómo el estado de ánimo de la princesa habría decaído considerablemente otra vez, pero no dijo nada más y simplemente asintió. Se levantó primero, para luego ayudar a Zelda a hacerlo. Una vez ya de pie ambos, empezaron a caminar en silencio de vuelta al templo, con Zelda aferrada al brazo de Link y acurrucada en este. Una vez llegaron al templo, ambos se recostaron en la cama para así dormir abrazados.


Los siguientes días permanecieron iguales, aunque esta vez tanto Link y Zelda hacían un pequeño esfuerzo para poder verse más a menudo. A veces cuando Zelda se frustraba por meditar en vano, iba a ver a Link practicar en combate. No podía evitar quedarse maravillada al ver lo increíble y lo atractivo que se miraba Link luchando con la espada. Pero tampoco era la única, notaba también que varias sheikahs cercanas a su edad también se quedaban embelesadas con la imagen del héroe, por lo cual Zelda no podía evitar sentir leves celos aunque se aguantaba las ganas de gritarles de que dejasen de ver a su héroe, siempre manteniendo la compostura.

Después de ser entrenado por Dorian, Wakat se ofreció a ayudarle en su entrenamiento igual. Wakat era un experto en tiro con arco y habría notado que Link llevaba un arco colgando también, por lo que montó un campo de tiro con arco para que el héroe le hiciese una demostración para poder ver su técnica. Al igual que Dorian en su momento, Wakat igual se quedó sorprendido al ver cómo Link lograba dar en el blanco en cada diana. Cuando le preguntó dónde habría aprendido, Link simplemente respondió diciendo que de pequeño solía a ir a clases de tiro con arco. Wakat estaba sorprendido, pero a cambio le regaló un arco más moderno y profesional a diferencia del viejo arco de madera que llevaba Link colgando en sus pantalones.

Otra cosa que Wakat insistió en enseñarle pero Link no estaba convencido fue a disparar. Link odiaba las armas, al fin y al cabo fue una bala lo que acabó con la vida de su padre en el frente, pero Wakat tenía razón diciendo que los enemigos llevaban una, cuando conoció a Zelda un guardia estuvo a punto de dispararle a la princesa. Le aborrecía la idea de llevar una pistola encima, pero si quería proteger rápidamente a Zelda era necesario por lo que fue junto con Wakat a una zona apartada a intentar aprender. Al principio le costó un poco agarrar bien la pistola, una magnum automática, debido a su peso y que no controlaba bien quitarle primero el seguro y luego apretar el gatillo, aunque después de varios intentos era como si le saliese naturalmente. No controlaba bien cómo disparar con una y acertar en el blanco y aquello le costó más, aunque con ayuda de Wakat no le fue ningún problema aprender a hacerlo y ya luego en cuestión de pocos intentos era capaz de darle a blancos en movimiento. Aunque no le hiciese gracia llevar así encima, se juró a sí mismo solo usarla en casos de emergencia. No quería arrebatarle la vida así como así a una persona.

El estado anímico de la princesa decaía un poco con el pasar de los días y Link sospechaba que esta estaría pasando por una leve depresión, lo cual no era de extrañar considerando cómo se sentía la princesa aun procesando la muerte de su padre, la desaparición de su nana y encima el sentirse como un fracaso para todo su reino. La mayoría del tiempo que Zelda se encontraba así más decaída que de costumbre tirada en la cama, Link trataba de estar a su lado simplemente dándole su apoyo. Aunque otras veces la sacaba a dar una vuelta por las montañas y respirar un poco de aire fresco sin ataduras dentro del templo. Incluso se ofreció a enseñarle a disparar con el arco, cosa que parecía interesarle a la princesa y quien rápidamente le acabó agarrando el gusto a aquello. Cada vez que practicaban, los sheikahs observaban de lejos a la joven pareja y la cercanía del uno con el contrario, los roces que se daban mientras Link le enseñaba a sujetar el arco y disparar… Algunas sheikahs jóvenes no podían evitar sentir envidia, otros pensar en lo obvia que era la relación del héroe y la princesa, y por último Impaz quejarse de que la princesa perdía el tiempo.

Zelda se estaría tomando un pequeño descanso junto con Link, cuando un sheikah cargando varios libros se les acercó, dejando confusos a ambos hylianos y más al verle soltar todos los libros y pergaminos en el suelo.

-Princesa.-dijo el sheikah tratando de calmar su respiración.-Soy Symon, Impaz me había ordenado que investigase acerca de las llamas sagradas para reforzar la Espada Maestra...-empezó a buscar entre todos sus papeles, hasta que finalmente dio con uno.-En varios manuscritos he visto el nombre de "Gran Santuario Antiguo" repetido varias veces en hyliano antiguo… Parece ser un Santuario construido en la época de la Diosa Hylia y se dice que esta habría dejado allí una de las llamas sagradas con las que se forjó la Espada Maestra… Lo único más que se dice es que está entrando al cráter de la Montaña de la Muerte… Lamento no poder seros de más ayuda, seguiré investigando a ver qué más encuentro.

Zelda y Link estaban aún sorprendidos, pero esperanzados al haber recibido una pista nueva en relación a su travesía. Zelda simplemente sonrió, colocando su mano en el hombro del sheikah mientras le miraba.

-Gracias por tu ayuda… Yo misma te ayudaré a investigar más a fondo…

Symon estaba feliz de poder ser de ayuda, por lo que simplemente asintió con una sonrisa para así correr a la biblioteca a seguir investigando.


Habría pasado finalmente un mes desde que Link y Zelda llegaron a Kakariko. Mientras cada uno seguía en sus respectivas rutinas, una niña de doce años, quien usaba lentes rojos también, iba detrás de su hermana mayor mientras caminaban por los pasillos del templo.

-¡Por favor!-exclamaba la niña siguiendo a su hermana, quien estaba empezando a impacientarse.-¡Te prometo portarme bien, Prunia! ¡Llévame contigo a la feria!

Prunia paró en seco, dando media vuelta para acabar mirando a su hermana.

-¡Joshua!-exclamó la mayor hastiada.-¡Deja de seguirme! ¡No vas a venir con nosotros! Además, ya te lo dije. Necesitas distraer a la abuela, voy a llevarme a la princesa y al héroe con nosotros y no quiero que la abuela se entere. Nos lo prohibirá y sinceramente, creo que a ambos les vendrá bien un descanso. Te prometo que el año que viene sí vendrás con nosotros, ¿sí?

Joshua esbozó un pequeño puchero, murmurando un "está bien" nada convencida, para así largarse a su habitación. Prunia suspiró, para así salir al patio donde Link y Zelda estarían descansando después de haber practicado la princesa un poco más con el arco. Prunia sonrió al verlos, llevaba planeando eso varios días junto con Rotver y Paya y simplemente esperaba que funcionase.

-¡Oye parejita!-exclamó la sheikah mientras se acercaba a estos.-Hoy es la feria de Kakariko y Paya, Rotver y yo pensamos en llevaros para que os despejéis un poco porque no habéis salido de esta ratonera desde que habéis llegado. Y creo que os vendrá bien, sobre todo a la princesa. ¡Tenéis que desestresaros! Si no, no conseguiréis concentraros en enfrentaros a ese usurpador.-aquellas palabras despertaron cierto interés en los hylianos, cosa que animó a Prunia.-¡Venga, animaros! Será divertido y nadie se va a enterar, la abuela se quedará aquí toda la noche.-Zelda y Link se miraron durante un par de segundos, meditándolo sin decir nada, para luego asentir con una sonrisa la princesa y Prunia dar saltitos de alegría al ver que su plan habría funcionado.-¡Genial! Princesa, puedes pedirle ropa prestada a mi hermana Paya. ¡Tenéis que estar listos a medianoche!

Hicieron tal y lo que Prunia les habría dicho, estando ya Link listo para medianoche. Salió del templo, encontrándose ya con Rotver y Prunia esperándoles, aunque se extrañó al no ver a Zelda.

-Eh, héroe.-dijo Rotver llamando su atención.-¿Y tu novia?

Antes de que Link pudiese contestar diciendo que la princesa no era su novia, esta apareció por la puerta seguida de Paya, haciendo que se quedase embobado por lo preciosa que estaba la heredera al trono de Hyrule. Llevaba puesto un vestido azul celeste sin mangas, con un volante que cubría la zona baja de sus hombros y su pecho, que se ceñía perfectamente a su cintura para luego caer grácilmente hasta sus rodillas. Llevaba de accesorios una gargantilla negra, a la vez que sus pendientes de perlas blancas que no se habría quitado desde la primera vez que se vieron y sus mitones negros por obvias razones. Su calzado era menos elegante pero igual de perfecto, unas Converse blancas que le llegaban hasta arriba del tobillo, a la vez que su cabello estaba recogido en un moño con una larga trenza y dos mechones rebeldes rubios a cada lado de su cabeza. Al notar la mirada de Link, la princesa simplemente soltó una leve risa avergonzada con sus mejillas carmín mientras le miraba.

-¿Cómo me veo?-preguntó la princesa, a lo que Link simplemente sonrió mientras tomaba su mano.

-Te ves preciosa…

Ante la cursi escena, Prunia fingió arcadas mientras les decía a todos que caminasen ya que iban tarde a la feria.


A decir verdad, la feria no era como se la imaginó Zelda. Estaba llena de puestos de comida, atracciones, juegos, bebidas alcohólicas y gente bailando justo donde habría un escenario. Prunia habría insistido primero en ir a los juegos, alegando que quería ganarse un oso enorme de peluche, aunque juego que probase juego que perdía. Rotver se burlaba de ella y Zelda miraba asombrada a toda la gente que habría, pero sobre todo a las familias con algunos niños pequeños correteando por ahí.

-Cuando éramos pequeña mi hermana y yo veníamos mucho a la feria con nuestros padres.-dijo Paya, mirando nostálgica aquella estampa familiar.-Me costó mucho volver aquí después de su muerte… Es de los pocos recuerdos que tengo con mis padres…

Zelda miró apenada a Paya, dejando de comer el algodón de azúcar que estaría compartiendo con Link en ese momento.

-Lo siento…-dijo la princesa mirando apenada a Paya.-Perdona que pregunte pero… ¿Qué les pasó?

Paya suspiró, quedándose un par de segundos callada y luego mirando a la princesa.

-Fueron asesinados…-murmuró.-Tenían la misión de investigar la muerte de la reina Diane, vuestra madre, ya que fue una muerte muy sospechosa… Pero cuando estaban a punto de descubrirlo, un día amanecieron muertos… Jamás supimos de quién se trató, aunque a veces creo que era una especie de señal… Jamás seré tan fuerte como ellos, pero quiero ayudar en todo lo posible tal y como ellos lo hicieron…

Zelda se quedó apenada al escuchar aquello, aunque no pudo evitar sentirse peor al escuchar aquella hipótesis. ¿Entonces no fue un choque cualquiera? ¿Fue provocado? De tan solo pensar en ello le estaba dando un dolor de cabeza, cosa que Link notó por lo que rápidamente la tomó de la mano para apartarla e intentar distraerla de algún modo.

Link rodeó a la princesa de la cintura, atrayéndola a sí mismo, hasta que quedaron frente a un puesto de tiro al blanco con escopeta a unas figuritas. Miraban a los niños jugar y luego desanimarse al perder, escuchando cómo el dueño se burlaba de estos. Estaban a punto de marcharse, hasta que el dueño le habló a él.

-¡Vamos, amigo! ¡Son solo diez rupias! ¡Gánale un premio a tu chica!-Link iba a negarse amablemente, pero al ver sus intenciones el dueño simplemente rio.-Ya veo… Bueno, pobre de tu novia, tiene de novio a un gallina que no puede ni ganarle un premio en mi puesto.

Aquello cabreó un poco a Link, quien simplemente suspiró para así pagar las diez rupias de su bolsillo y coger la escopeta en sus manos. Lo primero que sintió fue que la pistola estaba amañada, su peso no coincidía y era más pesada de lo normal, y que el gatillo era muy duro de apretar. Sin embargo, eso no le fue problema alguno, ya que sin dificultad alguna logró tirar los tres muñequitos que hacían falta para ganar. El dueño estaba atónito, pero Zelda orgullosa de su héroe agarró un osito panda de peluche como su premio. Iban a irse de allí, pero había una niña pequeña llorando por haber perdido el mismo juego y sus padres le decían que ya no podían gastar más dinero. Zelda la miró con una sonrisa, para así agacharse y darle a cambio su peluche. La niña miró a la princesa sorprendida, pero aceptó con una sonrisa el peluche para así abrazarlo con fuerza e irse feliz de allí con sus padres. Zelda sonrió al ver a la niña feliz, de todos modos aunque quisiese quedarse el peluche, no podría porque no le cabía en la mochila y era un estorbo en su aventura.

-Te prometo que cuando todo esto pase te ganaré uno mucho más grande.-le dijo Link a la princesa, haciendo que esta sonriese y se aferrase a su brazo a la vez que caminaban hacia donde estarían los demás.

Después de un rato de probar juegos y demás, acabaron sentándose en un bar de copas, para así descansar un poco los pies también. Prunia habría pedido varios chupitos para ella y Rotver, aunque al ver que ni la princesa ni el héroe pidieron nada, esbozó un leve puchero.

-¡Venga! ¡Pedid algo! ¡No seáis aburridos!

-Ah… No… Yo la verdad es que no bebo…-dijo Zelda con una pequeña risa avergonzada. A pesar de que sabía que sus compañeros de clase bebían y tenían fiestas privadas, Zelda jamás se atrevió a ir a una por el qué dirían los medios y sobre todo su padre.

-¿Y tú, Link?-preguntó Prunia mientras le pasaba un chupito de vodka puro.-¡Vamos! ¡Bébete uno conmigo!

Link suspiró, para así coger el vaso y bebérselo de un solo mientras Prunia y Rotver le animaban incluso dando porrazos a la mesa. Al acabarlo, dejó el vaso en la mesa para luego carraspear levemente por lo fuerte que estaba, suspirando y mirando a Zelda quien lo miraba sorprendida.

-Oh, en Ordón la verdad es que es normal ver a adolescentes bebiendo en el embarcadero del lago…-murmuró avergonzado.-Además, en un mes cumplo dieciocho… Pero no voy a beber más, no quiero emborracharme.

-¡Aburrido!-exclamaron Prunia y Rotver a la vez, terminándose entre ellos los chupitos ya que Paya tampoco quería beber.

Después de otra ronda entre Prunia y Rotver, escucharon cómo la gente que bailaba frente al escenario se animaba más todavía al escuchar ciertas canciones, a lo que Prunia y Rotver salieron corriendo a bailar, tirando del brazo tanto a Paya, Link y Zelda para que se animasen. Prunia y Rotver estaban bastante borrachos ya, notándose a leguas en cómo bailaban. Zelda miraba la estampa asombrada, jamás habría escuchado esa música antes aunque sabía que estaba muy de moda. Pero no se lo pensó más, simplemente se dejó llevar por la música, bailando mientras reía y por un momento olvidándose de quién era de verdad. A Link aquello le sorprendió, pero simplemente se le unió bailando un poco con ella. La verdad era que debido a lo ocupado que estaba siempre incluso en casa, hacía tiempo no iba a fiestas así por más que lo invitasen sus amigos. Pero aquello se sentía bien, estar así con Zelda, ambos olvidándose por un momento de quiénes eran y el peso que tenían sobre sus hombros. Solo eran dos adolescentes bailando y riendo, en un mundo donde solo existían ellos dos.

Sus cuerpos estaban muy pegados, sintiendo casi el aliento del contrario, estaban a punto de besarse cuando de pronto el cielo empezó a ponerse morado y del suelo aparecieron unas manos enormes moradas con un ojo en medio, que empezaron a agarrar a cualquier persona que tuviesen en su camino prácticamente noqueándolas al instante. Link rápidamente sacó de la bolsa la Espada Maestra junto con el escudo hyliano, desenvainando la espada y corriendo a enfrentarse a las manos mientras la gente trataba de huir aterrorizada, gritando "monstruos" y chocándose unos contra los otros. Era una estampida y en ese momento a Link lo único que le preocupaba era Zelda.

-¡Paya!-gritó Link mientras daba un mortal hacia atrás escapando de que una mano lo agarrase.-¡Sube a Zelda al escenario, YA!

Paya, quien estaba atónita, simplemente asintió y corrió a subir a Zelda al escenario. Rotver y Prunia como podían trataban de evacuar a los civiles, quedando solo Link luchando contra las manos. Fue difícil, eran difíciles de esquivar sin que le tocasen, pero no eran muy resistentes, sobre todo si hacía los tajos en la zona de sus ojos. Cuando por fin se libró de la última mano suspiró aliviado, aunque del mismo suelo donde desaparecieron las manos, apareció una sombra rojiza elevando la mano y haciendo aparecer una enorme lanza. Aquello dejó atónitos a los aún presentes, más aún como si levitando la sombra se acercó a Link quien a duras penas logró bloquear el ataque con el escudo. Por donde levitaba, en su sombra tendría un charco de la misma sombra rojiza que impedía que el hyliano se acercase por completo, por lo que durante varios ataques lo más que podía hacer era esquivarlos para analizar bien qué hacía la sombra. Debía concentrarse, debía ignorar los gritos de los civiles, incluso los gritos de Zelda llorando su nombre, por más que le rompiese el corazón hacerlo. Sin embargo, una vez se concentró, arremetió contra la sombra y de un salto la atacó, luego dando otro mortal hacia atrás para esquivar su charco. Esperaba que la sombra atacase, para bloquear nuevamente con su escudo acabando por desestabilizarla y volviendo a atacar. Fue duro esquivarla cada vez sin que se tocasen, pero después de varias veces logró hacerlo acabando por completo con la sombra, quien se quedó de rodillas alzando su mano hacia Link, como si se tratase de su último suspiro.

Chico, escúchame bien, parece que eres todo un guerrero.-soltó la sombra mirando hacia Link, a pesar de no tener boca esta.-Pero solo has derrotado a mi fantasma… ¡Cuando luches contra mí, las cosas no serán tan fáciles!-aquello dejó en shock a todos los presentes, sabiendo ahora claramente quién habría enviado tal monstruo.-¡Qué birria de fantasma he creado! Era muy débil. ¡Lo voy a enviar a la brecha interdimensional!

Como si hubiese echado su último aliento, el fantasma acabó desapareciendo y Link corrió hacia Zelda, abrazándola entre sus brazos de manera protectora mientras la chica trataba de calmar la ansiedad en su pecho.

-¿¡Estás bien?!-exclamó Link preocupado, tomando el rostro de la chica entre sus manos.-¿¡Te hizo algo?!

Zelda negó rápidamente, mirando de arriba abajo a Link comprobando que no estuviese herido. Al hacerlo, suspiró levemente calmándose, secándose las lágrimas de sus mejillas.

-¿Cómo nos ha encontrado…?

-¡Insensata!-se escuchó un grito, seguido de una fuerte cachetada proveniente de Impaz a su nieta Prunia, sorprendiendo a todos los presentes. Varios sheikahs habrían bajado debido al escándalo, encontrándose con aquella batalla .-¡¿Cómo se te ocurre traer aquí a la princesa y al héroe?! ¡Ahora el usurpador los ha encontrado!

Link se enfadó al escuchar a Impaz, pero Zelda simplemente suspiró, bajando con Link del escenario hasta donde estaba Impaz.

-Estamos bien, Impaz…-dijo Zelda tratando de calmar la situación, aunque fue en vano.

-¡Esto no es un juego, princesa!-exclamó furiosa la anciana.-¡¿Sabe lo que nos ha podido haber costado este juego de ustedes?! ¡Toda la paz del Hyrule! ¡Del mundo! ¡Su única misión es concentrarse en despertar su poder sagrado y no ha sido ni capaz de hacer eso! ¡Es una vergüenza a sus antepasadas! ¡Y TÚ!-dijo alzando aún más la voz y señalando al héroe.-¡No has podido proteger a la princesa! ¡Por poco y el usurpador se hace con la Trifuerza! ¡Ahora mismo os largareis a seguir con la misión junto con un grupo de mis mejores guerreros para que protejan a la princesa!

Link no lo soportó más. Odiaba los constantes reclamos de esa mujer, aunque sobre todo odiaba cómo hundía cada vez más a Zelda.

-¡SE ACABÓ!-gritó Link, alarmando a todos los presentes, incluso a Zelda quien jamás lo habría escuchado gritar antes.-¡¿Quiere culpar a alguien de este desastre con este cataclismo?! ¡Usted tiene la culpa! ¡Los sheikahs!-Impaz al escuchar aquello, se llevó una mano al pecho indignada, a punto de contestarle al rubio aunque no tuvo oportunidad.-¡Todo el día presumiendo de haber recibido la misma orden de la Diosa Hylia y para qué?! ¡Era SU misión proteger a la familia real! ¡SU misión que la familia real no olvidase su origen y siguiesen las tradiciones! ¡SU misión que la leyenda no se perdiese! ¡Si quiere culpar a alguien que Zelda aún no haya podido despertar su poder debido a la falta de preparación, cúlpese a ustedes mismos!-se acercó a tomar la mano de Zelda, quien estaba sorprendida por todo aquello.-Zelda y yo nos iremos en cuanto amanezca, no necesitamos que nadie más salga herido como hoy. Seguiremos con nuestra misión. Os agradecemos el habernos ayudado, pero ya es hora de partir. Seguiré protegiéndola con mi vida si hace falta y acabaremos con esto. Deberíais centraros en atender a los heridos.

Impaz simplemente miró a la pareja y suspiró. En el fondo el héroe tenía razón. A lo mejor, no debieron de haber actuado tanto entre las sombras. Deberían haber estado más presentes, sobre todo cuando vieron las tradiciones de Hylia perderse entre los siglos. Todos eran culpables y ella como anciana de la tribu sheikah era la que más.

-Está bien.-finalizó Impaz, mirando a los heridos en el suelo.-Encargaros de los heridos, la princesa y el héroe descansarán en el templo hasta que anochezca.

Todos los jóvenes volvieron en silencio al templo, quedando los sheikahs más adultos encargándose de la ciudad. Zelda fue a agradecerles a todos su ayuda, pero Link tenía razón en que ya era hora de partir, más ahora que Ganondorf habría encontrado su paradero. Esa noche, Link no pudo dormir, abrazando a la princesa y traumatizado ante la idea de que ese maldito la encontrase y le pusiese un dedo encima. No quería cerrar sus ojos, porque al abrirlos miraba a su princesa en manos de aquellas manos o incluso de aquel fantasma de Ganondorf. Al final no durmió nada y en cuanto se despertó, fue a prepararse para el viaje.

Los sheikahs no podían hacer más por ellos, salvo darles unas pequeñas provisiones y bastante dinero para que pudiesen sobrevivir hasta un par de meses sin problemas. Zelda simplemente sonrió agradecida, cuando todo acabase les pagaría su generosidad y los recompensaría. Después de aquello, Zelda invocó la moto hyliana y después de ayudarla Link a subir, ambos desaparecieron de la vista del templo en cuestión de minutos. Sin embargo, la misión para los sheikahs no habría acabado. Ahora tocaba atender aún a todos los heridos y hacer que Prunia y Rotver borrasen cualquier vídeo o foto de la noche anterior de las redes sociales.

Link conducía en dirección a Eldin, concretamente la Montaña de la Muerte a ciudad Goron, para poder encontrar a alguien que supiese algo del santuario. Pero el camino era muy largo, incluso eran días hasta llegar, por lo que tendrían que parar sí o sí en alguna ciudad antes a descansar.