Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de Lavender-Long-Stories.

xxx

Hinata estaría atada a una silla de ruedas durante al menos una semana o hasta que le dijera lo contrario. Tendría que comer una cantidad específica de alimentos para recuperar su peso. Aunque, teniendo en cuenta lo que había pesado desde hacía tres años, no estaba muy lejos de su media. La dieta era más que nada para su cuerpo hambriento de vitaminas, las cuales no recibió mientras era alimentada por vía intravenosa.

Sasuke iba a tener que ayudarla a hacer todo, ya que su equilibrio estaba alterado. Era físicamente débil y se mareaba con facilidad, por lo que no podía estar de pie sin caerse. Las náuseas y la confusión seguirían presentes durante un tiempo debido a la conmoción cerebral. Eso explicaba por qué le costaba procesar lo que Sasuke le había dicho.

Hinata esperaba que él entendiera que ella no era tonta. Bueno, él no debía pensar eso, ya que se casó con ella.

Hinata se dio cuenta de que físicamente no había cambiado tanto. A los diecinueve años ya había pasado la pubertad, así que solo lucía un poco mayor, tenía el cabello más largo y unas cuantas pequeñas cicatrices que no recordaba.

Hinata estaba sentada en la silla de ruedas, con las manos cruzadas sobre el regazo, intentando enumerar mentalmente las preguntas para hacerlas, pero se confundía una y otra vez. Sasuke la empujó hacia el Distrito Uchiha. Estaba dando muchas vueltas. Debía de haber algún problema con el atajo a través de la aldea, pero ella no iba a preguntar eso.

Solo unas pocas casas del Distrito Uchiha eran las originales. Las casas nuevas entre los edificios más antiguos no eran de estilo Uchiha.

—¿Qué pasó...?

—Fue destruido en un ataque. Fue reconstruido y ahora vive gente aquí —explicó Sasuke por encima de su hombro.

—Eso es... Interesante —pasaron la sección más nueva de la aldea, dirigiéndose a la esquina más alejada del distrito, a una casa que no se parecía en nada a las otras en estilo o estructura.

—Esta es la nuestra —había una valla bien cuidada alrededor del patio y ella pudo ver el borde de un jardín atrás de la casa. Era una casa de una sola planta que era una mezcla de lo tradicional y lo moderno. Sasuke abrió la puerta de la verja, la llevó por el camino y levantó la silla de ruedas para subirla al porche.

Sasuke la empujó dentro, levantando la silla sobre el pequeño rellano donde iban los zapatos antes de quitarse los suyos.

Hinata echó un vistazo a la habitación. Era abierta y, aunque el sol se estaba poniendo, aún había mucha luz. La cocina y el salón estaban separados por una isla en la que había sillas. En el salón había una mesa baja tradicional, pero acompañada de asientos modernos. Nunca había tenido un sofá.

Hinata lo sintió detrás de ella, observándola mientras asimilaba el lugar. Se entristeció al echarle otro vistazo a todo. Esta era la casa de sus sueños. No era demasiado grande, pero era abierta y espaciosa, con un jardín en la parte trasera. Él la había construido para ella, la casa de sus sueños. Sintió que las lágrimas volvían a brotar.

Sasuke la llevó por el pasillo. Era corto y tenía tres puertas.

—Esta es nuestra habitación —abrió la puerta de la derecha—. Ahí está el baño —señaló al final del pasillo—. Y ese es el dormitorio extra —apuntó la última habitación mientras introducía la silla en la habitación—. Sacaré un futón y dormiré allí.

Hinata se giró en la silla rápidamente.

—Eso no es necesario —su visión se nubló por el mareo. Sasuke la miró confundido—. No voy a quitarte la cama solo porque no recuerdo.

—No podrás detenerme —contraatacó Sasuke. Sonaba como si estuviera haciendo una broma, pero su rostro era solemne.

—No creo que sea adecuado. Si estamos casados, deberíamos compartir la cama o yo puedo quedarme en la habitación de invitados si no quieres que duerma contigo —Hinata examinó su rostro en busca de una reacción. Al cabo de un momento, se frotó la sien, sintiendo que le dolía la cabeza. La consecuencia de girarse demasiado deprisa.

Sasuke se relajó, inclinándose sobre la silla en señal de derrota. Luego dio un respingo hacia atrás, como si tuviera toda la intención de apoyar la cabeza encima de ella, pero se contuvo.

—Bien.

Hinata se giró para no presenciar el dolor en su rostro.

Sasuke arrastró la silla hasta la esquina más alejada antes de abrir el armario. Hinata se tomó su tiempo para observar la habitación. Una cama moderna levantada del suelo, una cama que estaba deshecha, pero que parecía no haber sido utilizada recientemente. Había desorden en la cómoda, donde alguien debió de haber tomado cosas que necesitaba con prisas. La historia que tenía delante era desgarradora.

Los muebles de la habitación estaban bien cuidados, pero ninguno parecía nuevo. Todo estaba reformado y pintado, hecho a medida con esmero para la habitación.

Algo en la cama le llamó la atención. Hinata sintió que las lágrimas volvían a llenar sus ojos. Apoyó las manos en las ruedas y recorrió la corta distancia que la separaba de la cama, tomando la esquina del edredón con sospecha.

Estaba mal cosido, pero con cariño. Reconoció su trabajo. Tuvo un hipo y se tapó la boca para ahogar el ruido.

Sasuke se arrodilló junto a la silla de ruedas con una mirada llena de preocupación y confusión, dejando la ropa que había tomado sobre su regazo.

—¿Qué te pasa?

—Yo... No recuerdo haber hecho esto —Hinata resopló, secándose las mejillas. Se sentía como una niña lloriqueando.

—¿Lo reconoces? —Sasuke le cubrió la mano con la suya.

—No, pero nunca se me ha dado bien coser. Aunque eso no me impide intentarlo —a Hinata se le quebró la voz. Estaba hecha con la única puntada que sabía hacer. Era espaciada y realizada con cuidado, pero seguía sin ser uniforme.

Sasuke inclinó la cabeza por debajo de su flequillo para ver su rostro bañado en lágrimas.

—Me dijiste que era algo que tu madre consideraba importante —le quitó el edredón de la mano con suavidad y la volvió a colocar donde había estado.

Hinata asintió. Era algo sentimental. Su madre le había contado un cuento de hadas sobre hacer una manta de matrimonio y cuidarla. Ella siempre había querido hacerlo, pero temía que lo vieran como algo estúpido e infantil, ella debió de habérselo dicho.

—Tengo que lavarlo. Las sábanas tienen polvo desde que estuviste en el hospital —Sasuke puso la mano sobre la ropa. No la reconocía, pero parecía algo que ella usaría—. Esto es suave —sus ojos bajaron a sus manos.

Los ojos de Sasuke eran profundos y llenos de dolor y recuerdos que ella quería compartir. El niño arrogante que una vez conoció era ahora un compañero devoto y ella le estaba haciendo daño. Le estaba rompiendo el corazón, ni siquiera lo conocía aún o, mejor dicho, tendría que conocerlo de nuevo.

Hinata enroscó las manos alrededor de la tela.

—¿Vas a ayudarme? —sintió que su rostro se teñía de rojo. Sabía que no podría hacerlo sola.

—Si quieres, o también puedes ser testaruda al respecto —dijo Sasuke como una broma sin gracia.

—Quiero la ayuda, por favor —Hinata se encogió sobre sí misma.

—Tú también deberías darte un baño apropiado —Hinata infló las mejillas—. No te haré sentir incómoda. Antes eras asustadiza —Sasuke la levantó de la silla, alzándola con facilidad—. Has adelgazado.

Hinata se aferró a él, preguntándose si esto iba a ser tan incómodo como pensaba. Él la manejaba con cuidado e intentaba por todos los medios mantenerse a distancia.

Sasuke cambió de habitación, colocándola en el taburete de la ducha antes de acercarse para llenar la bañera. Un cuarto de baño tradicional, ducha fuera y una bañera aparte.

—Me quedaré detrás de ti —dijo Sasuke mientras hacía lo que dijo.

Hinata canturreaba para sus adentros "estamos casados, él ya te ha visto desnuda", mientras le temblaban los dedos sobre los botones.

—Lamento que tengas que cuidar de mí.

—Si te sirve de ayuda, nos antes nos bañábamos juntos —eso no ayudo, en absoluto—. O puede que no —Hinata oyó la diversión en su voz. Giró la cabeza para ver una sonrisa en su rostro. Era apenas una mueca, pero era mucho mejor que la depresión que había visto hasta entonces. Le gustaba avergonzarla.

—No lo hizo —le dijo Hinata.

—También tuvimos una luna de miel —la sonrisa burlona de Sasuke se hizo más amplia al tiempo que el rostro de ella se ensombrecía.

—Ya lo suponía —Hinata se encogió al desvestirse.

—La cama también tiene su utilidad —Hinata se sintió desfallecer—. Voy a parar —los ojos de Sasuke se iluminaron—. Puedes volver a aprender todo eso más tarde.

Hinata chilló al llegar al último botón.

—Lo siento, era el último —Hinata esperaba que las bromas fueran una buena señal. Le gustaba distraerse del verdadero problema.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Hinata estaba entumecida y necesitaría fisioterapia, así que lavarse la espalda y el cabello le sería imposible. Sasuke era muy delicado con ella. Su tacto era frugal, ni persistente, para no hacerla sentir incómoda. Simplemente, hizo lo que tenía que hacer y la metió en la bañera. Se sentó de espaldas a ella, solo la había mirado a la cara. Intentaba que se sintiera cómoda con él.

¿Era ella merecedora de tantos cuidados?

Hinata se sentó con los brazos alrededor de las piernas. Era más cómodo que tumbarse, no porque él estuviera allí, sino porque estuvo mucho tiempo en cama.

—¿Cómo nos conocimos? —preguntó Hinata con el rostro enterrado entre sus rodillas—. Fue después de que volvieras.

Sasuke apoyó los codos en las rodillas.

—No es una historia bonita.

—De todos modos, quiero oírla —Hinata insistió—. Necesito saber lo que no recuerdo.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Notas: ¡Estoy colapsando! Pero aun así les traigo nuevo capítulo, jijijij. Ahora iré a llorar un tantito porque las responsabilidades universitarias me tienen abrumada. Nos vemos… Pronto o al menos eso espero.

Naoko Ichigo