Hola buenas(¿?
Hoy publico oficialmente mi primer fic en ffnet desde el 2015 (eso fue en otra cuenta q ya esta muerta JSJDKS)
Bueno, este fic está siendo publicado también en Wattpad, en la cuenta de mi amiga Melodyxx0 si les interesa mejor leerlo ahí :3c estamos las dos escribiendo este fanfic, y a pesar de que al principio no estábamos muy seguras de cómo iba a salir esto, nos terminó gustando mucho al final dps de todo! Pasense tmb a leer sus historias, es una muy buena escritora :3
También pueden encontrar este fic en mi cuenta de wattpad LittleMissBehaviour, en la lista de Fics Collabs - además de otros fics mios :]
Sin nada más q decir, disfruten eah
La alarma sonó abruptamente, interrumpiendo la tranquilidad del ambiente y del adolescente, quien buscaba perezosamente su celular hasta encontrarlo y apagarlo. Se deslizó entre sus sábanas mientras luchaba por mantener abiertos los ojos y, desde la oscuridad, era iluminado por su celular. Entrecerró sus ojos y observó la hora.
"5:30 am"
— Mmh. —soltó un suspiro pesado, para después quitarse las sábanas y meterse al baño.
Se observó en el espejo, dándose cuenta cuan despeinado y descuidado estaba, así que tomó la decisión de bañarse. Él era cuidadoso con su imagen, más cuando se trataba de su melena sumamente larga.
Cuando terminó de bañarse, se secó el cabello y cepilló cuidadosamente. Se colocó su uniforme y emprendió camino hacia la cocina.
Lo primero que se percató fue la ausencia de sus padres, quienes dejaron como evidencia dos botellas de alcohol sobre la mesada y porciones de pizzas fuera de la caja. Obviamente le desagradó la escena, pero decidió continuar con su rutina.
Preparó su desayuno, que no era nada del otro mundo, y se tomó el tiempo de disfrutarlo. Después limpió la mesada, incluso lo que había dejado de sus padres, y se dirigió a la escuela.
Era su primer día, así que estaba un poco ansioso por saber que sucedería pero a su vez no quería hacerse grandes expectativas.
Se sentía algo calmado al recordar que su amigo de primaria, Atsushi, estaría yendo a la misma escuela que él durante la secundaria. Era reconfortante saber que en un lugar nuevo y lleno de adolescentes ruidosos y caóticos habría un rostro familiar entre ellos, dándole la seguridad suficiente para caminar hacia la escuela sin mucha ansiedad.
No tardó mucho en llegar a la escuela, su paso anteriormente firme y seguro comenzó a aminorar en velocidad al ver la gran cantidad de estudiantes que había en la entrada, riendo entre sí y conversando. Al parecer algunos ya habían encontrado su grupo de amigos, mientras que otros caminaban solos al igual que él.
Pronto iba a empezar la ceremonia de bienvenida para los de primer año, pero no pudo evitar detenerse y buscar con su vista al peliblanco. Su corazón comenzó a latir levemente rápido a medida que avanzaban los minutos y no encontraba a Atsushi.
Se resignó a caminar solo hasta la ceremonia, inhalando profundamente para calmar sus nervios. Pensó que quizás Atsushi había llegado más temprano que él y que probablemente ya se encontraba adentro, pero fue entonces que recordó que tenía un celular y que perfectamente podía enviarle un mensaje a su amigo preguntando dónde estaba.
SIGMA MALE: Buenos días, ¿cómo amaneciste?
ATSHUU: buenos dias sigma! muy bien ^_^ y tu? como te encuentras?
SIGMA MALE: Algo ansioso
SIGMA MALE: Pregunta, ¿sigues en casa o ya estás acá en la escuela?
ATSHUU: voy en camino! siempre llegas muy temprano a todo Y_Y
SIGMA MALE: No soy el único ya acá, hay mucha gente.
ATSHUU: aun asi…!
ATSHUU: esperame en la entrada
Satisfecho y aliviado por preguntar antes, guardó el celular en su bolsillo y se quedó parado cerca de la entrada por Atsushi. Sin embargo, esta simple acción hizo que se sintiera algo consciente sobre lo raro que se veía al estar ahí solo y observando todo. Se cruzó de brazos para parecer más seguro de sí mismo, y esperó por Atsushi.
Los minutos transcurrieron con normalidad, aunque a Sigma le parecía una tortura debido a la cantidad de estudiantes que había a su alrededor. Cada tanto corregía su postura, evitaba formar contacto visual y fingía que conversaba con alguien desde su celular.
— ¡Sigma! —una voz animada resonó en sus oídos y despegó la mirada de su pantalla. Frente suyo estaba Atsushi; que se acercaba corriendo y con aquella sonrisa que lo caracterizaba.— ¡Perdóname! No me di cuenta de la hora. ¿Tarde demasiado?
Mientras Atsushi intentaba recuperar el aliento, Sigma sonrió ligeramente y negó con la cabeza.
— Digamos que un poco, pero no pasa nada. —giró sobre sus talones y ambos entraron a la escuela.
Gracias a la compañía de Atsushi, recuperó su compostura y seguridad a medida que se dirigian hacia la ceremonia. Aunque aquella compañía no le duraría demasiado, ya que, después de la ceremonia, se percataron de que estarían en salones diferentes. El dúo de introvertidos cruzaron miradas y temieron por sus vidas.
— Entonces… Nos veremos durante el receso. —Sigma aclaró en un hilo de voz, como si estuviese al borde de las lágrimas.
— Así será. Pero no te preocupes, sé que podrás sobrevivir sin mi. —Atsushi bromeó.
— Eso espero.
Los dos se desearon suerte y se dividieron para ingresar en salones diferentes.
Sigma contempló su salón; era un tanto caótico, cada uno tenía su grupo respectivo y conversaban en un volumen alto. Sigma se encogió de hombros, mientras abrazaba su bolso y corrió hasta el fondo del salón, donde había unos pocos pupitres disponibles. Entre movimientos torpes, tomó asiento, sacó los materiales de su bolso y permaneció con la mirada hacia abajo.
Su corazón latía desesperadamente, sus manos sudaban y recibió un golpe de calor.
Tomó un profundo respiro, cerrando sus ojos para así intentar calmar aquel inminente ataque de ansiedad que estaba a punto de empezar. No quería pasar vergüenza en su primer día de clases en frente de sus nuevos compañeros, después de todo.
Abrió los ojos, notando como la sala comenzaba a llenarse de a poco. Muchos pasaron de él sin mucho interés, provocando que se sintiera algo aliviado de no haber llamado la atención de nadie con su nerviosismo. Por otro lado, una parte de él esperaba que no fuese siempre así.
Algunos comenzaron a hablar entre ellos, intentando formar nuevas amistades mientras que otros estaban igual que él, sentados en sus asientos y esperando en silencio a la llegada del profesor o profesora.
Pasaron unos minutos hasta que llegó el profesor, un hombre entre sus cuarenta y cincuenta años con aspecto estricto e introduciéndose a sí mismo como el profesor jefe de este salón por el resto del año. Los alumnos no tardaron mucho en callarse, y Sigma tomó apuntes del resumen que verían por el resto del año.
Fue alrededor de dos horas después cuando se dio el primer receso. Con un pequeño suspiro, guardó sus cosas en la mochila y se levantó. La idea de ver a Atsushi pronto lo animó, saliendo del salón con un poco de timidez y caminó hacia el salón que le había tocado al otro, ya habiendo memorizado el número de este.
Al asomarse dentro, unos pocos estudiantes lo miraron con curiosidad ya que claramente no era de ahí. Intentando ignorar las miradas, pudo visualizar rápidamente a Atsushi, quien ya se encontraba hablando con un compañero.
Se sorprendió por lo rápido que Atsushi había logrado comenzar hacer amistades, observando al chico pelirrojo con el que hablaba. Fue entonces cuando el peliblanco se dio cuenta que estaba en la puerta mirándolos, causando que repentinamente se diera cuenta de lo raro que se veía ahí sin hacer nada más que mirar.
Atsushi sonrió, sin embargo, levantando la mano en forma de saludo para después hacer un gesto para que se acercara.
—Tanizaki-san, él es Sigma. ¡Nos conocemos desde pequeños! — introdujo Sigma al otro.
— Mucho gusto. —Tanizaki asintió con su cabeza, en un saludo amigable.— Atsushi me ha hablado mucho sobre ti.
— ¿Ah sí? —Sigma contestó, un tanto tímido.— Es bueno saberlo.
— ¿Cómo te ha ido en clases? —Atsushi cuestionó.
Sigma levantó sus hombros y formó una mueca.
— Mmm. Digamos que… —contestó desinteresado y queriendo buscar las palabras correctas.— Dentro de todo, bien. Nada interesante. ¿Y a ustedes?
— Fue divertido. —Atsushi aclaro con emoción.— Tuve la oportunidad de hacerme unos cuantos amigos más.
Con su pulgar señaló a un grupo de adolescentes que se encontraban detrás de él, a Sigma le asombró la rapidez con la cual consiguió amistades nuevas. Aunque, a su vez sintió una amargura en su pecho. No eran celos, pero era como si hubiese recibido una bofetada y se diese cuenta de su realidad. Sabía que, de ahora en adelante, Atsushi estaría ocupado con sus amistades. Y eso significaba que, él también debía hacer lo mismo o sufriría de una rutina cansadora.
— Parecen amigables.
— Lo son. ¿Quieres conocerlos? —Atsushi ofreció.
— En otra ocasión. Ahora mismo pensaba encontrarme con un compañero. —se excusó, mientras retrocedía y forzaba una sonrisa.
Antes de que pudiese contestar, Sigma huyó de allí. Giro por un pasillo, avanzó apresuradamente entre los estudiantes y reflexiono respecto a la anterior escena. Miles de cuestionamientos torturaban su mente, pero aun así respiró profundamente y continuó caminando con determinados pasos. Aunque, su camino se vio interrumpido debido a un inesperado choque.
La adolescente, con quien había chocado, cayó y sus rodillas impactaron contra el suelo. Las hojas volaron y cubrieron el campo visual de Sigma, quien apenas divisó una cabellera castaña, desordenada y sumamente larga. También se percató de sus rodillas, que estaban con raspadura y acompañada de un hilo con sangre que derramaba sobre el suelo. No dudó un segundo y extendió su mano hacia ella.
Pero, en cuestión de segundos, el brazo de aquella estudiante indefensa fue arrebatada por un pelianaranjado. Sin importarle como se encontraba, la forzó a levantarse y la arrastró mientras exclamaba unas cuantas palabras incoherentes a oídos de Sigma.
— ¡Es suficiente, Dazai! ¡Deja de lado tus escenas ridículas y compórtate como una mujer! —la zamarreo con tal de obligarla a que se parara bien por cuenta propia, ya que mantenía su cabeza agachada y sus piernas amenazaban con rendirse.
— Chuuya, escuchame…
— ¡No! Tú y yo tenemos un asunto pendiente del cual hablar. —contestó entre dientes, para que las personas de su alrededor no escucharan.— No te escaparás de las consecuencias de tus actos.
Sigma intentó acercarse, ya que había reunido las hojas que se habían caído y quería devolverlas, pero en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron. Él quedó con un malestar, ya que presenció una escena un tanto extraña y por un lado se sintió culpable al no haber interferido. Segundos después, logró localizarla y únicamente observó como era guiada forzosamente hacia un pasillo.
Le parecía sospechoso las vendas que cubrían su cuello, brazos y su ojo izquierdo. Empezó a relacionar aquello con las actitudes del contrario, lo cual alertó aún más y provocó que una oleada de seguridad se posara en él. Avanzó firmemente y decidido, hasta que nuevamente se vio interrumpido por unas manos que tomaron sus hombros y empujaban hacia atrás.
— ¿Qué está…? —Sigma maldijo internamente.
— Oh, niño. Si buscas conseguirla, no lo lograras. —un peliblanco comentó burlescamente.— Solo eres uno más en su lista.
— ¿De qué estás hablando? —se apartó, para después alisar el uniforme con sus manos y mirarlo de arriba hacia abajo.— Solo quería devolverle sus cosas.
— Eso dicen todos. —nuevamente se burló.— ¿Cierto, Dos-kun?
Sigma desvió su mirada hacia el recién nombrado, percatandose del aura oscura que emanaba y como lentamente una sonrisa divertida se formaba en sus labios. Un escalofrio recorrió sobre su espina dorsal ante la presencia de ambos, que no aparentaban ser para nada amigables.
— Es cierto. —afirmó con una voz monótona.
— ¿Quienes son ustedes? —Sigma enseguida se colocó a la defensiva.
— Él es Fyodor, mi íntimo y más cercano amigo. —el peliblanco aclaró, con una sonrisa escalofriante que lentamente se tornaba en una amigable al mismo tiempo que se señalaba.— Y yo Nikolai.
— Sigma… —se presentó, con cierta inseguridad pero dejándose confiar ante la amabilidad que empezaba a presenciar.
Giró su cabeza para así buscar la figura femenina, pero era imposible. Nikolai se posó detrás suyo, con su boca a centímetros de Sigma;
— Ya veo, si te interesa.
Sigma se sobresaltó y lo miró nuevamente, mientras rascaba su nuca debido al escalofrío que aún recorría allí. Frunció el ceño, ya comenzaba a irritarse.
— Ya dije que no me interesa, de verdad solo quería regresarle sus cosas… —su voz, que al principio había salido con tono molesto, se apagó de a poco. No quería causar problemas.
Nikolai ya estaba negando con la cabeza como si estuviera reprochando a un niño pequeño. Repentinamente alzó su brazo derecho y rodeó a Sigma por los hombros. Se sintió algo incómodo ante aquella confianza que el otro tenía, y no cabía duda de que Nikolai notó cómo se tensó momentáneamente.
— ¡De verdad no sabes nada! Pero no te preocupes, Dos-kun y yo estamos aquí para guiarte —sonrió—. Después de todo, para eso están los amigos, ¿no?
Esto último lo dijo a la par que le lanzaba una mirada a Fyodor, una que no logró descifrar Sigma. El pelinegro se encogió de hombros, pareciendo ser respuesta suficiente para que Nikolai diera otra de sus sonrisas, más siniestra todavía.
Pero otra vez más, cuando se dirigió hacía Sigma, cambió a una llena de amabilidad.
— ¿Amigos…? —dijo dudoso, sin saber cómo reaccionar ante las expresiones del otro.
— ¡Claro! ¿O acaso no nos quieres como amigos? —Nikolai hizo un puchero, con un comportamiento más teatral que genuino.
Aun así, se sintió presionado a aceptar aquella propuesta de amistad. No podía ser tan malo, ¿verdad? Nikolai y Fyodor eran un poco extraños (sin mencionar lo intimidantes que eran), pero él también era raro en ocasiones. Además, Atsushi ya había logrado hacer amigos en tan pocas horas del primer día, y Sigma no quería quedarse atrás.
Asintió lentamente, pero el gesto hizo que Nikolai sonriera ampliamente y diera una giro en su lugar con una risita. Inmediatamente sujetó el codo de Sigma, comenzando a casi arrastrarlo por el pasillo mientras que Fyodor caminaba con ellos.
Sigma sujetó firmemente los papeles que se le habían caído a la chica. Le causó una sensación molesta en su pecho al recordar el trato del pelirrojo con ella, se notaba que estaban tan centrados en su discusión que no les importaba las miradas de los demás. Esperaba poder regresarle las hojas luego…
