El nombre de aquella mujer, Kikyo, retumbaba en la mente de Aome cada que veía a Inuyasha irse en las noches. Cada noche era igual que la anterior, pero realmente lo que más le sorprendió fue lo que vio en un castillo dónde se alojaban con las mentiras de Miroku.
Era noche de luna nueva y lo que a Aome le sorprendió fue esa cercanía de Inuyasha con Sango, no era de extrañar que Miroku anduviera de libidinoso con cada muchacha que estuviera en el castillo hasta que al final una le dio el sí y a la exterminadora de monstruos no le hizo gracia.
—Aome — Shippo la llamó estando sobre su regazo —¿qué piensas de Inuyasha y Sango?
—A decir verdad... creería que aprendió bien de Miroku — murmuró la chica del futuro —, si ellos dos se quieren y Sango está bien, a mí me da lo mismo.
Aquella plateada serpiente que surcaba los cielos buscando almas de personas moribundas apareció frente a Aome, ella dejó a Shippo en el suelo y prosiguió a perserguirla. Corrió esquivando cada rama de los árboles, pero en la oscuridad no vio una roca con la que terminó tropezando y cayendo colina abajo hasta llegar a un arroyo.
—¡Inuyasha! — gritó Aome en busca de ayuda —¡Shippo! ¡alguien...!
Cuando la pelinegra se iba a poner en pie su pierna derecha flaqueó y cayó al suelo, y luego sintió como la sangre escurría por la pantorrilla mientras más luces plateadas se conglomeraban atrás de un árbol, que detrás de su perfil apareció la figura de Kikyo escoltada por sus serpientes caza almas.
—¿Qué haces aquí? — preguntó la sacerdotisa.
—Ki-Kikyo — Aome apenas pudo articular palabra —yo caí y... — su visión empezó a ser borrosa y a perder fuerzas —me lastimé.
Después de eso y el inmenso dolor que sentía en su pierna la hicieron entrar en shock y caer al suelo perdiendo el conocimiento. Kikyo se acercó tranquilamente a ella y con delicadeza la levantó llevándosela consigo a un lugar más seguro.
Estaban en una pequeña cabaña en mitad de un frondoso bosque, algo abandonada pero eso no importaba pues ahora lo que le importaba a Kikyo era curar la herida de Aome. No le había visto tan de cerca como quisiera pero esa chica le resultaba tan tranquila y estando en una época tan turbulenta llena de guerras por trozos de tierra.
Kikyo usó varias pomadas de hierbas medicinales para limpiar la herida y usó dos tablas de madera para poderle inmovilizar la pierna derecha ya que al parecer se la había fracturado, sólo había una hinchazón sobre el tobillo y nada más.
Con los primeros rayos del sol, Aome despertó y se sintió extraña como si no pudiera mover una pierna y es que era eso lo que sucedía con ella, al ver hacia abajo miró su pierna inmovilizada con tablas de madera, fibras vegetales y sintió su cabeza vendada. Luego por la entrada de la cabaña observó a Kikyo sentada en el escalón con sus serpientes caza almas revoloteando alrededor de ella.
—¿Kikyo? — Aome quiso ponerse de pie.
—No te muevas, ya regreso — ordenó la sacerdotisa y de inmediato fue a buscar un palo.
Kikyo salió de la cabaña con sus serpientes y cerca del arroyo encontró una rama lo suficientemente grande para que aquella chica del futuro se pueda apoyar. A ella le nació ayudarla ¿por qué? era lo correcto, sí, pero no sabía cómo sentirse.
—Te agradezco — Aome dijo sujetando la rama —... no sé pero necesitaba seguir las serpientes.
—Mi plan era atraer a Inuyasha — musitó la sacerdotisa —, sabes que a mí no me importa hacerte daño aunque no sea intención mía.
Aome frunció el entrecejo molesta, y Kikyo soltó una sonrisa tranquilamente muy a pesar de esa expresión tan cínica de parte de la sacerdotisa, la chica del futuro empezó a sentir cosas que ni con Inuyasha sentía.
—Eres un libro abierto, mocosa — Kikyo le entregó otra de esas ramas grandes —, usa esto si quieres caminar. Parece ser que Naraku ya fue derrotado porque llevas la perla de Shikon en tu cuello y además está purificada.
—Sí... los chicos y yo lo hicimos — Aome se levantó apoyándose en las improvisadas muletas —una pregunta. ¿Por qué estás ayudándome?
—La verdad... me nació, no me interesa lastimarte — murmuró la sacerdotisa —mi idea era traer a Inuyasha.
—Me divierto viendo las expresiones de los demás — la mayor le sonrió muy feliz y pasándole su dedo índice por el mentón.
Era una sensación de sentir una aguja fría pasar por su piel cálida y eso era ¿placentero? Aome estaba tan perdida en los ojos marrón inexpresivos y aunque estando "no-muerta" Kikyo sí que se sentía viva viendo las expresiones exageradas de la Higurashi.
—¿Sabes por qué he querido deshacerme de Inuyasha? — Kikyo le preguntó.
—¿Porque lo odias? — Aome la miró preocupada.
—No — la sacerdotisa le respondió —porque me alejaba de ti.
—¿D-de mí? o-oye suena espeluznante — Higurashi la vio horrorizada.
Kikyo caminó por la rivera del río y se sentó bajo la sombra de un árbol, mientras Aome la seguía con dificultades usando esas muletas improvisadas, de hecho se sentía nerviosa incluso más que cuando estaba con Inuyasha pero la calma era mayor con esa cínica mirada en el rostro de la sacerdotisa de barro y huesos.
—Lo sé, así que quiero proponerte algo — murmuró Kikyo.
—¿Y es qué? — preguntó Aome.
—Darle un susto a Inuyasha — la sacerdotisa dejó que una de sus serpientes se acercara a su mano —y cómo tú eres alguien importante para él así que necesito tu ayuda.
—¿Cómo quieres que te ayude? — indagó la adolescente.
—Bueno, lo atraeré y como ese día en que te até a un árbol y me viste besar a Inuyasha pero cambiaremos los papeles — explicó Kikyo —o bien podríamos simplemente hacerle lo que te hacía cada noche.
—Elijo la segunda opción. Será una dulce venganza — Aome sonrió tranquilamente.
Lentamente Kikyo pasó su mano por los hombros de la más joven provocando que Aome se sonrojaba notablemente a medida que sentía el frío tacto de la chica "no-muerta".
—O podemos simplemente olvidar eso — Kikyo ronroneó contra el cuello de Aome —, siempre te he querido para mí, si tan sólo Inuyasha y Naraku no se interpusieran. ¿y ya pediste el deseo a la perla?
—No, no lo he pedido — Aome estaba confundida pero no le disgustaba eso, ¿le gustaban las mujeres? —pero desearía que todos los involucrados con Naraku y esta pelea puedan ser felices.
En ese momento la perla de Shikon brilló en un hermoso color púrpura brillante, y al instante se desvaneció enviando una enorme onda expansiva y de inmediato Kikyo vio a sus serpientes desvanecerse y sentir algo que dejó de sentir ya hace más de cincuenta años: el latido de su corazón.
"Aome... Aome pidió el deseo correcto y yo estoy viva" pensó Kikyo.
—Kikyo... qué- — Aome sintió los labios de su contraria en los suyos —¿qué estás haciendo?
—Te veré aquí cada tres noches para charlar y para enseñarte muchas cosas, Aome— la sacerdotisa la miró sonriendo —bueno, una vez te recuperes.
La mirada de la chica del futuro era de completa confusión proyectada en sus ojos azules. Tras su recuperación Kikyo consiguió un bote para ir río abajo de vuelta a la aldea de Kaede. Aome volvió a ese lugar y, con un plus, de que tenía el pozo que funcionaba siempre que ella quería volver a su época cada que deseaba.
A partir de ese día Aome se encontraba con Kikyo bajo el árbol sagrado cada tres días, era un comportamiento muy extraño de parte de Aome tanto que una noche Sango, que estando cargando a su hija mayor la vio salir hacia el bosque con su arco y flechas.
—Aome — Sango la llamó —¿por qué has ido al bosque cada tres días durante?
—Uh... es por la misma razón que Inuyasha iba cuando enfrentamos a Naraku... para ver a Kikyo — le respondió Aome.
Sobraban las palabras, Sango entendió lo que significaba esas palabras.
—Si ellas se aman por qué no pude ser — Inuyasha salió desde atrás cargando a su otra hija con Sango.
—Sí, y ahora espero que su excelencia viva feliz — murmuró la exterminadora —Estoy feliz porque todos vivimos bien.
