UN GIRO INESPERADO Capítulo uno

Avanzaba lo más rápido que le era posible, pese a ser una noche profundamente oscura, sin luna, apenas y podía iluminarse un poco con su linterna, fue una suerte que se acordara de llevarla, lo malo es que sería fácilmente visible desde la distancia, pero no iba a arriesgarse a sufrir una caída por las prisas.

Pudo darse cuenta de que estaba llegando a su destino, apago su linterna y se concentro en el lugar, durante todo el camino el silencio fue su único compañero, escuchándose únicamente el sonido de sus acelerados pasos y respiración, ahora, podía percibir leves murmullos que procedían del establo.

"será acaso que la nota decía la verdad", no le gustaba tomar impresiones apresuradas sin comprobar antes, por lo que con todo el sigilo que le fue posible ingreso encontrando lo que temía, su hijo, su primogénito y una señorita, sin embargo, pese a la impresión, después de unos segundos pudo darse cuenta de algunos detalles.

Ellos no parecían estar en un encuentro inmoral y clandestino, tal y como decía la nota, al contrario, parecían tan sorprendidos como el, por otro lado, Terry había adoptado una postura visiblemente protectora frente a ella, aunque la joven se notaba que también estaba lista para defenderlo, que extraño, escucho sonidos de pasos que se acercaban y supo que no tenían tiempo.

Por qué lo había citado, no es que no fuera importante, es solo que para el era claro que Candy nunca lo haría a menos que fuera algo grave, la preocupación lo tenia totalmente invadido, no soportaba pensar que seria lo que sucedía, tenia que llegar lo más rápido que fuese posible, al verla aclararía muchas de las interrogantes que ni siquiera se atrevió a hacer al leer la nota.

Al llegar se dio cuenta que era el primero en hacerlo, pero no duro, apenas unos segundos después llego ella, tan hermosa como solo su pecosa podía serlo, se le notaba que estaba tan preocupada como el, su rostro se notaba sonrosado, pese a la escasa luz del candil, su respiración agitada, seguro vino a prisa como el, se apresuró a interrogarla, para saber que sucedía.

― ¿Qué sucede Candy?

A su respuesta ella pareció sorprenderse, ―eso quiero saber yo, ¿Qué pasa?, ¿Por qué me citaste aquí tan tarde?

El mundo pareció detenerse, un frio siniestro se deslizo desde su nuca por toda su columna vertebral.

―de que hablas, fuiste tu quien me cito, ―respondió con preocupación.

―yo encontré una nota…

―debajo de la puerta, ―completo el y ambos se vieron, dándose cuenta de lo grave de su situación.

―es una trampa…, ―casi susurro Candy.

El sonido de la puerta abriéndose hizo que Terry se interpusiera protectoramente entre quien fuera que estuviera entrando y Candy, dispuesto a apagar de inmediato su candil, pero era tarde, la persona que entro ya los había visto y estaba frente a ellos, tanto o más sorprendido que ellos.

― ¡padre!

El Duque pareció despertar de su leve shock y de inmediato puso su mente a trabajar, no había tiempo de preguntas, no por ahora, si no actuaba rápido esto se convertiría en un desastre y él no lo permitiría.

―rápido, escóndela detrás del heno, que se acercan y no hay tiempo o si hay alguna otra salida para que ella se escape háganlo.

Sin esperar más indicación, los jóvenes comprendieron de inmediato y Candy se escabulló lo más rápido que pudo entre una tabla suelta al final del establo que le mostro Terry, agradeciendo su baja estatura que le permitió caber perfectamente sin problemas.

―ve pronto a tu habitación por si van a buscarte, ―le susurro el castaño, desesperado por ponerla a salvo.

―lo hare, gracias, Terry.

Nada más supo que se había ido, Terry colgó el candil en una viga, iluminando un poco el establo, pero no lo suficiente, dando la impresión de que estaban allí solo ellos dos, apenas y un respiro después las puertas se abrieron con estruendo, entrando tras de ella un grupo de monjas lideradas por sor Gray, acompañadas de dos jovencitas.

La hermana Gray estaba furiosa, de solo imaginar que tales inmoralidades se estaban dando es su prestigioso colegio le causaba una terrible jaqueca, ella no lo permitiría, fuera quien fuera, mucho menos a Terrence y a esa jovencita que en mala hora tuvo la desdicha de admitir, pero al abrir las puertas, lo que encontró la dejo muda por un momento.

Sin embargo, eso no le sucedió a Eliza, quien se había encargado de hacer la acusación, ya que al estar muy segura de la presencia de sus acusados comenzó a lanzar improperios y vociferar sus acusaciones.

―se lo dije hermana Gray, Candy es una desvergonzada, ella se encuentra con Terrence en este lugar todas las noches, es una…, ―su chachara fue silenciada por una firme y potente voz.

― ¡Basta!, se puede saber ¿Qué significa esto?

―du duque…, ―apenas balbuceaba sor Gray.

―su gracia, ―continuo Eliza, haciendo una torpe reverencia y continuando con su plan, pese a no ver a Candy, ―pasa que una desvergonzada se encuentra todas las noches en este lugar con Terrence y …

―dije que BASTA, o es que no escucho jovencita, además no le he dado permiso de dirigirse a mí, ―luego mirando hacia sor Gray la interpelo: ―se puede saber ¿Cómo puede permitir que esta jovencita este manchando el apellido Grandchester?, dejándola que se pasee por todo el colegio vociferando y calumniando el honor y nombre de mi hijo y de una señorita sin antes haber confirmado nada.

―pe, pero duque, la señorita Leagan tenía una acusación muy seria y justo veníamos a verificarlo.

―y acaso este es el procedimiento adecuado, permitir que simplemente esparza rumores sin haber comprobado nada, como puede usted ver estamos solo mi hijo y yo en este lugar, imagino que no tengo que estar explicando que hacemos en el establo de la yegua de Terrence.

―por supuesto que no duque, pero…

―exijo que esta jovencita reciba un castigo de inmediato, ha hecho una ofensa grave y solo espero que ese rumor no se este esparciendo, porque de ser así las consecuencias serán graves para esta institución.

―yo, este, claro duque, tiene razón, hermanas escolten a Eliza y a Luisa a los cuartos de meditación.

―pero hermana Gray…

―silencio Eliza.

―un momento, ―interrumpió el duque, ― ¿qué castigo iba a recibir la jovencita que supuestamente estaría encontrándose con mi hijo?

―seria encerrada en las mazmorras duque.

―entonces allí es donde deben ir ellas, es el castigo que merecen.

―pero duque, no es algo severo.

―no lo dudo a la hora de querer imponérselo a la otra joven, que la hace tenerle más consideración a esta sobre la otra.

―que a la señorita Andrew se le castigaría por una falta extremadamente grave, pero la señorita Leagan…

―acaso no es grave su actuar, ―interrumpió el duque, ―no es suficientemente serio el hecho de que se atreva a enlodar el buen nombre de mi ducado con sus falsas acusaciones.

La mirada seria del duque no dio lugar a duda de lo indignado que se sentía y que no estaba dispuesto a ceder, no dejando espacio a las dudas, él tenía razón, se había dejado llevar, si hubiera investigado en forma discreta esto no estaría sucediendo, pero su furia fue tanta que no la dejo pensar en forma clara, queriendo solo castigar exponiendo a los culpables, sin darse cuenta de que al final era el colegio el que también quedaba expuesto y con la reputación manchada.

―tiene razón duque, hermanas, condúzcanlas a las mazmorras.

―nooooo, esto es un ultraje un atropello, ―gritaba Eliza, mientras que la pobre Luisa seguía muda de la impresión, no pudiendo creer el terrible problema en que se encontraba.

―silencio, si se atreven a emitir un sonido más, su castigo será aun peor, ―expreso en su voz más severa sor Gray, lo que consiguió que ambas jóvenes se congelaran de miedo y se les cerraran sus gargantas no emitiendo más que silenciosos sollozos.

―me gustaría llegar al fondo de esto, nos reuniremos en su oficina temprano por la mañana, ―indico el duque, dejando claro que no estaba dispuesto a continuar con el alboroto, ―espero que este incidente no traiga consecuencias en contra del buen nombre de mi familia hermana, por lo que cualquier alumno que se encargue de esparcir falsos rumores sea castigado con severidad.

La firme mirada del duque daba muestra de lo disgustado que se encontraba, agradeciendo poder tener tiempo de recomponerse de semejante trago amargo y tratar de contener los daños causados sor Gray no dudo en estar de acuerdo con el y salir del establo, dejando solos a los hombres Grandchester.

Y en efecto la orden del duque se cumplió, en los dormitorios masculinos se encontraron con el rumor de encuentros clandestinos entre el hijo del duque de Grandchester y la americana Candice Andrew, las monjas de inmediato investigaron el origen del rumor y advirtieron de graves castigos para quienes los estuvieran esparciendo, por lo que rápidamente los estudiantes acusaron a Neal y dos amigos suyos de iniciarlos, siendo estos tres escoltados a las mazmorras, como Eliza y Luisa.

En los dormitorio femeninos también se estaba esparciendo el mismo rumor, aplicándose las mismas medidas, pero la mayor prueba de que todo era una calumnia fue cuando las monjas tocaron la puerta de la habitación especial de Candy, saliendo esta en su bata y adormilada preguntando que sucedía, eso provoco que mas de alguna tomara seriedad de las falsas acusaciones lanzadas por Eliza.

¿continuará?

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Hola, pues finalmente público el inicio de esta historia que estaba guardada alli en los cajones de mi loca inspiración.

Les dese un feliz día, bendiciones.