En la penumbra de una habitación en una pequeña casa, ubicada en el estado de Michigan. Un hombre de cabellos blancos y una mujer de cabellera castaña observaban con ternura a su pequeña hija, quien yacía en su cuna durmiendo plácidamente.
La luz tenue de una lamparita de noche iluminaba el rostro angelical de la pequeña de cabellos cenizos la cuál vestía un pañalero de algodón de color rosa pálido. Las pequeñas respiraciones regulares llenaban la habitación de serenidad.
La de cabello café tomó la mano del hombre con suavidad, entrelazando de tal manera sus dedos con los suyos mientras ambos miraban a su preciosa creación.
— Mira cómo duerme Linc—susurró ella sin despegar la mirada de la bebé —Parece un hermoso angelito ¿no lo crees?
Los ojos de la pareja notaban cansancio por los desvelos qué habían tenido desde que esa pequeña bebé había nacido hace apenas un par de meses.
Si bien hay que decir que a pesar de todo el trabajo duro que estaba conllevando la crianza de un bebé, eso no les impedía a ambos admirar a su linda Lacy, su bebé adorada con tanto amor a través de esos ojos llenos de ojeras.
—Ella es un ángel —aseguró Lincoln Loud sonriendo más ampliamente viendo como la bebé se movió un poco cambiando de posición.
Últimamente era un reto hacerla dormir, le gustaba estar activa por las noches sobre todo.
Ambos eran primerizos en ser padres, habían tenido hermanas menores, era cierto y a veces ayudarían a mamá y papá al cuidado de ellas.
Pero esto era totalmente diferente, ahora esa bebé que yacía en esa cuna dependía del tiempo completo de ambos y tuvieron que saber organizarse y acoplarse para cuidarla.
Desvelos en plena madrugada para ir a su habitación y ver si tenía hambre o solo tenía el pañal sucio, a veces lo hacía él, a veces lo hacía ella.
Lo cierto era que esa bebé tenía energía para querer estar activa la mayor parte del tiempo posible.
—Se parece a alguien, ¿no Lynn? —preguntó Lincoln alzando una ceja.
—No sé a que te refieres —se hizo la desentendida ella mientras pegaba más a la bebé a su pecho mientras se quedaba mirándola dando una pequeña sonrisa.
Si bien días atrás así había sucedido, esta noche no se le complicó hacerla dormir.
Lynn se subió uno de sus caídos tirantes y dio un beso en la cabeza de su bebé, mientras está daba un bostezo y se dejaba vencer por el sueño y así por fin terminó por quedar dormida entre los brazos de su madre.
Lincoln tan solo un par de minutos después decidió entrar hacia la habitación para preguntar si hacía falta algo de apoyo, tal vez para cantarle alguna canción a su pequeña Lacy y arrullarla suavemente entre sus brazos.
Sin embargo se encontró con la escena de Lynn mirando con dulzura hacia la cuna.
Una dulzura que solo se había visto desde que había dado a luz a esa hermosa criatura.
Entonces Lincoln se había unido a ella para contemplar a ese pequeña niña que tenía la esencia de ambos en ella.
—Es increíble como creamos algo tan hermoso, ¿no es así?
Lincoln dejó de sostener por un momento la mano de Lynn y se colocó ahora detrás de ella envolviendola en un abrazo.
—¿Creamos? —por lo bajo soltó una risita ella.
—Claro que creamos —reafirmó él —no hiciste el trabajo sola Lynn— beso su cuello suavemente.
—Bien, acepto tuviste un pequeño aporte en ello.
¡Ella era increíble!
Lincoln quiso soltar una risa pero con Lacy durmiendo se limitó a solo sonreír moviendo la cabeza en negación para después estampar los labios contra su mejilla.
Lacy soltó un suspiro suave que hizo que ellos volvieran a mirarla con sus corazones que estaban llenos de amor y gratitud al recordar que esa bebé era el fruto puro y genuino de su amor.
Cada que la admiraban dormir o la tenían entre sus brazos, hacían una y otra vez la promesa de protegerla con todas sus fuerzas, guiarla en cada paso de su camino y brindarle un hogar lleno de amor y seguridad.
Cerrando la puerta con cuidado ambos estaban en el pasillo que conducía a la habitación contigua donde ambos dormían.
—Bueno si se llega a despertar te toca a ti esta vez ir —advirtió Lynn apuntandolo con su dedo índice.
Él puso su mano con suavidad sobre su mejilla mientras asentía.
—Esta bien. Yo lo haré Lynn.
Sin pensarlo dos veces o reclamar en absoluto, él accedió. Pese a que también tenía el mismo cansancio que ella y más trabajando tan duro durante tantas horas.
—Eres tan condescendiente. — puso su mano sobre la suya.
—También me toca mi parte en esto Lynn, ella es nuestra hija. —entrelazó una vez más sus manos.
—Te amo tanto.
Se acercó para besar sus labios.
Lynn siempre era la que con euforia se lanzaba hacia él para empezar a besarlo con pasión. Aunque esta vez fue solo un beso dulce.
Se alejó juntando la frente con suya con una gran sonrisa pintada en esos carnosos labios.
—Anda, vayamos a dormir ya.
Él asintió siguiéndola por detrás para entonces entrar a su recámara.
Mientras que en esa pequeña cuna que habían estado hace unos minutos atrás su pequeña Lacy aún yacía cubierta en esa pequeña manta durmiendo profundamente, esta vez sería más amable con sus padres y los dejaría dormir toda la noche.
