ORGAVERSE
CAPÍTULO 11
Natsuki llegó al departamento después de una tarde de arduo trabajo, sentía que al dormirse soñaría con que seguía en el taller. Como si no fuese suficiente con eso, su historial de llamadas tenía registradas diez llamadas de sus padres. Tan solo quería comer algo y echarse en la cama pero, recordó que ya no dormía sola, no podía irse a dormir apestando a aceite con sudor.
—¡Natsuki! Que bueno que llegas. —Mai estaba en la sala ayudando a Mikoto con su tarea.
—Muero de cansancio, no ayudaré con su tarea de física de nuevo —contestó bostezando.
—No es eso, es Shizuru.
—¿Qué le pasa?, ¿Dónde está?, ¿Por que no me llamaron?
—Tu novia se rompió —respondió Mikoto.
—¿¡Qué!? —Manifestó su forma canina.
—Rayos Mikoto, no la infartes. —Miró con desaprobación a la chica—. Verás Nat, Shizuru lleva ya más de una hora en la ducha, pensamos que quizá tiene… Un problema con bueno… ya sabes…
Kuga se tapó la cara con sus manos, no entendía porque aquello le había causado tanta vergüenza.
—Yo… Ya me encargo. —Se dio la vuelta. Su sonrojo le llegaba a las orejas.
—¿Qué no tenía sueño? —Mikoto.
—Lo entenderás cuando te marquen —Mai.
—No quiero marca sino es Mai.
—Ya lo hemos hablado, los beta no marcamos…
Natsuki llamó a la puerta del baño. —Shizuru, soy yo, ¿puedo pasar?—. La puerta estaba sin seguro pero no quería irrumpir solo así.
—Pasa.
Tal como la omega se imaginó, su alfa sí tenía un problema entre las piernas y una mueca de dolor.
—¿Estás bien, Shizuru? —Fue desvistiéndose.
—He estado bajo el agua fría mucho tiempo pero no baja. —Su voz delató que en verdad le dolía.
—¿Intestaste… —Vio una playera y unas bragas suyas en el lavamanos, las dos prendas tenían manchas semi transparentes—. Ok entonces eso no fue suficiente, entiendo.
—Lo siento, lavaré tu ropa —Sus mejillas estaban enrojecidas, y, Natsuki sabía que eso no era por pena.
—No importa, tranquila. —En realidad, lejos de incomodarle, le era excitante que su aroma hiciera que Shizuru se calentara.
Entró a la regadera, el espacio era reducido para dos personas pero no tuvo problema a la hora de agacharse.
—Natsuki espe… —se le salió un gemido—, Nat… —A diferencia del agua helada, la lengua de Natsuki estaba caliente. Se mordió los labios. Centró su mirada en ella, quién lentamente empujo hasta tenerla toda en su boca, topando con su garganta.
—Cielos… —Recargó la espalda en la pared, debajo de la regadera. Cuando Natsuki se agarró de sus muslos dejó de sentir fría el agua—. Mmm… —Sintió la punta de dos dedos acariciando su entrada.
Shizuru había descubierto lo bien que se sentía que Natsuki jugara con su coño, que la hiciera venirse por eso. Bastaba con que acercara sus dedos para que se mojara. Estaba fascinada, le encantaba.
—Ahh…
Natsuki siguió chupando mientras le penetraba despacio, hasta que sus dedos estuvieron del todo dentro e inició un vaivén al ritmo que le marcaron.
—Por favor, mete otro.
Para la omega era muy placentero sentir como Shizuru mojaba sus dedos, sentir que escurría desde sus yemas hasta su palma, le gustaba mucho escuchar ese pequeño chasquido húmedo.
Por un segundo Shizuru creyó que le fallarían las piernas, sentía como su cuerpo se estremecía.
—Nat…
Kuga la sacó de su boca, le dio un beso, lamió a lo largo.
—¿Sí? —Seguía deslizando sus dedos, lo más profundo que su mano le permitía.
—Lámelo. —Mordió su labio inferior.
—Con gusto. —Sacó sus dedos, solo para cambiar por su lengua, chupó sus labios, deslizó la lengua por toda su entrada—. Estás tan mojada. —Su aliento hizo que la castaña se estremeciera.
—Pensé mucho en ti.
Al mismo tiempo que penetró a su alfa, llevó su mano a su propia entrepierna, con lo hinchado que estaba su clítoris, al primer contacto ahogó un gemido en el interior de Shizuru.
Cuando sintió eso, Shizuru se dio cuenta de cómo se masturbaba Natsuki. Una sonrisa lasciva iluminó su rostro. Se llevó las manos a sus pechos, quería pedirle a Natsuki que los chupara y mordisqueara, pero esperaría a correrse primero.
—Natsuki… —gimió.
Alguien aporreó la puerta del baño.
—¡Cachorra, mámasela en su cuarto! —gritó sin pena alguna, con todo el descaro del planeta—. ¡Mai se está orinando aquí!
CINCO MINUTOS DESPUÉS
Kuga salió hecha una fiera del baño. Ese grito lo habían escuchado hasta los vecinos del piso de abajo, también los de arriba. Ni siquiera se molestó en reclamarle a Nao, se fue directo a su habitación.
La castaña intentó mantener la compostura.
—Ara… —Se quedó a solas con Nao, ya que Mai entró corriendo al baño—. ¿Cómo supiste que me estaba haciendo oral?
—Fácil. —Tuvo el valor de sonreír cínicamente, como si estuviese hablando con Kuga—. Porque se escuchaban tus gemidos pero no los de ella.
Le habría dado igual ser descubierta, de no ser porque su omega pasó de estar caliente a estar enojada.
—Ya veo… —Cerró los ojos. No quería ver a la culpable de todavía tener una creciente incomodidad en su entrepierna. Se había corrido en la boca de Natsuki pero por la circunstancia estaba lejos de estar satisfecha.
—Ehm… Sí… jeje solo las interrumpimos porque Mai estaba a nada de un accidente. —Su valor se esfumó tras sentir la vibra de Shizuru, junto con el aroma de su enojo.
—Por cierto, Natsuki está esperando ese shampoo que le debes.
—Escuché a Mikoto llamando, su tarea de física. —Soltó una risa forzada—. ¡Ya voy Mikoto!
Hubo golpes en la puerta principal.
Shizuru no estaba de humor, pero de todos modos caminó a la puerta. Frunció tenuemente el ceño. La insistencia con la que golpeaban no era normal.
Abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para asomarse.
—Buenas noches.
Eran un par de hombres, vestidos con trajes azul oscuro, ambos arriba de los 30, de constitución fuerte y expresiones recias. El rubio, el más serio, se dirigió a ella.
—Buscamos a la señorita Kuga Natsuki.
Sintió un malestar en la boca del estómago, aquello no podía ser una coincidencia. Dudaba mucho que fueran cobradores de deudas. Ya había sentido ese tipo de vibra en otras personas, las que trabajaban para…
—¿Quién la busca? —Alzó la barbilla.
—Ella sabe quién —respondió escueto.
—Pero yo no.
El hombre soltó un bajo gruñido. —¿Quién es usted?—. Apoyó una mano en la puerta. —Será mejor que no se meta en esto, señorita—. Intentó empujarla, no se esperaba que estuviese como pegada al piso.
Del otro lado Shizuru atrancaba la puerta con su pie.
El ajetreo hizo que las chicas salieran de sus cuartos.
Natsuki se puso detrás de Shizuru justo cuando el rubio trajeado abrió la boca.
—Esto es con la señorita Kuga.
—Mierda. —Había reconocido esa voz, igual de irritante que hacía tanto—. Yo me encargo. —Puso su mano sobre el hombro de Shizuru, sintió lo tenso de su cuerpo, le dio un apretón cariñoso—. Déjamelo a mí.
Se deslizó por un espacio estrecho en la puerta, no quería que la castaña le abriera del todo.
—¿Qué son estas malditas horas y modos? —Su cola estaba erizada, sus orejas dobladas para atrás—. Sergey…
—Los señores Kuga nos han mandado, porque se niega a contestar sus llamadas. —Le miró de un modo despectivo. Simplemente no comprendía que hacía la hija de ese matrimonio en un lugar como ese—. Le esperan en la mansión.
—Mansión mi trasero, sino contesto es por algo. —Frunció el ceño—. Lárguense.
—Debe venir con nosotros.
—¿Debo? No me jodas. —Apretó los dientes, sus colmillos se rasparon entre sí—. Dije, lárguense.
Ni siquiera cuando era una mocosa en plena fuga habían hecho eso.
Sergey y su compañero cambiaron de forma. Ambos eran metamorfos caninos, dóberman. Sus expresiones dejaron claro que estaban dispuestos a ponerse violentos.
Con eso, Shizuru no soportó más quedarse dentro, de brazos cruzados.
—Ella dijo, lárguense. —Salió del departamento. Se transformó frente a ellos. Sacó sus garras, mucho más grandes que las de ellos.
—Tsk, felino engreído —dijo el compañero de Sergey.
Pero el propio Sergey contempló el escenario con desconfianza. Meterse en una pelea con un león era una mala idea. Peor todavía si la señorita Kuga se envolvía en el pleito.
—Sabe cómo son sus padres…
—Entonces inténtalo si quieres, Sergey —gruñó, muy fuerte—, maldito perro faldero.
El rubio vio como los contemplaban esos ojos rojizos, ella lo estaba retando, sin embargo, parecía más el reto de un depredador a una presa que ya estaba acorralada.
—Solo complica las cosas, señorita Kuga. —Hizo una seña a su compañero para retirarse.
—Lo siento por eso, Shizuru. —Sus orejas se relajaron—. Menudos imbéciles con corbata.
Shizuru volteó a mirarla. La envolvió en un abrazo estrecho. Natsuki acarició su espalda, percibiendo y consintiendo el instinto posesivo de su alfa para con ella.
—Hey tranquila, no iré a ningún lado.
—Mierda, esos "Señorita" sonaban como mentadas de madre. ¿De qué dijiste que trabajan los Kuga, cachorra?
—Altas vibras de gangsters —asintió repetidamente Mikoto.
—Enviar matones solo por no contestar unas cuantas llamadas… —Mai estaba un nivel arriba de indignada—. ¿Qué diablos le pasa a esos engreídos?
Para Kuga fue un alivio que hablaran de sus padres y sus hombres como algo ajeno a ella, no quería, ni de cerca, ser agrupada con ellos.
—Muchas cosas. —Suprimió las ganas de pegarle a la pelirroja—. Pero mayormente, seguridad privada.
—Eres sexy cuando te enojas. —Natsuki besó la comisura de sus labios, besó su mejilla, su cuello—. Pero hermosa, necesito hacer tarea.
—Ara, dices eso, pero Nat. —Cerró los ojos, amaba la sensación de esos labios detrás de su oreja—. Eres tú la que está encima de mí.
—Porque no dejabas de verme de esa manera…
—¿Cuál manera?
Ni siquiera habían llegado a la cama, estaban en el piso de la habitación. La castaña estaba recostada boca arriba, mientras la omega restregaba sus pechos para que sus pezones se rozaran entre ellos, era difícil decir quién los tenía más duros.
—¿Ves cómo me tienes, Shizuru? —Sentía su entrepierna empapada—. No iba a poder concentrarme estando así de caliente. —Sus besos subieron de regreso a la boca que le tentaba. La saliva de Shizuru, tan tibia, en su lengua, hacía cosquillear su abdomen—. Mételo ya…
Primero, la alfa la acarició con un dedo, en círculos alrededor de su culo, estaba mojado, lento pero firme fue introduciendo su dedo, en ese primer movimiento se dio cuenta de que sin problema podría deslizar otro. Jugó así durante algunos minutos. Hasta que sintió que estaba lista para recibirla.
La abrazó por la cintura, mordió su oreja izquierda, con eso el interior de Natsuki palpitó más fuerte. Se mantuvo chupando su lóbulo hasta que le vio mover el cuello, entendió el mensaje, se pasó a besar ahí, saboreó la piel sudorosa de su novia.
—Shizuru…
—Y entonces no dormiste porque se quedaron cogiendo y después tuviste que hacer milagros con tu tarea.
—En efecto, porque copiártela a ti no es una opción. —Tenía en su mano una lata de bebida energético, era la segunda.
—Pero sí la hice —reprochó.
—La calidad es lo que me preocupa, araña.
—Tú… —Se dio cuenta de que, a unos metros de ellas, bajo un árbol, un grupito de chicas hablaban mientras una de cabello verde señalaba a su amiga—. Eh cachorra, ¿las conoces?
Natsuki se talló los ojos antes de mirar a dónde le decían.
—Mmm… —bostezó—, no, aunque esa. —Señaló a la que la señalaba, para hacerle ver que fue atrapada—. Me parece familiar, creo que quiso encimársele a Shizuru.
—Tu chica es bastante popular, ¿eso no te preocupa?
—¿Hablas de preocuparme por Shizuru o de la integridad física de quienes intenten algo con ella?
Vieron cómo se acercaba esa misma chica.
—Oye, tú. —Le habló a Kuga, de mala gana—. ¿Qué pretendes con Shizuru?
—¿Disculpa? Ni siquiera sé quién eres. —Arrugó la nariz—. Solo sé que ella te puso en tu lugar cuando la acosaste.
—No estaba acosándola.
—Yo creo que sí. —Dio un trago a su lata, esa cosa era vida—. Ahora, los humanos decentes tenemos que atender clases, adiós.
—Vaya, ¿qué tiene de decente ser un saco de semen?
Tanto Natsuki como Nao se detuvieron.
—Araña, cuídame esto. —Le pasó su bebida y giró su cuerpo completo—. Ya que tienes tus ojos en MI alfa. —Crujió sus nudillos—. Arreglemos esto de omega a omega.
La chica sudó en frío. Eran bien conocidas las palizas que Kuga Natsuki podía dar. Pasó saliva.
—No creo que sea necesario… —Dio un paso atrás, casi tropezó.
—A mí me parece que sí. —Bastó uno de sus gruñidos para ahuyentarla, salió corriendo de regreso con su grupo—. Quién mucho ladra poco muerde.
—Maldita imbécil… Diciéndote así…
—Araña… Tú me dices empanada rellena y eso también es ofensivo.
—Sí pero yo soy tu amiga.
—Odio cuando tienes un punto… Esa desgraciada corre rápido.
—Toma en cuenta que pareces sicario cuando te enojas, en su lugar también correría así. —Le regresó su bebida—. Dios, no vayas a beberte otra de esas, si dejo que te de un infarto, Shizuru me matará.
—Santo cielo, Shizuru Fujino, ¿cómo es que hacen enojar a tantas familias? —Haruka contuvo sus ganas de darle un golpe.
—Yo tampoco lo entiendo, digo, solo hacemos tres cosas.
—¿Tres cosas? —Alzó sus cejas.
—Estudiar, trabajar y coger.
—Si bueno creo que su fórmula no les está funcionando —Le preocupaba el bienestar de su amiga. Que su familia le diera la espalda ya era desalentador, tener en contra a los Kanzaki y los Searrs venía a ser otra patada en la ingle, y para rematar, acabó en líos con la familia de su novia—. Menuda suerte que se cargan, Dios.
—Irónicamente, es la época en la que he dormido mejor.
—Como no, con las desestresadas que te das. Por lo que mencionas, me sorprende que la delincuente tenga energía para trabajar.
Sonó un mensaje de texto. La rubia vio su celular, medio sonrió.
—Ara, interesante, ¿quién es?
Haruka se levantó con todo y mochila.
—Una buena amiga. Excúsame con el profesor. Iré a ayudarle con algo. —Vio los ojos picaros de su amiga—. Shizuru, no es lo que piensas.
—No dije nada. —Levantó las manos—. Anda, ve, tienes mi bendición —bromeó, con una sonrisa juguetona.
Haruka salió del salón.
Shizuru sacó su celular, tenía un mensaje de Natsuki, apenas iba a contestar cuando vio regresar a su amiga.
—Shizuru… ¿Tienes condones?
—Lo siento, pero yo no uso. —Se encogió de hombros—. Creo que en la enfermería todavía dan.
Sin decir más, Haruka volvió a marcharse.
—Pero no era lo que yo pensaba Haru, ¿no? —rio entre dientes. Fijo su atención en su celular—. Ahora, mi Natsuki.
