CAPITULO 5
— ese no, le queda muy suelto.
—¿Qué tal este?
—No mamá, ya habíamos dicho que tradicionales no.
— Pero…no hay nada más hermoso que nuestros yukatas y kimonos— dijo con tristeza la señora Tendo mientras volvía a guardar el atuendo.
— Este resalta su cintura.
—Nabiki… —¿Qué pasa? No tiene nada de malo, Akane ya está próxima a cumplir 17, es toda una Joven mujer.
—Pero— Saiko Tendo suspiro— Ustedes siempre serán mis niñas.
Akane se alejó de la ventana por la que observaba. — Ya les dije que no quiero asistir a otra fiesta más, siempre es lo mismo, un montón de estirados que se creen mejores que el resto del universo.
—Akane, no empecemos por favor, además, esta vez no son los amigos de tu papá, es tú fiesta de cumpleaños.
—Pero mamá…
Saiko se giró para seguir buscando en el gran armario, entre vestidos y kimonos. —Ummm— repasó con un dedo uno a uno hasta que el brillo de algo en particular le llamó la atención pasó la mano por el gancho que lo sostenía para sacarlo con cuidado.
—¡Wow! Mamá, si Akane no lo quiere, lo pido para mí.
Akane que permanecía con los brazos cruzados como toda muestra de desaprobación, se sintió atraída por lo que sostenía su madre.
—¿Tú lo compraste Akane?
Akane negó con la cabeza mientras se ponía de pie para ver mejor. Llevó la mano de forma delicada hasta el corpiño y recorrió las diminutas perlas que daban la ilusión de lluvia.
—Tienes que probártelo
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Nabiki se acercó a su hermana y comenzó a inspeccionar el vestido, pasó la mano por la cintura y luego por la capa de tul con brillo dorado. —Tiene que haber algún mecanismo… Vamos Akane, gira de nuevo. Ella obedeció dando un giro completo sobre la punta de sus pies. El vestido se iluminó en una oleada tornasol desde la cintura hasta los pies.
—Pareces una princesa hija, aunque no crees que podríamos hacer algo para cubrir la espalda.
Akane se miró de reojo en el espejo, lo cierto es que el vestido tenía un escote pronunciado en la parte de atrás.
—Mejor pensemos en que te vas a poner mamá, de seguro que tendremos que buscar un vestido más lindo para no quedarnos atrás de Akane— Nabiki tomó por los hombros a su mamá alejándose de la habitación de su hermana. La señora Tendo se llevó la mano a la mejilla preocupada.
Akane dio un par de vueltas más frente al espejo, fascinada con aquellos reflejos iridiscentes que le recordaban algo, pero no sabía bien qué.
Regresó al lugar que tenía su habitación junto a la ventana y sintió el peso de sus
sentimientos oprimirle el pecho, no quería llorar, pero ya era tarde. Suspiro, ¿Él también pensará en mí?
Recordó aquella vez cuando llorando corrió a los brazos de su madre, con aquella tristeza que era imposible ocultarle.
—Lo sé — había dicho su madre mientras le apartaba el cabello de la cara que se le iba pegando con las lágrimas.
—Ranma se fue mamá.
—lo sé — repitió — el señor Genma vino a despedirse de nosotros anoche y Ranma estaba con él, se veía bastante abatido.
Mientras Akane se consolaba con su madre, Ranma ya se encontraba camino a su entrenamiento. Trataba de mostrarse tranquilo, tal vez solo expectante por la aventura, con su padre era imposible hablar de algo que no fuera el arte o la mochila se le hacía más pesada y eso que no habían avanzado mucho.
Genma lo miró por encima del hombro
— estás fuera de forma muchacho, mueve esas piernas.
Ranma no contestó nada, resopló y apuro el paso negándose a mirar atrás.
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—Feliz cumpleaños hija, espero que disfrutes tú fiesta— Soun al borde de las lágrimas abrió la pesada puerta de su salón principal.
Akane a duras penas articuló un gracias.
Las personas que estaban esperando se pusieron de pie para recibir a la cumpleañera. Akane no detalló mucho en la decoración en la cual se había esmerado tanto su madre, los largos manteles con finísimos hilos dorados, los centros de mesa con cristales de murano y flores blancas y rosadas, tampoco reparó en las luces que hacían el ambiente cálido.
Se limitó a caminar por el centro y saludar con una inclinación a los conocidos de su familia y a otra gran parte de personas que no le eran familiares para nada.
Ocuparon la mesa central desde donde le llamó la atención el enorme pastel decorado también con flores y mariposas. Akane fijó la mirada en aquellas mariposas y la invadió la nostalgia, las mariposas volaron alrededor de su casa y en medio de los árboles, el olor a humedad, a tierra inundó sus sentidos haciéndole soltar un suspiro.
Su mano se sentía cálida, la miró encontrándola pequeña, otra mano igual de pequeña la sostenía, antes de poder ver la persona a la que pertenecía, esta se echó a correr soltando su mano y entonces se sintió sola, se sintió triste.
—No…— dijo en un hilo de voz.
— ¿No?— repitió su mamá —No bromees Akane ¿Quieres?
—¿Mamá?
La señora Saiko suspiró —Akane querida, no te pierdas en ensoñaciones, estamos en tú cumpleaños. ¿Te gusta?
— Ay, yo… lo siento mamá, sí, todo está muy hermoso, muchas gracias.
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La cena estuvo deliciosa, supervisada atentamente por la señora Tendo, después de lo cual la reunión se tornó menos formal, los hombres se sentaron a fumar, beber y hablar de política, las respectivas esposas también formaron diversos grupos. Akane se vio arrastrada por Nabiki hacia la parte trasera de la casa.
—Oye, Nabiki, no te parece un poco extraño.
—¿Qué cosa?
— No veo mujeres de nuestra edad en los invitados.
—¿Y apenas te das cuenta, hermana?
— Nabiki rodó los ojos — eres una despistada.
Akane frenó en seco —¿No me digas que…
—Así es, otra hermosa velada para conseguirte un buen partido.
Akane sintió la bilis subir por su garganta, ya estaba cansada de declinar cortésmente y no tan cortés, las insinuaciones de sus padres para casarla.
— Entonces… ¿Me vas a ayudar a escapar? — preguntó ingenuamente Akane.
—¿Escapar? No seas tan falta de ingenio hermana, vamos a sacarles provecho a estos riquillos. Akane la miró con terror, pero ya era demasiado tarde.
Los jóvenes la miraron como lobos hambrientos. La mayoría la barrieron de arriba a abajo sin disimulo. Los más recatados murmuraron que linda. Otros callaron sus deseos más oscuros.
Akane provocaba reacciones en hombres y mujeres difíciles de explicar para el que la veía por primera vez. Era como si su belleza nublara la mente de las personas.
En la casa de la piscina, la crema y nata de la sociedad, disfrutaban de todo tipo de bebidas alcohólicas, algunos sin importarles no alcanzar la mayoría de edad.
—Bueno, señores, vamos a divertirnos. ¿Una ronda de póker?
—¿Qué? Nabiki… Pero.
Nabiki le habló al oído a su hermana— vamos a comprobar si es cierto que perdiste tú buena suerte hermanita.
— ya te dije que solo fue aquella vez… papá necesitaba el dinero y fue… un, un milagro, un golpe de suerte — Akane tartamudeaba mientras su hermana la empujaba por los hombros hasta hacerla sentar en la mesa de juego.
Akane recordó cómo, hacía unos años, su familia se había visto en apuros económicos, ella quiso ayudar y terminó por darle el billete ganador de la lotería a su padre.
— Hagan sus apuestas, caballeros, tengan en cuenta que quien gane, se enfrentará a mí hermana por su mano.
—¡¿Qué?! — chilló Akane levantándose de golpe.
— Hermanita, para qué crees que es todo esto— Nabiki abrió los brazos —Mis padres solo quieren buscarte un buen prometido, pero ellos no ven más allá de sus narices, yo me tomé el tiempo de estudiar la lista de invitados y seleccionar a los más exitosos, ese de allá, el de traje azul — Nabiki miró disimuladamente por encima del hombro— es hijo del dueño de la compañía más cotizada del mercado. Aquel rubio de anteojos es el creador de cyberclick.
Akane abrió los ojos sorprendida, no esperaba encontrar al mismísimo fundador de una red social tan utilizada y menos se imaginaba que fuera tan joven. — Aquel pelirrojo…
—¡No me importa quienes sean ellos! No vas a andar por ahí apostándome como si fuera una muñeca, ¡Me largo! – Akane levantó el borde del vestido para no pisarlo y se dispuso a salir.
— está bien… pero será una pena decirle a papá que perdió las relaciones con estas empresas tan importantes por un berrinche de su hija menor… Además, también estoy apostando una parte de la empresa y si la pierdo ¿Qué será de nosotras? — Nabiki hizo un gesto teatral de desmayarse.
Si bien Soun Tendo había ganado la lotería, fue su hija Nabiki la que tomó las decisiones más importantes y se asesoró de las personas necesarias para no perder el dinero en extravagancias si no invertirlo adecuadamente en algo que le diera ganancias. Lastimosamente, para Akane todo aquello conllevó que tuvieran que mudarse y abandonar la tranquila vida del campo que llevaban. Akane apretó los dientes y bufó, su vestido perdió todo el brillo que tenía volviéndose opaco, nadie lo notó.
Nabiki era una experta, no necesitaba suerte, años de práctica desde el instituto, se movía en las apuestas legales y algunas veces en las ilegales, aunque eso no lo sabía su familia, conocida como "no Mercy" en el mundo de juegos online. Nabiki Tendo derrotó uno por uno a los jóvenes millonarios, sin demostrar ninguna expresión, aun cuando los aplastaba sin piedad, llegó a la semifinal contra un rival igual de temerario.
—Príncipe Toma, no sabía que usted pretendía ser parte de mi familia.
— Señorita Tendo, por el contrario, ustedes pasarían a ser parte de la nuestra.
— Empecemos— dijo por toda respuesta.
El príncipe que era todo risas se transformó en una máscara de hielo. Los espectadores estaban más que complacidos con la partida, cualquiera podía ganar, la mayoría solo querían que el príncipe Toma la aplastara sin piedad, ya que Nabiki Tendo los había dejado sin importantes sumas de dinero, pero eso no estaba sucediendo, Nabiki llevaba la ventaja en todo momento solo tenía que dar la estocada final, pero entonces con un gesto dramático se dio por vencida aludiendo que no tenía cómo ganar.
Akane se dejó caer en una silla presa del vértigo.
— Ups hermanita, supongo que tendrás que jugar con el príncipe.
—¡Nabiki!… Tú….
El príncipe Toma se levantó de su silla pasándose una mano por el cabello. — señorita Tendo— dijo aproximándose a su oído — son muchas las mujeres que pelearían por estar en su lugar, si quiere darse por vencida la comprenderé, no tiene por qué fingir que no desea casarse conmigo.
—¡Ni loca!— gritó Akane apartándose. Pero el príncipe la tomó del antebrazo susurrándole— todas se vuelven locas por entrar a mi cama.
Akane tembló de indignación y con una fuerte cachetada lo hizo retroceder varios pasos.
—¡Akane!— dijo con sorpresa Nabiki.
Toma se llevó la mano a la mejilla y lejos de enojarse sonrió —me gustan las mujeres con carácter.
— ¡Engreído! Mejor juguemos— Akane se acomodó en el puesto cruzando las piernas de forma brusca.
— Si no puedes controlar tus emociones, ya tengo ganado el juego— aseguró Toma también tomando asiento.
—¡Eso lo veremos!
El juego estaba puesto, Akane, no tenía que siquiera esforzarse, sabía que tendría la mejor mano. Miró a Nabiki. Si ganaba, ella sabría qué no se trataba de un golpe de suerte de una sola vez. Miró a Toma, ese príncipe engreído, no quería que él ganara y tener que ser su esposa.
Se le llenaron los ojos de lágrimas. La última vez, haber salvado a su familia de la ruina le había costado lo que tanto quería. Ahora estaba atrapada en Evergarden, un país muy lejos de su hogar verdadero. No pensaba casarse, no con él y no tan joven, suspiró dispuesta a ganarle a ese idiota.
— ¡Estoy fuera! — dijo inesperadamente Toma, dejando las cartas boca abajo en la mesa. Akane perpleja, miró a Nabiki quien se encogió de hombros. Los jóvenes corearon una exhalación de decepción y de inmediato se dispersaron alzando copas y vasos y retándose unos a otros a beber.
—No era el resultado que esperaba… Pero me conformo— Nabiki tomó el premio y se alejó contando el dinero y verificando la autenticidad de los títulos y propiedades.
A Akane todo eso no le preocupaba, nadie notó cuando se escabulló del lugar. Justo detrás de la piscina estaban las orquídeas que con tanto recelo cuidaba su madre y más atrás el terreno colindaba con un riachuelo. Akane se sentó en el suelo, sin importarle ensuciar su hermoso vestido. Quiso buscar consuelo en la señora Risu, pero dada la hora era probable que estuviera dormida en uno de los árboles. Akane se recostó con los brazos abiertos y suspiró al reconocer la réplica en miniatura de su antigua casa del bosque, que ella había tardado tardes enteras en hacer, usando solo elementos de la naturaleza. Con un hondo suspiro fijó la mirada en la que representaba la casa de Ranma.
—Ranma…
— Señorita Tendo — una voz la sacó de sus pensamientos. Akane se incorporó para ver de quién se trataba. Reconoció al príncipe Kirin, un joven un poco mayor que ella. Su madre le había hablado de él, heredero de una gran fortuna y al parecer bastante famoso por sus escandalosas fiestas y extravagancias.
—príncipe Kirin— dijo a modo de saludo haciendo una reverencia.
— Voy a ser directo con usted señorita Tendo… ¿Puedo llamarla Akane?
—Sí, está bien príncipe.
—Kirin, Kirin a secas — la corrigió — Akane, quiero que seas mi esposa.
— Prin… Kirin, agradezco su propuesta, pero la verdad es que no planeo casarme por ahora.
Una breve ráfaga de viento hizo que el vestido de Akane ondeara, el príncipe aspiró el aroma como si se tratara de una droga y dejó salir una risa seca. —¿Qué no quieres casarte, dices?, Ja, no se equivoque, señorita, no es una propuesta, es algo que ya he decidido.
Akane frunció el ceño — No — repitió dando un paso atrás.
— ¿Para qué es todo esto entonces? — Kirin abrió los brazos con violencia— Es una forma muy poco disimulada de tú padre para buscarte esposo y créeme estará más que complacido de que sea yo el escogido.
—Seré yo quien decida con quién casarme. Akane recogió el borde de su vestido para alejarse a grandes zancadas sintiéndose asqueada y también enfadada con su padre por haber montado aquel estúpido espectáculo.
El príncipe sintió el palpitar desbocado de su corazón, no pensaba dejarla ir tan fácil, le dio alcance casi trotando y la abrazó por detrás, pegando su cuerpo al de ella. Akane dio un grito agudo al sentir lo evidentemente excitado que estaba el príncipe, le clavó las uñas en los brazos y trató de zafarse. Kirin pegó su rostro al de Akane gruñendo descaradamente, sin aflojar el agarre, pasó una de sus manos por el escote de ella. Akane sintió que la consumía el miedo y la ira, deseó con todo su ser regresar a su hogar. — Pronto — escuchó una voz que no era la de Kirin.
Entonces se sintió libre, su cuerpo era ligero, no podía ver nada a su alrededor.
—Pronto— repitió una voz en medio de la oscuridad. Ya no recordaba por qué tenía miedo o rabia, esas emociones ya le eran lejanas.
—Pronto— se escuchó la última vez, pero esta vez pudo ver la figura de una hermosa mujer con un manto que brillaba con una luz cegadora.
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—¡Akane! ¡Akane! . . . El camino que Ranma había recorrido tantas veces en su niñez ya no estaba tan marcado como antes, a esa hora de la noche y con una linterna a punto de descargarse perderse era muy fácil, pero un deseo pudo más que cualquier indicación de su padre, a quien dejó en la ciudad para buscar posada, ya no le temía al viejo tonto, no desde que supo que su fuerza era mayor, así como su velocidad. ¿Sería muy imprudente de su parte aparecer después de todos estos años? ¿Akane lo odiaría? Estuvo tan alejado de la civilización que no tenía muy claro el tiempo exacto que había transcurrido.
Estaba seguro de que ya debía haber visto las luces de la casa de Akane, o tal vez ya estaban durmiendo, tuvo un escalofrío que le recorrió la espalda, corrió con la poca energía que le quedaba. Se acercó a la ventana, ya no necesitaba trepar como cuando era niño, bastó con empujar un poco para que se viniera abajo con un estruendo. Se maldijo por ser tan descuidado.
—Soy yo… Ranma— susurró recordando que Nabiki ocupaba el lugar junto a la ventana, pero solo el silencio le devolvió el saludo. Dio un salto encogiendo el cuerpo y aterrizó en el suelo de madera, el eco de sus pisadas le indicaba que no quedaba nada. Intentó iluminar las habitaciones buscando una señal, lo que fuera, pero no había nada…no había nadie.
—¡Akane!
Nada
—¡Señor Tendo!
Nada
—¡Señora Tendo!
Nada
—¡Kasumi, Nabiki!
Nada.
Ranma se apresuró a la salida, tal vez Ryoga supiera algo o Shinno, abrió la puerta de un golpe y entonces el cielo se burló en su cara, las gotas cayeron una tras otra, seguidas de la tormenta. Ranma soltó una maldición. Se sentó con la espalda recostada en la pared y esperó, estaba cansado, los ojos le pesaban.
— ya pasará— se dijo. Tomó el cristal que colgaba en su pecho.
—Akane…
El dije estalló ocasionándole un pequeño corte en el pecho. Ranma miró los trozos en su mano y tembló.
—¡Akane! — gritó con los ojos desorbitados.
Abrió la puerta determinado a salir, pero fue como si el cielo le negara el derecho a verla, la tormenta arreció, el viento lo empujó de regreso a la casa. Así continuó durante toda la noche.
A primera hora de la mañana Ranma despertó con un sobresalto, aún lloviznaba y la neblina cubría todo el paisaje, así que tendría que confiar en su memoria.
Corrió por el camino lleno de lodo y piedras hasta divisar una casa a lo lejos, tocó desesperadamente la puerta.
—¡Ryoga! ¡Ryoga!
La puerta se abrió y una chica menuda que llevaba el cabello en dos trenzas, salió aún en pijama frotándose los ojos y dando un largo bostezo. —Ryoga no está aquí— dijo la niña.
—¿Tú lo conoces?
—Soy su prima Yoiko.
—¿Prima?
La niña asintió — Ryoga y mis tíos se mudaron a la ciudad.
—¿Y Akane? ¿Sabes dónde está? ¿Dónde están los Tendo?
—¿Los Tendo? — La niña meditó unos instantes — Ryoga me dijo algo como que un día desaparecieron sin dejar rastro.
—Que… Desaparecieron…— Ranma trató de procesar aquella información.
Yoiko le dio la dirección de Ryoga en un papel, pero no le aseguró encontrarlo. Ranma lo sabía, lo más probable era que estuviera de viaje o perdido por ahí. Regresó al camino cubierto de lodo, Shinno era una opción, pero ¿se acordaría de él? Por reflejo se llevó la mano al pecho, torció el gesto al encontrar solo el cordón.
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Akane abrió los ojos de repente, se encontró con la espalda del príncipe Toma.
— Ya sabes que tú reputación pende de un hilo, si no quieres que haga público esto, ¡Lárgate!
—oye niñato, Akane y yo solo jugábamos y luego ella se desmayó. Debe estar nerviosa por su cumpleaños.
Akane se incorporó, le dolía la cabeza, pero recordaba las asquerosas manos del príncipe Kirin — prepárate para morir— declaró llena de una ira que no sabía que podía sentir.
El príncipe soltó una risa burlona que fue borrada en exactamente treinta segundos, cuando Akane le propinó una patada en el mentón que lo dejó noqueado.
—Vaya… Me arrepiento de haberme retirado del juego… aunque presiento que aun teniendo la mano ganadora tú te ibas a retirar ¿No? Akane— dijo en tono burlón Toma.
—¿Qué? Cómo sabes…
—Vi tus cartas, justo después que dejaste el salón, ¿Por qué no me ganaste? No entiendo, si se notaba que no quieres comprometerte con nadie ¿Estoy en lo cierto?
Akane miró con preocupación al príncipe Kirin, ignorando las preguntas de Toma. El príncipe cargó a Kirin como un saco de papas —Ven, dejémoslo en una silla de la piscina y si alguien pregunta diremos que se emborrachó.
Akane lo siguió, pusieron además algunas botellas al pie de la silla, así puede que no sé metieran en problemas, por ahora.
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A la mañana siguiente, Akane se obligó a bajar a desayunar con sus padres. Soun bebía algún brebaje amargo que la señora Tendo aseguraba quitaba la resaca. Nabiki no se había despertado, seguramente la fiesta para ella había durado mucho más que para los demás.
—Quiero ir con Kasumi.
—¿Qué dices Akane querida? — Soun hizo un gesto de desagrado al terminar su bebida.
— Quiero ir con Kasumi, de regreso a Tokio.
Soun y su esposa se miraron — pero… Hija, no sé— Soun se apretó el puente de la nariz — puede ser peligroso, ya sabes…
Aunque normalmente Soun era más protector y Saiko más permisiva, esta vez no tuvo objeciones al respecto, la vida de Akane debía protegerse.
—Papá, yo sé defenderme, además ya pasaron años desde que nos fuimos, no creo que la gente recuerde a la hija del ganador de la lotería y menos que quieran secuestrarme… De nuevo.
La sola mención de lo sucedido había estado prohibida en casa de los Tendo. Soun apretó los labios y dio un manotón a la mesa — He dicho que no, Akane.
—Pero papá…
—Le diré que venga a visitarnos pronto, así no tendrás que ir hasta allá. ¿Qué te parece mi niña?
—No soy una niña y además…lo que quiero es salir de aquí.
Akane no esperó más respuesta de sus padres y sin probar bocado se fue.
— Quizás te excediste un poco con la fiesta de "solo chicos", querido.
Soun miró a su esposa con ojos llorosos, que ella ignoró convenientemente.
—Sabes… encontré al príncipe Kirin esta mañana en una silla de la piscina— cambió de tema Saiko
—¡¿Qué?!
—No te preocupes, hice que lo llevaran a descansar a una habitación de huéspedes, en cuanto despierte lo enviaré con su chofer.
— Gracias, querida.
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Akane miró el retrato de su hermana sonriente al lado de su esposo, el Dr. Tofú Ono, ¿por qué ella no podía tener su vida sencilla en Japón, sin preocupaciones? —No puedo… ¿O sí?…
Gateó hasta el armario y buscó entre sus pertenencias.
—Esto puede servir…— dijo sacando una caja del fondo
— umm esto también y…— Akane se detuvo con los ojos fijos en un artículo en especial, aquella mochila gigante de la que tantas veces se había burlado Ranma. Sonrió más decidida que nunca.
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Se sentía cada vez más ansiosa por llegar a Japón, sería un largo vuelo. ¿Sus papás la odiarían por irse? Solo serían unos días, se dijo para tranquilizarse, era algo que sentía que tenía que hacer, como si algo desde Japón la llamara. Se ajustó la capucha de su abrigo y los lentes, asegurándose que nadie pudiera reconocerla.
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—¡Querida! ¡Nabiki! ¡La niña!
Saiko corrió casi tropezando con su propio vestido, con el corazón desbocado. Se encontró a su esposo arrodillado con lágrimas rodando como ríos por sus mejillas. En su mano derecha estaba la carta causante de su tristeza. "Mamá, Papá, voy a estar unos días en Japón, por favor no se preocupen por mí, volveré pronto. Los quiero. Akane"
— Se ha vuelto una rebelde— gimoteo Soun —¿Por qué Saiko? ¿Por qué?
—Querido, tranquilízate… alista las maletas ¡Vamos a ir a Japón!
Nabiki que iba llegando, atraída por los gritos desgarradores de su padre, ladeó la cabeza —¿Vamos a Japón? ¿Le pasó algo a Kasumi?— Nabiki se acercó a su madre cada vez más preocupada.
—¡Oh! No, no, no querida, es tú hermana Akane.
—¡¿Le pasó algo a Akane?!
—¡Nabiki! Tú hermana ha huido de casa— sollozó Soun.
—¿Qué dices papá? Seguro es alguna rabieta porque hiciste una fiesta de cumpleaños en la que "misteriosamente" solo estaban invitados tus amigos que tienen hijos hombres de nuestra edad ¿Qué raro, verdad papá?
—Pe-pe-pero— Soun tartamudeó mientras sorbía la nariz — yo solo quiero lo mejor para ustedes.
—Nabiki… ¿Por qué no vas a hacer tú maleta y de paso ayudas a hacer la de papá? Nabiki chasqueó la lengua, se alejó con gesto despreocupado.
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Sucio, despeinado y con marcadas ojeras, Ranma llegó nuevamente a la ciudad, trató de enderezarse para parecer más imponente y se aclaró la garganta para que su voz sonara más grave. Se lo diré sin rodeos, pensó, no es como si necesitara su permiso, simplemente le diré que voy a buscar a Aka…a los Tendo.
Divisó a su padre en el parque, devorando el desayuno. —¡papá! — dijo en voz alta dándose ánimo. El señor Genma lo miró mientras limpiaba restos de comida con la lengua.
—Hijo, vamos a buscar a los Tendo— declaró sonriente Genma.
Ranma sintió todo el peso de su cansancio y preocupaciones aplastarlo de repente. Genma lo miró con el ceño fruncido.
—¿ donde estuviste toda la noche? Te ves terrible.
—Yo... eso no importa ¿cómo es que de pronto quieres ir a buscar a los Tendo?
Genma se cruzó de brazos — Soun es mi amigo y no tiene nada de malo que quiera visitarlo. Ahora ve por todo lo que necesites, el viaje hasta Evergarden será largo, tal vez nos tome meses, pero todo en nombre de la amistad ¿no crees?
Ranma no dijo nada, ya tendría tiempo para descubrir que tramaba su viejo, lo más importante era que ya sabía donde encontrar a Akane y por su puesto no desaprovecharía la oprtunidad.
CONTINUARA
Hola a todos, han pasado ochenta años(insertar meme del titanic)
Excusas, las de siempre, la vida aburrida de adulto.
tuve algunos problemas al tratar de corregir errores, lo pase a un programa y cambio todo el formato, me tocó que corregirlo todo nuevamente...en fin
un saludo muy especial a los que me dejaron comentarios.
SARITANIME LOVE: Esa mujer es un personaje de un a historia anterior "Algo valioso para mí" es una bruja con un humor extraño. Mas que poderes como podemos ver Akane tiene la suerte de ganar siempre, o ser la favorita de los dioses o mejor dicho tener una buena suerte.
Maria 1235 Al fin actualicé
HIkari: no estuvieron mucho separados, en papel, jajaja en tiempo sí
Baby face: que tal este salto temporal?
Roxbonita: espero no te pierdas nuevamente en la historia.
Saludos a todos, gracias por continuar leyendo y ahí también están las historias de RANAKANE WEEK.
