Capítulo veintisiete

― ¿ya te marchas Candy?

―en un rato más Alison, solo paso a despedirme de los niños.

―sí, por favor, lo que menos queremos es que nos hagan un boicot, por marcharte y no despedirte, ―mencionó riendo Taty, otra de las compañeras de la pecosa.

― ¿te vas antes de la hora?, ―no pudo evitar preguntar Flamy, al ver que aún faltaba para la salida de las estudiantes.

―mi horario es distinto, yo no vivo en la escuela de enfermería, por lo que suelo salir incluso una hora después de ustedes, supongo que no te habías percatado, sin embargo, este día me permitieron salir antes, ―respondió tranquila Candy.

―la ventaja de ser hija de uno de los hombres más ricos del país y que puede comprarle su estadía mientras juega a estudiar para ser enfermera, ―lanzo su veneno Kenia.

―estas diciéndome que mis notas y las evaluaciones que hacen nuestras maestras y doctores son compradas, porque si es así, es algo que nuestros superiores deberían saber, porque no estás solo ofendiéndome a mí, si no que estas lanzando acusaciones muy graves en contra de la institución, ―respondió Candy.

―no des vuelta a mis palabras Candy, ―reclamo Kenia.

―no trates de hacerte la inocente Kenia, todas escuchamos lo que has dicho, así que mejor medita tus palabras, ya llevas varias faltas, ―intervino Alison.

―una enfermera tiene como prioridad la atención de sus pacientes, como puedes simplemente anteponer frivolidades a tu deber, ―opinó con seriedad Flamy.

―lo dices como si no hubiera suficiente personal para encargarse de ellos mientras no estoy, además compartir con mi familia ahora que finalmente tengo una no me parece una frivolidad, ―respondió tranquila Candy.

―ah, pero según se no es por una reunión familiar que te vas antes, ―comentó Carla, ―si no para asistir a una fiesta, ¿acaso no es eso algo frívolo?

―para comenzar, cenare con mi familia, después asistiré con mi esposo a la recepción de su compañía, apoyarlo no es algo frívolo, por lo demás no es algo de tu incumbencia, ―respondió seria la pecosa.

―realmente si no tienes vocación de enfermera no deberías estar quitando la oportunidad a otra estudiante que, si la tenga, es obvio que la vida de lujos a la que estas acostumbrada no se compara con las responsabilidades y sacrificios que se tienen que hacer en nuestra profesión, ―insistió siempre inflexible Flamy.

―¿Qué problema tienes conmigo Flamy?, no me conoces, pero no dudas en condenarme, ¿Qué sabes tú de mi vida?, no te atrevas a juzgarme sin vivir mi camino, ni todo lo que he pasado para estar donde estoy, si es por el nivel económico de mi familia, te recuerdo que Florence Nightingale también provenía de una familia adinerada y mira todo lo que hizo, no estoy acostumbrada a los lujos, aunque ahora los disfruto, crecí en un orfanato, rodeada de mucho amor, aunque con privaciones materiales, pase muchas cosas, pero no me escudo atacando, juzgando o culpando a los demás por ello, solo trato de seguir mi camino.

―hablas de Florence, pero no sigues su ejemplo, ella se dedicó por entero a su profesión, nunca se casó, renunció a todo, ―contraataco Flamy.

―estas diciendo que por tener familia no haré un buen trabajo, me parece que estas subestimando y faltando el respeto a la mayoría de enfermeras que trabajan en este hospital, no te equivoques Flamy, soy responsable y comprometida con mis pacientes, pero no tengo ninguna intención de convencerte, simplemente te exijo que me respetes, así como yo te respeto a ti.

Candy se dio la vuelta para despedirse de sus amigas y se alejó, dejando atónita a Flamy, quien estaba acostumbrada a que todas sus compañeras obedecieran a su mandato, pero en esta escuela era muy distinto.

―realmente admiramos tu dedicación Flamy, pero estas actuando en forma incorrecta, ―reprendio Alison, ―ya suficientes voces críticas tiene Candy encima de ella, todas provocadas por la envidia, no creo que sea tu caso, pero reflexiona tus acciones, solo para que te quede claro, ella no le quita lugar a ninguna posible estudiante, de hecho, su familia paga la beca para que varias alumnas puedan estar en la escuela.

―y todo eso sin hacer alarde, ―continuó Taty, ―nosotros lo sabemos por pura casualidad, pero ella nunca es pretenciosa, ni rehúye del trabajo, como tantas otras que hay aquí.

Flamy se quedó con las palabras de las amigas de Candy y las de la misma pecosa, si, sabía que eran muy distintas, pero también que, aunque no estaba de acuerdo con su forma de ser, no podía quejarse de su desempeño, posiblemente nunca serian amigas, pero eso no significaba que no aprendiera a respetarla y valorar su trabajo.

000

El castaño se paseaba por el salón en espera de su pecosa, aun tenían tiempo de sobra, por lo que no le preocupaba llegar tarde, simplemente la extrañaba mucho, sus padres que estaban acompañándolo solo reían de su impaciencia.

El sonido de unos pasos lo hizo voltear, solo para verla al inicio de las escaleras, Candy bajo lentamente, dejando a Terry con la boca abierta, era preciosa y lo seria aun vestida con harapos, pero esta noche estaba más hermosa que nunca, se sentía terriblemente orgulloso de llevarla del brazo y poder llamarla su esposa, porque al menos legalmente lo era.

Una parte de él siempre se sentiría celoso de que otros pudieran disfrutar de su belleza, pero ahora él tenía la certeza de que ella era solo suya, así como él era de ella y de nadie más, sus días de inseguridad quedaron muy atrás.

―me dejas sin palabras pecosa, luces deslumbrante, ―las palabras del castaño provocaron un lindo sonrojo en ella.

―Terry, eres imposible, ni halagándome dejas de ponerme apodos, ―contestó Candy tratando de controlar los fuertes galopes de su corazón, ―pero, gracias, tú también estas hermoso.

―hey, no soy hermoso, soy un hombre, llámame varonil, guapo, apuesto, perfecto, que se yo, pero no hermoso, eso es para las mujeres.

―jajajaja, Terry, la modestia no tiene nada que ver contigo, ¿verdad? Y di lo que quieras, pero eres hermoso y lo sabes.

Eleonor y Richard observaban a la joven pareja, se deleitaban con sus riñas que pronto pasaban a cariños, siempre era algo digno de ver, por lo que disfrutaban el tiempo que podían compartir con ellos en la intimidad de la mansión.

Después de su matrimonio los ahora Duque y Duquesa de Grandchester, eran discretos con su boda, aunque no se ocultaban, si mantenían un perfil bajo, hacia unos meses que la guerra era una realidad, por lo que no era conveniente hacer alardes de ese tipo, no convenía darle un escándalo a la familia real.

Acompañaron a los jóvenes a la salida en donde los esperaba ya el chófer, allí se despidieron deseándoles pasaran una linda velada, al verlos marchar no pudieron evitar sentir la necesidad de acompañarlos, reprimiéndose, sabiendo que no debían.

Era extraño, después de años en los que ambos jóvenes estuvieron a su suerte, sin nadie que cuidara o velara de ellos, ahora querían estar allí, acompañándolos y protegiéndolos, por todo el tiempo en que no lo hicieron, tuvieron sus razones, pero por vanas o justificadas que fueran, ya no importaba, solo podían hacer lo imposible por que su futuro no fuera truncado, vieron que el auto era acompañado por los discretos coches de los guardaespaldas y entraron nuevamente a la mansión.

La joven pareja se dirigía a la fiesta de disfraces de la compañía de teatro, el tiempo había pasado volando, faltaba poco menos de un mes para el estreno de la obra, la ciudad estaba llena de afiches con el rostro de Terry y de Karen, lo que había obligado al castaño a tener que usar gorra y bufanda para salir.

Candy lucía un hermoso disfraz de julieta, como una vez lo hizo en el colegio San Pablo, Terry no se quedó atrás, vistiéndose como su romeo, al llegar al hotel en que se celebraba la fiesta, varios periodistas estaban ya listos para tomarles fotos y hacerles preguntas.

Terry muy orgulloso del brazo de Candy, regalo sus más sinceras sonrisas, al igual que ella, quien pese a lo abrumada que se sentía frente a las cámaras y las tantas preguntas, se mantuvo tranquila, disfrutando del inicio del triunfo de su esposo.

―señor Graham, ¿quién es la joven que lo acompaña?, ―se escuchó de un periodista que estaba más cerca, al igual que varios de sus colegas querían saber lo mismo.

―esta hermosa dama, es mi esposa, ―fue la contundente respuesta de Terry, quien sin responder a nada más, ingresó al hotel, dejando sorprendidos a todos.

El salón de la recepción estaba lleno de la crema y nata de la ciudad de New York, así como de varios miembros del círculo de Broadway, actores, directores, inversionistas, todos presentes para festejar el próximo estreno de la obra del grupo de teatro Stratford, en teoría esa era la idea general, aunque muchos estaban solo para ver que podían sacar para su provecho.

―Karen, tu disfraz de Cleopatra es sublime.

―gracias Candy, aunque no puedo evitar sentirme celosa de lo bien que te ves en ese disfraz de Julieta, esa peluca pelirroja te hace lucir espectacular, en especial con tus ojos verdes, si no hubieras venido del brazo de Terry no te habría reconocido.

―ustedes bellas damas están hermosas, ―elogio Terry, ―debo ser el hombre más envidiado de la fiesta en este momento, pero, mira allí viene tu Julio Cesar, nos vemos luego, iremos a saludar a Robert.

―hasta más tarde, ―se despidió Karen, dirigiéndose a su novio que efectivamente estaba disfrazado de Julio Cesar.

La pareja saludo a Robert y su esposa, además de un sinnúmero de personas que estos le presentaron, para después despedirse cortésmente para dirigirse a bailar, los presentes solo podían admirar como parecían fluir en la pista de baile, la adoración con la que se veían, provocando mas de un sentimiento de envidia, unos más disimulados que otros.

Susana veía de lejos a la pareja, tratando de pensar en la mejor forma de acercarse a Terry, pero al igual que mas de la mitad de las mujeres presentes, la pregunta era como alejarlo de Candy para poder lograrlo, algo que compartían con la mayoría de los hombres, quienes también ansiaban se separaran un momento, para poder acercarse a la bella julieta.

Mas pronto de lo que los jóvenes hubieran deseado, Terry tuvo que acompañar a Robert, para seguir siendo presentado a otras personas importantes que se encontraban presentes, todos mostrándose inalcanzables, quedaron más que sorprendidos por el porte y elegancia del castaño, quien pese a comportarse sin altanería como ellos, destilaba un estatus mucho mas alto de lo que podían imaginar.

Candy fue rápidamente abordada por algunos hombres, deseosos de que les aceptara un baile y mucho más, pero ella con elegancia rechazó a todos, acercándose a la esposa de Robert, con quien se habían hecho amigas, claro Eleonor se la había mas que encargado, no es que fuera necesario, la señora Hathaway tenia un cariño maternal hacia la pecosa.

Varias damas se reunieron alrededor de ellas, la curiosidad por conocer a la joven que acompañaba al guapo actor competía con las ansias de destrozarla, no faltaba uno que otro comentario venenoso y mal intencionado, quedándose todas con las ganas.

Pese a la juventud de la pecosa, esta era nada menos que la nuera de Eleonor y la hija adoptiva de Sofía, quienes no dudaron en instruirla para que pudiera desenvolverse sin problemas en ese mundo lleno de víboras, por otro lado, el tiempo conociendo a los Leagan preparo a Candy para eso y más, sin embargo, no todas eran así, muestra de ello era la adorable anciana que se unió a ellas y que rápidamente se ganó su simpatía.

―díganos Candy, está disfrutando la velada, ―preguntó una de las damas, ―digo, porque hay que aprovechar, más si tomamos en cuenta que no se sabe si volverá a acompañarnos en una.

―y ¿Por qué seria eso?, ¿es que no piensan seguir asistiendo?, ―respondió Candy, reconociendo la malicia de la mujer.

―no querida, ―contraataco otra, ―no somos nosotras quienes no asistiremos, nos referimos a que lo mas probable es que sea usted quien ya no asista, al menos no con Terrence claro.

―exacto, ―continuó la primera, ―un hombre como el no es del tipo de una sola mujer.

―no creo que siquiera sean novios y aunque lo sean, lo siento querida, eso no durará, ―finalizó la segunda.

―oh, que pena por lo que ustedes han tenido que pasar, pero por favor, no se preocupen por mí, ―les contestó Candy, dejándolas mordiéndose de la rabia, ―y tienen razón, no somos novios, porque verán, Terry yo somos ESPOSOS.

―talvez así aprenden a ser mas comedidas señoras, ―hablo la anciana, ―no me gustaría tener que rechazar solicitudes para el ingreso al club, sus deplorables comentarios no están haciendo nada en su favor, vamos Candy, acompáñanos a buscar algo de tomar.

―buena idea Greta, ―apoyo la señora Hathaway, ―de pronto siento agrio el paladar.

Al otro lado del salón Terry se escabullía a un balcón, tratando de respirar y escapar de las aburridas platicas de los "señores", pero para su mala suerte una pelilacia se les unió a los pocos segundos, cual ave de rapiña que estaba esperando a ponerle sus garras encima(literalmente).

― ¿estas aburrido Terry?

―Susana, ¿Qué haces aquí?, no es de una dama procurar estar a solas con un hombre casado.

―no veo lo incorrecto aquí, somos compañeros de tablas, todos lo saben, siendo así, no hay problema alguno en que te acompañe, ―soltó acercándose al castaño, quien como resorte casi brinco al otro lado alejándose de ella.

―pues que yo sepa ni cercanos somos, así que lo siento, si tu quieres seguir aquí, adelante, yo me retiro.

Susana se lanzó prácticamente a los brazos de Terry, con la intención de robarle un beso y comprometerlo, pero este advertido de alguna mala intención de ella no le dio oportunidad, haciéndose a un lado, cayendo la pelilacia sobre un pobre mesero que pasaba por allí, dando al castaño el espacio para escaparse.

Terry iba controlándose para no soltarse a reír a carcajadas por la forma en que resultaron las cosas, esa mujer no aprendía, realmente estaba pensando seriamente en tomar otro tipo de medidas con ella, pero por ir inmerso en esos pensamientos no vio que estaba en una esquina, siendo casi que arrinconado por una elegante joven.

―finalmente puedo acercarme a ti Terrence, eres bastante esquivo.

―disculpe, ¿la conozco?

―difícilmente, nuestros círculos sociales no se cruzan, soy Amanda Dupont, hija del senador Charles Dupont, acompáñame, quiero charlar un rato contigo.

―lo lamento, debo declinar.

― ¿Cómo te atreves?, acaso no escuchaste quien soy.

―la escuche muy bien, pero mi esposa me espera, con permiso.

―tienes una idea de lo que sucederá con tu incipiente carrera por atreverte a desairarme de esta manera.

―oh, pero señorita Dupont, si tanta es la gana que tiene de charlar, con gusto la acompañamos, mi esposo y yo estaremos encantados de hacerlo, ―intervino Candy, que llegaba en ese momento.

―y a ti quien te invitó, aparecida.

―oh, debo haberme confundido entonces, ya que no veo razón alguna por la que quiera reunirse a solas con mi esposo, no es muy digamos… apropiado.

―insolente, ¿tú no puedes siquiera a dirigirte a mí?, te crees muy lista ¿no es así?, pero me voy a encargar de que no olviden quien soy, solo recuerden muy bien, somos de círculos sociales muy diferentes, nuestro estatus no es el mismo y los voy a hacer verlo.

―claro que no son del mismo estatus, porque tu Amanda no eres mas que una arribista caída de la nada, no olvides que dependes de que tu padre mantenga su puesto en el senado, cosa muy difícil si mi esposo y yo retiramos el apoyo, ―hablo la señora Greta que llegaba junto a la señora Hathaway.

―señora Greta… no es lo que piensa, esta zarrapastrosa insolente me ha faltado el respeto.

―quien se lo ha faltado a ambos eres tu Amanda, no te han enseñado a respetar los hombres casados, por cierto, te presento a la heredera del señor William Andrew, sabes quien es ¿verdad?, tienes razón, por eso no se han cruzado nunca, sus círculos sociales son muy distintos, ya que ella si tiene lo que tu solo presumes, ahora retírate y prepárate, mañana temprano hablaré con tu padre, no dudo que el mismo querrá expresar sus disculpas al señor Andrew por la falta cometida contra su hija y yerno.

La altiva muchacha no pudo ni balbucear palabra, salió casi corriendo de la fiesta, ante la mirada divertida de Terry.

― ¿Cómo supo quién soy?, preguntó intrigada Candy.

―oh querida, conozco a Sofía y Elroy es una gran amiga mía, ellas me contaron de ti, aunque en un inicio no hice la conexión, pero luego recordé que ellas me comentaron que estabas casada con Terrence y todo encajó, pero ahora quiero mi premio de agradecimiento.

―y con todo gusto se lo doy mi bella dama, Candy, preciosa, discúlpame un momento mientras bailo una pieza con esta hermosa mujer, ―respondió Terry, adivinando la petición de la octogenaria, quien encantada tomo el brazo que el castaño le ofrecía y se iba a bailar con él, ante la mirada divertida de ella y la señora Hathaway.

La fiesta continuo, Candy y Terry bailaron un poco mas antes de retirarse, ya con la mente fría comenzaron a darse cuenta de la gravedad de las palabras de Amanda, reflexionando de lo injusto que habría sido si no fueran quienes eran y no tuvieran el apoyo de sus familias, agradeciendo una vez más el no tener que estar a merced de los caprichos de otros.

Continuará…

000

Hola, primero que nada me disculpo por tardar tanto en actualizar, ya hasta pena me da decir las razones, agradezco infinitamente su apoyo y comentarios, son invaluables para mi.

Para remate me doy cuenta que este capítulo se suponía que debía ser publicado hace días, no se que paso, lo bueno es que eso significa que hoy tendrán doble capítulo, pues publicare además el que iba a subir, es decir el 28, les deseo un feliz día, bendiciones.