Capítulo veintiocho
Un apuesto rubio mayor se encontraba en las oficinas centrales del banco Andrew en Chicago, recibía los últimos informes que pidió sobre la venta de las propiedades del clan en México.
―lamento no haber conseguido un mejor precio señor Andrew, ―se excusaba el empleado que se había designado para encargarse de las transacciones.
―la situación que está atravesando el país hace imposible obtener un mejor precio, solo quiero estar seguro de que todos nuestros empleados se encuentran a salvo.
―ellos llegaron hace unos días al país señor William, incluso los colonos que eran de México fueron traídos de acuerdo a sus órdenes, al preguntarles si querían venir a este país su respuesta fue un rotundo si, ―aclaró George.
―me alegro, es una preocupación menos, por favor ubiquen a todos en la propiedad que se compró en California, es suficientemente grande para que puedan trabajar allí, quiero que se verifique que estén establecidos y sin presión de nadie, han pasado situaciones difíciles, merecen trabajar con un poco de paz.
―comprendido señor, ya me ocupé de eso también.
―siempre un paso adelante George, gracias.
Albert despidió al otro empleado, agradeciendo su desempeño, quedándose únicamente con su fiel asistente, ansiaba volver a la mansión para estar con su esposa, pero tenían demasiado trabajo, por lo que con diligencia trataron de avanzar, tenia que decidir en donde querían que naciera el primogénito, odiaba estar moviendo a Sofía.
Su esposa tan activa como siempre fue, no dudo en viajar con el de vuelta a Chicago cuando el tuvo que hacerlo, seguía manteniendo su mismo nivel de actividad que antes, claro al ser enfermera sabia muy bien como cuidar de su embarazo y de hecho lo hacía, ya habían visitado al medico de cabecera de la familia.
La mansión estaba un poco mas sola ahora que Stear y Archie habían ingresado a la universidad, Paty los acompañó, los tres estaban en Harvard, Annie seguía siendo adiestrada por la tía abuela y la misma Sofía, la joven se esmeraba en su aprendizaje, aunque no podía negarse que la influencia de la joven matriarca y Candy le habían dado un poco más de carácter, conciencia y una pizca de empatía de la que carecía en el pasado.
Albert se llenaba de alivio el ver que su sobrino estaba calmando sus inquietudes de querer ir a la guerra, fue un trabajo en equipo, con una vigilancia casi constante, pero finalmente veían sus frutos.
Harvard se encuentra en la costa Este de los Estados Unidos, en la ciudad de Cambridge, estado de Massachusetts, más cerca de New York de lo que pensaban que estarían en un inicio, pues tenían varias propuestas de universidad.
Aun con la cercanía de ambos estados, no era como estar en el mismo, así que no es que se fueran a ver a diario, aunque si cada tantas semanas, la carga académica era bastante pesada, por lo que se la pasaban bastante ocupados, aun así, en el poco tiempo que tenían se ofrecieron de voluntarios en el proyecto de Albert y Richard.
Dicho proyecto consistía en brindar asistencia a los soldados que regresaban dados de baja de la guerra y a sus familias. Era un gran proyecto, el cual estaba destinado a ofrecer alivio a las muchas personas que han salido lastimadas con el conflicto armado.
Stear tuvo su cuota de realidad al escuchar las anécdotas de varios soldados, muchos de ellos con amputaciones o heridas tan graves que nunca volverían a ser los mismos, sus familias sin el apoyo brindado por dicho proyecto quedarían casi en la indigencia.
El pelinegro se sintió defraudado al darse cuenta de que ninguna institución les brindaba apoyo, pese al gran sacrificio que los jóvenes hicieron, trabajar en la fundación creada por el tío abuelo y el Duque le dio el sentido que necesitaba, de saber que estaba realmente haciendo algo útil.
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―otra vez, desde el principio, ―indicó el director.
Los actores se reorganizaron y volvieron a iniciar con el ensayo, faltaban pocos días, por lo que se no se admitían fallas, Robert estaba mas que entusiasmado con el próximo estreno, nunca había visto una interpretación tan apasionada y llena de fuerza como la de Terry.
En medio de los venturosos planes, escuchó la queja de Susana y de una que otra actriz (azuzadas por la pelilacia claro está) de la presencia de Candy, cuando la joven tenia la oportunidad de asistir y presenciar el ensayo, en otra ocasión hubiera tomado en serio sus palabras, pero ver el efecto en su protagonista tiraba por el suelo todos los berrinches que no eran mas que envidia y celos.
Pues era obvio que la joven pecosa era la inspiración de su romeo, no había interpretación más llena de vida y de fuerza, que cuando ella estaba presente, por lo que no dudo en llamar la atención a las quejistas.
―que tanto murmuran, ―interrumpió Robert a las jóvenes actrices que nuevamente se quejaban de la presencia de Candy, en nada suaves voces.
―estábamos comentando lo molesto que es tener distracciones, no es correcto permitir que personas ajenas al elenco estén presente causando que todos pierdan la concentración, ―respondió Bárbara, contenta, creyendo ilusamente que al fin conseguirían sacar a la pecosa.
―antes, ―continuaba Susana, llamando aún más la atención, pensando que obtendrían apoyo del resto del elenco, ―nunca permitías a personas extrañas entrar a los ensayos Robert, no comprendemos la preferencia ahora, no ves que…
―silencio, par de cacatúas, aquí las únicas que causan distracción y no se concentran son ustedes, no me interesan sus inseguridades, rencillas y envidias, compórtense como profesionales.
―pero Robert, como nos dices eso, ―se quejaba Susana.
―las niñas quieren el teatro cerrado para actuar sin que nadie las distraiga y puedan concentrarse, ¿es eso?
―exacto Robert, de eso es de lo que hablamos, ―insistía Bárbara.
―pues entonces cambien de profesión, porque obviamente actrices no son, acaso olvidan que actuaran ante un publico mucho mas grande que se encargará de distraerlas, si no pueden ser profesionales con una sola persona observando, mucho menos con el teatro lleno, que sea la última vez que me entero que están entorpeciendo el ensayo con sus cacareos, o se comportan o se van.
Las jóvenes quedaron lívidas ante el regaño del director, en especial porque debido a su insistencia en levantar la voz para hacer sentir mal a la pecosa, todos habían escuchado y las miraban con desaprobación, en especial Terry.
El ensayo continuó, Robert fue a sentarse junto a Candy, para observar la actuación y juzgar los avances y debilidades en las que trabajar, estuvieron un buen rato disfrutando del ensayo, cuando Candy hizo de pronto una mueca, señaló el techo y luego gritó a todo pulmón:
― ¡salgan del escenario!, ¡AHORA!, ¡TERRYYY!
Todos estaban sorprendidos, pero el castaño ni lento ni perezoso se quedo a averiguar, casi que a empujones comenzó a sacar a todo el mundo, con Karen haciendo lo mismo, fue una suerte que eran pocos actores los que estaban en esa escena, ya que mas tardaron en salir, cuando las enormes lámparas que colgaban del techo cayeron junto a la estructura que las sostenía.
El pobre Robert quedo unos minutos mudo y hasta sordo, semejante accidente pudo haber sido fatal, al salir del shock pudo observar a Candy examinando a los actores y personal que quedaron más cerca, asegurándose que nadie fue alcanzado por la estructura, después de verificar que todos estaban bien la rubia pecosa fue envuelta en los brazos de Terry.
―por todos los cielos muchacha… si no lo hubieras visto… gracias, nos has salvado, esto pudo…, ―Robert no podía ni completar sus palabras, al igual que el resto de los presentes estaba conmocionado.
―fue una bendición que estabas presente y observaste el peligro para avisarnos, ―agradecía también la señora Hathaway saliendo un poco de la impresión.
Casi al instante ingresaron varios hombres a ver que es lo que sucedía, solo Robert y su esposa los conocía, los guardaespaldas de Terry al escuchar el estruendo no dudaron en investigar que pasaba, no tardaron en organizar a todos para salir del teatro, por si acaso había algún daño en el techo, mientras ellos verificaban la seguridad del edificio.
Los actores y personal en general creyeron que eran empleados del teatro y con el susto ni pusieron atención, el ensayo estaba suspendido hasta nuevo aviso, para prevenir futuros siniestros, pero al menos se evitó una tragedia que bien podía no solo haber puesto fin al estreno, si no causar hasta la muerte de algunos actores.
Candy y Terry se fueron a la mansión, siendo escoltados en forma discreta por algunos de los guardaespaldas, los jóvenes apenas y podían creer lo sucedido, ¿Cómo pudo ocurrir algo así?, Candy de pronto ya habiendo pasado el susto, comenzó a bajar la adrenalina que la mantenía alerta y comenzó a darse cuenta de la gravedad de lo ocurrido.
―pecosa, ¿Qué pasa amor?, ¿Por qué lloras?, ―el castaño preguntaba preocupado al ver sus lágrimas.
― ¡Terry!, ―la rubia pecosa iba ya a llanto vivo, ―es, es, de solo…, no puedo Terry, de solo imaginar…
―ya, ya amor, no paso nada, estoy bien, me ves, gracias a ti todos lo estamos, ―Terry detuvo el auto, parqueándose a la orilla de la calle para no interrumpir el tráfico, abrazó a su pecosa, comprendiendo su angustia, porque en su lugar el estaría igual o peor.
―van a saber que sucedió, ¿verdad?, porque esto no fue casual Terry, no me digas que no, no después de lo que hemos estado conversando, ―reflexionaba Candy, recordando las conversaciones que mantenían no solo como familia, si no también las que tenían ellos antes de dormir.
―vamos a casa pecosa, dejemos que los profesionales nos den las respuestas que buscamos.
―ella tiene que pagar por todo, no voy a permitir que continue, ―Candy estaba furiosa, de solo imaginar que pudo perder a Terry se llenaba de una fuerza y determinación que el castaño no le había visto hasta ahora, haciéndolo sentir amado, al saber lo protectora que era con él.
Unos momentos después, cuando ya estaban mas serenos, reanudaron su viaje, siendo siempre cuidados por los guardias de seguridad.
Al llegar fueron recibidos por Richard y Eleonor, quien se abalanzó a los jóvenes revisándolos y luego abrazándolos, la rubia mayor estaba llena de angustia desde hacia algunas horas y a punto de ir a buscarlos estaban cuando llegaron, con una sola mirada supo que algo andaba mal y no se equivocó.
Unos minutos después, al saber por boca de Candy y Terry lo sucedido, los padres del castaño quedaron con miles de sentimientos encontrados.
Por un lado, estaban más que agradecidos nuevamente con Candy por volver a salvar a Terry, pero además de eso, la preocupación por la gravedad de lo ocurrido no era algo para tomar a la ligera, por ellos fuera envolverían al castaño en una burbuja, pero eso no ayudaría, ni resolvería nada.
Fueron dos días los que el teatro permaneció cerrado, para evitar alterar la evidencia, solo se permitió el ingreso a la policía, de lo cual nadie supo, pues todo se manejo de forma discreta, hasta al tercer día es que finalmente pudieron ingresar, pero solo los encargados de reparar los daños.
Hasta no estar seguros de la extensión de lo destruido no podían arriesgarse, pero una vez comprobado todo eso, pudieron encargarse de esto rápidamente, aun así, las reparaciones tardarían al menos una semana, por lo que, para no retrasar el estreno, Candy ofreció que ensayaran en uno de los salones de la mansión.
Dicho salón era el favorito de su suegra y su amado castaño para ensayar, debido a la acústica del mismo, la cual era similar a la de los teatros, como serian pocos días, Robert decidió que no se necesitaría el vestuario, por lo que, a dichos ensayos en la mansión, asistirían únicamente los actores.
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― ¿han terminado ya con la investigación?
―si su excelencia, no queda duda alguna, ―respondió uno de los investigadores.
― ¿Cómo lograron causar ese daño?
―fue sutil su gracia, simplemente debilitaron una de las cuerdas, de las que servían en el movimiento de la estructura, fue muy bien pensado, ya que al estar fijas no se causaría daño alguno, pero en los ensayos, mas al estar ya cerca de la fecha, se están probando las luces con los actores, para lo cual se ponen en movimiento, ―explicó el otro empleado.
― ¡será suficiente para detenerla?
―me temo que no su excelencia, ―contestó el primer empleado, ―si bien es cierto que su hijo la reconoció, eso no es evidencia, así como ella, muchas mas personas pudieron tener acceso a esa área, prácticamente todo el teatro pasa por allí, si bien es cierto que podemos usar el testimonio de los conserjes y de la encargada de vestuario, eso no bastaría.
―es frustrante, pese a estar ya conscientes de que estaba aquí, que tenia acceso al teatro, ¿Cómo es que sucedió esto?, ¿Por qué no se evitó?, ―exigía el Duque.
―por mucho que la tuviéramos identificada, ella ya tenía todo armado, sabemos que no es excusa su gracia, pero no todo está perdido, si nos permite tenemos una idea, ―explicaba el segundo empleado.
El Duque los escuchó, viendo que era la mejor forma para acabar de una vez con todas con el peligro que pendía sobre su familia, no le gustaba nada poner en riesgo a su hijo, pero no tenía opciones, ya días antes se habían alertado todos, cuando Terry reconoció a la tía de la difunta duquesa.
El castaño fingió no haberla visto, como buen actor disimuló no estar afectado por su presencia, de inmediato se inició una discreta revisión en el teatro, pero en ese momento no se llego a ninguna solución, lo que los mantenía en vilo, hasta ese día del accidente con las lámparas.
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En el salón azul de la mansión Andrew, estaban desde muy tempranas horas los actores de la compañía de teatro Stratford, era ya media tarde, el ensayo llevaba ya casi una hora sin parar, todos estaban muy concentrados, tanto así, que fue hasta cuando llegó el turno de Terry de estar en escena que se dieron cuenta de que este no se encontraba, pero lo mas extraño fue darse cuenta, de que tampoco estaba Susana.
A lo lejos se escuchó una discusión, como buenos curiosos no dudaron en ver la fuente del barullo, encontrándose con una escena de lo mas extraña, la señora Delia, a quien conocían como el ama de llaves, estaba jalando a Susana, sacándola de una habitación.
Hasta ese momento se dieron cuenta de lo mucho que habían avanzado en busca del origen de los gritos, ya que estaban bastante lejos del salón, pero la pregunta era, ¿Qué hacia Susana allí?, ¿Porque llego tan lejos siendo solo una invitada?
―salga de inmediato de la mansión, ―ordenaba Delia.
―que no ve quien soy, estoy con el grupo de teatro, ―vociferaba Susana, ―no puede correrme.
―claro que puedo, le he dado ya varias advertencias, pero usted no escucha, el grupo de teatro se encuentra en el salón azul, el cual está por cierto muy lejos de aquí, no niegue lo que salta a la vista.
―pues ya que ve que salta a la vista, no entiendo su reclamo, obviamente vine con Terry, el me trajo, no se en donde está ahora, fue a buscar algo, pero usted nos esta interrumpiendo, ―respondía altanera la pelilacia, sorprendiendo a todos con sus palabras.
―me podría decir a que horas el señor Terrence la ha traído, acaso cree que no nos dimos cuenta del momento exacto en que usted salió del salón en donde se encuentra el grupo de teatro y siguió a Zoila, creyendo que se dirigía a la habitación del señor, después de recibir la orden de llevarle unas cosas, sí, no se sorprenda, estábamos observándola.
―son unas mentirosas, buscan proteger a su patrona, pero contra la evidencia nada pueden hacer, estoy aquí porque el me trajo, fue el quien me saco del salón hace un rato y me dejo en su habitación, así que como ven, es su palabra contra la mía.
― ¿hija?, ¿Susana? ¿Qué estas diciendo?, es que acaso te han seducido, ¿Quién te ha vuelto tan descarada?, ―se escucho la voz de una atónita señora Marlowe, quien no podía creer las palabras que salían de la boca de su hija.
― ¡mamá!, es un mal entendido, Terry me trajo, no se que pretende esta gente, no estaba haciendo nada malo mamá.
―buscar constantemente ingresar a la residencia de un hombre casado ¿no es incorrecto?, ¿Qué clase de educación da a su hija señora?, llevamos semanas lidiando con el acoso de ella, no conforme con eso, en estos días en que ha ingresado con el grupo de teatro, ha incrementado sus intentos de buscar la habitación del señor Terrence.
―no, no, eso no es posible, mienten, ―repetía incrédula la señora Marlowe.
―usted prefiere cegarse que corregirla, pero no se tolerará este comportamiento, ha llegado demasiado lejos, se ha atrevido a ingresar al área de las habitaciones privadas, ―continuaba imperturbable Delia.
―esto es culpa de ese hombre disoluto, de seguro ha engatusado a mi niña, él tiene que responder por su honor.
―deje de ser tan ridícula señora, soy un hombre casado que no va a responder por la locura y acosos de su hija, ―habló fuerte Terry, quien se mostró en ese momento para conmoción de todos.
―no mientas Terry, ―insistió Susana, ―tú me has traído acá, tu…
Continuará…
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Hola, tal como prometí, acá esta el siguiente capítulo, tengan un feliz día, bendiciones.
