Disclaimer: El One Piece es el rey de los piratas, por ende, todo de Eiichiro Oda (?)
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Notas de la autora: Me demoré siglos en traer este capítulo, pero sepan que no fue porque no quise escribir, la verdad es que sufrí un bloqueo terrible y cada vez que me sentaba a escribir, todo parecía estar muy mal. Algunos personajes me gritaban lo que les estaba sucediendo (Y con algunos, me refiero a Sanji específicamente) y pues en el afán de seguir lo que me dictaban me di cuenta de que estaba cambiando el ritmo de la historia, sin embargo, no quiere decir que sea del todo malo… Me entenderán en un par de capítulos. Lamento mucho haberlos dejado más de un mes en el limbo, pero creo que por fin las cosas se acomodaron y voy a poder actualizar al ritmo que hemos llevado antes.
Agradecimiento: A todas las personitas que me tuvieron paciencia. En verdad les quiero muchísimo.
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Lo que tuvimos que hacer
Capítulo 25: Intrusivo
Cuando las pesadillas y terrores nocturnos son lo habitual, dormir plácidamente se convierte en un regalo preciado. Usopp había experimentado muchas noches de insomnio cuando el miedo se apoderaba de su mente y no le permitía descansar, pero ahora las cosas habían parecido cambiar drásticamente.
Podía sentir la presencia reconfortante de Zoro a su lado, su cálido abrazo envolviéndolo con ternura. La anatomía del joven se ajustaba perfectamente a la suya, como si estuvieran destinados a encajar juntos de esa manera. Usopp apreciaba cada detalle: la sensación de su pecho subiendo y bajando con cada respiración tranquila, el latido constante de su corazón que parecía transmitirle seguridad. En realidad se sentía afortunado de poder disfrutar de esas pequeñas cosas de manera tan intensa que solamente sonrió. Miró un poco a su alrededor y por la escasa luz que se filtraba por la ventana pudo deducir que aún era temprano para salir de la cama. Empezó a cerrar los ojos nuevamente para dormir un poco más y justo antes de quedarse dormido, sintió un bulto duro pegarse contra sus caderas.
Despertó de golpe, un poco confundido ante el contacto; dentro de su pecho, el corazón empezó a latir frenéticamente mientras su mente trataba de descifrar lo que estaba ocurriendo. Giró apenas lo suficiente para mirar a Zoro y descubrió que se encontraba profundamente dormido. Usopp rio un tanto nervioso ante la situación y volvió a su posición inicial en un intento de calmarse. No era la primera vez que sucedía algo por el estilo, pero aún le costaba acostumbrarse, y no era porque tuviera miedo… quizás un poco, pero no de Zoro, sino de sus propias reacciones.
Sintió su propia erección crecer bajo las sábanas y se apresuró a tapar la misma con sus manos. El ritmo de su respiración se hizo un tanto más acelerada y trató de pensar en cualquier otra cosa, como por ejemplo los materiales de arte… el olor a pintura… Un suspiro escapó de los labios del moreno al recordar ese primer beso y como si algún mecanismo se hubiera activado, todos y cada uno de sus músculos se tensaron, de pronto le costó respirar e incluso el acto de tragar saliva significaba una gran proeza: muy pronto las ganas de vomitar subieron por su garganta y cuando pensó que todo estaba perdido, un cálido beso se posó sobre su cuello.
—¿Estás despierto? —susurró Zoro mientras le acariciaba los rizos.
Usopp no tuvo el valor de responder y se quedó inmóvil fingiendo estar dormido. Podía sentir su propio cansancio arrastrándolo, pero también sentía una extraña paz en medio de todo el torbellino emocional. Cuando los ronquidos suaves de Zoro comenzaron a llenar la habitación, Usopp se dio cuenta de que, finalmente, podía permitirse relajarse.
La tensión que había estado acumulando se disipó lentamente, y Usopp se dejó llevar por el sueño que lo reclamaba. La última imagen en su mente antes de sumirse por completo en el mundo de los sueños fue la sonrisa de Zoro.
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Sanji estaba terminando de organizar las mesas para iniciar el día laboral. Aunque estaba ocupado, su mente no podía evitar vagar hacia Zoro; los recuerdos lo atacaban sin compasión. No había logrado comprender la magnitud de su atracción hacia él hasta el momento en que vio besando a Usopp. No solamente se había enterado que eran novios, sino también que se habían mudado juntos. Se había permitido ilusionarse al escuchar que eran solamente amigos, además, Zoro tampoco había ayudado mucho al ser tan receptivo a sus acercamientos esa noche en el "Tantros". Recordaba las sonrisas, las bromas… los roces. No podía ser solamente imaginaciones suyas ¿verdad?
Sacudió la cabeza casi con desesperación y trató de alejar cualquier pensamiento de su cabeza, así que se dedicó a fregar frenéticamente una sartén completamente llena de grasa.
—Sanji, ¿puedes ayudarme con esto? —Zeff le entregó una caja llena de suministros mientras lo miraba inquisidoramente. —¿Pasa algo, muchacho? Pareces preocupado.
Sanji suspiró y se apoyó en la encimera.
—No es nada, viejo. Solo... Estoy pensando en algunas cosas personales.
Zeff lo miró con una expresión comprensiva.
—¿Es sobre tu familia?
—Para nada —Se apresuró a decir mientras movía la cabeza repetidamente. —. Es solo una tontería. —Sanji caminó hacia la alacena en la parte de atrás del Baratie con la mirada un tanto perdida y antes de darse cuenta se estrelló con uno de los meseros que llevaba una bandeja de bebidas.
—¡Por el amor de dios!—exclamó el mesero mientras miraba los vasos hechos añicos.
—Muchacho, ve afuera a despejarte, obviamente no te encuentras bien. —Zeff, a pesar de que una dolencia pasada afectaba su manera de caminar, se apresuró hacia los dos muchachos.
Sanji botó, con un poco de furia, el delantal del uniforme y salió dando grandes zancadas hasta encontrarse en el parque a un costado del Baratie. Mientras fumaba el cigarro que acababa de prender no pudo evitar sentir envidia de un par de niños que jugaban alegremente. Agachó la cabeza y soltó todo el humo que guardaban sus pulmones y de nuevo la voz de Zoro invadió su cabeza.
—¡Por un demonio! —gritó mientras alzaba la vista al cielo y se despeinaba los cabellos de manera frenética con la mano libre. —. A ver… ¿Por qué te gusta tanto él? Si, está más bueno que el pan*, pero hay cientos de hombres bonitos por todo el mundo, no puede ser solamente eso.
Y de pronto recordó su primer encuentro, cuando le sirvió un plato de pollo teriyaki. Zoro había sido de las pocas personas que había reparado en su presencia. Por lo general, nadie, o casi nadie lo miraba a los ojos por el hecho de ser un simple mesero o un mero objeto para satisfacer sus deseos.
No pudo evitar recordar miradas de desprecio que pensó que había enterrado en lo más profundo de su pasado y un escalofrío le recorrió la médula. Volvió a darle una calada profunda al cigarrillo tratando de apagar las palabras hirientes que en su momento protagonizaron su vida y, mientras sentía el calor amargo bajar por su garganta un nuevo pensamiento floreció: «¿Por qué no merezco amor?»
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En los pocos días que llevaban viviendo juntos, Zoro había llegado a descubrir muchas más cosas de Usopp, como por ejemplo que por las noches tenía demasiado frío y que le era imposible dormirse si no tenía al menos cinco cobijas sobre él. Al inicio, Zoro pensó en ceder ante el tema de las mismas, pero terminaba despertándose a la madrugada totalmente muerto del calor, así que optó por doblar las mantas y aventarlas hacia el lado en el que dormía Usopp, que por cierto, era el derecho.
Otra de las cosas que había notado era cómo Usopp usualmente compraba una bebida gaseosa y se la terminaba casi el mismo día. Zoro sonrió al ver una lata vacía en la mesa de la sala, junto a una revista de cómics y un bloc de dibujo. Ya había aprendido que su novio disfrutaba de una bebida bien fría mientras leía o se sumergía en sus dibujos - que por cierto, había empezado a pintar mucho más desde que estaban juntos y no solamente por la universidad.-, y aunque le preocupaba el consumo excesivo de bebidas dulces al menos no todo se trataba de cerveza.
Esa mañana, Zoro se levantó temprano y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno a pesar de no gustarle ni siquiera agarrar una olla para hervir el agua, porque incluso esta se le quemaba, pero la repentina escalada en la relación con Usopp le hacían hacer esas cosas solamente para verlo sonreír. Mientras revolvía los huevos en un tazón, sintió pasos detrás de él y una voz somnolienta.
—¿Qué estás haciendo tan temprano? —Usopp se acercó con el cabello desordenado y aún con los ojos entrecerrados por el sueño.
Zoro sonrió y le dio un beso en la frente antes de apartarse para seguir con la cocina.
—Preparando el desayuno. Tengo hambre y pensé que quizás también quisieras comer algo.
—Pero no te gusta cocinar. — dijo mientras se frotaba los ojos y bostezó, estirándose un poco.
—Sólo siéntate y espera.
—Está bien —se sentó a la mesa casi a regañadientes. —, pero no prometo ser muy sociable.
Zoro rio mientras terminaba de revolver los huevos y los vertía en la sartén caliente. Sabía que Usopp era un poco lento por las mañanas, pero eso tenía su encanto. Mientras cocinaba, pensó en cómo habían estado llevando su nueva vida juntos. No había sido tan difícil como imaginaba. Sus horarios eran diferentes, pero eso les permitía tener tiempo para ellos mismos y también para compartir.
—¿Dormiste bien? —preguntó Zoro mientras llevaba dos tazas de agua caliente a la mesa.
Usopp dudó por unos segundos. Sabía que algo había sucedido, pero no lograba recordarlo con exactitud, así que solamente se limitó a asentir.
—Sí, aunque me toma un rato despertar del todo —Usopp puso una cucharadita de café y tres cucharadas de azúcar en la taza y luego mezcló lentamente. —. Le falta un poco. —dijo con una mueca al sentir que el café seguía amargo.
—No deberías tomar tanta. —Zoro se sentó a su lado e intentó agarrar el azucarero, pero se detuvo a medio camino al sentir que quizás pudiese ser muy invasivo.
—No es tanta… —Endulzó un poco más el café y se percató de que muy pronto se terminaría el azúcar. —. Debemos ir a hacer compras. Ya no hay muchas cosas en la despensa.
—¿Tenemos que ir hoy?
—No podemos sobrevivir solo comiendo fideos instantáneos —dijo mientras miraba hacia la cocina. —. Se supone que íbamos a ir al supermercado el primer día, y mira. No hemos salido de casa en casi una semana.
—¿Podemos quedarnos solo un día más? —Lo besó en el cuello para luego girarle la cara y alcanzar sus labios. —. Estoy cansado de organizar mis cosas.
Usopp se dejó llevar. Había encontrado en los besos de Zoro esa sensación de euforia y calma al mismo tiempo que solamente estaban logrando hacerlo adicto a ese tipo de contacto.
—Se están terminando los huevos —dijo entre gemidos apenas Zoro liberó sus labios para atender su cuello. —. Tampoco queda atún y…
—Hmm, ya lo sé —murmuró Zoro contra su piel, dejando un rastro de besos por su cuello. —Pero tengo una solución para eso.
Las risas suaves de Usopp resonaron mientras disfrutaba de las caricias juguetonas de Zoro, sintiendo cómo poco a poco su concentración se desvanecía. Sin embargo, algo cambió en su actitud en un abrir y cerrar de ojos. Sus ojos se apartaron de Zoro por un instante y notó un sutil cambio en su postura. Su respiración parecía haberse vuelto más agitada, y una tensión imperceptible se apoderó de su cuerpo.
—¿Y cuál es esa solución? —inquirió Usopp, intentando recobrar la compostura que había perdido momentáneamente.
—Podemos ir al Baratie a comer. No necesitamos preocuparnos por cocinar si vamos allí. —sugirió Zoro con calma.
Sin embargo, Usopp dio un pequeño paso hacia atrás, rompiendo su cercanía. Sus hombros parecían haberse tensado ligeramente, y su expresión facial se volvió un tanto más rígida.
—¿Y si vamos a otro lado? —Su tono aparentemente casual contrastaba con la intranquilidad en sus ojos. —. Digo, siempre es bueno cambiar de aires y… —apartó la mirada.
—Usopp… —Llevó una mano hacia la mejilla del muchacho para obligarlo a hacer contacto visual. —. ¿Todavía te sientes inseguro con respecto a…
—No es eso. —Volvió a esconder el rostro.
Zoro tomó aire y cerró los ojos intentando encontrar las palabras a decirle.
—¿Te parece si vamos de compras?
Zoro también había aprendido que bastaba muy poco para desencadenar la ansiedad de Usopp y aunque no sabía a ciencia cierta los detonantes, sí que sabía cómo apaciguar los pensamientos intrusivos. Sabía también que no podrían vivir de esa forma por siempre, incluso se daba cuenta que no todo andaba bien en la vida de Usopp. En los días viviendo con él había notado otras cosas, esta vez no tan agradables o tiernas como las primeras. La casa era grande, y a pesar de eso tenía habitaciones completamente vacías y otras en las que ni siquiera se podía ingresar debido al tumulto de cajas y cosas varias que bloqueaban el paso. El jardín era también un tema, ya que en la fachada y en la parte posterior de la casa, la hierba muerta y arbustos secos era lo que más abundaba. Usopp era lo suficientemente ordenado con sus propias cosas y trataba de mantener cierto orden dentro del hogar, quizás por eso le sorprendía el descuido de ciertas áreas del lugar.
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Sanji botó la tercera colilla de esa mañana en el basurero. No tenía ganas de regresar al restaurante y probablemente no lo haría por lo que restaba de día. Quizás debería buscar algún otro lugar donde quedarse; seguramente Zeff le echaría una bronca descomunal, primero por los vasos y después, y con mucha más razón, por fugarse todo el día. Ya se veía alistando sus pocas pertenencias en la maleta y yéndose de nuevo sin un rumbo fijo. Solo rogaba por no caer en algún lugar de mala muerte o en el peor de los casos, debajo de un puente.
Encendió un nuevo cigarrillo, descubriendo en el camino que ese era el último de la cajetilla. Se maldijo por lo bajo, no estaba en condiciones de gastar en vicios o cosas banales, pero aún así seguía comprando cajas y cajas de tabacos para calmar un poco de sus ansias. Aspiró fuerte dejando que el humo lo poseyera y cuando pudo mirar a través de la nube de nicotina, no pudo evitar que una mueca de desagrado se le plasmara en el rostro.
Allí estaban esos dos.
Ver a Zoro provocó que su estómago diera un vuelco. La sonrisa que portaba era amplia, podía ver a la distancia que sus labios se movían animadamente y a su lado… Usopp, solo verlo fue suficiente para que la bilis le subiera por la garganta.
¿Qué podía tener ese sujeto que él mismo no poseyera? ¡Absolutamente nada! solo bastaba verlo y uno se podía dar cuenta que ni siquiera era atractivo. En verdad no entendía por qué Zoro había escogido al tipo insípido por sobre él y de pronto, un resquemor hacia Usopp empezaba a encenderse desde lo más profundo de su pecho. Un nuevo pensamiento se le cruzó por la mente y supo que tendría que luchar por ese cariño, así tuviera que emplear técnicas cuestionables para lograrlo.
Los vio alejarse por el camino empedrado y sonrió antes de darle una nueva calada al cigarrillo.
Continuará
A esto me refería con Sanji…
En mi cabeza, no le iba a afectar demasiado descubrir que Zoro y Usopp estaban juntos, pero al iniciar a escribir este capítulo me encontré con la sorpresa de que si le afectó… y mucho. Quise tomar varios caminos a partir de esa premisa, pero todo se sentía forzado e incluso apresurado, pero no fue hasta que dejé que el personaje me dijera todo lo que traía dentro de sí, que me di cuenta de que solamente buscaba desquitarse, y eso más que nada es por todo el equipaje que tiene Sanji… Y repito, en esta historia no hay personas buenas o malas, son solamente personajes que tienen muchas cosas sobre sus espaldas y que los hacen actuar como lo harán, pero no odien a nadie por favor (Si, van a haber un par de personajes que se merezcan todo el odio del mundo, pero aún así…)
Otro aspecto que me sorprendió fue Usopp… Vamos, todos sabemos que un trauma no desaparece de la noche a la mañana y que a pesar de todo, aún quedan fragmentos dentro del corazón de uno, así que eso…
No quiero contar mucho más al respecto porque sería un spoiler tan grande que no me lo perdonaría.
¿Ustedes, qué piensan? ¿Tienen teorías?
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Nos vemos en el siguiente capítulo.
