CAPITULO 6

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Michelle entró sonriendo al salón aquel lunes. No podía quitarse de la cabeza el fin de semana que pasó. Se decía que estaba diferente, y lo sentía. Solo que hubo una parte de su cabeza, su lógica, que le gritaba no fuera tan ingenuo. No podía aspirar un cambio en su vida. Solo un... un pequeño y preciado recuerdo. Zachary no iba a alejarse de Narcisse por él, y muy posiblemente... muy posiblemente volvería a hacerle la vida un infierno.

Estúpida lógica que le rompía el corazón.

Se sentó en su usual puesto, casi ni prestó atención cuando los gemelos se acercaron a él.

Léa, como siempre, era un estallido de emociones y al ver a Michelle sentado en su usual lugar cerca de la ventana, se adelantó para lanzarle los brazos al cuello y dejar la marca de un beso rosado en la mejilla del castaño. Alphonse lucía una igual a pesar de que ellos llegaron juntos al colegio.

—Buenos días. ¿No es un esplendoroso y perfecto día? —preguntó con su incansable buen humor mientras que Alphonse saludaba más disimuladamente y sin hacer tanto alboroto.

—Hola, Mich.

—Hola. —Les sonrió Michelle. Apoyó los codos en el escritorio, y el rostro en las manos—. ¿Cómo estuvo su fin de semana?

—Léa se llenó la piel de escharcha gruesa. —Sacando el celular, le mostró la foto—. Tuve que tirarle agua con la manguera del jardín para que se le quitara. —Mostró una segunda foto con Léa toda empapada y escarcha escurriendo por sus piernas.

—Esas fotos van para mi álbum de recuerdos —avisó la castaña para nada incómoda con el episodio.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Al—. ¿Hiciste algo interesante?

Michelle se sonrojó violentamente, el rostro lo sentía ardiente. Por lo que lo ocultó entre sus brazos al tiempo que decía.

—Nada interesante. —Rápidamente cogió aire—. ¿Por qué Léa se cubrió de purpurina? —preguntó para distraerlos.

Pero eso no pudo distraer a Léa, ella mejor que nadie era muy detallista en ese tipo de cosas y en seguida captó la vergüenza del castaño.

—Michelle. ¿Qué fue lo que hiciste? —preguntó con un hilo de voz, aguantándose para explotar como ella normalmente lo hacía—. Alphonse. Oh, por dios, Alphonse . ¿Lo notas? —Agarró con fuerza el brazo de su hermano mirando a Michelle, fascinada.

—¿Qué, Léa?

—¿No lo ves? ¡Tan sólo míralo! —terminó de decir—. ¡Está radiante y feliz! ¡Tienes que decirnos quién fue! —Terminó de gritar Léa, apretando ahora a Michelle en un abrazo.

—¡Le-Léa! —Michelle intentó zafarse de la chica, su cara igual de roja que un tomate maduro. Santo cielo, Léa representaba un peligro. ¿Cómo ella podía ver ese tipo de cosas en la gente? ¿O acaso él... estaba siendo muy transparente?—. No sé de qué estás hablando.

Léa se separó, indignada y con las mejillas arreboladas. —No juegues conmigo, Wolfhart. —Al estaba bastante divertido por la escena.

—¡Ah, no! —desafió, y una gran sonrisa maliciosa extendió sus labios pintados al captar algo—. ¿Entonces me dirás que no sabes quién te hizo esto? —Tocó un punto por sobre el cuello de la camisa.

Esta vez, Alphonse tuvo que morderse el labio para no reírse. —Oh, te descubrieron. Di quien te hizo ese chupetón o se pondrá peor —dijo refiriéndose a su hermana.

Esta vez, Michelle empalideció y se llevó una mano a esa zona para ocultarlo, demasiado tarde cabe decir.

—Yo... Es... Bueno. No es lo que parece. Me salió un sarpullido y...

La chica de ojos heterocromáticos no tuvo ningún reparo en darle un golpe en la cabeza. —¿Es en serio? —le increpó molesta, pero luego su expresión cambió a una triste—. ¿Por qué no confías en nosotros? ¿No somos tus amigos?... —Los ojos de ella comenzaron a aguarse. Alphonse automáticamente la acunó en sus brazos y miró mal a Michelle por hacer sentir mal a su emocional hermana.

—No. No. No. —Michelle pareció alarmarse. No le gustaba hacer llorar a Léa—. Es... —Miró a su alrededor, suspirando, y bajó la voz—. Pues..., es, el viernes me topé con... Zachary y...

—¿Te hizo algo? —temió Al mirando alrededor, suspiró aliviado al notar que Narcisse aún no llegaba al salón.

—No... No me hizo nada. —negó Michelle—. Nada que yo... Pues... Yo estuve en su casa el fin de semana y... —Hizo un gesto hacia la marca en su cuello.

Léa fue la que captó más rápido el significado de las palabras de Michelle. —¡Yo tenía razón! —celebró olvidando completamente su teatro de lágrimas.

—Espera. ¿Qué? No puedes hablar en serio. —Alphonse se veía un poco más escéptico—. ¿Y si era un engaño para humillarte frente al colegio?

—Yo... no creo que fuera eso. Se veía sincero. —Michelle no les miraba, sino sus propias manos—. Y... fue muy tierno... —Esta vez, sonrió; una boba sonrisa dibujaba su rostro.

—¿Tierno? —preguntó Alphonse.

—Esto es maravilloso. Han dado un gran paso y ahora que son novios, todo está solucionado. ¡No volverá a intimidarte!

La expresión de Michelle reflejaba tristeza.

—No... No somos novios, Léa. Solo... tuvimos relaciones. Él aún sigue en compañía de Narcisse.

—P-pero...eso no... —El concepto de sexo sin amor era algo inconcebible para ella—. Pero tú le gustas y a ti te gusta él. ¿Entonces... por qué no...?

Alphonse supo expresar mejor lo que ella quería decir. —Es claro que le gustas. ¿Por qué continúa al lado de ese...idiota? —Fue el único insulto decente que se le ocurrió.

—Pues... —Respirando hondo, procedió a relatar lo que había pasado ese fin de semana.

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Luego de haber tenido una increíble primera vez, Michelle flotaba en acolchadas nubes. Estaba de lado, recostado en el cuerpo de Zachary con un brazo sobre su torso en un semi-abrazo.

—Prometiste responder mis preguntas si aceptaba hacer esto contigo... —le recordó en voz aletargada—. ¿Por qué estás con Narcisse si no te agrada?

Zach suspiró dramáticamente, enredando sus dedos en el suave cabello castaño. —Tenía la esperanza que si te embriagaba de placer, te olvidarías de eso. —chistando pensó en qué respuesta dar—. Me mantengo a su lado por lealtad.

—No podría olvidarme de eso..., a pesar de que me cuesta ahora entender la lealtad ahí. Pero... —Alzó la mirada hacia Zachary—, lealtad... ¿cuándo te hace estas marcas tan horribles? —Su mano paseó por el torso donde estaban los moretones y rasguños. Había logrado que se quitara la camisa y, aunque no reaccionó demasiado para afectar a Zachary, nunca dejó de preocuparle—. No importa lo que sea, no puedes permitir que te dañe así...

En el fondo, Michelle se sentía raro diciéndole eso a Zachary cuando él mismo le hacía daño a Michelle por coacción de Narcisse.

Lentamente se levantó, separándose un poco del rubio al estar sentado.

—Y a mí igual. —murmuró.

Zachary ignoró los moretones y rasguños, después de todo no se había sentido tan mal en medio de todo el placer. La única consecuencia es que dejaba una marca bastante fea que tardaría mucho en sanar. —Lo sé, lo sé. —Se sentó también en la cama—. No quiero hacerlo. En verdad me molesta eso de la intimidación y el quitarte dinero. No es como si lo necesitáramos, ambos tenemos dinero de nuestros padres para respaldarnos. —negó frustrado—. Es que...Yu no era así cuando lo conocí —reveló, volviendo a acostarse sobre su espalda, mirando al techo con sus manos descansando sobre su estómago—. Era divertido, amistoso y... en realidad él fue un chico bastante precoz. Desde antes él estaba interesado en el sexo... —Volvió a suspirar—. No sé lo que pasó pero se volvió cínico y cruel, sintiendo placer en la humillación de los demás. —Una sonrisa triste afloró en su rostro—. De hecho, no tiene nada contra ti. Sólo te molesta porque lo rechazaste.

—Así que es más una venganza...

—Si... —murmuró al final ocultando su cara bajo sus brazos—. Lo siento.

Hubo silencio después de eso. Finalmente, Michelle se movió, levantando su cuerpo de la cama en tanto buscaba sus cosas.

—Está bien. Dudo que vaya a detenerse si alguien se lo pide. Si he aguantado este tiempo... —Se alzó de hombros—, qué más da.

Culpable, Zach se arrodilló en la cama, impidiéndole al menor vestirse. —Puedo distraerlo. Evitar que se acerque a ti.

—A costa de ti... —Michelle se detuvo—. No puedo hacer eso. —Desvío la mirada—. No podrás hacerlo siempre.

—¡Lo atraeré! —En verdad ya no quería volver a la relación de antes—. Yu jamás se niega a una propuesta de sexo, lo llevaré a algún lugar poco vistoso y haré que se olvide de la idea de martirizarte.

El cuerpo de Michelle sufrió una ligera tensión. Retomó su tarea de vestirse, pero no miró de nuevo al rubio.

—Te agradezco tu intención. —Se alejó un poco para recoger su camisa—. Debo volver a casa.

—¡Espera! —Infantilmente le arrebató la camisa—. Quédate esta noche —le pidió arrodillado en la cama.

—Dijiste... Dijiste respuestas a cambio de... mi cuerpo. —Michelle consideraba interesante el color de la pared de la habitación—. No tengo razón para quedarme aquí. Por favor, devuélvemela. —Estiró la mano hacia la camisa.

Gateando sobre la cama, Zach llegó hasta el borde, se sostuvo de Michelle para mantenerse erguido. Acercándolo a su cuerpo, besó su piel, las clavículas y el cuello donde dejó una marca púrpura. —No he tenido suficiente de ti.

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—¡Agh! ¡Cállate! —protestó Al, tapándose los oídos—. Ya puedo imaginarme lo que pasó después de eso. No necesito que seas explícito.

Y la verdad que Michelle estaba quedando completamente rojo conforme hablaba, sorprendiéndole que sus recuerdos fueran tan vividos como si estuvieran sucediendo de nuevo. Otra vez apoyó la cara en sus brazos cruzados.

—Desde el sábado quisiera estar otra vez ahí. Zachary es diferente a lo que...

—¿Disculpa?

El trío dio un respingo, y tras los gemelos estaba parado Narcisse, cruzado de brazos. La mirada que le dio heló la sangre a Michelle.

—¿Qué estabas hablando de Zachary?

—Na-nada, nada. Yo...

Pero Narcisse le cortó al tomarle del cuello de la camisa para acercarlo.

—Habla. ¿Qué estabas...? —Para su completo horror, vio que los ojos de Narcisse se desviaban a un punto en su cuello. ¡Oh, mierda!

—¡O-Oye! —Al se interpuso entre Narcisse y Michelle, empujándolo para que lo soltara—. ¡ Quita tus manos de mi novio!

Léa se sorprendió por las palabras de Alphonse pero en seguida comprendió su razonamiento. —¿No debería darte vergüenza escuchar conversaciones ajenas?

Narcisse se rió socarronamente.

—Oh, por favor, todos aquí saben que primero te haces en los pantalones antes de decirle a alguien que le amas. Eres tan débil que tienes que escudarte tras las faldas de tu hermana —espetó a Alphonse, señalando a Léa, volviéndose a Michelle—. Y tú... aléjate de Zachary. Él es solo mío. Lo que te he hecho no será nada comparado al verdadero infierno que vivirás si te veo con él.

Michelle, totalmente tembloroso, solo pudo tragar grueso en su lugar, viendo a Narcisse dar la vuelta para marcharse.

Aliviados, el par ayudó a Michelle a volver a su asiento. —En verdad espero que Wilson cumpla con su palabra de mantener distraído a Narcisse —dijo Alphonse con los dientes apretados. Léa trataba de reconfortar a Michelle.

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La mañana pasó bastante rápido.

El primer receso duraba apenas un suspiro pero para la clase de 4to, ellos tenían una hora libre a las 10 de la mañana. Fue en ese momento que Chris interceptó a Vitaly en uno de los pasillos. —Buenos días —saludó dándole un beso.

—Christopher, aquí no. Podrían vernos —suplicó Vitaly, dando una mirada nerviosa a los pasillos. Alzó la mano, acomodando los mechones del rebelde cabello rojo del mayor. —Buenos días. ¿Has acabado tus clases?

—No, pero te dije que te tenía otra sorpresa. ¿Recuerdas? Mejor nos vamos antes de que alguien se dé cuenta.

—¿Irnos así? Christopher, yo no he terminado mis clases. —Vitaly colocó una mano en la mejilla del otro—. Mi primo tiene una mala imagen de ti por ser vago e irresponsable. Y ser mala influencia para mí. En verdad no quiero que nos descubra y piense que tiene razón... Podemos esperar a terminar clases e ir. Por favor —suplicó, acariciando la mejilla con su pulgar.

—Oh, vamos. Después de esto tienes religión, a nadie le interesa esa clase y luego educación física. ¿No prefieres hacer ejercicio conmigo? —preguntó provocador, haciéndole cosquillas a Vitaly en la oreja—. Nadie se enterará. Estaremos a tiempo en tu casa. Por favor, di que sí —murmuraba contra sus labios entre beso y beso—. Por favorcito.

Riendo sin que pudiera evitarlo, Vitaly le abrazó.

—Eres imposible. —Dio un nuevo beso antes de separarse—. Bien. Pero que esta sea la única vez que nos saltamos las clases. Uno de los dos debe ser responsable —advirtió, pinchándole la nariz con la punta de su dedo.

—Prometido. Ve por tus cosas, te espero en el estacionamiento.

Asintiendo, Vitaly le dio un pequeño beso. Se volteó y devolvió a su salón en busca de su mochila. Tuvo cuidado de no ser visto por Jayden o peor, por Vladimir. Si supiera que estaba escapando del colegio por Christopher, la pelea que le montaría sería peor a la que hubieran tenido en su casa.

Por suerte llegó al estacionamiento, aproximándose a la motocicleta donde estaba Christopher.

—Uf. Listo.

—Perfecto. —Dándole un beso, el otro le pasó el casco. Se acomodaron en la moto.

En poco tiempo llegaron a su destino. Probablemente Vitaly ya lo había figurado por si mismo por el camino que tomó Chris pero de todos modos esperaba que estuviera sorprendido.

—Oh. Hoy toca ir a la playa. —Vitaly se veía sorprendido. No había creído que Christopher en verdad le llevaría allí—. Se ve increíble. Pero... —Dio un vistazo a su uniforme— vamos a llenar de arena el uniforme del colegio.

—No es como si fuéramos a quedarnos con el uniforme puesto. —Después de acomodar la moto bajo una frondosa sombra, comenzó a quitarse la ropa, revelando el traje de baño que contorneaba su figura—. ¿No vas a cambiarte? o tal vez quieres que yo te desvista.

—No. Ya voy —dijo, saliendo de su hipnosis. Carraspeó, y empezó a quitarse la ropa como Christopher—. ¿Sueles saltarte las clases seguido?

—Cuando sé que no tengo que entregar nada importante o tengo un examen. Las clases teóricas no me preocupan. Puedo investigar por mi cuenta. —Se encogió de hombros, agarrando la mochila, caminó hasta otra sombra. Acomodó un par se toallas en la arena.

Vitaly se le unió unos minutos después, portando como escudo su ropa perfectamente doblada frente a él. Llevaba solamente un bóxer playero en color negro y verde.

—Yo... Bueno, la verdad no me gusta faltar —dijo, carraspeando luego. —Así que... El sábado un observatorio, hoy la playa. Tengo curiosidad de dónde será la próxima vez.

—¿Te gustan los videojuegos? —Se recostó en la toalla. Sacó el bloqueador solar para ponerse, al terminar le quitó el uniforme a Vitaly de las manos para ponerle la crema protectora—. En mi casa tengo varios juegos interesantes.

—Mmh. No, Jayden es el fanático gamer. Yo prefiero más los juegos de mesa tradicional —dijo Vitaly.

—Hmm. —Chris hizo una mueca pero no dijo nada—. Creo que tengo algún juego clásico.

—Puedo llevar los míos. A Jayden no le gustan mucho, y mi primo parece un poco ocupado estos días. —Eso último pareció extrañarle a Vitaly—. Con él solía jugarlos.

—Imagino que Kenshi debe tenerlo encandilado. —Se rió bajito. Le palmeó la espalda al terminar con la crema—. Listo. Así no te quemarás.

—¿Kenshi? —Vitaly se giró para poder mirarlo. Luego entrecerró los ojos—. ¿Lo has planeado tú? ¿Quién es?

—Qué va. Sólo me estoy aprovechando de la situación. —Recostándose, se apoyó en sus codos para poder ver a Vitaly—. Kenshi es nuestro compañero de clase, últimamente ha desarrollado un repentino interés por el nerd de Volsk.

Vitaly se arrodilló al lado de Christopher, curioso ahora.

—¿En serio? Eso es nuevo. Siendo honesto, creo que me alegra que al menos mi primo se encuentre distraído con algo que no sea la escuela. ¿Ese tal Kenshi es bueno o...? —Sonrió, presintiendo una leve ironía— ¿O tiene algo de "vago" como tú?

—¡Ja! Si tú crees que yo falto, Kenshi tiene el récord de inasistencias de todo el ciclo escolar. —Pasó sus brazos por la cintura del pelinegro—. Kenshi tiene la idea de darle un cambio de look a tu primo. Creo que vio a través de su insípida ropa y cree que puede tener potencial.

—¿Un...cambio de imagen? —Vitaly parpadeó una, dos, tres veces. Y se le escapó una pequeña risa—. Creo que se llevará un chasco. Dudo mucho que mi primo se deje hacer eso.

Christopher se encogió de hombros. —Le gustan los retos. —Se levantó de la toalla, estirando los músculos descaradamente para deleite del menor—. Suficiente de hablar de ellos. Vamos a bañarnos.

—Un momento. —Y Vitaly se lanzó sobre él, uniendo sus labios en un beso.

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Narcisse entró al salón de Zachary, buscándolo con la mirada hasta encontrarlo en su asiento. Con pasos rápidos, cortos, llegó a él, dándole un fuerte golpe a la mesa.

—¿Puedes explicarme por qué demonios estuviste con Michelle? ¡Cómo te atreves a traicionarme! —exclamó, poco importándole estar haciendo un escándalo.

Zach en verdad trató de no demostrar su pánico. —Sé que normalmente eres un poco extravagante pero no tengo idea de donde sacaste esa absurda y repugnante idea.

—¡No me tomes por idiota! Escuché al imbécil hablar de ti y curiosamente tiene una marca de chupetón en el cuello. ¡Te acostaste con él! —acusó.

—Yu... —Zachary trató de mantener la calma, trataba de actuar normal y rogaba porque Narcisse no se diera cuenta de lo fuerte que latía su corazón contra su pecho—. Estás siendo ridículo...

—Estás nervioso. —Narcisse entrecerró los ojos—. ¡Lo hiciste! ¡Cómo pudiste! ¿Qué mierdas le viste a ese patético bueno para nada? ¿Acaso no soy suficiente para ti? ¡Y justamente Michelle! ¿Acaso olvidas lo que ese bastardo me hizo?

—Ya basta, Narcisse. —La voz de Dominik se escuchó tras el menor, ceñudo y con las mejillas arreboladas por la ira—. No voy a permitir que hables así de Michelle y menos montes un show aquí.

—Tú no te metas, mariquita. —La atención de Narcisse fue levemente hacia el pelinegro—. Aunque claro, qué se puede esperar de ti. ¡El favorito del presidente estudiantil, Claude Faustive! —dijo con voz de presentador—. ¿Cómo es tirarse a la rata de biblioteca? ¿Es igual de insípido en la cam...?

Las palabras de Narcisse fueron cortadas debido a una bofetada por parte de Dominik.

—¡Cállate!

Narcisse quiso devolver el golpe pero Zachary se interpuso entre Dominik y él, agarrando por las muñecas al castaño.

—¡Cálmate de una vez! ¡Estás haciendo un espectáculo de ti mismo! —Pero Narcisse no se cansaba, se revolvía como animal enjaulado. Zach, hartó, lo zarandeó—. ¡Basta! ¡Maldita sea, ya basta! —le gritó a la cara—. Michelle te rechazó. ¿Y qué? No tienes que gustarle a todo el mundo. Con todo esto sólo estas logrando que te odien.

Narcisse se zafó bruscamente.

—A mí no me importan los demás. Solo tú. —El menor tomó el rostro de Zachary con sus manos, los pulgares rozando los pómulos del rubio—. No quiero que estés con él. ¡Te lo prohíbo! —exclamó, esta vez apretando el agarre.

Un horrible sentimiento le subió por la garganta a Zachary, no obstante vio la oportunidad que necesitaba. —Si no vuelvo a verme con Michelle, ¿prometes dejarlo en paz?

—Sí. —Asintió Narcisse—. Pero no puedes verlo. Ni hablarle, ni estar cerca de él. Nada. —gruñó—. O de lo contrario... su vida en este colegio será peor de lo que está ahora.

—Cumpliré con tus demandas si los mismos términos son aplicados para ti. —Debía estar seguro; no burlas, no golpes, no humillaciones... aun cuando eso le costara el amor que sentía por él, a fin de cuentas era un amor sin futuro.

—Por supuesto. Dejaré en paz a Wolfhart si tú te alejas permanentemente de él.

—Zachary, no necesitas hacer esto —intervino Dominik.

—¡Tú cállate! —gritó Narcisse—. Esto no te compete.

—Tengo que... Fue nuestra promesa. —le murmuró a Dom para luego girarse a Narcisse—. Hecho —le dijo firme. Se inclinó capturando los labios de Narcisse, fue beso rudo lleno de lujuria y deseo.

Para la hora del almuerzo se esparció un rumor de lo sucedido en el salón de los de cuarto año.

A Michelle le había llegado el rumor, e incapaz de sentirse cómodo justo en ese momento, decidió saltarse la última hora y marcharse a casa. No obstante, Dominik le detuvo a la entrada del colegio.

—Mich... espera...

—Dominik, no me siento bien —despidió rápidamente, sin detenerse. Solo que el pelinegro se paró frente a él.

—Escucha... Yo... Creo que deberías hablar con Zachary. —Al ver que Michelle intentó negarse, Dominik se adelantó—. Puedo arreglármelas para distraer a Narcisse. Ninguno de esos dos es santo de mi devoción, pero lo que hizo Zachar—

—Me importa un comino lo que hizo Zachary —espetó Michelle—. Es suficiente. Si él quiere ir a hacerse el mártir, pues que lo haga. Yo no le debo nada.

Dominik no dijo nada, pero tampoco le quitó la mirada al castaño.

—No quisiera dejarte ir así...

—Tienes clases. Estaré bien. —Se fue antes de que Dominik pudiera volver a detenerlo.

Dominik se volvió, notando que unos jóvenes a lo lejos le observaban. Bufó, frunciendo el ceño. Con los rumores respecto a Narcisse, Zachary y Michelle, habían otros referentes a Claude y él. Desmentirlos era una pérdida de tiempo, seguirían igual.

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Cumpliendo su palabra, Kenshi asistió a las clases de laboratorio. Llegaba un poco tarde sin embargo asistía, como aquel día en que se apareció en el salón y se sentó en su usual puesto al lado de Christopher.

—He oído rumores de que andas tras el primito de Volsk —susurró a Hayes cuando el profesor no estaba atento—. ¿Vladimir lo sabe?

—No creo que sepa hasta qué punto estamos involucrados pero le dijo a Vitaly que no se acercara a mí. —Bufó ante eso último—. Nos hemos estado viendo a escondidas.

Kenshi esperó un momento para responderle, atento al profesor.

—Que astuto. Supongo que eres una mala influencia si haces que el pulcro y adorado primo de Volsk haga las cosas a espaldas del mismo. —Le miró—. ¿Va en serio el asunto con él?

—Muy en serio —respondió mirando a la pizarra y anotaba todo en su tablet. Como adicto a la tecnología se negaba a usar otra cosa para anotar en las clases—. No sé qué es, no puedo sacármelo de la cabeza. ¡Ni siquiera nos hemos acostado! ¿Puedes creerlo?

C'est l'amour, mon chéri —bromeó Kenshi, imitando el acento francés. Soltó una pequeña risa, y le dio un empujón en el hombro—. Para que te importe y no te lo llevaras a la cama, es eso. ¿Y qué dice él? ¿Te ha dicho algo?

—No me ha dicho nada en concreto, que haya aceptado salir conmigo a pesar de las negativas de su estirado primo es porque en verdad debe sentir algo por mi. ¿No? —El profesor comenzó a dejar en el pizarrón varios ejercicios para resolver. Mientras él escribía las fórmulas ellos continuaron hablando—. ¿Qué hay de ti? ¿Hay algún progreso con el diamante en bruto? —preguntó refiriéndose a Vladimir.

—Pues como has visto, aún sigue usando su ridículo uniforme; todo correcto, todo pulcro. Pero... nos llevamos bien. La verdad es que me agrada. —Se alzó de hombros—. Por decirlo de otra forma, me gusta pero creo que solo le gusta mi biblioteca —suspiró con desdicha—. Deberían sacar el libro "cómo conquistar a un nerd para Dummies".

Chris no pudo contener la risa, atrayendo la atención de todos.

—¿Algo que quieran compartir? ¿Hayes? ¿Ottori? —les interrogó el profesor desde el frente de la clase.

—No, no —dijo Chris, tratando de controlarse—. Lo siento, profesor. Perdóneme.

Frunciendo el ceño, el profesor los separó. —Los quiero en grupos de dos para hacer los ejercicios.

Dado que Vladimir era el tutor de Kenshi en esa materia, a Claude no le quedó de otra que emparejarse con el pelirrojo. El ruso, mientras esperaba que Kenshi se moviera a su mesa, fulminaba a Hayes con la mirada. ¿Qué demonios hacían esos dos hablando tan juntos? Es más... ¿De qué hablaban para hacer que Hayes soltara esa carcajada? No le gustaba. De por sí el pelirrojo le caía como una patada al hígado pero que además estuviera charlando con Kenshi tan íntimamente... le molestaba.

Kenshi se sentó al lado de Vladimir, aun sonriendo luego de despedirse brevemente con Hayes.

—¡Vladimir! ¿Has notado que ahora vengo a clases? Ahora soy respon... ¿Y esa cara? ¿Qué te traes? —preguntó, en tanto abría la libreta de notas donde anotaba los ejercicios.

—¿Eh? —La voz de Kenshi lo distrajo de matar a Chris con la mirada—. Ah sí. Felicidades. Es bueno ver que en verdad te estas esforzando. —Acomodó las cosas en la mesa para que Kenshi pudiera sentarse—. ¿Qué tanto hablabas con Hayes? Desde que comenzó la clase han estado susurrando entre ustedes.

—Mmh. Los rumores que andan circulando por ahí. —Apoyó el codo en la mesa y luego el rostro en la mano para fijar su atención en su compañero—. ¿Por qué, celoso? Puedo susurrar contigo también si quieres. —Sonrió ampliamente.

Vladimir le dio un pequeño empujón para que se enderezara. Esperaba que el calor que sentía subir por su cuello no se hiciera evidente en sus mejillas. —Claro que no. Compórtate. —Para distraerse, comenzó a hacer los ejercicios del profesor. En realidad a él le resultaban muy sencillos, con sólo ver la fórmula de la pizarra ya sabía la respuesta—. Sabes. Si quieres hacer un verdadero progreso en tus estudios, no deberías dejarte arrastrar por Hayes.

—Él no es tan malo. —Kenshi tuvo que enderezarse, solo que después se recostó de la mesa y de tanto en tanto levantaba la cabeza hacia el pizarrón—. Deberías darle una oportunidad... como me la diste a mí. Oye, ¿te apetece ir a comer un helado después de clases? Di que sí, vamos.

—Supongo que puedo desviarme de mi camino a casa para comer un helado —dijo después de pensarlo un rato. Sin darse cuenta terminó todos los ejercicios sin ayuda—. Ah. Se supone que esto es equipo. Lo olvidé.

Sonriente, Kenshi colocó sus notas entre los dos.

—Te gustará el helado. No habrás probado nada igual, lo prometo.

—Oye. Que sea un ratón de laboratorio no quiere decir que no conozca los pequeños placeres de la vida —dijo divertido, verificando las notas de Kenshi.

—Wuo. ¿En serio? He encontrado un espécimen nuevo —bromeó—. Sabes que no me refería a eso. En verdad hacen unos helados deliciosos.

En una esquina de su libreta, dibujo las iniciales de los dos y entremedio, un helado.

—Bien. Te creo. Espero que tengan tornado de chocolate. Ese me gusta mucho.

Terminaron los ejercicios, y un par de minutos después, la clase acabo permitiéndoles salir del salón. Contrario a otras veces, Kenshi no se marchó por su cuenta a algún otro lugar sino que permaneció con Vladimir aún hablando de variados temas.