ERO

Humedad

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Siento el latido inquieto de tu corazón contra mis labios. El beso que pongo en tu cuello me permite notar el calor, la humedad y la furiosa sutileza con que se te eriza la piel. Te sostengo con la mano por la cadera, conteniendo el movimiento errático de está ante el toque de mis dedos dentro de ti.

Entonces me permito tu nombre— Kagome.

Lo susurro contra tu piel, mientras te arqueas buscando que te toque con más profundidad. El latido de tu corazón también se hace evidente entre las paredes suaves y mullidas de tu interior y mi mente juega con mi propio deseo, imaginando el modo en que te ajustas a mi sexo que está endurecido hasta el dolor. Elucubro las embestidas y el choque de mi pelvis contra la tuya de ese modo basto en que a ti te gusta. Exhaló con fuerza ante la potencia de mi propia ansia.

Oh, por favor —gimes y sostienes mi muñeca con tus dedos.

—¿Qué quieres? —pregunto y mi aliento toca la comisura de tu boca.

—InuYasha —dices mi nombre en medio de una súplica.

—¿Qué quieres? —repito, y acaricio con el pulgar la protuberancia erecta de tu clítoris.

Tus ojos me observan por la pequeña rendija que la pasión les permite.

—A ti —me miras—. A ti —te pierdes en las sensaciones desplegadas por tu cuerpo. Cierras los ojos, y te extiendes del mismo modo que se extiende la luz en el horizonte al anochecer; nítida y hermosa antes de morir.

Yo mismo podría morir junto a ti, sólo por ver la maravillosa forma en que el placer te aborda en ondas agudas que se acumulan a la espera de estallar. Un nuevo jadeo sale de tu boca y se me eriza la piel, haciéndome participe de tu mismo deseo. Me arrodillo entre tus piernas, sin que mis dedos dejen tu interior. Quiero observar, quiero ver el modo en que la desesperación prende llamas dentro de ti y te abrasa hasta que te liberas.

Ven. Ven —suplicas entre estertores.

Una de tus manos busca en mi dirección y tiras de mi brazo, clavándome las uñas. Me miras, sin poder mantener la atención. Tus ojos se cierran otra vez y tus labios se separan y tiemblan entre gemidos que no consigues contener. La humedad de tu interior se ha vuelto más suave y líquida, me moja la palma de la mano y todo alrededor de tu sexo. Observo tus pliegues enrojecidos e hinchados, y necesito hacer acopio de toda mi voluntad para no arremeter con mi erección dentro de ti y esperar hasta el orgasmo que estás a punto de alcanzar.

Entonces alzas el pecho y me inclino hacia él para tomar un pezón y succionar con toda el ansia que siento. Te escucho clamar de placer, mientras te tensas como si acabase de dar con el último nudo de tu cordura. Y ahí está la magnífica sensación de haber obtenido tu clímax. Puedo notar el modo en que las paredes de tu sexo se comprimen en torno a mis dedos y el calor apabullante del líquido que brota de ti y que se choca con fuerza hacia mi mano, derramándose hasta el futón, mientras tiemblas y gimes y me deleitas.

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N/A

Un poco de ERO.

Tenía ganas de escribir algo compacto e intenso, espero haberlo conseguido y que me cuenten.

Besos

Anyara