INUYASHA NO ME PERTENECE, SALVO LA HISTORIA QUE SI ES MÍA.

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El contrato

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Capítulo 12

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DEDICADO A IMAG04

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―Ya cierra la boca Kagome ¿Qué nunca estuviste en los Hampton? ―un risueño Dexter despertaba a la joven de su ensoñación.

Acababan de llegar a la famosa comunidad de veraneo y vacaciones donde obviamente la familia Anderson poseía una fastuosa mansión.

La razón del viaje era simple.

Unos días de relajo y una fiesta que ofrecería Bankotsu Anderson con selectos invitados de la zona.

Como Kagome ya fue presentada al público, debían seguir puliendo la farsa. Kagome sentía que ambos se evitaban y ahora sería muy difícil hacerlo. La joven se ponía muy nerviosa cuando él estaba cerca y lanzaba algunas de sus frases más irónicas para incomodarla.

― ¿Habrá muchos invitados? ―le preguntó a Bankotsu cuando ya entraron a la casa y los empleados metían las maletas.

―No te preocupes, que habrá buffet suficiente. Prometo que no se acabará ―respondió él con ironía.

El interior de la mansión era aún más impresionante. La casa poseía cancha de tenis y piscina.

― ¿Ves que no mentía? ―fue Dexter quien parecía aún más feliz.

Y Kagome sentía que le debía la razón. El sitio era acogedor y lejos del caótico ruido de la ciudad.

Vio a Bankotsu meterse directamente hacia las escaleras.

Ella tuvo el primer impulso de seguirlo, pero desistió. Enseguida vinieron algunos empleados a guiarla a la habitación que le asignaron.

Era preciosa y enorme con una decoración a todo lujo.

El resto de la tarde lo dedicó a tratar de descansar, pero no pudo. Estaba inquieta pese a que Jakotsu le preparó el guardarropa y le dijo que vendría al rescate en esos días.

―Usa los vestidos y los zapatos que te marqué…y por el amor de dios, ni se te ocurra colocarte zapatos de abuelita. Usarás exactamente lo que planeé ―le había dicho el estilista.

Kagome no tenía forma de equivocarse ya que Jakotsu le preparó un catálogo con fotos de las prendas que debía combinar.

La ropa era más bien veraniega y de tonos beige.

Luego de cambiarse, salió al pasillo y estuvo mirando algunas puertas.

― ¿Estas espiando a mi hermano? ―la voz del pequeño Dexter la sorprendió por atrás.

―No…claro…que no…―quiso excusarse.

―Claro que sí, mira el sonrojo de tus mejillas, parecen los tomates del frigorífico.

Kagome volvió a esconderse en la habitación ya que se sentía incapaz de dar una pelea dialéctica con el ingenio de Dexter.

Aunque intentó concentrarse en otras cosas, su mente inquieta y traicionera no se lo permitió.

Vio que se apagaban luces y escuchó ruido de uno de los coches saliendo.

Probablemente era Bankotsu marchándose a una fiesta.

Lo que sea ella no podía concentrarse así que se levantó y enfiló al único sitio que podía devolverle la calma.

La cocina.

Como el resto de la casa, era preciosa y enorme. Y bien provista. El frigorífico estaba bien cargado.

La joven respiró profundo y comenzó a buscar ollas y cazos. También comenzó a seleccionar diversos ingredientes. Nadie la había prohibido entrar allí y además la comida siempre podía almacenarse y no duraría ni un día atendiendo la glotonería de Dexter.

Comenzó cortando verduras, mezclando salsas y batiendo huevos.

Estaba dando forma a unas albóndigas cuando una voz le dio un susto enorme.

― ¿Preparándote un bocadillo?

― ¡Oh por dios! ―Kagome se llevó una mano en el pecho

―Ya sé que soy impresionante pero no es necesario tanta algarabía ―Bankotsu no perdió el tiempo.

Recuperada del susto y la impresión de verlo retomó su lado junto a uno de los cazos.

―Pensé que habías salido.

― ¿Me vigilabas? ―Bankotsu sonrió sardónicamente―. Sólo ordené que sacaran el coche y tú ya comenzaste a desesperarte ¿verdad? ―se sirvió una copa de vino tinto―. Y por lo visto también cobraste valor para tutearme.

―Supongo que estar cerca de ti también me hace perder la vergüenza ―Kagome siguió revolviendo la olla.

Él dejó a copa de vino y se acercó a ella para ver lo que cocinaba.

― ¿Qué estas preparando?

―Es el relleno de una lasaña y por allí tengo unas lentejas, más allá estoy sazonando un pavo.

― ¿Y en serio te vas a tragar todo esto a estas horas?

―Claro que no ―negó ella―. Estaba inquieta y el único método que conozco que me relaja es éste y tu hermano es un gran fan de la comida casera. Los dejaré listo.

Bankotsu cogió una cuchara y probó algo de la salsa boloñesa que despedía un olor delicioso.

―Siempre fuiste una chica llena de sorpresas.

Kagome procuraba mantenerse en calma ya que se encontraba en su habitad, pero tanta cercanía no la ayudaba. Pero de algún modo eso la había ayudado a desinhibirse un poco.

―Lástima que en ese momento no lo apreciaste…

― ¿Qué? ―Bankotsu no se esperaba aquel repentino signo de rebelión de parte de la chica a la que consideraba una mujer muy sumisa.

―Lo que oíste ―agregó Kagome sin dejar de mirar la comida que se hacía.

Él se quedó callado un momento y dio unas vueltas antes de volver cerca de la mujer.

―Eres una chica rencorosa ¿no?

―Lo máximo que me supone un millón de dólares…

Bankotsu se quedó un momento, sorprendido de la réplica de ella y luego se echó a reír.

― ¿Ves que sólo necesitabas unos días en los Hampton para relajarte? Ya parecías una monja ―se acercó al frigorífico, cogió una botella de cerveza y se alejó riendo―. Buenas noches Bizcachuela.

Kagome entornó los ojos al oír aquel mote que en su adolescencia siempre le pareció insultante pero ahora extrañamente sentía que él se lo decía de cariño.

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Al día siguiente, la fiesta fue la gran novedad y Kagome ya preparó mentalmente su chaleco antibalas contra las críticas.

No tardó en oírlas.

Siempre sobre su peso, la posición de su ojo y sus orígenes humildes.

Estaba sola, fingiendo que sonreía en una esquina con la casual compañía de Dexter.

― ¿Por qué llevas tan mala cara?

―En el buffet alguien me habló en francés y pareció escandalizado que yo no hablara ese idioma y menos le entendiera.

―Yo tampoco lo entiendo ―respondió el niño haciendo malabares para coger una copa de champaña de uno de los mozos, movimiento que fue captado por Kagome quien hizo otro malabar para arrebatar el vaso al inquieto niño.

―Sigue soñando, no beberás hasta tener veintiún años ―volviendo a colocar la copa en la bandeja de otro mozo.

―Quizá me gusta el club al cual perteneces…el club de los soñadores…porque sueñas con mi hermano ¿verdad?

Kagome amagó con atraparlo, pero fue imposible porque Dexter se escabulló riendo a tambor batiente.

Desde su rincón vio como la señora que la despreció por no hablar francés la miraba con gesto despectivo.

Peor aún, se unió a otras dos mujeres vestidas de impecable beige y era obvio que hablaban de ella.

Repentinamente sintió algo tibio pegándose a ella y que un brazo la rodeaba firmemente.

Era Bankotsu quien se había materializado repentinamente a su lado.

Al notar la presencia de él, aquellas mujeres tan groseras bajaron la cabeza y se escabulleron de inmediato.

Y no era para menos, con la intimidante presencia de Bankotsu Anderson y su mirada atemorizante.

― ¿Qué haces? ―preguntó la mujer sintiendo que las manos de él no aflojaban la firmeza.

―Sólo marco territorio ―la miró mordazmente―. Y deberías agradecerme que esas arpías dejen de verte raro.

―No necesito ser salvada…

―Yo creo que sí y más de brujas que fingen hablar un francés perfecto sólo porque se acuestan con el instructor de idiomas de sus hijos ―Kagome se sorprendió con la información y él siguió―. Yo tengo más dinero que todo ellos juntos así que nadie se atreverá a volver a decirte nada y peor…sé la suciedad que se esconde bajo tanto beige.

A pesar de sentirse muy bien con aquella información, ella iba a aprovechar para sacar todo lo que tenía en su sistema.

―Dinero que te sirvió para comprarme… ―masculló ella entre dientes.

Él volvió apretarla aún más por el talle.

―Y ha sido un dinero muy bien gastado.

Tener su rostro tan cerca que era capaz de ver sus enormes ojos azules en todo su esplendor casi le hizo perder la compostura y peor cuando él en vez de esquivarla le sostenía la mirada con fiereza.

Finalmente ella bajó la mirada incapaz de mantener autosuficiencia.

―Vamos, relájate…no te comeré ―rió él hablando bajo para que solo ella lo oyera―. Te aseguraste de estipularlo en nuestro contrato…o ¿quieres romper tu propia regla?

― ¡Señor Anderson! ―la voz de Miroku interrumpió su interesante cruce de miradas

― ¿Y ahora qué? ―él se giró malhumorado

―Los Vanderbilt quieren hablar de un negocio.

―Siempre inoportunos…―masculló entre dientes ―. Pero no puedo despreciar a gente dueña de una las grandes fortunas americanas ―cogió una mano de ella y se lo besó con un toque de voluptuosidad ante la sorpresa de ella, quien quedó estática ante el gesto―. Tenemos una charla pendiente acerca de tu regla.

Bankotsu se fue ondeando aquella espectacular espalda.

Kagome estaba tan agradecida por aquella interrupción y aunque no tenía hambre, necesitaba moverse o caso contrario su corazón explotaría de tantas emociones extrañas. Fue al buffet y recogió un par de tapas, pero le pareció extraño el detalle de que las bandejas de lemon pie siguieran intactas.

Entendía que esas delgaduchas socialités no quisieran comer pero que Dexter no las hubiera vaciado era extraño. El niño amaba ese tipo de postres.

Eso le hizo darse cuenta que hace tiempo que no lo veía así que hizo un corto recorrido por la fiesta buscándolo. Podía pedirle a algún empleado que fuera a ver a sus habitaciones o el resto de la mansión, pero prefería encargarse ella ya que aún estaba poco acostumbrada a dar órdenes.

Miró el jardín trasero y antes de entrar a las habitaciones, miró por los ventanales de la terraza que daban al pequeño lago de la propiedad y que estaba al lado contrario a donde se desarrollaba la fiesta.

Y fue ahí que lo vio bracear desde el agua.

Dejó caer la copa que acababa de recoger.

― ¡Oh por todos los cielos!

El horror se apoderó de Kagome y sin pensarlo dos veces o detenerse a pedir ayuda corrió como nunca hasta el lugar llamando la atención de todos.

Los invitados que la vieron cruzar se llevaron la peor impresión de ella al verla en aquel acto de loca.

Pero Kagome no estaba preocupada por esa gente, sino que llegó a la zona y se arrojó al agua para buscar a Dexter.

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Se hizo un pequeño tumulto general que Bankotsu dejó su charla con los Vanderbilt para entender porque Kagome se puso a correr como loca.

― ¡Están en el agua! La señorita Smith y el joven Dexter ―gritó una empleada.

Eso hizo que Bankotsu dejara todo y corriera hacia el lago.

― ¡Salgan del camino! ―gritó a los que estaban tapando su paso.

Y ahí los vio.

Dexter y Kagome braceando en las aguas del pequeño lago. Su hermano no sabía nadar y aparentemente Kagome tampoco.

Aunque algunos empleados venían con él, Bankotsu se arrojó él mismo al agua.

No iba a dejarles la vida de ellos a otras personas.

En ese momento nada más importaba.

Vio los ojos de sorpresa de ella y de susto en él.

Eso tenía que acabar ahora.

Los cogió de sus brazos y los ayudó a impulsarse.

Sintió como las manos de Kagome se apretaban fuertemente a su espalda.

En pocos segundos ya los traía a la orilla.

Dexter no había tragado tanta agua y Kagome tampoco, pero estaban absolutamente empapados y asustados.

En un impulso insoportable de evitar los tres se abrazaron, dando un espectáculo difícil de olvidar ya que todos se habían congregado a mirar lo que estaba ocurriendo.

Algunos más atrevidos incluso sacaron sus móviles para fotografiar y filmar.

Nunca estaba bien visto delatar a otro de la misma clase, pero el cuadro era imposible de ignorar.

Al millonario señor de la quinta avenida, empapado hasta la medula abrazado a su hermano menor y a su prometida, una mujer de baja extracción social que era el chisme de la temporada.

A cualquier le gustaba ver a tal señor en una posición donde podía delatarse el miedo en sus ojos.

Sólo Miroku dio remedio a todo insistiendo que todos regresaran al jardín delantero a disfrutar la fiesta haciendo gala de su impecable gestión como relaciones públicas para millonarios aburridos.

―Amigos, acompañadme enfrente, serviremos un tentempié. Este lamentable accidente es algo que se arreglará en privado.

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Toco ocurrió en un instante y acabó pronto.

Kagome no supo de donde Bankotsu sacaba tanta fuerza.

Lo vio desde lo lejos cuando corría a arrojarse al agua y los sacó de allí.

Él mismo la cargó en brazos y llevó a Dexter en la espalda a la habitación sin quejarse ni pedir ayuda.

―Gracias …―murmuró Kagome mientras aún tenía sus brazos rodeados a su cuello.

―Descansa...y no es necesario que regreséis a esa fiesta. La cancelaré ―Bankotsu por primera vez le hablaba con voz suave.

Kagome esperaba que él se enfadara o le dijera algo. Pero no pidió explicaciones, pero se notaba que el asunto lo afectó.

―Y no es de menos…estuvo a punto de perder a su querido hermano Dexter ―pensó.

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― ¿No estas enfadado? ―preguntó Dexter a su hermano.

Ya era de noche, la fiesta se había acabado hace rato y el silencio reinaba en la mansión de los Anderson.

Desde el desastre, Bankotsu permaneció en la habitación de su hermano menor. No necesitaron médicos, pero Bankotsu quedó bastante intranquilo y aun lidiando con las consecuencias del terror que sintió de ver a su hermano a punto de ahogarse.

―Claro que no ―aseveró Bankotsu quien estaba sentado sobre la cama donde el niño dormía.

―Pensé que las clases en línea y los folletos de natación que leí ya me servirían.

―Si intentaste entrar al agua sin miedo ya es un avance y si quieres al llegar a Manhattan contrataremos al mejor instructor para ti ―comentó Bankotsu quien miraba los folletos que usó Dexter.

El miedo del niño tenía un origen patológico y mucha culpa tuvo su difunto padre quien cuando estaba vivo no dejaba de recordarle un episodio de cuando Dexter estaba recién nacido cayó a la pileta estando en brazos de su madre que estaba drogada en aquel momento.

De milagro fueron rescatados, aunque la madre no sobrevivió mucho a esa escena porque la siguiente sobredosis ya la mató.

El viejo Anderson se lo retrucaba al pequeño creando en él un miedo que no necesitaba.

―Pero no debo ser el único alumno de ese instructor ―mencionó Dexter―. ¿Has visto alguien más tonta…y bondadosa en el mundo? Kagome no sabe nadar, pero aun así se arrojó al agua para salvarme sin importarle su pellejo.

Probablemente eran las primeras palabras amables que el niño decía por ella.

― ¿Ya te cae mejor?

Dexter sonrió rememorando las semanas que llevaba conviviendo con ella.

―Hermano, es una buena chica…es fácil de estafar y de engañar, pero es buena persona y cocina delicioso. No seas duro con ella ¿sí?

Bankotsu estaba algo molesto porque sintió que ella fue demasiado impulsiva cuando debió haber pedido ayuda, pero con las palabras de su hermano se daba cuenta del verdadero alcance de sus intenciones.

Decidió ir a su habitación al menos a ofrecerle las buenas noches sí es que no estaba dormida.

Lo cierto es que le costaba admitirse a sí mismo que el horror que sintió antes no fue sólo por Dexter sino también por ella y él se había dado cuenta de eso.

Es por eso que estaba malhumorado.

La puerta de Kagome estaba entreabierta e iba a tocar, pero notó que ella hablaba por el móvil con alguien.

Nunca le gustó husmear, pero se quedó tras la puerta a oír.

Incluso le hizo gestos a una empleada que pasaba con toallas limpias para que volviera luego. La pobre camarera estaba un más aturdida de ver a su portentoso patrón oyendo tras una puerta como cualquier otro chismoso.

Bankotsu siguió oyendo la conversación. Aparentemente Kagome hablaba con una amiga.

― No te preocupes por eso, Sango ―la oyó decir―. Lo importante es que vengas y juntas te buscaremos un trabajo.

No era raro que ayudara a una amiga en problemas que viniera de Great Falls.

―Es todo el dinero que tenía porque Koga no ha dejado de amenazarme y tuve que enviarle los últimos quinientos dólares que tenía de mi último salario.

Eso sí fue llamativo.

¿Cómo qué quinientos dólares?

Si ella tenía una tarjeta con bastantes fondos porque casi no lo usaba salvo para cocinar en casa y según su última verificación, no había tocado el dinero de la cuenta.

Kagome tendría que ser la última persona con problemas de dinero en el mundo.

Ella se movió y ya no pudo seguir oyendo la conversación así que se alejó antes de que lo viera y quedar en ridículo sin saber cómo explicar su presencia.

El otro gran interrogante que quedaba.

¿Por qué ella debía pagar a un hombre que la amenazaba?


CONTINUARÁ

Hola hermanas, actualización lenta pero segura pero ya estamos en los últimos episodios.

GRACIAS PAULITA, LUCYP0411, BENANI0125, SAONE TAKAHASHI, FUENTES RODRIGUEZ, CONEJA, IMAG04

Besos

Paola.