Declamar: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicado por primera vez, regresa mejorada.
Bueno, estamos de regreso mi beta y yo listas para para terminar esta historia. De verdad sin la ayuda de Andrea esto no sería posible. También a Lalis por su apoyo y ayudarme a acomodar algunas ideas.
CAPITULO 21
La puerta de la oficina de Bella fue abierta bruscamente golpeando la pared.
— ¡Maldita perra!
Fue más la sorpresa de la abrupta entrada lo que la hizo saltar en su silla y levantar la mirada del teclado perdiendo el hilo de lo que estaba redactando. Al ver de quien se trataba bajó la pantalla de su ordenador y enarcó una ceja. Ruth, su segunda asistente, estaba detrás de Tanya con cara de pánico por la escena.
— Intenté detenerla, pero ella…
— Déjanos a solas, Ruth.
Tanya se acercó arrojándole un ejemplar del periódico, pero Bella solo le señaló un extremo de su escritorio indicándole ya tenía uno.
— ¡Esto es obra tuya! — Le reclamó tratando de acercarse, pero Bella se levantó y puso distancia entre ambas. — Es una calumnia que te costará todo lo que tienes, me encargaré de desenmascararte, en el fondo solo eres una zorra resentida.
— Demándame. — Respondió encogiéndose de hombros. — Ambas sabemos que la única zorra en esta oficina eres tú. — Le detuvo la mano antes de que la abofeteara y le apretó la muñeca. — Desde la facultad te ha gustado intercambiar sexo por regalos caros, alardeabas de ello, no entiendo por qué ahora te molesta que sea información del dominio público.
— Mi reputación está siendo mancillada.
— ¿En serio aún tenías una? — Se burló haciéndola enfurecer más, se zafó del agarre de Bella. — No me culpes de tus acciones, tú sola te metiste en ello.
— Es una vil mentira. Eres una hipócrita, siempre creyéndote superior que todos en nuestro grupo, pero no eres nada, la única razón por la que eras tolerada era por el poder de tu apellido. — Se acercó a Bella con una sonrisa bailando en sus labios. — Sé muchas cosas de ti que le gustará conocer a la prensa…
— ¿Crees que eso me asusta? Todo lo que puedas decir es fácil de rebatir y asociarlo a las pésimas compañías con las que me relacionaba, "amigos" que han demostrado ser unos perdedores, no han hecho nada con su vida más que vivir del esfuerzo de sus antecesores. Todo mundo tiene un pasado. — Chasqueó la lengua. — Tuviste oportunidades que decidiste ignorar. Ambas sabemos que Edward solo es un capricho, en realidad nunca te importó, todo es una competencia para ti y sigues sin tolerar quedar como segunda, pero ese es tu lugar, siempre detrás de mí.
— Eso. — Señaló el periódico en el escritorio. — Tiene a mi familia en la mira.
— Son las consecuencias.
— No voy a caer sola, te irás conmigo. — Le dijo con una gran sonrisa, el ver a Isabella destruida sería una gran victoria. — Mí abogado está listo para ir por tu cabeza.
— Ilusa. — Se burló Bella. — Ese artículo tiene bases sólidas con declaraciones juradas de algunos de tus amigos especiales, algunos mencionaban que eran chantajeados con videos o fotos. Además, mi investigador privado encontró cosas interesantes de tus padres que no solo terminaría con su reputación, por lo que sé, la cárcel sería el destino.
Ante eso Tanya dio un paso hacia atrás, antes la subestimó creyendo que sus secretos estaban bien resguardados.
— Te pareció divertido jugar con Edward, el usar tus influencias siempre te ha hecho creer en una falsa seguridad para manipular a los demás sin el más mínimo remordimiento. — Se acercó más a ella con una sonrisa de lado. — Quisiste jugar en el terreno equivocado, no suelo desgastarme en peleas absurdas, voy directo a la yugular. ¿En verdad quieres comenzar una pelea que vas a perder?
— Maldita hipócrita, en el fondo eres igual que todos a los que te gustaba señalar.
Bella se encogió de hombros. — No es algo que me complazca, pero sí hay una diferencia, no es algo que use con demasiada frecuencia como tú, que sueles hacerlo en tu día a día. —Se enderezó. — No soy una santa, se defenderme y utilizar sus mismas artimañas, de algo me sirvió estar en el mismo círculo. Como dice el dicho: quién con lobos anda, a aullar aprende. No me conformé con ser más una de la manada, me convertí en la líder.
— Estás demasiado confiada, cuando caigas de ese pedestal en que te has subido lo disfrutaré.
— Espera sentada, no abandonaré mi lugar. — La miró fijamente. — No hagas otra estupidez, admite tu derrota y aléjate. Continúa y te unirás a Demetri, no estoy jugando.
Tanya le sostuvo la mirada por varios segundos antes de acomodarse el bolso sobre el hombro y dar media vuelta alejándose en dirección a la puerta, la abrió con fuerza y salió.
Bella no se sorprendió de ver a Megan con gente de seguridad fuera de su puerta que se encargaron de acompañar a Tanya a la salida.
— Parece que no se tomó muy bien su nota, aunque la imagen de la portada le ayudaba bastante, se veía mejor que en persona. — Dijo Megan con burla, para luego ponerse seria al notar que Bella parecía pensativa. — ¿Qué sucede?
— Necesito que Esteban venga. Tanya amenazó con sacar cosas a la luz y prefiero que mi equipo de relaciones públicas esté preparado.
— ¿Crees que lo haga?
— Por su bien espero que no. Pero no me caracterizo por ser sorprendida, me gusta estar a la delantera y esta vez no será la excepción.
Megan llamó a Esteban y los dejó a solas hablando. Esperaba que esto terminara de una buena vez, Bella era hábil y podía conseguir lo que se proponía, lo que no le gustaba eran las formas que estaba implementando.
Regresaba de comprar un café cuando vio a Edward que estaba hablando con el nuevo guardia de seguridad. Se acercó hasta él y le quitó la forma regresándola al guardia.
— Es Edward Cullen. Él tiene acceso libre. — Les dijo, por un minuto el guardia quedó contrariado, pero al segundo después revisó el sistema notando que era alguien que podía ingresar sin problema. — Dominic es nuevo. ¿Sabe Bella que estás aquí?
— ¿Necesitaba hacer cita? ¿Está demasiado ocupada? — Preguntó recibiendo una negativa de parte de Megan que intuyó algo no estaba del todo bien, la seriedad de Edward delataba que algo le molestaba y creía saber de qué se trataba.
Pasaron la barra de acceso y fueron a los ascensores, uno llegó en ese instante solo esperaron a que bajaran los ocupantes y subieron. No iban solos por lo que el silencio se formó entre ellos, como pudo Megan le envió un mensaje a Bella siendo descubierta.
— ¿Sabías de esto, cierto?
— ¿De qué estás hablando?
— No insultes mi inteligencia — Le pidió irritado. — Sé que le eres leal, pero ella te escucha y debiste de darte cuenta de que no era la mejor idea.
— Esto no es algo que me corresponda a mí en realidad.
Antes de que pudiera replicar llegaron al piso, Megan salió primero directo a la oficina de Bella, entró sin llamar ya que Edward la seguía de cerca, casi choca con Esteban que estaba por salir. Lo rodeó y le dejó el café en el escritorio a Bella notando como apenas acababa de ver su mensaje.
— Hablaré con Damian y le diré que la videollamada se pospondrá. — Le indicó Megan notado a Bella asentir.
Al ver que Edward estaba en la puerta se levantó alisando las arrugas de su pantalón y se dirigió hasta él no sorprendiéndose de encontrárselo con la mirada seria. Megan salió dándoles privacidad.
— ¿Qué sucede? — Preguntó Bella aún sabiendo la respuesta para así darle la oportunidad a comenzar. En realidad, sabía que él se enteraría, solo no esperaba que atara cabos tan rápidamente.
— Sabes por qué estoy aquí.
— Lo sé. Aunque esperaba otra actitud, una más alegre y no esta tan fría.
— ¿Hay forma de que esto se ligue a ti? — Le soltó viéndola meditar por un segundo y negar con la cabeza. — Tanya es vengativa y no creo que se quede tranquila después de esto. Cuando dejé que intervinieras no pensé que tu solución sería exhibirla.
Confusa, Bella se cruzó de brazos y apoyó la cadera en un extremo del escritorio.
— Pensé que la querías lejos de ti. ¿O entendí mal? — Sin esperar una respuesta prosiguió. — Te diré lo mismo que a ella, no me ando con juegos absurdos, voy a ganar.
— ¿Estuvo aquí? — Edward se llevó las manos al rostro, aquello implicaba problemas mayúsculos, lo que lo más lo molestaba era que todo fuera por culpa suya. — No se quedará con los brazos cruzados y… Tú pareces tan tranquila. ¿Sabes algo que yo no?
— Obviamente. — Admitió suspirando con pesadez. — Hice lo que se tenía que hacer para asegurarme de que no diera más problemas. En lugar de estar reclamando deberías de estar aliviado de que ya no estará más en tu vida, nuestra vida. Es cierto que venimos de mundos donde las cosas se arreglan de formas diferentes, no suelo ser tan ortodoxa porque conozco a las personas y necesitan ser detenidas en seco o lo único que harás es incrementar la fijación. Es lo que sucedió con Tanya, no eras tú en realidad, es el poder que ejercía en ti lo que provocó que se mantuviera cerca.
Llevándose las manos al rostro para tratar de contener su frustración por verla tan convencida de lo que había hecho que no podía ver en realidad como estaban las cosas. Se dejó caer en una silla cercana tratando de encontrar las mejores palabras para no terminar en una pelea. Recordó que ambos fueron educados por personas completamente opuestas y ella expuesta en un ambiente hostil que creía había superado, pero al final dejaba entrever que tenía hábitos demasiado arraigados.
— ¿La estás chantajeando? — Preguntó de pronto, ya que era la única forma que se le ocurría por la que Tanya no tomaría represalias. —Te estás poniendo a su mismo nivel.
— ¿De cuándo acá eres tan puritano? — Le cuestionó enarcando una ceja un tanto harta de aquel rumbo de la conversación, cuando tomó la decisión de hacerlo no imaginó aquel reclamo, haciéndola parecer como un monstruo. La mirada fija en ella le hizo saber que esperaba una respuesta. — Sí, pero era…
— ¡Por Dios, Bella! — Se levantó irritado. — Siempre te has caracterizado por ser sensata y ahora estás aquí mirándome como si fuera yo él que está cometiendo un error. — Levantó las manos. — ¡Eres igual a tu padre!
Ante esa declaración, la distancia que los separaba desapareció y la mano de Bella iba directamente a la mejilla de Edward que consiguió detenerla. Bella lo miró con ojos encendidos. La sorpresa de Edward por aquel arranque era evidente.
— Repítelo. — Siseó tratando de zafar su mano del agarre de Edward.
— Te quejabas de Charlie y todo lo que hacía, la falta de remordimiento cuando realizaba jugarretas para obtener lo que quería y justo ahora estás haciendo lo mismo. — Le dijo soltándole la mano, pero tomándola por los brazos con suavidad sintiéndola rígida. — Me importas y que te tenga sin cuidado ensuciarte de esta manera para quitar a Tanya del camino me asusta. Eres mucho mejor que esto, al final Tanya gana porque consiguió bajarte a su nivel.
Como pudo Bella se zafó de su agarre.
—Dejé que te hicieras cargo, pero te faltó coraje para zanjar esta situación, sí esperas una disculpa por tener las agallas es mejor que lo hagas sentado. — Levantó el rostro como retándolo. — No me arrepiento, todo tiene consecuencias y ella lo sabía.
— ¿Te estás escuchando? — Alzó la voz en el mismo volumen que ella. — Maldita sea, Isabella, se congruente con lo que intentas inculcarle a nuestro hijo, porque te recuerdo que él sigue tus pasos y no te gustará ver en un futuro que Evan utiliza estos medios. — Vio como la mención de Evan la hizo contener el aliento por unos segundos, pero el brillo en su mirada seguía encendido.
Edward caminó unos pasos tratando de acomodar sus palabras. No podía creer que no se diera cuenta lo que estaba haciendo y como la dejaba a ella.
— No quiero perderte, ¿entiendes?
— Estoy aquí. — Respondió Bella contrariada al verlo negar con la cabeza.
— El deseo de venganza te está cegando, no quiero despertar un día y estar junto a Isabella Swan. — Ante eso Bella lo observó enarcando una ceja, todo aquello no estaba teniendo sentido. — Tú siempre fuiste Bella Swan, una chica que cubría las apariencias, que solo necesitaba encontrar a alguien que le diera la seguridad que le faltaba para brillar. Y luego está Isabella, es la figura que tus padres querían, una chica fría, sin escrúpulos, la típica chica de alta sociedad, pero rompiste las reglas, rompiste sus expectativas y esta venganza te puede llevar a ser esa chica que ellos querían.
— Eso es absurdo.
— No lo es, te estás manejando en esto justo como ellos lo harían. Seguro que se sentirían muy orgullosos porque no importa la forma que se utilice lo único relevante es conseguir el objetivo. — Suspiró llevándose de nueva cuenta una mano al rostro. — Disfrutas la venganza, quitarles todo, exponerlos. ¿Qué hiciste con Charlie? Le quitaste su empresa y lo hiciste público ¿y para qué?
— ¿No sé de qué lado estás? Cada uno ha recibido lo que merecían, el daño que provocaron les fue regresado, es la ley del karma.
— Deja de excusarte con el karma, lo estás haciendo porque puedes y quieres. Reniegas y maldices el apellido que portas, pero estás demostrando que eres digna de llevarlo.
— ¿Y qué si lo estoy disfrutando? Ojo por ojo. Vine aquí por mi revancha, cada uno creyó destruirme. Tengo la oportunidad y la estoy tomando. — Le dio la espalda. — Trabajé muy duro por cinco años, logré levantar una corporación de la nada, me hice de mi propio nombre, y créeme que implicó un trabajo enorme porque tenía a Evan al que no descuidé, ¿y ahora pretendes que lance todo por la borda?
— No te estoy diciendo eso, solo quiero que te des cuenta de lo que estás haciendo, dime ¿de qué te sirve la empresa de tu padre? Una nueva entrada de dinero, eso es seguro, un nuevo lugar en Forbes, reconocimientos, títulos y quien sabe que más, pero al final de cuentas te convertirás en una réplica de Charlie, en una ambiciosa — Bella se había girado y cegada por las palabras y consiguió darle una bofetada, con tanta fuerza que le dejó la zona roja. Edward se llevó la mano a la mejilla y la vio sorprendido
— No vuelvas a decir eso, no soy igual. — Protestó.
— Pues tu actitud demuestra lo contrario.
—No entiendes nada.
— La que no lo entiende eres tú. Con tu actitud les estas gritando: "véanme, soy una Swan, siéntanse orgullosos", eres mejor que toda está venganza. Tanya no me importa, lo que no quiero es verte metida en un gran lio, que te cueste todo por lo que has trabajado tan duro por tanto tiempo. — Notando que la mirada de Bella seguía siendo intensa se encogió de hombros metiendo las manos en los bolsillos. El móvil de Edward comenzó a sonar y muy a regañadientes miró quien llamaba. Al otro lado de la línea estaba hablando Carlisle, que le pedía regresar para una consulta urgente. Le dijo que iba en camino antes de girarse hacia Bella. — Tengo que regresar al hospital, nos veremos en casa. — Fue la despedida de Edward que salió sin apenas mirarla.
Aquello la enfureció más, fue a su escritorio, lanzó el periódico al basurero y un vaso contra una pared ocasionando un ruido sordo lo que provocó que Megan entrara para encontrar a Bella con las manos sobre el escritorio tratando de controlar su respiración. El que ambos subieran el tono de voz le hizo escuchar parte de la discusión, no iba a comentarlo porque esta vez tenía que darle cierta parte de la razón a Edward, y Bella no iba a soportar que volviera a ser cuestionada su forma de actuar.
Aquella comparación con Charlie la hizo explotar porque fue realmente consiente de cuan parecida era a él aun cuando se empeñaba en demostrar lo contrario.
Ese día ya no tenía cabeza para nada más, no tenía reuniones programadas y todos los documentos a revisar lo podía hacer desde casa, así que decidió mejor irse con un sabor agridulce en la boca por no recibir la reacción esperada.
Decidió ir por Evan, condujo porque necesitaba poner sus ideas en orden, subió el volumen de la música y serpenteó entre los autos tratando de llegar más rápido y al mismo tiempo divirtiéndose un poco de comprobar que tan ágil era su equipo de seguridad que le seguía el paso. Se detuvo en una luz roja palmeando sobre el volante al ritmo de la melodía, su móvil comenzó a timbrar, maldijo por no tenerlo conectado al manos libres del auto, lo sacó de la bolsa pero se le resbaló de las manos, al caer en el piso del lado del copiloto se desabrochó el cinturón para alcanzarlo, al tenerlo en sus manos ya había dejado de sonar, la luz cambió de color y el sonido de un claxon la hizo arrancar sin fijarse en el auto que se estaba pasando la luz roja al otro lado de la calle, este se impactó en el auto que estaba a la derecha de Bella y por la fuerza este se chocó en el de Bella, el que iba detrás no alcanzo a frenar y también se estrelló con ella. Todo sucedió tan rápido, su cabeza alcanzó a dar contra el cristal antes de que la bolsa de aire estallara y que la dejó aturdida por unos segundos, al recuperarse lanzó un gemido de dolor e intentó zafarse del cinturón pero fue cuando se dio cuenta que no lo llevaba puesto. Alguien tocó su ventanilla y ella quitó el seguro dejando que uno de sus guardaespaldas le ayudara.
En aquel momento agradecía que Evan no fuera con ella, se llevó la mano a la frente ante el ardor y al ver sangre frunció el ceño, no era algo que tolerara con facilidad. El seguro fue alertado al igual que los servicios de emergencia ya que otro conductor parecía gravemente lesionado. Al llegar los paramédicos le hicieron una revisión general y enviaron a Bella al hospital, iba a requerir puntadas y un examen para comprobar que no había lesiones internas.
Como lo suyo no era tan delicado solo le colocaron un collarín y permitieron que su personal la trasladara. Ryan, uno de los guardaespaldas se quedó haciéndose cargo con el ajustador, ellos iban solo un auto detrás y pudieron ver perfectamente cómo sucedieron los hechos, además de que el auto de Bella contaba con cámara lo que ayudaría a agilizar los trámites.
Patrick tras asegurarse de que Bella estaba bien, pero sin duda iba a tener que ser trasladada al hospital llamó a Ángela para que pasara por Evan, le comentó lo sucedido y aseguró mantenerla informada, al llegar pasó directamente a urgencias y esperó sola en una de las camillas al médico de guardia.
— Buen día, Srta. Swan, soy el doctor Porter. — Se presentó un joven médico colocándose los guantes y acercándose a Bella para revisar la herida en la cabeza y proseguir con la exploración lanzando preguntas para obtener más información y saber que estudios solicitar. La enfermera que lo acompañaba fue por el material de curación, al dejarlo a su lado Bella pudo ver el contenido y se hizo hacia atrás.
— ¿No pueden ser unas banditas y ya? — Dijo al notar la aguja de la jeringa para la anestesia.
— Parece que tenemos a una enemiga de las agujas. — Se mofó el médico tratando de relajarla. — Es un poco profunda por lo que es mejor suturar, serán solo un par de puntos y le prometo que solo sentirá un leve piquetito de la anestesia.
— ¡Oh, no! — Negó Bella olvidándose del collarín y frunciendo el ceño ante un tirón en el cuello. — Me sé ese cuento, así que conmigo no funciona, prefiero banditas.
La cortina se abrió y Bella dejó caer los hombros al ver a Edward frente a ella. Se colocó a su lado y le examinó la herida.
— Hola, doctor Cullen, no solicité valoración de cardiología para esta paciente, es para el de la cama ocho. — Le dijo un poco contrariado. — El que no tengas trabajo en tu piso no quiere decir que puedas llevarte de mí sala a los que quieras y menos a esta bella dama. — Le dijo. — Está en excelentes manos.
— No dudo que este en excelentes manos. He escuchado que es el mejor de su grupo. — Admitió tranquilizando al médico que la atendía. Edward tomó la hoja de solicitud de estudios. — No pretendo robar a su paciente, ella es mi novia y sé que no le gustan las agujas. — Sentenció al ver la que el residente mantenía en su mano. — ¿Puedo?
Creyendo que sería más fácil, el doctor Porter aceptó, además, aunque dijera que confiaba en él para atender a su novia, aún lo intimidaba un poco. Bella frunció el ceño mientras veía a Edward colocarse un par de guantes, se acercó a ella y con un movimiento ágil la recostó, dado que tenía el collarín y que al intentar moverse sentía un tirón bastante molesto en el cuello y la espalda, tuvo que quedarse en esa posición.
— Te estas aprovechando.
— Solo agilizo la atención. Sentirás un poco de ardor. — Fue lo último que dijo antes de dar unos piquetitos para anestesiar la zona. — Listo, con eso podrá suturar sin problemas.
— ¡Te reportare, Cullen! — Lo amenazó Bella molesta.
— Te traeré la forma, cariño. — Le respondió con sarcasmo quitándose los guantes y alejándose hacia su paciente.
Ante eso el médico y la enfermera no sabían muy bien que hacer, en parte agradecían la ayuda para poder suturar, pero no entendían si debían de reportar el incidente. Bella solo cerró los ojos y esperó a que le colocaran los puntos, solo fue una presión, pero nada de dolor. La llevaron a hacer un par de estudios y finalmente la dejaron en una habitación que agradeció estuviera en penumbra, la luz le provocaba punzadas que lanzaban un dolor agudo.
No duró mucho rato a solas, con sigilo llegó Carlisle que fue a asegurarse de que estuviera bien y al ver que estaba despierta solo encendió una luz tenue. Le aseguró que sus estudios habían salido bien solo iba a necesitar reposo y usar el collarín un par de días por el latigazo ante el impacto.
— Alguien de urgencias me comentó que querías reportar a cierto cardiólogo por administrarte la anestesia.
— No era en serio, si no lo hubiera hecho creo que aún seguiríamos ahí. — Se encogió de hombros haciendo una mueca. — ¿Puedo irme a casa?
— Sí. — Interrumpió Edward llegando. — Ya surtí la receta y el médico firmó el alta, así que podemos irnos a casa.
Carlisle notaba la tensión y también supo a medias la razón, por lo que por lo bajo le indicó a Edward que mantuviera su temperamento a control y no provocara una discusión, al menos hoy la debía dejar reposar.
Ignorando las protestas la llevó en silla de ruedas hasta el auto, y como era política del hospital, a Bella no le quedó más que callar y dejarse llevar. En el auto apagó la música y agradeció los lentes oscuros que Edward le prestó, en los movimientos bruscos del vehículo hacia muecas por el tirón.
Las zapatillas altas le molestaron por lo que terminó quitándoselas y no protestó cuando Edward se las quitó de la mano y las llevó él, le ofreció su brazo como soporte y lo aceptó agradecida, la cabeza le punzaba un poco, pero lo más molesto era llevar el collarín, al entrar a casa cerró los ojos con fuerza al escuchar el grito de Evan quien fue a su encuentro. Al ver a su mamá se detuvo con los ojos muy abiertos.
— ¿Estás bien, mami? — Le preguntó tomando su mano, Bella le sonrió.
— Un pequeño accidente, solo necesitaré estar un poco en cama y quedaré como nueva.
— ¿Eso es sangre? — Señaló unas manchas en la blusa de Bella que no se había dado cuenta.
— Pequeño, vamos a llevar a mamá a su camita para que descanse y se ponga ropa limpia. Mami está bien solo necesita descansar. — Le pidió Edward.
Luego de dejar a Bella en la cama con Evan a su lado, Edward le pidió a Ángela que le llevara algo de comer a Bella mientras él hablaba por teléfono con Esme.
Por la tarde mientras Bella dormía, Esme llegó para brindar su ayuda cuando Edward tuvo que ir al hospital. Evan se colaba en la habitación de su mamá para ver si seguía durmiendo, además cada vez encontraba a Max recostado junto a la cama, el cachorrito estaba al pendiente de Bella de quien se había encariñado porque ella solía alimentarlo, acariciarlo y jugar con él cuando Evan no estaba cerca.
Al abrir los ojos su habitación estaba en penumbra por las cortinas cerradas, por lo que no podía saber cuánto tiempo llevaba durmiendo, el dolor de cabeza había cesado y solo tenía la molestia de la zona en donde estaban los puntos, intentó levantarse, pero la tensión en el cuello le hizo el trabajo difícil, con ayuda de su propia mano sostuvo su cuello hasta enderezarse y se colocó el collarín que estaba en la mesita de noche, al bajar los pies se topó con una bola de pelos que la hizo sonreír.
Al regresar del baño ya estaba Evan con Esme esperándola sentados en la cama con una bandeja con su cena. Estaba hambrienta, a la hora de la comida apenas probó bocado por el dolor, pero ahora que era mucho más leve iba a disfrutar de la elección de fruta y el batido de frutos rojos. Escuchó a su hijo que le contaba todo lo que había hecho en compañía de Esme que se lo llevó con ella a hacer la compra y revisar una propiedad que estaba remodelando. El que Edward no estuviera ahí no le extrañó demasiado y no quiso preguntar porque no quería tener esa conversación con Esme.
Antes de que Edward regresara ella se quedó dormida, lo atribuía a alguno de los medicamentos. Miró el reloj y notó que era cerca de medianoche y su cama estaba vacía, fue al baño y luego salió de la habitación para ver si Edward estaba en la de invitados, pero esa también estaba vacía. Siendo sigilosa fue a su estudio y tomó el álbum que Charlie le había regalado y que no terminó de ver aquel día. Por alguna extraña razón ese le parecía un buen momento.
En lugar de permanecer ahí, salió a la terraza porque sentía un poco de calor, se acomodó en una de las sillas y hojeando el álbum encontró varios momentos que parecía haber borrado de su memoria. Lo que fue notando es como con el paso de los años la sonrisa la fue abandonando, así como su mirada chispeante perdió su brillo. Lo cerró al terminar, la última foto fue del día de su graduación junto con una de Charlie sosteniéndola de bebé.
Se detuvo observando su mano, la misma que estampó en la mejilla de Edward solo por no aceptar que le dijera la verdad.
— ¿Qué demonios crees que haces aquí afuera y vestida solo con eso? — Le preguntó Edward saliendo a la terraza luego de no haberla encontrado en la habitación, estudio, ni cocina. Se acercó acariciándole un brazo. — Estás helada. ¿Bella?
Escuchar su nombre la hizo salir de sus pensamientos y ser consciente del frio que la envolvía, su cuerpo tiritaba y estaba comenzando a nevar. Quiso moverse, pero estaba como congelada, Edward no lo dudó y la cogió en brazos, la llevó a la sala, encendiendo la chimenea y la envolvió en una manta.
— ¿En qué pensabas estando afuera con esa ropa? — Le preguntó mientras le frotaba los brazos para que entrara en calor. — Pudiste entrar en hipotermia, esto sin duda te causará un gran dolor en el cuello y la espalda. ¿Bella?
Sabía que lo estaba escuchando, pero parecía estar luchando para que las palabras salieran de su boca. Al sentir como su cuerpo temblaba y un gemido suave salía de sus labios se detuvo de frotar sus brazos y la miró para encontrase que estaba luchando por no llorar. La dejó que se pegara a su pecho y la envolvió en sus brazos besando su cabello.
— Me estás asustando. ¿Necesitas que vayamos al hospital?
— Tenías razón. — Dijo en tono apenas audible separándose con todas sus fuerzas, el entrar en calor le estaba generando un malestar mayor. — Lamento todo lo que dije, no tenía derecho a hacerlo, me sentí atacada y solo reaccioné a la defensiva. Algo que no volverá a ocurrir, estoy arrepentida y muy avergonzada por dejar que mis impulsos me dominaran.
— No te angusties con esto, no es el momento de tener esta conversación lo que necesitas es descansar. Traje una compresa que te ayudará a poder dormir.
— Necesitamos hablar de esto. — Pidió reacomodándose para poder verlo. Edward hizo lo mismo, se acomodó de lado para poder prestarle atención.
— Dime, que es lo que pasó por esta cabecita. — Tocó su cabeza con suavidad con la punta de unos de sus dedos, entendía lo sensible que aún se encontraba.
— Solo la oportunidad de mi revancha. Me prometí a mí misma que haría pagar a Demetri, Tanya y a mis padres por el daño. No negaré que se sintió bien en el momento, verlos caer, pero luego me sentí sucia, sabes… — Le tocó la mejilla a Edward. — Tuviste toda la razón en lo que me dijiste esta mañana, solo estoy demostrando cuan parecida soy a mi padre, y darme cuenta de ello me hizo actuar de la forma que lo hice, no es una justificación valida, porque nada me da el derecho de…
— Claro que nada lo justifica. Mi intención no fue atacarte, solo necesitaba que vieras las cosas desde otro ángulo, perdí la paciencia y me preocupé al notar lo convencida de tu actuar. Claro que detesto a Demetri y Tanya por lo que nos hicieron, se merecen lo que les está pasando, lo que no me gusta es que estés detrás de esto exponiéndote solo por una venganza. Siempre me preocuparás.
Aquello la hizo sentir aún peor, realmente no era una buena persona.
— Eres una mujer inteligente y sé que esto que sucedió te hará recapacitar y retomar tus prioridades.
— Tengo en claro mis prioridades, ahora las tengo.
— El destruir y hacer pagar a los demás no son precisamente las prioridades a las que me refiero.
— Mis únicas prioridades serán ustedes dos, no quiero que mi hijo pase por lo que yo y para eso debo de dejar de repetir patrones. Gracias por preocuparte por mí siendo la voz de la razón. Nunca te has detenido de señalar cuando algo no está bien aun sabiendo que eso puede ocasionar una discusión de magnitudes épicas.
Edward estiró su mano y le apartó un mechón de cabello sonriendo de lado.
— Creo que es momento de hacernos una promesa, porque nuestros temperamentos pueden ser traicioneros. — Le dijo encogiéndose de hombros notando que ella le daba la razón. — Antes de llegar al punto donde desconectamos nuestro cerebro y dejamos que las palabras salgan debemos de detenernos, pedir algo así como un tiempo fuera para tranquilizarnos y poder hablar como gente civilizada.
— ¿Un tiempo fuera?
— Es solo una forma de decirlo.
— Me agrada la idea. — Aceptó porque como en cualquier relación iban a continuar teniendo sus desacuerdos y a veces se volvían demasiado apasionados tratando de defender su punto. — Y siempre arreglar nuestras diferencias antes de irnos a la cama, eso de dormir estando enfadado solo evita un buen descanso.
— Tenemos un trato, Srita. Swan. — Cerraron aquel acuerdo con un apretón de manos y un beso que tuvo que ser interrumpido ante el malestar de Bella.
Con las cosas solucionadas se fueron a la cama.
…
A la mañana siguiente Bella se despertó con un gemido de dolor al moverse más rápido de lo debido, Edward se estaba terminando de cambiar y se acercó a ella.
— ¿Qué tal te sientes?
— Peor que ayer, me duele todo. — Se quejó.
— No quisiera decírtelo, pero, te lo dije. — Sonrió al notar la mirada que hacía a muchos retroceder. — Fue por tu noche en la terraza. Iré a calentar la compresa para tu cuello y te colocaré un ungüento para desinflamar. Pero creo que hoy te quedarás en casa.
— Trabajaré desde aquí.
Evan acudió a saludar a Bella antes de que Edward lo llevara a la escuela. Le dio un beso y le indicó portarse bien como siempre solía hacerlo ella. El malestar aunado con el sueño que le provocaba uno de los medicamentos solo la dejó tener un par de reuniones por videoconferencia, agradecía a la tecnología.
Antes de la hora de la comida le llegó un arreglo de flores con un tarro de galletas. Al leer la nota se sorprendió, las flores eran de Charlie que le deseaba se recuperara pronto y las galletas eran de Sue quien las había hecho y esperaba le gustaran. Aquel par de detalles fueron inesperados y mentiría al decir que no le alegraron.
Por la tarde vio a Evan en la sala de rodillas hojeando algo sobre la mesita de centro. Se acercó y vio que se trataba del álbum de fotos que había dejado olvidado ahí la noche anterior.
— Hola, pequeño.
— Dentro de poco ingresaré a la escuela de niños grandes, así que no soy tan pequeño. —Dijo apartando la vista.
Bella se sentó justo detrás de él y le dolió admitir que era verdad, estaba creciendo demasiado rápido e iba a llegar el momento de que ingresara a un nuevo colegio.
— ¿Quién es este bebé? — Preguntó Evan señalando una de las primeras fotos.
— Tráelo y siéntate a mi lado. — Le pidió Bella que con ayuda de un cojín en sus piernas pudo ver mejor las fotos. — Esta soy yo de bebé.
Ante aquella información Evan se sorprendió miró la foto y luego a su mamá. Bella fue girando cada página del álbum contándole donde había sido tomada.
— ¿Quién es él? — Preguntó Evan viendo la última foto en la que aparecía Charlie, solo que como no estaba bien enfocado y al estar de perfil y su atención puesta en la bebé en brazos no se veía claramente quien era.
— Él es mi papá. — Le dijo. — Tú abuelo.
…
Esta vez la historia se finalizará, ya está terminada solo está en revisión final. Publicaremos un capitulo por semana. Así que nos leemos en unos días.
TitiC
