CAPÍTULO 4: Una dura separación

Pasaron los días y, como se propuso Oshawott, le iba a dar cada día una flor bonita y rara a su novia, la princesa Snivy. Se juntaban en un lugar apartado para que él le regale el obsequio sin ser vistos. Querían mantener el romance un secreto, a pasar de haberles dicho a Deerling y Samurott, pero la serpiente y la nutria no estaban preocupados porque sabían que ellos dos eran de fiar. Todo estaba bien.

El Pokémon de tipo agua fue entregándole flores muy exóticas para Snivy, era muy difícil encontrar alguna de ellas, unas estaban en lugares muy escondidos o de muy difícil acceso, arriesgaba su vida para encontrar la flor indicada que le gustase a la serpiente hierba. Según él, la ardua búsqueda valía la pena para ver a su novia feliz.

Oshawott le regalaba flores de todos los colores y formas que había en la Cala Oleaje, había veces que no sabía porque estaban algunas flores raras en un paisaje costero. Él pudo conseguir libros sobre flores para investigar un poco, y conocer las flores que le regalaba a Snivy. Había un montón de esas plantas que le gustaría regalar a su novia. La nutria buscaba la que creía que más le gustaba a la serpiente hierba. Una vez tuvo que subir por las áreas más altas de la Cala Oleaje con la esperanza de encontrar una flor bonita ahí. A veces tenía una para regalar, pero otras veces tenía que irse con las manos vacías; sin embargo, su amor por el Pokémon tipo planta era interminable, y la haría feliz haciendo su mejor esfuerzo.

Un día, Snivy estaba pensante por algo en específico, recordó esa vez que Oshawott intentó besarla y se puso incómoda por eso, pero eso no arruinó la relación por completo. La princesa estaba muy indecisa si ella quería dar por fin el primer beso para sellar esa relación amorosa de manera oficial. Había algo que la hacía incomodar, como que algo no estaba en lo correcto; no obstante, los dos llevaban una semana siendo novios, y quería dar comienzo a una nueva etapa amorosa con un beso, pero el problema era que ella no sabía cuándo hacerlo. Ella no estaba muy segura si dar el beso en ese día, debía haber una buena razón para hacerlo, creía que con una semana siendo novios no era suficiente. Cuando era de mañana, después de salir de su casa, saludó a su madre.

—Hola, mamá. Buenos días.

—Buenos, días, hija mía. ¿Despertaste bien?

—Sí, con mucha energía.

—Me alegra escuchar eso.

Hubo un momento de silencio que fue interrumpido por la reina Serperior.

—Hija, me gustaría hablar de un tema antes de todo.

—¿Sobre qué, mamá?

—He notado que Oshawott te ha regalado muchas flores, una cada día, durante esta semana.

—Sí. ¿Qué tiene?

—Bueno, me he preguntado si es cierto de que él te pide ayuda para saber el nombre de la flor que trajo.

—Por supuesto que sí, él no sabe mucho sobre plantas por lo que me he dado cuenta, y, como yo soy de tipo planta, yo le respondo sus dudas como buena compañera que soy.

—Sí, pero me he dado cuenta también que él te las regala a ti, en vez de quedársela él. ¿Sabes por qué lo hace?

—Emm… todavía no lo he averiguado, hasta el momento no le he preguntado sobre eso.

—Ya veo…

La Gran Serperior no sabía que pensar al respecto. Se preguntaba por qué Oshawott le preguntaba a su hija sobre el nombre de la flor que traía y se lo regalaba al final. Era raro, sabía que Snivy y Oshawott eran compañeros, ¿pero por qué regalarle flores si originalmente eran de Oshawott? Se estaba haciendo tarde, talvez cuando tenga más tiempo lo descubriría.

—Está bien, vamos al comedor —dijo la reina.

—Sí, mamá, vamos —dijo su hija.

Y ambas fueron al comedor con las sirvientas para desayunar.

Snivy estaba en una jornada libre, era el tiempo de jugar para ella. En ese momento, estaba a la espera de que viniera su novio Oshawott. Él sabía a qué hora del día era adecuado venir a visitarla. La serpiente hierba esperó por un buen rato, hasta que finalmente la nutria vino no con una flor como todos los días, sino con dos flores bonitas. Esta vez traía dos flores azules.

—Hola, mi queridísima Snivy.

—Buenos días, mi amado Oshawott.

A veces les gustaba hablar como si fueran de la realeza que vivían en diferentes reinos.

—¿Qué me habéis traído este hermoso día?

—Yo he traído para este hermoso día, una hermosa flor azulada, para la más hermosa Pokémon de aquí.

Ella dio unas risillas. No sabían si hacían alguna burla a la realeza por hablar así, pero era divertido para los dos. Oshawott continuó.

—He aquí la más bella flor que te he traído: campanillas… eh… campanillas… emm… se me olvidó lo que venía.

Snivy dio otras risillas. Dijo:

—No te preocupéis, mi amado, esas flores se llaman…

—Eso no importa por ahora, mi princesa. Lo importante es que he traído la flor más bella que pude encontrar en mis dominios. ¿Te ha gustado mi regalito que te traje especialmente para ti?

—¡Por supuesto, mi amado mío! Acepto tú regalo con gusto.

Después de unos segundos de silencio, ellos dos se echaron a reír un montón, se divertían mucho creyéndose los de realeza. Después de las carcajadas, Oshawott y Snivy dijeron hablando normal:

—Ya, enserio. Me costó mucho conseguir esta flor solo para ti.

—No importa, lo que importa es que volviste aquí sano y salvo aquí.

—Y bueno, ¿te gusta esta flor?

—Me encantó con lo que trajiste hoy día.

—Toma una y yo me quedó con la otra, ¿de acuerdo?

—Sí, muchas gracias, lo conservaré con mucho cuidado.

—Gracias, Snivy.

—De nada, Oshawott.

—Te veré más tarde, adiós.

—Adiós.

Después de despedirse, ellos fueron en direcciones opuestas. Snivy iba hacia su casa para colocar la flor en el florero. Corrió de forma rápida hasta que lo detuvo su madre.

—Hija, ¿qué haces corriendo con tanta prisa?

—Oh, lo siento, mamá. Quería dejar esta flor en mi casa junto con las demás.

—Te la dio Oshawott, ¿no es cierto?

—Sí, es la más bonita que me ha dado.

La Gran Serperior seguía muy dudosa por el comportamiento del compañero de su hija. ¿Qué ha estado tramando él con ella todo este tiempo?

—Bueno, ya me voy. Adiós.

Y Snivy raudamente fue hacia su casa, y su madre fue a hacer sus cosas. Cuando la princesa iba corriendo hacia su hogar, se detuvo para pensar en algo. Ya había pasado varios días desde que comenzó su relación con Oshawott, y pensó: ¿sería buena idea dar el primer beso con él ahora? Había que sellar su relación oficialmente de alguna forma. Ella estaba insegura si dar el beso en ese momento, pero vio la flor que le regaló Oshawott, que combinaba con los colores de su cuerpo. Él hacía un esfuerzo enorme para hacerla feliz, creía que había darle una bonita recompensa por todo lo que había hecho.

Snivy se dio la vuelta y corrió lo más rápido posible para alcanzarlo antes de que se vaya de la Zona Flora. En medio del camino, la reina Serperior se dio cuenta de que su hija iba a todo pulmón hacia el lado opuesto. ¿Ahora que le pasaba a ella para ir corriendo de regreso?, pensaba. En eso, el Pokémon realeza vio que la princesa había botado un objeto sin darse cuenta. La reina, con curiosidad, fue a revisar lo que era: era la flor azul que Oshawott regaló a su hija. Al parecer se le cayó por accidente, la madre de Snivy la tomo con una cepa y la revisó: era una flor muy preciosa, ella sabía su nombre. Después vio hacia donde iba Snivy. Le dio mucha curiosidad, algo le decía que descubriría algo importante sobre su hija. Empezó a seguirla a una distancia considerable con flor en mano para que no se diera cuenta.

Después de hacer mucha carrerilla, Snivy pudo ver a Oshawott quien estaba caminando tranquilamente hacia la Zona Costera, todavía tenía la flor azul en su tenencia. Tenía que alcanzarlo, y lo logró, diciendo mientras corría:

—¡ ¡ ¡Oshawott, espera! ! !

La nutria se dio la vuelta para ver quién era, era su novia Snivy quien venía a toda velocidad hacia él.

—¿Snivy? —se preguntaba el tipo agua.

Después de unos segundos, ella pudo llegar a donde estaba su pareja. Él preguntó.

—¿Snivy, por qué quisiste verme de nuevo?

Ella daba unos moderados jadeos por la carrera que hizo para llegar hasta ahí. Después de unos segundos para volver a respirar normalmente. Ella dijo:

—Oshawott… Oshawott, te quiero tanto desde el momento que me confesaste tus sentimientos a mí, tú eres muy caballeroso conmigo y me traes las flores más hermosas que he visto. Lo único que puedo decirte es… gracias, muchas gracias por todo lo que has hecho por mí. Te amo.

Después ella, sin más dilación, inclinó su cabeza para un lado y Snivy le dio un beso en la boca a Oshawott, tierno e inocente que hizo palpitar sus corazones un montón. Se dejaron llevar por sus sentimientos amorosos y lo disfrutaron mucho. Fue tanto que la nutria soltó su flor para poner una mano en la cara de ella para dar un beso más adecuado. Se sentía muy agradable y único. Para la mala fortuna de ellos, Oshawott no fue el único que soltó la flor por el beso.

A cierta distancia, un Pokémon dio un fuerte jadeo de sorpresa inmensa que pudo ser escuchada por los dos tórtolos.

—¡ ¡ ¡SNIVY! ! !

Ambos se dieron vuelta para ver quien gritó, era la Gran Serperior quien vio toda la escena del beso completo. Snivy y Oshawott se sorprendieron por la repentina aparición de la reina. Lo feo era que ella no estaba feliz, estaba muy enfadada.

—¡Ah! ¡¿Mamá?! —preguntaba la princesa con miedo.

—¡¿Snivy, qué significa esto?!

—Eh… bueno… es que…

Oshawott estaba viendo la discusión que tenía Serperior con su hija. Él se sentía culpable, pensaba que había cometido una falta muy grave.

—¡Snivy, no hay alguna excusa para explicar esto! ¡Estás castigada sin poder jugar y sin poder ver a Oshawott! ¡¿Entendiste?!

—¡¿Qué?! Pero mamá…

—¡No quiero escuchar ni una palabra más! ¡Ven conmigo!

La reina Serperior usó sus cepas para sujetar a Snivy para que no escapase. Su hija no quería irse ahora.

—¡¿Mamá, qué haces?! ¡No pude despedir a Oshawott!

—¡Bisharp! ¡Pawniard! ¡Vengan acá inmediatamente!

La patrulla Bisharp vino hacia donde estaba la reina de forma rápida.

—¿Sí, Gran Serperior?

—Bisharp, llévense a Oshawott afuera de la Zona Flora, y no le permita entrar aquí nunca más.

—Espera, ¡¿QUÉ?! ¡No! —exclamaba la nutria.

—¡Andando, pequeñuelo, son las ordenes de la reina! —decía Bisharp de forma firme.

—¡No! ¡No quiero!

Ahí fue cuando los Pawniard sujetaron con sus brazos las patas de Oshawott, incluso si tenían cuchillos en sus extremidades, y lo arrastraron hacia la salida de la Zona Flora, mientras que la reina llevaba a su hija en la dirección contraria. Ambos se veían entre ellos alejándose cada vez más, gritaron:

—¡ ¡ ¡Snivy! ! !

—¡ ¡ ¡Oshawott! ! !

Ellos no querían despegarse abruptamente, pero el destino le jugó una mala pasada ese día. Después ellos no se vieron más, dejando solo las flores azules tiradas al suelo como testigos de la triste escena de separación por la fuerza.