Bueno, he de decir que este capítulo demoró dos días en publicarse, ya que no me pareció perfecto y tuve que pulirlo un poco. No vale la pena matarse describiendo apariencias físicas, solo diré que es Naruto: The last y ya ustedes haganse a la idea de cómo lucen los personajes. Eso es todo lo que tengo que decir.

Capítulo 1

En Konoha fue un día perfecto. Lo suficientemente cálido para disfrutar de la luz del sol sin ser demasiado abrasador, una ligera brizna del viento y cielos azules adornados por una u otra nube mullida ocasional. Era el tipo de día en el que no hacías nada a excepción quizás de tomar una pequeña siesta al aire libre y después de aquello, una rutinaria partida de shogi acompañada de un buen tabaco y buenos amigos. No obstante, aquella visión idílica fue empañada por Temari y sobre cómo es que él tiene que encajar en el sentido de deber del clan Nara hacia la comunidad.

Nara Shikamaru no quería estar ahí, tenía muchas mejores cosas que hacer que estar sentado ahí bajo los rayos del sol… bueno, quizás no. Desafortunadamente no tuvo otra opción, esta era una de esas ocasiones en las cuales debía asistir como buen político que es. Por lo menos él no tuvo que estar de pie todo el tiempo, a diferencia de Hyuga Hinata quien tomó gran parte del protagonismo hablando en el estrado; su trabajo el día de hoy consistió en estar sentado, asentir y responder ocasionalmente unas preguntas por aquí y por allá. En cierta forma su trabajo radicó en actuar como una mascota, si… como una mascota mansa que está ahí para ser glorificada y presentada a las masas.

Y hablando de mascotas, se quedó viendo a lo lejos, casi hasta donde termina el tumulto de gente; la imagen de un perro acostado a la sombra durmiendo apaciblemente capturó toda su atención. Sonrió para sí mismo, imaginando el tener que intercambiar roles con aquel animal…

Acto seguido, el codo de Temari impactó de lleno contra sus costillas.

-Ni se te ocurra cerrar los ojos ¿Entendido?-Siseo la rubia en voz baja, aunque sin dejar de sonreir -No me hagas quedar mal ante toda esta gente-

-No iba a hacerlo, solo me estaba acomodando en mi silla-

-Sí claro- le reprendió Temari -Mas vale dejes de hacer el tonto y empieces a tomarte este asunto con seriedad ¿Que acaso ya se te olvido lo que te ha dicho Okaa sama en la mañana? Vamos, sonrie tu también-

Shikamaru gimió en voz baja, sin siquiera atreverse a mencionar lo "problemático" que era todo ese asunto. Nunca fue buena idea tentar a la suerte. Decir que las mujeres de su vida eran un poco dominantes era quedarse corto.

-"Es un honor y una gran alegría para mí estar hoy en el acto de inauguración de la nueva sede del ANBU, actividad que coincide con la celebración, este año, de nuestro centésimo aniversario como Konohagakure no sato. Lo que hoy celebramos es producto de un esfuerzo sostenido de diferentes generaciones, iniciando por el trabajo que llevó a cabo el Nidaime Hokage, Tobirama Senju, para fundar el Ansatsu Senjutsu Tokushu Butai hace ya 70 años…"-

Después de unos segundos de escuchar a Hinata, Shikamaru se había quedado dormido despierto, o al menos eso fue lo que dedujo, ya que sus respuestas después de eso fueron automáticas. Temari no se pudo quejar, posiblemente no haya cambiado nada con la transición de la juventud a la adultez, no obstante ella no podía reprochar que él no hacía su parte del trabajo.

Esa era una nueva era, una pacífica, no sólo para él mismo. Algunos de sus compañeros también fueron presa de una increíble metamorfosis. Tal es el caso de Hyuga Hinata, quien además de ostentar el título de líder en su clan, tiene bajo su cargo el recién creado ministerio de hacienda de Konohagakure no sato.

Cuando toda la gente se dispersó, ella tomó algunas de sus notas, y sonrió hacia sus antiguos compañeros de equipo, quienes se acercaron a saludarla.

-Buen trabajo Hinata. Lo hiciste bien, jamás en mi vida podría imaginar tener que dirigirme a tantas personas-

Shikamaru observó desde su asiento aquella interacción. Vio a un joven y tosco Kiba subir al estrado y dirigirse a su amiga y ex compañera de equipo. Con el equipo 10 completamente disperso, teniendo tanto a Hinata como a él ocupados con los deberes de sus respectivos clanes, toda la responsabilidad en cuanto a misiones recayó directamente en unos pocos shinobi de su generación, entre ellos Inuzuka Kiba, quien golpeó enérgicamente la espalda de la mujer efusivamente mientras tanto, vió a Aburame Shino observando osciosamente uno de sus escarabajos emerger debajo de su gruesa chaqueta.

-En realidad, empezaba a sentir un poco de nervios, había olvidado una parte de mi discurso así que tuve que improvisar-

-¿En serio?- dijo Kiba- Pues no se ha notado, sonaste tan natural, no puse demasiada atención a la mitad de lo que has dicho, pero lo hiciste bien-

Kiba se rasco la nuca tímidamente.

-Agradeceria que lo hicieras Kiba kun…-

-No lo tomes a mal Hinata, pero todavía me cuesta trabajo creer que tú entre todas las personas de alguna tenga un cargo mucho más importante que el mío-

Ella frunció el ceño.

-¿Y eso por qué?- ella inquirió.

-¿Cómo qué por qué? Cuando partíamos en una misión, casi siempre murmurabas. Era difícil saber lo que decías, ¿verdad Shino?-

El interpelado asintió en silencio.

-¡Yo no murmuraba!-

-Si que lo hacías Hinata, bastante a menudo-

-¡Te digo que yo no murmuraba!-

-Si, si, lo siento, lo que tu digas. No tienes porqué gritar- Ella hizo un mohín, mas no hizo nada por repelar.

-Como sea…- ella suspiro -Solo recuerden no faltar a la reunión ¿De acuerdo?-

-Si-

-Es importante-

-Si, ¡Lo entendemos Hinata!- Kiba al final captó la indirecta, y optó por cerrar la boca.

Y ese era un apunte interesante al tratarse de ella, teniendo en cuenta la apacible elocuencia de los últimos años, no necesariamente débil o tímida como en la infancia o preadolescencia, pero de alguna forma inverosímil… herida o quizás decepcionada, aunque Shikamaru no pudo precisar la razón, por lo que aquel comentario pareció un poco fuera de contexto, sobre todo por cuán fuerte ha sido su actitud cuando se trata de asuntos concernientes a los Hyuga y su papel hegemónico en la aldea. Para aquellos dentro e incluso fuera de su más íntimo círculo social, algo la había hecho sentirse más deprimida que de costumbre.

Ella hizo bien en ocultar aquello. La vio darse la vuelta para mirarlo y sonreír con una de aquellas sonrisas, tan suyas.

-Buen trabajo- ella estiro su mano para ayudarlo a levantarse de su asiento -Debo decir gracias, honorable ministro de defensa-

-Basta Hinata, no sigas o terminare por creer que soy mucho mas importante que Tsunade sama-Shikamaru suspiró, pensando en lo curioso de la ocasión al tener siempre esa mujer a veces tan angelical e irreal, el extraño capricho por cepillar su cabello con los dedos y observarlo siempre con aquella expresión de infinito interés -Para los amigos solo soy Shikamaru-

-Lo que digas entonces Shikamaru kun-

Hinata era una belleza, don encantador del cielo, que a justo título arrodillaba a muchos hombres ante ella, sin afán de pleitesía sin fundamento, no solamente por la expresión material de un cuerpo escultural y un fino rostro blanquecino, sino por la expresión encantadora de una perfección moral en todo sentido de la palabra. Y era de esperar que sin este feliz convenio, la belleza no es belleza, como la rosa a su perfume, el yin al yang o el cielo al arcoiris; los años no hicieron más que exaltar los rasgos de su encanto y divinidad. No obstante, era una mujer ciertamente inalcanzable para los masculinos en su mortandad.

Salvo para un solo humano terrenal.

-Eh.. si, eso creo- respondió Shikamaru a botepronto.

Él por supuesto, no era ese humano.

Ella sonrió.

-Debo recordar que ambos están cordialmente invitados a la reunión que se llevará a cabo en mi residencia. No deben faltar, bajo ninguna circunstancia ¿Está claro?-

-Por supuesto Hinata- Temari respondió en su lugar, y ambas intercambiaron un fraternal abrazo -Ahi estaremos-

Ambos grupos se despidieron, Hinata Shino y Kiba por un lado, aunque Temari y Shikamaru tomaron un poco más de tiempo. La razón: observaron a lo lejos al contingente de la Hokage acercándose por la calzada, más a prisa que de costumbre, y eso echó a volar su imaginación. Tsunade anticipó su llegada dos días antes de lo previsible.

Algo estaba a punto de ocurrir. Casi pudo olerlo en el aire.

-¡Sakura! ¡No vuelvas demasiado pronto! ¡No seas una aguafiestas! ¡Diviértete mucho en tu reunión querida!-

-Si mamá… ya me lo has dicho como un millón de veces- Sakura siseó en voz baja.

Haruno Sakura frunció el ceño cuando vió de refilón cómo su madre aún seguía despidiéndose desde lejos, agitando las manos vigorosamente aunque sin dejar de esbozar aquella mirada llena de escrutinio. Sakura, quien desde hacía tiempo había cumplido más de dos décadas de existencia, desaprobó la injerencia de su madre en sus asuntos personales aludiendo siempre a un noble gesto materno de preocupación. Ella agacho la mirada, apretando el paso para desaparecer de su campo de visión. Hubiese sido bochornoso tenerla a ella, llevándola del brazo hasta la residencia de Hinata, solo para asegurarse de que no se escaparía alegando que el trabajo era mucho más importante que una simple reunión de viejos camaradas.

Aunque los temores infundados de su madre, sí que tuvieron fundamentos. Para Sakura el trabajo lo fue todo, pero su madre Mebuki no lo pudo entender. Para ella, ascender en el trabajo fue como escalar la montaña más alta; cuanto más alta es la pendiente, más escaso es el aire y más pesada se hace la carga a tus espaldas… pero su madre nunca entendió que ella simplemente trabajaba arduamente en el hospital para al final poder tener tiempo junto a sus seres queridos…

Quizás esa era una contradicción, como lo había cuestionado hasta el cansancio su familia. Quizás, no debió haber hecho nada desde un inicio. Al final de cuentas, "familia" solo toma en cuenta a un par de personas, puesto que aquel sueño jovial de su juventud al lado de cierto shinobi de cabello oscuro nunca se llevó a cabo, y no hay demasiada cercanía entre Uchiha Sasuke y ella misma.

Según Sasuke, no hay que temer a la oscuridad. De hecho, él considera que no hay que temer a nada, mucho menos a las circunstancias de la vida, ya que la persona más fuerte a menudo es la que no siente ningún atisbo de temor por estar sola por toda la eternidad.

Posiblemente esa es la fina capa que él impuso entre la monotonía y la dura realidad que es la vida para él sin su "alma gemela". Y por supuesto que Sasuke no tiene las agallas para pararse frente a la casa de Hyuga Hinata, pero nada une más a dos almas desfasadas que una culpa compartida.

La mujer de cabello corto y rosado suspiró.

Cuando Sakura llegó al enorme complejo hyuga, realmente no supo qué hacer. Estaba claro que ella tal vez no quería venir, aunque por supuesto, sería con aquello capaz de ver y saludar a algunos de sus antiguos camaradas. Seguramente todo iba encaminado a un solo manifiesto, en ella predominó esa sensación de temor existencial que claramente no pudo desprenderse con el pasar de los años. Era difícil expresarlo con palabras, pero al ver a Hinata salir y darle la bienvenida en su enorme recinto, casi sintió que todos la estaban dejando atrás.

Hinata y Shikamaru son políticos de mucho peso, y aunque ella sigue siendo la estudiante más brillante de Tsunade, tuvo la sensación de que todos siguieron adelante sin ella.

-Sakura san, entra por favor- Le pidió Hinata y ella asintió observando otra pila de Hyuga's a los costados dándole una reverencia.

-G… gracias Hinata ¿sama?-

La mujer de cabello oscuro ladeó la cabeza sin comprender aún aquel gesto injustificado de vacilación. Pero para la mujer con un tono de cabello bastante inusual, todo tuvo una raíz fundamental acerca de los roles de ambas en la sociedad, ya que Hinata era sumamente popular, y ella, en extremo opuesto, llegando a odiar en ocasiones a la genética y esa figura falta de hermosas curvas orgánicas heredada directamente de su madre; eso y aparte de que entre los hombres sólo era considerada como un marimacho malhumorado que solo gusta de atemorizar a los jovenes.

Eso en parte fue culpa de Konohamaru.

-Hinata está bien, después de todo ¿no somos amigas?-

-Si claro. No se que me pasa el día de hoy- Para alivio de Sakura, quien no dejó de reparar en burdas comparaciones sin sentido, Hinata no entendió el trasfondo de su respuesta.

-Entonces entra conmigo, todos estaban esperando tu llegada-

Si, lo que dijo ella era verdad, así que por un momento Sakura despejo toda duda de su mente momentáneamente, imitó su sonrisa y la siguió adentro.

-Sientete comoda, en seguida haré que te traigan algo de comida ¿De acuerdo?-

-Si, gracias Hinata-

Cuando vio a Sai asomarse de entre las mesas, optó por ir al lado suyo. Y es que a diferencia de la mayoría de los de su generación, por lo menos él mantuvo un mezquino estilo de vida, muy similar al suyo. Ocasionalmente partían en misión juntos, pero el tipo era tan retraído y raro que a veces dudaba en realidad si lo suyo en verdad era amistad o solo un vínculo de mundana formalidad. En cuanto a Sasuke… bueno, Sasuke es Sasuke. La relación entre ambos ha permanecido intacta desde que tiene uso de memoria. Simple y llana rectitud a veces unilateral.

Como extrañaba a Naruto en momentos como este.

Tal vez así fue como acontecieron los sucesos; amigos, compañeros de escuadrón que van y vienen y se distancian a lo largo de los años, presa de sus respectivos deberes.

-Sakura, tiempo sin verte- entonó Sai cortésmente cuando ella se sentó a su lado -¿Como te va?-

-Supongo que bien- ella suspiró, quizás siendo demasiado melodramática. Al ver a Shikamaru, Chouji, Ino y a los remanentes del equipo 8 y Guy, su corazón dió un pequeño vuelco. Su madre tuvo razón al decir que era pésima a la hora de equilibrar su vida laboral y social. Ella debería salir más a menudo con sus amigos.

-Quién lo hubiera imaginado ¿No?- él hizo hincapié en la cercana relación que floreció entre Shikamaru y Temari -Shikamaru es el primero en asentarse de todos nosotros ¡Nunca lo hubiera creído!-

Ella se rió levemente mientras puso ambos codos en la mesa y reposó su cabeza entre las manos.

-Cuesta creerlo. Vaya, ni siquiera sé qué es lo que tengo que comprar para dar como obsequio. o tal vez sea que llegó demasiado rápido el día en que tengo que acudir a una boda-

Sai asintió.

-Me pregunto qué es lo que diría él en un momento como este-

Sakura se sorprendió. No por el hecho de que él indirectamente se refiriera a Naruto. Sai era mucho más agudo de lo que pensó, ella suspiró y asintió levemente esbozando una mueca agridulce.

-Te ha de parecer que estoy sola sin ese idiota, y es verdad. Había pasado tantas cosas a su lado que aun no logro acostumbrarme a su ausencia-

Sai frunció el ceño al mismo tiempo que le sirvió un poco de sake. Ella se lo bebió sin siquiera dudarlo.

-Aún tienes a Sasuke ¿Recuerdas? El equipo aún no está disuelto-

-¡Sasuke!- exclamó disgustada -Es gracioso ¿No? Cuando era joven todo lo que siempre quise es que ese idiota se hiciera a un lado para estar a solas con Uchiha Sasuke. Y ahora daría cualquier cosa por ver al hombre que en un principio siempre rechacé-

Hubo una pequeña pausa después de aquella declaración, Sai pudo notar como ella al igual que los demás, evitó pronunciar el nombre Naruto en voz alta. Casi se sintió como veneno fluir por el torrente sanguíneo, aunque pudo atribuirse directamente al sentimiento de culpabilidad, aunque ni ella, ni Hinata, ni absolutamente nadie haya sido responsable de su prolongada cautividad.

-Debes cuidar tu propia felicidad-

-Yo estoy bien, no necesitas decirmelo- aquello era una mentira, y Sai lo supo -Empiezas a parecerte a mi madre ¿sabes?-

-¿En serio?-

La mujer de cabello rosado entrecerró sus ojos.

-Bastante-

-Pues a mi no me lo parece... Pero ya lo sabes, yo solo digo lo que pienso-

-Callate- Ella admitió con desgana, pero no se sintió con ganas de objetar en su contra -Cuando estás en abstinencia durante tanto tiempo, tan intolerable resulta hacer cualquier cosa… tanto que es mejor no hacer nada-

-¿Y por eso bebes tanto?- las cejas de Sakura formaron una v cuando vió como se formó una sonrisa en los labios de su remitente. Más allá de todo intento de burla, ella estaba recordando el primer momento en el cual lo conoció, y su opinión fundamentada por la inexperiencia no pudo ser mas distinta a los demas respecto a Sai y su conducta, puesto que aquella mirada tan artificial junto a esa cortina de misticismo le hizo sumamente dificil identificar su estado de ánimo.

Desde que Danzo Shimura fue asesinado misteriosamente, él nunca volvió a ser el mismo.

Ahora era un hombre menos tenso que de costumbre, casi pareció... alegre, sobretodo cuando vió desvanecerse el sello que lo mantuvo cautivo durante tanto tiempo.

-¿Qué estas diciendo? Yo no bebo tanto- las mejillas de Sakura se ruborizaron -Llevo exactamente un año sin probar una sola gota ¿sabes?

-En algunas culturas, la abstinencia de cualquier clase de deseo significa iluminación ¿Será que pronto te volverás una miko?-

Las venas en la frente de ella se hincharon.

-Sabes Sai, debería golpearte ahora mismo pero... algo así ha dicho mi madre-

Sakura observó a Chouji atragantarse de comida y casi le dieron ganas de reír. No por él, si no por Sai y su diatriba referente a su salud emocional. Ella se quedó pensando seriamente mientras Sai permaneció impávido, esperando. Ella no pudo evitar preguntarse sobre lo que quiso realmente, si sus aspiraciones fueron un motor para seguir en línea recta o eran un impedimento, o peor aún ¿Por que se sintió tan sola y abatida sin Sasuke y Naruto?

Tal vez aquella inseguridad se debió a que daba la impresión de que ambos la superaron hacía tanto tiempo, o simplemente porque había aprendido a confiar ciegamente en ellos. Cuando Sasuke se fue, ella le pidió desesperadamente a Naruto que lo trajera de vuelta… y justamente 10 años después, cuando Naruto se fugó de prisión y se le perdió la pista, ella le pidió lo mismo a Sasuke. Posiblemente solo estaba siendo injusta consigo misma al tratar de compararse con el hijo de un antíguo Hokage y el heredero de un clan lleno de tanta mística.

El único hecho es que después de todos estos años, se dio cuenta que estaba sola.

-Ocurre una cosa bastante graciosa con las madres Sakura san-

A Sakura claramente se le estaba empezando a subir el alcohol en la sangre, sus mejillas se habían teñido de un ligero rubor rosado.

-¿En serio? ¿Qué cosa?-

-Aunque su hijo sea el más horrendo que uno se pueda imaginar, creen que es maravilloso. No obstante, algunos padres van aún más lejos, su adoración llega a cegarlos y están convencidos de que su abominación a la que denominan hijo tiene claros rasgos de genio-

Sakura frunció el ceño. Ahí estaba ese lado estupido de Sai. Tratando de sonar condescendiente, aunque como siempre, fallando miserablemente. Sai se quedó fijo en su lugar, debatiendose entre si sonreir o no era una buena idea.

-¡¿Y eso qué quiere decir maldito Sai?! ¡¿Eh?!- él sonrio picaramente, mientras ella igual hizo lo mismo pero de forma desafiante. Sakura lo tomó de la camisa y acerco su rostro al suyo -No trates de actuar inteligente conmigo o sabrás que en realidad si soy una genio ¡¿Me entendiste?!-

-¡Espera! creo que no me di a entender- dijo Sai, tratando de mantener el tono divertido de su voz. -El sake se cancela para tí, Sakura-

Sin embargo ella estaba claramente enfadada, como siempre. Ella entrecerró los ojos.

-No te atreverías… si no me sirves otro vaso, te haré un enema en este mismo momento ¿te quedo claro?- le conminó -¡Vamos Sai! ¡Sírveme otro!-

Sai trato de esconder su risa, tosiendo. Era divertido verla enfadada.

-Yo creo que la has descrito a la perfección-

Y de repente apareció otra mujer problematica. En realidad no hubo nada que objetar en torno a su hermosura, si la belleza fuera mortifera, Ino sería sin duda la mujer más peligrosa de su generación, y a diferencia de Sakura, en Yamanaka Ino funcionaba tan bien el maquillaje ya que nadie se había dado cuenta que ella lo usaba, quizas eso diferenciaba a una de la otra; la rubia solo usó un poco de base y labial, mientras que la de cabello rosado se pintó una máscara.

-¡¿Qué has dicho Ino, cerda?!-

Pero él jamás se lo diria a la cara, Sakura daba mucho miedo.

A pesar de ser tan dispares fisicamente, eran absolutamente igual de explosivas.

-¡¿A quién llamas cerda maldita briaga?!-

-Vamos chicas, deben conservar la calma. La fiesta apenas está comenzando y la comida está llegando a montones-

Akimichi Chouji habia intercedido, puso ambas manos en sus hombros para apaciguarlas.

-¡Tú no te metas gordo!-

Sakura e Ino dijeron al unísono.

-¡¿QU... Que han dicho?!-

-Que problemático…- Shikamaru lanzó un suspiro al aire cuando apareció un lijero tic nervioso en su corpulento amigo y ex-compañero de equipo. Sus furiosos puños fueron detenidos rapidamente por Neji, Lee, Tenten y Kiba.

-¡¿Qué diablos tiene esto?!- Kiba hizo un mohín al olfatear el fuerte aroma del alcohol en la botella vacía que Ino sostuvo previamente en sus manos, de verdad no pudo entender cómo es que todo se habia ido al carajo tan rápido, mientras tanto Shino permanecio en su lugar, impasible -¡¿Es que acaso se han vuelto locos todos ustedes?!-

-¡Calmate Chouji! ¡No estás gordo!- masculló Tenten -¡¿Quieres destruir la mansión de Hinata?!-

-No es nada en especial Kiba, simplemente este sake lleva más de 7 décadas fermentandose y destilandose- interrumpió Hinata, sin ninguna pizca de desaveniencia en su rostro, como si aquella escena fuese lo mas normal del mundo, el hecho que que Kiba, Neji, Tenten y Lee estuviesen tratando de detener a un elefante -Mi padre siempre lo guardó para una ocasión especial, y supuse que este sería un buen momento para probar aunque sea un poco-

-¿Y eso no lo enfadará? Seguro que debe ser muy caro, ya que todo en tu casa tiene la pinta de valer millones- Los ojos de Kiba se tornaron desconcertados, al parecer ella era incapaz de sentir la tensión en el aire -De hecho, ¿Dónde está Hiashi Sama?-

-Relajate Kiba kun, él esta en Sunagakure junto a Hanabi, cuestiones politicas y económicas, llegará en el mejor de los casos la semana que viene, además solo es un poco y él no tiene porque saberlo- la mujer de cabello oscuro carcajeo en voz baja, un ligero repique al viento -¡Vamos! Sigan bebiendo-

-¡Hinata!... No me digas que tu tambien- Kiba exclamó en voz baja al percatarse del ligero rastro de rubor en su rostro, pero ella lo ignoro con una suave risita.

-Estoy bien- le dijo con gran entusiamo, el mismo que tuvo ella al beber directamente de la botella.

Kiba la contempló estupefacto. Nunca en la vida se imaginó ver a un Hyuga en claro estado de ebriedad, mucho menos a una tímida Hyuga Hinata como la había recordado desde la niñez.

Una de sus sirvientes se acerco a ella y le dijo:

-Hinata sama, es hora-

Ella asintió.

Todos se envararon en sus asientos. A veces, cuando acudían a ella demasiados sirvientes, como en una caravana ceremonial, en clara disposición de servicio hacia su amo, se dejaba notar el músculo económico del clan Hyuga.

La familia de Sakura nunca tuvo mucho dinero, pero a ella eso nunca la había preocupado. A Kiba y a su hermana los crió su madre con el sueldo de un Tokubetsu Jounin, y la familia de Ino tampoco se estaba forrando de dinero con su floristería; hablar precisamente de Lee y Tenten no tuvo mucho sentido ya que ambos fueron huerfanos, arropados bajo el auspicio de la poderosa Konoha.

En cambio, el clan Hyuga tenía muchisimo dinero, era absurdo pensar siquiera en la cantidad total de negocios, motivo por el cual el dinero casi parecía fluir de forma permanente, el clan Nara les iba a la zaga. Segun su razonamiento, el dinero es algo que se acumula cuando sabes diversificar, y sobre todo cuando una buena cantidad de edificios alrededor del mundo te pertenecen.

Quizas por eso a veces Hinata no podía entender el cómo sus amigos se sentian tan incomodos con el simple hecho de que ella derrochara un poco de la fortuna del clan en todos ellos.

-¿Ramen?- Kiba se frotó el estómago cuando un sirviente le puso frente a él un plato de miso chashu -Después de todo esto, no creo poder seguir comiendo-

Hinata suspiró y su rostro de un momento a otro se tornó serio.

-Espero que no hayas olvidado que día es hoy Kiba kun-

-¿Martes?-

-Eso ya lo sabemos todos idiota- Ino masculló en voz baja -Ella se refiere a la fecha, hoy es 10 de octubre, ¿No lo recuerdas?-

-Naruto-

-Asi es Kiba kun- sus palabras salieron en un suave susurro, bastante perceptible porque ahora todos estaban en casi completo silencio, un silencio funebre.

Un profundo ceño hizo surgir arrugas en la frente de Sakura. A todos les parecio evidente que ella hubiera preferido continuar riñendo con Ino, en vez de recordar el pasado.

-¿Por qué tuvo que ser un día como hoy?- lanzó su pregunta al aire, sin ningun remitente en específico.

-Quizás porque existe el destino, la fatalidad y el azar, no lo sé- Neji le respondió, tratando de no sonar tan pragmático, ya que era redundante saber la clase de pensamientos que a ella se le vinieron a la cabeza -Naruto no lo pensaba así cuando me enfrentó y venció hace tanto tiempo, pero lo imprevisible y por otro lado, lo que ya esta determinado quizas si existe después de todo. Simplemente ha sido mala suerte que todo eso le haya ocurrido a él-

-El está bien, de eso estoy seguro- Shikamaru dió una calada a su cigarro, desterrando de su mente la imagen de Naruto siendo llevado preso en una jaula de hierro, como una bestia de circo -Solo fue cuestión de mala suerte que aquella misión resultase tan desastrosa, pero esa es la voluntad de fuego que un shinobi como él debe tener. Los tipos como Naruto, los de su casta, desde niños siempre tuvieron alma de hierro, un espiritu lleno de cicatrices y una mirada resignada, hecha de un pasado de sangre y fatalidad-

A su lado, Temari frunció el ceño. A ella nunca le agradó que se hablaran cosas malas acerca de Naruto. Del rubio, siempre le pareció digno y honrado sacrificar su vida y su reputación en honor a su patria. Aunque todo fue encaminado al enorme cariño que ella le tuvo después de redimir y revirar la vida de su hermano para mejor. Es algo de lo cuál le estaba profundamente agradecida.

-No me gusta que lo digas de ese modo, suena como si no fueras su amigo- ella le recriminó -Aunque tiene sentido dadas las circunstancias de su vida, ese es el problema en lo que a mí respecta-

-¿Que quieres decir?-

-Espero que después de tantos años, no piense mal de nosotros. No le enviamos una sola carta, ni una sola misiva, ni le regalamos una sola visita. Suena como si nos hubiesemos olvidado de él... y todo por el maldito protocolo- Temari hizo una ligera pausa para elegir sus palabras -Yo solo pido por él, y que la fatalidad, ni la muda angustia de la cautividad, que nada de eso le haya arrebatado su identidad-

-Aún extraño su sonrisa- Musitó Hinata, rompiendo con ello el silencio, aunque aún incapaz de probar el plato de ramen que estaba servido frente a ella. Era razonable creer que los pensamientos de ella eran simples acciones y palabras del pasado. Sobre todo muda ansiedad al presenciar impotente a Naruto siendo arrestado, y una enorme culpa al no poder estar a su lado cuando más lo necesitaba -Después de tanto tiempo, todo esto me parece un sueño, pero me he decidido. ¡Voy a ir en su búsqueda!-

Dijo con determinación, algo que terminó por sorprender a los demás.

-Espera Hinata ¿Lo dices en serio?- Kiba no creyó que ella hablara en serio -¿Acaso ya se te olvidó el cargo que ostentas? No creo que a nadie le agrade la idea de que la jefa del clan más importante de Konoha vaya por ahí buscando a la deriva y sin pistas-

-Eso ya lo sé Kiba kun- ella lo miró a los ojos, y él pudo ver en ella el arrojo, el valor, la osadía, y la voluntad de fuego -No es nada fácil, pero también es cierto que no deseo volver a ser una mujer que huye, eso es todo. Todo lo que gane al huir de la realidad y abandonar a alguien que es muy importante para mí fueron lamentos que nunca pude olvidar-

-¿Y que es lo que planeas hacer para buscarlo?-

-Eso no lo se todavía, pero el remordimiento de no haber podido hacer más por Naruto siempre ha sido mi castigo. Por eso estoy decidida a actuar por voluntad propia, para no volver a lamentar nada-

Sakura sonrió, se levantó de su lugar y camino directamente hacia Hinata.

-Pues si tu vas, yo te acompaño Hinata-

Haruno Sakura le dió un sentido abrazo, el cual fue devuelto inmediatamente.

-¿Tu harías eso Sakura chan?-

-Por supuesto-

-No lo entiendo...- Ino agachó la cabeza, tratando de tener cuidado cuando las emociones trotaban en ella misma a paso desmedido -¿Por qué lo harías?-

-Por nada en especial Ino, solo odio que me dejen atrás, estoy segura que tú más que nadie lo sabe- respondió Sakura -¿Y bien? ¿Podemos contar contigo en el futuro?-

Ino sonrió.

-Por supuesto. De alguna forma, se lo debo. Estoy segura de que él habria hecho eso y más por mí-

-El tiene un lugar aquí, debe convertirse en nuestro Hokage- exclamó Hinata llena de convencimiento y los demás asintieron -Por eso quiero que todos volvamos a comer ramen el proximo año. Estoy segura que la proxima vez será con Naruto kun-

-¡Por Naruto!- Exclamo Neji en voz alta.

-¡No me importa Shino! ¡Este año tambien me voy a embriagar en honor a ese idiota de Naruto!-

Gritó Kiba y todos asintieron. El alcohol ya había hecho mella, inclusive en Hinata, ya que el nombre que bajo ninguna circunstancia se podía decir al aire, había sido pronunciado.

-Kiba, cada año te emborrachas por Naruto- terminó Shino con una voz un poco titubeante.

Por supuesto que Sai también levantó su copa, los demás al igual que él siguieron su propio camino, así que pensó que sería bueno para Sakura abrirse al mundo, justo como hizo su mentora Tsunade, quien viajó por todo el continente antes de convertirse en Hokage. En lo único que pudo coincidir con los demás respecto a su antiguo compañero de equipo, es que en Konoha hay demasiadas personas esperando su regreso.

Pero...

10 años es mucho tiempo.

Ella maldijo en voz baja, hurgando entre los bolsillos de su pantalones cortos en busca de la llave correcta para abrir la puerta. Cuando por fin introdujo la llave en la cerradura y entró a trompicones, se sentó inmediatamente en el único sofá de aquel diminuto espacio que comprende sala, comedor y cocina, todo en un mismo lugar. Aquel habitual comportamiento pasó desapercibido por la mayoría de sus amigos y más cercanos, a excepción de su padre que no vio con buenos ojos que la líder del clan Hyuga pasase la noche frecuentemente fuera de casa. Aun así, ella desestimó cualquier comentario suyo, ya que este departamento era de su propiedad y no permitía la presencia de nadie, salvo excepciones forzosas.

Ella lo adquirió hace aproximadamente 4 años a un precio irrisorio debido al terrible estado de deterioro, justo unos meses después de su nominación como jefa del clan Hyuga. Lo había remodelado con dinero propio, así que con cierto raciocinio ella pudo hacer a voluntad en aquel lugar de solo 6 tatami; ella fue quien pintó las paredes de un fuerte tono violeta, lila y blanco, reemplazó las duelas del suelo, instaló un pequeño y moderno espacio de cocina, compró una cama, una mesa de centro y un sofá nuevos, además de un televisor acorde al tamaño del apartamento. Este fue su espacio personal donde pudo desinhibirse y pasar la noche fuera de sus responsabilidades administrativas, o cuando los estragos del alcohol le jugaron una mala pasada, justo como ahora.

Solo que para ella no se sintió del todo suyo. De hecho no lo fue, ya que el inquilino anterior no lo había abandonado a voluntad, por lo que ella consideraba su completa responsabilidad cuidarlo mientras él volviese para reclamarlo.

En base a lo establecido por la ley, este departamento le pertenecía a ella, y ni siquiera tuvo el porqué de contemplar las circunstancias atenuantes de su predecesor. El anterior inquilino fue preso en el extranjero buena parte de la última década, y los pocos bienes en su posesión le fueron embargados conforme a lo descrito en la legislación respecto a la conducta criminal; ciñéndose a la lógica en su corazón y el razonamiento empírico, este departamento aún sigue perteneciendo a Uzumaki Naruto, simplemente ella le estaba haciendo el favor de reponer y administrar los bienes en su ausencia.

Además, él no es un delincuente. Realmente no importaba si lo fuese. Este seguía siendo su hogar.

Hoy en la celebración junto a sus amigos, ella fue capaz de pronunciar al aire su nombre, sin ningún titubeo, muchas más veces de lo que fue capaz en todo el año, como si el simple hecho de hacerlo le fuera a provocar un dolor lacerante en la garganta. Y aquello pudo atribuirse al alcohol, puesto que por sí misma era incapaz de hacerlo. Hubo muchas ocasiones en el pasado distante en las cuales ella se sintió perdida en un mar de pensamientos; gran parte de la infancia y adolescencia estuvo en constante frenesí de demostrar al mundo que ella también importaba, viviendo atada buena parte de ese periodo a la sombra de la rama principal, ligada irremediablemente a los lazos de la tradición, creyéndose siempre un escollo de la vida, ya sea con sus compañeros de equipo, o cuando su padre le llenaba los oídos de palabras horribles sobre su escueto rendimiento.

Pero Naruto, él era como una estrella brillando en el firmamento, iluminando la oscuridad perpetua de sus días sombríos; a lo largo de los días posteriores a su encarcelamiento había escuchado muchas historias acerca de su infancia, y a ella le pareció que pasó por muchas dificultades. El ser encarcelado lo convirtió casi en un mito, una leyenda urbana llena de claroscuros y de falacias sin verdadero sostén y fundamento.

Cuando él desapareció, ella no lo pudo culpar, seguro que debió de estar muy cansado, pues para haber llegado tan lejos, hasta ese punto de llevar a cabo el personaje mitológico del héroe anónimo de Konoha, aún a cuestas de su pasado nebuloso e ir con todos ellos a sus espaldas, lo hizo bastante bien.

Tal vez fue aquello lo que la atrajo irremediablemente hacia él, de manera casi fanática, sintió que ambos eran una especie de espíritus afines los cuales tras la conciliación de su pasado, podrían ser como dos almas gemelas, eternamente unidas, como la noche y la oscuridad; cuando él se fue, ella definitivamente se sintió perdida.

Cuando Hinata salió a tomar aire al balcón, su vista fue inmediatamente al cielo plagado de estrellas. Justo en ese momento, sintió una presencia en particular. Hyuga Ko aterrizó al lado de ella, con un rostro dubitativo.

-Disculpe Hinata sama- Ko la llamó suavemente y ella en respuesta, hizo un pequeño ruido en vista de reconocimiento para que él pudiese continuar. -Se que Hiashi sama no está en la aldea, pero aun así me he tomado el atrevimiento de escoltarla ¿Se encuentra bien?-

Ella no le hizo caso, su mirada estaba completamente perdida en sus pensamientos. Ko aclaro un poco la garganta a sabiendas de su estado de ebriedad.

-¿Alguna novedad sobre el regreso prematuro de Tsunade sama?- Hinata le preguntó a bote pronto, dejando al hombre casi fuera de combate, y preguntando en su fuero interior si en realidad ella había ingerido alcohol. El adivinó al instante la dirección de sus pensamientos.

-Hasta ahora nada, Hinata sama-

-Ya veo- Hinata rodó la vista hacia un costado y torció la boca en gesto de desagrado -Seguramente pensaste que con todo el ajetreo de las celebraciones no lo notaría, pero puedo darme cuenta de todo ¿Y Sasuke?-

-Ahora mismo, con la Hokage-

-Eso es demasiado tiempo ¿no lo crees?-

-¿A que se refiere Hinata sama?-

-Han transcurrido 9 horas desde su regreso y por supuesto que ahí siguen ¿Hablan del buen clima? Aqui pasa algo y necesito saber qué es-

-Supongo que lo que están conversando es un tema que no puede abordarse en cualquier lugar Hinata sama-

-Ese es el problema Ko-

Ciertamente ella estaba más quisquillosa que de costumbre. Después de aquel vendaval de preguntas, a Ko no le quedó demasiado claro el por qué de aquel repentino interés en Uchiha Sasuke, más bien en los asuntos de Sasuke con la Hokage. Los únicos asuntos que ella podría abordar con ambos tienen que ver con los balances presupuestarios de la ciudad y el ejército, las relaciones comerciales con los aliados y en ciertas ocasiones, el tema simplemente es única y llanamente Uzumaki Naruto, por lo que en realidad no pudo encontrar un vínculo entre la Hokage y sus vacaciones en el país de los ríos.

-Lamento no ser de ayuda en estos momentos Hinata sama... pero esto rebasa mis capacidades-

-Yo sé que no es culpa tuya Ko-

Hinata suspiró y él se percató cuando el rostro de ella se suavizó un poco.

-¿Qué es lo que está en su mente Hinata sama?-

Hinata se quedó completamente en silencio mientras meditaba una respuesta.

-Solo observo las estrellas. Además, es una linda noche ¿No lo crees? Desde aquí se ve buena parte de la aldea, es una magnífica vista- Hinata sonrió, claramente pagada de sí misma, tratando de ya no darle tantas vueltas al asunto -Me alegra haber comprado este departamento-

Ko no era un telépata, sus ojos no tenían ese alcance. No obstante, él siempre fue un prodigio de la observación. Fue él en primera instancia quien descubrió aquel pequeño secreto bien guardado, la que podría definir sin titubeos como la posesión más preciada de Hinata; aunque llegado a este punto a él todo esto le pareció un sinsentido, el hecho de que ella tuviese toda esa clase de molestias por un hombre del pasado, cuyo valor únicamente reside en el reconocimiento bilateral, aunque buena parte de esa conducta puede estar relacionada por el comportamiento burdo y antipático de su padre Hiashi. Ella se aferró a Naruto debido a que él y no su padre, fue el primer hombre en reconocerla.

Pero ni siquiera se atrevió a contradecir aquellas extrañas manías suyas que a veces le pareció, rayaban en lo sociópata.

Hinata forjó con los años una férrea postura sobre quién estaba para ejecutar las órdenes, y quiénes eran los que debían obedecerlas. Cuando ella ordenó la compra de esta vivienda, ni siquiera la autoridad patriarcal de su padre pudo oponerse.

Siguió un cómodo silencio después de aquello, mientras ambos solo se limitaron a mirar las estrellas centellantes, justo como quizás habría hecho Naruto en sus días como gennin.

-¿Y en qué piensa cuando mira a las estrellas?- preguntó Ko, con un ligero toque de cautela, a manera de intentar cambiar el tema de conversación. Él, era de las escasas personas que podían visitarla esporádicamente y deseaba seguir teniendo aquel privilegio.

-Me recuerda a mi madre, ella solía mirarlas junto a mi cuando era joven- Hinata entrecerró los ojos, formando con sus labios una mueca que se convirtió en una irremediable sonrisa al rememorar estar sentada al lado del estanque de la mansión contemplando las estrellas del firmamento -También me recuerda a Naruto-

Él estaba seguro hacia donde iba aquello. Era demasiado coincidencia que un día como hoy, ella creyese prudente salir de su propia residencia para correr a refugiarse a este lugar. Después de todo, hoy no solo se celebró la inauguración de la nueva sede del ANBU; también era el cumpleaños de cierta persona del pasado. Así es como vio Ko a Naruto a través de los años, como un grato recuerdo patidifuso grabado a fuego en lo más profundo de su memoria.

-Me hubiera gustado convivir más con él ¿sabe? Cuesta creerlo, pero a veces suelo pensar que él era alguna clase de genio oculto, aunque a veces me sentia como un completo idiota al tratar de razonar con él. Naruto sama era una persona con un caracter bastante burbujeante si me permite decirlo- Ella se rio levemente, aunque eso trajo una sonrisa agridulce a su rostro, ya que cualquier cosa que involucrara directamente a Naruto, era un tema sumamente dificil para ella. No obstante, no se quejó, puesto que su guardaespaldas personal de toda la vida era un maestro para guiar la conversación.

-Los dos se hubiesen llevado de maravilla, eso es seguro-

-Si, eso no lo puedo objetar- el hizo una pausa, tratando de escoger las palabras adecuadas, tratando con ello de no alterar los nervios de su líder -Pero Naruto… ¿Qué tiene que ver él con todo esto?-

Sus finos rasgos faciales se contrajeron involuntariamente, Ko pudo observar como los ojos púrpura de Hinata retrocedieron 12 años de golpe -Recuerdo cuando él estaba aquí, en Konoha, con nosotros… Y yo le hice la misma pregunta que tú me hiciste -Hinata hablaba en voz muy baja, mientras su mirada se perdía a través de los numerosos destellos de luces en el cielo.

-¿Qué fue lo que le dijo?- Ko le pregunto con el mismo tono de voz. Sus ojos claros se mostraron tranquilos y pensativos cuando le contesto.

-Él se preguntaba si sus padres o alguien a quien le importara lo miraba desde arriba- Ko de alguna manera ya lo sabía, a ella siempre le causó pena saber lo solo que Uzumaki Naruto estuvo durante su infancia -Después de que él se fue yo…-

-Hinata sama-

-Yo simplemente quiero que él vuelva a casa-

Él pudo comprender que a ojos de todos, Hinata solo gastó dinero en un simple arrebato de nostalgia, pero no solamente era eso. Ella no sabía si Naruto seguía considerando a Konoha como su hogar, así que remodeló su departamento con el noble pensamiento de que él regresaría un día a un hogar donde se sintiese seguro y deseado, no uno donde los recuerdos del pasado lo consumían por dentro.

Ambos advirtieron una tenue corriente de viento en el techo de la vivienda; Hinata no se movió de su posición, reposando sus brazos en la barandilla del balcón, Ko como buen escolta en alerta, dio una señal al aire para que el halcón se pudiese posar en su brazo. Este procedió a retirar el rollo del pequeño recipiente, no obstante ni siquiera intentó abrir el paquete, sus ojos se ensancharon al ver la procedencia, los remitentes, y el código de encriptación que denotaban al instante la importancia y gravedad del mismo. El guardaespaldas se arrodilló ante Hinata y le dijo:

-Hinata sama, será mejor que acuda cuanto antes con la Hokage. Este halcón viene directamente de Sunagakure-

Ella frunció el ceño.