Atención Este capítulo contiene escenas eróticas con contenido sexual. Leer bajo su propia responsabilidad.

Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.

Cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras, cuando tú te hayas ido, con mi dolor a solas. Evocaré ese idilio, de las azules horas. Cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras.

En la penumbra vaga de la pequeña alcoba, donde una tibia tarde me acariciaste todo. Te buscarán mis brazos, te besará mi boca y aspiraré en el aire aquel olor a rosas. Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras... — Sombras, Julio Jaramillo

El sol brillaba fuerte en el cielo. Era pasado mediodía, el calor se sentía intenso. Bulma suspiró mientras se secaba el sudor de la frente.

— Por fin terminé el proyecto— Decía mientras se estiraba, a pesar de llevar su overol de trabajo, se sentía bastante acalambrada e incómoda pues había pasado demasiadas horas en una misma posición.

Recordó que el saiyan le había pedido la noche anterior que fuera a revisar algunos detalles de la cámara de gravedad. Si bien la nueva versión era más sofisticada y estaba integrada a la zona de los laboratorios, seguía requiriendo cierto mantenimiento especial que sólo ella y su padre eran capaces de dar de forma acertada y que cubriera las expectativas de su exigente marido.

Aprovechó que él no estaba para comenzar a arreglar los pequeños desperfectos. Estaba tan concentrada que no se dio cuenta a qué hora su esposo llegó al lugar.

—¡Ahhh Vegeta me asustaste! — Decía sonrojada pues realmente no esperaba hallarlo viéndola tan fijamente.

Vegeta había aprovechado que ella estaba distraída en su labor para admirarla con detenimiento, con tranquilidad. Para beberse con la mirada las magníficas formas femeninas y seductoras que su mujer poseía y que aún tras tantos años juntos no se cansaba de admirar y de adorar en la intimidad de su habitación.

Seguía siendo tan hosco como siempre y aunque hubiera logrado ser un poco más atento y detallista, todo eso era cuando estaban a solas, frente a los demás seguía siendo muy difícil demostrar sus sentimientos, o al menos eso era lo que él creía.

El resto lo dejaba ser, pues no había nadie de todos ellos que no supieran lo mucho que al saiyan le importaba la felicidad y seguridad de "Su Bulma".

Bulma estaba cohibida con la fuerte mirada de su marido sobre ella, se sabía aún hermosa, pero también era consciente de que la rosa de su juventud se había ido hacía varios años atrás, con su hija menor ya crecida de casi 8 años, sabía que la jovencita audaz que alguna vez fue quedó en el pasado.

Aún así su espíritu aventurero siempre estaba con ella, era hermosa y disfrutaba de su belleza madura. En un principio cuando la diferencia de edad en la piel

comenzó a notarse en ella más que en él, ella se cohibió bastante, pues Vegeta debido a la naturaleza de su raza, conservaba más tiempo la lozanía de su juventud. Sin embargo cuando intentó cubrirse más, o apagar las luces en la intimidad, él no se lo permitió. El saiyan le hizo ver que para él ella era tan hermosa y deseable como siempre.

Aprovechando que aún le quedaban algunos minutos de plática con él en lo que terminaba su labor, comentó — Estaba pensando Vegeta, los saiyajines como ya vimos tiene un proceso de envejecimiento mas lento que los humanos, y así como veo vivirás mas tiempo que yo— Jovial decía, para luego agregar —¿Que harás cuándo yo muera?— Preguntó curiosa, no porque pensara morir pronto pero ella intuía que su esposo sí le sobreviviría. Tal como le había dicho, la raza saiyajin estaba hecha para la guerra, genéticamente eran más resistentes que los humanos.

— Deja de pensar en tonterías, si ya acabaste déjame entrenar— malhumorado comentó.

Ella soltó una sonrisita risueña. Conocía a su marido y sabía que cosas de ese estilo él jamás respondería, que lo veía innecesario.

La realidad era que él se había desconcertado con tal cuestionamiento. No era que no le importase el pensar en el futuro y en la muerte de su mujer. Todo lo contrario ahora que ella había mencionado eso él se había aterrado de solo pensar esa posibilidad.

Se metió en la cámara de gravedad y se mantuvo incluso más tiempo del necesario entrenando, fustigando a su cuerpo, castigándolo para no pensar demás en esa breve charla sin sentido que su mujer había hecho pero que a él lo había metido en un intenso soliloquio interno.

La peliazul tan pronto salió de la cámara de gravedad se había olvidado de lo preguntado, pues Bra inquieta como siempre acaparó su atención tan pronto estuvo libre no así Vegeta que en su mente seguiría rondando esa tonta pregunta mucho tiempo más.

Salió tarde del entrenamiento aún así alcanzó a su familia en la cena. Las risas de Trunks y Bra reverberaban por toda la corporación cápsula.

— ¡Mamá dile a Trunks que no me moleste!— entre risas chillaba la pequeña.

— Yo no estoy haciendo nada— Se defendía Trunks.

Algo dijo Bulma que él no alcanzó a escuchar tan perdido, tan ensimismado en sus pensamientos estaba.

— ¿Vegeta?— la voz preocupada de la peliazul lo sacó de su diatriba interna.

— ¿Mmm?— Fue todo lo que murmuró volteando a ver a Bulma y a sus hijos quienes habían dejado de reír y lo veían consternados.

— Decía que acompañaremos a Bra para su presentación, que no solo Trunks irá conmigo sino tu también lo harás ¿Verdad?

El saiyan que aún se sentía preocupado, distraídamente asintió con la cabeza, gesto que llamó la atención de todos pues hasta Bra sabía que su padre haría toda un escena antes de aceptar.

— ¿Estás bien papá?— consternada preguntó la pequeña niña.

«¿Como cuidaré de Bra, si "ella" ya no está?»

Desesperado volteó a ver a donde su esposa cenaba relajada, quien le brindó una mirada de amor.

«Una tierra sin "ella"...»

Su pecho dolió y se agitó de solo intentar imaginarlo porque le era imposible hacerlo. Las veces que se iba a entrenar al planeta Bills lo hacía por la seguridad de que "ella" estaría ahí a su regreso.

La nueva vida que hizo, que construyó de cero desde que decidió convertir a la tierra como su nuevo hogar, sus acciones, TODO estaba ligado a "ella".

Sintiéndose que se asfixiaba se levantó de la mesa y se fue sin decir más.

Aquella noche le hizo el amor a su Bulma con desesperación, con una intensidad que rayaba en la locura.

Bulma cayó rendida entre sus brazos, sudorosa y satisfecha, — Debemos bañarnos— Susurró adormecida, mientras él ponía atrás de su oreja mechones de cabello azul, todavía húmedos debidos a que estaban sudorosos después de aquella faena sexual tan desenfrenada.

— Mañana lo haremos — Fue todo lo que dijo mientras la pegaba a su pecho y ella se dejaba caer en los brazos de morfeo con una sonrisa satisfecha en el rostro.

Despertó sobresaltado en la noche, había tenido una maldita pesadilla:

"Había regresado de entrenar pero ella no estaba ahí.

—¿Dónde está Bulma?— Exigente preguntó.

Muchos de los empleados era nuevos y no lo conocían, sabían que era familiar de los dueños de la corporación cápsula pero nada más.

Como siempre en cuanto los empleados avisaron de su llegada, sus hijos llegaron a donde él estaba, le decían que debía continuar su vida, que la dejara "descansar en paz". Bra y Trunks ya crecidos le pedían que dejara de hacer lo mismo siempre que regresaba del planeta de Bills, buscaba por toda la CC, haciendo un caos, exigiendo a todos que le dijeran donde se hallaba su mujer.

— Mamá falleció hace más de diez años papá, cada vez que regresas de donde Bills haces lo mismo, no eres el único que la extraña papá ¡Debes dejarla ir! — Con lágrimas que anegaban esos azules ojos tan parecido a los de su mujer, le pedía, se lo imploraba su adorada hija.

—Bra...— Fue todo lo que dijo Vegeta mientras abrazaba, a su adorada princesa que parecía una copia demasiado joven de su amada esposa.

«Bulma»

La llamó mentalmente, en su corazón. Se negaba a aceptarlo pero a su mente vino el día en que ella se fue de su vida, y cada que lo recordaba su corazón se rompía. ¿Cómo podía él seguir con vida y ella ya no?

Había entrenado a sus hijos, eran fuertes no lo necesitaban. Milk, la mujer de Son Gokú también había fallecido ya, y desde entonces el otro saiyan pasaba la mayor parte de su tiempo con Whiss y Bills. Pues sus hijos crecidos tenían ya su propia vida, y si bien lo había visto triste porque la pelinegra ya no estaba en ese mundo, la vida había seguido para Son Gokú.

No así para el príncipe saiyajin, sin ella no le quedaba nada. Había cuidado de sus hijos, los había entrenado, seguía velando por ellos, pero sin ella nada tenía sentido. Había ido tantas veces con el ángel y el dios de la destrucción después de que ella se fuera. El tiempo que pasaba ahí mitigaba un poco el dolor que sentía, a tal punto que lo hacía olvidar que iba allí para pasar el rato, para pasar la vida que sin "ella" carecía de sentido.

Pero siempre su mente y su corazón le jugaban una mala pasada y después de un tiempo sentía que "ella" lo llamaba, y regresaba ansioso a la tierra, buscándola, para hallarse con la realidad. Su esposa se había ido, y no volvería jamás.

Debería haber muerto él también hace mucho tiempo.

«¿Es esté mi karma?»

Siempre se preguntaba si acaso conocerla había sido una treta de los dioses para hacerle conocer la felicidad y después arrebatársela de esa manera y hacerlo pagar así por todas sus maldades de antaño.

— Por favor papá, deja ir a mamá — La llorosa voz de su hija le pedía...

Vegeta no pudo contestar..."

Fue cuando se levantó agitado, con la garganta cerrada por todos los sentimientos que dentro de él se revolvían exigiendo una salida, asustado volteó para buscarla, y pudo respirar tan pronto la vio, la hermosa científica seguía dormida a su lado.

«Solo fue un maldito sueño... más bien una estupida pesadilla»

Se abrazó a ella, y enterró su nariz en el cuello femenino.

— Vegeta...— Suspiró la peliazul entre sueños.

La abrazó más fuerte y sin poder evitarlo se sintió temblar pues en el fondo lo sabía, no podía cerrar los ojos a la verdad, llegaría el día en que ella partiría y lo dejaría. Podía ignorarlo mucho tiempo pero ese día llegaría.

Tic tac

Tic tac

Tic tac

El reloj avanzaba sin parar, comenzando a estresarlo, entendiendo que no importaba lo que pensara, eso pasaría.

«No pienso perderla»

No tenía muy claro aún lo que haría pero de algo estaba seguro, a la mañana en cuanto se despertara tomaría cartas en el asunto.

Eran apenas de madrugada, se acomodó abrazando a la peliazul, adoraba su aroma, la abrazó más fuerte re-pegándola a su cuerpo y después de un largo rato de sentir el suave calor de su mujer, de escuchar el tranquilo palpitar de su corazón que latía con vida, de escuchar el suave y relajado respirar que ella poseía, por fin logró dormir.

Despertó a la mañana muy temprano, Bulma se levantó junto con él, pues debía atender varias juntas con varios clientes importantes. Después de un reconfortante baño juntos, él comenzó a ponerse el traje de entrenamiento mientras con el rabillo del ojo veía a su hermosa mujer ponerse crema por todo el cuerpo.

Bulma se hallaba sonrojada, esa mirada negra y profunda la estaba desnudando impúdicamente, la devoraba y perturbaba su rutina habitual de belleza.

— La junta que tengo es importante Vegeta ni lo pienses— Advirtió sonrojada la peliazul, pero para él sus intentos de rechazo eran en vano, solo lo encendían, era una clara invitación para hacer precisamente lo que ella no quería.

Ni siquiera se pudo percatar la peliazul del

momento en que había sido tomada de la silla donde estaba sentada y aventada con gracia y delicadeza a la cama.

— ¡Vegeta!— Escandalizada censuró.

— No tengo tiempo para bañarme de nuevo— Intentó detenerlo, pero una sonrisa maliciosa se extendió por el rostro del saiyan.

—Solo quiero relajarte— fue todo lo que dijo antes de comenzar a besarla.

Suaves gemidos salían de la peliazul quien intentaba contenerse sin lograrlo.

Vegeta estaba alegre, por fin ya sabía que hacer para acabar con el problema que lo venía carcomiendo al pensar en la mortalidad de la mujer.

«Solo tomare una probada antes de irme a completar

mi misión»

Se prometió así mismo que esperaría a la noche para unirse a ella. Pero a medida que probaba el delicioso sabor en la piel de su mujer, mismo que siempre lo volvía loco. Se sintió borracho de deseo, rompiendo la hermosa tanga que ella usaba, bebiendo así de ella, enterrando su lengua en lo más profundo de esos deliciosos pliegues, de esos resbaladizos "labios" inferiores que se abrían mostrando la esplendorosa intimidad de su hembra y le regalaban toda esa dulce miel.

Jadeos suaves acompañaban a los espasmos que recorrían a la peliazul, mientras ella empujaba la cabeza del saiyan más y más hacia su centro.

Bulma se hallaba mareada, no lo vio venir, ella conocía a su marido y sus puntos débiles tanto como él conocía los de ella, cómo el hecho que lograba llevarla al extásis con solo mover con maestría su lengua sobre su clítoris, no cabía duda que él sabía tocar su cuerpo como si de un instrumento musical se tratase y él, el maestro del mismo tocaba sus puntos exactos para sacar melodioso gemidos vibrante de ella; siempre la dejaba fuera de combate, por más que quería evitarlo no podía lograr no sucumbir a él; sabía que su esposo era dueño de su cuerpo, y lo confirmó cuando el orgasmo abrumador la sobrepasó, dejándola desmadejada, temblorosa y nuevamente saciada.

— V-ve-geta...— Suspiró.

— No necesitas bañarte de nuevo mujer— burlón le dijo mientras se levantaba y la dejaba jadeante y aun temblando.

— Hoy entrenaré fuera— Fue todo lo que dijo, antes de colocarse la parte del pecho de su traje de combate y terminar de ponerse los guantes, para después salir de la habitación, donde su esposa aún intentaba recuperarse de ese sorpresivo ataque.

El saiyan avanzó rápidamente y llegó al laboratorio en donde sabía que su esposa guardaba el radar, tomándolo prestado y saliendo de prisa de su hogar.

Había pasado el mediodía incluso la tarde, el ocaso comenzaba a aproximarse, Trunks se había percatado el comportamiento errático de su padre desde el día anterior pero no hizo mayor caso.

Tampoco le preguntó a su mamá al ver que su padre había salido desde temprano fuera de la corporación, escondiendo su ki.

Ya estaba cayendo la noche cuando su madre por fin llegó.

— Cielo, ¿Ya regresó tu padre? — Preguntó ausente la peliazul, seguía estando sobrepasada por el trabajo y sólo preguntó en forma distraída, no esperando que el saiyan apareciera pronto, Vegeta tendía a veces a irse y regresar varios días después.

— Aún no mamá, es raro ha estado escondiendo su ki...— Comentó el muchacho algo intrigado.

Pero su madre que conocía bien al saiyan rechazó lo dicho por su hijo moviendo desdeñosa la mano. — Tu padre suele irse por dias a entrenar fuera, seguramente no quiere que Gokú lo halle, ya sabes como lo desespera...— Fue lo que dijo sin levantar la vista de su computadora donde seguía trabajando.

Bra y Pan se hallaban en la corporación habían merendado antes y se habían subido a su habitación, el pelilila acompañó a su madre a cenar.

— ¿El fin de semana saldrás con Mai?— Preguntó en forma ausente la peliazul.

— ¡Sí!— Pero también irá Goten y Marron agregó sonrojado Trunks.

Bulma solo rio y movió divertida la cabeza.

«Yo nunca fui así de tímida a su edad... Creo que esa mala manía la heredó de Vegeta» Divertida pensaba la peliazul.

De pronto, Trunks se puso serio, —mamá... alguien está usando las esferas del dragón.— No fue el único que lo sintió, Pan y Bra bajaron corriendo.

Bulma alarmada se levantó, dejando lo que estaba haciendo. — ¿Está muy lejos? Preocupada preguntó.

Trunks movió la cabeza en forma negativa, —te llevaré,— comentó serio pero antes de salir volando Goku apareció.

—¿También sintieron la energía de Shen long? — preguntó serio mientras rápidamente los teletransportaba al lugar.

Para cuando llegaron el gran dragón acababa de cumplir el deseo y ya se había retirado del lugar.

El único que estaba ahí era el príncipe saiyajin.

—¿V-Vegeta? ¿Que haces aquí? — Inocente preguntó el saiyan criado en la tierra.

El aludido no dijo absolutamente nada, volteó a ver a sus hijos y a su esposa. La peliazul se hallaba confundida... Ella sabía que hacía años que a Vegeta no le importaba la inmortalidad así que... ¿Para que quería a Shen long?

Tenía tantas dudas como el resto pero decidió callar.

Escuchó a Son Gokú cuestionarlo — Oye Vegeta, ¿Tu llamaste a Shen long? ¿Para que lo invocaste?—

Pero el príncipe saiyajin tan serio como siempre pasó de largo sin voltear a verlo, ni contestar a nada de lo que el otro saiyan preguntaba. Bulma conocía a su marido, no diría nada si no quería hablar.

— ¡Vegeta dime!— curioso pregunto Gokú, no está preocupado por lo que el saiyan hubiera pedido, hacía años que Gokú consideraba a Vegeta como un amigo, como un aliado. Pero le intrigaba no saber que era eso que el príncipe querría pedir y que Bulma no podría hacer como para haber tenido que llamar al poderoso dragón.

Pero el príncipe de los saiyajines no tenía humor para soportar a su rival — No es algo que te incumba Kakaroto, ahora ¡Lárgate!

Volteó a ver de mala manera a sus hijos, alzando la ceja, cuestionando con la mirada al mayor de ellos. Trunks sintió el sudor recorrerlo — N-no sabíamos que eras tu papá, no sentimos tu ki, y nos preocupó que alguien hubiera usado las esferas con algún propósito maligno— se apresuró a decir a modo de excusa.

El entrenamiento con su padre de por sí estaba siendo bastante duro, no necesitaba agregar resentimiento a la ecuación.

El príncipe saiyajin sin decir nada más tomó a Bulma entre sus brazos quien desconcertada solo rodeó el

cuello de su marido mientras éste se alzaba en un vuelo moderado.

Llegaron a la casa, sus hijos viendo el humor serio de su padre decidieron llegar mucho antes que él y hasta Bra que era su consentida decidió evitar a su padre, quien seguía en su actitud hosca. Sea lo que fuere que el saiyan había salido a pedir al dragón, por si actitud tanto Trunks cómo Bra pensaban que no lo había conseguido.

— ¿Que habrá querido pedir papá? —Curiosa preguntaba Bra, quien se hallaba en la habitación de su hermano hablando.

Trunks se dejó caer en su cama, a su lado se recostó tímida Pan , a quién el peli lila despeinó en forma cariñosa mientras distraído pensaba en la pregunta de su hermana.

Soltó un suspiro — No tengo idea que haya querido pedir pero me mantendré alejado por mi seguridad, anda ve tú a preguntar Bra...—

La animó su hermano. Bra cruzó los brazos y se dejó caer en la cama también mientras se recargaba en el abdomen de su hermano, — Olvídalo Trunks, hasta yo conozco mis límites, que mamá se haga cargo de su humor.

Pan solo se rió, adoraba ir a la casa de Bra, siempre sucedían mil cosas interesantes. — ¡Vamos entonces a jugar Bra!— La urgió la pelinegra.

—Trunks, ¿Quieres jugar con nosotros?— Emocionada preguntó.

Este miró a Pan antes de contestar, — Olvídenlo, ustedes dos son peligrosas, la última vez me disfrazaron para ir a tomar el té con ustedes y mi madre me estuvo chantajeando con eso muchos meses...

—¡Que malo eres! — Infló los cachetes Pan, mientras Bra se levantaba y se iban de la habitación de su hermano...

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.

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Vegeta llegó a la corporación cápsula con su esposa en brazos, todo el viaje había transcurrido en silencio, y aunque la curiosidad la carcomía, Bulma sabía que lo mejor era superar hasta que él decidiera abrirse.

El saiyan llevó a Bulma a su habitación, entraron por el balcón, y la bajó suavemente, la luz estaba apagada, y solo el brillo de las farolas exteriores que ahora al por fin haber caído la noche, iluminaban el lugar, pudo apreciar el perfil de su bella esposa, pero siguió en un silente estado, se separó de ella y dio media vuelta para avanzar como si fuera a irse.

— Vegeta...— Fue todo lo que ella dijo, él se detuvo frente a la puerta aún cerrada de su habitación. Alzó la mano como si fuera a abrir la puerta y se detuvo a media acción, dio media vuelta y retrocedió en sus pasos tomando a Bulma entre sus brazos y estampado un beso posesivo que la tomó con la guardia baja.

El beso era demandante, agresivo, exigente. Y ella, esa mujer tan atrevida y aventurera, esa poderosa mujer de negocios que hacía temblar a más de un caballero debido su desafiante forma de ser cuando del trabajo se trataba, se hallaba sumisamente dispuesta a él y a sus deseos; temblaba en los brazos de ese fiero guerrero, de su único amante, de su posesivo marido.

Se separaron cuando la falta de aire comenzaba a hacer doler sus pulmones, no dijo nada más y salió de ahí yéndose directamente a la cámara de gravedad. Misma que no a abandonó hasta demasiado entrada la noche.

Bulma había quedado sorprendiera por el matiz que habían tomado las cosas, no sabía que pasaba por esa cabecita guerrera de su flamante y terco esposo, pero lo conocía y ahora debía dejar que sacara de su sistema lo que sea que lo atormentaba a través de la batalla.

Ya vendría él cuando lo sintiera correcto a hablar con ella. Aún así sabía que el sueño la eludiría, así que fue por su trabajo del laboratorio y lo llevó todo a su cuarto, trabajaría un rato, en lo que Vegeta sacaba ala manera saiyajin aquello que lo carcomía y después iba con ella para hablar de eso mismo...

El saiyan salió de la ducha, se había dado un regaderazo rápido y con agua fría, había entrenado hasta que le ardieron todos los músculos. A la gravedad máxima que su cuerpo podía aguantar en esos momentos.

La nueva sala de entrenamiento que le había construido su esposa incluía un baño y fue ahí donde lo tomó, ya era muy de noche, sabía que nadie estaría despierto a esa hora, y es por eso que solo llevaba la parte de abajo de su traje de entrenamiento, mientras caminaba con su pecho desnudo y aún brillando con algunas gotas de agua, llevaba una toalla colgada en el cuello, y fue esa visión de hombre casi deidad lo que los ojos de Bulma recibieron al abrir la puerta de su habitación conyugal.

El la miró sorprendido, —pensé que estarías dormida...— Fue todo lo que dijo mientras entraba al lugar.

Ella le dio una sonrisa amorosa aunque cansada, se levantó de la mesita de trabajo, y se acercó a la cama donde su marido ahora se encontraba sentado. Disfrutando de la vista que su esposo le ofrecía, pues el saiyajin se encontraba en un estado físico increíble.

— ¿Que pasa Vegeta?— Fue todo lo que dijo mientras se sentaba sobre él y se abrazaba a su fuerte pecho, rodeando el cuello con sus delicados brazos.

Él recargó su frente en el hombro de ella, acercándose a la curvatura de su cuello, aspirando el delicioso olor de su mujer.

— A veces tus preguntas son demasiado irritantes Bulma— Dijo mientras sus palabras sonaban más ásperas de lo que pretendía — Tu pregunta me tuvo pensando demasiado, sobre todo porque entre más lo pensaba menos me gustaba el resultado.

Ella lo miró asombrada,—¿Mi pregunta?— confundida intentaba recordar cuál de las mil preguntas que le hacía a diario a su esposo y que éste nunca contestaba lo había puesto en ese estado.

—Acerca de lo que haré cuando tú...— cerró los ojos mientras tragaba el malestar que sentía de solo decir en voz alta esa posibilidad — Cuando tú te hayas ido...— La miró de nuevo un solo momento antes de desviar la mirada, o ella podría leer en las profundidades de esos ojos color Ónix el tormento que presentaba solo plantear ese esa posibilidad.

Bulma se sorprendió, esa fue una pregunta sin sentido en un momento de charla vana, no se había percatado que su plática para pasar el tiempo había enviado a su esposo a una vorágine de pensamientos sombríos del futuro.

— Lo lamento Vegeta esa fue una charla tonta, que no tiene caso ni pensar, sucederá lo que deba de pasar, debía mientras aún sentaba sobre su marido, acariciaba con ternura su cabello.

El resopló molesto — No porque evitemos hablar de eso el problema se solucionará o desaparecerá, y no puedo hacer lo que tú Bulma, no pensar en eso, debía asegurarme de que las cosas estarían bien...

Ella empezó a formarse una idea de porqué había llamado a Shen long pero lo dejó continuar.

— De que sirve ser el príncipe de los saiyajines y uno de los seres más poderoso de este universo si no puedo proteger a una de las únicas personas que me importa proteger — Sonrojado por aceptarlo en voz alta dijo.

—Así que tomé tu radar y fui a buscar a ese estúpido dragón, pero él no puede solo porque yo lo pido extender tu vida más allá de lo que dure la humana porque eso es muy variable, así que pedí algo más...— La miraba fijamente.

El corazón de Bulma se aceleró mientras sentía las manos de su esposo jugar en su espalda haciendo pequeños círculos, haciendo demasiado consciente el calor de su cuerpo, que comenzaba a encenderla, creando una una ignición dentro de ella.

— Así que cambié la forma de reformular mi deseo, la longevidad de tu cuerpo y de tu alma estará ligada a la forma en que envejece un saiyajin, está ligada a la mía, aún así si yo muriese y no pudiera ser revivido, no te afectaría en lo absoluto. El cambio no lo sentirás de inmediato, pero tu cuerpo pasará por cierto rejuvenecimiento paulatino, para cuando éstos acabe serás más joven...

Ella alterada lo interrumpió — ¡Tonto saiyajin! ¿Que te hace pensar que quiero vivir más años si no estás conmigo?— La voz se le quebró a la peliazul.

— Un guerrero nunca ve su final de manera natural Bulma, aún así se que nunca te podré detener de traerme de regreso contigo si mi vida es terminada en batalla, y por eso mismo no puedes echarme en cara que yo desee para ti, una vida más larga y cómoda posible.

Bulma no dijo nada, se quedó callada, pensativa. Su esposo había decidió tomar su radar y cuando años atrás no hubiese dudado pedir un deseo egoísta ahora pedia por ella.

— ¿Que pensará la gente al ver que no envejezco… no puedo lucir joven si tengo 80 — Se cuestionó más así misma que a él.

Pero el saiyan ya había previsto todo. — Cuando los críos sean lo suficientemente mayores y puedan tomar la responsabilidad de la compañía nos iremos ambos a vivir alejados de este lugar mujer. No te dejaré sola, en ese momento ya no entrenaré con Bills ni me alejare tanto— sonrojado comentó.

Ella lo miró con dulzura y él entendiendo para donde iban los pensamientos de su mujer decidió aclararlo — ¡No hice esto por ser amable! Soy lo suficientemente egoísta para querer mantenerte a mi lado, no te pregunte si eso es lo que querías y lo hice y no me arrepiento de ello — Altanero comentó.

Ella solo le regaló un tierno beso, que el ávido por beberlo lo recibió gustoso.

— Gracias Vegeta...— Comentó en forma suave mientras seguían con los besos.

Pronto la ropa de la científica y la parte inferior del traje de batalla sobraron, besos, suspiros y gemidos llenaron todo el ambiente.

Bulma se dejó llevar, sintiéndose inmensamente amada, un te amo no saldría de su esposo, pero no era nunca necesario, esas cosas que él a hacían demostraban mil veces mejor todo lo que él sentía.

El saiyajin la besó mientras su hombría se deslizaba dentro de ella, más besos y caricias caían en toda la cara de la científica, en su cuello, en sus pechos.

Se sentía demasiado llena de él, demasiado amada, instantáneamente se abrazó también de las piernas a la cadera del hombre, haciendo la unión más profunda.

Los movientes fuertes de su esposo la tenían borracha de placer, cuando ambos sintieron sus cuerpos y almas vibrar mientras él se derramaba dentro de su cuerpo y ella deseosa lo recibía a la vez que disfrutaba de sus propios espasmos la perdían en el placer del inmenso orgasmo.

La miró dormir, había sido vencida por el sueño tan pronto terminaron, la acomodo sobre su pecho, sabía que mañana ella estaría sonrojada por el lío que hicieron en las sábanas blancas de esa cama, pero él se sentía demasiado feliz.

La admiró dormida, era tan bella, aún recordaba cómo desde que ella lo invitó a vivir a su casa, llamó su atención aunque no supo definir que era lo que le atraía.

En su momento él no podía entender que eso que sentía era atracción, lo descubrió más tarde; mucho después de darse cuenta que ella con su vulgaridad hacía algo más más que irritarlo, lo intrigaba.

Acarició suavemente la blanca y cálida mejilla mientras ella soltaba un suspiro y se acomodaba más en su pecho desnudo. Amaba esa sensación de tener piel contra piel.

Recordó nuevamente la infame pregunta que ella hizo...

"¿Que harás cuándo yo muera?"

Había tomado todas las medidas para que eso no ocurriera pero aún si con toda las disminución de probabilidades de que eso pasara, pues él se había asegurado de ello, si aún así si lo imposible sucediese...

En su mente contestó aquello que jamás diría en voz alta... y que solo en lo más profundo de su mente de su corazón aceptaría:

"Cuando te hayas ido, mi corazón hecho pedazos te extrañará. La belleza de tu rostro altivo mientras me contestas, tu sonrisa sincera y desafiante, tus ojos brillando cual océanos se habrán ido también, estarán perdidos.

Cuando te hayas ido, las palabras que necesito escuchar, que me retan a ser mejor, que siempre me ayudaban a pasar el día y hacerme sentir bien, se habrán ido contigo...

Cuando te hayas ido, el motor de mi vida que me impulsaba a levantarme y pelear día a día, se habrá ido contigo..."

Aún le dolía que la Bulma de la otra línea de tiempo hubiera fallecido y todo porque su estúpido contraparte había sido tan débil de dejarse matar muchos años atrás, dejándola sola y vulnerable.

«¡No! Eso jamás va a pasar, me aseguraré de ello.»

La apretó más a su cuerpo abrazándola, se aseguraría que ella siempre estuviera segura, entrenaría con más ahínco, jamás sucedería ella.

Aún medio dormida lo abrazó más fuerte mientras acomodaba una de sus piernas sobre la cadera de su marido. Hasta dormida era condenadamente sensual.

— Te amo Vegeta...— En un suspiro entre sueños dijo.

Él solo la abrazó más fuerte dándole un suave casi imperceptible beso en la frente mientras cerraba los ojos y mantenía a la mujer que había revolucionado todo su mundo entre sus brazos, no era capaz de decir frente a ella todo eso que pensaban que sentía, pero de alguna forma siempre tuvo la certeza de que ella lo sabía...

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Y bueno este One shot tiene un toque agridulce lo sé. Nació de la sensación de pérdida y nostalgia que pienso tendría Vegeta cuando su Bulma fallezca que vial ver un precioso fanart de Vegeta y Bulma.

Espero les haya gustado y me dejen saber sus comentarios, un abrazo a todos!!!