Época Feudal
- Moroha - el niño se subió al hombro de la joven - El cielo...
- Lo sé - respondió, mirando en la misma dirección - Los demonios están llegando - ¿Qué? - miró hacía el bosque - Hatsune
En ese momento, el lobo emergió, seguido de sus dos amigos y compañeros en el manejo de la tribu, Hidari y Migi
- Chicos - se acercó
- Moroha - la abrazó, sonriéndole al zorrito y acariciando su cabello
- Señorita Moroha - pronunció Migi - Que alivio
- ¿He?
- Hatsune estaba muy preocupado por usted - acotó Hidari - La energía maligna fue perceptible, incluso, desde nuestra tribu
- Hatsune - lo miró con ternura - ¿Viniste por mi?
- ¿Qué es esa pregunta? - sonrió - Por supuesto que si
- Oigan - Setsuna arqueó sus cejas - El árbol, ¿lo recuerdan?
- Moroha - susurró el niño - ¿Qué les pasa a estos dos?
La sacerdotisa miró a los amigos del lobo, quienes estaban observando a Setsuna, completamente embelesados
- No puede ser - susurró, en un tono burlón
- ¿Qué es eso? - preguntó el líder, observando el árbol
- Es un portal - respondió la hanyo - Si tienes buen olfato, notarás que hay demasiados demonios en los alrededores, que están esperando para cruzar esta barrera
- Vaya... tiene buen olfato - sonrió el joven de pelo rubio, Hidari
- Y parece un hueso duro de roer - acotó Migi, con su mano sobre su barbilla
- Si vuelvo a oír algo similar a lo que dijiste - entrecerró sus ojos - Te mostraré porque porto esta espada - puso la mano en la empuñadura de su naginata
- Es la mujer de mis sueños - murmuró el joven
- Ya cállense - intervino Hatsune - Será mejor que ustedes vayan a alertarle a los demás... yo me quedaré aquí
- Comprendemos - respondió Hidari - Sólo, trata de mantenerte a salvo
- Ustedes también... de abrirse ese portal, una gran orda de demonios, comenzaran a llegar de todas partes y, seguramente, atacaran la madriguera...
- No te preocupes - Migi colocó su mano sobre su hombro - Nos has entrenado bien
- Confío en ustedes, muchachos - sonrió
- Nos veremos luego... Moroha - sonrió - Chica hermosa - le guiñó el ojo a la exterminadora
- Idiota - gruñó
Los jóvenes lobos comenzaron a correr, adentrándose en el bosque
- Deberías sentirte halagada, Setsuna - sonrió Hisui
- ¿He?
- Sólo estaban admirando tu belleza - sonrió
- Hisui... no me hagas golpearte - se cruzó de brazos, entrecerrando sus ojos
- Sólo decía... jeje
- Mientras ustedes discuten... esa cosa se está haciendo cada vez mas grande - el zorrito señaló el árbol
Tío Sesshomaru... ¿Qué está ocurriendo allí dentro?
La luz, que antes solía ser cegadora, se percibía con la misma tenuidad que la de una linterna intentando alumbrar una enorme habitación
Algo le ocurrió al espíritu del árbol
Pensó, frunciendo el entrecejo, mientras avanzaba por el desierto lugar
- La energía maligna que se desprende de aquí... posee la misma intensidad que la estrella que le fue otorgada a mi padre
Caminó, en silencio, durante unos metros más, hasta que logró divisar el cuerpo, que mantenía la forma de Kikyou, sentado, con la cabeza apuntando al suelo, su rostro se encontraba cubierto por la oscuro cabello
- ¿Sigues con vida? - preguntó, deteniéndose a su lado
- Aunque luzca de esta manera... no es tan fácil aniquilarme - sonrió, sin mirarlo
- Te ves... bastante débil
- Lo estoy - hizo una pausa - Intenté administrar mis energías para contener la energía maligna de de aquella estrella, pero... no contaba con que iban a reforzarla
- Apenas puedes hablar
- Sólo estoy ganando tiempo - su voz se oía como un susurro - Cuando me quede sin energías...
- Los demonios tendrán libre acceso aquí - miró por sobre su hombro
- Kagome - murmuró - Ella... debe cerrarlo, junto con Kikyou
El demonio frunció el entrecejo, comprendiendo a lo que se refería
- Ella... y Moroha... deben unir sus poderes espirituales, rápido
- Y Kikyou debe ayudarlas desde el otro lado - acotó - Lo sé
Pasó por su lado, evitando volver a mirarlo
- Debes apresurarte - se detuvo ante el tono de sus palabras - En este momento... esa humana que desposaste... está en peligro, al igual que tu sirviente
Rin
Pensó, abriendo ligeramente sus ojos, mientras retomaba su caminata
- Intenta no morir - pronunció, perdiéndose en el medio de la oscuridad
- Señor Jaken, ¿podría, por favor, cambiar su cara? Asusta a mis compañeros
- ¡Y como no se van a asustar! - gritó, sentado en el banquillo de la cocina del restaurante - ¡Mira como me has vestido, niña!
- Se ve adorable - sonrió - Pero, ¿podría dejar de ser tan amargado?
- Esta ropa moderna me hace picar el cuerpo - estiro su remera - ¡¿Y que son estas cosas?! - miró sus pies, los cuales estaban cubiertos por unas zapatillas que le iban enormes - Si tratabas de darme un aspecto más humano, déjame decirte que fracasaste
- No es mi culpa - tomó las bebidas que debía llevar - Eso es porque usted tiene cuerpo de rana
- ¡Rana tu abuela! - elevó sus brazos
La joven salió, riendo por el comentario del pequeño youkai, cuando fue interceptada por una de sus compañeras
- Rin - se acercó
- Eri - le sonrió - ¿Qué ocurre?
- Hay un joven que está preguntando por ti
- ¿De verdad? - se sorprendió
- Si... está en esa mesa - lo apuntó con el dedo - Yo me encargo de eso - tomó las bebidas
- De... de acuerdo, van a la mesa 10 - la morena asintió, mientras la joven se acercaba a la mesa, en la que aquel desconocido, la estaba esperando
- Hola, pequeña - sonrió, repulsivamente
- ¿Perdón? - se asustó, aunque trató de disimularlo - ¿Lo... lo conozco?
- Eres amiga de Sesshomaru, ¿verdad? - recorrió su cuerpo con sus ojos, incomodándola - Porque... vengo de parte de él
¿De parte del señor Sesshomaru?
- Déjame presentarme... mi nombre es, Mukotsu - extendió su mano, deseando con todo su ser, que la joven la tomara
- Kukuku... todo esta saliendo mejor de lo que pensé - rio
- Si que eres arriesgado... no has cambiado nada
- Tienes razón, Kagura - volteó, observándola - Prometo que, cuando ya no te necesite, serás libre, nuevamente...
- ¿De la misma manera en la que me diste libertad en la otra vida?
- Te lo merecías - se acercó a ella, quién seguía prisionera en la pared del templo - Eras una traidora... mejor dicho, lo eres
- Ja - desvió la mirada - No le temo a la muerte - pronunció, desafiante - No me interesa si me matas aquí
- Kagura - se paró delante de ella, acariciando su mejilla con sus garras - Si no hubieras ido a contarle todo a ese lobo, estarías en libertad - las filosas puntas, se incrustaron levemente en su rostro - Un momento que te descuido... y pones en peligro tu vida
- Ya te lo dije - frunció el entrecejo - No me interesa... anda, mátame en este momento
- ¿Por qué hacerlo aquí? - alejó sus garras - Cuando puedo hacerlo... delante de tu amado Sesshomaru
- ¿Qué? - murmuró, abriendo sus ojos, sorprendida
- ¿Acaso él no prometió, protegerte? - le dio la espalda, acercándose a la puerta de la habitación
No dejaré... que ese bastardo te quite la vida de nuevo
Las cálidas palabras del youkai, atravesaron la mente de la mujer
- ¿Qué se siente? - preguntó, en un tono burlón - Dime, Kagura... ¿Qué se siente... amar a alguien que está enamorado de alguien más?
- Pregúntatelo a ti mismo - sonrió - ¿Acaso ya olvidaste tu amor por esa sacerdotisa?
El cuerpo de Naraku se tensó, al mismo tiempo en que la energía del ambiente se modificó
- ¿Qué sucede? - se burló - ¿Dije algo que no debía?
- Si valoras tu vida... cierra la boca
- Uy, parece que toque una fibra sensible - continuó - Admítelo... todavía puedo percibir tus celos, al saber que Onigumo esta aquí y su único objetivo es esa mujer... mueres de rabia de solo pensar... que él podría ponerle un dedo encima, antes que tu
- Te lo advertí - volteó, clavando sus garras en el abdomen de la mujer, provocándole una profunda herida
- Bas...tardo - gruñó, mientras la sangre comenzaba a emanar
- Eres una youkai... no morirás - volteó nuevamente - Deberías agradecer que no inyecte mi veneno en tu cuerpo... esperaré, a que Sesshomaru venga por ti - sonrió - Si es que puede encontrarte
