Capítulo 43. Cuerpos ardientes en Hogwarts
La sala común de Slytherin completa pareció ser succionada por un vórtice mágico, un agujero negro como un punto diminuto en la pared más lejana que succionaba todo hacia sí mismo, volviendo los entornos de un color borroso y nublado. Parpadeando varias veces, los chicos trataron de asimilar lo que había alrededor de ellos, en medio del fuerte mareo, tratando de mantener estables sus mentes.
-Este ponche quema como mil infiernos -comentó Lee Jordan, con el vaso en su mano, tras la consola de DJ-. Espero que nadie le haya metido nada esta vez. ¿De qué carajo está hecho, chicos?
-No lo sé, lo hizo Dobby -dijo Fred, dejando su vaso de cerveza de manteca junto al lector de discos compactos-. ¿A ver? Dame un poco de esa mierda.
Fred tomó el vaso de ponche de su amigo, le dio un trago y arrugó la cara como si acabara de probar el trago más fuerte del mundo.
-La puta madre… -dijo, saboreándolo lentamente. Entonces abrió los ojos de par en par. -¡Está increíble…! Ya mismo voy a servirme un buen vaso. ¡Espero que no se acabe pronto!
Lo cierto es que no solo estaba muy fuerte, si no también delicioso. De a poco, a medida que todos los invitados que lo probaban le iban pasando la información a sus amigos, empezó a llenarse de gente alrededor de la mesa que tenía su fuente de vidrio.
Padma Patil se detuvo con su vaso en la mano, mirando hacia adelante. Sus ojos empezaron a dilatarse. Sus labios se entreabrieron, a medida que un calor sofocante se extendía por todo su cuerpo…
Se llevó las manos al pecho. Sentía que sus pezones le picaban… que quería masajeárselos, rozárselos con los dedos por encima del sostén y del escote de su top lila… Pero claro que no podía hacerlo. No allí, delante de todos…
Unos zapatos de taco negro cayeron sobre el suelo. Otros le siguieron, y los pasos fueron avanzando a través de la sala común. Eran los pies de Pansy Parkinson, que llevaba las piernas envueltas en unas medias de red negras muy sexys; una faldita estilo colegial muy, muy corta y con rasgaduras, bien de su estilo; un top de encaje que mostraba prácticamente toda la piel de su torso a excepción de sus pezones y una zona no tan amplia en torno a estos; y el rostro muy maquillado con tonos negros y grises. Su cabello negro estaba lacio y brillante.
La chica se detuvo ante la mesa del ponche, llevó sus dedos con uñas pintadas de negro hacia uno de los vasos de cartón y lo llenó con abundante ponche. Luego se llevó el vaso a los labios y empezó a beber lentamente, con la mirada fija hacia adelante, sus pestañas arqueadas sacudiéndose a medida que tragaba la bebida y empezaba a sentir sus efectos…
Por la pinga bien erecta de Merlín… pensó. Este ponche está de la gran puta…
Se bajó hasta la última gota, sintiendo que le quemaba toda la garganta, pero que al mismo tiempo le encantaba. Quería más, de hecho… Y se sirvió más.
Ritchie Coote sintió que su pene se ponía erecto. Se marcó contra su pantalón de jean y el chico trató de ocultarlo metiéndose las manos en los bolsillos y tratando de acomodarlo de forma que no apretara tanto contra la tela, sin mucho éxito. Una situación similar pasó con varios hombres de todas las casas, y de Durmstrang...
Sin dejar de bailar al ritmo de la música, que la estaba rompiendo ya que Lee estaba muy inspirado esa noche y había metido temón tras temón en su consola; Cedric se quitó la camiseta y empezó a ondearla en el aire. No parecía ser consciente de lo que hacía. Ahora su torso musculoso y bien marcado estaba a la vista de todos a su alrededor, que empezaron a silbar y aplaudirlo, animándolo a seguir. Cedric sonrió mientras meneaba la cintura, con su vaso de ponche en la mano. Megan Jones se acercó a él y le acarició el pecho desnudo con una mano, con sus labios abiertos, mirándolo con un intenso deseo en los ojos…
Tres chicas en un costado de la pista de baile se volvieron para mirar el baile sensual de Cedric muy boquiabiertas y con los ojos clavados en él, fascinadas: eran Parvati, Lavender y Padma. Esta última no pudo contenerse más y finalmente se llevó los dedos hacia la tela de su top lila, para rozar sus pezones con disimulo…
-…Y así fue, director, cómo la hija de Rosmerta no tuvo nada que ver con lo ocurrido -decía Ginny mientras tanto, en el despacho de Dumbledore.
Estaba allí sentada ante el director junto a Angelina y Alicia, que lucían derrotadas y amargadas bajo sus crecidos pelos de conejas. Todos las habían señalado y se habían reído de ellas en la fiesta momentos atrás, cuando habían tenido que salir del baño luciendo así… No les había quedado más remedio que ir al despacho del director y confesar todo lo ocurrido.
-Ya veo… -Dumbledore se acariciaba la larga barba blanca, pensativo. Miró a las dos chicas-conejas. -El ser joven y sentir los cambios hormonales… -murmuró, comenzando uno de sus típicos discursos de siempre-. Aún recuerdo la primera vez que yo me prostituí, de joven.
Las tres chicas quedaron boquiabiertas por la sorpresa.
-Sí, era joven y muy atrevido -comentó el director, esbozando una sonrisa-. Los gay no éramos aceptados en esa época, así que había que ingeniárselas para no ser descubierto… Oh, si les contara las cosas que he hecho bajo los efectos de una poción multijugos…
Angelina y Alicia compartieron una sonrisita.
-¿No nos enviará a Azkaban entonces? -preguntó Angelina, abrazándose a sí misma llena de esperanza.
-Oh, eso lo decidirá el Ministerio, pero confío plenamente en que ambas serán enviadas a Azkaban de inmediato -dijo el director, que aún sonreía con aquellas imágenes del recuerdo en su mente. La sonrisa se borró de inmediato de las caras de Angelina y Alicia. -Más que nada porque creerán que ustedes fueron quienes dijeron esas cosas la otra noche, sobre volverse Mortífagas y todo eso… -Dumbledore se reclinó en su asiento, con la mirada aun perdida en recuerdos y esa sonrisita. Se había olvidado por completo de Angelina y Alicia, como si el destino de ambas chicas le importara una mierda. -Qué recuerdos…
-Profesor, ¿liberarán a la hija de Rosmerta entonces? -preguntó Ginny, trayéndolo de regreso a la realidad.
-¿Cómo…? -Dumbledore pestañeó varias veces, mirándola fijamente como si no la reconociera-. Ah, sí, claro, eso. No, verá usted, señorita Weasley, la hija de Rosmerta ya no está en prisión.
-¡¿Cómo?!
-¿Qué? -Angelina ahora parecía indignada-. ¿Es decir que nos enviarán a Azkaban y ni siquiera servirá para que liberen a esa chica?
-Oh, sí, claro que servirá -dijo Dumbledore-. Para limpiar su nombre, por supuesto, y que ya no tenga que estar prófuga, sino legalmente libre.
-¿Prófuga?
-¿Acaso no leen El Profeta? -Dumbledore buscó en un costado de su escritorio y extrajo el ejemplar de ese día-. La noticia es de esta mañana… Siempre digo que los alumnos deberían leer las noticias. Es importante mantenerse informado.
Abrió el ejemplar y lo puso delante de ellas. Las chicas se inclinaron hacia adelante para leer el titular: "TRIPLE FUGA EN AZKABAN". Más abajo, en letra más pequeña, decía: "El violador Harry Potter, la famosa Mortífaga Bellatrix Lestrange y la joven bruja oscura Verity Malfoy se han fugado de la prisión de magos anoche. Los aurores aún no han podido dar con su paradero".
En la sala común, entretanto, el calor se elevaba como una nube que flotaba sobre la cabeza de todos los estudiantes, hasta el techo, flotando por encima de la pista de baile, de los cuerpos de todos los adolescentes que bailaban y bebían ponche, por encima de la bola disco que giraba en su lugar y reflejaba las luces de colores que eran lanzadas sobre ella; hasta llegar a lo alto de todo, donde estaban las antorchas con forma de serpiente escupiendo fuego por sus bocas…
Estaban en medio de un baile hipnótico. Luces lanzaban flashes sobre sus ojos. Luces de colores florecían todo alrededor… Flores lanzaban luces de colores encima de sus rostros… Bailes hipnóticos como en un trance, cientos de miles de puntos de colores centellando debajo de sus párpados. Parpadeando, luces penetrando en sus mentes…
Pansy había quedado boquiabierta con su segundo vaso de ponche en la mano. Sus ojos se pusieron en blanco y arqueó la espalda hacia atrás, experimentando algo demasiado fuerte para poder esconderlo…
El humo incierto se esparcía entre la multitud. Todos habían probado del ponche. Todos sentían el ardor en sus gargantas. Todos sentían florecer en su piel un estremecimiento que erizaba los bellos en cada parte de sus cuerpos… El sudor rodaba por sus poros…
Cedric ahora se había desabrochado el pantalón. Krum lo miraba desde otra parte de la pista de baile, también hipnotizado, también con un vaso de ponche semi vacío en la mano. Cedric bailaba sonriente, con su pecho desnudo y su pantalón desabrochado mostrando parte de sus bóxers negros a la multitud que bailaba alrededor…
A unos pasos de distancia, en la pista de baile, Lavender se había puesto en cuatro patas en el suelo y meneaba el trasero en círculos, al ritmo de la música, en un perreo intenso y sensual. Su falda cortita se levantó por completo al estar su trasero en alto y exhibió a la vista de todos la tanga negra que llevaba debajo, híper delgada, que se metía en medio de sus labios vaginales…
Varios la miraron boquiabiertos, sintiendo el calor hirviendo en sus cuerpos, su pulso sanguíneo acelerándose, sus penes poniéndose duros como rocas…
Anthony Goldstein se acercó a ella por detrás, moviendo el cuerpo al ritmo de la canción de Las Brujas de Macbeth que sonaba en ese momento. Se colocó tras Lavender y colocó ambas manos en la cintura de la chica. Ella giró la cabeza y se lo quedó mirando con la mirada más provocativa y sexual del mundo en sus ojos claros.
Anthony apoyó su enorme bulto contra ella mientras bailaba, apretándolo contra los glúteos de la chica parcialmente desnudos, apoyándola por atrás mientras ella seguía perreando, sacando ahora la lengua como un perro, con el chico de Ravenclaw bailando de pie tras ella de una forma demasiado sexual.
Krum se acercó a Cedric y empujó a Megan a un lado. Ambos chicos se miraron fijamente a los ojos, sin parpadear. Fue como si nada de lo de todos esos días hubiera pasado…
Ambos se abalanzaron hacia adelante y empezaron a besarse en los labios con locura. El pantalón abierto de Cedric cayó por la efusión del movimiento, revelando su bóxer y su pene rocoso marcándose apretado contra la tela de este.
Todos seguían bailando, sin detenerse por un segundo. Todos se sentían igual que ellos. Todos sentían el ardor en sus cuerpos, el ardor sexual, el deseo intenso, fuertísimo, incontrolable que crecía y se esparcía por sus venas con una velocidad brutal, pidiéndoles a gritos desahogar esa necesidad de satisfacer sus instintos depredadores, animales, sus más salvajes instintos sexuales.
Katie bailaba junto a Leanne, meneando su trasero y provocando que su corto pantalón de cuero negro se le subiera, exhibiendo la parte baja de sus nalgas y metiéndosele en la raya… Estaban tomadas de las manos, bailando alocadamente, agitando sus melenas de cabello suelto en la noche, en la pista de baile, en el humo que salía del piso por lo que parecía ser un encantamiento realizado por Fred y George…
Katie entonces se quitó el top negro que llevaba en la parte de arriba, bajándose el cierre que este tenía delante y abriéndolo de forma sexy mientras seguía bailando con los ojos cerrados y moviéndose al ritmo de la música… Leanne la miró boquiabierta y sonriente a la vez, aplaudiendo… El top de Katie voló por los aires, como en cámara lenta, cruzando por encima de las cabezas de todos, elevándose en el aire por sobre el calor hirviente de todos sus cuerpos…
Fue como si ese top negro marcara un antes y un después en la noche, en la fiesta de Slytherin, ondeando en el aire y atrayendo las miradas de todos…
Katie ahora estaba con sus tetas desnudas a la vista de todos, revelando sus pezones endurecidos y sobresalidos de sus aureolas por la estimulación.
En ese preciso momento, Krum se puso de rodillas a los pies de Cedric, le bajó el bóxer de un tirón, sacó su durísimo y enorme pene ante la vista de todo el mundo y se lo metió entero en la boca.
Y así fue como comenzó la gran orgía de Hogwarts.
Seamus Finnigan y Daphne Greengrass se empezaron a besar, abrazándose con fuerza. El chico de Gryffindor y la chica de Slytherin estaban juntos otra vez, como en la fiesta que había ocurrido hacía ya una semana atrás, donde se habían encontrado por primera vez.
-Quiero tu pene dentro mío -le susurró Daphne al oído, y Seamus se mordió los labios con placer, el placer provocado por sus sucias palabras…
Sus labios se rozaron y sus cuerpos también. Seamus apoyó su pene contra la zona donde estaba la vagina de la chica, bajo el pantalón ajustado que llevaba. Mientras se besaban, llevó su mano a su trasero y empezó a acariciárselo con placer. El culo de Daphne era enorme y su pantalón era tan fino y apretado que se le metía todo adentro de la raja, y Seamus lo acariciaba con placer, sintiendo la textura de su sexualidad directamente en la palma de su mano…
Crabbe y Goyle habían estado bailando con dos chicas de Beauxbatons llamadas Amelia y Babette. Ambas eran hermanas gemelas, rubias, de ojos celestes y con cinturitas delgadas en medio de sus enormes tetas y traseros. Ni siquiera ellos pudieron creerlo cuando las dos chicas se pusieron de rodillas ante ellos y abrieron sus bocas, mirándolos fijamente, pidiéndoles una sola cosa: sus duras vergas.
Crabbe y Goyle entonces sacaron sus penes fuera de sus pantalones, en la cara de ellas. Y las dos chicas se inclinaron hacia adelante, con sus bocas bien abiertas, recibiendo sus penes durísimos y chupándoselos hasta el fondo…
Pansy Parkinson caminó entre medio de todo el mundo, agitando su cabello negro, con sus ojos cerrados bajo su delineado estilo cat-eye. Sus pestañas alargadas y brillantes se agitaron cuando empezó a parpadear. Sus zapatos de taco se movieron por el suelo de la sala común de su casa. La chica empezó a bailar sola en medio de la pista de una forma muy sensual, meneando las caderas y bajando hasta el suelo, inclinando la cabeza para dejar a la vista la piel suave de su cuello…
Mientras bailaba, y de forma muy casual, levantó una y otra vez su cortísima falda con la mano, como parte del baile, mientras acariciaba su propio cuerpo; revelando así su pálido trasero, también envuelto en esas medias de red que parecía estar compuesta por muchas telarañas negras. Varios chicos se quedaron mirándola mientras se apretaban los bultos con las manos, excitados, calientes por el movimiento sexy de Pansy…
Neville estaba encima de Katie, chupándole las tetas con la boca muy abierta, completamente desesperado. Mientras tanto, la miraba fijo a los ojos. Ella había permitido que lo hiciera, sacando pecho y acariciándole el cabello. Cerró los ojos, tan caliente como él y como todos. Junto a ellos, Leanne se había levantado el vestido y se metía los dedos en la vagina ante todo el mundo, con las piernas abiertas…
-Hola, muchachos.
Fred y George se volvieron para ver a quién le pertenecía esa suave voz femenina que les acababa de hablar.
Era Melanie Sanders. Estaba detrás de ellos con una mano apoyada en su delgada cintura, mirándolos fijamente. Tenía puesto un vestidito rojo que tenía una abertura en medio de sus pechos por la que se veía la raya de la unión entre estos, y que terminaba apenas unos pocos centímetros bajo la cintura, dejando a la vista sus preciosas y tonificadas piernas.
-Ho- hola -tartamudeó Fred, sin aliento.
-He estado buscándolos… -la mirada de Melanie era salvaje.
-¿De… de verdad? -George abrió mucho los ojos.
Ella puso una mano en el pecho de Fred y otra en el de George. Empezó a moverla en círculos por sus pectorales, acariciándoselos suavemente…
-Pensé que… que solo jugabas con nosotros -dijo Fred.
-Sí… Pensamos que eras lesbiana… -dijo George.
-Me alegra que finalmente hayan entendido que no pueden tratar a las mujeres como si fueran un objeto a ganar en una competencia -dijo Melanie, paseando sus ojos por ellos, del uno al otro. Su cabello rubio le caía por los hombros desnudos, sobre la suave piel de su sexy cuerpo, el más sexy de todo el colegio… -Me alegra que aprendieran su lección y que no volvieran a intentar conquistarme, como si yo fuera un premio a ganar… Realmente me siento orgullosa de cómo han madurado, muchachos.
Fred y George se sonrieron el uno al otro.
-Aun así, se equivocan en algo… -Melanie apoyó su dedo índice sobre los labios de George, que sintió un escalofrío extenderse por todo su cuerpo.
-Ah… ¿ah, sí? -preguntó Fred-. ¿Qué cosa?
-No soy lesbiana -dijo ella, con su voz emanando un deseo erótico extremo-. Soy bisexual.
Y entonces se lanzó sobre ellos y empezó a besarlos a ambos por turnos, de forma alocada. Los dos gemelos la abrazaron en medio de ellos, como haciendo un sándwich, recorriéndole todo el cuerpo con las manos y con los labios, ya sin contenerse en lo más mínimo…
Fred le apretó el trasero con ambas manos mientras George le comía la boca a besos. Luego Melanie se lanzó sobre Fred y le apretó el pene con la mano por encima del pantalón, mientras lo besaba a él.
Luego ambos le apretaron los pechos gigantescos con la palma de sus manos; le levantaron el vestido rojo, revelando su perfecto culo a la vista de todos. Le metieron las manos en la piel del culo, en la vagina, por encima de su ropa interior también roja, consistente en una pieza de hilo dental prácticamente invisible por lo pequeña que era…
Lavender ahora tenía la tanga baja por las rodillas. Aún estaba en cuatro patas en la pista de baile y Anthony había sacado su pene afuera y lo dirigía hacia su raja, donde lo apoyó y empezó a hundirlo, penetrándola en medio de la pista de baile, bajo la bola disco y la música que retumbaba en sus oídos. La falda de la chica había subido hasta su cintura, por lo que ahora todos veían su trasero desnudo pegado a la piel de la entrepierna del chico de Ravenclaw.
La sensación de calentura y urgencia sexual que todos sentían era tan intensa que no podían contenerlo. Era demasiado fuerte…
-Cógeme, cógeme, por favor… -pedía Susan Bones a Justin Finch-Fletchley, en otra parte de la fiesta-. ¡Ahora mismo! ¡Ohhhhhhh! -lanzó un gemido sexual mientras se apretaba los pechos a sí misma, por encima de la camisa.
-Enseguida, preciosa… -Justin se empezó a desabrochar los pantalones, con las manos temblando.
Ernie Macmillan sonreía mientras caminaba entre medio de todo el mundo, con dos vasos de ponche, uno en cada mano.
-¡Ahora puedo beber…! -gritaba, bailando al ritmo de la música-. ¡Y ahora ya no soy el pervertido de Hogwarts…! -se quedó mirando cómo Anthony penetraba a Lavender entre medio de la gente que bailaba, metiendo la carne de su pene dentro de su coño en el medio de la pista de baile-. ¡Ahora todos lo son!
-¡Fóllame, Ernie! -pidió una chica de tercer año de Slytherin, lanzándosele encima y derribándolo al suelo.
Padma Patil ahora se besaba en los labios con su propia hermana, Parvati. Las dos gemelas se tocaban el trasero la una a la otra mientras sus lenguas se metían en sus bocas, en un apasionado beso con los ojos cerrados… Al verlas, Dean Thomas derramó todo su vaso de ponche. Se quedó mirándolas con la boca abierta varios centímetros.
-¿Ustedes…? -susurró-. ¡Pero si son hermanas!
Entonces, las gemelas despegaron sus labios de la otra y ambas giraron sus rostros hacia él, con sonrisitas totalmente depravadas en sus rostros…
Parvati le hizo un gesto con el dedo índice indicándole que se acercara… Y Dean no se lo pensó dos veces. Se metió en medio de ellas y enseguida las luces parpadeantes de la fiesta en sus ojos se ensombrecieron con el cabello de ambas chicas, ahora sobre él, y sintió dos pares de pechos apretándose contra su camisa, dos vaginas apretándose contra sus piernas a cada lado…
Dean extendió una mano y empezó a tocar tetas y traseros, a izquierda y derecha… Las tetas y traseros Patil. Y, antes de que se diera cuenta, las gemelas estaban desvistiéndolo y lanzando todas sus prendas de ropa por el aire, sobre las otras personas que bailaban y se besaban alrededor de ellos, y que se desnudaban también; tocándose, besándose, acariciándose…
Pansy Parkinson se había quitado el top y ahora se masajeaba los pechos desnudos, con los ojos aun cerrados, bailando sola de forma muy sexy en medio de todos. Estaba haciendo un strip-tease erótico para la multitud, lanzando sus prendas por el aire de una en una… Ahora se podían ver en sus pechos dos piercings redondos y brillantes que la chica se había hecho recientemente, uno en cada pezón.
Pansy se desabotonó la falda colegial y empezó a bajársela lentamente mientras meneaba la cintura, inclinándose hacia adelante y sacando su trasero hacia atrás, revelando cada vez más de sus glúteos envueltos en las medias de red mientras lo hacía…
Fred y George penetraban a Melanie a la vez, juntos. Mientras George le metía el pene por el coño, Fred estaba detrás de ella hundiendo el suyo en su ano. La chica, de pie entre ambos, tenía una pierna en alto, sostenida encima de la mesa con las consolas de DJ. Los dos gemelos la besaban en los labios y en la nuca, le apretaban una teta cada uno y respiraban agitados en su cara y en su nuca mientras la penetraban al mismo tiempo, juntos, por ambos agujeros a la vez…
Se saciaron con ella, desquitando esas loquísimas ganas acumuladas durante tanto tiempo por probar su carne, por hundirse dentro de ella, por meterle el miembro dentro, sintiendo la perfecta piel de esa belleza en sus penes durísimos y rocosos…
Melanie inclinó la cabeza hacia atrás y entreabrió sus maquillados labios color rojo pasión, con sus ojos cerrados, con su cabello rubio cayendo sobre el pecho desnudo de Fred… Empezó a gemir muy fuerte, sintiendo ambos penes bien adentro suyo, abriéndola por la vagina y por el culo, esos eróticos penes Weasley haciéndola gozar como nunca…
-¡Ohhhhhh! -gemía Melanie, llena de placer-. ¡Ohhhhhhhhhhhhhh!
El sexo estaba desatado por doquier. Todos estaban quedando desnudos. Todos se besaban, se acariciaban, rozaban sus cuerpos entre sí. La pista de baile se había convertido en una masa de cuerpos ardientes, en llamas, pegados juntos, bailando, tocándose, besándose, penetrándose…
Todo estaba permitido. Nadie decía que no a nadie ni a nada. Todos tocaban cualquier pecho, trasero y pene que estuviera allí delante, libremente…
Cedric le metía el pene en la boca a Krum y le sostenía firmemente la cabeza mientras lo penetraba por los labios. Junto a ellos, Anthony golpeaba salvajemente a Lavender con la entrepierna por el trasero, con sus testículos golpeando contra la piel de la vagina de ella, penetrándola a toda velocidad en cuatro patas sobre el suelo. Junto a ellos, Neville se follaba a Katie Bell, que tenía las dos piernas desnudas abiertas en torno a él y sus tetas bailando en la cara del chico, que chupaba con la lengua el espacio entre estas. Junto a ellos, el chico de Durmstrang llamado Aesir se cogía a Colin Creevey por el culo, ambos gritando y gimiendo mientras se movían juntos y completamente desnudos. Junto a ellos, Terry Boot tenía sexo con su compañera de casa Lisa Turpin, ambos besándose apasionadamente y totalmente desnudos, ella con las dos piernas cruzadas por detrás de él, y él sosteniéndola de pie por el trasero mientras la penetraba alocadamente. Junto a ellos, Luna Lovegood se había sentado en el suelo con las piernas totalmente abiertas y desnudas, exhibiendo su vagina con vello púbico rubio, y la chica de Beauxbatons que se llamaba Adrienne, de pelo morocho, se quitaba la ropa interior encima de ella mientras la miraba de forma sucia a los ojos; ambas listas para empezar a coger sobre el suelo…
La chica de Beauxbatons con la que Neville se había acostado en la fiesta de Gryffindor apareció de pronto ante el chico y paseó sus ojos entre Katie Bell y él, boquiabierta.
-¡Nevigglle! -dijo, con su fuerte acento francés-. ¡Eggstás con oggtra…! ¡Pengsé que… que tú y yo…!
Neville despegó la cara de las enormes tetas de Katie para ver quién le hablaba, y entonces le dijo:
-Oh, lo siento, no creí que fuera a funcionar entre nosotros… Es que eres muy violenta, ¿sabes?
La chica francesa le dio un cachetazo en medio de la cara con fuerza.
-A eso me refiero… -dijo él, con su pene aun dentro de Katie.
-¡Túggte-jodes! -gritó ella-. ¡Ahora me foggllaré al primegg imbécil que…!
La chica era bastante guapa, y al oír sus palabras unos cinco hombres de Hogwarts se lanzaron sobre ella, sin dejarla terminar. La chica tropezó al suelo y quedó metida en medio de una marea de manos que le revolvieron la cabeza y el cabello y de penes que se dirigieron a ella… Abrió la boca y empezó a mamar vergas mientras todos los penes se agolpaban rápidamente en torno a su cara…
Michael Corner ahora acariciaba el cuerpo de Pansy Parkinson como si este fuera una obra de arte, con dedicación y hasta admiración, mientras ella aun bailaba. Pansy había quedado desnuda por completo, y cuando el chico se disponía a chuparle una teta ella le dio una trompada con mucha violencia en medio de la cara y él cayó hacia atrás sobre la pista de baile, gritando de dolor mientras se sostenía la nariz, que parecía habérsele partido.
-No te confundas, estúpido -susurró Pansy, lanzándole una mirada que no tenía nada de piedad-. No cualquiera puede tocarme…
-¿Yo puedo? -preguntó entonces una voz, y Pansy alzó la mirada hacia el chico que se le había acercado en medio de esa marea de cuerpos desnudos...
Era Roger Davies, el chico más guapo de todo el colegio por consenso general.
Las lejanas palabras del sábado anterior parecieron flotar en el aire…
-¡Ya van como cinco chicos a los que les dices que los amas en lo que va de la noche! ¡Esto está fuera de control, Pansy…! -decía la voz de Ron, en aquella noche en la sala común de Gryffindor.
-¡No es cierto! -le había gritado una Pansy totalmente ebria, arrastrando las palabras-. ¡Creo que a Roger Davies nada más, pero es que está buenísimo! ¡No es mi culpa!
En el presente, Pansy sonrió de forma totalmente sensual y provocativa.
-Debes saber que tengo fama de ser un poco… violenta.
-Creo que valdrá la pena correr el riesgo -sin quitarle los ojos de encima, Roger se acercó a ella. Él también estaba desnudo, con su pene colgando… Ella le lanzó una rápida mirada de pies a cabeza, que se detuvo más tiempo en su pene que en las demás partes de su cuerpo, y sonrió mientras se tocaba un mechón de cabello.
Roger llegó a su lado y Pansy levantó la cara para darle un beso en los labios mientras extendía una mano y la cerraba sobre el largo pene del chico…
-¡Ahhhhhhhh! -Roger lanzó un alarido de dolor. Pansy le había dado un tirón en el pene.
-Te lo dije -le susurró ella al oído, lanzando una risita perversa.
Y volvió a besarlo, mordiéndole los labios salvajemente, hasta hacerlos sangrar.
El sexo fue esparciéndose por toda la sala común de Slytherin como un tsunami, arrasando con todo a su paso. Los cuerpos desnudos y calientes caían sobre los sofás en las zonas lejanas y oscuras. Los chicos y chicas se besaban entre sí y metían sus penes por todas las vaginas a su alrededor. Las parejas empezaron a mezclarse…
Ahora Fred y George se habían empezado a coger a las gemelas Patil, mientras que Dean Thomas se follaba a Melanie Sanders junto a ellos. Mientras Fred penetraba a Parvati por detrás, George hacía lo mismo con Padma. Y, junto a ellos, Dean le chupaba la vagina a Melanie con locura, que a su vez tenía las manos extendidas para acariciarles los testículos a Fred y George, que estaban sobre ella, uno a cada lado.
Pero entonces Padma se apartó de ellos para besarse con Millicent Bulstrode, la chica lesbiana de Slytherin. Y hubo otra chica que se les unió: Mientras Padma metía su mano en la vagina desnuda de Millicent, Luna se acercó a ellas y empezó a apretarles las tetas a las dos, mirándolas fijamente con sus ojos azules. Entonces hubo otra chica más uniéndose al grupo: Katie Bell, que se había separado de Neville y se unió al grupo de chicas.
Las cuatro se besaron en los labios al mismo tiempo, en un beso cuádruple. Sus cuatro cuerpos desnudos se unieron mientras sus manos se acariciaban la piel de las otras, pasando sus dedos por sus cabellos, sus rostros, sus pechos maduros y con los pezones duros, por sus piernas firmes, por sus traseros erguidos… Metieron sus dedos en la vagina de las otras, se apretaron entre sí, empezaron a darse placer con las manos, la una a la otra…
Varios chicos se acercaron a ellas, entre ellos Cormac McLaggen, Ernie Macmillan, Lee Jordan y Anthony Rickett. Se colocaron detrás de las cuatro chicas y les besaron las espaldas desnudas mientras dirigían sus duros penes a sus traseros y se los rozaban con estos. Luego empezaron a penetrarlas por detrás, hundiendo sus penes entre sus nalgas, sosteniéndolas por las caderas, avanzando hacia adelante y apretando a las cuatro chicas en medio de ellos, extendiendo las manos para apretarles todos los pechos y tocarles los duros pezones con la punta de los dedos…
La orgía sexual se apoderó de toda la fiesta. Melanie Sanders ahora le chupaba el pene a todo el mundo con los ojos cerrados, girando la cara aquí y allá para no dejar pene sin lamida. Se oía el sonido de los cuerpos golpeándose entre sí por las penetraciones por todos lados. La música seguía resonando fuerte en sus oídos, pero el sonido de los cuerpos siendo embestidos salvajemente por la penetración era incluso más fuerte.
Las luces parpadeaban en la pista de baile, oscureciendo todo por momentos y luego iluminándolo todo. Cada vez que centellaban, alumbraban cientos de cuerpos desnudos todos apretados entre sí. Cuerpos en el suelo, cuerpos contra las paredes, contra las mesas…
Lenguas que chupaban vaginas, penes, tetas, pezones… Era todo un descontrol total.
Algunos empezaron a eyacular. Un grupo de cinco hombres eyacularon casi al mismo tiempo sobre la cara de Lavender, llenándole todo el pelo y la cara de semen en un creampie extremo, mientras la chica sacaba la lengua y se chupaba los dedos llenos de semen con placer. Tras ella, Anthony seguía penetrándola con locura, ahora por el agujero anal.
Mientras tanto, Pansy se había acostado boca arriba en un sofá, con ambas manos sobre la cabeza, y arqueaba todo su cuerpo desnudo mientras disfrutaba de la penetración de Roger Davies, que estaba arrodillado a la altura de su cintura, sosteniéndole las piernas abiertas y metiéndole su pene por la vagina. La chica tenía sus tetas desnudas apuntando hacia arriba, por lo que se veían más grandes, con los piercings brillando a la luz de las luces de colores y la más lejana luz del fuego de las antorchas que colgaban cerca del techo.
Fred y George se habían acercado a Melanie de nuevo y la penetraban por el coño y el ano simultáneamente de nuevo, ahora con Parvati Patil cogiéndose a Dean junto a ellos. Habían alejado a los demás hombres que habían estado aprovechando para meter sus penes en la boca de Melanie. Ahora la tenían sola para ellos…
Eyacularon al mismo tiempo, Fred penetrándola por delante y George por detrás. Mientras la apretaban entre medio de ambos, en el suelo, se sonrieron el uno al otro por encima del hombro desnudo de la chica, guiñándose un ojo mutuamente.
Ya está, pensó Fred, feliz de la vida. No importa si ahora la fiesta se descontrola por completo y termina en un caos total, como suele pasar. Ya nos hemos cogido a Melanie Sanders, hasta el final. Ya le hemos acabado todo adentro… Ella acaba de tener un orgasmo, pude sentirlo… Un Orgasmo Weasley, como solo nosotros sabemos provocarlo… Ya no importa más nada. Podemos morir en paz.
George parecía pensar lo mismo. Melanie estaba totalmente satisfecha, con los dos penes aun dentro suyo, y les sonrió mientras los besaba en los labios por turnos y les acariciaba el rostro con sus preciosas manos con las uñas largas y pintadas de blanco.
-Neville, ¿cuándo te has convertido en este macho alfa sexualmente candente? -preguntó una descontrolada Fay Dunbar, que abría la boca para recibir el largo pene de Neville dentro, junto a una amiga suya también de Gryffindor. Las dos chicas sonreían mientras miraban al chico fijamente y con ansias de que les metiera la polla por la boca más y más…
-Ustedes solo relájense y disfruten, chicas -dijo Neville, guiñándoles un ojo mientras les metía el pene en la boca por turnos.
La masa sexual que dominaba la sala común de Slytherin no se detuvo. Con eyaculaciones por doquier, chicas gritando desaforadas, cuerpos que vibraban como poseídos por los fantasmas de Hogwarts, gritos de placer y gemidos eróticos surcando el aire…
La fiesta estaba a pleno, en su momento más álgido.
La orgía estaba en su punto más alto…
Las antiguas personalidades de Slytherin observaban con los ojos como platos desde sus retratos en las paredes. A algunos de ellos se les había caído el monóculo, por el escándalo de lo que veían sus ojos.
-En mis mil años colgado de vuestros muros, mi valerosa presencia jamás ha de haber presenciado cosa como esta… -murmuró Sir Cadogan, desde el interior de uno de los retratos.
El mago al que pertenecía el retrato, un hombre gordo y con cara de mal humor, frunció su bigote canoso mientras lo miraba de mala manera.
-Usted no pertenece ni a este retrato ni a la casa de Slytherin, Sir Cadogan -le dijo con brusquedad.
-Por supuesto que he de saber tal cosa, pero mi valiente temple tenía que venid a ver esto -dijo Sir Cadogan mientras miraba la orgía fijamente, sin perderse detalle, sonriente. -No soy el único, ¿sabía usted? Hasta Peeves ha sentido la imperiosa necesidad de venid a observar este jolgorio estudiantil. No se le había observado por ningún sitio, en tiempos recientes…
-¿Peeves?
Entonces, el mago del retrato miró hacia arriba. Peeves, el poltergeist, reía mientras volaba como loco por la zona más alta de la sala común, donde colgaban las antorchas con forma de serpiente.
Y entonces…
Peeves, que sostenía un vaso lleno de ponche en una mano y parecía haber estado bebiendo todo el rato allí arriba, por la zona del techo, empezó a chocar contra todas las antorchas, muy ebrio…
Y entonces empezó a llover…
A llover fuego.
Las antorchas fueron cayendo de sus soportes, una a una, sobre todos los adolescentes...
-¿Qué mierda…? -empezaron a oírse las voces, surgiendo aquí y allá.
Fred, que seguía acostado encima del cuerpo desnudo de Melanie, alzó la mirada y sus ojos reflejaron la luz del fuego producido por un montón de antorchas con forma de serpiente, todas en llamas, cayendo sobre el tumulto de adolescentes desnudos que tenían sexo por todos lados…
Las luces seguían parpadeando alocadamente. La música seguía tronando a todo volumen. Las luces de colores giraban por todos lados, como antes, pero ahora la bola disco que giraba sobre la pista de baile tenía un nuevo color reflejado en ella: el color del fuego, que destellaba en cada uno de los espejitos de forma cuadrada que la componían.
-¡CUIDADO, TODOS! -gritó Fred, poniéndose de pie y ayudando a Melanie a incorporarse-. ¡HAY FUEGO! ¡CUIDADO! ¡FUEGO!
-¡FUEEEGOOOO! -se oían los gritos, surgiendo por todos lados-. ¡FUEEEGOOOO!
-¡AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH! -ahora había chillidos de chicas desgarrando la fiesta.
Las antorchas habían caído sobre todos ellos, sobre el mobiliario y el equipamiento musical, prendiendo fuego todas las cosas, provocando explosiones al golpear los parlantes de música y encenderlos en llamas…
De pronto, se desató un fuego incontrolable en toda la sala común, un fuego que empezó tan rápido y de forma tan abismal que nadie pareció percatarse de lo que estaba pasando hasta que de pronto todo estaba en llamas…
-¡FUERA DE AQUÍ, TODOS! -gritaba George, corriendo por todos lados junto a Melanie y su hermano-. ¡ABANDONEN LA SALA COMÚN AHORA MISMO!
-¡AHHHHHHHHH! ¡ME QUEMO! ¡AHHHHHHHHHHHH!
Se desató el caos. Había gente corriendo y gritando y agitando los brazos. Nadie tenía su varita encima, porque estaban todos desnudos y las habían dejado en los bolsillos de sus camperas y pantalones, o dentro de sus bolsitos y carteras... Así que algunos trataban de apagar el incendio agitando los almohadones de los sofás contra las llamas, o lanzando tragos de alcohol y botellas de tequila y de ron contra el fuego… Lo que fue una estupidez total, porque esos actos no hicieron más que avivar las llamas…
-¡POR MERLÍN…!
-¡HAY UNA CHICA EN LLAMAS! ¡AYÚDENLA!
Todos giraron sus caras en las direcciones de los distintos gritos que iban surgiendo todo alrededor…
-¡TENGO FUEGO EN EL CABELLO! ¡TENGO FUEGO EN EL CABELLO…!
-¡AAAAAAAHHHHHHHHHHH! ¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!
Todo pasó tan pero tan rápido…
Y de pronto ya no había sexo. Ya no había orgía. Ya no había frenesí.
De pronto, solo había cuerpos ardientes en Hogwarts.
Cuerpos desnudos prendiéndose fuego, literalmente.
-Por Merlín… -dijo Seamus, boquiabierto, observando la escena con sus ojos como platos. El resplandor del fuego se alzaba más y más, cubriendo toda la pista de baile... Un grupo de chicas de Beauxbatons corrían agitando sus brazos en el aire, con sus cuerpos prendidos fuego hasta la cabeza, con sus melenas de cabello en llamas, con el fuego emanando desde ellas hasta arriba, hasta el techo…
El humo llenó toda la sala común de Slytherin. Nadie sabía cómo apagar el incendio. Había gente prendida fuego que corría por todos lados aullando de dolor, gente que quería huir pero que no sabían ni dónde estaba la salida, producto de la ebriedad y de los efectos del fuertísimo ponche, de la confusión y del pánico que los dominaban. Todos corrieron y no hicieron más que esparcir el incendio al saltar sobre sofás que se incineraron enseguida, alzando amplias columnas de fuego sobre todos…
Los chicos y chicas se lanzaban contra las paredes, provocando que el fuego se trepara por los cuadros y el mobiliario de la sala, prendiéndolo todo fuego, aumentando el tamaño del incendio cada vez más y cada vez más rápido…
-¡ME QUEMO! -gritó el mago del cuadro donde estaba Sir Cadogan, al ver que su marco de madera se encendía-. ¡ME QUEMO!
-¡HUID, MI VALIENTE AMIGO! -le gritó Sir Cadogan, bajando la visera de su armadura de caballero-. ¡HUID AHORA MISMO DE VUESTRO RETRATO!
-¡JAMÁS! -dijo el mago gordo, con orgullo-. ¡UN NUBLE MAGO SIEMPRE SE HUNDE CON SU…! ¡AAAAAAAAHHHHHHHHHH!
El cuadro se había consumido en llamas. Sir Cadogan escapó justo a tiempo, saltando de retrato en retrato hacia la puerta de salida…
-¡He de avisar al director! -gritaba el caballero, saltando entre las imágenes de los retratos.
-¡RÁPIDO, POR AQUÍ! -Cormac había abierto la puerta de salida de la sala común y hacía señas a todo el mundo, agitando los brazos en el aire-. ¡HUYAN POR AQUÍ! ¡AQUÍ ESTÁ LA SALIDA…!
Pero la gente ni siquiera lo escuchaba, porque la música no se había detenido, a pesar de que los parlantes ardían en llamas.
Cho Chang corría a toda velocidad completamente prendida fuego y gritando de dolor a todo pulmón, hasta que chocó contra una pared y cayó al suelo, donde se quedó inmóvil, con su cuerpo envuelto en llamas. Había otros cuerpos en el suelo a su lado, prendidos en llamas e inmóviles…
-¡AGUAMENTI! -gritaban algunos, desesperados-. ¡AGUAMENTI…!
Pero los pocos que tenían una varita no eran capaces de hacer el encantamiento con éxito. A lo sumo salía un pequeño chorrito de agua de sus varitas que se evaporaba con el calor del fuego enseguida. Los nervios y la ebriedad no ayudaban… Algunos buscaron sus varitas en su ropa tirada por el suelo, desesperados, solo para encontrar que todas sus prendas y sus varitas ya se habían consumido entre las llamas.
-¡OLVÍDENLO, SALGAN TODOS DE AQUÍ! -gritaba uno de los prefectos de Slytherin, haciendo bocina con ambas manos alrededor de su boca, desnudo también y con su pene colgando a la vista-. ¡DEJEN DE TRATAR DE AYUDAR A LOS QUEMADOS, ABANDÓNENLOS! ¡DEJEN DE TRATAR DE APAGAR EL FUEGO Y HUYAN… AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH! -las llamas lo alcanzaron y empezó a prenderse fuego él también.
Fred y George habían abierto las bolsas de hielo que ellos mismos habían comprado para preparar los tragos, y lanzaban sus contenidos sobre aquellos que tenían cerca, con la esperanza de que el hielo apagara las llamas… Luna pedía ayuda a gritos a los nargles, poniendo todas sus esperanzas en ellos… Lavender se frotaba los ojos desesperada, tratando de quitarse el semen de ellos para poder ver qué pasaba… Ernie localizó a Hannah, que estaba prendiéndose fuego mientras gritaba en desesperación, la lanzó al suelo y la hizo girar sobre sí misma, rodando, hasta que consiguió que las llamas se le apagaran.
-Ernie… -Hannah lo miró con los ojos muy abiertos, al borde del colapso-. Me salvaste la vida…
-No… -dijo él, que sentía una culpa terrible, otra vez. Él había iniciado esa orgía…
-Sí, sí lo hiciste.
Hannah se puso de pie, se lanzó sobre él y lo besó en los labios. Luego lo tomó de la mano y tiró de él.
-¡Vamos! ¡Tenemos que ir por Susan y Justin…!
Un chico de Durmstrang pasó delante de ellos corriendo y gritando de dolor, ardiendo en llamas. Lo lanzaron al suelo también y trataron de apagarle el fuego haciéndolo rodar, pero en el caso de él era imposible. Tenía demasiado fuego…
Con los ojos abiertos por el horror, Ernie recordó lo que decía la descripción de la poción que él mismo había preparado y colocado en el ponche, la Pornotentia, luego de hablar sobre sus efectos en la famosa "Orgía de los cien años". Decía: Advertencia: Esta poción logra sus efectos afrodisíacos creando un calor dentro de los magos y brujas que la consumen similar a una combustión, lo que los convierte en inflamables y por lo tanto vulnerables ante casos de incendios…
Un grupo de chicas de tercero de Gryffindor pasaron corriendo ante ellos desnudas y encendidas en llamas como si la piel de sus cuerpos estuviera envuelta en algún químico inflamable, chillando a todo pulmón mientras agitaban los brazos y corrían en todas direcciones, esparciendo aún más el fuego entre todo el mundo…
-No es posible… -Dean miraba hacia arriba, petrificado, sosteniendo a Parvati de la mano, ambos desnudos. Tenían la mirada fija en el inmenso fuego que se alzaba hasta lo alto, perdiéndose en un mar de humo negro que se había formado en la zona del techo, consumiéndolo todo. La visión empezaba a oscurecérseles por todo el humo y el fuego… -¡Tenemos que salir de aquí ya mismo…!
-¡HAY GENTE EN EL SUELO, HAY CHICOS QUEMÁNDOSE! -le gritó Parvati, que lloraba, con su rostro negro por el humo y con las lágrimas pegadas a su cara. -¡NO PODEMOS DEJARLOS!
-¡NO PODEMOS HACER NADA POR ELLOS! ¡MIRA, LOS QUE LOS TOCAN SE PRENDEN TAMBIÉN! ¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ AHORA MISMO O NOS INCENDIAREMOS NOSOTROS TAMBIÉN!
Parvati entendió que Dean tenía razón. Fue tras él y ambos corrieron a toda velocidad entre las llamas, hacia la salida. Saltaron encima de los cuerpos en el suelo y de las hogueras de fuego elevándose por todos lados, corriendo a toda velocidad hacia la puerta de salida, por donde un mar de gente estaba apretujándose para pasar, todos buscando huir del humo y del fuego, gritando y llorando, mientras tosían y se apretaban para pasar por el reducido espacio de la puerta.
Afuera, en el pasillo de las mazmorras, cientos de alumnos desnudos, con sus pieles chamuscadas, sus cabellos quemados y la piel de sus cuerpos ennegrecida, corrían por sus vidas… Tras ellos, a través del espacio de la puerta, se veía el fuego que ya se adueñaba prácticamente de toda la casa Slytherin…
…
-Buenas noches…
-¡Dumbledore! -el Ministro de la Magia caminaba a toda prisa con una bata puesta sobre su pijama. Lucía consternado. -¿Qué es todo esto? ¿Qué hace aquí a estas horas de la noche…?
Estaban en el Atrio del Ministerio de la Magia, que estaba desierto y oscuro, y donde solo había un par de guardias de seguridad además de ellos. Dumbledore estaba con tres de sus alumnas allí: Ginny y las dos chicas peludas que eran mitad conejo.
Fudge se quedó mirando a estas últimas.
-¿Qué les ha pasado a ellas dos?
-Hemos venido a esclarecer la verdad sobre lo ocurrido con Harry Potter y Verity Malfoy -dijo Dumbledore, mirando al Ministro fijamente-. Tenemos pruebas contundentes que el Ministerio no podrá pasar por alto. Como actual Jefe Supremo del Wizengamot, exijo una reunión de emergencia en este mismo momento para analizar las pruebas…
-¡Dumbledore! -protestó el Ministro-. ¡Son altas horas de la noche, y…! ¿No podía esperar hasta la mañana?
-El Ministerio no ha esperado para condenar a Harry Potter, según recuerdo -dijo Dumbledore-. De hecho, han realizado un juicio durante un día domingo, algo altamente inusual…
-¡De acuerdo, de acuerdo! -Fudge hizo un ademán cansino con la mano-. ¡Pero no obtendrá lo que quiere, Dumbledore! ¡Potter es un violador y un prófugo de prisión, y en cuanto lo encontremos…!
-Quizás quiera cancelar la búsqueda -dijo Dumbledore-. Resulta que podemos probar aquí y ahora que Verity Malfoy no estuvo en la fiesta del sábado pasado, por lo que considero que lo más prudente sea liberar a mis alumnos de prisión y programar un nuevo juicio para investigar la situación nuevamente y reconsiderar la sentencia…
-¡No hablará en serio! -gritó Fudge, furioso-. ¡La condena ya fue emitida! ¿Para esto viene hasta aquí en medio de la noche, Dumbledore, abandonando su escuela y a sus alumnos una vez más?
-No estoy abandonando a mis alumnos -dijo Dumbledore, calmadamente-. Confío plenamente en los estudiantes de Hogwarts y sé perfectamente que son capaces de comportarse de forma adecuada durante mi ausencia…
En ese momento, las dos puertas de roble del vestíbulo de Hogwarts se abrieron de par en par y la gigantesca masa de alumnos desnudos salió a los terrenos exteriores, gritando y chillando; porque ya no solo era la casa Slytherin lo que se prendía fuego…
El incendio se había esparcido tanto que ahora todo el castillo de Hogwarts ardía en llamas.
Los profesores, que habían salido de sus camas, agitaban sus varitas mientras corrían por todos lados, luchando contra el descontrolado fuego… Pero este había llegado incluso hasta las torres más altas, que ardían en llamas, humeando en la noche. El humo negro ahora subía más alto que la torre de Astronomía, elevándose hacia el cielo nocturno en una espiral fantasmagórica…
-¡AUXILIO! -gritaban los alumnos por todos lados-. ¡SOCORRO…! ¡AUXILIO…!
Aquellos que no habían podido huir del castillo luchaban por encontrar una salida en medio del impresionante laberinto de fuego. Los demás corrían por los terrenos exteriores, saltando por la ladera, todos desnudos, bajando por la colina, tropezando, cayendo y resbalándose…
-¡HOGWARTS ESTÁ EN LLAMAS! -gritaba McGonagall, enloquecida, agitando su varita de forma frenética y sin ser capaz de hacer nada útil para detener el fuego-. ¡HOGWARTS ESTÁ EN LLAMAS…!
Los alumnos que corrían por los terrenos exteriores eran cientos de luces centellando en la oscuridad de la noche, porque estaban todos prendidos fuego. Una masa de chicos y chicas llegaron a las orillas del Lago Negro y se lanzaron de cabeza en él, buscando apagar el fuego que les consumía la piel, buscando el alivio de sus frías aguas… Otros se lanzaban en la nieve que cubría los terrenos y rodaban en ella, tratando de terminar con el dolor intenso de las quemaduras…
En medio de toda la catástrofe, una figura apareció en esos mismos terrenos, caminando de forma lenta, tropezando al andar… Una persona que acababa de llegar por las verjas de entrada al castillo de forma débil, tropezando y caminando débilmente, como si estuviera muy dolorida…
-No… -exclamó en voz alta, observando el castillo encendido en llamas a lo lejos, una bola de fuego en la punta de su colina, una hoguera gigante, ardiendo desde sus cimientos-. No…
Era Hermione. La chica se había puesto una ropa muggle vieja y desvencijada que encontró en un bote de basura fuera de una de las casas que había por la misma zona que la Mansión Malfoy. Y había viajado hasta allí en el Autobús Noctámbulo, huyendo en secreto, huyendo de su captor…
Y ahora que finalmente había llegado a Hogwarts…
-¿Qué ha ocurrido…? -susurró Hermione en voz alta, para sí misma, avanzando con dificultad por la ladera, hacia donde todos los alumnos prendidos fuego corrían como locos.
Aun sentía el fuerte dolor por todo su cuerpo. Necesitaba ayuda desesperadamente, pero no había querido ir a San Mungo. Había tenido miedo de que Lucius la encontrara allí. Solo en Hogwarts se sentiría a salvo. Hogwarts, el lugar de donde jamás debió querer huir en primer lugar… Pero ahora ardía en llamas. Ahora todos allí parecían estar incluso peor que ella… ¿Qué había pasado…?
Pero entonces sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que sonó justo detrás suyo:
-¿Ibas a algún lado, querida?
Esa voz le heló la sangre.
No… No es posible…
No podía creerlo. Con los ojos abiertos por el terror, y en un estado tan débil que no le permitía moverse mucho más, mucho menos correr, Hermione giró sobre sus talones descalzos y sucios para enfrentarse una vez más a su peor pesadilla…
Lucius Malfoy estaba de pie tras ella. Él también acababa de entrar a los terrenos de Hogwarts por las verjas exteriores y la observaba fijamente con la más profunda ira en sus ojos. El resplandor del fuego a lo lejos llegaba hasta ellos y hacía brillar la nieve bajo sus pies…
-Había oído que eras una bruja muy inteligente, Granger -susurró Lucius, con la voz temblando por la rabia-. Pero has venido al único lugar donde sabías que yo podría encontrarte fácilmente, ya que te he dicho que tengo un mapa encantado de este lugar, donde puedo localizarte de inmediato…
Dio un paso amenazante hacia ella. Hermione vio que sostenía la misma horrible daga en su mano derecha, y su varita en la izquierda… Y ella no tenía nada. No había conseguido ninguna varita, ni ningún arma de defensa. Solo había enfocado sus esfuerzos en llegar hasta Hogwarts…
Había llegado su fin. Ahora sí.
-Veo que no eres más que una muggle estúpida, como todos ellos.
Y entonces Lucius clavó su daga en el estómago de la chica, bien profundo, hundiéndola con la misma fuerza y violencia que ella había usado al hundirla en él un día atrás…
Hermione cerró los ojos y una lágrima de dolor cayó por entre sus párpados. Tenía la daga de Lucius hundida en su estómago, hasta el mango… Y Lucius la retorció en sus tripas, emulando exactamente lo que ella había hecho al atacarlo a él con esa misma daga…
-Me alegro de que Draco ya no esté en esta inmundicia de lugar -susurró Lucius, alzando la mirada hacia el castillo incendiado mientras sostenía la daga con una fuerza extrema dentro de ella.
Nadie podía verlos allí. Estaban sobre el camino de entrada, pero no había nadie en esa zona. Todos estaban en la zona próxima al castillo, esforzándose en vano en apagar las llamas…
-Qué todos los demás estúpidos mueran… -dijo Lucius-. Draco está a salvo… Y con todo el caos de este incendio, dudo mucho que alguien se fije en una alumna más muerta por aquí… Una tan común y vulgar, sobre todo, hija de unos sucios muggles… muerta en medio de todos esos cadáveres de alumnos más importantes que tú, provenientes de familias de magos… Te ignorarán por completo. Nadie se fijará en tu sucio cuerpo sin vida. Creerán que tú también has muerto como consecuencia de lo ocurrido aquí… Otra tonta alumna que murió en esta trágica noche de Hogwarts…
Se formó una sonrisa de placer en la cara de Lucius mientras la miraba a los ojos. Entonces le quitó la daga de un tirón y Hermione se llevó ambas manos a la herida en su estómago. Estaba boquiabierta y sus ojos se habían inyectado en sangre. El dolor era extremo. Estaba agonizando…
-Di tus últimas palabras, puta -dijo Lucius, alzando su daga a la altura de su garganta y preparándose para rebanarla.
-Vine aquí… -dijo Hermione obedientemente, esforzándose por pronunciar sus últimas palabras-… porque… porque Hogwarts siempre ayudará… a aquellos… que lo merezcan.
Lucius lanzó una fría carcajada en la noche.
-No veo esa ayuda -dijo, sin dejar de reír-. Pero han sido unas lindas últimas palabras… Muy lindas, de hecho… Ahora adiós, puta muggle. Ya terminé contigo.
Y entonces iba a hacer el movimiento final, el movimiento letal con su daga, pero se detuvo al ver la mirada de Hermione. La chica ya no lo miraba a él, sino a algo detrás de él…
Frunciendo el ceño, Lucius giró en redondo.
Y entonces una bola de fuego se lanzó sobre él a toda velocidad, capturándolo sorpresivamente y haciéndolo retroceder. Una bola de fuego que había bajado del cielo nocturno a una velocidad impresionante, como un meteorito cayendo directo sobre él, en picada…
-¿Qué…? -Lucius sacó su varita, tomado por sorpresa. Empezó a lanzarle maleficios a la bola de fuego, pero no conseguía darle con ninguno. Esta era muy ágil y rápida, y empezó a volar en torno a su cabeza, sin dejar de atacarlo, como un ave rapaz hambrienta.
Hermione dio un paso atrás, sosteniendo la herida en su estómago con ambas manos y mirando boquiabierta a la criatura que atacaba a su violador. Se trataba nada más y nada menos que de un fénix, un hermoso fénix encendido en llamas, agitando sus alas y clavando su pico en Lucius una y otra vez, que empezó a correr despavorido, sin lograr darle al ave con sus maleficios.
La criatura casi consigue quitarle la varita, y al mago no le quedó más remedio que correr hasta el otro lado de las verjas de entrada de los terrenos del castillo y girar en su lugar para desaparecerse, teniendo que marcharse de allí como única salida contra el ataque del ave.
Se había ido. Lucius había desaparecido…
Hermione observó a su salvador, sin aliento. El ave fénix volaba en un amplio círculo sobre su cabeza…
Y entonces descendió hasta quedar enfrente de ella y giró en su lugar rápidamente, transformándose, dejando de ser un ave y convirtiéndose en un ser humano, delante de sus ojos…
Convirtiéndose en Harry.
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par. Harry estaba de pie delante suyo, tan real como la nieve bajo sus pies, como el castillo prendido fuego tras ellos…
-Ha… Harry -susurró Hermione, con los ojos muy abiertos-. ¿De verdad eres… de verdad eres tú? -cayó una lágrima por sus ojos-. ¿O es otro engaño…?
Harry entonces sacó algo de su bolsillo. Era el Mapa del Merodeador. Lo acercó a la chica y señaló los dos puntos que se veían dibujados en este, en la parte que representaba donde ellos estaban, junto a las verjas de entrada. Los puntos decían: "Harry Potter" y "Hermione Granger", respectivamente. En caso de haber sido poción multijugos o alguna otra magia no habría dicho eso. El mapa siempre mostraba sus nombres reales.
-Hermione… -susurró Harry, mirando a la chica con mucha preocupación. Ella estaba herida y extremadamente débil, pero su mirada fue audaz y valiente cuando encontró sus ojos y le sonrió.
-Estaré bien -susurró ella, dando un paso hacia él y asintiendo con su rostro muy pálido-. Estoy contigo… Harry… Estaré bien…
Y entonces Hermione extendió una mano ensangrentada hacia Harry, lo empujó hacia sí misma y empezó a besarlo en los labios.
Y Harry la rodeó en brazos con mucho cuidado y le devolvió el beso, con el castillo en llamas de fondo, con los gritos y el horror tras ellos; ambos besándose apasionadamente sobre la nieve y la fría noche, por fin juntos.
