La televisión crepitaba en señal del canal de noticias, informes relacionados a la vida diaria y últimamente absorta en aburrimiento pasivo. En medio de la sala de control en la Torre de los Titanes el silencio a excepción de la voz del reportaje marcaban una nueva mañana sin actividad criminal, no como en los anteriores días.

Starfire giró desde sus bocadillos en un tazón comenzando y frunció el ceño ligeramente al encontrar a su vista solo tres de su equipo y amigos. Todos bostezando por su cansancio plasmado en sus orbes y caras gruñonas por la pesada noche anterior. Porque si bien disminuyeron los casos en los últimos días, no podían decir lo mismo en su actividad en la madrugada, fue fantásticamente agradable salir de sus camas y perder el tiempo de descanso necesario.

Plasmus había vuelto a escapar y fue su trabajo evitar y arreglar el desastre que causó, conjunto al apoyo de la policía de la ciudad, el papeleo en esta ocasión se extendió más de lo necesario.

Las noticias se hicieron audibles a la distancia cuando el último titán hizo acto de presencia, silencioso y sin perturbar la neblina de cansancio mañanero de su equipo, únicamente recibido por la sonrisa amplia de Starfire igual de dispuesta de no perturbar las emociones de sus amigos.

Robin estiró los brazos sobre la cabeza, la migraña retrocedía de su sien luego de pasar toda la noche con los trámites y documentos que le correspondieron como líder. No obstante, se sentía listo de comenzar con un entrenamiento para el equipo adolescente proponiendose a soportar las malas caras de los demás ante la orden de despertarse tan temprano.

Tomó el control de la televisión dispuesto a apagarla en el momento en el que su equipo comenzó con risas y distracciones ignorando los reportajes.

« Gracias, Claire. En otras noticias, el aislamiento ilegal de un Omega a las afueras de Jump City terminó en el arresto de la familia Belgran. Nos informan que, con este, exitosamente se pudo enviar a cinco Omegas en los últimos siete años orgullosamente nacidos en nuestra ciudad hacia ciudad Gótica, uno de los pocos lugares de nuestro país que posee el Instituto del Programa de Protección y Conservación de los Omegas. Por desgracia, son ahora tres de los casos encontrados que resultaron como este » Con un asentimiento, dio lugar a su compañera de trabajo mientras transmitían la intrusión policial y consecutivo arresto de las personas en nombre de las autoridades.

Una mujer de anteojos, con cabello rubio extendido hasta sus hombros, la postura erguida y una mirada entrecerrada de seriedad demostró su claro desagrado en esa voz plana y escueta:

«Todos sabemos la gravedad del solo hecho de ocultar o evitar de cualquier manera que un Omega permanezca fuera de la protección que brinda nuestro Estado, nuestro país, hacia esta casta. La protección a los Omegas de parte de los ciudadanos nunca será redimido y es inaceptable que aún hoy en día haya personas que desean dejar a los Omegas a merced de gente sin escrúpulos, siendo esta la propia manada del Omega. Como un delito penado, es un acto inacepta—».

La pantalla fue silenciada de repente, pero las risas tras su espalda no disminuyeron, soltó el aliento en un alivio sin calma suficiente. Supuso que escuchar otra de esas noticias no eran tan comunes en Jump City como lo eran en Gótica al transmitir información de la población Omega de la mayor parte del país.

Frunció el ceño, sin evitar que le hirviera la sangre por toparse con estas noticias poco frecuentes, bastante pocas pertenecientes a esta ciudad y solo algunos reportajes de ciudades vecinas. Arruinaron su día, sabía perfectamente que esta noticia no saldría de la boca de los reporteros por al menos, una semana, luego de reiterar el delito penado como una de las máximas en el país federal y de seguir de cerca los enjuiciamientos a cada uno de los integrantes de la familia que seguramente pertenecía el Omega.

Porque sí, los Omegas ya no poseían apellido, ningún reconocimiento de su manada, cortando completamente el vínculo o lazos que debería de formar con quienes lo criaron desde cachorro y abstenerse solamente a hacerlo con sus propios cachorros y Alfa.

Reprimió un escalofrío ante ese conocimiento taladrando su mente, dejándole un mal sabor de boca por lo repugnante que sonaba.

No hacía falta decir que lo detestaba casi por sobre todo, pero que se permitía ignorar la mayor parte del tiempo.

Sociedad podrida.

"¿Robin?"

El nombrado saltó imperceptiblemente, girando con una sonrisa y uniéndose a una Starfire un poco confundida por su estado de estatua, una Raven con una ceja alzada terminado de alzarse de hombros y volver a su desayuno, y, por supuesto, el desastre y discusión entre lo vegano o no de Cyborg y Chico Bestia, permanentemente inconscientes de su alrededor que no fuese lo que llenaría sus estómagos.

Alegrandose que estén más alertas que hace unos minutos, Robin tomó asiento y recibió su parte. Una comida que Raven se encargó de preparar en esta ocasión. Tomó nota mental de agradecerle de hacerse cargo.

La discusión en la mesa terminó cuando Raven llegó a su límite por los gritos y propuso una condena de tortura en su mirada.

Robin no pudo evitar reír a sus adentros. Casi desapareciendo la rabia anterior, desde su posición volvió a hacer la rutina propia que tenía desde hace un año y medio, desde que comenzaron el equipo. Sin una palabra, observó discretamente los rostros y expresiones de cada uno, no es que sea difícil con su máscara puesta.

Chico Bestia, el más joven, un muchacho cachorro, que estaba seguro, en camino de ser un Beta, con el aroma peculiar de pinos y un almizcle de esencia de bosque, no perfumado lo suficiente ni bastante fuerte, podía pasar imperceptible para muchos, a veces cambiando ligeramente con sus transformaciones bestiales o su estado de ánimo. Difícil de identificar a menos que se desee, como cualquier Beta.

Hasta ahora no hubo cambios, notó. Así que podría pasar con más tranquilidad al siguiente.

Raven, un aroma discreto pero nebuloso en moras de bosque, casi podría sentir sabores amargos en estados emocionales diversos, era retraído y poco convincente si era realmente una emoción que sentía según su olor cuando ella no podría expresar facialmente más de lo necesario gracias a su meditación. Pero no podía ocultar su aroma del todo, dando advertencias previas al resto si era lo suficientemente fuerte para traducirlo a un 'no molestar' como la nota pegada en la puerta de su habitación.

Solo por esos cambios bruscos de aromas pudo distinguirse de un Beta, ella era una Alfa de emociones reprimidas pero igual de decidida que uno.

Pasó al siguiente, ya no siendo tan cauteloso en su concentración sin que sea las conversaciones casuales y risas de Chico Bestia.

Cyborg, su aroma real se dividía ante la parte robótica y su olor de aceite y combustible que siempre lo impregnaba. Difícil de encontrarlo, pero su práctica consecutiva para con su equipo siempre le permitió lograr ubicar a cada uno en medio de una batalla o de las inestabilidades emocionales que sentían.

En este caso, Cyborg olía a menta, sin lograr encontrar algo más por lo casi imperceptible que era, aroma extraño siendo un Alfa más en el equipo. No obstante, no se quejaba, de haber habido Alfas normales con toda la posibilidad de asentar su territorio y propiedad sería un caos y el equipo conviviendo cada día desde el amanecer hasta el anochecer no sería posible.

Los Alfas son territoriales y protectores, corrijo, sobreprotectores con quienes consideran cercanos a una manada. Muchos sucumben a esa respuesta natural de sus cuerpos de sobrecargar el lugar con feromonas para marcar a todos los más cercanos.

Convivir con dos sería un suicidio o comienzo de una batalla peligrosamente fatal. En especial Alfas que no controlan lo suficiente sus impulsos y el aumento de su testosterona, normalmente ocurrido en adolescentes en plena transición de cachorro a adulto.

Por lo que, todos los titanes fueron confundidos visual y por sus aromas reprimidos preferentemente como Betas, sería la mejor manera para ganar un puesto de independencia como superhéroe adolescente.

Inconsciente de pasar una mano por su cuello. Se perdió en sus pensamientos de nuevo al recordar las noticias que lo molestaran por unos días y lo pondrían de un humor que sus compañeros de equipo no merecen y no comprenden su actitud, normalmente cayendo en peleas por algunas cosas que no evitó sacar por accidente.

Bajó la mirada al plato vacío frente suyo, arrugó el entrecejo cuando ese pensamiento en específico cruzó por su mente, igual de fugaz y reprochable que la primera vez, pero pareciendo tentadora al paso del tiempo. No lo entendía, no debería siquiera imaginarlo pero la curiosidad, la confianza y seguridad que no sintió desde la muerte de sus padres lo abrumaba en ocasiones últimamente cada vez más frecuentes. Al grado de relajarse total e idiotamente al compartir todos juntos de forma inconsciente.

Absurdo, sería su primera impresión hace unos años. Se burlaría y quejaría que es por la obvia razón de que se está acostumbrando a esa compañía que le faltaba y que Batman no fue capaz de cubrir.

De repente, se sorprendió de su mano cubriendo parte de su cuello y nuca, recién consciente de su movimiento, bajó el brazo con cautela y con el ceño fruncido. Afortunadamente, no hubo nadie interesado en otro de los comportamientos extraños de su líder, su seriedad y pensamiento corriendo perpetuos.

El día transcurrió tranquilo y sin ningún otro apogeo de delincuentes con habilidad y actitud petulante de por medio.

La hora de la cena consiguieron algo de pizza ante la insistencia de Chico Bestia y Cyborg como una celebración de otro día sin pelea o alteración de la ley, por más aburrido que sea. Además de tener esa opción o uno de los platos típicos que Starfire estaba dispuesta a preparar de su planeta natal.

Con la intención de ver una película antes de descansar, Cyborg se topó con el canal noticiero a esa hora.

Los demás aparecieron poco después interrumpiendo su conversación a la voz del enjuiciamiento previo y las discusiones de engreídos analistas y políticos por otro delito como ese en Jump City. Catalogándolo como una de las ciudades con mayor número de delincuentes de ese tipo atroz.

Amargó el ambiente y los restantes se acercaron a escucharlo un poco más. Siendo conscientes que esto continuaría durante unos días.

Robin, por otro lado, se quedó atrás inhalando superficialmente y complementando el control de su temperamento con ejercicios de su niñez. Ciertamente no funcionaban del todo en estas ocasiones, especialmente para lo que sabía que se avecinaba.

"¡Pero qué horrible! Nunca hubiese imaginado que esto ocurriría en tan poco tiempo " la realidad cayó primeramente en los ojos de Starfire. Quien giró a Raven a su lado "Si no mal recuerdo, amiga Raven, el año pasado pasó lo mismo" acertó preocupada.

Raven solo atinó a asentir, con la capucha en sus hombros, pudo verse ceñir sus labios "Nos califican como una de las ciudades en riesgo. El intermedio de estas causas son preocupantemente pequeñas".

" Sin mencionar que ese Omega tenía 16 años" Robin elevó la mirada, algo sobresaltado. Cyborg continuó girando a los demás "Es muy posible que hace tres años se presentó, pero nadie lo supo durante todo ese tiempo. ¿Cómo lograron cubrirlo?".

"¡Viejo! ¡Esto cada vez empeora! ¿Por qué no simplemente llevaron al Omega a dónde pertenece? Las condenas por esto son muy duras, hombre " La queja salió más como un reproche de miedo subyacente, las orejas del poliformo estaban caídas y el temor no se perdió en sus orbes. El desentendimiento de ocultar a los Omegas parecía golpearlo más al no comprenderlo.

La última parte parecía ser compartida por los otros tres.

Starfire asintió, sabiendo muy bien el tipo de castigos que clamaba la tierra, que, a diferencia de su planeta, los habitantes no poseían la necesidad al no haber tal clasificación y diferencia de castas.

" Nadie debería atreverse a ocultarlo. Es muy peligroso " murmuró la tamareana obteniendo un asentimiento de Chico Bestia y Raven.

Cyborg se limitó a fruncir el entrecejo.

" Nadie lo haría si no fuese por sus segundas intenciones ".

" ¿Y cuáles serían esas? " La voz de Robin intervino la conversación bruscamente.

Cyborg volteó a verlo, aparentemente olvidando al líder enmascarado alejado y apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre su pecho, la molestia en su voz significaba otro dolor de cabeza para el más alto y otros días de tenso silencio para el resto.

No pudo evitar suspirar pesadamente, Cyborg se levantó de su asiento con la mirada pesada y sin humor para esto, no nuevamente.

Era de los contados temas que podrían hacerles explotar entre ambos y tener un peligroso punto de quiebre al ser particularmente testarudos con sus puntos de vista.

Desde luego, no intimidó en lo más mínimo el tamaño de Cyborg junto a la menor figura de Robin una vez que estuvieron a un par de metros entre sí.

Ambos obstinados a apartar la mirada y sintiendo el ambiente cada vez más cargado por la tensión.

" Dime, Cy, ¿cuáles serían esas sino las de proteger al Omega que es parte de su manada, a quien criaron desde su nacimiento? Injustamente culpandolos por tenerlo a su lado" A través de la máscara de dominó entrecerró los ojos.

Cyborg no pareció tener la suficiente tolerancia para soportar ese comportamiento previamente discutido por lo que, conscientemente dejó que lo que quedaba de su aroma no afectado por los cables y circuitos se intensificara.

Los demás se alertaron ante ese hecho, Robin se puso rígido pero logró recomponerse en su mayor parte, desafortunadamente captado por los dos Alfas de altos sentidos presentes.

"Escucha, Robin, ya hablamos de esto en el pasado y te advertí lo que sucedería si continuabas con esto. Te lo dije". Sentenció como una excusa al sentir el aroma inquieto de BB y la alerta y cautelosamente amenazante de Raven.

Cyborg sabía que esto era nuevo, para todos, en su acuerdo silencioso de no revelarse o intensificar el poderío jerárquico de sus castas entre ellos. Una manera de vivir como Beta y no causar problemas en el campo de batalla o su cooperación conjunta. Siendo esta relevante y aplastante si hacían caso a instintos básicos que, a diferencia de personas normales, ellos podrían controlar.

No quería que esto subiera a algo peligroso, realmente no, pero era necesario, se convenció a sí mismo.

Salió de su pesar cuando escuchó un chasquido de los labios del líder titán, la molestia gorgojeó en lo profundo de su garganta que con dificultad fue capaz de contener al darse cuenta de la actitud igual de descarada de su líder aún con esa advertencia.

Discrepando con el resto liberando sus aromas para demostrar presencia instintiva. Delante suyo, Robin no fue el caso, continuaba con esa incógnita de su verdadera casta debido a los remedios suficientes para ocultar su aroma tan protegida y segura como su identidad.

Pero no era posible que se reprimiera un instinto básico de cualquier casta ante la amenaza de un Alfa, al menos no lo creyó hasta ahora, negándose a liberar incluso un poco de su esencia controlada por artilugios.

Pareció que no lo esperaba.

"Lo hiciste. Pero no imaginé que te atreverías a arriesgarte a tal grado con una discusión que no me limitaré por el solo hecho de que todos piensan lo mismo. No soy un seguidor Cy, por eso me tienes en Jump City y no en Gotham" declaró con una dureza sin un corte de temblor ni en su habla o expresión corporal esperado de un Beta al enfrentarse a un Alfa. Por el contrario, Robin se acercó con los puños cerrados a sus costados, ignorando la pestilencia que cubría a un confundido y perdido Alfa "Deberías saberlo, Cyborg. No retrocederé en mi argumento".

Entonces Cyborg retrocedió, murmurando malhumorado que si no fuese por la cercanía seguramente Robin no lo hubiese escuchado. "Entonces, eres un Alfa".

Robin estuvo a punto de continuar cuando Raven se acercó. Su aroma fue mayor llamando a callar a todos en la sala de control.

No amenazante, pero tampoco peculiarmente agradable.

"Basta" sentenció, como si no fuese suficiente el olor intesificandose que comenzó a picar la nariz de Chico Bestia. Robin y Cyborg poco pudieron envidiar los sentidos menos perceptibles de un Beta, ambos arrugaron sus rostros e intentaron no cubrirse la nariz o encorvarse por el aroma que Raven no lograba controlar más que sus expresiones.

Algunas de las pantallas parecieron quebrarse levemente ante el sucumbimiento bajo la presión de poder de Raven en sombras escapándose de sus manos.

Ella pareció notarlo y se obligó a meditar por corto tiempo con el mantra en su mente, lo suficiente para no haber riesgo.

Suspiró hondo, antes de volverse a ambos parados y alertas a su movimiento, Raven no se molestó en ver a Star y Chico Bestia, no por ahora al caer en vergüenza y pena. Necesitaba primero intervenir.

Acrecentando el gruñido de su ser Alfa que pocas veces salía a flote, ella no pareció notarlo. La dureza y profundidad que su voz alcanzó demostró rebasar los limites tacitos de usar la voz de mando de su casta en búsqueda de sometimiento. Todos se estremecieron al escucharla.

"Escúchenme bien, no permitiré que esto se salga de control nuevamente por una pelea que no debería significar más que una subjetividad de cada uno" levantó la mano para continuar y callar la réplica del más alto quien terminó tragándose el emergiente instinto de contraatacar. No era momento, no para una figura como Raven y eso realmente pareció presionarlo a desviar la mirada, odiando la presencia de los demás por verlo.

Raven volteó a Robin, sin notar el tambaleo del líder que terminó bajando la mirada sutilmente.

"Robin, seré clara, todos respetamos tu opinión al respecto, pero debes de recordar que somos héroes y los héroes seguimos las órdenes que manda la ley, la justicia escrita para convivir en paz y en orden. Todos contraria a la misma son castigados, así es como debe de ser". Ella mordió, con un tenor bajo y paralizante para cualquiera cercano y un despido final.

Raven seguramente iba a encerrarse en su habitación para calmarse y los titanes distribuirse como para enfatizar el fin de cualquier discusión hasta la siguiente misión o comida.

En lugar de eso, se escuchó un gemido suave, casi imperceptible y agudo que les tomó un momento creer haberlo oído realmente.

Si hubiese un reloj de pared, las manijas en movimiento y son de cada segundo serían contadas tortuosamente en ese preciso momento.

En silencio, expectantes, al cabo de unos segundos todos giraron cuando pudieron encontrar el origen. Congelados en el tiempo carcelario de segundos cuáles horas al caer en la forma encorvada de Robin. Con los hombros caídos, una silueta encogida y reducida en sumisión. La confusión y sorpresa abundó en sus rostros.

No pasó mucho cuando el horror de la comprensión pareció aclararse en Raven y Cyborg.

Antes de cualquier otra palabra, Starfire se acercó, la preocupación en su voz por la reacción de los demás.

"¿Robin?".

Entonces Robin pareció reaccionar, como si saliera de un entumecimiento sonámbulo, miró alrededor lentamente, entre sus compañeros de equipo como si los viera por primera vez, y ser el centro de atención no pareció ayudar mucho en su reconocimiento de la realidad, de las palabras y de la situación precisa de lo que acababa de ocurrir.

Pero terminó en una mirada en blanco como la única respuesta, Robin con el cuerpo aflojado y los dedos de las manos entumecidas, así como su sentir. No fue un nuevo cuadro de decisión guardar sus emociones, no esta vez. Fue instintivo, una costumbre arraigada en su memoria junto a una sombra de orejas puntiagudas y mirada dura.

"Porque es lo que dicta la ley, Robin. Son las reglas, y ni tú ni yo podemos cambiar nada".

Hubo un encuentro de miradas entre los alfas, y Raven se encontró hablando antes de siquiera pensarlo realmente, un extraño revoltijo en su interior.

"Vuelve a tu habitación, Robin".

Así que simplemente se limitó a asentir y diligentemente volteó de camino a su alcoba.

Sin ser consciente de la sorpresa y casi alarma de los demás que acabaría explotando a su salida.

Ni siquiera reconoció los llamados de Cyborg o Starfire, detenidos por la voz de la alfa.

Las palabras estaban clavadas en su cabeza y la sensación de cumplimiento marcando su paso.

"Es lo mejor, para ti".

Llegó a su habitación, con la boca todavía muda y el ritmo cardíaco acelerado, no, no le sentaba bien. De alguna manera encontró su rostro reflejado en el espejo del baño, manos temblorosas lograron el trato necesario para sacarse la máscara y descubriendo el par de orbes azul aciano, una expresión qué pasaría por alto en el resto de su cuerpo o su rostro. Pero aquellos ojos eran donde destinaba todo el sentir que siempre intentó ocultar, desviar y mentalizar como lo hizo su anterior mentor.

Lo despreciaba, despreciaba la realidad de lo que siempre fue Dick Grayson; pero, en ocasiones como esta, era necesario identificar la fragilidad de lo que era el verdadero él.

Con las palmas cubiertas en guantes tomó los extremos del lavado, apenas captando la pieza lisa y firme. Bajando la mirada sin soportar esa debilidad que siempre residía en él.

No sucedió esto luego de sus trece años, luego de abandonar a Batman y su determinación de hacerle frente no solo a ese Alfa, sino a todos. Y casi, casi se logró felicitar por haberlo logrado. Que ese pesado sentimiento de vacío se desvaneció junto a todas las debilidades que poseía un Omega en el enfado de un Alfa.

Entonces, todo lo que acaba de pasar cayó en él.

Él… él lo aceptó. El pensamiento cayó como agua fría en respuesta de jadeos de conmoción sin aliento. Aceptó sin luchar las palabras de Raven, así como sucedió con Batman, como una bofetada que atravesó esas barreras que levantó durante años como si no fuesen más que caprichos sin sentido, la verdadera voz de Alfa que demandaba obediencia verdadera a diferencia de Cyborg y que todos, incluso Starfire, llegaron a la conclusión de la búsqueda de sometimiento de Raven dirigida a su líder.

Y, en lugar de discutir con una sola miserable palabra, bajó la cabeza en aceptación con la mente en blanco.

Fue sumiso, fue sumiso otra vez frente a su equipo, frente a los alfas.

¡Maldita sea!

No escuchó el quiebre bullicioso ni sintió los pedazos de aguja del vidrio comiendo su carne a través del guante que no tuvo la oportunidad de protegerlo completamente.

La ira burbujeante se zambulló en su mirada y penetró sus defensas de control y neutralidad. Los dientes se mostraron y un gruñido gutural no perteneciente a su verdadera casta emergió de lo profundo de su garganta.

La mirada que dio al espejo restante en pedazos solo descubrió a todo menos un Omega sumiso.

Una mirada que surgió de todo su autocontrol y determinación para intimidar e igualar a cualquier Alfa.

Y lo hubiese logrado, frente a todos, cuando logró enfrentarse a Cyborg y bajó la guardia con Raven, una Alfa que tenía las feromonas más abundantes que la mitad humana de Cyborg.

Fue un despiste, uno entre bastante tiempo, entre años de cubrirlo eficazmente luego de su huida de la Mansión.

¿Se acabó? Todavía, todavía no podía creer que sus amigos acaban de descubrirlo.

No escuchó pasos que lo hubiesen seguido en búsqueda de respuestas, ni escucha el golpeteo insistente en su puerta.

Para cualquiera, pudo ser estúpido creer que podría engañarse a sí mismo por pertenecer a otra casta, en especial porque no podía desentenderse de otros también juzgados por darles una naturaleza como esa.

Pero él puede seguir, conoce las opiniones de cada uno respecto a esto, pero son amigos, son sus compañeros de equipo los últimos meses y no solamente extraños. Son héroes y combaten juntos.

¿Por qué siente que eso no es suficiente? Que las miradas de Cy y Rae no dieron lugar a réplica y jugaban con su límite entre creerlo beta o alfa durante bastante tiempo. Ahora lo saben, joder, lo saben. ¿qué harán con esto?, ¿llamarían a Batman? el hombre que dejó que se fuera porque de haber querido seguramente se lo hubiesen llevado. Y su presencia y recuerdos suyos quedaron grabados en su memoria en una manera agonizante de castigo. Lo había pensado, varias veces, en lo que debería de escoger.

Simplemente, no podía evitar recordar esas palabras provenientes de alguien en quien pensó tener una mano, un apoyo firme y una seguridad que terminó en un autoengaño. Pero que tuvo la oportunidad de primera mano de enfrentarlo.

Sin embargo, las mismas preguntas de aquel día emergieron. La voz abandonó sus cuerdas vocales y la dispuesta terquedad terminó consumiéndose. La duda comenzó a comerlo al recordar la sorpresa en los rostros de sus amigos.

¿Realmente—?

"Si quieres ser un héroe, Richard. Entonces aceptarás lo que debes de hacer".

¿... él lograría hacerlo?

" Los héroes seguimos las órdenes que manda la ley, la justicia escrita para convivir en paz y en orden".

¿Realmente podía luchar contra eso?

"¿No quieres obedecer lo que prometiste respetar? ".

"Todos contraria a la misma son castigados, así es como debe de ser ".

" Soy un hipócrita… ¿no es así? " salió un murmullo apenas audible en el mutismo de cristales rotos y las gotas de sangre cayendo en el lavado, limpiándose en un camino con rastro.

Decidió tragarse el miedo que subía por su garganta y esperar, solo podía esperar.