Fines de octubre - noviembre 1812

Darcy desde hacía casi dos horas nervioso y excitado Darcy daba vueltas por el hall de Rosings, mirando su reloj cada dos minutos. Su ama de llaves disimuladamente lo miraba con una leve sonrisa en el rostro; estaba contenta de ver a su patrón feliz.

Unos días atrás, había comprado varios juguetes para Isabella, entre ellos dos muñecas y un pequeño jueguito de té. Además, como sabía que a Isabella le gustaban mucho los gatos y tenía dos en Sandstone, recientemente había adoptado un gatito de color dorado que tenía poco más de un mes de nacido.

Al fin el pequeño carruaje llegó a Rosings con Elizabeth, la Sra. Watson e Isabella. Darcy enseguida fue a ayudarlas a bajar. Si bien hacía menos de 24 horas que había visto a Elizabeth, la había extrañado muchísimo. Cada vez le era más difícil estar lejos de ella.

Enseguida que entraron a la casa, el pequeño y curioso felino se acercó para ver quienes habían llegado. Al ver al gatito, el rostro de Isabella se iluminó y exclamó, "Mamy, mira que hermoso gatito tiene el Sr. Darcy. ¿Puedo abrazarlo?"

Elizabeth le sonrió a Darcy y respondió, "No lo sé, Bella, debes pregúntale al Sr. Darcy. Es su gatito."

Isabella miró implorante al Sr. Darcy y antes que pudiera preguntarle, Darcy dijo, "Si, puedes acariciarlo todas las veces que quieras. Su nombre es Tommy, y este gatito no es mío, es tuyo, pero va a vivir aquí conmigo. Cada vez que quieras verlo, tienes que venir con tu madre a visitarme. ¿Tenemos un trato?"

"¿De verdad es mío?"

Darcy con una sonrisa asintió.

"Gracias Sr. Darcy." Isabella impulsivamente lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.

Quizás ese gesto tan simple fue lo último que terminó de derribar por completo las barreras que Elizabeth había construido en su corazón. En ese momento terminó de convencerse que Darcy además de ser un buen hombre, iba a ser un buen padre.

Como era de esperar, el almuerzo fue simple y delicioso, y posteriormente Darcy le dio a Isabella los juguetes que le había comprado. También le explicó que los juguetes iban a estar en Rosings para cuando ella viniera a visitarlo.

Mientras Isabella jugaba con Tommy y sus nuevos juguetes, Darcy y Elizabeth se reunieron una hora con el administrador de Rosings, que también conocía muy bien Sandstone. La reunión fue muy productiva y acordaron visitar los campos de Sandstone dos días después.

Posteriormente, Darcy invitó a Elizabeth a pasear por los senderos de Rosings y sin quererlo terminaron frente a la casa parroquial.

El rostro de Darcy se ensombreció al ver donde estaban, tantos recuerdos tenían de ese lugar… recordó las veces que fue a visitarla allí, y en especial la horrible propuesta de matrimonio, seguida por el merecido rechazo de Elizabeth…, ¡que equivocado que había estado en aquel entonces! Quizás si hubiese sido menos orgulloso y arrogante…

Elizabeth al notar el cambio de humor de Darcy y al recordar la última vez que se habían visto en la casa parroquial, le apretó suavemente la mano y con una sonrisa le dijo con convicción, "Recuerde Sr. Darcy que ya no somos los mismos…"

Darcy la miró a los ojos y sonrió levemente; era cierto, ya no eran los mismos. Ya no era más aquel arrogante y orgulloso hombre, ahora era un hombre profundamente enamorado que lo que más ansiaba era ser digno de su amada. Estuvo tentado a proponerle matrimonio nuevamente en ese lugar, pero justo en ese momento el clérigo salió de la casa parroquial a visitar unos inquilinos.

Unos días más tarde, Darcy recibió la esperada carta de su primo Richard donde le avisaba que estaba en Londres y que en menos de una semana iba a visitarlo a Rosings. Con ayuda de su padre, sumado a las heridas contraídas en batalla, Richard había logrado rescindir su comisión. Darcy estaba muy contento con la noticia, ya que por muchos años había temido que Richard muriera en combate.

A pesar que ese día había amanecido muy nublado y todo indicaba que iba a llover, Darcy salió a Sandstone después de desayunar. Hacía dos días que no veía a Elizabeth y la extrañaba demasiado para esperar un día más. Además, la última vez que la había visto fue en Sandstone, y había ido con su administrador para que recorriera con ellos la hacienda e hiciera sugerencias de posibles mejoras y sobre cultivos. Había sido una reunión muy productiva para Elizabeth, pero lamentablemente no había podido ni un minuto estar a solar con ella.

Dado que la biblioteca de Sandstone aún tenía muy pocos libros, había comprado en Hunsford la obra de Wordsworth, la última novela de Sir Walter Scott, y además unos lápices de colores para Bella. También había comprado un bonito tablero de ajedrez ya que Elizabeth le había comentado que solía jugar con su padre desde pequeña y también con Thomas.

Como ya era costumbre al llegar a Sandstone, fue calurosamente recibido tanto por Elizabeth como por Isabella. Cada día que pasaba, Isabella quería más al Sr. Darcy y la había dicho a su madre que el Sr. Darcy era su mejor amigo. Además, Darcy ponía todo su empeño en ganarse el afecto de la niña, principalmente porque estaba genuinamente encantado cada vez que Isabella le sonreía, lo abrazaba o le decía que lo había extrañado.

Isabella estaba muy contenta con los colores e inmediatamente se sentó en su pequeña mesita para hacer un dibujo para su mejor amigo, el Sr. Darcy. Elizabeth titubeó un poco antes de aceptar los regalos ya que sabía que no era correcto que una mujer soltera o viuda aceptara regalos de un hombre con el que no tenía ningún entendimiento… Se miraron a los ojos por varios segundos; los ojos de Darcy le transmitían todo lo que sentía por ella, y para la alegría de Darcy, Elizabeth finalmente sonrió levemente y aceptó los regalos.

Después de almorzar, Darcy ayudó a Elizabeth a responder algunas cartas de posibles compradores de los granos y lana de Sandstone. Darcy le sugirió que no aceptara esas propuestas porque los precios que estaban dispuestos a pagarle eran 20% menores a los que sus asociados le pagaban a él por los mismos productos en Rosings. Dado que eran los mismos granos y lana, Darcy le ofreció vender en conjunto los cultivos a sus conocidos y clientes que estaban dispuestos a comprar más. De esa forma seguramente obtendría mayores ganancias que si trataba de venderlos sola.

Después que terminaron de contestar las cartas y hablar de negocios y de los libros que le había regalado eses día, regresaron al salón principal donde Isabella estaba esperándolos con el libro del "Gato con Botas" para que Darcy se lo leyera. Darcy se sentó en un sillón con Isabella en su regazo y comenzó a leerle el famoso cuento de hadas mientras Isabella miraba las hermosas ilustraciones de las páginas. Elizabeth los miraba con lágrimas en los ojos, ya que era la imagen perfecta de un amoroso padre con su hija. Por unos instantes, con un dejo de nostalgia pensó en Thomas… Desafortunadamente, Isabella era muy pequeña cuando él murió y tenía tan pocos recuerdos de él, y a medida que pasaba el tiempo esos recuerdos se iban desvaneciendo.

Antes que terminara de leerle el cuento, se desencadenó una fuerte tormenta. Dado que era muy peligroso que Darcy regresara a Rosings, Elizabeth decidió invitarlo a que se quedará esa noche en Sandstone. Darcy muy agradecido aceptó la invitación; cada día que pasaba le era más difícil estar separado de ella y soñaba con el día que tuviera el privilegio y derecho de cuidad de Elizabeth e Isabella.

Elizabeth lo acompañó a la habitación que usaban los Gardiner cuando venían a visitarla para que pudiera descansar y refrescarse unos minutos antes de la cena. La habitación era muy sencilla y relativamente pequeña, tenía una cama matrimonial doble, dos mesas de noche, dos pequeños sillones y una mesa con una jarra con agua.

Media hora más tarde se reunieron en el comedor. A diferencia de la mayoría de las damas de la alta sociedad, Elizabeth estaba acostumbrada a cenar con su hija y la Sra. Watson. Darcy disfrutaba mucho de compartir esos preciosos momentos íntimos con la mujer que amaba e Isabella. Recordaba que cuando era un niño, sus padres nunca habían cenado con él. Darcy estaba la mayoría de tiempo con su niñera, y solo veía a sus padres unos pocos minutos al día. Se daba cuenta que el vínculo emocional que tenía Isabella con Elizabeth y viceversa era muy diferente al que él había tenido con su madre y padre. Sabía que, si un día tenía un hijo, quería tener la misma relación con él que la que tenía Elizabeth con Isabella.

Después de cenar, Isabella quería que Sr. Darcy le leyera Cenicienta, pero como Elizabeth le dijo que ya era hora de acostarse, y a regañadientes la niña saludó al Sr. Darcy y se fue con la Sra. Watson.

Después que quedaron solos, fueron a la biblioteca donde la estufa estaba encendida ya que las noches ya eran muy frías. Elizabeth le ofreció un vaso de brandy y se sentaron en el sillón a conversar. El tablero de ajedrez que Darcy le había regalado estaba sobre la mese, y unos minutos después, Darcy invitó a Elizabeth a un partido, y ella gustosamente aceptó el desafío.

Para la alegría de Darcy a los pocos movimientos descubrió que Elizabeth era una gran oponente, y tuvo que concentrarse mucho para no perder el partido. El partido estaba en su apogeo, cuando en una excelente jugada Darcy movió su torre dejando en jaque a Elizabeth. Para defenderse de esa jugada, Elizabeth tuvo que sacrificar a su Reina.

Darcy la miró a sus hermosos ojos y con pasión le dijo, "Aunque voy a tomar ahora tu Reina en este momento, es otra la Reina que quiero. Dime Elizabeth, ¿cuánto tiempo más tengo que esperar para que me digas finalmente que sí?"

Elizabeth le mantuvo la mirada y con determinación le respondió, "He pensado detenidamente en tu propuesta, pero antes de darte una respuesta definitiva, tengo que hacerte algunas preguntas. ¿Estás realmente seguro que quieres casarte con una mujer cuya familia a pesar de los años sigue teñida por el escándalo? ¿Estás seguro que quieres casarte con una mujer que tu familia seguramente no apruebe? ¿Estás seguro que quieres casarte con una mujer que tiene una hija de otro hombre?"

"¿De verdad crees que me importa lo que pueda pensar o decir mi familia? No tengo, ni me interesa, dar explicaciones de mis acciones y de mis sentimientos. No te das cuenta Elizabeth que ya no somos los mismos. Soy un hombre que a causa de su orgullo perdí hace varios años la oportunidad de cortejar y ganar tu afecto, y por ello he sido muy infeliz todos estos años. ¿De verdad crees que voy a ser tan tonto de tener nuevamente la felicidad al alcance de mi mano y dejarla ir? No, Elizabeth, tú eres lo único que me importa. Solo tú e Isabella, a quién ya quiero como si fuera mi propia hija."

Con una sonrisa, Elizabeth respondió, "Entonces, quiero decirte que disfruto inmensamente de tu compañía, que te extraño cuando no estoy contigo, y que me estoy enamorado de ti. Se que eres un hombre orgulloso de tu linaje y de tu herencia, y a pesar que ahora dices que no te importa lo que tu familia pueda decir acerca de tu elección de esposa, tengo miedo que en unos años te puedas arrepentir de no haberte casado con una dama de la alta sociedad."

Darcy estaba inmensamente feliz de escuchar que ella se estaba enamorando de él, pero a la vez, estaba frustrado porque ella seguía teniendo dudas. No entendía que ella era e iba a ser siempre lo más importante para él, por eso se levantó de su silla, y en un movimiento rápido la tomo en sus brazos, la abrazó fuerte y la besó apasionadamente. Al principio Elizabeth se sorprendió, pero segundos más tarde comenzó ella también a besarlo con pasión.

"Te necesito Elizabeth, hace 8 años que estoy enamorado de ti y te amo más que a nada en este mundo, y si por un segundo crees que algún día me voy a arrepentir de casarme contigo, estas muy equivocada. Como te he dicho y te repetiré mil veces hasta que no tengas ninguna duda, solo me importas tu e Isabella y lo que más quiero en este mundo es ser digno de ti. Por favor mi amor, no me hagas esperar más, y dime de una vez por todas que sí."

Los dos siguieron besándose apasionadamente, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro. Darcy la guío hacia un sillón y minutos más tarde estaban totalmente entrelazados, hasta que Elizabeth en un momento le dijo que debían parar. Su hija podía bajar con su niñera, o alguien podía entrar a la habitación y no era correcto que anticiparan sus votos. Después de unos minutos, en que ambos se recuperaron, Darcy se arrodilló y le pidió nuevamente que fuera su esposa. En esta instancia, Lizzy aceptó sin ningún tipo de objeción.