Luego de esa "caótica y ardiente" noche, cada pareja se mantuvo por separado. Y no es que fuese por voluntad propia, debido a que faltaban pocos días para dichosa celebración, por más que Anna deseara tener un tiempo a solas con Elsa, no podía.
Al ser reina, tuvo que lidiar con los últimos detalles del mismo. Siempre podía dejárselo a alguien más, pero al ser una fiesta y una celebración tan importante, debía de estar. Después de todo, amaba las celebraciones y las multitudes, contraste que siempre tuvo con Elsa.
Sin mencionar, claro, que su marido la llenaba de detalles para ganarse su perdón. Y Elsa, bueno… ella se la pasaba todo el tiempo con Honeymaren, llevando a cabo dicho juego del que en algún momento le comentaron a Olaf.
Anna se había percatado, rabiaba cada que podía, y como su orgullo no le dejaba estar tranquila, ahí venía su punto de quiebre. Si Elsa podía ¿Porque ella no?
La última noche antes de la celebración, cuando Anna se disponía a descansar, su marido volvió a tocar su puerta con chocolates de ofrenda esperando por enésima vez ser rechazado, pero contrario a lo que espero, apenas tocó, su esposa abrió la puerta de golpe, lo agarró de la chamarra y lo empujó a la cama para tener sexo.
¿Los chocolates? Los chocolates volaron, no quería chocolates, quería descargarse, desestresarse, olvidarse de su hermana, y ahora, por más que amara los chocolates, necesitaba la dosis.
"Su" dosis.
"Tú y yo, sexo, ahora" Eran las tres palabras claves que Kristoff se sabía de memoria cuando su mujer quería acción, ¿Y él?… Pues él obedecía. ¿Cómo podía decirle no a la reina, a su esposa? El vestido de Anna voló, y con eso; la ropa de Kristoff también.
Sin embargo, la sesión de sexo en comparación a las anteriores veces, fue más demandante, más ardiente, más intenso. Anna estaba sedienta, pedía más y más, como si no tuviese suficiente, que mujer… ¿Quién la entendía? Un día podía ignorarlo y al otro hacer de él a su antojo en la cama con solo una mirada, y ahí estaba, acatando como buen chico.
-o-o-o-
- Wow… ¡¿Qué rayos fue eso?!…- Kristoff se hallaba desnudo al igual que su mujer; cubiertos apenas por un par de sábanas blancas. Respiraban agitados intentando recuperarse luego de haber tenido un buen orgasmo. Sobre todo Kristoff, necesitaba un respiro después de tanta acción.
- Lo sé… ¿Otra ronda? – Anna jugueteó ligeramente con sus dedos en su pecho.
- ¡¿Otra?!
- Si, venga...la noche es joven. - cambió su posición poniéndose a horcajadas y quedando frente a frente con su marido.
- Vamos Kris… - nuevamente ese tonito sugerente se hizo presente.
- Pero si acabamos de tener dos rondas…
- La tercera es la vencida, vamos.
- Pero… - no le dio tiempo de siquiera articular palabra, pues para cuando se dio cuenta, Anna ya se había metido aquel prominente miembro en su vagina y había empezado a dar sentadas cachondas ayudando a la penetración.
– Vamos Kris…ohh…tómame... - empezó a jugar con sus pechos adrede mientras sus sentadas se acentuaban, sabía que eso lo volvía loco.
- Oh diablos…ven aquí…
- Wow Kris... ohh… ¡Kristoff!
-o-o-o-
Finalmente, el día de la celebración llegó. Las hermanas se toparon apenas, cada quien estaba enfocada en lo suyo. Anna en los últimos detalles de fiesta, vestido y su marido. Y Elsa con Honeymaren y el vestido que usaría esa noche. Aunque no había mucha magia, aquel vestido negro que se había comprado le había llegado a gustar tanto que no dudaría en usarlo una vez más.
Le importaba muy poco si alguien osaba decir algo. Esa prenda la hacía ver bellísima, a ella le gustaba y eso era suficiente.
Llegada la noche, el salón del castillo se llenó de gente, habían Northuldras, gente del mismo Arendelle, y algunos duques y duquesas de reinos importantes. Entre los más destacados estaban Ryder, Yelena, el teniente Mathias y obviamente Honey junto a Elsa.
Cada quien vestía lo mejor de si esa noche, sobre todo las hermanas. Anna mantenía su porte con aquel vestido verde largo y elegante que usó el día de su coronación y Elsa, bueno… Ella desde que pisó el salón atrajo la mirada de todo invitado. Sentía que podía acostumbrarse a eso. Le sentaba bien, le gustaba esa sensación.
Anna al percatarse de su vestido le mandó una mirada asesina, una que Elsa ignoró.
Por su lado, Kristoff se había esmerado de igual forma, después de todo, ahora era el rey de todo Arendelle.
Los Northuldras mantenían la elegancia dentro de su particular estilo, al igual que los demás invitados.
La velada se dio sin contratiempos, hasta que llegó el momento del anuncio oficial de la familia real a cargo del señor que llevaba las riendas de la ceremonia.
- La reina Anna de Arendelle y el rey de Arendelle, Kristoff Bjorgman – ambos hicieron su aparición ante una multitud maravillada, quienes al verlos, inmediatamente hicieron reverencia y aplaudieron.
- La ex – reina y actual princesa, Elsa de Arendelle - Elsa apareció caminando con elegancia ante la mirada de todos; su tacón resonó y finalmente se posicionó al lado de su hermana y cuñado, quedando ella al lado derecho y Anna en el centro.
La multitud quedó estupefacta ante su presencia, y no era para menos, Elsa estaba bellísima.
-o-o-o-
- ¿De verdad Elsa? ¿No pudiste ponerte otra cosa? – Anna hablaba bajito entre dientes para evitar ser escuchada.
- ¿Qué tiene? A mí me gusta. – Elsa imitó su acción; sus miradas no se cruzaban, solo las palabras. Mantenían la vista fija en la multitud con una ligera sonrisa para disimular, recreando por casualidad, la primera vez que ambas se vieron después de 13 años en aquella fiesta de coronación de antaño.
- Es una celebración importante ¿Qué parte de decencia no te quedó claro?
- No empieces ¿sí? No quiero discutir ahora Anna.
- Y pensar que tú eras la aburrida.
- Osaste en desafiarme ahora te aguantas.
- ¿Me estás amenazando?
- Oh no, solo digo.
- ¿Solo porque dije lo que es cierto? Gritas como verdulera.
- Y tú serás muy puritana ¿no?
-o-o-o-
- Majestad… – el encargado interrumpió
- ¿Si? - la menor desvió su atención al escucharle.
- Su discurso.
- ¡Oh claro! – en ese instante buscó en sus bolsillos el papel con el discurso, pero este no estaba, típico, seguro se le había quedado por algún lado.
"Como sea" se acomodó en el pequeño estrado y sin más, empezó:
- Estimados ciudadanos, esta noche estamos celebrando algo maravilloso, hoy hace un año, nuestro pueblo y los Northuldras limaron asperezas haciéndose uno solo ante la adversidad, algo significativo, importante y muy simbólico, pues representa la unión de dos personas que fueron, son y serán importantes para Arendelle a lo largo de la historia, el rey Agnarr y la reina Iduna, nuestros padres.
Inmediatamente se escucharon aplausos por parte de la multitud, aplausos que cesaron al volver a escuchar la voz de la reina.
- Muchas gracias a todos por honrarnos con su presencia y disculpar los inconvenientes, a mi hermana le ha pegado fuertísimo el calor, lo que es curioso, ya que estamos en invierno – le dirigió una mirada a Elsa, quien ahora tenía las mejillas sonrojadas debido a la pena y unos orbes azulados que la observaban con una mirada asesina - En fin, que comience el baile.
Regresó a su sitio como si nada, pero ya no pudo encontrar a Elsa, pues esta se había ido totalmente enojada y sonrojada entre la multitud. La buscó por unos instantes entre la gente con la mirada, pero no la halló.
"Por ahí ha de haberse metido, ya que" intentó no prestarle más atención y fijó los ojos en su marido.
- ¿Bailamos Kris?
- Por supuesto mi vida. – Kristoff le tendió el brazo galantemente y al llegar al salón de baile empezaron su primera pieza.
La velada continuó tranquilamente entre bailes, conversación con duques, duquesas y Northuldras, hasta que finalmente, después de casi una hora; divisó a Elsa en la esquina del salón y lo que vio le hizo hervir la sangre.
Esta se hallaba con una copa en la mano; signo de haber estado tomando, y Honey la tenía bien abrazada a su cintura hablándole al oído, acompañado de mimos y arrumacos en sus labios y cuello, unos bien subidos de tono para su gusto. La mano de la morena la recorría peligrosamente y su hermana no hacía más que seguirle el juego soltando pequeñas risas.
¿Es que acaso no se daban cuenta? ¡Estaban en una fiesta pública! ¡¿Cómo osaban?!
Sus celos la traicionaron, eso ya era demasiado.
- Disculpen. – Anna dejó su copa y se acercó a paso firme a la pareja. Al llegar, agarró el brazo de su hermana sin siquiera preguntar, separando a Honey con brusquedad.
- Bien, ya es suficiente vámonos Elsa – el tono de su voz era firme.
- ¡¿Pero qué te pasa?! ¡¿No ves que estoy con mi pareja?! – en ese instante empezaron a forcejear duramente, llamando la atención de todos los presentes.
- ¿Tú qué? – eso había sido un golpe bajo
- Mi pareja, Anna, ahora suéltame por favor – pero la menor no cedía su agarre, apretó más fuerte.
- ¡Suéltame Anna!
- Anna suéltala – Honey habló firme también, dando una primera advertencia.
- ¡Tú no te metas! – literal escupió fuego y forcejeó con insistencia una vez más - ¡Vámonos Elsa!
-o-o-o-
- ¡Te dije que la soltaras! – con mucho valor que no supo de donde saco, Honey entró a defenderla nuevamente dándose a notar esta vez, tampoco iba a dejar que la tratara así, ya era demasiado, reina o no, no iba a dejarse pisotear.
Al defenderla, quitó su brazo con brusquedad, y en el proceso, logró empujarla haciéndola caer de casualidad, logrando tirar su tiara en medio del salón debido al impacto.
Todos los presentes vieron la escena sorprendidísimos y horrorizados, no podían creerlo.
El salón se llenó de un silencio brutal; Elsa quedó en shock, al igual que Honey. Antes de lo evidente; se escuchó la voz de una señora que habló a modo de susurro, como si de un chisme se tratara.
- Empujaron a la reina…
Segundos después, Honey despertó de su letargo intentando vanamente disculparse, pero Anna ya tenía los ojos clavados en ella con una expresión asesina.
Era mujer muerta.
- Anna lo lamento no quise….
- Corre. – fueron sus únicas palabras antes de aventársele encima y empezar con el primer derechazo, uno tan fuerte que logró tumbarla.
Al tenerla en el suelo, la acorraló sentándose en sus caderas para luego empezar a utilizar sus puños en su rostro, dándole sin tregua, una y otra vez...
¿La gente? ¿La corona? Poco le importó, en ese instante solo quería partirle su madre. ¡¿Quién carajos se creía para empujarla de esa manera?!
- ¡Anna basta! – Elsa al despertar de su letargo intentó detenerla, pero fue en vano, Anna no escuchaba - ¡Suéltala! – pero su hermana no estaba, solo sus puños cobraban vida en el rostro de la morena.
Honey se dejó hacer los primeros segundos, pero al ver que ya era suficiente, se levantó y contraatacó. Si algo había aprendido desde niña, era a no dejarse, reina o no, no se lo permitiría, ya había sufrido suficientes desaires por su parte.
Al tener más o tan igual fuerza que Anna, logró empujarla, y esta vez fue su turno de dibujar sus puños en el bello rostro de la reina, logrando sacarle un hilillo de sangre, tan igual, que el que Honey tenía en su rostro.
La pelea se estaba saliendo de control, los puños iban y venían en respuesta, la gente miraba y gritaba horrorizada. Elsa no sabía qué hacer, estaba ansiosa, si empleaba fuerza en separarlas su poder podía ocasionarles daño, y por mas pelea que fuera no podía lastimarlas, a ninguna de ellas.
- ¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves?! – Anna gritó y quiso devolverle el golpe, pero sintió que unas manos la agarraron por atrás, era Kristoff
- ¡Anna basta! ¡Es suficiente!
- ¡Suéltame Kristoff! ¡Déjame partirle los dientes a esta desgraciada! – escupió histérica mientras se movía inquieta queriendo zafarse.
Por su lado, Honey había sido agarrada por Ryder, su mirada se había vuelto desafiante, la miraba tan igual que Anna, y su boca cobró vida.
- ¿Eso es todo? ¿Por qué no puedes aceptarlo? Deja de ser tan egoísta Anna, ya déjala tranquila de una buena vez.
- ¡¿Tu y cuantos más?! ¡¿Quién demonios te crees para hablarme así?! ¡Yo soy la reina de Arendelle por un demonio!
- Y yo la novia de tu hermana, hazte a la idea y ya deja de ser tan engreída.
- ¿Qué dijiste?...
- Que soy su novia y tu una engreída, eso dije
- ¡¿Novia?! ¡¿Engreída?! Yo te mato...- empleó su fuerza una vez más y soltándose del agarre de su marido, le logró propinar otro golpe el doble de fuerte, Honey iba a contraatacar cuando….
- ¡BASTA YA!
Sin pensarlo dos veces, Elsa las separó creando un muro de hielo entre ambas, estaba harta.
- ¡Dejen de pelear por un demonio! –empezó a gritar y las vio a ambas con cara de pocos amigos – Honey, no tienes por qué recalcar nada, se sobreentiende, y Anna – dirigió la mirada a su hermana con la cara empapada por la rabia – Ya suéltalo, déjame en paz... ¡Supéralo de una maldita vez!, quiero a Honey y eso no vas a poder cambiarlo ¡¿Por qué no lo entiendes?! – se acercó a la morena y la agarró de la mano con la intención de salir del salón – Ven Honey, vamos a curarte.
"La quiero" Eso había sido un puñal, uno muy grande. No podía dejarla ir, no así, por lo que, aun en contra de su voluntad, la alcanzó y la agarró del brazo con fuerza para llevársela del salón. Honey intentó detenerla, pero esta vez Anna escupió de manera venenosa.
- Ni se te ocurra… o juro que te meto al calabozo.
Fue suficiente para que Honey tomara distancia, y antes de desaparecer con Elsa, la reina dijo en voz alta – Por nosotras ni se preocupen, la fiesta prosigue, buenas noches.
Elsa, por su parte, forcejeaba sin remedio y gritaba furiosa mientras era llevada por Anna a rastras a su antigua habitación.
- ¡¿Qué te has creído?! ¡Suéltame Anna! – intentaba zafarse, pero Anna en respuesta afianzó más su agarre. - ¡Que me sueltes niña malcriada!
- Cállate.
- ¡¿Qué dijiste?!
Al llegar, Anna cerró la puerta de la habitación de golpe y dejó caer a Elsa en la cama con brusquedad.
- ¡Me estas lastimando tonta! – su muñeca aún palpitaba.
- ¡Que te calles! ¡Me tienes harta Elsa! - Anna la vio furiosa y Elsa igual.
- ¡¿Harta yo?! ¡¿Enserio?! – soltó una risa socarrona - ¡¿Hay algo que su alteza desee que haga para no tenerla harta?! – Elsa gritaba – ¡Habla!
- Si, aléjate de esa desgraciada.
- ¡¿Algo más?!
- Solo eso.
- ¡Vete al ****! - Elsa se incorporó con la intención de salir pero Anna le cerró el paso.
- Tu no sales de aquí jovencita, ¡No puedes dejarme así!
- ¡Déjame salir Anna!
- No, no hasta que me aclares lo que dijiste afuera ¿Cómo es eso que la quieres?
¡Respóndeme!
- Pues es cierto, la quiero ¿Qué hay con eso? ¿A ti qué más te da? Si estás bien atendida - la miró con sarcasmo - tu marido por lo visto es bueno en la cama... ¡¿No hermana?!
- ¡¿Y Honeymaren no?! ¡Pasas día y noche regodeándote con esa zorra en mis narices! ¡¿Qué pretendes Elsa?! ¡¿Hacerme enojar?!
- ¡¿Y porque no?! Si todo este tiempo no has hecho más que actuar como una verdadera regalada, no has hecho más que fastidiarme, primero me provocas en la cocina, luego te vas a coger con tu marido como si nada, y finalmente osas en llamarme verdulera. ¡¿De verdad Anna?! .
- ¡¿Solo yo?! ¡¿Y lo que hiciste tú ese día en el pasillo?!, ¡¿Ahora soy solo yo la regalada?!, regodeándote con Honey y conmigo a la vez ¡Por favor Elsa!
- ¡En ese caso ambas lo somos!
- ¡Bien!
- ¡Bien!
En esa pequeña fracción de minuto, ambas se miraron... Con rabia... Con furia... Sus ojos empezaron a cristalizarse amenazando con el llanto, sus respiraciones a agitarse y sus corazones a latir fuerte. Estaban hartas.
Fue cuestión de segundos para que Anna decidiera acorralarla contra el muro bruscamente; para luego empezar a besarla con furia, a desnudarla arrancándole el vestido desesperadamente, mordiendo su cuello…
Todo lo que en su camino, sus desesperados labios alcanzaban.
Elsa por la fuerza soltó un alarido dejándose hacer entera. Sus labios y sus manos también cobraron vida y respondieron con la misma efusividad. Explorandola, arañandola, recordando su anatomía, jugueteando con su lengua en esa boca que tanto la volvía loca.
Se necesitaban tanto…
- Te odio - soltó la mayor entre jadeos al separarse de aquel sediento beso.
- Es mutuo.
Elsa fue la que primero terminó desnuda. Sin embargo, sus manos pasaron a batallar con el vestido verduzco de la menor.
- Odio tu vestido - En toda la euforia hizo un mal movimiento y logró romperlo.
*Suach*
- Déjalo – decidió ayudarla y, al terminar de quitarse los restos del vestido, la tumbó a la cama con la misma intensidad y se posicionó encima de ella.
Al tenerla a su merced, sus ojos la recorrieron de pies a cabeza detenidamente, saboreándola con hambre, deseo y mucha lujuria.
Elsa solo se mordió los labios en respuesta, regalándole una risita coqueta. Luego sus piernas acorralaron sus caderas y su cuerpo se arqueó dándole total visión. Lo que fuese que Anna tuviese en la cabeza, le encantaba.
La calentaba indescriptiblemente.
Sin esperar ni un segundo más, su boca y lengua se hicieron con su cuerpo, arrasando con todo en su ser. Empezó con su cuello, el cual mordió y lamió dejándole notorias marcas y chupetones a su paso.
Cada caricia y cada toque, era fuerte, furioso. La deseaba y la había extrañado tanto esos días, que no había quien pudiera detenerla.
- Ahh… Anna… – Elsa se arqueó sin más remedio, hundiendo su nuca y apretando duro para que siguiera.
Al terminar su tarea en su cuello, bajo hasta sus pechos, los cuales degustó de igual forma, lamiendo, mamando y hasta mordiendo esas bellas y perfectas montañas que tanto había extrañado.
- Annaaa…au...Mmmm..- Se arqueó nuevamente, arañando las almohadas y hundiendo sus uñas en este – Oh ... dios…
Al culminar con sus pechos, con su lengua delineó el contorno de su cuerpo restante, pasando por su ombligo, esas bellas curvas y sus muslos, logrando erizarle la piel por completo.
Cuando llegó a su vagina, Elsa dio un brinco, arqueando su cuerpo más duro que al inicio.
Su lengua arrasó con su centro de golpe y dos de sus dedos entraron de frente para estimularla, masturbandola duro.
- ¡Ahh Anna! - Elsa lanzó un grito al sentir su intromisión y sus níveas manos atraparon su cabellera, clavando sus uñas nuevamente. El cuerpo de la rubia comenzó a retorcerse sin ningún control ante sus atenciones, arqueando sus piernas y espalda de manera inquieta y desesperada.
-Ahh - h…
Tan perdida en el placer estuvo, que cuando Anna paro su labor de golpe, quedó extrañada, aún no se corría, no podía ser tan cruel.
- Anna que... – Al levantar la mirada, vio que su hermana tenía una mirada oscura y traviesa.
De inmediato se dio cuenta del porqué.
En su mano tenía el dildo con correa que tanto se había empeñado en esconder aquella noche, ese dildo con tamaño prominente. Elsa sintió tragar seco.
- ¿Cuándo pensabas decírmelo Elsa? – su mirada recorrió el dildo con travesura y luego de darle un oral se lo puso, encajándolo perfectamente en su cuerpo gracias al sujetador y a la correa.
- ¿Qué?... – Elsa no hacía más que mirar el dildo con una mezcla de temor y éxtasis mordiéndose ligeramente el labio.
Si bien es cierto, había hecho esos juegos con Honey, pero había una gran diferencia. La primera, el dildo era ligeramente más pequeño y la segunda, Honey no tenía esa mirada. Anna definitivamente se las quería cobrar todas, podía verlo en sus ojos. Estaban oscurecidos y llenos de deseo.
Ver a su hermana así fue… "wow" Sus piernas se encogieron por inercia cerrando el paso. El tamaño era prominente… Muy muy grande.
- ¿Cuándo pensabas decírmelo? - recalcó, sacándola de su estupor.
- Estaba por hacerlo… lo juro.
- Mentirosa.
- Anna no…
- ¿También lo usaste con esa desgraciada?
- No le digas así…
- ¡¿La estás defendiendo?! – su voz se alzó y sus ojos se clavaron en la mayor.
- ¡No!, no no no claro que no. – Elsa se mordió el labio y saboreo con su boca, como si hubiese cometido una travesura. Sus ojos no se desprendían del dildo, era tan grande…
"Oh dios… no"
- ¿Lo usaste o no?
- No…con ella fue ligeramente más pequeño…- encogió más las piernas
- Pues qué pena.
- ¿Qué?...
- Abre las piernas
- Anna...
- Abre las piernas Els. – su voz fue tan determinante que terminó por encenderla el doble, sintió un líquido caliente bajar en su interior.
- Si… - "Oh dios mío…"
Acatando la orden, Elsa se abrió entera dando total visión de su vagina ya lubricada. Anna, al verlo, se agachó para darle una última atención con su lengua y finalmente puso el dildo en su lugar, lográndolo encajar a la perfección.
- Ah-h Anna… - Elsa apretó los labios a medida que tocaba su interior, se aferró a su espalda y luego sus piernas aprisionaron sus caderas logrando acorralarla. Sus labios estaban desgastados de tanto mordérselos, sentir como se abría paso en sus paredes era una sensación deliciosa.
- No te cortes en gritar, no me importa Els. - susurró a su oído y sin más empezó a moverse, empujando contra su intimidad. Primero lento, luego se hizo más rápido, fiero.
- ¡Ahh Anna! - Elsa soltó un gemido cargado cuando sintió a su hermana moverse de ese modo. Anna no daba tregua, solo entraba y salía durísimo, balanceando sus caderas una y otra vez. - ¡Annaa! - Elsa se arqueó a más no poder y atrapó sus labios para besarla y ahogar sus gemidos en su boca. Anna, en contestación, atrapó su boca también y a medida que la besaba y devoraba sus labios, le daba más duro.
- ¡Mmmgh! ¡Mmmggh! - La rubia empezó a gritar ahogadamente mientras era embestida, a arañar y tocar inquieta todo lo que podía. En el proceso, llegó a clavar las uñas en el trasero de su hermana a modo de protesta, pero Anna en respuesta pegó más fuerte, logrando que Elsa se arqueara más duro y que sus "gritos" se acentuaran.
Fue entonces que, después de tortuosos segundos, Anna dejó de besarla. Necesitaba oírla y ver su rostro. Cuando se separó, lo que vio la prendió.
Elsa tenía los ojos cerrados apretando sus párpados, las mejillas sonrojadas, se mordía los labios ya mojados y su pecho subía y bajaba rápidamente.
- ¿Te gusta Els? – sus caderas prosiguieron al mismo ritmo danzando sin tregua, empujando duro, destrozándola toda. El dildo entraba y salía con destreza de la vagina de la platinada haciendo de las suyas. Nunca en su vida pensó verla así, se veía tan sexy, deliciosa, sugerente, p*ta.
Debía descargarlo todo, así que dejándose llevar, agarró sus piernas y poniéndolas en sus hombros respectivamente, volvió a embestirla, dándole esta vez más profundo.
- Siii Annaa…- respondió la platinada mientras gemía y gritaba desesperada - Sii…¡Anna! ~
Gritó de nuevo y sus labios empezaron a votar palabras que en su vida pensó decir. Sentía que sus piernas temblaban y que su orgasmo no tardaba.
Al notar la nueva posición, sintió morir, no podía más – ¡Oh dios!, ¡Oh dios!, ¡Oh dios! ¡Ah-ahh! – sus manos pasaron a estrujarse los pechos ya cachonda, estaba a punto.
La menor dio un par de embestidas más clavando su mirada en su hermana, en la forma en cómo se manoseaba los pechos presa del placer.
" Rayos que sexy..." Pensó para sí misma y aceleró las embestidas dando lo último.
- Anna...ya...voy a... - ahí lo supo, por lo que rompiendo la posición, hundió su boca en su intimidad y se enfocó en atender su clítoris ya hinchado para ayudarla a venirse.
Luego de un par de lengüetazos bien dados en su punto de placer, finalmente pudo escuchar un grito, su esencia caer en sus labios y las piernas de su hermana contraerse.
- ¡Anna! ~
Al levantar el rostro, se enfocó en terminar de saborear sus jugos y allí la vio. Elsa se hallaba tendida con los pelos alborotados, agitada, sonrojada, sudorosa, pero sobre todo, hermosa. Su pecho subía y bajaba recuperando la respiración. Era una visión que amaba, a la que podía acostumbrarse.
Inmediatamente se quitó el dildo y se posicionó junto a ella de lado, apoyándose en su codo para poder observarla. Tenía una verdadera sonrisa de satisfacción en el rostro.
- ¿Qué tal?
- Wow…deja que me reponga ¡Por dios!
- Jajajaja.
- ¿Qué es tan gracioso? ¡¿Eres consciente de que no podré caminar dentro de los próximos días?!
- Quiero ver eso.
- Tonta...
En ese instante, Anna comenzó a mirarla, había un brillo especial en sus ojos y una sonrisa acentuada.
- ¿Qué?...
- Te amo Elsa, te amo muchísimo.
- Yo también Anna – se dieron un beso suave y volvieron a mirarse, a lo que Elsa preguntó:
- ¿Hablarás con Kristoff?
Hubo un silencio, uno ligeramente largo que la llenó de inseguridad por unos pequeños instantes.
- Si Elsa. – respondió enseguida
- Mmh…- giró el rostro y amenazó con girar el cuerpo para su lado de la cama, no estaba del todo convencida
- Hey mírame… - Anna giró su rostro e hizo que la mirara – Hablaré con Kristoff, lo prometo.
- Está bien.
