Levi se presentó en la residencia de la familia Ral al día siguiente. Vistiendo con la misma gabardina formal del día anterior, tocó la puerta cordialmente y esperó a que esta fuese abierta.
—Es un honor tenerlo en nuestra casa, Capitán Levi. —Dijo el hombre estrechándole la mano con animosidad.
El padre de Petra era una persona de baja estatura, ojos cálidos, de pálido semblante y lento caminar. Años atrás, una infección pulmonar había debilitado sus defensas inmunes y no se había recuperado por completo. Los tratamientos eran costosos en la región, por lo que no contaba con el suficiente sustento para solventar el medicamento adecuado. A través de las largas cartas que Petra le escribió previo a su visita, pudo detectar la desesperación de la joven.
Se preguntaba si Petra le había confesado sobre el motivo de su visita, pero no parecía mostrar una actitud fuera de lo normal. Ella se mostraba cordial y más relajada, a diferencia del día anterior.
El comedor era pequeño y acogedor. En la mesa, se presentaba un modesto festín de patatas, carne y verduras. Un leve aroma a jengibre se infiltraba por su nariz y tuvo que admitir que le agradaba la frescura que infundía.
La mayoría del transcurso de la comida fue en silencio, salvo por una o dos frases de Petra intentando entablar conversación. El hombre de cabellos oscuros se limitaba a contestar con cortas frases, no era una persona muy sociable después de todo, pero tal parecía no importarles.
—La comida es muy buena. —dijo Levi al dar un bocado a la costilla de res que había tomado de la cazuela.
—A mi Petra siempre se le dio la cocina. —respondió el señor Ral orgulloso. —De vez en cuando apoya en la caridad de uno de los orfanatos de la ciudad.
—Papá, no hables de más. —Petra replicó apenada. —Se dice que el Capitán Levi es una persona muy quisquillosa. —le dirigió una amistosa sonrisa, para después caer en cuenta con sus palabras y desviar su mirada hacia el plato de comida frente a ella.
—La gente dice muchas cosas sobre mí.
—¿Lleva mucho tiempo en la milicia, no es así? —preguntó el padre de Petra con curiosidad. —Petra, apaga la tetera que ya está humeando.
Los botines de la joven se movieron apresuradas hacia la cocina, y ambos hombres se quedaron a solas, frente a frente.
—Algo sí. —No sabía cómo responder cada vez que le era cuestionado su labor como soldado, y por alguna extraña razón, su futuro suegro no dejaba de mirarlo con admiración.
—Me imagino que no debe ser fácil. Ya sabe…muchos de sus reclutas han muerto y lidiar con los rumores que se hablan sobre ustedes.
Una memoria de los cuerpos de sus mejores amigos, olvidados en el bosque de los árboles gigantes, se vino a su mente.
Había pasado mucho tiempo.
—Confío que los planes de mi superior valdrán la pena un día.
—Y si uno muere en el proceso, como todos esos héroes. ¿Qué sucede con los que quedan en el camino?
Levi tenía la sensación de que el hombre no se refería a la Legión del todo. Era una persona frágil, su salud dependía de un hilo. En su rostro, reflejaba una abnegación y paz que en muy pocas personas se encontraba. Comenzaba a entender la razón por la cual Petra estaba dispuesta a salvar su vida, ante cualquier adversidad. Después de todo, el ser humano siempre va contracorriente, en búsqueda de algo tangible para encontrar el sentido de la vida. Una vez perdido, se pierde la noción del tiempo y espacio. Y muy pocos logran sobrevivir.
—Lucharemos cueste lo que cueste para honorar sus vidas. —No era una frase practicada, sus palabras siempre cobraban significado. Sea para ayudar a un soldado caído, o alentar a una madre desconsolada. Levi no necesitaba ser consolado para seguir adelante, pero ellos sí.
Por algo era el soldado más respetado en Paradis.
El señor Ral sonrió brevemente.
—¿Sabe usted? Petrita siempre quiso unirse a la legión, pero un día llegó a casa con un cambio de opinión. Sentí mucho alivio al saberlo.
Levi pareció interesarle el comentario, la joven era un rincón de secretos.
—Su hija tomó una buena decisión. —No supo que decir al respecto, no era una persona muy elocuente después de todo.
—Por supuesto. —rió el señor agradecido. —Ella sabe muy bien que espero un par de nietos por parte de ella.
—¡Papá! —exclamó Petra al entrar al comedor y escuchar parte de la conversación. Colocó la tetera en la mesa y una taza de porcelana en frente de Levi, invitándolo a probar el té.
—¿Acaso crees que no se la razón por la cual este honorable hombre está de visita?
Levi casi se atraganta con el hirviente líquido al escuchar sus palabras. ¿Dónde coño estaba Erwin Smith cuando más lo necesitaba?
—Yo…
Se sentía atrapado, y lo único que pudo hacer fue mirar a Petra, alarmante.
—¡Yo no le dije nada! ¡Lo juro por Sina y Maria!
—Eso explica la cantidad de cartas que has estado enviado últimamente.
Había dado con el blanco.
—Señor Ral, yo…
—El Capitán Levi y yo vamos a casarnos, papá. —confesó Petra con firmeza. —Nos hubiera encantado que el pudiera conocerte tiempo atrás, pero es una persona dedicada a su labor.
Bueno, al menos no tuvo las agallas de inventarse una historia de fantasía y decir que había encontrado al hombre de sus sueños. Debía darle crédito por eso.
Levi permanecía de pie, sin mucho que decir. Por un momento pensó que su futuro suegro se le abalanzaría y le brindase una paliza por semejante manera de presentarse en su vida, pero el hombre apenas pudo contener una sonrisa y lágrimas cayeron por sus ojos.
—¿Cuándo es la boda? —preguntó el señor Ral tiempo después de caer en cuenta que estaba a punto de presenciar el evento más importante y canónico de la vida de su hija.
—En un par de semanas.
—Debe partir a las afueras a una expedición. —indicó Petra dirigiendo una mirada a Levi, para mejor contexto.
El hombre se acercó y tomó una de sus manos, para guiarla junto a la de Petra. La difusa lámpara del comedor iluminaba sus rostros, aparentando una falsa historia con un final feliz. Sin duda alguna, eran muy buenos actores.
—No saben lo feliz que me hace escuchar esta buena noticia.
—Cuidaré de su hija, es una promesa. —logró sentir el pequeño cuerpo de Petra acercarse junto a su hombro y de reojo, mirar la sonrisa de la joven.
Al menos ella parecía desempeñar su papel de prometida muy bien. Por su parte, él no estaba tan seguro, muchas cosas cambiarían una vez firmaran el acuerdo nupcial.
Paradis y el futuro de la humanidad dependían ciegamente de él.
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Debía retirarse, pues Smith lo esperaba para dejar Karanese en unas horas, antes de que saliera el sol.
Para su sorpresa, el señor Ral le obsequió una bolsa de té y unos tubérculos con figuras un tanto peculiares, ansioso de que volviera a visitarlo antes de la boda.
—Creo que tienen una buena forma…—dijo al inspeccionarlas ante la luz de la lámpara que colgaba a las afueras de la casa.
—¡No es lo que tú crees! —Petra quería sumergirse en la arena y desaparecer. Al menos tenía cierto decoro y eso le pareció agradable ante sus ojos. —Mi padre no tiene idea que esto es…un contrato.
No había mucho que decir, eran un par de desconocidos y era la segunda vez que se encontraban. Al recordar el rostro de gratitud del señor Ral, no pudo evitar sentir cierta pena por él. Había hecho feliz a una persona a raíz de una mentira.
—Bien. —Su rostro inexpresivo y calculado se dibujaba en su agotado semblante. —En caso de que requieras ayuda y que yo continúe en la expedición, envía una carta a la Legión.
—Muchas gracias, uh….
—Levi.
—De acuerdo, Levi. —dijo Petra con gentileza. Le pareció bonita en aquel momento, pero el peso de sus preocupaciones causó que se olvidara de aquel pensamiento. —¿Nos salió bien nuestra obra, no crees? —preguntó con un coqueto guiño.
—Así es. —Con un gesto más cercano a lo que era una sonrisa, se despidió de aquel lugar y partió rumbo a su estadía temporal.
Antes de que saliera el sol, subió al carruaje junto con Erwin rumbo a la región de Trost, para terminar con algunos preparativos de la expedición que se avecinaba. Mientras Smith cogía del periódico que había comprado minutos antes, Levi dirigió una final mirada a sus alrededores. A lo lejos, rumbo a una colina, lograba detectar el vecindario donde vivía Petra y su padre.
Probablemente esté durmiendo, pensó vagamente y cerró sus ojos por un momento, absorto en sus pensamientos.
La próxima vez que se reencontrarían, sería el día que unirían sus vidas.
A/N: Una disculpa si mi léxico es muy malo…también creo tiendo a utilizar muchas hipérboles…quizá a raíz de mi personalidad dramática (se ríe).
Pienso que el señor Ral es una persona muy ingenua, o tal vez se dejó llevar por el estatus de Levi. ¿También la parte donde se menciona que Petra y Levi no tienen cosas en común, pero creo he dejado un hint por ahí?
El próximo capitulo es mi favorito por escribir, y creo después del quinto las cosas van a cambiar un poco, pues Petra va a estar más presente en la vida de Levi.
