Agosto 1812

En una elegante casa cerca de Hyde Park, dos hombres mantenían una conversación muy seria; uno era un coronel del ejército de Su Majestad y el otro un caballero que vestía un traje muy caro. Ambos eran altos y fornidos, pero uno era rubio mientras que el segundo era muy apuesto, con espeso cabello negro y ojos azules oscuros.

"Los investigadores dieron hoy por cerrada la búsqueda de Lydia Bennet, Darcy." Richard miró a los ojos a Darcy, "Es triste la situación, ya que hasta mi padre sabe que la prima del Sr. Collins huyó con Wickham."

Darcy asintió y respondió con sarcasmo, "Ya lo sé. Hace una semana recibí una carta de Lady Catherine donde me 'contó' con lujo de detalle las novedades de la familia Bennet, y lo afortunado que había sido el Sr. Collins por no casarse con la Srta. Bennet." Suspiró, "Además agregó que ella ya sabía que esas muchachas que fueron criadas sin institutriz estaban destinadas a ser mujeres de baja moral."

"Lo siento mucho, Darcy;" Richard frunció el ceño y con determinación agregó, "Pero en vista de lo que ha sucedido, entenderás que como guardián de Georgiana no puedo permitir que ella tenga vínculo con ningún miembro de la familia Bennet, incluida la Srta. Elizabeth Bennet."

Darcy abrió muy grande los ojos, "No puedes estar hablando en serio…"

Richard lo interrumpió, "Estoy hablando muy en serio, Darcy. Al igual que tú, como guardián de Georgiana, es mi deber velar por su bienestar. Sabes muy bien que si te casas con la Srta. Bennet vas a perjudicar su futuro seriamente. Lady Catherine y mi padre cortarían relaciones contigo, y Georgiana se va a ir a vivir con mis padres…"

Darcy negó con la cabeza, "No puedes hacer eso; sabes muy bien que Georgiana no sería feliz viviendo con tus padres. La última vez que se quedó con ellos, me mandó una carta al tercer día rogándome que la fuera a buscar…"

Richard lo interrumpió de nuevo, "Lo siento, Darcy. Esta no es cuestión de felicidad. Es cuestión que Georgiana haga un buen matrimonio. Te advierto que si continuas con tus planes de casarte con la Srta. Bennet, corres gran riesgo de perder la custodia de Georgiana."

Enseguida que Richard se fue, Darcy mandó urgente una nota a su abogado, el Sr. Thornton. Tenía un fuerte dolor de cabeza y le dolía el corazón de pensar en su hermana, Elizabeth y especialmente en él. Era innegable que su deber era velar por la felicidad y bienestar de su hermana, pero amaba a Elizabeth más que a nada en el mundo. No estaba dispuesto a terminar su relación con Elizabeth si podía evitarlo. Iba a hacer hasta lo imposible para encontrar una solución que mitigara las amenazas de Richard.

Unas horas más tarde, llegó el Sr. Thornton. Inmediatamente ambos caballeros se encerraron en el despacho de Darcy para leer y discutir en detalle el testamento de George Darcy.

Durante los siguientes minutos, mientras el Sr. Thornton analizaba el testamento, Darcy miraba a un punto fijo pensando en los Matlocks y en especial en su primo. Finalmente, el Sr. Thornton solemnemente afirmó, "Según esta cláusula, todas las decisiones importantes sobre el bienestar y la dote de la Srta. Darcy deben ser tomadas por los dos tutores salvo que: (1) uno de los tutores no esté en condiciones de tomar esa decisión o (2) las acciones de uno de los tutores perjudiquen el futuro de la Srta. Darcy."

El Sr. Thornton agregó, "La cláusula siguiente además establece que un tutor puede ser destituido de sus deberes y obligaciones si se prueba que no está actuando acorde a los intereses económicos y morales de Georgiana Darcy."

Darcy palideció y muy preocupado preguntó, "En su opinión, ¿es posible que pierda la tutoría de mi hermana si me caso con una mujer que su familia está socialmente arruinada?"

El Sr. Thornton pensó por varios segundos y releyó varias de las cláusulas del testamento, y seriamente contestó, "Es una pregunta muy difícil y no hay una respuesta clara. Primero, el otro guardián debería iniciar un juicio y probar que su matrimonio Sr. Darcy perjudica el futuro de su hermana. Considerando que su tío es un hombre muy poderoso, hay posibilidad que ganen el juicio y usted pierda la tutoría de su hermana."

Darcy suspiró pesadamente y cerró los ojos. Le hizo algunas preguntas más al Sr. Thornton sobre el testamento y las posibles consecuencias si se casaba con Elizabeth. El abogado contestó siempre la mismo: existía la posibilidad que perdiera la custodia de Georgiana si seguía adelante con el matrimonio.

Durante el resto del día y la noche, Darcy pensó seriamente en su terrible dilema. No había una solución simple, y por el momento, tenía que elegir entre la mujer que amaba más que a nada en el mundo o el bienestar y felicidad de su hermana. Después de una larga noche de deliberación, llegó a la triste conclusión que su deber principal era proteger a su hermana.

Sabía que Lord Matlock estaban atravesando dificultades económicas debido a las deudas de juego de su hijo mayor. La dote de Georgiana podía ayudarlo a pagar dichas deudas. No dudaba que, Lord Matlock iban a hacer todo lo posible por declararlo incompetente. Estaba seguro que Richard iba apoyar a su padre. Como único guardián de Georgiana, Richard tendría pleno acceso a su dote y podría usarla para pagar las deudas de los Matlock. Además, no dudaba que Lord Matlock arreglaría un matrimonio entre Georgiana y uno de sus asociados, independientemente que fuera 20 o 30 años mayor que ella. Años atrás había arreglado un matrimonio entre su hija y un conde 27 años mayor que ella; aunque la boda no llegó a concretarse porque Lady Maria murió unos meses antes.

La única solución que por el momento veía era hablar con Elizabeth, y por un tiempo posponer el compromiso hasta que encontrara una solución definitiva y se pudieran casar. Esperaba que ella lo entendiera, que tuviera paciencia y lo esperara. Tiempo, precisaba tiempo para que el escándalo pasara y llegar a un acuerdo con los Matlock…

Después de desayunar con tristeza y preocupación, Darcy fue a casa de los Gardiner a hablar seriamente con Elizabeth. Como siempre, la Sra. Gardiner lo saludó cálidamente y Elizabeth con una gran sonrisa. Después de unos minutos hablando de trivialidades, Darcy le pidió a la Sra. Gardiner permiso para hablar unos minutos a solas con Elizabeth.

Al ver la cara de preocupación de Darcy, Elizabeth le preguntó, "Fitzwilliam, pareces muy preocupado ¿hay malas noticias?"

Darcy respiró hondo, "Lamentablemente, sí, hay muy malas noticias," hizo una pausa, "dieron por cerrada la investigación y eso implica que no van a seguir buscando a Lydia."

Elizabeth cerró los ojos y suspiró, "Me imaginé que en algún momento eso iba a pasar."

Darcy la miró a los ojos, esos ojos que lo tenía embrujado y con tristeza agregó, "Pero esa no es lo peor noticia que tengo que contarte."

Con preocupación, Elizabeth preguntó, "¿Qué puede ser peor que esa noticia?"

"Mi primo, el coronel Fitzwilliam, me amenazó con quitarme la custodia de Georgiana si nos casamos."

Elizabeth abrió muy grande los ojos por la sorpresa, y con voz cortada preguntó, "¿realmente puede hacer eso? ¡Tu eres su guardián!"

"Desafortunadamente, si puede hacerlo. Ayer hablé con mi abogado, y de acuerdo a unas cláusulas en el testamento de mi padre que establece que si uno de los tutores no está velando por el bienestar de Georgiana, el otro tutor puede 'defender' los intereses de ella y quitarle la tutoría."

"Pobre Georgiana, ¿piensas que tu primo te haría algo así?"

Darcy suspiró con pensar y respondió, "Honestamente no lo sé…, pero es muy probable que lo haga con ayuda de mi tío." Respiró hondo, "Estuve toda la noche sin dormir pensando en lo que podía y debía hacer, y lamentablemente llegué a la conclusión que va a ser mejor que no anunciemos nuestro compromiso por unos meses o años."

Elizabeth lo miró a los ojos y con tristeza respondió, "Tiene razón. Lo entiendo muy bien Sr. Darcy; no es necesario que diga más nada."

Darcy la miró a los ojos con desesperación agregó, "Te prometo que voy a hacer todo lo posible para que nos podamos casar cuanto antes. Tenemos que esperar a que el escándalo de tu hermana pase y que pueda encontrar una solución de largo plazo."

Con tristeza, Elizabeth negó con la cabeza. "No prometa cosas que seguramente no van a pasar… Te entiendo, y sé que tu principal obligación es velar por el bienestar de tu hermana y no puedes correr el riesgo de perder su tutoría." Respiró hondo, "Va a ser mejor que no vuelvas a visitarme más."

Darcy negó con la cabeza, "No, Elizabeth. No digas eso, créeme que lo que más quisiera es casarme contigo ahora. Sólo necesito tiempo para encontrar una solución y…"

Elizabeth hizo un gestó con la mano para que no hablar más, "No tiene que decirme más nada, Sr. Darcy; lo entiendo perfectamente." Lo miró a los ojos y apretó fuertemente los puños, "De hecho, lo libero de toda 'obligación' que usted piensa que tiene conmigo." Respiró hondo, "No hay ningún compromiso oficial entre nosotros dos, así que, por favor, váyase y no vuelva nunca más."

Darcy trató de tomarle su mano, pero Elizabeth dio un paso atrás, "Elizabeth, por favor, perdóname... Pero tienes que entender que tengo el deber de pensar primero en la reputación de mi hermana. Lamentablemente casarme contigo bajo estas circunstancias sería un error." La miró con mucha tristeza, "pero quizás dentro de unos años cuando este escándalo pase, podremos…"

Elizabeth lo interrumpió, "Sr. Darcy, basta. Ya no tenemos más nada que hablar. Ya dijo todo lo que tenía que decir. Lo entiendo y le pido nuevamente que se vaya."

"Elizabeth…"

"No me llame nunca más por mi nombre. Para usted soy la Srta. Bennet." Lo miró con determinación, "Por favor, váyase y no vuelva nunca más."

Los dos se quedaron mirando a los ojos por varios segundos sin decir palabra. Finalmente, Elizabeth desvió la mirada, y Darcy se fue de la casa de los Gardiner. Por tantos años, Darcy se arrepintió de lo que dijo esa tarde, y sobretodo de la decisión que tomó. En los siguientes días pensó tantas veces en volver a buscarla, pedirle perdón y rogarle que lo esperara…

Enseguida que se fue el Sr. Darcy, la Sra. Gardiner entró a la sala de visitas y abrazó fuertemente a Elizabeth, mientras ella lloraba en su hombro de tristeza, rabia y sobretodo desilusión.

"Lizzy, lo siento tanto. ¡Ojalá pudiera hacer algo para aliviar tu tristeza! Estoy aquí si deseas hablar sobre tus sentimientos."

Elizabeth negó con la cabeza. "No te preocupes tía. Entiendo porque el Sr. Darcy no quiere seguir con nuestro incipiente compromiso. No lo puedo culpar por la decisión que tomó hoy," suspiró entre lágrimas, "Ya hace más de tres semanas que Lydia huyó con Wickham, y aún no hay noticias de ella. Lamentablemente mis hermanas y yo estamos arruinadas…, y no hay nada que se pueda hacer para evitarlo."

La Sra. Gardiner sonrió tristemente. "No voy a negarte que es muy delicada la situación de tu familia ante los ojos de la sociedad, y en especial en un pueblo pequeño como Meryton. Pero debes recordar que sigues siendo la hija de un caballero, y sigues siendo la misma persona que eras hace tres semanas. Sé que lo que pasó hoy con el Sr. Darcy es muy doloroso, pero prométeme que no vas a permitir que te lastime ninguna persona que no tenga ninguna relación contigo."

"Gracias tía por todo lo que haces por mi…" suspiró, "Espero que con el tiempo todo lo malo pase y me sienta bien nuevamente. Espero poder recordar estos días y lo que me está pasando como un mal sueño."

"Estoy segura que va a ser así. Va a ser duro al principio, pero tu mente y corazón es muy fuerte. Estoy segura que para ti no fue nada fácil romper tu compromiso con el Sr. Darcy. Estoy convencida que vas a conquistar todas las dificultades que se presenten en tu camino y vas a volver a ser feliz…"

Esa noche, Elizabeth no pudo dormir ya que cada vez que cerraba los ojos le venía a la mente la discusión que tuvo ese día con el Sr. Darcy. No podía culparlo, hicieron lo que era correcto bajo las circunstancias; pero le dolía que las cosas fueran de esa manera. Para distraerse de tan nefastos pensamientos, decidió retomar la novela que hacía varios meses había empezado a escribir.

Desde que era una niña muy pequeña, le gustaba que su padre le leyera libros de cuentos, y aprendió a leer y escribir a muy temprana edad. Su pasatiempo favorito era leer y tenía una gran imaginación. A los ocho años escribió su primer cuento para regalarle en su cumpleaños a Mary, y a partir de ese entonces comenzó a escribir historias cortas que divertían mucho a sus hermanas menores e incluso a Jane. Con el correr de los años, esas historias comenzaron a ser cada vez más largas y complejas, y la última de ellas era una interesante novela que tenía más de 200 páginas.

Sus tíos y Jane opinaban que la trama era muy buena, y le hicieron algunos comentarios y sugerencias para que agregara la terminara de escribir, e incluso su tío Gardiner la alentaba a que la publicara. Esa noche estuvo trabajando incorporando algunos cambios en la historia que le habían sugerido… Elizabeth no tenía forma de imaginarse que en menos de un año esa novela sería el catalizador de varios cambios en su vida y del comienzo de una carrera exitosa como escritora.

Dos días más tarde, Elizabeth regresó a Longbourn y Jane se fue a vivir a Londres con los Gardiner.

En menos de una semana Elizabeth comprobó que los vecinos que la conocían desde que había nacido, no le dirigían la palabra. Incluso cuando fue a Meryton a comprar papel y tinta, y se cruzó en la calle con Lady Lucas y Maria Lucas, las dos dieron vuelta la cara delante de varias personas para evitar saludarla. Elizabeth tampoco había recibido respuesta de las últimas dos cartas que le había enviado a Charlotte. Estaba muy triste y desilusionada, y se resignó a dar por terminada la amistad con Charlotte de tantos años.

Por otro lado, su padre – que era el principal responsable de la ruina de la familia - era el menos afectado por la situación que estaban viviendo. Su vida no había cambiado en absoluto ya que como de costumbre, estaba la mayoría del tiempo encerrado en su despacho leyendo y trabajando en la administración de Longbourn. Su madre estaba acostada desde hacía varias semanas en su cama quejándose constantemente de sus nervios y sus palpitaciones. Mary estaba todo el tiempo leyendo su libro de sermones y solo hablaba sobre la moral de la mujer, y Kitty estaba muy pálida, delgada y retraída.

Durante su estadía en Longbourn, Elizabeth pasaba varias horas del día encerrada en su cuarto escribiendo y trataba de no pensar en todas las cosas negativas que estaban pasando a su alrededor. No quería pensar en el Sr. Darcy, y lo que no pudo ser. Tampoco quería pensar en el destino de Lydia. Sabía que no debía permitir que la tristeza y la desilusión la invadieran y se convirtiera en una mujer amargada; tenía que hacer un gran esfuerzo por ser fuerte y al menos parecer feliz.