El chico intrépido de los goggles y la pelirroja de gorro azul.
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Capitulo XXI.
Parte III
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Una cita a la distancia.
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La noche del 24 de diciembre, Taichi y Sora tomaron la decisión consciente de quedarse en sus respectivos hogares. Taichi, el intrépido y ex chico de los goggles en Berlín, y Sora, la pelirroja que solía usar un gorro azul quien se encontraba en Japón, habían planeado meticulosamente esta velada especial semanas atrás; gracias al regalo de Mimi y Yamato, Sora podía costear la llamada que daría lugar a lo planeado.
Su plan era sencillo: pasarían la noche viendo películas navideñas mientras se mofaban de las tramas cursis y estrafalarias, tratando de convertirla en una especie de cita navideña a la distancia. A pesar de la brecha horaria de 7 horas, Taichi tenía la semana libre debido a las festividades de diciembre, lo que le permitía quedarse despierto más allá de su hora habitual. La noche transcurría entre risas y conversaciones que superaban a la atención prestada a las películas.
—¿Qué tipos de padres no se dan cuenta que su hijo quedó solo en casa? —inquirió Sora rozando la burla.
— Bueno, hay que darles créditos, los otros hijos abordaron el avión —soltó el otro entre ironías.
—Yo no olvidaría a un hijo, así tuviera siete.
—Eso se sabe, Sorita. Serás una buena madre para nuestros hijos, porque sin duda yo podría ser ese papá.
Sora casi escupe su té ante el comentario. Tosió un par de veces antes de tener oportunidad de volver a respirar, carraspeó otro poco para poder aclarar la garganta antes de hablar.
—¿Nuestros? —preguntó sarcástica—. ¿Ya has…?
—¿…pensado si tendremos hijos? —completó la pregunta— . ¡Por supuesto! —dijo completamente entusiasmado—. Tendremos un niño y una niña. Se llamarán Hanna y Taiki. Dos Pelirrojos que amarán jugar al fútbol.
Sora quiso decir algo, pero todavía le costaba seguir aquél tipo de juegos muy comprometedores.
—Eres un idiota, Tai, ¿ni siquiera nos podemos ver y ya quieres hijos?
Taichi rio jocoso, amaba hacerla poner nerviosa.
— Bueno, no planeo que nazcan a la brevedad posible, pero no me cierro a las posibilidades de una vida junto a ti.
—Ok. —No supo qué más decir.
—No te enojes, solo es una broma.
—Ya. No estoy enojada.
— De todos modos hay un sinfín de cosas por hacer primero —zanjó el muchacho.
—Estudios y enfocarnos en nuestras carreras —decía lo obvio, recuperando los colores que había perdido.
Lo escuchó chasquear la lengua.
—A-bu-rri-da —dijo de forma acusatoria, luego usó su tono divertido y coqueto, agregando—: Yo hablaba de comernos a besos hasta el amanecer.
—¡Tai! —exclamó con escándalo.
—¡Sora! —remedó sobreactuando. Soltó la risa, luego dijo con un halo de seriedad y diversión por partes iguales—: Podría seguir fingiendo que no es lo que más deseo una vez estés aquí en Berlín o decirlo y advertirte de mis intenciones… que ya ves que no son tan puras.
Taichi, con su encanto natural, solía lanzar coqueteos, lo que hacía que Sora se sonrojara y se pusiera nerviosa. Aunque comenzaron como amigos, semanas atrás habían confesado sus sentimientos el uno al otro, y aunque al principio fue un tanto incómodo, con el tiempo las bromas coquetas de Taichi se volvieron bien recibidas, pero habían casos como este, dónde la franqueza de Taichi y su cero sentido del decoro hacían enmudecer a la pelirroja.
—Ya no solo eres mi mejor amiga, Sora —Sinceró con voz más ronca—. Ahora eres la chica que roba mis suspiros y que me incita a querer besarla con sus pequeños bikinis reveladores modelados en las tiendas o su sonrisa rodeada de pecas. No sé qué me has hecho, pelirroja, pero no puedo irme de este mundo sin antes haber probado de tu boca.
El silencio los envolvió, Sora no sabía qué decir, estaba llena de colores que podían verse a kilómetros de distancia lejos de su hogar, estaba segura que su sonrojo figuraba como luces de neón frente a la ventana de Taichi.
Maldito Taichi Yagami, Alemania lo había vuelto más sin vergüenza y osado.
—¿No sientes lo mismo, Sora? —La pregunta llena de anhelo.
Entonces, el timbre de la casa de Sora interrumpió su conversación y Sora agradeció a los dioses por su intromisión.
Atendió al repartidor que le entregó un paquete. Tras agradecer al joven y desearle una feliz Navidad. De vuelta en el sofá, Sora compartió la noticia con Taichi.
—Era el repartidor con un paquete. ¿Tienes una idea de quién podría ser? —Le preguntó con cierta curiosidad movida por la intuición y esperando que su amigo no volviera a retomar el tema de minutos atrás.
Taichi, con una sonrisa traviesa en su rostro, le pidió a Sora que narrara todo sobre el contenido del misterioso paquete. Aunque Sora no lo sabía, Taichi se divertía al tratar de imaginar las emociones que inundaban a su amiga en ese preciso momento, ya que él era el responsable del regalo
Primero, Sora abrió una bolsa de plástico que contenía una bolsa de papel con las siglas KFC.
—Es una cubeta de pollo frito —dijo, un tanto confundida.
Taichi, jugando a hacerse el desentendido, comentó:
— Algo curioso para regalar.
Sora continuó explicando:
—Debe ser una broma de Mimi. Está molesta por no pasar Nochebuena con Yamato, ya sabes, siguen peleados.
— Es una lástima —reflexionó Taichi—. Creo que hacen una bonita pareja.
—¿De verdad crees eso?
Taichi respondió como si no fuera la gran cosa:
—Sí. Ambos son guapos, así que supongo que sí. De todos modos, aunque mi hermanita demoníaca no hubiera hecho de las suyas, esos dos estaban condenados al fracaso. Se habrían matado una vez vieran que el otro estaba usando sus productos de belleza —Sora rió divertida—. ¿Qué más te trajeron? —quiso saber Taichi.
Siguiendo con su relato, Sora procedió a abrir una caja decorada con un lazo rojo. Con cuidado, deslizó la cinta y retiró la tapa, revelando un pequeño pastel de fresas y crema en su interior. Una sonrisa de complicidad se dibujó en el rostro de Sora, quien ahora estaba segura de que no se trataba de una broma de Mimi. Además, encontró una pequeña nota que revelaba al remitente: Taichi.
—Oh, Dios mío —dijo genuinamente sorprendida. Sora, intrigada por la forma en que Taichi lograba hacerle llegar estos presentes, cada vez más acertados, preguntó—: ¿Cómo te las arreglas para hacerme llegar estos regalos?
— Nada que una tarjeta de crédito y las ganas de hacerte feliz no puedan solucionar —respondió con su característico humor.
Sora no pudo evitar reírse conmovida.
—Eres un tonto, un tonto muy genial, Taichi tonto.
La risa emocionada del otro lado de la línea. El muchacho estaba complacido de haberla hecho sentir especial con sus detalle, de otro modo, Sora no estaría llamándolo de aquél modo tantas veces en una misma oración.
— Ok —burló—, creo que has rebasado tu límite diario de insultos hacia mí. Si vuelves a insultarme, te multaré: un beso por cada "tonto" que digas.
Si Taichi hubiera estado presente en ese momento, habría notado cómo Sora inflaba los mofletes en un pequeño arrebato de disgusto, aunque divertida, por supuesto.
—Eso no es justo. Es como cuando me dices "pelirroja o Sorita", lo digo como muestra de mi cariño hacia ti. ¿Y si también te multo?
—Sorita-Sorita-Sorita-Sorita-Sorita-Sorita-Sorita.
—¡Taicho!
—¡¿Qué?! Con gusto correría el riesgo siempre que la recompensa sea un beso.
—No dije eso. Quizás un puntapié sería más pertinente para ti.
—¿Serias capaz de hacerme daño?
Sora rió, estaba bromeando.
—Gracias por la comida y por el pastel —la forma que lo dijo hizo que Taichi se enterneciera.
— Solo digo que, si íbamos a tener una cita el 24 de diciembre, tenía que ser una cita del 24 de diciembre con todas las letras. [1]
—Me encanta, siento que estamos realmente juntos.
— La idea era cenar lo mismo para que fuera lo más auténtico posible.
En ese momento, no sabiendo qué más decir, Sora emocionada instó a Taichi a abrir el regalo que había llegado a su puerta unos días atrás. Con entusiasmo, recordaba le había dicho que esperara el momento adecuado antes de descubrir su contenido, y finalmente, ese momento había llegado.
Con una sonrisa en su rostro, Taichi comenzó a relatar paso a paso el proceso. Detalló que había sacado el paquete debajo de su cama y luego mencionó la bolsa que aún conservaba los sellos de la agencia de envío.
— Es alemana —comentó , admirando la habilidad de Sora para realizar compras desde Japón hasta Alemania.
—Sé cómo hacer compras en línea a larga distancia —respondió Sora con orgullo en su voz.
Taichi continuó desenvolviendo el regalo con cuidado, rasgando el papel de regalo con anticipación y revelando finalmente una pequeña caja blanca que contenía un suéter decorado con motivos navideños, con renos y árboles en tonos de blanco, gris y rojo.
—¡ Espero que en este momento tengas uno igual! —dijo, totalmente emocionado.
Sora no pudo evitar soltar una risa contagiosa:
—¡Ups! —exclamó—. Arruinaste la sorpresa… ¡claro que sí, tengo uno igual! ¿te gustó?
—Es lo más ridículamente cursi que he visto en mi vida. Y lo adoro.
Taichi no perdió tiempo y se puso el suéter de inmediato. Luego, tomó una foto y la envió a Sora, quien hizo lo mismo después.
La noche continuó con risas y conversaciones mientras Taichi y Sora compartían la experiencia de tener los suéteres navideños idénticos puestos y disfrutaban de una rica comida japonesa en vísperas de la navidad. Aunque la distancia física los separaba, se sentían más cerca que nunca gracias a estos detalles especiales y su conexión profunda.
Notas de autor:
El capítulo pasado fue el capítulo XX. Recuerdo que tenía pensado hacer esto mucho más corto, pero conforme pasaban las cosas, sentía que debía explicar y ahondar más para llegar a ciertos puntos. De todos modos, este es un fanfic más para mí que para otros, llenos de mis clichés favoritos, así que si eres de los que pone "este fic es infumable" pues, no te lo fumes y ya, seguro que en ff encontrarás algo mejor para leer.
Iba a comenzar con el viaje a Alemania, para dar cierre ya a este fic en esta tercera parte. Pero necesitaba hacer esto el 24 de diciembre, es un paralelismo a aquél fatídico capitulo que tanto mal nos hizo.
[1] En Japón la tradición es que el 24/12 las parejas salgan a un KFC a comerse un pollito y de postre un pastel de fresa y cremas.
Un capítulo sin Mimato, pero esta historia se centra en el Taiora.
Adrit y Maberth, gracias por los reviews. Creo que haré un Mimato en paralelo a este capítulo, pero no es seguro.
Bye,
G.
