。・。・。・我が魂は均衡を求める。・。・。・

Eran las nueve de la mañana cuando una molesta alarma desde la mesita los despertó. Ángela se escurrió entre las sábanas y apagó el reloj, bostezó parpadeando un par de veces los ojos hasta volver un poco en sí y después se desperezó, aún estaba desnuda así que volvió a taparse rápidamente por el frío.

Un pequeño movimiento a su izquierda le hizo girar la cabeza a esa dirección, una mata de pelo verdoso se asomaba por encima de la sábana. Se inclinó sobre el colchón y apoyándose en la almohada, dió un pequeño beso sobre la cabeza a su paciente.

-Mmmm… -murmuró él, aún dormido.

-Venga, hay que levantarse ya -pidió ella, murmurando casi en su oreja, pero con tono amable.

-No quiero salir de aquí, se está calentito… -se quejó Genji con un tono algo infantil, cosa que hizo reír a la doctora.

-¿No quieres disfrutar de tu último chocolate para desayunar? -preguntó Ángela, sabiendo su punto débil.

El hombre se giró hacia ella, con una mueca de molestia. Estaba completamente despeinado y le daba cierto toque de ternura.

-Eso es caer bajo, Ángela -protestó cruzándose de brazos pero luego la miró unos segundos y levantó las cejas agradado- Aunque bueno, con este despertar no me quejo…

-Voy a echar de menos esto… -murmuró ella mientras los dos se habían levantado ya de la cama y se habían comenzado a vestir para poder comer algo.

La mañana pasó tranquila juntos, en el desayuno Genji no había parado de soltar tonterías para animarla, le encantaba escucharla reír, pero cuando alguno recordaba lo de anoche, aún se avergonzaban un poco aunque fueran dos personas adultas. Después de aquello, los dos esperaron en el salón a la visita de la otra doctora.

Unos últimos minutos de paz, donde podían abrazarse sentados mirando la nieve caer afuera de la ventana, los últimos minutos de calma que podrían disfrutar hasta que todo diera un giro de 180 grados para la vida de ambos, la tranquilidad desaparecería de golpe al igual que había llegado.

La sonrisa de Ángela se esfumó cuando escuchó el timbre de la puerta principal, tragó en seco y se apartó de Genji para ir a recibir a Moira. Sabía que ambos tenían que actuar de forma profesional, pero aquella mujer era demasiado astuta así que poco podrían ocultar.

-Menos mal que abres, dios, me estaba helando aquí -protestó la científica al ver la tranquilidad con la que Mercy la había invitado a entrar.

-También me alegro de verte -murmuró la rubia, conduciéndola hasta el laboratorio donde esperaba Genji.

-Bueno, tampoco quiero perder mucho tiempo aquí, ¿Cómo está mi querido sujeto de prueba? -preguntó la mujer acercándose al susodicho en la sala.

Le hizo un rápido repaso con la mirada, asintió para ella misma, luego pidió a la otra médica los informes. Ella se lo entregó en mano el taco de hojas que había preparado. Moira pasó la mirada por el papel, leyó por encima sin prestar mucha atención, luego volvió a girarse a Genji, el papeleo no importaba si el experimento no había sido exitoso, pero frente a ella se encontraba el sujeto más exitoso de todos sus proyectos.

Le pidió que se retirase de nuevo la ropa, repasó con cuidado cada cicatriz, sobre todo la cirugía de la columna vertebral y el núcleo de su pecho, parecía convencida.

-¿Cómo son sus entrenamientos? -preguntó a la médica.

-Velocidad, fuerza, reflejos… -en su lugar había respondido Genji, estaba harto de que ignorase su existencia- He dominado todo.

-¿Cuánto tiempo tienes de autonomía? -siguió ella, esta vez sí se dirigía a él.

-Ocho horas a pleno rendimiento -respondió el ninja ciertamente orgulloso.

-Espléndido, ha ido mejor de lo que había calculado… -murmuró Moira apoyando un dedo en su mentón, pensando de nuevo en sus cosas, después se giró de nuevo a Mercy- Avisa a Jack, el chico se viene conmigo.

Ángela guardó silencio pero asintió a la orden de la pelirroja, se retiró de la habitación para realizar la llamada desde su despacho y preparar las cosas. Genji de nuevo se quedó a solas con Moira, cosa que le desagradaba.

-Te voy a dejar una cosa clara Shimada, en mi grupo de operaciones no quiero sentimentalismos ni duda -le anunció cambiando el tono de voz a uno bastante autoritario.

-Estoy perfectamente disciplinado, doctora -pronunció la última palabra con cierto rencor.

-No voy a opinar sobre lo que os traéis Mercy y tú, pero no quiero que afecte aunque sea indirectamente con Blackwatch… -siguió con sus amenazas, su mirada estaba fija en los ojos del ninja, la consideraba bastante intimidante.

-Descuide, no se me va a escapar nada -negó, su cuerpo estaba tenso por la situación.

-Bien, pues en unas horas te presentaré a nuestros "queridos" compañeros -Moira se había marchado también del cuarto con intención de llamar al agente de Overwatch que la había traído en avión, para que los recogiera a ambos en breve.

Genji se había vuelto a vestir tras la rápida revisión, esperó allí sentado hasta que fuera la hora de marcharse. No conseguía ordenar sus pensamientos, estaba nervioso porque allí empezaba una nueva etapa de su vida. Se sentía perfectamente preparado para volver a salir allí y realizar misiones, aunque prefería hacer todo solo, se preguntó qué clase de compañeros iba a tener en Blackwatch, aunque lo único que deseaba era que no fueran unos incompetentes, odiaba cargar con otros.

En los próximos meses pasaría a vivir de incógnito en pisos francos de todo el mundo, realizando tareas en secreto para Overwatch. No podría permanecer más tiempo junto a Mercy, pero la intentaría llamar siempre que pudiera para contarle todo, hasta acabar de saldar la deuda y volver con ella, seguía con la idea en mente de viajar juntos por el mundo.

Pero lo que Genji no había previsto era el gran cambio de personalidad que sufriría al entrar en aquella infame organización, las cosas que vería y haría modificarían su forma de ser a una completamente diferente. Aquella semilla de la duda había florecido finalmente, volvería a cuestionarse su propia existencia una vez más, pero está vez no contaría con la doctora para ayudarle. Está vez tendría que enfrentarse solo a sus enemigos, los físicos y los mentales.

Su alma se retorceria hasta límites insospechados, lo único que lo empujaría a seguir sería la sed de venganza con los asuntos de su familia. Cuando estuviese preparado, visitaría de nuevo Hanamura y haría pagar a todos y cada uno de los habitantes de su antiguo hogar. Primero comenzaría con Hanzo.

Ahora con su nuevo cuerpo, uno que no conocía ni el dolor ni el frío, podría vencerlo sin esfuerzo. Pero primero disfrutaría de hacerlo pasar por el mismo sufrimiento que él, quería escucharlo pedir clemencia cuando hubiera desmembrado alguna de sus extremidades, cuando se arrastraba sobre el charco de su propia sangre, o su cara de sorpresa y confusión al ver que el hermano al que pensaba haber asesinado había vuelto de la tumba a vengarse.

Se avecinaban tiempos oscuros para Overwatch y para todo el mundo, por desgracia nadie pudo evitarlo.

。・。・。・我が魂は均衡を求める。・。・。・

Genji partió de la casa de Ángela horas después, su despedida fue algo seca por la presencia de Moira, a la que le aburría verlos juntos. Mercy estaba algo preocupada, veía algo diferente en los ojos del ninja, pero allí no podía preguntarle. Le entregó un teléfono con su número guardado para poder ponerse en contacto siempre que pudieran.

Cuando se marchó, ella se quedó mirando en silencio el laboratorio donde había empezado todo, era momento también de marcharse. Su trabajo había acabado, Overwatch requería su presencia en la base de Gibraltar, así que en breve tomarla un vuelo para reunirse con el resto de compañeros.

Ángela había guardado en unas maletas metálicas el traje que usaba en sus operaciones en el campo de batalla. Ahora miraba la armadura con cierta nostalgia, habían sido dos años demasiado tranquilos, ahora debía volver a su antiguo trabajo como médica, sabía que los avances que había logrado en esos años iban a ayudar a muchos futuros pacientes cuando los pusieran en práctica en los hospitales.

En silencio agradeció a Genji, quien al fin y al cabo fue el primer sujeto voluntario en convertirse en un cyborg.

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