。・。・我が魂は均衡を求める。・。・

Había perdido la cuenta de las veces que los labios de ambos se fusionaron en uno solo, a estas alturas sentía las mejillas ardiendo por la mezcla de vergüenza y excitación.

La mano del ninja se había deslizado traviesa bajo el jersey de la doctora, ella sintió un escalofrío por el frío metal acariciando su fina piel. Ella suspiró, él le devolvió la sonrisa.

Genji la dejó sobre la cama con todo el cuidado y la delicadeza posible, como si fuera lo más delicado que hubiera tocado nunca, aunque sabía de primera mano lo fuerte y capaz que era.

Con esos ojos artificiales admiraba cada centímetro de sus perfectas facciones, nunca había creído en fantasías por la educación que tuvo, pero ella era tan hermosa que parecía sacada de un cuento, casi una princesa, se sentía afortunado de que fuera su nombre el que susurrase tras cada beso y caricia entre ambos.

Se había convertido en un monstruo, en una máquina de matar y a pesar de todo, ella lo recibió siempre con una sonrisa en su rostro, siempre amable, siempre cariñosa. Así supo que su lugar estaba a su lado.

Cuando era apenas un crío recordaba cómo su padre hablaba de lo maravillosa que había sido su madre, antes de fallecer por una trágica enfermedad. Y él se crió bajo esa idea que tenía sobre el amor, que en algún momento encontraría a alguien que te amaría a pesar de los defectos, que te comprendería mejor que nadie, con la que forjar un posible futuro.

El ninja no deseaba equivocarse al pensar que Ángela representaba aquella mujer para él, aún habiéndola abandonado, aún habiendo asesinado a tanta gente por el camino, aún siendo un ser despreciable, ella veía su lado bueno y lo sacaba a relucir completamente.

Junto a la doctora, se sentía lleno de dicha, una vida feliz que nunca había tenido pero siempre anheló. Ya era tarde para que se arrepintiera del rumbo que había tomado desde adolescente, pues todas aquellas acciones lo habían llevado al Genji adulto que era en esos momentos.

Además, quién en su sano juicio se arrepentiría de estar con semejante mujer.

Las consecuencias de dejar de lado la poca humanidad que aún tenía eran más que obvias, pero aunque fuera mitad máquina, sus sentimientos estaban intactos. Tal vez un poco de rencor por todo el sufrimiento y dolor aguantado por tantas operaciones y complicaciones hasta poder manejar su cuerpo tal y como había hecho siempre, pero Ángela no tenía opción, ella no deseaba verlo morir aún ni cuándo lo conocía personalmente.

Si había encontrado un sitio al que pertenecer, era como agente de Overwatch, ayudando a otros compañeros y sobre todo a la doctora con sus investigaciones. Ángela tenía una particular visión sobre la moral, siempre quiso ayudar a todo el mundo, había viajado a tantos sitios, a varios hospitales de campaña para atender a los heridos de las últimas contiendas en Rusia. Y ahora esos mismos valores los había heredado él, como si realmente fuera su alumno.

Necesitaba paz interior consigo mismo, necesitaba dejarse llevar para despejar la mente de todas esas cosas que le abrumaban, su hermano, su venganza, su familia… tal vez escuchar a Ángela suplicar susurrando su nombre le ayudaría.

Acomodó un poco mejor a la mujer sobre la cama, después descendió un camino de besos desde su mejilla, cuello, pechos, hasta su abdomen ahora descubierto, hábilmente había levantado la ropa con la mano sana, incluso el sujetador descansaba a un lado de la cama. Ella levantó las cejas en señal de sorpresa, él apretó los labios, no sabía si estar orgulloso de la habilidad que tenía desabrochando sostenes sigilosamente, tras eso volvió a su tarea.

Segundos después, el ninja miró de reojo a la mujer, que tenía los ojos cerrados y las mejillas rosas, los labios separados y con una mano agarraba las sábanas. Sus labios dejaron suaves muestras de cariño en línea recta hasta el inicio de su cadera, donde deslizó sus manos hasta el inicio de su pantalón para bajarlo con cuidado y rapidez. Ángela apenas había podido pestañear una vez, cuando se dio cuenta de que ya se encontraba vestida solo con unas bragas.

Genji se mordisqueó el labio mirando de forma traviesa aquella prenda, era encaje, luego miró a la doctora.

–¿Qué? –preguntó ella, levantando una ceja.

–Nada, nada… –respondió el ninja, riéndose por lo bajo.

Desde luego no esperaba que ella se hubiera puesto aquello con la esperanza de que él la volviera a ver así, volver a tenerla desnuda en la cama. Aquello era algo que ambos anhelaban, y aunque él ya no podría disfrutar del contacto físico, probablemente era el que más ansioso estaba por seguir.

–No sé si llamar a esto agradecimiento por salvarme… –murmuró Genji después de colocarse entre las piernas de ella, agachado.

La terminó de desnudar usando los dientes, bajando la tela hasta descubrir lo suficiente del monte de venus y la fina capa de vello púbico oscuro que lo cubría. Él, aunque aquello ya lo hubiera realizado otra vez, seguía admirando cada milímetro de la piel de su doctora.

La piel violácea de la vagina estaba algo brillante, señal inequívoca de que ella estaba excitada y había generado algo de lubricación de forma natural, además esto era bastante obvio porque incluso sus pezones estaban duros y no era por el frío precisamente.

Ángela no podía negar el deseo que tenía por volver a sentirlo dentro, la penetración no era lo que más había disfrutado con él pero el contacto, los gemidos de ambos, sentir el corazón acelerado, los cuerpos de ambos sudorosos, todo ese cúmulo de cosas la hacia sentir extasiada.

Genji había tenido tantas experiencias sexuales que era bastante habilidoso en todo lo que eso implicaba, pero con ella procuraba poner su placer por encima del propio, más ahora que su deleite iba a ser ver su cara avergonzaba y suplicando por más. Sin esperar mucho más, acercó la boca a los labios mayores de la vagina de ella, y con cuidado de no rozar sus dientes con aquella delicada piel, comenzó a lamer la zona. La doctora Ziegler apretaba las piernas, aprisionando su cabeza levemente, disfrutando de la sensación de su húmeda y cálida lengua sobre su clítoris, recorriendo en círculos por los labios interiores y bajando al agujero que llevaba al interior de su vagina.

Ella se retorcía un poco sobre la cama, su cadera se ladeaba, su espalda se tensaba y curbaba a partes iguales, comenzó a soltar suspiros, bajó una mano hacia la cabeza del ninja, enredando sus dedos entre las hebras oscuras, acariciando con cariño y suavidad el pelo.

Para llegar un poco más profundo con la lengua, Genji puso sus manos sobre las ingles de la doctora, agarrando su pierna y con el pulgar se ayudó para abrir un poco los labios y tener mejor acceso. Cuando pudo meter un poco más la lengua dentro de la vagina, la espalda de ella se tensó de golpe, arrancando un gemido suave.

–Oh dios mío Genji… –dijo por puro impulso– Tengo que salvarte más veces.

El ninja río, pero lo que estaba haciendo silenció su risa, aunque Ángela notó el aire caliente que salía de la boca del hombre, chocar contra su piel húmeda por la saliva y los fluidos.

Él volvió a lamer la piel que separaba la entrada de la vagina con el clítoris, desplazando un poco la piel hacia arriba para descubrir aquella parte tan sensible pero a la vez era lo que más la hacia disfrutar. Con cuidado, lo rodeó con sus labios y fue intercalando los lametones con sorbidas, ella estaba envuelta en una mezcla de sensaciones.

Sentía aquello tan mojado, tan húmedo, la sangre se le estaba acumulando abajo que incluso el clítoris se había dilatado un poco. A cada beso que le depositaba su amante en la zona, ella gemía más intensamente.

Genji quiso cambiar un poco la estrategia, se aparto un poco para poder conectar con sus ojos azules de nuevo, la doctora lo miró expectante. Con un gesto tranquilo el ninja se metió dos dedos de la mano sana en la boca y los envolvió con su propia saliva, la mujer sonrió un poco. Esto fue más para provocar su reacción, pues ella estaba tan húmeda que no necesitaba ayuda de otro fluido.

Con calma, los introdujo en su vagina, hasta hacer tope con la mano. Echaba de menos la sensación de calidez que desprendían las paredes de su zona íntima. Continuó con el movimiento de entrar y salir, moviendo un poco los dedos para seguir haciéndola disfrutar.

Y como su objetivo era hacerla llegar al orgasmo, volvió a pegar la boca contra su clítoris, masturbándola a la vez en ambas zonas. Aquello se repitió por varios minutos, Genji sentía la mandíbula agarrotada por tanto movimiento, pero no iba a parar hasta escucharla gritar.

Y tras unos segundos, en los que Ángela estaba en una especie de limbo de placer donde cualquier cosa la haría llegar a su límite, chocó de nuevo con la mirada oscura de él, apretó los muslos, sus manos se cerraron en forma de puño, su espalda se levantó un poco a la vez que abría la boca para liberar toda la tensión acumulada en forma de orgasmo. Cuando acabó de gemir, sus piernas aún tuvieron algún que otro espasmo, por lo cual Genji se apartó finalmente de la zona y sacó los dedos de su interior.

Ángela se incorporó sobre sus codos y se quedo mirando a aquel hombre, que aún se estaba limpiando sus propios fluidos de la barbilla y la boca, sin dejarle un segundo de reacción ya se había lanzado contra él para acabar fundidos en un largo y profundo beso, donde jugueteó con su lengua y pudo saborear los restos que quedaban de ella.

Después Genji se separo un poco, necesitaba respirar, sus pulmones aún eran humanos, pero los labios de ambos estaban casi rozándose. Una tímida lágrima se deslizó por la mejilla palida de la doctora, él la atrapó bajo su pulgar metálico, y la limpió mientras ella le devolvía una pequeña sonrisa.

–Eres asombroso, en todos los sentidos.

El ninja acaricio su mejilla, su rubio cabello suelto y desordenado.

–Te amo.

La mujer entrelazó sus dedos con su mano robótica, con cierto cariño.

–No dudes que yo también te amo.

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