。・。・我が魂は均衡を求める。・。・

La vida es injusta, siempre lo ha sido. Apenas se pudo saborear un poco de felicidad en aquella remota habitación de un hotel. Genji maldijo su suerte una vez más, cuando por fin había encontrado su paz mental junto a Ángela.

En apenas un segundo, todo lo conocido cambió. Tracer entró corriendo con el teléfono en la mano, con las últimas noticias en vivo. Un ataque a unas oficinas secretas en Venecia. Se había filtrado todo a la prensa, el grupo responsable: Blackwatch

El móvil de la doctora Ziegler sonó de inmediato, pero ella estaba pálida. Miró al ninja, miró a su amiga, y tomó el aparato con manos temblorosas.

–¿Sí? –respondió tragando saliva.

Ella sabía lo que se venía encima, conocía demasiado bien a la gente. La reputación de Overwatch había cavado su propia tumba hace años y Moira solo había dado el primer paso para enterrarlos a todos.

–Mercy, ven ahora mismo, reunión de emergencia –la voz de Winston fue clara y concisa, tras esto colgó.

Ella miró con visible preocupación a sus compañeros, debían partir de inmediato a la base de Gibraltar, pues habría que hacer un análisis de todo lo que Moira y sus aliados habían filtrado. Dentro de la base de datos de Overwatch estaba todo, todos los datos médicos, números, direcciones, familiares… de cada uno de los agentes. Si eso caía en malas manos, todos estarían en peligro.

Mercy lo sabía, Tracer también entendía el alcance de todo aquello. Genji había sido convocado junto a ellas, pues sus datos también habían sido robados, sobre todo lo ocurrido durante sus misiones en Blackwatch.

Aquello no era más que el principio del fin para Overwatch.

。・。・我が魂は均衡を求める。・。・

Hora y media de vuelo hasta la base donde se haría la reunión, hora y media de Tracer dando su particular monólogo para animar el ambiente más que deprimente. Ángela se había pasado la última media hora admirando las nubes pasar por el cristal de la ventana, Genji estaba en los asientos de atrás haciendo algo de meditación, ignorando el consejo de ponerse el cinturón por las posibles turbulencias.

La piloto suspiró después de su última pequeña broma, hasta ella estaba nerviosa y tensa, admiró la foto de Emily que tenía pegada a un lado del puesto de mando. Sonrió débilmente, hacía meses que no podía ver a su novia, la había prometido invitarla a una cena romántica, pero todo se había complicado tanto. Si de verdad todo se había filtrado, ella también estaba en peligro. Quería despejar dudas lo antes posible. Un toque en el hombro la despertó de su ensimismamiento, su amiga la miraba con una ligera sonrisa.

–Todo va a salir bien, Lena –dijo ella, la conocía tan bien, sus emociones eran fáciles de leer.

–Ojalá tengas razón, cielo –respondió la agente, asintiendo con su particular tono jovial.

El ninja las observó en silencio, también odiaba sentir esa incertidumbre pero era una persona mucho más serena que su yo adolescente. Sabía esperar pacientemente lo que les depararía en las próximas horas, estaba preparado para tener que pelear, proteger e incluso matar a quien se interpusiera en su camino de nuevo.

Sus ojos rojos brillaron cuando se cruzaron con la mirada azul de ella, las pronunciadas ojeras bajo las pestañas de Ángela dejaban ver una notable preocupación por todo lo que estaba pasando. Genji quería cruzar el puesto de mando, los escasos pasos que les separaban, para tal vez abrazarla y calmar la situación, pero ni él mismo podía ver el futuro.

Y todo empezaba a empeorar por momentos, sobrevolaban el mar Mediterráneo hacia la península, el viaje había sido sin excesivas turbulencias, hasta que la voz de Tracer anunció que estaban cerca. Tras acercarse a la costa, a lo lejos se veía una nube de humo que ascendía hasta las nubes. La piloto se colocó los cascos de nuevo y comenzó a llamar a la torre de control de la base, no le olía nada bien.

–¿Hola, hola? ¿Me recibe alguien? –insistía una y otra vez– Aquí Tracer, ¿alguien me puede confirmar que la pista está despejada?

Tras dos minutos, nadie respondió a la llamada. La joven agente se recolocó en su asiento y miró a su amiga.

–Creo que hay problemas, mejor preparaos… –avisó– Llegaremos en diez minutos.

Ángela asintió, se levantó y fue a la parte trasera del avión, donde guardaba su equipaje, el aviso de su compañera era claro, tal vez tendrían que pelear.

¿Contra quién?

Nadie lo sabía, ahora tendrían a tantos enemigos poniendo precio a sus cabezas, que había una posibilidad entre un millón de acertar.

Cuando Mercy cruzó el marco de metal que separaba la nave, Genji ya le esperaba al otro lado, apoyado en la pared con los brazos cruzados, sin querer notar preocupación.

–Me has asustado –dijo ella con una mueca.

Luego sacó su maletín y abrió el dispositivo con su huella dactilar. Tras un suave clack, un cajón de metal se abrió en varias alturas delante de la doctora. Miró con cierta nostalgia aquellas piezas metálicas de color blanco, luego fue sacando con cuidado los brazaletes para ir colocándose su armadura de valkiria, así era como siempre le gustó llamarla.

–Nunca te he visto en acción, al menos peleando –admitió Genji, levantando una ceja, observando como la doctora se había colocado la mitad del traje ya.

Aunque aquello pareciera un armatoste difícil de manejar, dicho metal era muy versátil, adaptado a cada parte de su cuerpo. Se estaba terminando de acoplar las piezas del pecho cuando miró al ninja con cierto cariño.

–Bueno, con esto puedo mover toneladas, cuando quieras te lo enseño –le guiñó el ojo a modo de broma.

–Estoy deseando que me cargues de nuevo, como aquella vez –murmuró acercándose lentamente a la doctora.

–¿Sí? –preguntó ella, colocándose los guantes con calma, luego se giró hacia el hombre– Estaba segura de que te había gustado…

Genji deslizó su brazo metálico por la espalda de ella, atrayéndola, la mano sana se posó en su barbilla para alzar su cabeza.

–Creo que me gusta cualquier cosa de ti, Ángela –susurró sobre sus labios, ella aguantó la respiración.

–Me encanta escuchar tus palabras, Genji, pero no puedo evitar estar preocupada, lo siento –le respondió, apartando la mano de su rostro, dando un paso atrás y mirándolo con pena.

–Cuando todo esto acabe, te prometo que nos iremos de vacaciones, lejos, muy lejos de los problemas…

La doctora asintió con una pequeña sonrisa, luego se giró hacia otro maletín del suelo y lo levantó sin esfuerzo, colocándolo junto al otro que ya estaba vacío. Cuando lo abrió, la caja metálica se iluminó con un par de leds del halo blanco que se encontraba acomodado a uno de los lados. Pero lo ignoró, tomó las dos piezas grandes con forma de alas y las terminó de acoplar en su espalda con un suave clack.

El ninja ya tenía la pieza final entre sus manos, ella agachó un poco la cabeza como si fuera una corona lo que le estaba colocando, y él le puso con suavidad el halo.

–Ahora si que pareces un ángel –río– Aunque para mí siempre lo has sido, mi salvadora.

–Aun me siento mal por haber implicado trabajo con mi vida personal, pero no me arrepiento –le contestó.

–Todos tenemos nuestro deber, y tú haces el tuyo de forma asombrosa, Ángela –negó, lo que fuese bien visto moralmente o no, le daba igual.

La tomó de los hombros con suavidad y le sonrió, pero esta vez fue una sonrisa sincera, aquella que tanto echaba de menos ver en el rostro del ninja. Sus artificiales ojos habían perdido ese brillo característico pero seguía siendo la misma persona.

–Gracias Genji, eres muy amable conmigo… –se encogió un poco bajo su tacto– Estos meses estuve revisando unas mejoras a tu armadura, si quieres cuando todo se calme le echamos un vistazo.

–Sigo echando de menos esas noches en las que me contabas cosas de tus estudios y nos tomábamos juntos una taza de chocolate caliente –susurró el ninja, dejándola un poco de espacio.

–Bueno, estás invitado a mi casa siempre que quieras…

Una turbulencia interrumpió su alegre conversación, Ángela se agarró como pudo a la pared hasta que la nave se enderezase de nuevo y poder volver al puesto de mando. Allí estaba Tracer con cara preocupada, mirando a todos los botones que tenía delante, pulsando algunos, girando el mando, luego miró a la doctora.

–Tenemos un gran problema, no puedo acercar más la nave.

Una nube de humo negro cubría la totalidad del cristal de la nave, solo se distinguían algunas lllamas a lo lejos. Tracer intentaba hacer un aterrizaje de emergencia pero sin visibilidad era complicado, desconocía si estaba sobre la pista o en algún tejado.

–¡Deja la nave aquí, bajamos nosotros! –le gritó Mercy, ajustando su cinturón, con su peculiar pistola en la mano.

Genji estaba a su espalda, la compañera asintió apretando los labios pero accedió. Ambos se marcharon a la parte de atrás esperando el momento en el que se abriera la escotilla.

–Agarrate fuerte si no quieres acabar hecho chatarra –le avisó la doctora, colocándose unas gafas de aviación para protegerse los ojos.

El ninja asintió, apretó su mano y ambos se lanzaron al vacío.

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