。・。・我が魂は均衡を求める。・。・
En aquella amplia estancia se sucedía un breve duelo de miradas entre ambos hombres. Los ojos marrones de Hanzo intentaban discernir algo sobre aquella superficie metálica que reflejaba su sorpresa.
–¿Quién te envía? –Genji no contestó a las preguntas de su hermano, más bien observó en silencio cada movimiento y gesto que éste hacía.
Otra flecha rompió el aire y acabó clavada en una columna. El ninja seguía andando hacia su hermano con total calma, pero éste se iba enfureciendo por momentos.
–Te haré hablar, entonces –respondió el arquero al silencio sepulcral que inundaba la sala.
Cuando Genji pisó el tatami, tuvo que girarse un milímetro a la derecha para esquivar otra flecha a ras de su armadura.
–¡No te creas tan listo! –exclamó su contrincante, dando unos pasos hacia atrás mientras estiraba la cuerda colocando tres nuevas flechas sobre ella.
Cerró un ojo y soltó el dedo, de nuevo acabaron clavadas en el suelo, pero aquel misterioso personaje estaba intacto y seguía caminando hacia él.
Se asustó, Hanzo se sentía como un animal acorralado, no llegaba a comprender la velocidad de aquel ser para ni haberlo visto esquivar aquello. Si ni siquiera su vista era fiable, solo tenía una única opción.
-No te acerques más, monstruo –ordenó, dando más pasos hacia atrás, en dirección a una escalera cercana que lo conducía a un pequeño porche, se sabía el sitio de memoria.
Genji no dijo nada, tenía el brazo preparado para sacar sus shurikens por si hacía algún movimiento inesperado, pero su sorpresa fueron sus palabras. Ambos habían llegado ya a la nueva estancia, que daba al aire libre y corría una pequeña brisa agradable.
–No me importa pelear contra asesinos que quieren mi cabeza –se sinceró su hermano– Pero esta noche no…
El ninja apretó la mandíbula, incluso Hanzo había sentido esa tensión en el aire. Preparó otra flecha, lentamente tensó el arco mientras no perdía de vista al enemigo.
–Sé quién eres, Hanzo Shimada –se atrevió a hablar Genji por fin, pero su voz sonaba robótica bajo ese amasijo de metal– Y sé que cada año vienes a este castillo a rendir homenaje a tu hermano Genji, al que tú mismo asesinaste.
El arquero entrecerró los ojos y ladeó la cabeza– ¡Tú no mereces si quiera pronunciar su nombre, escoria a sueldo!
Lanzó la última flecha directa a su cabeza, con total seguridad de que le golpearía, pero el ninja desenvainó su espada con tanta habilidad como rapidez. En un abrir y cerrar de ojos la fina madera del pequeño arma había sido partida hábilmente por la mitad, cayendo ambas mitades sobre el suelo de madera.
–Hoy solo uno de los dos saldrá vivo de aquí, y pienso ser yo –respondió como última amenaza antes de cargar su arco de nuevo, su mirada se había tornado sombría.
Genji esperó pacientemente. El brazo de su hermano comenzó a lucir azul, sonrió para sus adentros, era el momento. Respiró hondo, hasta sentir el tope de sus pulmones.
–¡Que el dragón devore a mis enemigos!
Una luz envolvió la figura de su hermano y se tornó en forma de la cabeza de un dragón asiático, a la vez que lanzaba su última flecha.
El enorme ser místico se lanzó a por Genji, pero éste giró rápidamente su espada continuando con la danza.
–¡Probad el acero del dios dragón!
Una pequeña luz verde envolvió su katana, la oscuridad de la noche fue bañada con la presencia de los dragones gemelos reunidos una vez más. Genji condujo el suyo hacia el de su hermano y ambos desfilaron con calma y al mismo son, cruzando el aire en silencio, para luego desaparecer progresivamente hacia la posición de Hanzo.
El hombre cayó sobre su propio peso, su trasero golpeó la madera con un ruido seco. Si boca estaba abierta, sus ojos sorprendidos como nunca.
El ninja aprovechó el momento para abalanzarse contra él, la afilada hoja de su arma reflejaba perfectamente el cuello de su pariente. Hanzo cerró los ojos y aceptó su destino.
–Cuánto tiempo, hermano… –dijo el hombre, apartándose finalmente, envainando el arma.
–No… -murmuró anonadado, negando con la cabeza aún un par de veces– ¡Mi hermano está muerto. Lo maté con mis propias manos!
Genji suspiró una vez, luego llevó sus manos a la parte de atrás de su casco, desencajándolo de su cabeza sin dificultad. Una vez con el rostro descubierto, se miraron de nuevo.
–Dios mío, ¿en qué te has convertido? –balbuceó el mayor, lleno de dudas al ver la escasa piel sana de su cara.
–Hice lo necesario para sobrevivir –respondió a sus palabras con total calma.
El ninja por fin sintió algo de serenidad en su corrompida alma. Pensó que algo dentro de él reclamaba alguna especie de venganza por lo que pasó aquella noche, pero fue tan distinto. Él era otra persona, había madurado tanto como había cambiado su cuerpo.
–He hecho las paces conmigo mismo. Tal vez algún día tú también puedas.
El silencio interrumpió de nuevo en la estancia, pero la calma duró poco, pues cierta presencia volvió a transportarse a la ubicación de su amigo, estaba preocupada porque Genji llevaba un rato sin dar señales de vida.
–Menos mal que sigues de una pieza –se quejó Kiriko, apoyando una mano sobre su hombro– ¿Ya arreglaste todo?
La kunoichi miró a Hanzo, que estaba igual de asombrado que ella de su presencia.
–Oh, pues creo que todo bien, ¿no? –preguntó ella encogiéndose de hombros y mirando a los hermanos.
–Lo siento mucho, Kiriko –se disculpó Hanzo haciendo una pequeña reverencia con la cabeza– Lamento no haber estado aquí cuando tu familia me necesitó.
La mujer se acercó al arquero y le dió un sincero abrazo, algo que el hombre no se esperaba para nada después de todo lo que había sucedido.
–Lo importante es que ahora estáis aquí conmigo, como en los viejos tiempos –murmuró ella en su oído, luego se apartó.
–¿Hacéis las paces ahora o vamos a tomar un ramen al puesto de la esquina? –sugirió ella para intentar rebajar la pequeña tensión que aún había en el ambiente– Madre mía, es que me muero de hambre.
Genji no pudo evitar reírse, pero asintió convencido del plan, también tenía un poco de hambre, y no le venía mal tener un poquito de rato de relax.
。・。・我が魂は均衡を求める。・。・
La noche estaba siendo relativamente animada. Hanzo tomaba su cuenco de ramen con calma, sin embargo, Kiriko a su lado lo devoraba con ansia. Los fideos que desbordaban de sus palillos en un intento de ser comidos.
–Cuando jugaba a las recreativas, creía que el doble salto era muy poco realista. Qué joven e ingenuo era… –siguió contando Genji, su amiga le prestaba toda la atención del mundo.
Hasta que la notificación de su teléfono cortó toda la conversación que estaban teniendo. El ninja tomó su móvil rápidamente, pensando que sería algún mensaje de su maestro, pero se equivocaba.
Ha despertado.
El rostro del joven había cambiado totalmente, no sabía cómo se veía actualmente pero tenía ganas de llorar, aunque para su desgracia hace mucho que había perdido esa habilidad humana.
–¿Todo bien? –preguntó su hermano, lo observaba de reojo, pese a los años en los que no se habían visto lo conocía demasiado bien.
–Más que bien –sonrió mientras se levantaba tras dejar su cuenco ya vacío sobre la mesa de madera y un billete para pagar todo– Pero debo irme. Ha sido un placer volver a comer aquí todos juntos… Espero poder reunirnos de nuevo pronto.
Y el ninja desapareció en un parpadeo antes de que Kiriko pudiera reprochar algo. Se giró hacia su acompañante y siguió comiendo– No te marches tu también, por fa…
-Descuida –rió el arquero, tomando de un trago el vaso de sake que había pedido antes.
。・。・我が魂は均衡を求める。・。・
