REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! De vuelta con una nueva actualización.
- Lin Lu Lo Li: ¡Y al fin llegó el día! Y qué bueno que te esté gustando y ciertamente, la tensión entre Kagome e Inuyasha puede añadir un toque intrigante a la historia. ¡Parece que la noche promete ser interesante y llena de sorpresas! ;) ¡No leemos!
- Carli89: ¡Hola! Sí, a veces, su actitud puede ser irritante :) Sería interesante ver a Kagome establecer límites con ella. Me estás dando algunas ideas ;) jaja ¡Gracias por leer! Y espero que este nuevo cap. te guste.
- Guest: ¡Hola! Me da gusto que te siga gustando la historia :3 ¡Gracias por leer!
Perdón por no subir nada en la semana, estuve en semana de exámenes y de hecho aún no termina, pero me di un tiempo para traerles una nueva actualización, así que ¡Disfrútenla!
Y ya sin más ¡Gracias a todos por leer y darle una oportunidad a esta historia! ¡Y gracias por sus reviews! Eso me motiva a seguir escribiendo :) Nos vemos...
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 18.
El caluroso ladito en mis mejillas terminó por delatarme. Tuve que desviar la mirada en un acto desesperado por salvar la poca vergüenza que me quedaba.
–¿Por qué tienes que decir eso justo ahora? – dije tratando de sonar normal.
–¿No eras tú la que dijo que querías que te aceptara también como mujer?
–Sí, pero… yo…
Me tomó del mentón solo para que pudiera apreciar su perfecta sonrisa.
–Te ves hermosa.
Sonreí.
–Gracias, y tú no te ves nada mal – confesé evaluándolo de pies a cabeza.
Para ser honesta lucía perfecto dentro de ese traje impecable.
–Te traje algo – soltó mientras se dirigía a la salida solo para entrar con una caja entre sus manos.
–¿Qué es? – cuestioné curiosa.
Lo vi ponerlo sobre la cama.
–Por qué no lo ves por ti misma.
Me animó a acercarme y a ver de qué se trataba. Cuando abrí la caja mis ojos no podían creer lo que estaban viendo.
–Inuyasha… esto es… – solté con la voz entrecortada y viéndolo a los ojos – Pero ¿cómo?
–Mi Reina merece una corona digna de ella.
Tomó la corona de mi madre entre sus manos solo para mostrarme que era completamente real lo que veían mis ojos.
–Aquel día le prometí a tu madre que te cuidaría como si se tratara de mi propia vida y eso haré.
–Mi madre…
–Sí – calló mis pensamientos mientras me soltaba el cabello – Estoy seguro de que a tu madre le hubiera encantado que dejaras lucir tus ondas.
Sonreí con tristeza mientras ayudaba a liberar mi cabello del peinado.
–Mucho mejor – declaró – Ven.
Me guio hasta quedar frente al espejo nuevamente y la imagen que vi de mí misma, esta vez sí me fascino. Levantó la corona y la puso sobre mi cabeza no sin antes sonreírme desde el espejo.
–Dentro de poco serás la Reina de Lothar.
–Y tú serás el Rey – recalqué.
–Sí, pero nadie viene a una celebración solo para ver la cara del Rey, sino a la hermosa Reina que tiene a lado.
Volteé no sin antes regalarle una sonrisa.
–Tengo algo más – Buscó en su bolsillo y sacó la perla de Shikon – Todo esto ya te pertenecía, solo te lo estoy devolviendo.
–No – dije firme – Me estás dando mucho más de lo crees.
Acarició suavemente mi mejilla con su mano.
–Déjame ponértelo.
Me recogí el cabello para dejar libre mi cuello. Inuyasha se tomó su tiempo y cuando la perla por fin estuvo en su lugar lo escuché soltar todo el aire que se había esforzado en contener.
–Todo está listo en el gran salón, solo faltamos nosotros.
–No se supone que tú tendrías que estar esperándome allí – reñí.
–Prefiero entrar contigo, nuevo Rey, nuevas reglas – dijo engreído y yo negué son más.
Me ofreció su brazo y yo lo tomé de inmediato. Caminamos en dirección al gran salón y cuando escuchamos la presentación oficial las puertas se abrieron dejándonos entrar.
La ceremonia fue corta, a pedido de Inuyasha, solo hacía falta la gran pregunta en cuestión. Ambos nos miramos y tomados de la mano, uno frente al otro, esperamos.
–Príncipe Inuyasha ¿Aceptas a kagome Higurashi como tu legítima esposa, para amarla y respetarla, en los días radiantes y en las noches oscuras, en la abundancia de momentos felices y en los desafíos que el destino pueda presentar, y prometes, con todo tu ser, serle fiel hasta que la muerte los separe?
–Sí, acepto – respondió firme.
–Kagome Higurashi ¿Aceptas a Inuyasha Taisho como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en los días llenos de luz y en las noches oscuras, en los momentos de alegría abundante y en los desafíos que el destino pueda presentar, y prometes, con todo tu ser, serle fiel hasta que la muerte los separe?
Sonreí.
–Sí, acepto.
–En este momento y ante todos nosotros, yo los declaro unidos en matrimonio. Que vuestro amor sea fuente de fuerza y alegría a lo largo de vuestras vidas. Que encuentren en el otro apoyo en los momentos difíciles y compañía en los momentos felices. Ahora pueden sellar este compromiso con un beso, el símbolo de un amor que crecerá con el tiempo y superará cualquier obstáculo.
Y así será, pensé mientras buscaba la calidez de sus labios.
Los aplausos no se hicieron esperar y con ello la presencia de Toga se hizo presente. Con ayuda de Sesshomaru se puso frente a nosotros y tomó la palabra.
–Queridos amigos.
Todo el salón guardó silencio. Toga aprovechó para levantar una copa de vino.
–Hoy, con alegría y confianza, paso la corona a mi hijo Inuyasha y a su amada esposa Kagome. En ellos veo la promesa de un futuro brillante para nuestro reino. He tenido el honor de servir como vuestro rey durante muchos años, y agradezco sinceramente el apoyo que me han brindado a lo largo de mi reinado. En Inuyasha y Kagome, veo no solo a mis sucesores, sino también a dos almas valientes y comprometidas con el bienestar del Reino de Lothar. Les pido que los apoyen en esta nueva etapa de nuestra historia. Que esta transición marque el comienzo de tiempos prósperos y unidos para todos. ¡Salud!
–¡Salud! –respondieron todos al unísono.
Miré a Inuyasha y él hizo lo mismo solo para atraerme hacia él y dejar un beso sobre mi frente. La música empezó y antes de ir por nuestro primer baile de esposos, Toga le entregó su corona.
–Gracias padre – dijo conmovido – Gracias por confiar en mí esta gran responsabilidad. Espero honrar tu legado y trabajar incansablemente por el bienestar de Lothar.
–Estoy convencido de que así será hijo.
Toga me miró y asintió con una gran sonrisa dibujada en su rostro.
–Es hora de que abran la pista con su primer baile de esposo – Nos animó.
Asentimos y juntos nos dirigimos al centro del gran salón. Nos movimos al ritmo de la canción, felices al disfrutar de la mirada del otro.
Cuando el sol estaba por ocultarse, la ansiedad de Inuyasha se sintió en el ambiente. Mientras lo veía hablar con personas que supuse que eran nobles, me fui acercando a él.
–Tranquilo… – le susurré al oído.
Inuyasha dejó de hacer lo que estaba haciendo solo para girarse hacia mí.
–Qué bueno que llegaste. Vámonos.
–¿Qué? – dije confundida.
Me tomó de la muñeca.
–Con su permiso, pero mi esposa y yo ya nos retiramos – Se despidió del resto para dirigirnos hacia la salida.
–Inuyasha – Apareció Sesshomaru del otro lado de la puerta.
–Ahora no tengo tiempo Sesshomaru, lo que sea que quieras decirme será hasta mañana. Ahora hazte a un lado.
Sesshomaru no se movió, al contrario, sentía que no quería hacerlo. Inuyasha lo miró desafiante una vez más y justo cuando creí que se lanzaría sobre él, este se hizo a un lado.
Seguimos por nuestro camino y una vez dentro de la habitación, lo vi cerrar la puerta con llave.
–Eso no es necesario – dije acercándome a él.
Pero se hizo a un lado para ir hacia la ventana y recibir desde ahí la noche. Yo vi como un par de orejas se asomaban por su cabeza y por tercera vez lo vi convertirse en un demonio.
–Inuyasha…
–No tiene que ser esta noche – Se giró y buscó mis ojos con desesperación – Kagome si deseas puedo pasar la noche en otra habitación.
–No – Di un paso hacia él y lo vi retroceder – Quiero pasar la noche con mi esposo.
–Sí, pero no en esta forma tan desagradable.
Esta vez caminé hasta quedar frente a él.
–Inuyasha, tú no lo ves, pero ante mis ojos eres hermoso.
–Kag…
–Pero entiendo, por eso mandé a traer esto.
Saqué de unos de los cajones de la habitación el Kotodama no Nenju.
–¿Y si no funciona? – Fue él quien soltó nuestros miedos.
–Eso lo veremos ahora.
Levanté las cuentas y el bajó su altura para que pueda ponerlo en su cuello. Una vez listo, un brillo parpadeante adornó la habitación, cerré los ojos involuntariamente y una vez que los pude abrir, sus ojos me veían con sincera preocupación.
–Inu…
–Funcionó – declaró y yo asentí mientras recorría su cabeza en busca de aquellas orejas.
–Sí... – musité – No puedo creer que haya funcionado.
Me tomó de la cintura y reclamó mis labios con cariño, cariño que luego dio lugar a la pasión. Nos entretuvimos robándonos el aliento el uno al otro hasta que sentí que mis piernas no soportarían mi peso por más tiempo.
Me tomó entre sus brazos y me dejó sobre la cama. Aprovechó para quitarse las prendas superiores y dejar al descubierto su perfecto torso. Rápidamente mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso y aquello lo hizo sonreír aún más. Bajó su cabeza para robarme un beso fugaz.
–No tienes idea de lo hermosa que luces cuando te sonrojas.
Nuevamente volvió a reclamar mis labios. Sus manos recorrieron con sumo cuidado cada detalle de mi cuerpo aún cubierto por el vestido. Se detuvo al llegar a un botón y sonrió entre el beso solo para soltarlos uno por uno.
Cuando lo consiguió se separó de mí y me miró con un profundo amor. Al ver que Inuyasha no tomaría la iniciativa, fui yo quien terminó por quitarse completamente el vestido y aún bajo la escasa luz todavía sentía vergüenza.
–¿Estás segura de esto? – Su voz no fue más que un susurró.
–Sí, estoy completamente segura. Creo que lo estuve desde la primera vez que te vi a los ojos.
–Me porté como un idiota esa noche.
Pegó su frente contra la mía y yo aproveché para rodear su cuello con mis brazos.
–No te lamentes, esta noche es la que importa.
Nuestros labios volvieron a unirse y nuestros corazones se hicieron uno. Sentí su peso sobre mi cuerpo e instintivamente me aferré a su melena plateada. Nos mantuvimos así, entre roses tortuosos y gemidos bajitos, hasta que mi cuerpo no pudo resistir mucho más.
–Inuyasha… por favor…
Recibí un gruñido ronco de su parte.
–Inu… – Ahogué un quejido al sentir que estaba a punto de cumplir mi ruego.
Sus ojos me miraron en busca de mi aprobación y yo solo pude exigir sus labios con desesperación. Lentamente lo sentí apoderarse de mi cuerpo y hacerse dueño de este. Entre jadeos empezamos a disfrutar el uno al otro.
Cada caricia, cada beso, todo quedaría grabado en mi memoria, pero estaba dispuesta a compartirlos solo con Inuyasha. Dentro de poco sentía que moría entre sus brazos, el calor que nos envolvía era tanto que creí que arderíamos en llamas.
–Kagome… – soltó al borde del delirio.
–Inuyasha…— dije de igual forma, besó mis labios y cuando se separó aproveché para tomarlo de las mejillas – Te amo.
La sensación de liberación que vino después terminó por nublar nuestras mentes. Ambos terminamos llenos de sudor y entre jadeos me acercó hacia su cuerpo. Mientras recuperamos el aliento lo sentí dejar pequeños besos sobre mi cabeza, hasta que de pronto algo terminó por alterarlo.
–¡Kagome! ¡Kagome! – exclamó sacudiendo mi cuerpo.
–¿Qué pasa?
Lo escuché soltar un suspiro y de inmediato me atrajo hacia su cuerpo mientras nos cubría entre las mantas.
–Por un momento pensé que…
Guardó silencio y levanté la cabeza para buscar sus ojos.
–¿Qué fue lo que pensaste? – insistí mientras recorría con las yemas de mi mano el Kotodama no Nenju que aún colgaba en su cuello – ¿Que había muerto?
Sentí el temblor sobre su cuerpo.
–Estoy aquí Inuyasha – Traté de calmarlo – Mírame, si funcionó.
Me abrazó y dejó un beso fugaz en mis labios.
–Ahora lo sé. Y me alegra que sí haya funcionado, porque después de esto dudo mucho que quiera salir de esta habitación, por lo menos dentro de un mes.
Sonrió coqueto mientras volvía a reclamar mis labios sedientos.
Continuará...
