Muchas gracias por estar ahí, ChrisWolvShy, esperando a que por fin escriba algo.
En cuanto a Fake Crash, también creo que no es malo, y en este fic sólo está como espía.
Qué bueno que te va gustando la conspiración; quería agregar más cosas a la historia de Crash Team Racing.
Muchas gracias por leer:
Capítulo 15
Laboratorios de N. Gin abandonados
Como no se sabía cuándo se iba a realizar la siguiente carrera, cierto ciborg tuvo que fabricar sin descanso los dispositivos que impedían que Oxide tomara el control de los karts, así no se repetiría el sabotaje de la vez pasada. Fue un duro trabajo contrarrestar la tecnología de ese extraterrestre, pero finalmente, él lo tenía todo listo antes de que ocurriera el nuevo evento. Incluso, había tiempo para probarlos y en la que se intuía que sería la próxima pista, mas no pudo llegar a instalar para todos los suplentes; solamente a los corredores oficiales más uno. Por supuesto, hubo una gran discusión sobre quien de los suplentes se iba a quedar con esa protección, y esto ocasionó que Uka Uka regañara al inventor, culpándolo de armar revuelo. El científico solucionó el problema designando con resignación a su reemplazo, mientras que él iría a infiltrarse en la nave espacial. Por su velocidad y facilidad de desconcertar a esos dos hermanos héroes, el condenado a ser espía eligió a Fake Crash para que tomara su lugar y ya se alejaba para completar su misión, arrastrando los pies. Con la gracia de un robot, él metió en un bolso lo que llegaría a precisar y, antes de irse de su cuarto, había alguien en la puerta.
—Quizá encuentres algo interesante en ese lugar —comentó el brujo, entre serio y enojado.
Él estaba a punto de decirle algo como respuesta, sin embargo, sólo bajó la vista y esquivó al oscuro ser para retirarse; no hacía falta hablar, ya que de nuevo oyó sus pensamientos. A la vez que él pensaba que pronto sería su final, no llevó como transporte a su vehículo morado, sino que optó por algo volador: el jet pack. Así pudo volar hasta la isla donde se ocultaba ese sujeto de tan raro aspecto, en la misma isla desértica donde también estaba el Cañón Dingo, la Arena de Tiny, y el Coliseo Derrape. Recordar esos lugares y otros también, le hizo prestar atención a lo mucho que esta aventura había avanzado, y que pronto terminaría, quizás. No se podía saber si el invasor cumpliría con su palabra, o las cosas se pondrían peor, por ahora, había que concentrarse en el presente y no ser detectado por las cámaras alienígenas. Luego de aterrizar en una zona algo lejana de dónde provenía la señal (de la nave, intuía), él creyó que era mejor seguir a pie y se topó con una notable y extraña construcción en medio de un cañón. Era obvio que no ingresaría por la compuerta metálica pintada con la cara del bicho...
—¡Vamos, ya es hora! —una fuerte voz interrumpió su calma, su reposo bajo el calor del sol.
—¡Despierta, hermano mayor! —al abrir los ojos, se encontró con su hermana y su guardián.
Crash se levantaba de a poco, con movimientos torpes y, cuando se despabiló, quiso saber a qué se debía tanto alboroto, aunque ya lo imaginaba: había que competir, otra vez. A pesar de sentir algo de dolor y cansancio, el equipo de Aku Aku fue tan rápido como podía al punto de encuentro. Después de la tele-transportación al Castillo de Cortex, observaron que cerca estaban las chicas de los trofeos y las saludaron con alegría. Entre ellos, ya se trataban como buenos amigos, dando lugar a charlas no relacionadas con este cruel juego, aunque a veces, Coco preguntaba cosas hipotéticas. ¿Qué pasaría si alguien ganaba dos llaves, o qué ocurriría si alguno hiciera trampa? Esas eran algunas de sus preguntas en que las cuatro ayudantes no tenían una respuesta clara y, por suerte, el cuestionario fue interrumpido por la llegada de la pandilla de villanos. Al lanzarle la mirada de odio de bienvenida, la pequeña rubia vio que no estaba cierta persona y los demás también lo notaron al oír que la nueva pista se llamaba los "Laboratorios de N. Gin". Ella, sin ningún temor, se acercó y preguntó dónde estaba ese loco y odioso rufián de misil en la cabeza; el médico fue quien la enfrentó y le dijo con desprecio:
—¿Por qué te metes siempre en donde no te llaman? —la pregunta la hizo enfurecer, que le sujetó del ropa para querer golpearlo; el otro ya le apuntaba con su arma de rayo—. Si tanto quieres saberlo, por fin lo maté a golpes y me quedé con su llave... No dejaré que me ganes.
—Doctor Cortex, ¿eso es cierto? —preguntó Megumi preocupada, llegando justo para parar la pelea, así también como sus hermanas—. No creo que eso esté permitido, ¿no es cierto?
Las miradas acusadoras de las féminas lo estaban doblegando, y tras una pausa sin decirles nada, él reveló enfadado que ese idiota no quería ir y punto. A ellas no les resulto suficiente esa explicación y fue ahí donde se interpuso el verdadero líder del N Team, comentando que esta vez al ciborg estaba con un dolor de cabeza, mayor a lo acostumbrado. Eso parecía muy convincente, hasta que su gemelo le cuestionó por qué no intentó curarlo con sus poderes, a lo que aquel se excusó diciendo que justo tenía que ir a esta carrera. Como ellas no querían perder más tiempo, decidieron comenzar de una vez, así que ellas guiaron a los jugadores y demás escaleras abajo, aunque por un camino diferente al anterior. Mientras se acercaban a una cortina metálica, la máscara bienhechora le hablaba en voz baja a la hermana de Crash, y de repente, ella se detuvo con un grito de furia. Al parecer, el ser de madera averiguó qué sucedió realmente con el ausente y lo que se proponía hacer en la nave espacial, con lo que la artista marcial actuó rápido para impedirlo. Ella improvisó un plan que ya puso en marcha.
—Pura, ven conmigo; Polar, toma mi lugar —ordenó sin rodeos y dio media vuelta para irse.
—¿Qué pasó? —preguntó Isabella regresando, tras ver que la muchacha se marchó apurada.
El hechicero no sabía qué contestar, hasta que se le ocurrió decir que ella estaba indispuesta y no podía correr así; las organizadoras se convencieron con rapidez y continuaron adelante. Frente a la entrada de los laboratorios, una de ellas accedió un código por un teclado y ahí sí todos pudieron avanzar, hasta encontrarse con una línea de meta en el suelo. Aquellos cinco pilotos se ubicaron con cuidado, puesto que ya se encontraron con algo peligroso: había una profunda caída a un costado del estrecho suelo de metal. Ni bien se dio la orden de largada, el piso volvió a traer problemas, con sus desniveles al ser de placas remachadas, y también las paredes, con sus ángulos rectos. Así era, ellos tenían que ir por una porción de laberinto metálico y, quien se desviaba demasiado, le esperaba una caída hacia una piscina de aguas tóxicas. Había que moverse con agilidad y lo suficientemente rápido como para cruzar hacia el otro lado por medio de una rampa. Hubo otro tramo de curvas cerradas y más rampas de nuevo, hasta llegar a un lugar cerrado que conducía hacia un túnel en descenso. Al no haber otra opción más que ir por allí, los corredores fueron y vieron que el piso los estaba llevando.
—Apártate, Bandicoot —gritó el único humano en el reto, porque el tubo no era muy ancho.
—Lo siento, jefe —se disculpó Fake Crash, sonando de verdad arrepentido si bien, al final, él carcajeó porque sabía que no se refería a él, sino a su primo, el héroe arruinador de planes.
Al salir todos del túnel, una curva angosta de rejilla metálica conectaba este con un tramo de entrada rectangular que, en seguida, los guiaba a un pequeño salto al vacío. Eso no era nada en comparación con lo que había adelante: una constante caída de barriles gigantes sobre la pista. El único escape era ir hacia los costados, hacia una delgada zona segura que los ponía a salvo de ser aplastados, por un lado, y de hundirse a las aguas tóxicas, por otro. Tras dejar atrás esta trampa mortal, había más todavía cuando estaban subiendo por unas rampas, con forma de espiral recto, teniendo en el medio un abismo sin ninguna contención para evitar la caída. Otra cosa que también aterraba, mucho más a los mutantes, fue la presencia en aquel espacio del pozo de una máquina similar al rayo Evolvo: con una punta cónica, envuelto por un espiral, apuntando hacia abajo. Por suerte, este sólo parecía ser una clase de decoración, sin embargo, quienes estuvieron bajo el efecto del rayo, les llegó un recuerdo doloroso. Con Neo aprovechándose de la confusión, tomando la delantera, los demás volvieron en sí, y al acelerar en una senda recta, los sorprendió tener que doblar hacia una rampa hacia la nada.
—¡Woah! —exclamaba el marsupial dormilón, sintiendo la adrenalina al bajar varios metros.
—Esto va a doler —decía con terror el médico mientras iba cayendo y dudaba si pedir ayuda.
En general, los karts (incluso estos con modificaciones para resistir) no tenían suspensión, es decir, que el chasis era muy rígido y las sensaciones al volante eran directas e intensas. Y fue entonces que no había escapatoria ante el impacto contra el suelo duro, y fue muy chocante no sólo para aquel humano debilucho. Tras el brusco aterrizaje y un incontrolable rebote, los participantes tenían que continuar, y debían hacerlo sobre un piso con grandes agujeros en diferentes zonas, tan amplios como para que alguien se cayera por allí. Con tantos estorbos por todas partes, no había otra opción más que ir lento y maniobrar con cuidado, también al cruzar por un delgado puente tras una curva. Si bien esto no duró demasiado: la paciencia se perdía al querer dejar a los otros atrás y, durante unas rampas hacia arriba, todos aceleraron y descubrieron que ya dieron la primera vuelta. Ahora la situación era seria porque ya sabían que, en cualquier momento, iniciaría una batalla campal, buscando tomar ventaja por todos los medios posibles. Aunque ese era el plan, era complicado usar un arma cuando había que prestar más atención a los obstáculos; era peor caer o chocar, y así lograr justo lo contrario.
—Toma ya —se oyó rugir a Tiny, antes de entrar al túnel, justo donde había un tramo recto.
—¿Tenías que usarlo justo ahora? —se quejó el bandicut de cejas y dientes grandes, porque el espacio se reducía todavía más, al tratar de no tocar el escudo azul del tigre de Tasmania.
Todos trataban de mantener la distancia ante ese problema: unos optaron por hacerse aun más a un costado y otros bajaron la velocidad, mas eso último no funcionaba porque el túnel los estaba llevando. A pesar de los regaños por parte de sus compañeros, indicando además en quedarse quieto, el musculoso secuaz buscaba que los enemigos activaran la explosión de ese campo de fuerza, especialmente, él quería que fuera Crash quien volara por los aires. Al final lo consiguió, por más que el estrecho canal finalizara y usara también su turbo, el chico no pudo escapar del ataque insistente, no obstante, sí se salvó de caer al vacío. Su amigo, el osezno, se sintió muy mal al no poder hacer nada para impedir eso, y se motivó a vengarse de aquel despiadado sujeto. En seguida, el leal esbirro se arrepintió de malgastar su arma al reencontrarse con los barriles gigantes, y peor fue la pena que sintió cuando Polar lo chocó para que se desviara, justo cuando venía el cilindro aplastante. Antes que ocurriera lo peor, el fortachón saltó hacia un costado y luego vio cómo su vehículo color verde amarillento se iba junto con ese gran objeto rodante hacia el abismo. Ahora él no sabía si iba a recuperarlo.
—Con eso aprenderá a no poner en riesgo a sus camaradas —murmuraba Uka Uka enojado.
—Bueno, aprendió su lección. Ahora deberías ayudarlo —le aconsejaba su hermano gemelo.
—¿Y derrochar el único escudo mágico en él? Buen intento, hermanito —dijo burlonamente.
Con uno del N Team dado por perdido, la responsabilidad de ganar recaía en los dos que aun seguían en camino, y la presión los volvió más agresivos. En lugar de usar sus armas, ellos se inclinaron por dar empujones, debido a la gran cantidad de agujeros y bordes al precipicio, y como siempre, la víctima de los ataques era el último ganador. Ya sea para que él no sumara más puntos y también para darle un castigo por los anteriores encuentros; esto más lo hacía el doctor, como una venganza para que nadie se burlara de él. Ya sucedieron tres peleas y el mismo resultado: su fallido experimento y casi general de su ejercito salió victorioso, y ahora iba a hacer lo imposible para quedar en la instancia final. Él ya estaba presintiendo que iba a enfrentarse contra su mayor enemigo de nuevo, así que tenía que ganar para que se pudiera cumplir. A partir de la última vuelta, el asunto se agravó para el héroe, quien recibió el golpe de la esfera de energía, que ocasionó también que rebotara y cayera en un pozo. Su amigo y guardián le salvó de sumergirse en las aguas tóxicas, y ya se preparaba para usar el escudo.
—¿De verdad quieres que ayude a Polar? —preguntó Aku Aku escuchando los pensamientos del mutante callado, con lo que aquel le respondió afirmando con la cabeza animadamente.
—¿Pero qué te pasa, oso? Ya déjame en paz —gritaba Neo quien estaba siendo perseguido.
Cuando la máscara bondadosa alcanzó a su otro aliado, este se encontraba amenazando con su escudo a ese casi calvo de piel amarilla, hasta que al final consiguió dar en el blanco. Él no tuvo tiempo como para pedirle que no fuera muy vengativo, y sólo le aviso que se preparara porque irían tras Fake Crash. Ni bien el osito asintió, una energía multicolor lo envolvió y, en el golpe de velocidad, había alguien igualándolos: era el brujo oscuro llevando al hombre de barba. Se libró entonces una carrera explosiva, compitiendo por quien rebasaba al bandicut de rasgos exagerados, el cual miraba de reojo con pánico por lo que le estaba acechando. Ya a punto de saltar por la rampa al vacío profundo, la magia se acabó y ocurrió un desastre en el último segundo. A pesar de que uno de ellos quería evitarlo, fue el otro quien le chocó de forma intencional, y el contacto de ambas fuerzas mágicas hizo que ambos hermanos fueran expulsados con violencia. No sólo ellos salieron despedidos, sino también aquellos pilotos, y con distintas consecuencias: el pequeño tuvo más suerte, sólo quedó a un costado de la vía, a la vez que el científico se salvó por poco, mas su kart cayó al foso; tardaría en recuperarlo.
—¿Y ahora qué haré? —se preguntó él, notando que era inútil esperar a que apareciera por arte de magia, así que optó por dar unos pasos más allá para encontrarse con cierta persona.
—Quizá debería retirarme —murmuraba el raro marsupial, saliendo debajo de su automóvil.
Cortex enfurecido le ordenó que se diera prisa por ganar, a su vez que él haría lo posible por demorar al original. Y dicho y hecho, el médico saltó sobre el vehículo de su gran némesis no más para hacerle perder el control y más aun al aferrarse al volante. Como extrañaba tener en su mano su arma de rayo (si la tuviera, no iba a ser necesario hacer semejante atrocidad), y ni le importó si estaba rompiendo las reglas o no. El chico silencioso se llevó tal susto al ver de repente a ese lunático, que dejó de acelerar y trató de ver el camino que una gran cabeza le obstaculizaba. Por fortuna, el joven tenía más fuerza para torcer el volante y así seguir con la marcha, aunque con una velocidad más baja, y viendo que su plan no funcionaba bien, ese polizón se bajó del coche. Mientras se arreglaba después de salir del auto, el humano se fue con calma hacia la meta, observando que no todo estaba perdido, y sin pensar qué fue de su transporte rojo, él siguió a las chicas de los trofeos hacia afuera, hacia el podio en la terraza.
—Esta vez, sucedieron cosas fuera de lo normal —comenzó diciendo Isabella, una vez todos reunidos—. Pero como Oxide no avisó nada sobre descalificar a alguien, debemos continuar.
—Bien, el tercer premio es para… —habló Ami en voz alta y con mucho ánimo—. ¡Tiny Tiger!
—En el segundo puesto tenemos a… —fue el turno de Liz para hablar y sonando más dulce—. ¡Polar! Quien le da sus dos puntos a Coco Bandicoot, por ser su reemplazo en el día de hoy.
—Finalmente, el ganador de la pista "Laboratorios de N. Gin" es… —anunció Megumi en voz alta, si bien se oía algo tímida—. ¡Fake Crash! Quien le da sus puntos a N. Gin, por sustituirlo.
Al escuchar su nombre, el triunfador llegó al podio de un salto, recibió su premio y se puso a bailar de una forma extraña, que los demás no sabían si reír o avergonzarse. Entre tanto iba pasando eso, el osito se reunió con el resto de su equipo, mostrando en el rostro apenas una leve sonrisa por no haber conseguido el primer lugar. Su mejor amigo le dio un fuerte abrazo diciéndole con eso que no debía preocuparse, y lentamente fueron a casa, sin embargo, una cosa les estaba faltando. ¡Coco! ¿Qué habrá pasado con ella y Pura? Aku Aku podía averiguar ya cómo estaba, no obstante, él quería dejar primero a sus compañeros a salvo en N. Sanity. Su plan fue frustrado por ellos mismos: le hicieron saber que era más importante saber si se encontraban bien o no, así se podría enviar ayuda. El guardián les propuso que lo esperaran en la plataforma transportadora, porque sólo él daría un vistazo rápido y, si había peligro, los refuerzos llegarían pronto si se tele-transportaban. Como respuesta, los muchachos de pelo naranja y blanco asintieron y, en pocos segundos, el brujo se esfumó dejando algo de humo. Sintiendo la presencia de la joven, él se apareció cerca de ella, en un lugar que no conocía.
