Neji salió del baño cuidadosamente, cerciorándose de que no hubiera nadie. Necesitaba asegurarse de que nadie los había visto entrar y salir de manera tan sospecha. No necesitaba una escena fácil de malinterpretar. Ya afuera se despidió de su prima y salió de la mansión sin decirle a Hinata su destino. Bueno, no es como si él necesitara avisarle a dónde iba o qué hacia.

Hinata se despidió con una tímida reverencia. Ahora que lo pensaba bien, era muy tarde para ir a solucionar asuntos burocráticos, incluso para verse con amigos… tal vez iba con Tenten.

Últimamente había notado que el interés de la chica por Neji había aumentado. No perdía la oportunidad de preguntarle a Hinata por los horarios de él para, casualmente, coincidir en la salida, tomar las mismas clases o cruzarse en los pasillos. Además, Neji comenzó a preparar almuerzos más pequeños porque Tenten había tomado la extraña costumbre de llevar almuerzos como para dos personas y, claro, necesitaba ayuda.

No era ciega, sabía que su primo provocaba suspiros en varias chicas. Cuando Neji practicaba taijutsu en el patio, no eran pocas las que se asomaban desde sus salones para ver al ninja hacer sus magníficos movimientos.

Y ahora que lo había tenido a centímetros mientras atendía sus chupetones, se dio cuenta que tenía facciones muy atractivas, como una barbilla desafiante, el pequeño hueso de la garganta delicadamente marcado o sus largos y blancos dedos. Era extraño que no tuviera ya una novia…

Sacudió la cabeza, no tenía derecho a pensar en la intimidad de alguien más cuando la suya era un desastre. Se dirigió a su habitación con la fortuna de no encontrar a nadie en el camino.

En su cama, ya con la delgada pijama de seda puesta, no pudo evitar tocarse los pechos. Recordó que estuvo a milímetros, literalmente, de perder la virginidad con el amor de su vida. Pero, francamente, aunque la escena era como siempre la imaginó, con él sobre ella, en la habitación del chico, con decenas de caricias mutuas, de noche y con las tenues luces de la calle filtrándose por la ventana y rebotando en el cabello de ella, no se sentía emocionada ni excitada.

Si bien por Temari sabía que la incómoda desfloración no era precisamente fácil, la mayor siempre destacó la paciencia y amoroso trato de Shikamaru, que hicieron que el importante momento de la pareja fuera amoroso y tierno para ambos…

Sus pensamientos frenaron de golpe.

Ese era el problema, que no eran pareja.

Era la amante de Naruto. La situación no era precisamente de romance y ternura. Al contrario, Naruto quería satisfacer en ella otro tipo de sensaciones. Para romance y promesas de amor tenía a Sakura, la mujer que decidió presentar ante todos como su novia.

Hinata era sólo un gusto que el rubio decidió otorgarse. No había más. Él se lo dejó claro en cuanto le hizo la petición de cara y sin titubear.

Y ella, tímida y siempre menospreciada, creyó que era su única oportunidad. No era su culpa, fue lo que aprendió resultado de una infancia dolorosa: "Tómalo o déjalo, recuerda que no puedes aspirar a más porque… eres tú". Igual que cuando fue degradada de próxima lideresa a simplemente un miembro más de la primera rama: "Tómalo o déjalo, recuerda que no puedes aspirar a más porque… eres tú, Hinata".

Cubrió su rostro con las sábado y lloró. No se sentía mal por Naruto, y la verdad es que se sentía avergonzado de no sentir remordimiento por Sakura. Era por ella, seguía sin aprender la lección. De pronto un miedo se coló en su corazón: ¿Y si Naruto la dejaba porque no podía satisfacerlo?


Neji entró en el primer izakaya que encontró, pidió una botella pequeña de licor de arroz. No acostumbraba a beber alcohol, pero precisamente esa noche sintió la necesidad de despejar su mente de una manera más fácil.

Estaba francamente sorprendido de ver a su prima llegar a la mansión de esa forma. Con el cuello amoratado, el fleco despeinado, las calcetas mal puestas y la corbata desanudada. No podía mentirse, sintió un ligero molestar al darse cuenta que Hinata ya no era una niña pequeña, sino que ya era una mujer, con todo lo que eso implica, como los deseos.

Pero… ¿con quién podría haber estado? Era imposible que ella hubiera accedido a estar con otro hombre que no fuera su adorado Naruto. Impensable que se abalanzara a los brazos de alguien más que no fuera el ruidoso chiquillo que desde niña la hacía suspirar.

Ahora el Uzumaki tenía novia y francamente no creía que dejara a Sakura para iniciar una relación con su prima. No porque Hinata fuera menos que Sakura, sino porque en el corazón no se manda, y si él ya estaba enamorado locamente de la pelirrosa, no había razones para concluir eso.

Pero… ¿y si el hombre que profanó el cremoso cuello de Hinata sí había sido Naruto? Costaba creerlo, pero era precisamente el amor que Hinata le profesaba lo que podría haber nublado su juicio.

Terminó de un trago su bebida, sopló el aliento alcohólico para evitar la quemazón en la garganta.

No, lo último que podría pasar era que su recatada prima aceptara ser una amante. Hinata no era así, debía pasar algo más.

Justo en ese momento, una prostituta vestida con un entallado qi-pao color lila se le acercó. Era delgada, con un generoso pecho, cabello oscuro y largo, labios regordetes y rosados. Reparó en sus ojos, los cuales eran oscuros, pero no le molestaron del todo. Neji sintió su entrepierna palpitar, pero francamente nunca se había visto en la necesidad de pagar por sexo y aunque la mujer le despertaba algo, no caería en la tentación en ese momento. Al verlo dudar, la joven le echó los brazos al cuello y le dio un beso en cuello para susurrarle una oferta, pero Neji se las arregló para controlarse, despedirla, pagar la cuenta y salir.

Miró la luna, blanca y brillante, se alcanzaban a notar sus característicos cráteres oscuros. Oscuros, como marcas moradas en el virginal y delgado cuello de una mujer. De nuevo sintió un cosquilleo en el vientre bajo.

Se encaminó de nuevo a la mansión con una sola imagen. El suave cuello de su prima que alcanzó a rozar sin querer al acercar la compresa fría.