Capítulo: X

No había mucho sitio dónde parar entre Kakariko y Ciudad Goron, ya que no mucha gente vivía cerca de la Montaña de la Muerte ya que era algo inhospitable para hylianos. Después de conducir casi todo el día, haciendo paradas en gasolineras para poder estirar las piernas o comer aunque fuese un sándwich rancio de gasolinera, decidieron parar en un hotel en mitad de un pueblo que encontraron en la carretera nacional de la región de Lanayru, un pueblo cerca del pantano de Lanayru.

El dependiente del hotel no les hizo mucho caso a los hylianos, ni si quiera les pidió una identificación o algo para verificar que fuesen mayores de edad, algo que ambos agradecían puesto que no querían que más personas estuviesen cerca de reconocerles. El dependiente del hotel prácticamente les tiró las llaves en la cara, frunciendo Link el ceño ante aquello, para luego comprobar el número en el llavero y subir hasta la segunda planta de aquel viejo hotel.

Al abrir la puerta al menos Zelda se sintió aliviada al ver que las habitaciones estaban limpias. La habitación tendría una cama matrimonial, con grandes cortinas oscuras cubriendo la gran ventana que daba hacia el aparcamiento, y una puerta que daba hacia un baño privado. También habría una televisión en una mesita frente a la cama y el mando estaría encima de una de las mesitas de noche. La princesa simplemente suspiró, tirando las mochilas al suelo para así sentarse en la cama, mientras que Link se tiró en esta agotado después de haber estado conduciendo en esas horribles carreteras todo el día.

-Bueno…-murmuró la princesa, mirando levemente toda la habitación.-Al menos ya no estamos escuchando las quejas de Impaz…

Ambos soltaron una pequeña risa al soltar la princesa aquello. La verdad es que en aquel mes que estuvieron en Kakariko se habrían acostumbrados a los constantes reclamos y quejas de la anciana sheikah. Aun así, el ambiente estaba algo más callado que de costumbre y aunque no era incómodo, no sabían qué hacer exactamente.

-Me ducharé primero.

Escuchó vagamente a Link decir eso mientras este desaparecía dentro del baño, ante lo que la princesa decidió asentir para luego recostarse en la cama y simplemente se quedó mirando el techo de la habitación. No le gustaba estar distraída, porque su mente vagaba por varios pensamientos que la atormentaban: su reino, su padre, Impa, su poder sagrado, e incluso su relación con Link… No es que lo último la atormentaba, pero sí la distraía de otros asuntos y no podía evitar quedarse pensando hasta altas horas de la noche aún cuando dormía entre los brazos del héroe. Vale, fue de ella la decisión dejar que pasara un tiempo, pero llevaban prácticamente dos meses de conocerse, casi dos meses desde aquel beso en el tejado del rancho Lon Lon. Y aunque sí se sentía más cercana a Link, era verdad que es ese tiempo creyó que lo sería aún más pero con todas las responsabilidades y también con lo distinto que se sentía Link, difícilmente podrían abrir su corazón al otro y hablar.

Cuando Link salió de la ducha con su cabello mojado y ya vestido otra vez, Zelda se adentró al baño para hacer lo mismo. Se miraba al espejo y la verdad, es que ya no se reconocía a sí misma. Su cabello, cuidado semanalmente por un peluquero, estaba desastroso y a veces se le caía del estrés. Su piel, antes perfecta sin ninguna imperfección debido al skincare rutinario que realizaba cada mañana y cada noche, ahora tendría algún que otro pequeño grano en su frente y dos horribles ojeras adornando sus ojos. Estaba también más delgada y pálida, su ropa era sencilla y vieja puesto que ni si quiera era suya en primer lugar si no de otras chicas. Miraba al espejo y no veía a Zelda, princesa de Hyrule. Veía a una chica, una chica al borde del colapso mental teniendo el peso de un reino en sus hombros. A veces, y más frecuente de lo que le gustaría admitir, soñaba con acabar con su sufrimiento. Esperaba que las diosas le perdonasen por tales pensamientos, incluso Hylia, pero a veces miraba la Espada Maestra e imaginaba acabar su dolor con ella, o incluso con la pistola que tendría Link escondida en la mochila y que creía que Zelda no sabía de su existencia. Estaba mal pensar así y lo sabía, pero no podía evitarlo. Sabía que su salud mental estaba muy deteriorada, pero no era la única, notaba que Link ya no era el mismo de antes y supuso que se debía igual a eso.

Se dio una larga ducha, reflexionando en todo aquello que sentía. Sentía el agua caer por su cuerpo desnudo pero no hacía nada, solo se quedaba cabizbaja pensando, como si el agua le ayudase a aclarar sus ideas. Suspiró, para así acabar de ducharse y volver a ponerse su ropa. Salió del baño con la toalla enrollada en su cabeza, mirando a Link seriamente ver la televisión, sin lograr descifrar lo que le ocurría.

-¿Todo bien?-preguntó Zelda mientras se sentaba a su lado, atrayendo la atención de Link.

-Ganondorf ha declarado la ley marcial en Hyrule y decreta ser el único líder autoritario en el reino.-respondió Link apagando la televisión, más aún después de ver el rostro decaído de la princesa.-Lo siento, quería ver qué decían de ese imbécil en las noticias…

Zelda simplemente negó, dando a entender que no se disculpase, suspirando mientras se quitaba la toalla del cabello dejando caer su largo cabello rubio. Link por otro lado no estaba convencido ante aquello, pero se sentó detrás de la princesa para así secar con dulzura el cabello de esta. Aquel gesto sorprendió a la princesa, quien no dijo nada simplemente sintiendo las manos de Link entre sus mechones. Y era cuando volvía la cercanía entre ambos y volvía a sentirse en paz, volvía a estar en su hogar y se volvía a sentir segura. Como si la Trifuerza del valor de Link le transmitiese un poco de ese valor que él mismo tenía.

-No quiero pensar en el reino esta noche…-murmuró Zelda, sorprendiendo a Link ante aquello.-No quiero pensar en el reino, ni en Ganondorf, ni en la Trifuerza…-se giró lentamente, para así quedar cara a cara con Link y elevar su mano hasta acariciar la mejilla de este.-Solo quiero tener una noche tranquila, contigo…

Link no dudó ni un segundo más y antes de que la princesa pudiese añadir algo más, Link tiró de ella para así acabar abrazándola y ocultar su rostro en el hueco entre el cuello y la clavícula de la chica. Extrañaba su cercanía y aunque dormían todas las noches juntos, no era lo mismo que sentirla entre sus brazos aún despiertos mientras se juraba a sí mismo que jamás dejaría que nada le pasase. ¿Cómo una persona que conocía de tan solo dos meses se habría vuelto tan importante para él? ¿Cómo estaba dispuesto a dar su vida solo por protegerla? Podían llamarlo loco, a lo mejor lo estaba, pero le daba igual. Desde que la conoció, había sido Zelda. En su mente solo estaba Zelda.

Acabaron recostados en la cama, aunque aún en la misma posición. Zelda acariciaba dulcemente el cabello de Link, jugando con los rebeldes mechones de este. Parecía que Link no se peinaba realmente pero no le quedaba mal, al final acababa dándole un aire despreocupado y rebelde que Zelda no iba a negar, la volvía loca. Link simplemente no la soltaba, como si tuviese miedo de que al hacerlo, la princesa se desvaneciese de sus brazos. ¿Pero qué era lo que pasaba en la mente de Link?

-¿Cómo es tu familia?

Link se sorprendió al escuchar esa pregunta, elevando la mirada hasta encontrarse con los ojos azules y la leve sonrisa de la chica. Pensó durante un par de segundos, para luego relajar su semblante y volver a esconder su rostro en la posición en la que estaban.

-Mis abuelos… Son abuelos cariñosos, nunca nos ha faltado de nada desde que vivimos con ellos.-empezó a contar el hyliano.-Digo, siempre hemos tenido problemas económicos, pero siempre han hecho su mayor esfuerzo para que vivamos despreocupado por eso… Mi abuelo es un jefe muy estricto, siempre me regaña cuando me quedo dormido en el trabajo.-al escuchar aquello, Zelda no pudo evitar reír al imaginarse la escena y a Link, aunque no le gustaba que se burlasen de él, no pudo evitar sonreír tranquilo al haberle sacado por fin una risa genuina a la chica.-Mi abuela no, siempre nos consiente y es la mejor cocinera de todo el pueblo. ¡Deberías probar su sopa de calabaza! Siempre le he dicho que debería montar un restaurante, aunque dice que ya está mayor para eso… Cuando vayamos a Ordón, haré que te prepare sus mejores platillos, ella te adoraría.

Zelda sonrió enternecida al escuchar aquello. Nunca tuvo abuelos cariñosos, de hecho no recordaba si quiera a sus abuelos paternos y a sus abuelos maternos no los veía con frecuencia antes de la muerte de su madre y mucho después de eso. Le gustaba imaginarse yendo a Ordón de visita con Link, siendo mimada por la familia de su… Bueno, de Link. ¿La tratarían como una princesa o a alguien más de la familia?

-¿Y cómo es Aryll?-preguntó la princesa.-¿Es tu hermanita, no?

Link asintió con una sonrisa. De tener allí su teléfono, le habría enseñado todas las fotos que tenía con su familia, en especial con su hermana. Se enorgullecía mucho de su hermanita, era lo único que le quedaba después de todo. Y tenían la mejor relación de hermanos del mundo. Por más que se molestasen mutuamente, siempre estaban allí el uno para el otro.

-Es un demonio a veces.-dijo Link sin tratando de aguantarse una pequeña risa.-Pero es mi hermanita, la adoro. Es muy inteligente, creo que estudiará veterinaria o a lo mejor algo relacionado a los animales… Todas las mañanas me despierta tirándome agua en la cara y todas las mañanas la persigo por toda la casa. Cuando era más pequeña yo la ayudaba a arreglarse para la escuela y no es por alardear, pero soy un experto haciendo trenzas.-aquello le sacó otra risa a Zelda, imaginándose a Link haciendo trencitas a una niña pequeña. La verdad era una imagen casi increíble de imaginar después de haberlo visto clavándole una espada en el ojo a una araña gigante.-Aryll te adoraría, siempre ha querido una hermana mayor…

Zelda se sorprendió ante aquello, más aún cuando Link se separó para poder mirarla mejor, ambos incorporándose en la cama.

-¿Una hermana mayor?-preguntó confusa, a lo que Link asintió mientras suspiraba y sentaba apoyando la espalda en el cabecero de la cama.

-Siempre ha envidiado la relación de Romani y Cremia.-respondió Link, como si mirase hacia el techo.-Y cuando salí con Malon ambas eran muy cercanas, de hecho creí que la prefería antes que a mí… Sé que cuando todo esto termine y la conozcas, Aryll te adorará.-acercó su mano izquierda a la mano derecha de la chica, para así acabar tomando esta y acariciándola con su pulgar.-Y más aún al ver lo importante que eres para mí…-las mejillas de Zelda adquirieron un leve rubor, desviando la mirada para que Link no notase aquello. No sabía qué responder, siempre se volvía débil ante las dulces palabras de Link y aunque quisiese corresponderlas, no sentía que era el momento indicado.-Aunque si te soy sincero… Me siento bastante culpable.-aquello volvió a atraer la mirada de Zelda, quien miraba cómo Link se quedaba cabizbajo.-Desde que murieron mis padres nunca nos hemos separado… Iba a ser mi primera excursión fuera de la ciudad y Aryll estaba nerviosa, incluso me hizo unos sándwiches para el viaje y yo le prometí que vendría antes de que se diese cuenta… Y mira, ya han pasado dos meses… Ni si quiera sé si la volveré a ver…

Zelda no pudo evitar soltar un par de lágrimas al escuchar aquello. Link era un buen hermano mayor y por cómo hablaba de su hermanita, se notaba que la adoraba. Se sentía culpable. Toda esa estúpida leyenda, Hyrule, Ganondorf, ella… Todo habría contribuido a que Link se viese obligado a separarse de su familia y ponerse en peligro. Seguro que de saber en todos los peligros en los que Link se veía metido, la familia de este la odiaría, todo lo contrario de lo que Link decía. El hyliano estaba absorto en sus pensamientos cuando de pronto escuchó unos leves sollozos, sorprendiéndose al ver a la princesa llorando. Rápidamente acunó su rostro, sin saber qué hacer más que limpiar las lágrimas de esta con sus pulgares.

-Deberías odiarme…-dijo Zelda separándose levemente y desviando la mirada en un intento de calmarse.-Deberías odiarme, porque te he separado de todo… Te he separado de tu familia, de tus amigos, de tu vida… Te he separado de todo por una guerra que no te involucra… Y estás aquí… Diciéndome cosas que soy importante para ti…-volteó a ver al héroe nuevamente, con sus ojos cristalinos aún por las lágrimas dejando a Link mudo.-¿¡Por qué no puedes ser egoísta?! ¡Ódiame!

Link seguía callado, mirando a la princesa con una mueca dolorosa, para así tomar su mano y tirar de ella, sentándola en su regazo y acariciando su espalda en un intento de reconfortarla.

-¿Por qué sigues empeñándote en lastimarte de esa manera…?-preguntó Link en un susurro de voz, una voz dulce que lograba calmar a la princesa pero a la vez le daban aún más ganas de llorar.-Tú no me has obligado a nada, Zelda… Yo acepté… Yo acepté mi destino y no me lo pensé dos veces… Y si tuviese la oportunidad de elegir otra vez, volvería a aceptar dejarlo todo atrás y seguirte hasta el mismo infierno si es necesario…-aquello hizo que Zelda soltase un gemido ahogado sorprendida, más aún al notar el rostro de Link mirándola fijamente con esos afilados ojos azules.-Zelda… Jamás he sentido que he pertenecido a ningún sitio… Ni en mi casa, ni en el instituto, ni en Ordón en general… Hasta que te conocí a ti…-elevó su mano, para así acariciar la mejilla de la princesa quien se acurrucó en la palma de su mano.-Y si antes de ir a esa excursión a la ciudadela alguien me avisase de que todo esto pasaría, créeme… Volvería a elegir este camino una y otra vez… Porque por fin, siento que estoy en casa…

La princesa no lo aguantó más y al escuchar esas últimas palabras, se fundió en un apasionado beso con su héroe de sudadera y capucha verde.


Después de aquello decidieron salir de la habitación para tomar un poco de aire fresco, alegando Link que le vendría bien dar un paseo para así tener la mente clara. Habrían acabado en una pequeña zona del hotel donde habría una piscina y varias luces dentro de esta. El agua le transmitía serenidad a la princesa, por lo cual se recostó en una de las tumbonas y cerró los ojos respirando ya más tranquilamente. Link habría desaparecido del sitio hacía unos quince minutos, alegando que ya volvería, y para cuando abrió los ojos se encontró al héroe con dos vasos de fideos instantáneos y dos tenedores.

-¿De dónde conseguiste eso?-preguntó Zelda curiosa mientras se incorporaba, a lo que el héroe simplemente sonrió.

-Había una tiendita en la recepción, me dejaron usar el microondas y todo.-respondió con una sonrisa, tendiéndole los fideos con sabor a pollo.-Te traje este, no sabía si te gustaría el picante.

Zelda miraba asombrada el vaso en sus manos. Habría escuchado hablar de ellos, pero jamás los habría visto en persona obviamente. Todas sus comidas eran preparadas por el chef del castillo, da igual a qué hora del día o qué antojo tuviese. Sí, muy de niña rica y mimada, pero tener todas aquellas nuevas experiencias con Link se le hacía encantador. Realmente no había otra persona con la que querría compartir eso.

-Pues es la primera vez que pruebo uno.-dijo la princesa con una sonrisa, sorprendiendo al héroe quien la miró emocionado.

-¿De verdad?-preguntó Link sin creérselo, a lo que Zelda asintió.-¡No me lo puedo creer! Te has perdido de uno de los mejores placeres del mundo. ¿Comer fideos precalentados de un vaso en un microondas? Lo mejor del mundo. Cosas que te has perdido por vivir en tu castillo.

Zelda negó entre risas, para así enrollar los fideos en su tenedor y probar un bocado. La verdad es que era un sabor raro, ¿muy artificial tal vez? Pero no le desagradaba, tampoco estaba bueno, pero había algo en esa comida que la reconfortaba. O a lo mejor era por la compañía que tenía a su lado, a su héroe cuidando de ella y compartiendo un momento tan íntimo juntos.

-No es de las únicas cosas que me he perdido.-respondió Zelda con una sonrisa.-¿Sabes que nunca me he podido quedar a ver una escena post créditos en el cine?-al escuchar Link aquello, se quedó atónito y boquiabierto, haciendo que Zelda riese por su reacción.-Siempre tengo que salir de la sala con la guardia real cuando las luces siguen apagadas, así que nunca me he quedado para ver una escena post créditos.

-Oh por las Diosas.-exclamó Link sin creérselo.-¿Ni una escena post créditos?-Zelda negó con una sonrisa en su rostro.-¿¡Entonces te quedas sin saber si una película tendrá segunda parte o no?!-Zelda volvió a negar, ahora riendo por lo dramático que era Link.-Oh princesa, qué dura es vuestra vida.-dijo Link llevándose el dorso de la mano a su frente y cerrando los ojos en una pose dramática, haciendo que Zelda riese a carcajadas.

-Qué más…-pensó Zelda mientras miraba a Link.-Bueno, tampoco me he mojado bajo la lluvia, siempre ha habido alguien a mi lado o detrás de mí que corre a abrirme un paraguas.

-¿En serio?-volvió a preguntar Link asombrado, a lo que Zelda asintió.-Vaya… Yo no, cuando empezaba a llover incluso salía afuera a jugar para saltar en los charcos. Luego me daban unos resfriados que me dejaban muerto en la cama, pero era divertido.

Zelda no pudo evitar reír al imaginarse a un pequeño Link corriendo a un charco de agua bajo la lluvia y saltando en este. Era adorable, le gustaría ver fotos de Link de pequeño. Buscar fotos de ella de pequeña era demasiado fácil, con solo poner en un buscador en internet "Princesa Zelda fotos pequeña" y salían millones de fotos que Zelda jamás sabría por quién fueron tomadas, algo perturbador a decir verdad.

-Oh, ya se me ocurrió otra cosa, aunque me tienes que contestar primero…-dijo Zelda atrayendo la atención de Link, quien la miraba como un cachorro emocionado esperando una orden de su amo.-¿A qué edad empezaste a beber?-"Mierda", pensó Link. ¿Se acordaba de eso que dijo en la feria de Kakariko? Qué vergonzoso.-Lo dijiste en la feria, que en Ordón era común.

-Bueno…-murmuró Link tratando de buscar las palabras correctas.-A ver, sí y no.-Zelda arqueó la ceja confusa, a lo que Link suspiró.-Bueno, no te lo voy a negar, creo que fue a los catorce.-aquella respuesta hizo que Zelda abriese los ojos atónita. ¿¡Catorce años?!-Es muy patético, ¿sí? No te rías… Es un pueblo pequeño, apenas y hay dos institutos. Normalmente cada viernes nos íbamos a la tienda de Sera y Hanch a comprar alcohol.-Zelda estaba aún sorprendida, pero escuchaba atentamente a Link.-Tienes que tener cuidado con Sera, porque ella te amenaza con llamar a la policía si te pilla, pero Hanch te lo vende sin hacer preguntas porque todo el mundo sabe que Hanch, Jaggle, Fado y el alcalde hacían lo mismo a nuestra edad, es tomo un rito a la mayoría de edad. Luego todos se van al embarcadero que hay en el lago de Ordón y se ponen a beber, la policía lo sabe pero les da igual porque todos lo hacen.-Link suspiró, rascándose la nuca, algo que solía hacer al estar avergonzado.-Pipit y yo hacíamos lo mismo y si te soy sincero, era una época muy estúpida para mí y ya te lo dije, siempre he sentido que nunca he encajado en ningún sitio… Tampoco allí, pero al menos dejé eso, jamás llegué a emborracharme pero mi resistencia al alcohol se ha vuelto fuerte la verdad. Ahora si bebo es solo con mis amigos en casa de alguno.-dijo ya más tranquilo. La verdad nunca lo consideró algo malo. No era del tipo de personas que creía que era necesario beber para divertirse, tampoco se emborrachaba o era alguien que se ponía violento bebiendo, aunque sí era verdad que se sentía algo más calmado y dejaba de ser tan serio cuando lo hacía.-Además, si te soy sincero, la primera vez que besé a Malon ambos habíamos bebido bastante después de la feria de Ordón mientras la acompañaba a su casa… Creo que esa debió de ser una señal de que eso no funcionaría. No sé si en verdad lo quería o se me había subido un poco a la cabeza.

Zelda se quedó callada escuchando a Link. Tampoco era una santa, en su colegio privado sabía perfectamente que todos tenían fiestas privadas donde más de uno habría estado al borde del coma etílico, hasta Styla le habría enseñado fotos de aquellas fiestas. El problema era que nunca invitaban a Zelda por su estatus de princesa, solo Styla la habría invitado a la fiestas que ella misma organizaba cuando su padre estaba fuera de casa. Aún así, aunque quisiese alguna vez ir por la experiencia, no se lo podía permitir. Su padre siempre fue estricto con esas cosas, diciendo que su imagen no la repercutía a ella sola, si no a toda la familia real y por ende al reino. De hecho, su padre nunca fue el heredero al trono, pero su tía Selene, o mejor conocida como la princesa Zelda Selene, era la primogénita y verdadera heredera al trono. Sin embargo, en su adolescencia era conocida en los medios como "la princesa del polvo", referencia a todas las veces que se la fotografió esnifando cocaína en fiestas donde estaba ya muy alcoholizada y hasta drogada. El colmo fue cuando estrelló un auto en un poste de luz y su mejor amiga, quien iba en el asiento del copiloto, murió. Después de eso, su abuelo la hizo renunciar a su derecho al trono públicamente, pasando este a su padre el rey Rhoam. Después de eso, la princesa del polvo permaneció oculta en el castillo y después se mudó hacia la isla Koholint, huyendo de su pasado y los medios que siempre le recordaban su peor momento. Su padre siempre le contaba la historia de su hermana mayor, razón por la que Zelda siempre fue estricta consigo misma y con su imagen. No podía ser una adolescente normal, porque no lo era. No podía ser una chica que saliese de fiesta como su amiga. No podía ser otra Zelda que perdió la compostura ante los medios. Así que si invitaban a Zelda, por más que a esta le apeteciese probar un poco de libertad y ser como las demás chicas que conocía, no podía. No importaba la época, una princesa siempre debía actuar perfecta.

-¿Y a mí?-preguntó Zelda, atrayendo la atención de Link?-¿Estabas seguro de querer besarme?

Link sonrió, dejando su vaso de fideos ya vacío a un lado y acercarse a la tumbona de Zelda, para así acunar su rostro con una mano y acercarse quedando a escasos centímetros de la princesa.

-No he estado más seguro de algo en toda mi vida.

Y la princesa no pudo responder, porque tenía nuevamente a esos cálidos labios sobre los suyos propios.


Ya iba a ser casi media noche pero ni Link ni Zelda tenían sueño. Llegó un momento en el que la princesa se quejó del frío, por lo que Link le prestó su sudadera verde. Era una sudadera vieja, pero cálida y a Zelda le encantaba, sobre todo lo grande que le quedaba y el aroma que desprendía. Quién sabe si se la devolvería luego. Estuvieron hablando todo ese rato, aunque esta vez ambos recostados en la misma tumbona a poca distancia el uno del otro y mirándose a los ojos. Estuvieron hablando sobre ellos, no el héroe y la princesa, si no sobre Link y Zelda y las cosas que les gustaban. A Link le gustaban las películas y series de ciencia ficción, ficción y aventuras, a Zelda le gustaban comedias románticas. A Link le gustaba el rock y derivados, a Zelda le gustaba el pop suave. A Link siempre le gustó hacer deporte, a Zelda no le fascinaba mucho pero no estaba mal ir a ver algún que otro partido de fútbol desde su estatus como miembro de la familia real. A Link no le disgustaba leer, más bien era pereza sobre todo los libros obligatorios para su clase de literatura, mientras que a Zelda le apasionaba leer. Link sacaba notas regulares, más bien bajas, mientras que Zelda era la primera de su clase y la estudiante con mejores notas en todo Hyrule. Eran totalmente distintos, criados en situaciones distintas y con niveles socioeconómicos totalmente distintos. Sin embargo, ninguno se reclamaba nada, si no que de alguna forma u otra todas esas diferencias les complementaban. Y de alguna forma u otra, todas esas diferencias eran algo que amaban del contrario.

Zelda se habría incorporado de la tumbona, para así quitarse a sudadera alegando que tendría algo de calor. Después de todo estaban cerca de un pantano, era normal que hubiese calor húmedo en la atmósfera. Eso le acabó dando una idea a Link, quien simplemente sonrió para así tomar en brazos a Zelda, al estilo nupcial, sorprendiendo a la princesa aunque esta era consciente de que no era la primera vez que Link la cargaba así.

-¿Qué vas a hacer?-preguntó Zelda confusa, más aún al ver la sonrisa traviesa de Link quien miraba hacia el frente.

-Voy a ayudarte a refrescarte, princesa.

Antes de que Zelda pudiese reaccionar, Link ya estaba caminando hacia la piscina por lo que Zelda entre risas empezó a gritar "¡Link! Ni si te ocurra!" aunque rápidamente sus gritos fueron ensordecidos al chapuzón a la piscina. Link no se habría tirado en una zona honda, de hecho de pie el agua le llegaba hasta poco más debajo de los hombros. Link reía, sobre todo al ver el pequeño puchero molesto de Zelda y cómo esta ahora se aferraba a él rodeado su cadera con sus piernas y con una mano en el hombro del hyliano y la otra sobre su pecho. Sus ropas estaban empapadas y menos mal que se habrían quitado los zapatos cuando estaban recostados en la tumbona o eso habría sido otro problema. Link simplemente pegó la espalda de la princesa con la pared de la piscina, así sosteniéndola mejor con ambas manos en la cintura de la chica, aunque también arrinconándola aunque la princesa no se quejó en absoluto.

-¿Estás loco?-preguntó Zelda entre risas debido a que la de Link acabó por contagiarla.-Solo tenemos literalmente dos mudas de ropa, tonto.

Era verdad, al ser prácticamente nómadas no tenían más ropa más que la puesta y otra guardada en su mochila, ya que no podían permitirse el lujo de cargar muchas cosas en sus mochilas con todo lo que llevaban.

-Te prometo que mañana iremos a una lavandería, ¿sí?-dijo el héroe con una sonrisa de oreja a oreja, por lo que la princesa simplemente negó con una sonrisa. ¿Cómo podía decirle que no a esa carita. En eso, la mirada de Link cambió a una más seria, aunque con el mismo semblante dulce mientras la miraba.-Oye Zelda… Quisiera hablarte de algo…

-Dime, Link.

Y Link, al ver a la princesa a los ojos, siendo iluminados ambos por la luz debajo del agua en el que estaban, los ojos azules de Zelda brillando por las luces artificiales y la luz de la luna, con el reflejo del agua en esta, sus mejillas sonrosadas y aquella preciosa sonrisa, Link se sintió débil por primera vez. Por Hylia, ¿cómo podía aquella chica ser tan perfecta? Nunca habría conocido a nadie como ella, a alguien que desde la primera vez que se vieron aceleró su corazón de esa manera. Jamás habría sentido eso que sentía en su corazón, ni si quiera cuando creyó estar enamorado de Malon. ¿Estaba enamorado de Zelda? Joder, sí. ¿Quién no estaría enamorado de la princesa de Hyrule? Pero ahí estaba la cosa, él no estaba enamorado de la princesa por ser la princesa, él estaba enamorado de Zelda, estaba enamorado de la chica detrás de la tiara y el título.

-Sé que prometí esperarte.-murmuró Link a escasos centímetros de los labios de la chica, sintiendo las respiraciones de ambos mezclarse.-Pero… No sé si pueda más…

-¿A qué te refieres…?-preguntó Zelda asustada sin comprender, con algo de temor en sus palabras.

-A que no quiero esperar más…-respondió elevando su mirada hasta los ojos de la chica.-No quiero esperar a que venga un monstruo o un usurpador loco y nos separe… Yo solo quiero estar a tu lado, princesa…-aquel apodo derretía el corazón de Zelda y aunque todo el mundo se refiriese a ella así, había una forma en la que Link lo decía que era especial, con cariño, incluso con amor en su tono.-No sé que nos espera mañana… No sé si lograremos seguir con la misión, si nos perderemos, si fracasaremos o incluso si no sigamos con vida en veinticuatro horas pero yo… Te quiero, Zelda…-aquello sorprendió a la chica, haciendo su corazón palpitar fuertemente y sintiendo cómo sus mejillas adquirían un tono carmín, que hizo que Link sonriese al verla tan adorable e indefensa entre sus brazos.-Y sé que hay muchas cosas en nuestra cabeza ahora mismo, que justo por todo esto que estamos viviendo no seremos una pareja normal y puede que nunca lo seamos… Que no puedo llevarte a una cita al cine o a cenar… Pero todo eso me da igual… Yo solo… Solo quiero estar contigo… Y ya no sé si lo que estoy diciendo tiene sentido porque sinceramente siento que no puedo parar de hablar pero lo que quiero preguntarte es si tu querrías…

Link no pudo seguir, porque Zelda habría subido su mano que estaría en el pecho de Link hasta sus labios, colocando su pulgar sobre estos y callando a Link con una sonrisa en su rostro.

-Shh…-murmuró, apartando su pulgar, mirando al héroe a los ojos. Se sentía indefensa, pero no le importaba, porque era ante su héroe, ante su chico, el chico que le gustaba y que sabía que jamás le haría daño.-Sí quiero ser tu novia, tonto…

Link sonrió entre emocionado y sorprendido. Estaba realmente feliz. La chica de sus sueños, Zelda, habría aceptado ser oficialmente su novio. Por un momento llegó a creer que Zelda le rechazaría, o que le diría que no estaba aún preparada y aunque lo entendería, la verdad es que en el fondo le dolería bastante porque aunque se seguía considerando su amigo, no creía poder ser solo eso ya para ella. La quería demasiado, desde el día que la vio llorando en el callejón detrás del basurero. Mentira. La quería demasiado, desde la primera vez que apareció en sus sueños. Era la chica que mejor lo conocía, que no fue detrás de él suspirando inmaduramente como lo hicieron Ilia y Ganty en el pasado, o que creyó conocerle para luego dejarle una vez que no cumplió expectativas irreales sobre su persona. Ella era la chica por la que él gustosamente lo daría todo, hasta su vida, con tal de protegerla y verla feliz siempre después de todo lo que ella habría sufrido. Era la princesa, no, era SU princesa.

-¿Entonces soy el novio de la princesa?-dijo Link, sonriendo mientras acortaba la distancia aunque sin llegar a besarla. Zelda simplemente rio, para así asentir y mirarle a los ojos. Link no podía evitar mirar embobado a la chica que estaría aferrada a él entre sus brazos. Era hermosa, estaba seguro de que hasta la mismísima diosa Hylia estaría celosa de su belleza. La miraba a los ojos y no podía creerse que aquella chica perfecta fuese su novia.-Me gustan tus ojos… Son mi color favorito…

Zelda se sorprendió al escuchar eso, pero simplemente sonrió para así acabar acortando ella la distancia que los separaba y besar sus labios en un dulce beso que reafirmaba todos los sentimientos en los corazones de ambos hylianos.

-Y los tuyos son el mío…


-¿Cuánto tiempo es de aquí a la Montaña de la Muerte?

Al escuchar a Zelda, Link esbozó una mueca mientras miraba el mapa que le habría dado Cremia. No había muchas carreteras que conectaban con Ciudad Goron debido al terreno de la montaña y las pocas que habría o eran muy transitadas como para que los viesen o iba a ser muy difícil conducir en la moto por ellas, solo vehículos adaptados a esos terrenos podían ir a través de estos.

-No creo que sea posible ir en moto…-murmuró Link, soltando el mapa cansado.-Creo que tendremos que caminar todo el sendero de la Montaña de la Muerte.

Zelda estaba atónita al escuchar aquello, negando una y otra vez. ¡Aquello podrían tardar perfectamente días! Además, el sendero caminando era muy peligroso y aunque el volcán estuviese dormido, siempre había peligro de derrumbe. Link suspiró, tampoco le hacía gracia tener que ir caminando por todo ese camino, además que sentía que hasta sus zapatos se estaban desgastando de tanto caminar. Pero no les quedaba de otra, era la forma más segura para ir.

-Sabes que no te diría de ir caminando a no ser que sea absolutamente necesario.-dijo Link a lo que Zelda se quedó en silencio y cabizbaja, momento en el que Link aprovechó para tomarla de las manos.-Pero no tenemos más opción, en las noticias dicen que las carreteras tienen más presencia de la guardia real buscando a la princesa y si la guardia real sigue poseída por Ganondorf… No podremos esquivarles…-Zelda suspiró al escuchar a su novio, asintiendo en silencio aún cabizbaja.-Iremos con calma, ¿sí? Mira, hoy podemos ir a la lavandería y comprar lo necesario para el camino y descansar en otro hotel de carretera y ya mañana en la mañana empezamos con el sendero.-Zelda se lo pensó durante un par de segundos, para luego asentir más tranquila con una leve sonrisa.-Y si quieres, después de haber conseguido la llama y eso, no creo que importe si nos perdemos un par de días y descansamos en un hotel con termas.-añadió Link con una sonrisa mientras abrazaba a la princesa por detrás, ambos sentados en la cama, para luego apoyar su barbilla en el hombro de la chica.-¿Qué te parece?

Zelda negó con una sonrisa al escucharle, para así separarse y dar media vuelta hasta acabar frente a frente con su novio y reír levemente al ver su cara inocentona.

-Tú solo quieres ir a las termas goron.

Link simplemente se llevó una mano al pecho dramático, haciéndose el ofendido, para luego Zelda reír mientras lo tomaba de la mejillas a la vez que se sentaba en su regazo, murmurando un pequeño "tonto" para luego empezar a besar sus labios. Link aprovechó para poner sus manos en la cintura de la chica. Desde la noche anterior no habrían parado de besarse más seguido y aquello les encantaba.

-Las termas goron dicen que tienen muchas cualidades para aliviar cualquier malestar físico o mental.-dijo Link mientras se separaba levemente de Zelda, acariciando levemente el cuerpo de esta.-Y por si no te has dado cuenta, tú y yo estamos a punto de ser el sueño de cualquier estudiante de psicología como sigamos así. Nos vendrá bien descansar un poco, sobre todo a ti. El estrés nos está afectando bastante…

Zelda esbozó una leve sonrisa al escucharle, para así besar nuevamente los labios de Link en un dulce y lento beso, para finalmente separarse y levantarse de la cama. No iba a negarlo, adoraba cómo Link se preocupaba de su salud física y mental, apenas nadie en el castillo se interesaba en esta última.

-Venga, hay que ir a Eldin.

Link simplemente asintió con una sonrisa al escuchar a la princesa, para así levantarse detrás suya e ir junto con Zelda a empacar sus pocas pertenencias y luego hacer el check-out del hotel.


Tal y como dijo Link, primero fueron hacia la lavandería y dejaron allí sus ropas mojadas de la noche anterior. Link tuvo que robar un poco de detergente de una señora que estaba distraída leyendo una revista, ya que ellos no traían nada de eso, y luego aprovecharon para ir a comprar algunas que otras cosas personales junto con algo de comida para el camino. En uno de los pasillos, Zelda vio un pequeño kit de primeros auxilios y sin dudarlo lo compró. El cuerpo de Link poco a poco iba llenándose de cicatrices, cosa que le dolía ya que en el fondo sentía que eso era su culpa y de nadie más. Una vez lo compró lo escondió en su mochila, no quería que Link le hiciese demasiadas preguntas.

Después de recoger su ropa y demás, Link estuvo conduciendo por horas solo parando nuevamente en gasolineras para descansar los dos, comer algo y echarle materiales a la moto para llenar de nuevo el depósito. El camino desde el pantano hasta el pie de la montaña por carretera nacional era largo pero por suerte, consiguieron llegar hasta el último hotel en un pequeño pueblo cerca del bosque Minish al lado del pie de la montaña. Tendrían que descansar allí esa noche, Link no quería que fueran por el oscuro sendero de noche.

Nuevamente por suerte no les pidieron identificación para hospedarse ni nada, parecía que los dueños de esos pequeños hoteles eran solo felices con que llegasen huéspedes y preferían no hacer muchas preguntas. Les dieron una habitación con cama matrimonial y subieron a esta, agotados. Zelda entró primero a la ducha y una vez salió, fue el turno de Link y ambos se recostaron en la cama agotados. Comieron un poco de papas fritas y galletas que lograron comprar en el restaurante del hotel para llevarlas luego a la habitación, mirando una película de comedia que estarían echando en la televisión, juntos acurrucados el uno al lado del otro sobre la cama. Por un momento se sintieron como una pareja normal y no como dos adolescentes que mañana se enfrentarían a quién sabe qué demonio en la Montaña de la Muerte.