Aclaraciones: La obra de Sailor Moon y sus personajes son propiedad de Naoko Takeuchi.


La Hechicera del Agua

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El sol comenzó a esconderse. Otro día pasó. Como se acercaba el final de sus vacaciones, decidieron pasar esa última semana libre alejados de la ciudad.

Sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a tomarle fotografías. Quiso tener imágenes de ella con la mirada perdida en el atardecer.

Una chica paseando por la playa. Una típica postal de verano.

Eso es lo que cualquiera diría. Taiki Kou veía mucho más.

Ami vestía unos shorts de jean y una camisa blanca. La brisa marina humedeció su cabello corto y el viento salpicó con granos de arena sus piernas descubiertas. Taiki encontraba inspiración en las huellas que sus pies dibujaban en el suelo, en las pequeñas olas cargadas de espuma que besaban sus delicados tobillos. Derramaba versos y notas con su sensual caminar.

Se acercó a ella y se encontraron en un abrazo.

—Echaré de menos esto —susurró Ami.

Pronto regresarían a su agitada vida en la capital. Serían absorbidos por una espiral de compromisos academicos, sin mencionar que él tenía sus obligaciones laborales: entrevistas, ensayos, conciertos y admiradoras sin respeto por la privacidad.

—Volveremos —le prometió.

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La serenidad de la noche los encontró a las afueras de su habitación. Ami disfrutaba de la piscina exterior, bajo el cielo estrellado. Taiki se dedicaba a componer, influenciado por el sonido de las olas, el aroma a sal y la figura de su prometida frente al mar.

Ella tenía ese efecto en él. Era como una hechicera del agua. Cada vez que estaba en su elemento, la inspiración llegaba a él de forma natural: Ami nadando bajo la luz de la luna, tomando un baño en una tina llena de espuma y burbujas de jabón, Ami con sus ropas empapadas por una lluvia repentina.

Algunos alumnos la llamaban "cerebrito" de forma despectiva. Ciegos, era mucho más que eso, justo como el océano: profunda y misteriosa. De no ser por sus hermanos y amigas, estarían rodeados de gente superficial que no entendía su relación como tampoco entendían sus canciones.

Estaban conectados, compartían secretos que nadie podría comprender.

—¿Sobre qué estás escribiendo? —le preguntó.

Había salido de la piscina. El traje de baño se le pegaba al cuerpo, y las gotas de agua brillaban como pequeñas perlas sobre su piel. Tenía una sonrisa picara en el rostro, seguro sospechaba que la letra era sobre ella.

Él contestó:—Sirenas.


Notas: No sé. Este bebé nació después de ver capitulos de Stars.