Un mes más tarde es que el Bentley. EL BENTLEY rechina las llantas frente a la librería por primera vez haciendo un aparcamiento derrapando, sentando un precedente que debería hacer a todo el Soho sentir una perturbación en el universo. "Prepárense para ver ese Bentley ahí afuera decenas y decenas y decenas y decenas de veces."
El propietario, sonríe porque le ha quedado perfectamente aparcado a la primera en el movimiento más cool de la hasta ahora corta historia de la automoción. Se baja sacando una caja de los asientos de atrás y apoyándosela en la cadera.
Una... caja.
Da un fuerte golpe con la puerta porque aún no controlamos la fuerza necesaria para cerrarla y cruza la calle, golpeando el cristal de la puerta de la librería.
—¡Está cerrado! —grita la voz del ángel desde dentro de la librería, que Crowley debe haber visto se ha modernizado BASTANTE... MUCHÍSIMO desde la última vez que estuvo aquí.
Crowley chasquea los dedos para abrir igualmente y mete la cabeza a lo Pedro Picapiedra. "Wilma! I'm home!"
—Soy yoooo.
—Ahh... ehh... ahh... pasa, vale— ALGO se le cae a Aziraphale en la trastienda —. ¡Estoy aquí atrás, no tires nada!
Crowley entra, cerrando la puerta a su espalda, yendo al mostrador y mirando alrededor porque hace un siglo habría apostado que aquí ya no cabían más libros. "No, señor. Ni uno más. Como que doy la vuelta al mundo en setenta y nueve días si consigue meter un solo libro más en este sitio." Y... sorpresa, sorpresa. No solo había metido UNO. Tendría que haber dado la vuelta al mundo en un puñetero milisegundo, si es que acaso esa era una medida real de tiempo. Apila un poco los libros del mostrador para hacerse espacio y dejar la caja con cuidado.
—Es difícil no tirar nada, igualmente no estoy seguro que cayera al suelo... ¿Qué haces?
—Estoy... ocupado —sentencia el ángel. Está sentado en su escritorio sin voltear hacia Crowley.
—¿Tardarás mucho? Te he traído una cosa —se acerca a sacar la cabeza para mirar a ver si le ve—. Y además es jueves.
—Jueves. Sí, sí que es jueves —asiente, esperando estar seguro de que... esté ahí antes de girarse, solo por el efecto dramático.
—Ven, vamos... ¡o voy a abrirlo sin ti! —sonríe, esperando.
Aziraphale aprieta los ojos.
—Y además lo voy a instalar sin ti, donde yo quieraaa —sigue, tan tentador.
El ángel levanta las cejas ahora. INSTALAR. Vale, se baja los lentes y se gira hacia donde debe aparecer Crowley, que está ahí, esperándole, de pie, apoyado en algo y con algo más en las manos, fingiendo desinterés.
—Antes que eso...
El demonio inclina la cabeza, mirándole.
—Me parece que... te toca hacer un baile —le mira intensamente a los ojos con una mirada que le hace titubear un poco y hasta tragar saliva.
—¡A-Anda ya!
—Ohh... sí—se arregla la ropa con parsimonia.
—No. No, no, no, no —se niega, frunciendo el ceño.
—No es pregunta —le sostiene la mirada.
—Venga ya, ¡Me niego! ¡Ya te he traído un regalo! ¿¡Qué hay de los pactos de no agresión!? —protesta dejando lo que tenía en las manos y señalando hacia el mostrador.
—Esto no tiene nada que ver. Es absolutamente justo que después de cien años... Y un mes más... te toque hacer el bailecito.
—¡¿Y qué hay de ti con el agua bendita?! —protesta dando un pasito atrás.
—Eso no es para disculparse, aun sostengo que es muy peligrosa, más aún después de los cien años —hace un pequeño gesto de manos y cabeza, imperturbable.
—¡Soy perfectamente capaz de manejarla! —protesta.
—O no—le fulmina.
—Eso no lo sabes —le mira de reojo.
—¡Pues no vamos a averiguarlo! Como no lo seas, DESAPARECES.
—No voy a desaparecer con eso —pone los ojos en blanco.
—Quiero mi baile—frunce el ceño determinado, porque toda esta discusión está muy bien, pero ese no es el punto.
—V-Vamos, es... una t-tontería —es que, el brillo de terror al final de sus ojos delata que Crowley ya ha perdido esta batalla sin siquiera empezar...
Aziraphale junta las manos, aún sentado, mirándole serio y sin contestar. Esperando.
—Ni siquiera es algo que hice conscientemente. No puedes, estrictamente, pensar que es mi culpa —se defiende encogiéndose de hombros, como suele hacer en el infierno.
—Baila.
—Además, todo este asunto del baile es completamente... infantil y ridículo para que alguien tan inteligente como tú espere que... —hasta a halagos recurrimos ahora. Pánico. PÁNICO.
—Bailes. Sí. Hazlo.
—Y de todos modos no significa nada, quiero decir, e-es solamente una... secuencia de movimientos uno tras otro que... en realidad, es... —parlotea, encogiéndose de hombros, dando una vueltecita por ahí, mirando algún libro o lo que sea y tocándolo con las manos fingiéndose desinteresado, pero SUPER NERVIOSO.
—No, ¡eso no me vale como baile!
—¡Venga! ¡He venido aquí bien y de buenas! ¡Traigo un regalo! ¡Y no te imaginas lo que tengo ahí fuera! Y... I-Íbamos a ese sitio tuyo a... —intenta negociar, eso parecen lloriqueos hasta un poco desesperados.
Aziraphale se cruza de brazos y le mira con cierta severidad. Tan pronto como lo hagas, va a volver a su carita de angelito.
Crowley aprieta los ojos porque es que sabía que esto pasaría desde que supo que había una tumba con su nombre en algún lugar del mundo. SUSPIRA PROFUNDAMENTE.
Oh sí. Menos mal que estás vivo, ahora vas a sufrir hasta que mueras, aunque sea de la vergüenza.
Toma aire. Se quita las gafas, con los ojos cerrados, porque son demasiado cool para que le vean hacer esto, las dobla con cuidado guardándoselas en el bolsillo y mueve el pelo intentando disociarse de este asunto. Vamos, Crowley, no pasa nada, en un instante esto habrá pasado y podremos ir a otra cosa. Tú puedes. Que nadie pueda decirte que le temes a un ángel.
La miradaaaaa. Toma el aire y lo suelta un par de veces moviendo las manos sueltas como si estuviera calentando.
—¿De verdad? ¿DE VERDAD esto es necesario? —último intento desesperado de negociación.
—Indispensable.
Aprieta los ojos porque además todo esto solo hace que alargar la agonía y hacerlo más ridículo todo si es posible. Vuelve a tomar aire y no le vas a quitar el derecho al pataleo de hacer este estúpido baile de la manera más sarcástica posible antes de volverse hacia fuera como si no acabara de hacer eso, poniéndose las estúpidas gafas de sol para no verle a la cara.
Aziraphale sonríe.
Ni siquiera se gira a mirar que le siga, se va directo a la caja que ha traído a pelearse con las cintas que la mantienen cerrada porque ahora estamos descargando en ellas la frustración.
—¿Así que un regalo? —Aziraphale se va detrás.
Crowley le mira de reojo un segundo y no contesta, volviéndose a las cintas.
—¿Qué es? —ahora si suena de muy buen humor
—Ábrelo. Vamos a necesitar una pared donde colgarlo.
—¿Una… pared?
—Yep —corta una de las cintas.
—Pero ¿qué es? Si es algo infernal no debería tenerlo —señala, aunque insiste en… tener clarísima curiosidad.
—No es infernal, ¡es moderno! Aunque sí es negro —corta otra cinta y se aparta para dejarle que lo abra.
—Es moderno… Ugh. Y negro —ahí toma las solapas de la caja, abriéndola. Es... un teléfono. De pared. Con sus campanitas y su ruedecita para llamar.
—Esto… qué… —Aziraphale parpadea.
—¡Es un teléfono! —exclama Crowley tan contento, yendo a sacarlo de la caja.
—U-Un… ¡No! No, no… no. Eso… ¡Eso no puede ir en una casa!
—Esta no es una casa, es un comercio y están hechos para esto —lo levanta y mira alrededor buscando donde ponerlo.
—Pero no lo tiene que… no… es que no puedo tener un… ¡Aparato infernal de esos!
—No es infernal, ¡es moderno! —exclama otra vez y se va a acercar a una pared que le gusta a ponerlo ahí, viendo cómo queda.
—P-Pero ¿a quién voy a llamar?
—Pues a mí —le mira de reojo viendo a ver si le parece que queda bien ahí donde lo ha puesto.
—Ugh... No, no... Ahí van LIBROS.
—En todos lados van libros. Y espera que veas como suena —chasquea los dedos instalándolo en la pared milagrosamente e inclina la cabeza, echándose un poco atrás a ver si está o no torcido.
—¿¡SUENA?!
—La parte buena es que, si me llamas a mí y me he dormido, me despertarás —le sonríe.
Aziraphale levanta un poco las cejas con eso...
—Vamos a probarlo — se va a la caja donde también hay un listín de teléfonos.
—Pero ¿llamando a dónde voy?
—Mira, aquí hay un libro donde están apuntados todos los teléfonos de la ciudad, ¿ves? —se lo muestra. El ángel arruga la nariz pero lo mira igual—. Buscamos uno... —abre una página al azar y luego se acerca al teléfono, descolgando el auricular y pasándoselo a Aziraphale.
El ángel no sabe qué hacer... con él, se lo pone en la boca. O sea, no dentro de la boca, pero como micrófono, como si fuera a hablar. Crowley marca el numero con la ruedecita uno a uno como un idiota, dando algunos saltitos porque mira que cool es esto y tan moderno.
Aziraphale no tiene idea de qué está haciendo.
—HELLO! THIS IS MR. A. ! —grita en el auricular.
—Ves aquí pones el número con la rueda y... —le mira—. No, eso es para oír, ¡Hablas aquí! —se ríe.
—Oh... oh. Ehm... Hello? HELLO?
—Yes? —oye a través del auricular.
—OHHH, EHM... HELLO!
—¿Quién llama?
—No grites, se supone que te han de oír por el teléfono, no por la calle —le asegura Crowley.
—THIS IS A. .
—Oh, hello Mr. Fell. ¿Qué quiere?
—Ehm… ¿yo? Bueno… quería probar esto.
—Me refiero a... contarme a mí —sigue la voz en el teléfono.
—¿Contarle a usted?
—Ah, ehm... Sí, claro, gracias. Eso es todo. Ciao —asegura Crowley quitándole el auricular y colgándolo del teléfono. Mira a Aziraphale.
—Oh…
—¿Es o no es súper cool? —le sonríe.
—E-Es… ugh. No pongas esa cara —protesta un poco, pero se le escapa la sonrisa porque… le echaba de menos, maldita sea.
—¡Ja! Sí te ha gustado. Aun no estoy seguro de saber cómo hacer para llamarme ESPECIFICAMENTE a mí, pero creo que... mi número aparece en el listín telefónico, así que seguro si lo pruebas funciona —chasquea los dedos y si no aparecía ahora aparece.
Quizás la operadora…
Esa parte de la explicación a Crowley le pareció demasiado difícil y no la entendió, así que decidió ignorarla.
—Pero no puedes usarlo por la noche —añade, porque... somos pocos pero...
—¿Usarlo por la noche para qué?
—Ni especialmente pronto en la mañana. No funciona antes de las doce, es un hecho —porque no creemos en las mañanas y el teléfono tampoco. Espérate a que le suene un día a las nueve de la mañana y verás.
—Mmmm ¿cómo es que te despierta esto?
—Ya lo verás, tú solo... déjalo ahí y... no lo hagas explotar.
—¿Explota? ¡Saca inmediatamente eso de aquí!
—No explota si TÚ no lo haces explotar. Me refiero a que lo trates con más amor que con el que tratas a los agentes inmobiliarios que quieren comprarte la librería.
—Yo no hago explotar las cosas, soy un ÁNGEL.
Crowley pone cara de circunstancias porque que siga usando eso para justificar nada a estas alturas...
—No me mires así, no te voy a confundir con un agente inmobiliario.
—Satán me libre de eso. Deberías estar tu muy ciego y yo muy mal vestido —da un par de paso alejándose del teléfono y mirando alrededor... luego se mete las manos en los bolsillos y le mira a él—. Bueno ¿Quieres salir o no?
—No debería —asegura sonriéndole y… yendo por su saco.
—Probablemente no —sonríe también.
—Al menos no contigo. ¿Quieres ir por una copita antes? Conozco un sitio en el camino.
—Tú mandas —sonríe más porque además... cambia el peso de pie de talones a puntas.
Aziraphale entrecierra los ojos porque eso es un poco sospechoso y ahí se va a la puerta el desesperado.
—Has hecho el baile y yo mando…
—Tú... date prisa, ¿vale? —igual pone los ojos en blanco con la puerta abierta.
—Vale, vale… aunque no debería ir —repite, tomando su bastón y poniéndose el sombrero.
—YO no debería ir con un octogenario —se burla del bastón, poniendo los ojos en blanco.
—No tengo ochenta años ni tú tampoco. Pidamos un carro — Aziraphale está igualmente bastante impresionado de que Crowley haya dicho "octogenario" correctamente. Sin duda dormir descansa el cerebro.
—¿Para qué? —LAAA SONRISA.
—Pues para irnos
—Y no prefieres que vayamos en el... nueeestroooo —sale y se planta delante del Bentley, sonriendo y señalándolo con las manos, sin saber que acaba de cometer el mayor error de su vida con ese plural.
Uuuuuuuhhhhhhh.
—En el nuestro… —repite tras él, mirándole y tardándose unos segundos en procesar —. Oh… te has… oooohhhh!
—Mírate... eres tan bonita... —le asegura al coche, acariciándole la carrocería un poco—. Dime que no es la cosa más bonita que has visto nunca.
Aziraphale se sonroja por un momento pensando que habla de él… y luego carraspea un poco.
—Vamos, ¡monta! —sonríe, haciéndole un gesto a Aziraphale, tan contento, abriendo la puerta y montando él en el lado del conductor.
—Ahm… ehhhh…. Sé, sí que… si es bonito —se acerca y… trata de abrir la puerta.
Crowley se acomoda sin ponerse el cinturón, no porque sea un demonio, es que antes la seguridad nos parecía un asunto secundario y ni siquiera tiene. Aziraphale se sienta con cuidado, estirando la espalda.
—Mira que es… amplio. Aunque me gustaba que me cerraran la puerta.
—Are you ready? —ni caso de las quejas habituales.
—Ready? —no lo está ni lo estará, ni ahora, ni NUNCA.
Crowley enciende el motor, haciendo un RUIDAJAL y tirando de trescientas palancas que en la actualidad, gracias a quien sea, ya no existen.
—Oh, dear God.
—¿A dónde, my lord? —pregunta un poco burlonamente.
—¡Hace mucho ruido!
Ojos en blanco.
—Ehm… ve hacia el este.
Crowley le mira de reojo a ver si le señala porque... pues no es Cristóbal Colon, ¿sabes?
—¡Hacía allá!
Ahí va, girando el volante... y moviendo el coche pooooco a poco.
¿Poco a poco? Oh… Aziraphale sonríe un poquito.
Es que aún es muy nuevo y no lo conoce del todo y le gusta mucho y no quiere rayarlo.
Todo cute.
Y en cuanto es que llegan a una calle un poco más amplia y larga es que empieza a apretarle.
—¡Debería llevarte a la carretera para que veas como corre!
—Uyyy…. No, no, espera que…. Ahhhhh!
—¡Mira, mira! —da un par de volantazos en el último segundo, esquivando cosas y se ríe un poco como un demente.
—Aaaahhhh! –y en ese momento se conocen la manicura Aziraphale y el salpicadero/puerta del coche, marcando el inicio de una hermosa amistad.
Ahí va Crowley a bajar un poco la velocidad, aun riéndose, porque la cara de Aziraphale.
—Ten cui… la mujer, ¡la mujer! Aaaah! No, no… iiiiiihhhhh
—¡No pasa nada! —exclama mirándole mientras mueve el volante.
—¡S-Sí pasa! Ahhhh!
—Si serás exagerado. ¿Sigo por esta calle?
—¡Vas tan rápido que ni siquiera puedo ver qué calle!
—A ver, espera... —suelta el volante y va a abrir la guantera y a rebuscar dentro.
—Aaaahhhhh!—el gritito agudo. Chasquea los dedos y les detiene a él, al coche y a todo a un lado de la calle, estacionados, como si hubieran estado ahí toda la vida.
Crowley parpadea levantando la cabeza de dentro de la guantera, mirando a ver qué ha hecho. Aziraphale respira otra vez con alivio aun apretando la agarradera del coche.
La verdad, alguien que pasa por la calle piensa que... el pelirrojo le estaba haciendo una felación a este hombre rubio. ¡Y menudo escándalo!
Paaarpadeo. ¡¿Por!? ¡Ninguna felación!
Pues porque el demonio ha levantado la cabeza de encima de su falda y el ángel ha puesto cara de alivio.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Crowley.
—¡Necesitas aprender a conducir antes de… hacer esto! —protesta Aziraphale apretando los ojos.
—Sé conducir.
—¡D-Desde hace cinco minutos! Casi atropellas…. Has-has… visto… —es que no le ha dado tiempo ni de rezar, vamos.
—He visto a todos. Venga...
—Pero es que… —le mira de reojito y es que parecía tan contento conduciendo y además, bueno, era verdad que no había matado a nadie y… había hecho el bailecito. Sí, sí lo había hecho—. V-Vale… va-vamos.
—¿A dónde?
—E-Es en Dagenham… un poco más allá de Barking.
—Próxima parada, Dagenhan, un poco más allá de Barking —se burla de su acento imitándole y pone en marcha de nuevo el coche, dejando lo que buscaba en la guantera.
—Se requerirá un milagro que no matemos a alguien... —susurra...
—Ese es tu departamento, definitivamente.
—Vale, vale... un pequeño milagro para salvar vidas me parece que el cielo no va a quejarse de esto como un milagro frívolo —así que ahí va a… mover la mano, ahora que ya no necesitamos chasquear los dedos
Crowley pone de nuevo los ojos en blanco porque si será dramático, mientras sigue conduciendo. Ya podría haber hecho uno para evitar el tráfico.
Puede que este milagro siga activo en la actualidad… Ese sí es frívolo, Crowley. Pero sería útil, igualmente no lo hizo.
Aziraphale reza bajito, muuuuuy bajito, mirando solo con un Ojo. Debemos decir que milagrosamente se salvan algunas personas.
—Ugh! ¡No reces aquí, que lo vas a dejar todo hecho un asco y oliendo raro!
—Vale, ¡vale! Ugh, es queeeee..
—¿Algo o alguien que tenga que saber de este lugar? —pregunta a ver si hablado de otra cosa se relaja un poco.
—Ehm... no sé quién va a estar, pero... en realidad por desgracia te has perdido de la gente interesante —Ajem... Oscar.
—¿Muertos?
—Yes —Aziraphale suspira dramáticamente
—Es lo que tienen los humanos, no puedes encariñarte con ellos.
—Este era un poco diferente. Te habría caído bien.
Crowley se detiene en cualquier tren de pensamiento porque... no son "unos chicos, jaja, que divertidos, que pena que se hayan muerto". Hay uno EN CONCRETO. Le mira de reojo por más tiempo de lo que es cómodo y de lo que debería mientras conduce.
—Ciertamente el casi no venía. Es igual. Ehm… creo que deberías saber que todos son muy relajados y amigables y sonrientes así que tienes que sonreír tú también.
Le hace una falsa sonrisa burlona.
—Así…
—Entonces... ¿Qué saben de ti?
—Que tengo una librería en el Soho, que me gusta la música, no saben qué soy, pero sí que no tengo una mujer e hijos y… a todos les caigo bastante bien.
—No les vas a decir que soy librero yo también. NO te atrevas —le advierte mirándole de reojo.
—Podrías estar en un coro.
—De la iglesia. No.
—Podría ser un coro laico.
—No.
—¿Tocar un instrumento? ¿Ser... vendedor de coches?
—Mejor déjame esa parte a mí, quizás nadie me pregunte.
—Ugh, vale, vale... pero no exageres —le mira pensando que... o sea es que va a caerles MUCHO mejor él.
—Ñañaña —ojos en blanco—. ¿Y ahora? ¿Aparco?
—M-Más adelante… frente a la iglesia.
Ahí va a intentar hacer otra vez un derrape porque... estamos intentando impresionar a alguien, pero shhh. Supongo que el Bentley ayuda. Y los milagros...
—Pero… ahhh —chillidito agudo.
—Ja! Let's go —se baja del coche mirando alrededor y lanza las llaves ha aire haciéndolas hacer una pirueta antes de atraparlas de nuevo—. Ahora que estés en la acera ya puedes vomitar.
—Debo confesar que nunca había recorrido todo Londres tan rápidamente… —admite bajándose aun con el corazón un poco acelerado por la adrenalina.
Crowley le guiña un ojo con eso, provocándole un sonrojito.
—Te sigo.
Aziraphale se organiza la pajarita y la ropa
—Vale, Ehm… —le mira, poniéndose nervioso de repente. El demonio le mira de reojo, andando a su lado—. Mmm… c-Crowley
—Mjm?
—No seas muy malo con ellos.
—¿Qué te estás imaginando? —parpadea con esa petición.
—No lo sé, que no te van a parecer tan... awesome.
—No creo que lo sean en lo absoluto, son tus amigos.
Ojos en blanco del ángel.
—¿Puedo decir que soy... tu amigo también? ¿Nos... Conocimos en el parque?
Aziraphale abre la boca para decir algo y luego la cierra y luego la abre otra vez
—Conocidos.
—¿Les hablaste de mí? ¿Fueron a mi funeral?
—Algunos de los que… estaban entonces, se enteraron —Aziraphale se humedece los labios
—Eso está bien... me interesa preguntarles lo que no quisiste contarme.
—No debería interesarte...
—Seguro que no.
—Es aquí —Aziraphale se detiene delante de un portón grande de madera que NO parece más que una casa
—Uuuh, un club secreto, debías estar encantado —se burla un poco levantando la cabeza y mirando la fachada.
—Los chicos decían que les traía suerte.
—¿Tú? —pregunta subiendo los escaloncitos hasta la puerta.
—Sí, por lo visto se habían metido en algunos problemas antes de que yo llegara —es decir, antes habían recibido varias redadas anti homosexuales de la policía.
—Ya... me imagino —está pensando en problemas de juego clandestino y cosas así, por ahora. Golpea la puerta.
Ya te harás una mejor idea, solo dale unos minutos.
No tarda mucho en venir alguien a abrir una portezuela y pedir una contraseña
—Ahh... la contraseña. Ehm...
Crowley levanta las cejas pensando que con lo que le gustan a este idiota esta clase de historias y tonterías, debió casi correrse el primer día que le dieron la contraseña y se lo imagina gritándola demasiado fuerte por la emoción, moviendo las manos como un imbécil.
Cállate. Sí fue así, pero cállate.
—De profundis —susurra Aziraphale después de sacar una libretita y leerla porque somos idiotas
—Veo que realmente hace mucho que no vienes —comenta Crowley mientras cierran la portezuela y abren la puerta.
—¿Por?
—Pensaba que te sabrías la contraseña de memoria.
—No, es que la cambian. Cada seis meses nos dan la lista, mira —se las enseña en una listita puesta con su muy enchinada letra llena de bucles y rizos. Son nombres de libros de Óscar Wilde. In memoriam, porque se murió hace muy poco.
—¿Qué... actividades clandestinas se hacen en este sitio que requieren tanta seguridad? —pregunta siguiéndole dentro.
—Nada, solo bailamos. Yo tampoco entiendo. En realidad.
La verdad, es que parece una casa normal de la época decorada con bastante buen gusto, a su parecer. Crowley está, vamos a confesarlo, esperando un saludito secreto a base de puñitos y vueltecitas y movimientos secretos con el niño que les ha abierto la puerta. O alguien.
¿Harán destilados en el piso de arriba? ¿Peleas de gallos en el sótano? ¿Habrá una red de trata de blancas... a las que no pueden traer porque este es un club exclusivo de hombres y eso se lo dejo muy claro? A lo mejor cultivan marihuana en el patio interior o tienen un casino ilegal en la buhardilla.
Todas esas ideas parecen bastante infernales para que Aziraphale esté aquí y justo eso es lo que le llama la atención a Crowley. El chico de la puerta les pide muy solicito y educado sus sombreros y abrigos.
¿Peleas de gallos? Es que además, Aziraphale se lleva la mano al pecho porque este sitio… está lleno de amor, siempre y eso le gusta. Crowley entrega al chaval de la puerta sus pertenencias mientras Aziraphale se orgasmea por ahí atrás con sus chicos gays.
Ehhh. No se está orgasmeando con nadie. Creo.
La verdad, todos pensamos que sería bastante desconsiderado de su parte traerle aquí y no invitarle a esa parte.
Pareciera el especialmente interesado. La verdad, Aziraphale solo saluda a todo mundo, tan sonrientillo.
Crowley le sigue por ahí como un patito a su mamá pata.
¿Formado en triángulo?
Más bien un poco torpemente pero oliendo a adorable carne fresca.
Ugh.
Ojalá nos hicieran un tour o nos dieran algo de beber. Bueno, si no hay tour estaremos bien.
Pero ¿sin alcohol no? Uff, eso puede ser un problema. El ángel se sonroja un poco y les anuncia a todos que ha traído… un amiguito.
NO está usando la palabra "amiguito".
Pues... little friend. Little... acquintance. Little... person that is not that known, really.
LA FULMINACIÓN.
Vale, big… big Ehm… whatever.
La verdad, hay algunas exclamaciones entre los que hay por ahí y Crowley está seguro de ver a alguien pagando a otro alguien... Okey, ahí también hay alguien más sacando la cartera. Ojos entrecerrados.
—Ehm… él es… —Aziraphale le mira para que se presente. Sí, le mira como siempre le mira. Con estúpidos ojitos de amor.
—Crowley —asegura el demonio sonriéndoles forzadamente a todos cuando un chico moreno de pelo rizado y bastante joven, se acerca a saludar al ángel de beso efusivamente, interrumpiéndole.
Aziraphale no parece especialmente tenso con eso, sonriendo y saludando
—Que calladito lo teníamos, ¿no? —Sonríe este chico y saluda a Crowley también de beso, sujetando una copa en la mano—. ¿Crowley, dices? Mi nombre es Charles.
Alguien asegura que esto explica MUCHAS cosas. Se estaban hasta pagando apuestas por ahí atrás, es lo que ha notado Crowley.
—¿Calladito? —pregunta Aziraphale parpadeando confundido.
—Mucho gusto, Charles —responde Crowley, suavecito, en tensión.
—Bueno, ya sabes... todos hablaban de ello, pero nadie había visto… —Charles señala a Crowley con la cabeza, sonriendo y mirándole de arriba abajo un poco descaradamente.
—Ah… ¿qué tengo un amigo? —Aziraphale parpadea sin entender y mira a Crowley de reojito.
—Exacto. ¿Quieres venir a tomar algo ahí con nosotros... Crowley? —le invita Charles señalando a una mesa con dos chicos más.
—Bueno, en realidad, él… —sigue Aziraphale y se detiene porque… ¿le han invitado a beber algo?
—Claro... ¿por qué no? —responde el demonio y mira a Aziraphale de reojito.
—¡Bien! —Charles toma a Crowley de los hombros para guiarle hacia la mesa mientras pide un jerez para Aziraphale y le hace a este un gesto para que les siga—. ¿Qué es lo que bebes tú?
—Whiskey, solo.
Aziraphale les sigue, un poco nerviosito la verdad. Hay cosas que no cambian. El ángel se aclara la garganta.
—¿Así que a ti también te van pelirrojos? O bueno, será solo de bebida, no como a los presentes —bromea Charles, le hace sentarse y pide un Whiskey también.
Aziraphale se sienta todo derechito ahí junto. Crowley mira a Aziraphale de reojito sin estar muy seguro de lo que le habla este tipo.
—Jack, Martin, os presento a Crowley. El... little friend de Mr. Fell —comenta Charles para los otros dos.
—No es little —aclara Aziraphale solo por la fulminación de hace un rato.
—Oh... Crowley, ¿cómo Mr. Crowley? —pregunta Jack. Martín les mira y sonríe.
—Crowley como... —el nombrado hace una pausa mirando a Aziraphale de reojo.
—Uhhh… detalles… —bromea un poquito el ángel—. E-Es importante decirlo —por favor, ¿alguien puede callar a Aziraphale?
—Reverend —decide Crowley solo por ver la cara del ángel y los tres chicos parecen dar un paso atrás con eso, aguantando la respiración.
Aziraphale ABRE LA BOCA como un… querubín de esos qué hay en las iglesias.
—Oh... ¡Oh! —Charles exclama sin poder evitarlo—. Eso explica porque todo ese continúo... amor por lo sacro y la religión y las biblias...
—No puedo… Ugh. Ya, sí… nos conocimos en la iglesia —medio protesta Aziraphale.
—No, no os pongáis nerviosos. No estoy aquí para juzgar a nadie —asegura Crowley sonriendo de ladito.
Jack se ríe un poco nerviosito igualmente y Crowley está seguro de que están escondiendo algo.
Bueno, mira que costó que lo notaras (Piensa Asmodeo en donde sea que este…)
—Pero… p-puedes venir… no vendrás a catequizarnos o algo, ¿verdad? —pregunta Martín.
—Lo que mi buen amigo Martin quiere decir... —interviene Charles en riña—. Es que no solemos tener a muchos hombres píos por aquí. De hecho, debe ser usted el primero, padre.
Crowley sigue cero interesado en todo esto y cien por cien mirando a Aziraphale. Vale. Esto tiene gracia.
—Bueno yo soy un hombre pío —asegura Aziraphale. Jack mira a Aziraphale de reojo y hace un pfff, escondiendo la risa en la tos. Martin se ríe un poquito junto con Jack, un poquito más discretamente.
El ángel se ríe un poquito también sin notar... nada raro, muy inocentemente. Ay, Aziraphale.
—Muy, muy pío... desde luego—asiente Martin con cara de falsa seriedad. Crowley les mira con una ceja levantada.
—Bueno, supongo que lo que pasa es que algunos de nosotros... habría cosas con las que no nos meteríamos —sigue Charles—. Pero Mr. Fell no le tiene miedo a nada, es bastante salvaje —le sonríe coquetamente.
—¡No digas esas cosas, Charles! — Aziraphale se ríe un poquito con eso porque siempre que le dicen esas cosas piensa que es una broma.
—Bueno, te conocemos bien —Martín agrega bajito, sonriendo un poco de lado.
Crowley sigue mirándolos a los cuatro porque esto... esto es una broma, ¿no? O-O sea... tiene que serlo.
Pues Aziraphale sigue con su carita de inocente. Si lleva cien años sin notar nada o fingiendo porque no quiere notar nada.
—A mí me parece que hay límites para todo... —Jack toma la mano de Aziraphale preocupado—. ¿Tal vez deberíamos hablar de esto?
—Ay, Jack, muchacho, no seas dramático. Como si tú nunca hubieras jugado a los imposibles y a lo prohibido—le riñe Charles—. A mí me parece que le añade un toque como... —hace un gesto como si se acabara de tomar una bebida gaseosa para explicarlo.
Aziraphale se sonroja un poco pensando en Crowley… que es un demonio y el que es un ángel y que realmente no deberían…
—Bueno, yo a él realmente no lo conozco bien. Somos más bien conocidos. Lejanos.
Crowley levanta una ceja con eso y agradece que le traigan ya las bebidas, dándole un traguito a la suya y prefiriendo no intervenir por ahora.
—Ah... —Charles mira a los otros dos con cara de circunstancias porque... eso... suena bien y les da un poco de esperanzas. ¿Lo habrá traído aquí para que se una a la jauría y así tenerlos a todos controlados en el mismo lugar?
—Hombre, Mr. Fell... —interviene Jack—. Uno no trae aquí nada más a un conocido lejano, ¿no? Quiero decir... estamos entre amigos.
—Nah, no me lo creo. ¡Solo basta ver como se miran! —Martin piensa que a Mr. Fell lo que le ha dado es vergüenza y ahora está siendo tsundere.
—¿Eh? —Jack se gira a mirarles y Charles se ríe un poco.
Crowley mira a Aziraphale de reojo sin poder evitarlo, solo un instante y luego carraspea, reacomodándose en su silla de otro modo desordenado y girando la cara, sonrojado. Sintiéndose que le miran.
Aziraphale mira a Crowley también y carraspea, estirando más la espalda.
—N-No… no… Ehm… mejor deberíamos bailar.
—Eso sería claramente más sencillo si el padre Crowley ¿Puedo llamarle así? no llevara esas gafas oscuras, desde luego—asegura Charles.
Crowley FULMINA Charles a través de sus gafas oscuras que no piensa quitarse hasta que este piensa que vale, menos mal que las lleva.
—Creo que llega el cuarteto de cuerda en unos veinte minutos —le explica Jack a Aziraphale mirando su reloj.
—Ahh, eso está bien. Es… Ehm… —le da un traguito a su jerez.
—Pero chicos, de verdad… necesitan relajarse un poco. Aquí no pasa nada, estamos entre amigos —insiste Martin.
—Claro, nadie va a juzgar nada. Esa es una de las primeras normas de la casa, ¿no? Aquí no se juzga —asiente Charles.
—Parece mejor esa que la de amar a Dios sobre todas las cosas —comenta Crowley en un susurrito para Aziraphale, sonriendo de ladito. Este le fulmina un poco.
—¡Son casas diferentes! Y… B-Bueno… En serio deberían… Ehm… ¿Cómo está Patrick? ¿Por qué no está por aquí? —intenta cambiar el tema
Charles mira a Crowley con ojos entrecerrados por ese comentario porque... eso no es muy como de sacerdote. No sería el primero que viene aquí con un nombre falso y una profesión inventada.
—Ah... Él —empieza Jack poniendo los ojos en blanco como si le hubiera nombrado a Voldemort.
—Ohh… ¿qué pasa? —pregunta Aziraphale mirando a Martín que está negando con la cabeza con cara de… ¡cállate, cállate, cállate!
—No vamos a hablar de eso que ni merece la pena. Estamos aquí para conocer al padre Crowley hoy —sigue Jack, todo tenso—. ¿Qué... qué puede contarnos, en que iglesia está o... qué?
—Ugh —protesta Aziraphale que quería cambiar el temaaaaaa. Esperas mucho de ellos, no puedes traer por primera vez en cien años a un hombre y pensar que no vas a revolucionar todo el gallinero.
¡Pero Crowley no es un hombre! Es… un demonio. Además por qué no va a traer a alguien, todos los demás traen a gente todo el tiempo.
Eso es casi peor y ellos no lo saben.
—En... ehm... la que está en... S-Saint Peter?, la que está en Soho Square con Sutton Row. ¿Sabéis cuál digo? —explica Crowley refiriéndose a Saint Patrick, siendo el habitual desastre que es con los nombres.
—¿E-Esa no es... CATOLICA? —la CARA de Jack, se lleva las manos a la boca, pero tampoco sabe cómo se llama.
—Saint Patrick, precisamente, sí —asiente Aziraphale y se revuelve porque… Ugh.
—Oh, my… come on! —protesta Martín muriéndose de risa porque además se está tirando al católico que tendría que ser completamente célibe.
—Tranquilo, no estoy de servicio ahora —Crowley le levanta el vaso a Jack en gesto de brindar—. Nada de catecismos, lo prometo. Pero os puedo confesar si hay algo interesante que queráis contarme de Mr. Fell.
La verdad, Charles está un poco con la boca abierta, impresionado de esto porque también pensaba que de menos sería un reverendo protestante.
—¿Algo interesante como qué? —pregunta Martín mirando a Aziraphale.
—Parecéis todos bastante impresionados con mi presencia aquí. Mr. Fell no suele trae a nadie, supongo — Crowley se encoge de hombros, porque... the floor is your, guys. Literalmente, lo que queráis.
—No —Martin se ríe—. Nunca. Él solo parece que se los lleva de vez en cuando.
—Qué... se los lleva —repite Crowley lentamente.
—Martin, ¡que malo! —protesta Charles, riéndose—. Es que además últimamente viene menos. Eso dicen los mayores, que nosotros ya no le caemos bien.
—N-No es eso, no… —Aziraphale niega con la cabeza con carita un poco de drama porque el problema es que… Óscar. Todo lo de Óscar es muy reciente y aún duele.
—Bueno, no a todos, pero si hay historias —Martín se ríe, encogiéndose de hombros.
—Me gustan las historias —asegura Crowley intentando conseguir el justo grado de interés desinteresado y fallando miserablemente.
—Ah, venga… lo que no es de tu año no es de tu daño —Martín sonríe —. Solo te las contaremos si prometes comportarte.
—De mi... año —repite pensando que su año empezó cuando este niño ni nacido había, ni esta ciudad, ni la tierra apenas y la verdad, luego piensa en si él debe verse como ellos alrededor de Aziraphale. Aprieta los ojos asegurándose que no, porque se imagina a si mismo diciéndole a alguien medio descerebrado que " es un salvaje" y casi se da vergüenza ajena a si mismo de algo que ni ha hecho—. Hombre, comportarme claro que voy a comportarme, ¿quién crees que soy?
¡Que dramas! ¡No te ves así! Pero esa actitud cool ayuda a vértelo menos, no lo negaré.
—Sí, el pasado oscuro y turbio de Mr. Fell es poco importante ahora.
—Pero estas cosas no se cuentan por la importancia, claramente.
—¿Entonces?
—¡Yo no tengo un pasado oscuro y turbio! —protesta Aziraphale.
—Bueno, está... el de la oposición —empieza Charles, sin piedad alguna—. El amigo de la infancia, el millonario que no sabemos de qué trabaja, el demonio, el muerto, el escritor y... ahora el prohibido. Y los que me dejo.
Aziraphale abre la boca y se sonroja más porque TODOS esos son Crowley en diferentes versiones e historias menos… el escritor. Laaaa ceja levantada de Crowley que... el muy burro no lo pilla.
—Charles! Vamos a empezar a hacerte una lista similar a ti cuando venga William —le replica Jack, riéndose.
—¿Por? ¿Te ha dicho algo? ¿Sabes si va a venir hoy? —tan ilusionado, Charles.
—Aquí vamos de nuevo... —Jack le pone los ojos en blanco a Charles por ahí detrás, la verdad.
—No lo… No hay… Ugh —Aziraphale mira a Crowley de reojo un poco aprovechando que no le ponen ahora tanta atención por hablar de William
Crowley está girado a él ahora con una ceja levantada y cara de a cada vacilación y segundo que no le explicas esto se vuelve peor y más historias se hace en su cerebro.
—No le hagas caso a Charles, Crowley… Mr. Fell realmente siempre dice que no —le rescata un poco Martín.
—¿Tú te sabes alguna de esas historias, Marcel?
—Martín.
—Es lo que he dicho.
—Siempre cuenta cosas de gente… de que se encontró a un… amigo y le invito a comer ostras porque nunca había comido en su vida. Dime si eso no es salvaje.
—Bueno, y eso que tú no le has visto cómo se las come... —suelta Crowley, porque el kink con verle comer. Ejem.
—Bueno, no, pero le hemos visto comer pastelitos —explica Martin.
—¡Como de manera normal! —protesta Aziraphale.
—Probablemente sabes de lo que hablo entonces —le hace un gesto con la cabeza. El chico asiente un poco. Crowley frunce el ceño con eso y lo que le pasa es que... de todo lo que Charles ha nombrado...
—¿Un... demonio, entonces?
—UGH!
—Ese era el peor hasta que has llegado tú —se ríe Martín.
—¿Lo era? ¿Por? —mira a Aziraphale de reojo sin poder creer lo muy poco que está protestando a todo esto.
—No es el… No era el… pero ¡¿qué les pasa?! ¡Ya no les vuelvo a contar nada! —Aziraphale se cruza de brazos y levanta un poco la nariz, aunque debe admitir le gusta como estos chicos le están haciendo quedar como alguien cool.
—Porque era el que sonaba más pecaminoso. ¡Todo un DEMONIO!
—O sea, pero estamos hablando de un... apodo, ¿no? —pregunta Crowley sonriendo sin poder creer que en algún punto SÍ les dijera que era un demonio. Preguntándose qué tan borracho debía estar para eso.
—Yo prefiero pensar que era una descripción —asegura Martín haciendo un "cejas, cejas" —. Venga, Mr. Fell!
—Baia, baia, Angelito...
—Tú, cállate.
Crowley se ríe
—Mr. Fell! —llama alguien a lo lejos para saludarle y luego se acerca a la mesa.
—Ohhh! Anthony! —se levanta para saludarle y ahí va Anthony a abrazarle—. ¡Hace tiempo que no te veía!
—Me dieron el permiso hace poco porque...
Crowley se vuelve a Martin completamente con cara de... "La hora del interrogatorio ha empezado. Cuéntame. Todo. Rápido. Antes que decida que poseerte demoniacamente y verlo yo mismo es una buena idea. Tic. Tac. Tic. Tac."
—¿Qué quieres saber? — Martín le sonríe—. No creo que tengas nada de qué preocuparse, los ex importantes están… —hace un gesto con la mano en el cuello para hacer la seña universal e estar muertos
—Ni siquiera sabía que había alguien a quien... alguien llamaría ex.
—Él NO los llama ex, pero lo son. Al muerto le preparó un funeral completo él solo… aún sin cuerpo. Dicen que fue un drama. Yo no estaba. Del otro hizo ooootro drama…
—¿Sabes dónde está la tumba o de alguien que lo sepa?
—Oh sí, es algo súper raro.
—¿Por?
—Porque no la quiso en un cementerio.
—Entonces, ¿dónde está?
—No tengo ni idea de cómo lo logro, pero está enterrado en el parque de St. James me parece… o eso dicen.
—¿E-En... El parque?
—Es incomprensible, ya lo sé.
—Pero ¿dónde? —insiste Crowley y Jack se vuelve a ellos cuando por fin Charles deja de interrogarle y se va a quién sabe dónde.
—Perdonad... Charles está loco por mi primo William y... —Jack le cuenta a Crowley y luego suspira—. ¿Qué decíais?
—Le hablaba del entierro del ex raro de Mr. Fell.
—Aaah, el muerto, sí. Ni siquiera sabemos de qué murió, por lo visto solo desapareció. Corren historias por ahí. El imbécil de Patrick decía que a lo mejor fue un crimen pasional y Mr. Fell lo mató, por eso lo de no enterrarlo en un cementerio y el cuerpo desaparecido en misteriosas circunstancias.
—Y un día bromeamos sobre eso y se puso casi a llorar.
—¿A... llo-llorar? —Crowley vacila con eso porque el muy idiota no lo había pensado.
—Sí... No se lo menciones, se pone muy sensible con eso —asiente Jack suspirando.
El demonio traga saliva mirando a Aziraphale de reojo y... se le va a escapar el amor sin querer y sin notarlo. El ángel, que estaba actualizando a Anthony… se gira a mirarle al sentirlo.
Crowley se sonroja y aparta la cara de golpe, atrapado. Carraspeando.
—Ehm... bueno, ese es el demonio ¿y los demás? —cambia de tema.
—No, ese no es el demonio —responde Jack—. ¿O sí? ¿Eran el mismo?
—Los demás… pues, uno es Óscar —hace una pausa para ver la reacción de este hombre al NOMBRE—. Ah, no sé… ¿Óscar no era el otro que estuvo en prisión?
Crowley se humedece los labios con la palabra "Óscar" bailándole en ellos por primera vez.
—Ah, bueno... ya sabes... —Jack se encoge de hombro—. Lo asombroso es que no lo estuviera Mr. Fell también.
—¡Nadie lo sabe! Ni siquiera hablaron mucho de él, para el desastre que se hizo.
—¿Qué pasó? —pregunta Crowley suavecito.
—Pues el… escribía. Cosas indebidas.
—¿Qué clase de cosas? —frunce el ceño.
—Libros… Novela, cuentos y obras de teatro, sobre todo. Y poesía —asegura Jack, pensándoselo.
—Y al ser una figura pública, le… atraparon —añade Martin.
—¿E-Era... era escritor de... verdad? —el pánico. No es que Aziraphale no hubiera conocido un millón de ellos a lo largo de su vida y no se hubiera maravillado con todos ellos hasta límites ridículos, pero...—¿Algo que haya podido yo leer?
—Pues… ¿El retrato de Dorian Grey? —propone Martin.
—Ah, ese es muy bueno. Y dicen que se basó un poco en Mr. Fell para hacer a Dorian con ese rumor que corre por el club de que no envejece y por la candidez, claro —le sonríe Jack.
No, bueno, y es que ahora va a tener que puto recordar ese puto nombre y ese maldito título para leerlo. HISTERICAMENTE.
—Vamos a decir que… justamente, el club, era un problema severo hace varios años. Menos mal que ha pasado ya un tiempo y ahora no están TAN interesados en nosotros. ¿No te enteraste de todo el escándalo que ocurrió con esto? Tienes pinta de… que ya estabas por aquí.
—He... Estado viviendo en el extranjero hasta hace un par de meses —se inventa Crowley.
—Oh, fue todo un escándalo. ESCÁNDALO. Yo era bastante pequeño pero… —Martín hace una pausa dramática —. Bueno ya sabe lo qué pasa con la gente como nosotros. Y Oscar tenía familia, mujer e hijos.
—Ah, ¿ADEMÁS? —la IRA de Crowley. Las plantas del jardín del club, tiemblan. Y hay un ficus en ese rincón que de repente preferiría estar en otro cuarto.
—¿Además?
Crowley bufa y refunfuña de malas, ahora. Aziraphale se gira hacia ellos un instante sintiendo un cambio en la atmósfera, pero enseguida es atrapado de nuevo por el relato de Anthony.
—Ehm... Bueno, pero... no hay que pensárselo mucho, si ya murió —asegura Jack intentando ser diplomático.
—Además luego tuvo hasta otro… ni siquiera fue culpa de Mr. Fell… —agrega Martín.
—Sí, además eso —refunfuña Crowley hablando del infierno—. Voy a tener que ir a buscarlo al bloody archivo a ver where in the hell es que está. No es como que haya pocas salas de sodomitas ahí abajo.
—¿Abajo? —pregunta Martín y Jack parpadea sin entender eso tampoco.
—Bueno, ¿y el resto? —replica Crowley sin querer aclarar.
—No hemos conocido a nadie más, pero habla bastante de ellos —explica Martín —. Yo no me pondría muy celoso si… ya lo tienes para ti.
—Habla de... el de la librería satánica, ¿recuerdas? Charles se pasó meses buscando ese lugar por toda la ciudad y nunca supimos —comenta Jack—. Aunque con ese tiene una relación de amor-odio súper rara. Y también había uno que trabajaba en un local llamado infierno, que luego descubrimos que era un bar de copas en los suburbios, pero nunca supimos quién era, de todos ellos.
—Todos parecen muy angustiantes pero a la vez… ¡Es que no les conocemos nunca! —explica Martín mirando como Aziraphale ha vuelto a hablar con Anthony sin hacerles mucho caso.
—No, y es que... —Jack vuelve a poner los ojos en blanco—. Patrick decía que el del club tenía que ser un stripper.
Crowley les está escuchando porque es que... otro librero, un escritor, un stripper. What the fuck con el ángel? ¿Cómo se le ocurre decir que es reverendo?
—Sin duda, tiene gustos muy… Bueno, insisto, no sé si un reverendo es lo más angelical o lo más pecaminoso —bromea Martín accidentalmente.
—¿Y con vosotros entonces... nada?
—Nah, y no es que Charles no lo haya intentado... ¡Oh! Y también está el profesor de historia, ¿sabes de quién hablo? De ese siempre cuenta cosas como si hubieran estado en los eventos históricos. Es súper raro, ya le he dicho yo mil veces que debería escribir un libro con eso.
—Ahhh! ¡Ya se quien dices! Es que… Mr. fell luego cuenta unas cosas algo raras —Martín mira a Crowley un poquito como… Sí sabes, ¿verdad?
Crowley se humedece los labios con eso, porque... no está del todo seguro y ahí vuelve Charles dejándose caer en la silla todo dramático.
—¿Qué paaaaasa? —le mira Martín.
—Te lo he dicho —replica Jack a eso sin que haya ni dicho nada.
—Cállate, Jack —responde Charles, porque… William no va a ir como ya le había dicho—. Bueno, como vais por aquí. ¿Ya habéis escandalizado lo bastante al padre con vuestras idioteces?
—¿Las nuestras? Las de Mr. Fell más bien.
—¿Qué le habéis contado? No les hagas ni caso que son unas reinas del drama —le asegura Charles a Crowley.
—Ehh! No lo somos. Le hablábamos de Óscar.
—Oh, EL TEMA ESCABROSO.
—Oh, sí… y sí se ha puesto raro —le acusa un poco igual Martin.
Ojos en blanco de Crowley que vuelve a beber de su whiskey y a mirar a Aziraphale de reojo, que está consolando a Anthony en no sé qué drama.
—No les hagas caso—insiste Charles—. Es el peor porque es del que más sabemos. Es muy esquivo con los otros.
—Igualmente es que… si ya te trajo aquí a ti, ya estás del otro lado. Los otros están muertos. Es como… el estado ideal de tener un ex—añade Martin.
—¿Cómo sabéis que están muertos? ¿Fuisteis a todos esos funerales?
—No... Bueno, de hecho, solo al de Oscar y al otro —explica Jack.
—Oh, le habéis hablado del otro. Eso fue TAN RARO —comenta Charles.
—En St. James. Cuentan que la gente los veía, nadie hacía nada… Sí, sí le hablamos de ese —explica Jack—. La parte buena es que si te mueres ya no puede ser mucho más raro.
—¿Habéis visto la tumba? —pregunta Crowley.
—Uno de los mayores, si… Tommy. Fuimos con él una vez y no la pudo encontrar —explica Martín—. Yo digo que es un tema raro así medio sobrenatural.
—¿Quién es Tommy? —pregunta el demonio mirando alrededor.
—Es uno de los más antiguos. Quizás llegue más tarde y puedas conocerle. Se parece a Mr. Fell un poco, quizás te caiga bien —Martín sonríe —. ¿Te traigo otra bebida?
Frunce el ceño porque no está aquí y no está seguro de querer seguir añadiendo personajes a la lista de odio.
Anthony, que estaba hablando con Aziraphale un segundo atrás es quien se levanta y le pone las manos a Martín en los hombros.
—Yo traigo el rondín de bebidas ahora… y les devuelvo a Mr. Fell.
—Ven a sentarte con nosotros —le sonríe Jack.
—Bueno, ¿y tú nos vas a contar algo de ti o esto solo va de sacarnos información a nosotros? —pregunta Charles a Crowley.
—La verdad, Christian... sí. Justo de eso va esto—replica Crowley, de malas, porque no tiene nada de ganas de inventarse una mierda ahora mismo y todos estos niños le caen mal y se alegra de que se vaya a pudrir todos en el infierno entre los peores de los sufrimientos.
—Uhhh, veo que he vuelto en un momento interesante —Aziraphale le sonríe un poquito a Crowley, escrutándole para tratar de averiguar si se lo está pasando bien.
—Oh, venga, no seas aguafiestas, seguro que Mr. Fell también tiene curiosidad por estas cosas de tu lado —pide Jack.
—Sí que la tengo… de eso y de saber que le han contado de mí —sonríe un poquito y se nota que ya está un poquito más relajado gracias al jerez.
Crowley le mira de reojo porque aún no está de muy buen humor con todo eso.
—Puras cosas buenas, dear, of course —responde Charles para Aziraphale—. No hay nada malo que se pueda contar de ti.
Aziraphale se ríe un poco pero su. Mira a Crowley de reojo que pone los oooojos en blanco.
—Creo que… eso no es verdad, pero entiendo que lo digas solo para hacerme reír.
—No lo digo por eso, ¡es cierto!
—Uhhh, que sabes de Mr. Fell, ¡cuéntanos Crowley! —pide Martín.
—¿Qué sé yo? Nada en lo absoluto, por lo visto —tan sarcástico, porque vale que ha dormido un siglo y se ha perdido un par de cosas, pero no esperaba que justo fueran a ser todas las interesantes.
Charles sonríe triunfador con esa respuesta, porque... parece que se conocen hace realmente poco y más si Crowley dice que estaba viviendo en el extranjero hasta hace unos meses... debió conocerle hace poco y empezar a perseguirle por toda la ciudad ridículamente. Pobre imbécil. Eso explicaba lo de ser católico, seguro no se habían acostado, dijera lo que dijera Martín.
Aziraphale le miiiiira más intensamente con esa declaración.
—Crowley es todo un caballero sin memoria, por lo visto —suelta sin dejar de mirarle.
El demonio arruga la nariz con eso.
—Quizás debiéramos preguntarle las cosas de Crowley a Mr. Fell. ¿Hace cuánto se conocen? —pregunta Martín.
—Martín, no seas cruel, es obvio que se conocen hace poco si el padre Crowley vivía en el extranjero —le riñe Charles.
El demonio mira a ver que tanto va a tardar su whiskey, un poco agobiado y harto de estar aquí aguantando a todos estos idiotas.
—¿En el extranjero? Oh, no, no se dejen engañar por eso. Somos… conocidos de TODA la vida —asegura Aziraphale.
Charles levanta las cejas con eso. Ojos en blanco porque uno no es... CONOCIDO de TODA LA VIDA. Eso es absurdo y contradictorio.
—Lejanos —añade Crowley, sarcásticamente.
—Cómo van a ser conocidos lejanos de toda la vida… ¿qué les hizo acercarse? —sigue Martín.
—Pues la iglesia, Martin, ¿no conoces a Mr. Fell? —responde Jack.
—O sea, el padre Crowley era el reverendo de la iglesia y Mr. Fell nunca le hablaba hasta que empezaron a hablar y no solo a…
—No, no —Aziraphale interrumpe a Martín —. No.
—Hablar. Y ya. Todo el tiempo. Blablablablá —sigue Crowley, echando la cabeza atrás. Aziraphale se gira a Crowley.
—¿No te gusta hablar? A veces comemos también, o bebemos… un poquito.
—No he dicho que no —se encoge de hombros, desinteresado.
—Bueno... hablar está muy bien, es importante —asegura Charles—. La comunicación es la base de las relaciones.
Jack mira a Charles porque eso ha sonado pasivo agresivo. Aziraphale se revuelve con la palabra relaciones.
—Especialmente las fraternales —a sarcasmo y pasivo agresividad no le va a ganar al demonio. Aziraphale se sonroja con eso.
—Hemos… trabajado distantemente y sin necesariamente cooperar pero de una manera cordial y respetuosa por muchos, muchos años en muchísimos sitios.
De verdad. Crowley quiere su wishkey. ¿Qué coño están haciendo? ¿Ordeñar a las manzanas? O lo que sea que se les haga.
Ahí viene Anthony seguido del mesero y Crowley se va a robar la botella porque... no les aguanta. Y Jack le hace espacio a Anthony para que se siente, pero este declina porque quiere ir a saludar a no sé quién al otro lado, primero.
—E-Ehm… igualmente, C-Crowley… —vacila el ángel queriendo seguir hablando de él, pero encontrándose que todo lo que puede decir es incriminatorio y/o vergonzoso—. E-Es… C-Crowley y…
Todos le miran y el nombrado entrecierra los ojos sin saber qué hace o qué intenta decir.
—E-El… ¿recuerdan a mi amigo que pensé que estaba m-muerto?
—Angel... —Crowley niega para que no les aclare esa parte porque bastante desastre es todo esto.
—Awwww! ¡Le llama "ángel"! —Martín toma a Jack del brazo.
—Eso es bonito —Jack sonríe con ternura.
—Aaw, sí, bueno... —Charles pone los ojos en blanco.
Aziraphale mira a Crowley con eso aún sin entender por qué le ha detenido de contar eso, vacilando. El demonio levanta las cejas sin esperar esas reacciones al apodo y aprieta los ojos.
—Es... no es nada, es solo... es un nombre genérico —sigue Crowley apretando los ojos.
—Es muy bonito para ser un nombre genérico —sonríe Jack.
—¡Sí que lo es! —señala Martín.
El demonio se toma su copa. Toma aire profundamente y luego toma la botella.
—Angel. Privado. Ahora —le señala levantándose, pero sin mirarle, yéndose a otro rincón de la sala.
Aziraphale mira a los demás y se sonroja un poquito, levantándose tras Crowley y yendo con él.
Hay cuchicheos igual entre los chicos.
Crowley se detiene en un lado de una puerta. Y le da un trago a la botella antes de mirarle fijamente.
—¿Estás… hum… bien? —pregunta Aziraphale moviendo las manos como si fuera un pequeño pangolín.
Crowley le mira, pensando en cómo decirle esto... y vacilando. Acaba por darle otro trago a la botella.
—¿Qué pasa? ¿Fueron groseros contigo? Son… a veces hacen muchas bromas….
—Aziraphale...
—W-What?!
Deja la botella por ahí y le toma de las mejillas, mirándole fijamente a los ojos.
Oh, my GOD. El SONROJO.
—Tienes que confiar en mí en esto. ¿Vale? —sigue mirándole intentando captar toda su atención. Muy serio. Si no estuvieran en público se quitaría las gafas.
—V-Vale —no puede estarle mirando con más atención—. P-Pero es… n-no entiendo.
El demonio asiente... toma aire y lo suelta de golpe.
—Esto es un club gay, Aziraphale.
—Es un… ¿qué?
—Un club de homosexuales. Sodomitas. Esos chicos vienen aquí a conocer a otros chicos con los que tener relaciones sexuales. Todos. TODOS aquí van a ir al infierno.
—A-Al… infierno —repite de todo lo que es más fácil de repetir. Ugh—. N-No, es un club de caballeros y lo que hagan los caballeros en otro sitio no es de nuestra incumbencia.
—La mitad de ellos quieren acostarse contigo, además —le suelta, yendo a por la botella—. Y creen que tú y yo... —toma otro trago de la botella poniendo los ojos en blanco.
—No quieren acostarse conm… ooooh! —la boca abierta de nuevo.
—Una vez dicho esto... —decide y hace un gesto para que vuelva a la mesa.
—P-Pero… no… ¡Tú eres un demonio y yo un ángel! —susurra.
—Y ellos no lo saben. Discutiremos eso después.
—P-Pero… —le sigue igual.
—¿Problemas en el paraíso? —pregunta Charles cuando vuelven. Aziraphale abre mucho los ojos cuando Charles habla y se sienta, la espalda MUY recta.
—No, para nada —responde Crowley desinteresado con una sonrisa falsa.
—Bueno, entonces ¿ibas a contarnos de vosotros? —sigue Jack.
—De nosotros. Claro. Por favor, Angel, cuéntales de nosotros y de nuestra relación de conocidos lejanos.
Aziraphale abre la boca. Y la cierra. Y la abre. Y la cierra. Y se sonroja mirándose las manos.
Exacto. Por eso no te ha dejado contar la historia del muerto. Ahora miran todos a Aziraphale, que quiere morirse.
—E-Ehm… Crowley y yo… c-casi… no... No. NO.
Crowley hace una sonrisita forzada otra vez con eso para todos.
—T-Tenemos que irnos —decide el ángel, súper incomodo ahora.
—¿Qué? ¿Pero por qué? Si acabáis de llegar —protesta Charles.
—Ya, ya… p-pero…
—Oh... ¿Ya quieres irte? Pero si no les has contado nada. Ellos me han contado un montón de cosas, no parece ser muy justo esto —responde el demonio jugando con la botella.
—P-Pero… —le mira, agobiado.
—Anda, cuéntales de cuando... —Crowley vacila, pensando en alguna historia que pueda contarles que sea un poco... algo. Picante de algún modo. Que pudiera poner al ángel un poco más incómodo aun... pero es que cada vez que se ven todo lo que hacen es cómodo y sosegado y agradable.
Se lo pasa bien molestándose y quejándose mutuamente de lo que hace el otro, no necesariamente metiéndose en situaciones comprometidas del tipo "vaya, solo hay una cama en este cuarto, tendremos que compartirla" si además el ángel ni duerme. No se le ocurre nada.
Aziraphale se humedece los labios preguntándose qué cosa le va a pedir que les cuente… si no es como que no tengan un millón de historias. Pero ninguna que quiera contar.
Además, lo que le pasa es que... las historias que más le impresionan de Aziraphale... que, por supuesto las hay, no son las que van a impresionar a estos niños. Por no hablar de que no tan fácil puede decir "Cuéntales cuando fuiste a vestido de noble a París en mitad de la Revolución francesa y acabaste condenando a un inocente a la guillotina porque querías unas creppes"
—Tranquilos, no todo el mundo tiene buenas historias en su relación, especialmente si no es muy cercana —interviene Charles un poco envenenadamente al notar la vacilación.
—No, no, si el problema no es la falta de historias —sentencia Aziraphale sin pensar mucho.
—No parece...
Aziraphale mira a Crowley por ayuda.
—Claro, porque "cuéntales de cuando le dimos a la humanidad libre albedrío por idiotas los dos" te va a sonar muy creíble —replica Crowley sarcástico y la verdad, Jack se ríe con eso pensando que es broma.
—Suena más creíble que lo de las nebulosas — Aziraphale sonríe un poco con eso. Charles parpadea con esa respuesta, o sea... ¿le está tomando el pelo?
—No hablamos de esa época —el dominio le fulmina.
—Menos mal, porque solo habría cosas que decir tuyas y quedaría yo mal con mis amigos.
—Claro, porque lo de la espada llameante es pecata minuta.
—Eso fue por pura humanidad. ¡Ella estaba embarazada!
—Y alguien se sentía culpable...
—¡Pues…! Era difícil no sentirse culpable.
La verdad, todos levantan las cejas pensando que Aziraphale embarazó a ALGUIEN.
—Mr. Fell! —exclaman impresionados/ sorprendidos/incrédulos.
—Vale, esta historia es nueva —asegura Jack, impresionado. Charles esta con la boca abierta. O sea quizás si hay un... j-joven Mr. Fell...
—¿Cuándo pasó esto?
—Era mi padre.
—¿T-Tu padre?
—¿Y cómo sabes tú de ello? —pregunta Jack a Crowley.
—Mi... padre y el suyo eran buenos amigos. Llevamos escuchando esta historia desde niños.
—Exactamente —asiente Aziraphale.
—Aaaw, amigos de la infancia —sonríe Martin.
—Conocidos lejanos desde la infancia —corrige Crowley pasivo agresivo.
—E-Eso es —Aziraphale no le mira, un poco regañado con esto.
—¿Entonces se conocen desde niños?
—Pero ¿cómo vais a ser conocidos lejanos de la infancia? —Charles pone los ojos en blanco porque eso no tiene sentido.
—Pues… ¿por qué no? Nuestra madre….
—Es difícil de explicar... NuestraS MadreS, nohagasestoraroAngel, eran muy muy cercanas pero yo... me revelé en la adolescencia y me largué de casa y... luego pasamos un montón de años en los que vernos era incómodo —explica Crowley.
—Aún lo es un poco —sentencia Aziraphale just in case.
—Y así es como uno se hace conocido lejano de la infancia —Crowley se encoge de hombros.
—E-Eso es —asiente Aziraphale, nervioso poruqe hasta para él suena un poco tomado con pinzas.
—¿Y cómo empezaron a ser novios? —pregunta Martín mientras Aziraphale le da un trago a su jerez y casi se ahoga.
—Espera, ¿tú eres entonces el amigo de la infancia también? —pregunta Jack porque en la lista de antes...
—Ah, buena pregunta, Marcus. Cuéntale tú —pide Crowley, sonriendo de lado.
—Ugh! —Aziraphale sigue tosiendo un poco—. Él… es… bueno, ¡es qué hay muchas anécdotas con él! —protesta desviando la pregunta, intentado volver al otro tema.
—¿Y eso que tiene que ver? —pregunta Jack. Charles pone los ojos en blanco porque toda esta conversación ya no le está haciendo tanta gracia.
—Pues que salen… que puedo decir yo, si es él.
—N-Novios lejanos de la infancia —se burla Crowley, aunque igualmente se sonroja con la primera palabra, atragantándose un poco, pero es que cada vez suena mejor esto y más absurdo.
Aziraphale aprieta los ojos porque… ¡No! O sea, sí, pero no, pero wtf. Jack se ríe porque eso suena cada vez más absurdo.
—Creo que es hora de irnos, Crowley —replica Aziraphale frunciendo el ceño.
—Por lo visto tenemos algunos asuntos... urgentes que resolver con espadas llameantes y esperemos que esta vez nada de mujeres embarazadas —esta historia es tan malditamente versátil para todo y suena tan mal en el contexto adecuado. Es maravillosa. Sonríe—. Nos vemos... cuando sepáis donde vais a volver a verme deseareis que no sea pronto.
—Crowleeeey!
—No les va a gustar, es un hecho.
—Pues… yo qué sé.
—Yo sí sé. Y mejor que tú sigas sin saber.
—Vámonos —Aziraphale se levanta.
Crowley se levanta también, le hace un gesto con la mano a los tres y se lleva la botella. Aziraphale les sonríe un poco, nervioso.
Los tres les miran un poco... Jack con la boca abierta, Charles con los ojos en blanco y Martin con sonrisita de lado.
—Les… veré un jueves de estos —se despide el ángel.
—Pásalo bien —se despide Jack y se lleva una patada de Charles por debajo de la mesa.
—Uhhh! Suerte con eso —se ríe Martín mientras Aziraphale corre un poco hacia la salida.
Crowley ya está en el coche porque joder, menos mal, pensaba que esto no se iba a acabar nunca. Aziraphale tarda un poquitín en llegar porque… es menos rápido. Se sube al coche.
Toma un poco más de Wishkey porque él tampoco quiere tener la conversación que viene ahora y luego guarda la botella en la guantera, mirándole.
