- ¡Hoshiyomi! - gritaba, mientras corría por los pasillos de su hogar - ¡¿Dónde estas?!

Continuó su camino, ingresando en cada una de las habitaciones con las que se iba topando

- ¿Han visto a Hoshiyomi? - le preguntó a unas mujeres, que se encargaban de la limpieza del lugar, las cuales se negaron - Gracias

Su aroma es demasiado leve... ¿A dónde se ha metido?

- Señora - fue interceptada por uno de los guardias

- ¿Qué sucede? - preguntó, al ver que otros guardias se acercaban, casi rodeándola

- El rey nos pidió, expresamente, que la custodiemos y... que no se atreva a dejar el castillo

- ¿Qué? - murmuró - Pero... ¿por qué?

A unos metros del lugar, el youkai se encontraba suspendido en el aire, con la espada Ken-Kon en sus manos, observando atentamente el lugar

- Que grata sorpresa - sonrió la mujer, emergiendo de las sombras del bosque - Ya imaginaba que vendrías a recibirme

- ¿Qué es lo que quieres, Zero? - apretó el agarre en la empuñadura de su espada

- Sólo vine a mostrarte una advertencia - extendió el brazo, abriendo su palma, dejando ver la imagen de Kagome, inconsciente y ensangrentada

Los ojos celestes del youkai se abrieron enormemente ante aquella escena

- ¡¿Qué le hiciste a Kagome?! - gritó

- Yo, nada - sonrió - Kirinmaru fue quién se encargó de ella - cerró su mano, provocando que la imagen se desvaneciera - Tuvo suerte de salir con vida asique... tómalo como una advertencia - volteó con la intención de irse - Y dile a Tsukiyomi... que el sello de su hija mayor, no es tan fuerte como pensaban

Kikyou

Pensó, frunciendo el entrecejo, al mismo tiempo en que agitaba su alabarda, lanzando un poderoso ataque, el cuál fue evadido por la mujer

- Intenta atacarme todo lo que quieras, Hoshiyomi... no lograrás nada - volteó - Algún día, Kirinmaru y yo nos apoderaremos de las espadas y vengaremos la muerte de nuestro padre... aunque eso no implique asesinarte a ti o a tu esposa

Se desvaneció lentamente, dejando al demonio con mil palabras atragantadas

Ellos... no tienen intenciones de matarnos a nosotros... ellos quieren... a nuestras hijas

Secretos

- ¿Estas seguro, Miroku? - preguntó, sobre el hombro del monje

- Así es, Shippo - respondió, mientras caminaban - Sango también lo percibió, ¿no es así?

- Si, su excelencia - pronunció, caminando detrás de los jóvenes - Sin embargo, es como si se hubiese desvanecido

- Eso parece... oye, Sango - la miró - Lamento no haber podido probar tus alimentos, se veían exquisitos

- No se preocupe - sonrió - Ésto es más importante

Pero, que hermosa sonrisa tiene... y sus ojos, son un sueño

Pensó, devolviéndole la sonrisa

Caminaron unos metros más, en silencio, hasta que, se toparon con los demás jóvenes

- Naraku, señorita Kikyou - se paró delante de ellos

- Muchachos - respondió el moreno - ¿Qué están haciendo en el bosque?

- Estábamos siguiendo una presencia demoníaca - respondió la castaña, mostrando su boomerang - Pero, al parecer, ya se fue

- Esa energía que sintieron - intervino la miko - Se trataba de Zero

- ¿Qué? - la expresión del monje se ensombreció - ¿Qué hacía ella aquí?

- ¿Quién es Zero? - preguntó el niño

- Vino a romper el sello de Kikyou - respondió el hanyo

- ¿Sello? - la expresión de la exterminadora| mostraba confusión

- Es una larga historia - desvió su mirada - Pero... no sólo vino por mi - frunció el entrecejo - Vino... a mostrarme como Kirinmaru, atacaba a Kagome

Los orbes azules del castaño se dilataron, al mismo tiempo en que sus labios se separaban

- La... la señorita Kagome... ¿fue atacada por Kirinmaru? - hizo una pausa - ¿Có...cómo se encuentra?

- No lo sé - hizo una pausa - No tengo idea de lo que sucedió con ella

- ¿Inuyasha está al tanto?

- Yo fui a decirle - respondió Naraku - Pero... fue como si ya lo supiera

- No me sorprendería - miró el suelo - Inuyasha y la señorita Kagome comparten un profundo lazo... pude notarlo cuando lo conocí

- Oye, Miroku - pronunció el niño - ¿Ella no fue quién me salvó del veneno?

- ¿He? - la castaña mantenía su sorpresa

- Si, Shippo... la señorita Kagome usó sus poderes de purificación para limpiar el veneno de tu cuerpo

- Mi hermana posee grandes poderes - sonrió

- Entonces, ¿ella también es una sacerdotisa? - los jóvenes compartieron incómodas miradas - ¿Qué ocurre? ¿Acaso, dije algo malo?

- La señorita Kagome... es una youkai, Sango

- ¿Una... mujer demonio? - sus ojos se abrieron de par en par, redirigiéndose a la miko - Y... ¿es su hermana?

- Hay muchas cosas que no sabes aún, Sango - pronunció el moreno, notando la tensión que se estaba formando en el ambiente - Sin embargo, al parecer, es momento de que lo sepas - miró a su prometida, quién asintió

- Joven Miroku... puede poner al día a Sango acerca de... lo que usted sabe - el monje asintió - Y Sango, si luego de escuchar todo, deseas marcharte, lo entenderé

- ¿Mar...marcharse? - el niño se mostró asustado

- Descuida, Shippo, ¿Qué podría ser tan grabe como para que tome esa decisión? - trató de tranquilizarlo

- Sólo tú puedes juzgarlo - el monje tomó la mano de la sacerdotisa, mientras comenzaban a caminar - Iremos al templo - los miró por sobre su hombro - Aguardaremos la llegada de Inuyasha en ese lugar

- Luego los alcanzaré - ellos asintieron, mientras él suspiraba, cerrando sus ojos

- Excelencia...

- Sango, ¿Qué te parece si regresamos a degustar esos deliciosos alimentos, mientras hablamos un poco? - sonrió

Señorita Kagome... sólo espero que se encuentre bien, de lo contrario, no sé que será de los demás

Pensaba, tratando de parecer tranquilo