Red Velvet

Capítulo 114: Diversión

Pudo sentir el frio del elevador en su espalda.

Pero le agradaba esa sensación.

El frio contrastando su piel hirviendo.

El espejo estaba justo detrás, pero no le importó demasiado la presión con la que se estrelló contra este, toda su concentración estaba en los labios que estaban en los propios, ocupados devorándose mutuamente. Se aferró del rostro ajeno, sintiendo el aroma de ambas aun en su piel, y aquello la hizo sentirse aún más caliente de lo que ya estaba.

Las manos de Ruby estaban en su trasero, metiéndose bajo su vestido, dejándola expuesta ahí dentro, porque no tenía nada abajo, su ropa interior por completo olvidada en el asiento del copiloto del Red Velvet, así como su abrigo. Podía sentir los dedos de Ruby sujetándola, pasando por en medio, rozando su humedad, y la quería dentro, como la quería dentro.

Escuchó el sonido del elevador sonar, llegando a su destino, antes de lo previsto.

Ruby soltó un jadeo, separándose apenas, estando ambas en una posición tan cómoda que esta no parecía querer moverse, y honestamente, ella tampoco. Le gustaba la sensación de tener algo frio en su cuerpo tan caliente, como lo era el espejo del elevador. Ambas se quedaron mirando, ninguna teniendo las fuerzas para moverse, para salir de ahí, así que aprovechó esos valiosos momentos para volver a quedarse mirando a Ruby, mirando su rostro, mirando detenidamente cada rasgo de la mujer que amaba.

Mirando esos ojos plateados ahora grises, que se ponían así siempre que Ruby se calentaba, siempre que hervía, y eso, a ella, la hacía hervir aún más.

Se vio jadeando al abrir la boca para hablar.

Estaba más caliente de lo que se había dado cuenta.

"La forma en la que tus ojos se oscurecen cuando te excitas, me hace perder la cabeza."

Su jadeo no acabó, aun presente cuando terminó de hablar, Ruby mirándola, para tomarse un segundo y mirarse a sí misma en el espejo del elevador, observando su reflejo, como si jamás se hubiese dado cuenta de eso, y necesitase una prueba.

Cuando Ruby volvió a mirarla, esta estaba sonriéndole, de esa forma tan intensa que también le hacía perder la cabeza, que la hacía sentirse débil, que la obligaba a caer, a terminar en el suelo, de rodillas.

"Suena justo. Tú me hiciste perder la cabeza gimiendo así ahí atrás."

Oh.

Si, era así, estaba segura de que si las ventanas hubiesen estado abiertas la mitad de Atlas la habría escuchado, y se vio temblando con la idea.

Rodeó el cuello de Ruby, pasando las uñas por la nuca de esta, cosa que sabía que la calmaba tanto como le excitaba.

Ambas se volvían locas la una a la otra.

Ruby siguió mirándola así, sonriéndole, comiéndosela con la mirada, relamiéndose los labios, y era tan agradable, pero al mismo tiempo tan frustrante porque esta seguía inerte, sin tocarla tanto como deseaba que la tocase.

No podría soportarlo mucho más.

"Si sigues mirándome así, mis rodillas van a ceder."

Y lo creía posible, ya se había venido, así que sus piernas estaban débiles y temblorosas.

Ruby soltó una risa ronca, negando, acercándose lo suficiente para acomodarse en su cuello, y luego sintió los dientes enterrándose en su cuello expuesto, luego en su mandíbula, y luego en su oreja, causándole escalofríos.

Si, sus piernas no iban a aguantar aquella tortura.

"Eso sería una lástima."

Ruby habló, su noto burlesco, pero antes de poder enfrentarse a Ruby, sintió las manos ajenas moverse, haciéndola temblar. Las manos pasaron por su trasero, bajaron por su muslo, y ahí, los dedos se enterraron en su carne.

Sin poder evitarlo, Ruby la levantó, sujetándola por las rodillas, obligándola a rodearle la cintura, así como se aferró a su cuello, sin querer caer, aunque no chilló como otras veces cuando Ruby lo hacía de manera desprevenida, porque estaba tan caliente, que la cercanía, así como su centro expuesto chocando contra Ruby, le impedía asustarse o sorprenderse, simplemente jadeó, disfrutándolo más de lo que debería.

Ruby abrió las puertas del elevador, y cargó con ella, caminando hasta su puerta, y no pudo resistirse, y terminó besándola de nuevo, desconcentrándola una vez más de su labor, de su deber, pero Ruby, una vez más, lo hizo todo bien, todo perfecto, llegando a su puerta y abriéndola, y apenas Ruby la cerró, sintió el frio de la pared en su espalda, sintiéndose tan agradable como cuando sintió el espejo frio hace solo unos momentos.

Ruby la besó con ímpetu, sujetándola, las manos fijas en su trasero, enterrando los dedos en su carne, haciéndola jadear, ambas jadeando entre besos, y no había mejor experiencia que aquella, ambas unidas, queriendo más, deseando más, incapaces de ocultar sus deseos, sus más primitivos instintos.

Los labios la abandonaron, solamente para volver a su cuello, para besarla, para darle mordiscos en toda su piel visible, toda la que estuviese a su alcance, y de nuevo aquello la enloquecía. Todo lo que hacía con Ruby la enloquecía. Las manos ajenas seguían en su trasero, sujetándola, aferrándose a su carne, moldeándola, lo que causaba fricción en su centro, sumado a la fricción que generaba la pelvis ajena en la propia.

De la nada, Ruby se detuvo, mirándola, y notó como su ceño estaba fruncido, y le costó darse cuenta de la evidente molestia de su compañera ante el calor en su cabeza. Solo pudo girar el rostro, preguntándole con la mirada.

Ruby abrió la boca, y algo similar a un gruñido salió de sus labios.

"Ahora estas muy callada, realmente estabas gimiendo así de fuerte solo para distraerme mientras manejaba, eres una mujer muy vil."

Oh.

Bueno, se pudo haber visto así.

Pero se acababa de dar cuenta de eso, ahora estaba más jadeando que gimiendo, y allá atrás estaba…

Si, Ruby tenía razón, eso era verdad, pero solo una parte, porque no lo estuvo haciendo de adrede, solo era la adrenalina haciéndola perder la razón. Obviamente no sería tan mala para hacer sonidos obscenos solamente para distraer a Ruby, para molestarla, para calentarla, claro que no, se sentía indignada de que Ruby pensara algo semejante.

Pero pensándolo bien, debería.

"Te voy a mostrar lo que es ser vil."

Se vio sonriendo, sintiéndose hervir con solo pensarlo, y se apegó más a Ruby, la abrazó, la sujetó bien del cuello, y se apegó a la oreja de Ruby, y ahí, comenzó a gemir.

Fuerte.

No había el más mínimo tacto, el más mínimo movimiento, las manos de Ruby por completo inertes en su trasero, así que esta tenía claro que lo estaba haciendo de adrede. Era extraño dejar salir esos sonidos, pero cada vez que se escuchaba a sí misma, en el eco que ocasionaba la entrada del departamento, se vio temblando, disfrutándolo más de lo que debería.

Ruby, por el contrario, parecía molesta, notaba su mandíbula tensa, así como el agarre sobre su cuerpo, y una vez más escuchó un gruñido salir por su boca. La escuchó decir algo, pero no pudo entender lo que esta dijo, así que se vio obligada a callarse, a dejar de hacer esos sonidos, de los que estaba segura de que los vecinos pudieron oír sin problema, y hacerlos de adrede, se sentía aún más inapropiado.

Ruby se movió, cargando con ella de nuevo, y se vio algo confundida al no saber lo que esta dijo y que se comenzase a mover de la nada. Esta avanzó por la casa, entrando a la habitación roja prácticamente de una patada, abriendo la puerta, y ahí, esta volvió a moverla.

Dio un salto, gritando prácticamente de la sorpresa, al sentir la espalda de nuevo en algo frio, ahora más frio, y era aquella mesa que estaba en la habitación. Se sintió agradable, pero al mismo tiempo le cayó como un balde de agua fría ante su cuerpo tan caliente. Ahí al fin pudo ver el rostro de Ruby, este tenso, luciendo incluso iracundo, y se dio cuenta que quizás se había pasado con lo que hizo, lo que provocó.

Ruby tomó sus manos, liberándolas de su cuello, y las comenzó a mover, y pudo sentir cuero en sus muñecas, y se obligó a mirar, notando como Ruby la amarraba a la mesa con unas correas de cuero, una en cada mano.

Cuando Ruby logró sujetar sus manos, claramente con la intención de ir a sus pies, notó como esta la miró a los ojos, su mueca ya no tan enfurecida, ahora sonriendo, cambiando, disfrutándolo, luciendo como quien había ganado una guerra, y se vio tragando pesado.

"Ahora te voy a dar una razón para gritar así."

Se vio negando de inmediato, por mera supervivencia, mientras Ruby le quitaba los zapatos y comenzaba a amarrarle aquellas correas en sus tobillos, dejándola firme.

"¿No?"

Ruby le preguntó, sin mirarla, esta mirando sus pies, sus piernas, pero habiendo notado el movimiento de su rostro. Cuando los plateados la miraron, seguían grises, intensos, así como su sonrisa, y la notó aún más divertida que hace unos momentos, tomando aquello como una venganza personal.

"¿Crees que estar en la posición de negarte?"

Ruby habló, una vez más, su voz sonando más rasposa, sonando incluso como una burla, y se vio frunciendo el ceño en el proceso. Si, de nuevo se sentía indignada.

"No puedes hacerme esto, Ruby."

De manera inconsciente se intentó mover, su cuerpo completamente aferrado a la mesa, sujetándola firmemente, sin permitirle alejar sus manos y pies ni un centímetro de la superficie, y se vio jadeando, indignada, si, por supuesto, pero también excitada al pensar que estaba a la merced de Ruby.

"¿No puedo?"

Ruby se acercó, acercando su rostro al de ella, y pudo ver ese rostro hermoso frente al suyo, esta sonriéndole, esa sonrisa volviéndose cada vez más divertida, más amplia, Ruby estaba disfrutándolo, no tenía duda de eso. Su enojo cambiando, volviendo la ira en un mero juego.

Los grises la miraron sin mayor tapujo, devorándola con la mirada, y se vio temblando, y cuando esta volvió a mirarla, los ojos mostraban la misma diversión y maldad que su sonrisa.

Al parecer jugó con fuego, como siempre.

"Creo que ya lo hice, preciosa."

Oh.

Cierto, ya lo hizo.

Se vio soltando un jadeo cuando Ruby pasó la mano por su rostro, sujetándola de la mandíbula, bajando, pasando por su cuello, los dedos delineando cada parte de su piel, bajando, llegando a su vestido, los dedos pasando por la tela, casi rasgándola con las uñas, bajando, hasta que terminaron deteniéndose sobre sus pechos, y pudo notar, a través de la tela, como sus pezones se notaban erguidos, sin tener ropa interior abajo, ningún tipo de ropa interior. Ruby lo había notado, por supuesto que lo haría, la conocía demasiado bien. Fue una decisión que no pensó demasiado, para no emocionarse, para no hacer más estupideces de las que ya hizo, pero ahora, la decisión inconsciente pasó a ser totalmente consciente, teniendo ahora en cuenta que estuvo toda la velada prácticamente desnuda, mostrando sus piernas, mostrando su espalda, sin mayor protección en sus partes más vulnerables, y jadeó de nuevo, pensándolo.

Y como si Ruby pudiese leerle la mente, esta sonrió, aún más.

Ruby estaba disfrutando a su costa.

Y no iba a aceptar a regañadientes que ella tuvo bastante que ver en terminar en esas condiciones.

"Estuviste bailando conmigo durante la noche, ¿Estando así? Más de alguien debió haber notado como me pasabas tus pechos por el cuerpo."

Probablemente eso hizo.

No, estaba segura de que lo hizo.

Aferrándose a Ruby, apegándose a esta, sintiendo sus zonas más sensibles rozándola, más y más, y tenía claro que en algún momento su cuerpo se vio así, como estaba ahora, sudado, tembloroso, erecto.

Ruby la convertía en un animal, y apenas y podía ocultarlo.

Los ojos grisáceos volvieron a mirarla, a degustarla, pero notó su rostro tornándose tenso, esta tomando distancias, parándose erguida al lado de la mesa aquella en la que estaba sujeta. Ruby siguió mirándola, pero ahora pensativa, y no supo si debía decir algo o no.

"¿R-ruby?"

Preguntó, su voz temblando, gruesa, pero salió lo suficientemente claro para que Ruby la volviese a mirar a los ojos, y su expresión estaba tensa, seria, pero la sonrisa volvió rápidamente, sus ojos brillando de nuevo divertidos, llenos de malicia, y volvió a tragar pesado, sintiéndose salivar tanto que debía tragar.

"Me gusta mucho tu vestido, Weiss…"

¿Pero?

Había un pero, lo sabía, y se vio expectante esperándolo.

Ruby volvió a mirarla, de arriba abajo, sin decoro alguno, su sonrisa ampliándose.

"Pero me gustaría aún más el verlo arruinado."

¿Qué?

Un momento…

¿A qué se refería?

Ruby se sacó la chaqueta de cuero en un movimiento tan rápido que la hizo saltar de la sorpresa, mientras retrocedía, alejándose de ella, pero acercándose al closet. Pudo verla de espaldas, la parte superior de su torso tapada por la camiseta roja, y la parte inferior con la camiseta de malla, dejando ver su tatuaje, pudiendo notar la tinta, pero no distinguirla con claridad ante la lejanía.

Quería ver más de ese cuerpo.

Quería hacer a Ruby suya, el mismo ímpetu que tuvo en el auto, queriendo entrar tan profundo que Ruby no tuviese otra opción que rogar por misericordia… Le sorprendía sus instintos primitivos, queriendo, deseando, anhelando tanto cuando estaba en una posición tan impotente, tan vulnerable, sin poder alguno.

Ruby se le acercó de nuevo, y solo ahí salió de sus pensamientos, sintiendo el rostro aún más rojo.

Enloquecía, como enloquecía.

"¿Lista?"

Ruby le preguntó, sonriendo, o más bien, riendo, y de nuevo, por instinto, por supervivencia, negó.

"E-espera, Ruby…"

Y Ruby, simplemente no la escuchó.

No supo lo que estaba iba a hacer, hasta que la vio acercarse, la vio acercarse a su pecho, a su vestido, y soltó un gemido cuando la boca ajena se aferró de uno de sus pezones, a través de la tela, y la sensación era extraña, pero no desagradable. Ruby comenzó a lamerla, a morderla, mojando la tela, y podía notar desde ahí como poco a poco la tela celeste comenzaba a tornarse más oscura en la zona.

Sin darse cuenta, dejó de gemir, simplemente dedicándose a jadear, concentrada en la imagen frente a ella, grabándose en su cabeza como Ruby dejaba una marca visible en la tela, su pezón sintiéndose húmedo y frio bajo esta, pero a la vez recibiendo el calor intenso que provenía de la boca que la atacaba.

Ruby se detuvo luego de un rato, volviendo a pararse erguida, viendo su trabajo, y rápidamente siguió con su otro pecho, haciéndola saltar por el ataque inesperado, su cuerpo sin llegar lejos ante las ataduras, pero ya era imposible negar el calor que se formaba en su centro, y estaba frustrada porque quería sentirlo sin tela alguna, sin separación, simplemente sentir la lengua de Ruby en su piel, los dientes marcándola, la saliva pintándola.

No era suficiente.

Ruby se volvió a detener luego de un rato de tortura, y ahora podía ver su vestido manchado sobre sus dos pechos, y la sonrisa ajena se hizo presente al ver aquella imagen.

"¿Qué habrían pensado los demás al verte así?"

Oh.

Si, no se veía para nada bien, cualquiera diría que tuvo un accidente, un accidente que ella no debería de tener, pero los demás solo lo asumirían.

Salir así, oh no, sería humillante, sabía que todas las miradas se irían a ella, a su pecho, los rumores creciendo aún más, pero no podía dejar de pensar en lo que eso se sentiría, en lo agradable que se sentiría. Además, teniendo ahí de húmeda aquella zona, ¿No se sentiría el frio aún más frio?

Y de nuevo, Ruby leyéndole la mente, esta sopló.

Y si, era mucho más frio.

Se vio soltando un gemido de sorpresa, su cuerpo temblando ante el frio en aquella zona tan sensible.

Se vio mirando a Ruby, indignada, enojada, y claramente excitada de que Ruby pudiese notar cada una de sus más ocultas perversiones, divirtiéndose a su costa. Al parecer su expresión era demasiado evidente para siquiera poder mantener ocultos sus deseos.

Pero no iba a darle el gusto a Ruby, por supuesto que esta estaba haciendo todo eso para hacerla enojar, para hacerla perder el control, para hacerla gritar, y lo estaba consiguiendo. Podía ser una mujer sucia, retorcida, pero tenía su orgullo, y no podía dejarlo caer tan fácilmente. Al menos no sin pelear.

Así que frunció los labios, comiéndose sus palabras, sus quejas.

Ruby dejó de sonreír de inmediato al verla así.

Notando su cambio.

Ambas se podían leer sin problema.

Ruby sacó una mano detrás de su espalda en ese instante, sus ojos brillando de nuevo, energizados, tomando aquella negación como un reto personal. Y en su mano, notó dos aparatos que no sabía lo que eran en lo absoluto, y de nuevo tragó pesado, la desconfianza, la frustración, la impaciencia, la anticipación, la curiosidad haciendo estragos dentro de su cuerpo.

"Puedes callar lo que quieras, pero no te soltaré hasta que ya no puedas gritar más."

Ruby se acercó a su rostro, sonriendo de nuevo, como un niño ante un juguete nuevo, y ella era el juguete, el juguete que iba a ser usado a su antojo, y odiaba el sentirse así, pero al mismo tiempo le calentaba demasiado y no podía controlar su propio cuerpo, este humedeciéndose.

Pudo sentir la lengua de Ruby pasar por su mentón, cálida, tan cálida, haciéndola temblar de nuevo, el frio en su espalda, en sus pezones, en sus piernas, tan contrastante con el calor que sentía en ese instante, en su rostro, en su centro, en donde pasaba la lengua de Ruby.

"Puedo estar aquí toda la noche."

Y no tenía duda de eso.

Cuando Ruby volvió a tomar distancias, se puso de nuevo a la defensiva, sabiendo que esta estaba moviendo los dedos en aquellos aparatos, y se vio apretando los labios, porque a esta altura no sabía si le iba a decir a Ruby que parase o que por favor la follase, y esa incertidumbre la hacía sentir frustrada consigo misma más que con la situación.

Para su sorpresa, el aparato fue a sus pezones.

Ruby sujetó su pezón erecto con dos de sus dedos, mientras que con la otra mano ponía el aparato, este teniendo una hendidura donde entraba su pezón a la perfección, este sujetándolo, tanto su carne como la tela del vestido. No le dolía, y a pesar de lo enojada que le ponía esa sonrisa maliciosa y burlesca de Ruby, no podía evitar sudar al imaginarse las miles de posibilidades desconocidas.

Luego vio como Ruby le ponía el segundo aparato en su otro pezón, esta vez apretó los labios para que no se le escapase un gemido, para no darle el gusto a Ruby, pero por Dios que estaba sintiéndose excitada al ver aquello, aun sin saber que hacían, o que sentiría.

Escuchó un clic, dos en realidad, Ruby apretando los aparatos, apretando un botón, y estos comenzaron a vibrar.

Había sentido algo así ahí abajo, aquella vez, Ruby usando aquel vibrador, pero el que tenía ahora no era intenso, era suave, pero estaba sensible, y con la humedad ahí, se sentía aún más, y se vio obligada, de nuevo, apretar los labios, sabiendo que ahora, sí o sí, un gemido se le iba a escapar, así que hizo todo lo que pudo para acallarlo.

Ruby parecía feliz, animada, divertida, y sabía a ciencia cierta que en parte todo aquello era gracias a la cantidad ingente de azúcar que Ruby había bebido durante la velada, llenándose la boca con esos cócteles, haciéndola más inquieta, más enérgica, queriendo usar toda esa energía para divertirse, obviamente a su costa.

No podía decir que no le parecía adorable de cierta forma el verla así, sus ojos brillantes, animados, porque si, le parecía adorable, pero no quería terminar dándole en el gusto.

Al menos no ahora.

Ya se lo había propuesto.

A pesar de su silencio, Ruby no dejó que eso la desanimara, por el contrario, parecía aún más entretenida, porque el juego continuaba, era una oportunidad para seguir intentando, un desafío en sí mismo. Notó a Ruby dar leves saltos con sus pies mientras miraba hacia el techo, pensativa, meditando que más hacer con ella, y le parecía de nuevo adorable, pero esa energía era peligrosa.

No más azúcar para Ruby.

O la iba a destruir.

Porque Ruby teniendo esa energía, y ella siendo tan terca, estaba segura de que iban a perder muchas horas de sueño, y agradecía que tuviesen todo el sábado y domingo para recuperar el sueño, o estaría preocupada.

Soltó un suspiro, su cuerpo temblando, y por más que intentase pensar en cualquier otra cosa, su cuerpo era sensible, removiéndose con la suave vibración, lo suficiente para querer hacerla estallar, para hacerla pedir por más.

Pero no podía, su ego no se lo permitía.

Ruby dio un salto, su mente finalmente obteniendo la idea que necesitaba, y la vio caminar hasta el armario, y de ahí sacó una botella bastante grande.

¿Una botella?

Parecía una loción, y asumió que era lubricante, ya que Ruby le dijo que tenía una botella grande y una pequeña, una para la habitación roja y otra para tener en su pieza. Ruby abrió la tapa, y le dio vuelta en el aire, encima de su cuerpo, muy por encima, poco a poco, notó como las gotas iban escapándose del recipiente, el líquido notándose denso, así como lo había sentido antes, pero diferente, al caer sobre la tela.

Una gota, dos gotas, cayendo sobre su vestido, sobre su pecho, Ruby teniendo buena puntería para hacer que cayese justo donde quería, sin sobrepasar el circulo que ya había creado previamente con su saliva. Se vio soltando un jadeo, sintiéndolo frio, incluso bajo la tela, el lubricante estando, por obvias razones, mucho más frio que la saliva de Ruby. Se forzó a acallarse, tal y como se había obligado de antemano, pero no pudo quitarle los ojos a la imagen.

Su vestido le quedaba ajustado, y se apegaba aún más al cuerpo estando ahora húmedo, más ceñido, y Ruby lo notó tanto como ella, sus ojos brillando como su sonrisa, encontrando algo que la hacía emocionarse, y era claro lo que era.

Ruby dejó de premeditar su puntería, simplemente moviendo la botella, dejando caer gota tras gota sobre su vestido, por su pecho, por su abdomen, y no sabía la cantidad de lubricante que había en esa botella, pero se veía lo suficiente para dejarla completamente mojada. Ruby dejó parches de humedad en la tela, su mano derecha moviendo la botella sobre su cuerpo, mientras que pasaba su otra mano por su vestido, por la humedad, esparciéndola, dejando cada vez más partes de su cuerpo completamente humedecida.

Sus pechos completamente expuestos ante la tela ahora tornándose oscura y más traslucida, así como su ombligo, y luego su pelvis, bajando más y más.

Su cuerpo se tensó cuando el líquido llegó a sus partes bajas, las ataduras manteniéndola en su lugar, la fuerza de su mandíbula manteniéndola en silencio, y sus temblores aumentaron aún más cuando la mano pasó por ahí, consiguiendo que todo estuviese por completo húmedo, su piel sensible sintiendo el frio del exterior y del lubricante, su pelvis completamente al descubierto.

Ruby la rozaba lo suficiente para sentirlo, pero no lo suficiente para satisfacerla.

Ruby se estaba divirtiendo, pero como ella estaba intentando no ser participe, no tenía aquel beneficio.

Pero en cualquier momento iba a perder la cordura.

No era tan fuerte, su ego no era superior a su locura.

Ruby volvió a dejar caer una gran cantidad de lubricante sobre su cuerpo, tanto así, que todo su torso estaba más oscuro, la tela pegada a su piel, delineando cada musculo, cada curva. Ruby dejó la botella de lado, poniendo ahora ambas manos en su cuerpo, sobre la tela húmeda, volviendo a esparcir el líquido, masajeándola, y siendo esa una mesa, se vio siendo un experimento más, un juguete, Ruby pasando las manos por encima, una sonrisa divertida en su rostro, sin desmotivarse, sin aburrirse, y su sonrisa creció cuando la mano de esta llegó a su entrepierna. Pudo sentir como Ruby la tocaba por encima de la tela, esta apegándose a sus partes privadas, sentía el tacto a través de esta, fría y rasposa, y no sabía que pensar al respecto, porque le molestaba no sentir directamente la piel de Ruby, pero la sensación de la tela no le desagradaba, por el contrario, creaba una fricción interesante.

Y ahí, dejó escapar su primer gemido, sin poder contenerlo.

Ruby la miró, soltando un jadeo, mirándola, observándola con esos ojos brillantes, plateados, llenos de energía, de emoción, feliz de obtener lo que quería, pero sin ser suficiente, así que por lo mismo los dedos se movieron con más intensidad en su centro, y a pesar de que aun intentase mantenerse firme, sin darle el gusto a Ruby, su cuerpo estaba temblando, obligándola a dejarse llevar.

"Mierda."

Insultó, apretando los dientes, molesta consigo misma por resignarse, por ser tan débil, por ser tan fácilmente atraída por aquel placer carnal y terminó apoyando la cabeza en la mesa aquella, dejando la tensión que tenía en ese momento, permitiendo que otro gemido se le escapase, más tembloroso, más agotado, como si lo estuviese conteniendo durante mucho tiempo.

De inmediato, al dejar aquella tensión que tenía encima, cuando dejó de estar a la defensiva, fue más consciente de la vibración en su pecho, en lo agradable que era, en lo intensa que se volvía, o quizás solo era su cuerpo haciéndose más sensible ante todo aquel rato de tortura.

Ruby continuó moviendo sus dedos, tocándola sobre el vestido, mojándolo ahora no solo con lubricante externo, si no también con su propia lubricación.

Jadeó, su cuerpo removiéndose, sus ataduras manteniéndola firme.

Estaba cada vez más cerca.

Tan cerca.

Comenzó a jadear, más y más, los gemidos escapándosele de tanto en tanto, haciendo notorio como iba llegando al clímax, la fricción en sus partes más sensibles creando un caos en su interior, volviéndola loca.

Sintiéndose tan cerca, sintiendo tantas sensaciones que ni siquiera fue capaz de hacer sonido alguno.

Entonces Ruby se detuvo.

Soltó un jadeo, un quejido frustrado, un gruñido.

Cuando miró a Ruby, sintiéndose arder en el calor infernal que sentía en ese momento, calor de su excitación y ahora de su enojo, la vio sonriendo de nuevo, con fingida inocencia, disfrutando de cada instante, disfrutando de su frustración, de su enojo, y lo que más le daba rabia en ese momento, era lo hermosa que se veía Ruby así, era injusto.

Los ojos plateados brillaron, y tragó pesado, sabiendo que no iba a estar satisfecha pronto.

"Yo no obtengo lo que quiero, y tu no obtienes lo que quieres."

Al parecer, ninguna iba a ceder.

Pero no sabía si ella sería capaz de mantenerse firme.


Capitulo siguiente: Diferente.


N/A: Nada que decir, solo una nueva aventura de las niñas desenvolviéndose frente a todos. Están explorando, déjenlas.

Es hora de hacer las apuestas, ¿Quién va a ganar en el capítulo siguiente?

Nos leemos pronto.