Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 25
SAKURA
—¿Mi hermana?
No había forma de que lo hubiera escuchado correctamente. Me senté como si eso de alguna forma pudiera cambiar lo que me acababa de decir.
—Ella no puede ser mi hermana Sasuke.
Un cálido sabor a vainilla se formó en mi garganta mientras pasaba el pulgar justo debajo de la cicatriz en mi mejilla izquierda.
—Ella lo es.
Había alguna especie de barrera que completamente repelía la idea en sí.
—¿Y piensas esto solo porque ella te lo dijo?
—Lo pienso porque me lo mostró —dijo él gentilmente— ¿La has visto sin la máscara pintada en su rostro?
Fruncí el ceño.
—No.
—Yo sí —Recorrió con su pulgar la curva de mi quijada— He visto como luce cuando se ha lavado la pintura y el tinte.
—Espera ¿Se estaba bañando enfrente tuyo?
—Algo así —Un lado de sus labios se curvó hacia arriba creando el indicio de un hoyuelo en su mejilla izquierda— Ella, con poca advertencia, hundió la cabeza en la bañera que habían llevado a mi celda.
Eso sonaba como algo extraño de hacer. Aunque luego recordé como se había subido a esa silla y acomodado boca abajo sin ninguna razón.
—Su cabello no es negro —prosiguió y pensé en la uniformidad de su tono de cabello, como se veía irregular en algunas áreas—. Es un morado muy claro, casi blanco.
Me eché hacia atrás mientras una imagen se apoderaba de mí: de una mujer que había visto en esos extraños sueños o recuerdos. Quién creía era la Consorte. La que tenía cabello tan pálido que me recordaba a la luz de la luna.
Mi corazón se empezó a acelerar.
—¿Y su rostro?
Sasuke se inclinó, deslizando sus manos a mi nuca.
—Ella tiene tus ojos, sólo el color es distinto. Su nariz. La estructura de sus rasgos. Incluso la inclinación de su mandíbula —Su mirada busco la mía— Ella tiene muchas más pecas que tú, pero casi podría pasar por tu gemela, Saku.
Lo estaba mirando de nuevo, atrapada en una tormenta de incredulidad. ¿Casi pasar por mi gemela? Si eso era verdad, ¿Cómo pude no haberlo visto? Más la máscara, la pintura facial, era gruesa y grande, volviendo difícil siquiera decir cómo era su estructura ósea.
Pero él no podía estar en lo cierto. De alguna manera, había sido estafado. Engañado. Inclinándome hacia atrás, sacudí mi cabeza.
—No tiene sentido, los Renacidos son terceros hijos e hijas. Y si ella fuera mi hermana, entonces eso significa que tengo dos hermanos más. Y ella sería una Diosa.
—Pensé lo mismo al principio, que tenía que ser una Diosa. Pero ella dijo que no lo era. Lo único que se me ocurre es que no haya sobrevivido al Sacrificio y Katsuyu usó su conocimiento de los Renacidos para salvarla —Él me dijo.
Una risa desgarrada me abandonó y la preocupación de Sasuke se acumuló en mi garganta, rica y espesa como la crema.
—Ella no… si ella es mi hermana —me detuve, mi garganta obstruida al recordar su desesperación, la desesperanza que se sintió mucho como lo que sentí de Hashirama cuando era niña. Tragué saliva— Ella dijo que me vió cuando era niña. Si lo que dice es verdad ¿Por qué no habría dicho algo?
—Tal vez no podía. No lo sé —Sasuke peinó algunas mechas de mi cabello hacía atrás— Pero ella es tu hermana.
¿Podría ser cierto? ¿Sasori sabía? Recordé su sorpresa cuando él fue asesinado. Su pesar. No había otros niños en ese castillo además de Sasori y yo cuando éramos mas jóvenes, más ella también había dicho que era casi de la edad de Sasuke. ¿Una hermana? Por los Dioses, simplemente no podía ser correcto…
Lo que dijo Katsuyu regresó a mí: "Él estaba enojado, pero cuando fuimos unidos para hacerte, no fue forzado. Ninguna vez".
Ninguna vez.
No había prestado atención a esas palabras en ese entonces. O quizá simplemente asumí que ellos habían estado juntos algunas veces.
—Si ella es hija de Katsuyu, ¿entonces como está de acuerdo con que su padre esté encerrado? —pregunté, mi corazón aún acelerado. Sabía que Sasuke no tenía la respuesta a eso, más no podía detenerme— Tiene que saber que Katsuyu lo tiene en algún lugar. ¿No le importa? ¿Es igual que su madre?
—No creo que sea como Katsuyu. Si no hubiera acudido a Itachi…
—Itachi —Salté de la cama y me volteé para buscar mi ropa— Itachi debe saber.
—Probablemente.
Sasuke se puso de pie, encontrando mi camisa a mitad de camino debajo de la cama. Parecía que estaba a punto de hablar de nuevo más se quedó en silencio mientras se ponía una camisa de lino negra que no debería estar quedarle tan suelta como lo estaba. Tenía que detener mi preocupación de convertirse en algo más grande. Él ganaría de nuevo el peso que había perdido, junto con su fuerza, más rápido de lo que yo incluso esperaba.
Los pantalones dejados para mi eran definitivamente cortos. Se ajustaban, aunque un poco ceñidos, pero realmente no quería caminar sin pantalones, así que no me estaba quejando. Alguien también me había prestado un chaleco, uno que tenía setecientos pequeños ganchos por delante. Me lo puse sobre la camisa y comencé el tedioso trabajo de enganchar los broches sin saltarme ninguno.
—Déjame ayudar —Sasuke se acercó a mí, sus manos reemplazando mis dedos temblorosos.
Le tomó un momento acostumbrarse a no ser capaz de usar su dedo índice, pero se las arregló mucho más rápido que yo. La intimidad de su ayuda tuvo un efecto calmante en mi mente. Mis pensamientos se detuvieron mientras lo observaba colocar cada diminuto broche en su gancho. No había setecientos. Posiblemente treinta. Deseaba que fueran setecientos. Porque este momento se sentía tan normal, a pesar de todo. Algo que las parejas podrían hacer cada día... Algo que había extrañado desesperadamente.
El dorso de sus dedos rozó mi pecho acabando con las últimas hebillas.
—¿Te he dicho cuánto me encanta este particular tipo de prenda en ti?
—Creo que sí —Enderecé el dobladillo dónde encajaba y se ensanchaba ligeramente sobre mis caderas— Cada vez que usaba una prenda como esta, pensaba en lo mucho que te gustaba.
Ese hoyuelo apareció de nuevo y no pensé más que fuera algo estúpido. Él recorrió un dedo a lo largo del corpiño curvado. Allí había una pequeña tira de encaje cosida, del mismo tono de gris oscuro que el chaleco.
—Pienso que me encantaría incluso más sin la camiseta.
—Apuesto que sí —le contesté irónicamente.
Mis senos y estómago ya estaban probando los límites de los broches, haciendo muy poco para cubrir el profundo escote que se asomaba a través del borde de la camisa en V. Sin la camiseta, el reino entero podría verlo todo.
Su otro hoyuelo hizo una aparición mientras recogía la manga que se había desabrochado y la empezó a enrollar.
—Sé que lo que te acabo de contar es una sorpresa enorme, y es sólo una de muchas en los últimos meses —siguió, acomodando la manga alrededor de mi codo— Sé que habrá un lío en tu cabeza una vez que lo aceptes como verdad.
Ya estaba haciendo un desastre con mi cabeza.
—Y eso no es algo que necesites justo ahora —Pasó a la otra manga, dándole el mismo tratamiento— Más no podía ocultarte eso.
Lo volteé a ver. Oscuras y lustrosas ondas caían sobre su frente, casi sobre sus ojos. La suave línea de su mandíbula era familiar y los huecos bajo sus mejillas ya menos notorios. Por cuarenta y cinco días, había soñado en pararme frente a él. No quería nada más que eso y él estaba aquí.
Una vez que terminó con la manga, me estiré y lo besé suavemente. Las llamativas líneas de su rostro se suavizaron bajo mi palma.
—Ni siquiera sé qué creer o pensar, pero decirme fue lo correcto. Yo hubiera hecho lo mismo si tuvieras una hermana o un hermano, deambulando al azar por ahí.
Él sonrió.
—Dudo que mi ascendencia sea tan interesante como la tuya.
Le lancé una mirada maliciosa mientras me detenía a recoger la daga envainada y la ataba a mi muslo. Sasuke esperaba en la puerta, sus ojos un oscuro cálido mientras me observaba.
Lentamente, su mirada se elevó a la mía.
—Todavía encuentro esa daga atada a tu muslo salvajemente excitante.
Sonreí, acercándome a él.
—Aún encuentro eso ligeramente perturbador.
—¿Solo ligeramente? Veo que mi disfunción se te está pegando.
—Eso es porque eres una mala influencia.
—Ya te lo había dicho alguna vez, mi Reina —Él tocó mi mentón con su pulgar y después movió su mano a mi espalda baja mientras abría la puerta, causando que mi corazón se acelerará. Dioses, como había extrañado esos pequeños contactos— Únicamente los que ya son tentadoramente perversos pueden ser influenciados.
Me reí mientras salía a un pasillo con aroma a café e inmediatamente me encontré frente a Naruto. Él había estado apoyado en la pared y se enderezó al vernos.
—No había estado aquí mucho tiempo —comentó él, su pálida mirada recorriéndonos a ambos— Solamente venía a decirles que necesitaban dejar de besarse durante cinco segundos.
—Mentiroso —murmuró Sasuke con una sonrisa— Probablemente has estado aquí todo el rato.
Naruto no respondió y Sasuke se aproximó a él mientras mis sentidos se abrieron, estirándose hacia el Lobo. La pesadez de la preocupación había reemplazado la diversión burlona de cuando me había alimentado de él. Estaba preocupado por Sasuke todavía, aunque no pensaba que esa fuera la única razón por la cual había permanecido fuera de la habitación. Pensé que quizás solo necesitaba estar cerca de Sasuke. Y también creía que probablemente Sasuke sintió lo mismo de alguna forma porque cuando se dirigió a Naruto, atrayéndolo, lo abrazó con fuerza.
Verlos juntos a ambos, abrazados con tanta fuerza, me llenó de calidez. No había ningún vínculo entre Sasuke y Naruto, había roto eso cuando había Ascendido a mi divinidad. Más el amor que sentían por el otro iba más allá de cualquier tipo de vínculo. Aún así, había asimismo un poco de pena porque dudaba que Sasuke hubiera compartido cualquiera de esos gestos con su hermano.
Nada fue dicho, pero como siempre, parecía haber algún tipo de comunicación silenciosa entre ellos, una que debía provenir de conocerse por tanto tiempo.
Sasuke extendió su brazo hacía mí. Me acerqué, colocando mi mano en la suya. Tiró de mí hacia su costado y un latido más tarde, la otra mano de Naruto se cerró en mi cabello. El aire salió apresuradamente de mi cuando apreté los ojos con fuerza contra la avalancha de lágrimas, la avalancha de… sentimientos dulces. El sencillo gesto fue un poderoso recordatorio de que este momento no era sólo sobre ellos.
Era sobre nosotros.
Inhalé profundamente, sintiendo como si fuera el primer aliento real que había tomado en semanas. Mis ojos cerrados mientras el calor de Sasuke y Naruto me rodeó y alcanzó mi interior. Hasta el frío lugar en el centro de mi ser en el que me obligaba a no pensar. Se había calentado en esos momentos cuando éramos solo Sasuke y yo y nada entre nuestros cuerpos. Nada en mi mente más que la sensación de su piel sobre la mía. Sin embargo, el frío vacío había regresado mientras lo bañaba. Disminuyó por solo un momento cuando me alimenté y lo que vino después. Más había regresado al vestirme. Aunque ahora había solo calidez mientras estaba de pie entre ellos.
Naruto se giró, presionando su frente a la mía.
—¿No te sientes cansada ni nada? —preguntó, en voz baja— ¿Crees que obtuviste suficiente sangre?
Asentí, dando un paso atrás, pero no llegué muy lejos. El brazo de Sasuke se había apretado alrededor de mi cintura.
—Debo hablar con Itachi.
Sasuke miró hacia mí.
—Le conté a Naruto mientras dormías.
—¿Tú lo crees?
—No lo creí al principio, no obstante, no veo porque mentiría o cómo podría parecerse tanto a ti —Naruto dió la vuelta— Itachi está en la cocina.
—Sigo sorprendido de que él esté aquí —comentó Sasuke y me tensé ante la cautela en su tono.
Naruto asintió.
—Puedo entender eso.
La mano de Sasuke regresó al centro de mi espalda y permaneció ahí mientras seguíamos a Naruto por el pasillo hasta la cocina. Sólo había dado un par de pasos antes de que una palabra entrara en mis pensamientos.
Hermana.
Exhalé bruscamente cuando pasamos bajo una abertura redondeada. La habitación estaba bien iluminada, más las persianas habían sido corridas sobre las ventanas cubriendo la pared, bloqueando el sol matutino. Zabuza y Haku estaban en una mesa gastada, la superficie opaca y llena de muescas de tamaños variados. Marcas que debían provenir de las espadas y dagas puestas en ella. Itachi estaba sentado con ellos, mirando la taza de café entre sus manos. No volteó hacia arriba mientras entrábamos, pero sus hombros se tensaron de la misma manera que los de Sasuke junto a mí. No hubo un cálido y esperado abrazo. Ningún reconocimiento.
Sillas rasparon contra la madera mientras Zabuza y Haku se levantaron y sospechaba que estaban a punto de arrodillarse.
—No es necesario.
Los dos intercambiaron miradas. Zabuza me dedicó una gran sonrisa al sentarse.
—Gracias por abrir su hogar para nosotros —Sasuke se dirigía a ellos mientras su mano subía y bajaba por mi espalda— Sé que este fue un gran riesgo para ustedes.
—Es nuestro honor y vale cualquier riesgo —replicó Haku, sus ojos amplios mientras juntaba las manos— Te ves mucho mejor.
Sasuke inclinó su cabeza.
—Me siento mucho mejor.
—¿Le gustaría una taza de café, Su Alteza? —inquirió Zabuza.
—El café suena bien —Sasuke me miró y yo asentí— Y no tienes que usar ningún título. No somos tus gobernantes.
Haku mostró una pequeña sonrisa mientras se ponía de pie.
—Les traeré algo de café. Zabuza tiende a servir crema y azúcar en lugar de café.
—No veo nada malo en eso —contestó el mortal, reclinándose.
Tampoco yo, cuando Haku se apresuró hacia la chimenea. Había bastante sobre lo cual necesitábamos actualizarnos, pero Itachi permaneció en la mesa con la cabeza agachada y el cuerpo rígido. Miré a Sasuke. El observaba a Itachi. Lo hacía desde que entramos a la cocina. Volteé alrededor, mi ceño fruncido.
—¿Dónde está Kakashi?
—Limpiando —replicó Itachi, tomando un sorbo de café.
—Finalmente —murmuró Naruto y Sasuke lo miró.
Abrí mi boca y la cerré, sin embargo, por fin Itachi levantó su mirada. La pregunta estalló fuera de mí.
—¿Konan es mi hermana?
Varios pares de ojos se posaron en mí mientras la curiosidad alimonada de los mortales se acumulaba en mi garganta, pero Itachi entrecerró los ojos mientras se sentaba erguido.
—¿Zabuza, Haku? Odio preguntar, pero ¿podríamos tener un minuto?
Zabuza rodó los ojos.
—No lo sé. Me gustaría saber la respuesta a esa pregunta. También me gustaría saber quién es Konan.
—Apuesto que así es —dijo Itachi ácidamente.
Haku se acercó a nosotros, dos tazas en la mano.
—Hay también algunas galletas si tienen hambre —interrumpió ella mientras yo tomaba una de las tazas color crema.
—Zabuza y yo revisaremos a Kakashi.
—Gracias —susurré.
Su mirada sostuvo la mía por un momento y luego ella asintió. Volteó hacía su marido.
—Arriba.
—¿En serio? —exclamó Zabuza— Sabes lo entrometido que soy, ¿y me pides que me vaya?
—Así es.
Ella lo inmovilizó con una mirada bastante impresionante mientras yo tomaba un trago profundo del rico y caliente café. Zabuza suspiró, gruñendo mientras se ponía de pie.
—Voy a escuchar a escondidas, para que lo sepas.
—No, él no lo hará —Haku paso su brazo por el de él— Solo se quejará y gemirá en nuestro dormitorio.
—Podría estar solo gimiendo en lugar de quejarme ¿sabes? —respondió Zabuza moviendo las cejas.
—Sigue hablando —ella sentenció mientras se alejaban de la cocina— y eso se vuelve cada vez más improbable.
Los labios de Sasuke se torcieron alrededor del borde de la taza.
—Me agradan —agregó él cuando ellos desaparecen por el pasillo.
—Son buenas personas —contestó Itachi, mirándome— ¿Konan te lo dijo?
—Ella me contó a mí —cortó Sasuke— Y me enseñó.
—¿No le crees? —inquirió Itachi.
—Creo que se lo dijo, más no entiendo cómo es posible —le dije— Incluso sí se ve como yo…
—Sí —interrumpió Itachi y mi estómago se hundió. Un músculo tembló en su sien— Es inquietante lo mucho que se parecen.
—No sólo en aspecto —comentó Sasuke, su mano aún desplazándose arriba y abajo en mi espalda, reconfortante— También en personalidad.
Mi cabeza giró hacía él.
—¿Disculpa? Realmente estamos hablando de la misma persona ¿Cierto? —Miré hacia Naruto— ¿La que saltó, literalmente saltó, fuera de su habitación y se sentó al revés en una silla sin razón aparente?
—Hay gestos similares. La forma en que ambas se mueven —indicó Sasuke y sentí el ceño fruncido grabado de manera permanente en mi rostro ya que yo no brincaba a ningún lado— Asimismo ella tiene una tendencia a…
—Divagar —terminó Itachi por él, una media sonrisa apareciendo.
—Yo no divago.
Sasuke tosió en su bebida mientras Naruto se elevaba en silencio sobre el mostrador, levantando las cejas.
—No lo hago —insistí.
—Sí lo haces —dijo Kakashi al entrar a la cocina. Miró a Sasuke— Kakashi. Encantado de conocerte. Me alegra que no me mordieras y que no haya tenido que quemarte vivo.
No tenía nada que agregar a eso.
—Un placer conocerte también —contestó Sasuke arrastrando las palabras, ojos brillando con diversión desconcertada mientras miraba al Draken— Gracias por tu ayuda.
—Lo que sea —Kakashi pasó por delante nuestro, dirigiéndose al plato cubierto frente a la chimenea.
—En cualquier caso —proseguí, concentrada en Itachi mientras Sasuke observaba a Kakashi. Me percaté de que seguramente era la primera vez que veía a un draken aquí— Si ella es mi hermana, ¿cómo es ella una Renacida y no una Diosa? ¿Es lo que Sasuke sospecha? ¿No logró la Ascensión?
Itachi no dijo nada. La mano de Sasuke se detuvo en mi espalda a la par que Kakashi metía media galleta en su boca.
—Hermano, si fuera tú, empezaría a compartir lo que sea que sabes.
—¿O qué? —Itachi inclinó su cabeza en un acto tan sorprendentemente similar a Sasuke que pensé quizá realmente había algo respecto a los gestos de hermanos— ¿Me vas a obligar?
La risa de Sasuke era seca.
—No creo que tengas que preocuparte porque yo te obligue a una mierda
—Cierto —murmuró Itachi, sonriendo mientras su mirada llegaba a mí. Un momento pasó— Sasuke está en lo correcto. Konan… ella hubiera sido una Diosa si hubiera sobrevivido al Sacrificio. No lo hizo.
—Espera un segundo —increpó Kakashi, limpiando migajas de su boca con el dorso de su mano— ¿Esa Handmaiden es la hermana de Saku?
Naruto suspiró.
—¿Dónde has estado?
—No en la cocina —soltó Kakashi.
—Evidentemente.
El Lobo rodó sus ojos. Kakashi se enfocó en Itachi
—¿Hashirama es su padre?
Cuando Itachi asintió, las cejas del draken se alzaron.
—Mierda. Ella va a ser… —Agitó su cabeza, tomando otra mordida— Si es verdad, la Handmaiden hubiera necesitado sangre…
—Ella tiene un nombre —cortó Itachi, su tono plano— Es Konan.
Kakashi inclinó la cabeza a un lado y, por un momento, temí que hubiera fuego.
—Konan hubiera requerido sangre poderosa para completar la Ascensión a Diosa. Es decir, la sangre de un Dios. O de un descendiente de los Dioses —Él hizo un gesto hacia Itachi— Un Atlántico, por ejemplo. Elemental. La sangre es más poderosa en ellos, más no es garantía de que fuera suficiente. Nunca es una garantía —Volteó a verme— Tú pudiste haber muerto.
Sasuke se puso rígido.
—No morí —le recordé, lo cual se sintió tonto puesto que, obviamente, no lo había hecho.
—No fue suficiente para Konan —confirmó Itachi— Tu sangre no era lo suficientemente fuerte.
Se me hizo un nudo en el estómago mientras giraba hacia Sasuke.
—¿Qué carajo? —él susurró.
—Katsuyu tomó tu sangre mientras te tuvo cautivo y se la dió a Konan, esperando que fuera suficiente. No obstante, estabas demasiado débil para ese punto. Katsuyu no había tenido en consideración tu cautiverio ni lo que te haría.
Sasuke miró fijamente a Itachi, sus rasgos afilados y marcados. Di un paso más cerca de él. Estaba tan sorprendido como yo.
—Pero Katsuyu tiene a Hashirama —dijo Naruto— ¿Por qué no podía usar su sangre?
—La jaula en la cual Katsuyu lo mantiene nulifica el éter en su sangre, dejándolo a él sin poder y a su sangre sin uso —explicó Itachi— Otra cosa que ella no había considerado. Ese es el por qué te mantuvo vivo mientras que mataba a otros Atlánticos. Necesitaba tu sangre.
Presioné mis dedos a mi sien a la par que la mano de Sasuke volvía a moverse arriba y abajo en mi espalda.
—¿Cómo se convirtió en una Renacida entonces?
—Callum —respondió Itachi— Él le enseñó a Katsuyu qué hacer.
—¿El mierda dorado? —gruñó Sasuke.
—¿Qué tan viejo es este Callum? —Los ojos de Kakashi se entrecerraron.
—Viejo. No sé exactamente. Ni siquiera sé de dónde salió, pero es muy viejo. Callum sabía cómo crear Renacidos. Es magia. Antigua, primal.
La mandíbula de Itachi se movió.
—A pesar de lo jodida que está Katsuyu, y ninguno de ustedes en realidad sabe que tan jodido es eso, ella ama a sus hijas. A su retorcida manera.
Mi estómago se hundió una vez más.
—No podía dejar a Konan morir así que usó esa magia antigua. Y desde que Konan tenía éter en su sangre, funcionó —Itachi agregó tras un momento— La salvó y se convirtió en la primera hija, e Katsuyu comenzó a orquestar otra oportunidad. Una segunda hija.
Primera hija.
La profecía completa que Matsuri había compartido conmigo se refería a la primera hija con sangre llena de fuego y destinada al Rey una vez prometido… Buenos Dioses, incluso habíamos teorizado que se refería a Itachi. Esta Handmaiden era mi hermana, la primera hija mencionada en la profecía de Sakura y nosotras…
—En realidad, solo somos el producto de la sed de venganza de una loca.
—No —Sasuke se volteó hacía mí, bajando su taza— Eres más que eso. Siempre lo has sido.
Lo era. Me repetí eso una y otra vez hasta que se sintiera cierto.
Itachi sonrió con fuerza.
—Konan debió haber mantenido su boca cerrada sobre quién es en verdad. Solo un puñado de personas saben y la mayoría han muerto ahora.
Su mirada se desplazó a su hermano.
—Ella sabía lo que ocurriría si le decía a alguien ese pequeño secreto. Esa persona sería asesinada y Konan soportaría lo peor del disgusto de Katsuyu.
Me tensé.
—Así que me pongo a pensar, ¿por qué te contaría eso? Tendría que haber una razón para que ella se arriesgara tanto.
Itachi miró fijamente a su hermano, sin parpadear.
—¿No la había Sasuke?
Sasuke había dejado su taza a un lado.
—Ella dijo muchas cosas.
Su hermano contrajo sus labios.
—Apuesto a que sí.
La mano en mi espalda se deslizó cuando Sasuke dio un paso adelante. Naruto se tensó dónde se sentaba, sus ojos ardiendo en un azul luminoso y claro.
—Déjame aclarar —continuó Sasuke, su voz bajando de esa manera suave y engañosa que a menudo era el preludio a alguien siendo aliviado de un órgano vital— Ella dijo algunas cosas que pueden ser ciertas y otras que definitivamente son tonterías.
Itachi río entre dientes.
—A mí me suena a que dijo algo que no querías escuchar.
—¿Sabes que quiero oír? —La barbilla de Sasuke se inclinó— ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué ahora nos estás ayudando?
—Tal vez debería decirle a tu esposa la razón por la cual se arriesgaría tanto su hermana —contraatacó Itachi.
—¿Van a luchar? —murmuró Kakashi.
—Eso parece —respondió Naruto, mirando en su dirección— No sería completamente anormal si lo hicieran.
Mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo.
—¿Qué dijo ella?
—Te lo iba a decir —gruño Sasuke, su ira acariciando mi piel— Aunque no es nada que valga la pena repetir.
Itachi levantó sus cejas.
—Quizá eres tú quién está viviendo en negación. No te puedo culpar por ello. Yo tampoco quisiera creerlo.
—¿Creer qué?
Agarré el brazo de Sasuke, deteniéndolo de tomar otro paso.
—¿Qué fue lo que ella te dijo?
Sus ojos se movieron hacía mí, más no dijo nada. Mis sentidos se estiraron, chocando contra un muro. El aire se atascó en mi garganta. Me estaba bloqueando y eso solo podía significar…
—Fuiste creada por el mismo motivo que Konan. Con un propósito —siguió Itachi— Tu hermana falló su Ascensión. Tú no. Y ya has dicho cuál es ese propósito. Excepto que solo te estás centrando en Atlantia y es mucho más que eso. Tu razón de ser es…
—Rehacer los Reinos —interrumpí— Lo sé. Lo he escuchado.
Itachi sacudió su cabeza.
—Tu propósito es destruir los Reinos: Mortal e Iliseeum. Así es como ella planea recrearlos.
—Suena un poco excesivo —musitó Kakashi.
Retrocedí.
Katsuyu había dicho que quería ver Atlantia arder. Pero esto no era lo mismo. Era completamente diferente. Sonaba bastante a…
"Cuidado, porque el fin vendrá del oeste para destruir el este y devastar todo lo que se encuentra en el medio".
Con mi estómago hundido, inhale bruscamente. La profecía, ¿que decía?
"Que las hijas primera y segunda reforman los reinos y marcarían el final".
No. Simplemente porque había sido escrita no significaba que pasaría. Lo que Katsuyu quería no importaba por un montón de razones.
—Primero que nada, ni siquiera soy lo suficientemente poderosa para hacer algo así.
Itachi se inclinó hacia delante.
—Primero, aún no eres lo suficientemente poderosa para eso. No has completado tu Sacrificio. Entonces lo serás.
—¿Poderosa para destruir los reinos? —Me reí— Un Dios no es tan poderoso.
—No pienso que eso sea lo que eres —dijo Sasuke.
Lentamente giré hacia él.
—¿Cómo dices?
—Es algo que descubrí un poco atrás —me dijo— No lo entiendo ni sé completamente cómo es posible, pero no creo que seas un Dios.
—¿Entonces qué demonios soy?
Levanté las manos.
—Una Primal —anunció Itachi.
Puse mis ojos en blanco.
—Por favor…
—Él dice la verdad —confirmó Kakashi y todos volteamos hacia él— Ambas. Son Primals, nacidas de carne humana.
