Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 26
SAKURA
Un rugido sordo llenó mis oídos. Mi mano cayó del brazo de Sasuke.
"Nacido de la carne mortal, un gran poder primal…."
—Al inicio creí que lo sabías —continuó Kakashi, sacándome de mis pensamientos— Fuiste capaz de convocarnos. Tenías el Primal notam, pero luego me di cuenta de que sabías muy poco sobre… bueno, cualquier cosa.
Cerré la boca de golpe.
—¿Y no pensaste en decírselo? —preguntó Sasuke— ¿Una vez que te diste cuenta de que ella no lo sabía?
El draken se encogió de hombros. Sasuke se enderezó hasta alcanzar su máxima altura. Mientras mis emociones estaban por todos lados, su ira estaba al rojo vivo.
—¿Acaba de encogerse de hombros?
—Sí, lo hizo —Naruto miro fijamente al draken— Si hubieras estado cerca de él más tiempo, eso no te habría sorprendido.
—Miren, me imaginé que estaba lidiando con bastante —razonó el draken— Que lo supiera o no, no cambia nada. Ya había sobrevivido al comienzo del Sacrificio. En este punto, ya no hay peligro o riesgo sobre que complete la Ascensión.
—Ni siquiera sé qué decir —parpadeé rápidamente— Pudiste decírmelo para que estuviera preparada. Así no me habría enterado de esto el mismo día en que me enteré de que tenía una hermana. O cuando…
—Parece que sabes qué decir —interrumpió Kakashi secamente— Y no has terminado tu Sacrificio. Así que, enhorabuena, estás preparada.
—Eres lo peor —susurré, repentinamente recordando algo que había dicho sobre los draken sabiendo cuál era mi voluntad. Siempre había sido así con los Primals. Y cuando dije que no era una Primal, él no había estado de acuerdo. Ahora que lo pienso, creo que tampoco se refirió nunca a mí como una Diosa.
—Espera un minuto. ¿Por qué el notam habría sido indicador de que ella es una Primal? —preguntó Naruto— Los Dioses tienen el notam.
—¿Por qué pensarías eso? —Kakashi frunció el ceño— Es un Primal notam, no un Notam Divino. Solo un Primal puede formar cualquier tipo de vínculo de notam como ese.
—Porque eso es… —maldijo Naruto— No creo que nadie lo supiera realmente. Solo asumimos que estaba conectada con los dioses.
—Asumieron mal —afirmó rotundamente Kakashi.
De todo el caos que era mi mente, algo cobró sentido de repente.
—Por eso Madara nunca tuvo el notam —Miré a Sasuke y a Naruto— Pensé que era por sus poderes debilitados, pero no era un Primal —Mi cabeza volvió a girar hacia Kakashi— Por eso dijiste que yo sería más poderosa que mi padre. ¿Por eso no tendría que alimentarme tan a menudo? ¿Y la niebla? Yo no la invoqué, ¿verdad?
—Solo un Primal puede crear la niebla —La cabeza de Kakashi se inclinó y una cortina de cabello rubio cayó sobre su mejilla mientras cogía otra galleta— Lo cual es probablemente una señal de lo cerca que estás de completar el Sacrificio. Eso y… tus ojos.
—¿Las vetas de éter? —pregunté— ¿Van a permanecer así?
—Pueden volverse completamente plateados como los de Jiraya —respondió— O pueden simplemente quedarse así.
Sintiéndome mareada empecé a dar un paso hacia atrás. La mano de Sasuke rodeó la nuca de mi cuello. Se giró, acercándose.
—¿Una Primal? —Una lenta sonrisa se dibujó en sus labios al captar mi mirada, manteniéndola— No sé cómo debería de llamarte. ¿Reina? ¿Alteza? Ninguno de los dos parece adecuado.
—Saku —susurré— Llámame Saku.
Agachó su cabeza, rozando con sus labios el puente de mi nariz, mientras su boca se acercaba a mi oído.
—Te llamaré como quieras, siempre que me llames tuyo.
Dejé escapar una breve risa y sentí la sonrisa de Sasuke contra mi mejilla. Había logrado sacarme del borde de una espiral de pánico.
Kakashi emitió un sonido nauseabundo.
—¿En serio acaba de decir eso?
—Por desgracia —murmuró Naruto.
Ignorándolos, apreté la parte delantera de la camisa de Sasuke.
—¿Sabías esto?
—Recién me di cuenta. Algunas de las cosas que Katsuyu y Konan dijeron no tenían sentido. O no puedo recordarlas por el momento.
Retrocediendo, le miré fijamente.
—¿Cómo qué?
Su mirada buscó la mía.
—Como cuando hablaron de los planes de Katsuyu para rehacer los reinos. Y la vez que me dieron sangre, y ella dijo… —Las sombras se deslizaron por sus ojos oscuros. Los cerró brevemente y luego miró a Kakashi— Hay algo que no entiendo, ¿cómo es que ella es una Primal y no Madara o Hashirama? —preguntó, deslizando su mano bajo mi pelo y ahuecando mi nuca— ¿Y cómo es que es una Primal nacida de carne mortal?
Kakashi se quedó callado mientras dejaba a un lado su galleta a medio comer.
—Eso es algo que no puedo responder.
—¿No puedes o no quieres? —declaró Sasuke, sus ojos endureciéndose hasta convertirse en joyas rojizas.
Kakashi miró fijamente a Sasuke y luego su mirada se desvió hacia mí.
—No puedo. Tú eres la primera Primal que nace desde el Primal de la Vida. No sé por qué. Solo el Primal de la Vida puede responder a eso.
Bueno, era poco probable que pudiéramos hacer un viaje a Iliseeum en cualquier momento para tratar de averiguar eso.
—Pero lo que es más importantes es por qué la Reina de Sangre piensa que destruirá los reinos —Kakashi miró a Itachi.
—No lo hará —afirmó Sasuke sin dudar— La Reina de Sangre está tan consumida por la venganza que está convencida de poder utilizar a Saku.
—Sí, eso es lo que pensaba también. Al principio —añadió Itachi— Pero luego me di cuenta de que Katsuyu no era la única que creía que el último Elegido despertaría como el Heraldo y el Portador de la Muerte y Destrucción.
—Mentira —gruñó Sasuke, incluso mientras el suave barrido de su pulgar continuaba— La profecía es una mierda.
—No cuando la pronuncia un Dios —replicó Kakashi— No cuando es dicho por la voz de la Diosa Sakura, quien está estrechamente ligada a los Moiras.
Itachi me miró.
—El hecho que Katsuyu te nombrara como la Diosa que advirtió de ti no fue coincidencia. Lo hizo pensando que le traería buena suerte con los Arae.
Por un momento, un breve segundo, un rayo de puro pánico me atravesó, agitando el éter en mi pecho. Si me convirtiera completamente en Primal, sería lo suficientemente poderosa como para hacer exactamente lo que la profecía establecía. Mi mirada se dirigió a Naruto, y él supo hacia dónde había ido mi mente. Él también estaba pensando en lo que le había pedido. Naruto sacudió bruscamente la cabeza.
Empecé a dar un paso hacia atrás, para ir a dónde, no lo sabía. Pero me recordé que era algo más que el subproducto de la venganza de Katsuyu. Yo… no era la herramienta de Katsuyu. Su arma.
Yo era mía. Mis pensamientos, mis ideales, elecciones y creencias no estaban determinados ni gobernados por nadie más que yo. El pánico se calmó, respiración tras respiración.
—No importa lo que la profecía dice. Tengo libre albedrío. Controlo mis acciones y no haría algo así —le dije a Itachi, y un susurro surgió de ese lugar frío en el fondo de mi pecho. Uno que ignoré desesperadamente— No tomaré parte en lo que Katsuyu cree que haré.
—Pero ya lo has hecho —continuó Itachi, y un escalofrío recorrió mi piel cuando esas palabras resonaron en la voz de Katsuyu— Naciste. Tu sangre fue derramada y fuiste Ascendida. Tras esas Ascensión, renaciste, naciste de la carne y fuego de los Primal. Despertaste —Sacudió su cabeza— Tal vez tengas razón, tal vez es tu elección, tu libre albedrío es mayor que una profecía. Que los Moiras y lo que cree Katsuyu. Diablos, eso es lo que Kurenai creía. Ella estaba segura de que tú marcarías el cambio, pero no de la manera que Katsuyu quería.
Mi cuerpo se calentó y luego se enfrío.
—¿Conocías a mi madre?
Tan pronto como lo dije, me di cuenta que sí, por supuesto, él la conoció. Habría estado en Wayfair cuando sirvió como su Handmaiden.
—Sí, la conocí —Su mirada bajó mientras la tensión se apoderaba de su boca— Ella creía que, si te daban una oportunidad, si te criaban lejos de Katsuyu y los Ascendidos no te convertirías en el Heraldo que destruiría los reinos.
Un escalofrío me recorrió al recordar aquella noche.
—Hay que hacerlo —dijo el hombre sin rostro— Ya sabes lo que ocurrirá.
—No es más que una niña…
—Y será el fin de todo.
—O será solo el fin de ellos, un comienzo…
Di un paso atrás, con el corazón palpitando.
—El comienzo de una nueva era —susurré, terminando lo que Kurenai le había dicho a….
Itachi me miró, y mi estómago se retorció en náuseas. El brazo de Sasuke me rodeó la cintura mientras me apretaba por detrás.
—¿Saku? —Bajó su cabeza hacia la mía— ¿Qué pasa?
Mi piel pasó del calor al frío mientras miraba al hermano de Sasuke, pero no lo vi. Vi al hombre con sombras por rostro. La figura de la capa.
El Oscuro.
—Saku.
La preocupación de Sasuke irradiaba en ondas mientras se movía para ponerse junto a mí. La amargura de la vergüenza se agolpó en el fondo de mi garganta cuando Itachi dijo con aspereza, con un tono de voz bajo:
—Lo recuerdas.
Esa voz. Su voz.
—No —susurré, con la incredulidad inundándome.
Itachi no dijo nada.
—¿Qué diablos está pasando? —demandó Sasuke, su brazo alrededor de mí mientras mi estómago se revolvía.
Empecé a agacharme, obligándome a tragar la bilis que había subido.
—Estaba roto —le dijo Itachi a Sasuke— Tenías razón. Lo que le hicieron a Izumi me rompió. Pero nunca fui leal a esa perra. Nunca.
Sasuke se tensó por el nombre.
—¿Izumi? —susurré.
—Su Loba vinculada —gruñó Naruto.
Oh, Dioses…
—No después de lo que te hizo. No después de lo que Zetsu le hizo a Izumi. No lo que me hizo hacerle a Kon… —Inhaló bruscamente, poniéndose rígido mientras la sofocante angustia azotó mi piel. El tipo de dolor que iba más allá de los huesos y dolía más que cualquiera herida. Y era tan potente que apenas podía sentir la sorpresa de Sasuke y Naruto, se perdió en la gélida agonía que sentía— Quería matar a Katsuyu. Los Dioses saben que lo intenté antes de darme cuenta de lo que era. Habría seguido intentándolo, Sasuke, pero la profecía —Sus fosas nasales se encendieron mientras sacudió la cabeza— Ya no se trataba de ella. De ti. De mí. De Konan. Ninguno de nosotros importaba. Atlantia sí. Solis también. Toda la gente pagaría el precio por algo con lo que no tenían nada que ver. Tenía que detenerla.
Sasuke apartó su brazo de mi cintura y se volvió hacia su hermano. Los ojos de Itachi se cerraron fuertemente.
—No podía dejar que Katsuyu destruyera Atlantia o el reino mortal. No podía dejar que destruyera a Konan en el proceso. Y ella estaba destruyéndola —La ira y culpa se arremolinaron a través de él, agitando el éter en lo más profundo de mi pecho. Abrió sus ojos planos, fijándose en los míos— Tenía que hacer algo.
El suelo parecía ondular bajo mis pies. No podía sentir mis piernas. Una taza cayó detrás de mí, rodando por el mostrador. Kakashi la cogió, sus ojos estrechándose cuando se dirigieron a las temblorosas persianas de la ventana. El traqueteo de las dagas sobre la mesa.
—¿Tenías que hacer qué, exactamente? —preguntó Naruto, pero Sasuke se había quedado en silencio, porque… dioses, estaba procesándolo todo. Luchando contra sí mismo para creerlo.
Itachi seguía mirándome fijamente. Con voz ronca dijo:
—Estaba preparado para hacer cualquier cosa con tal de detener a Katsuyu, y Kurenai lo sabía, porque Asuma lo sabía. Pero ella tenía…
Él era su viktor.
Recuerdos de esa noche en Lockswood me golpearon, claros y sin la sombra del trauma. Me apoyé en el mostrador mientras llegaban, uno tras a otro. Todo en una rápida sucesión y en segundos, impactantes por su claridad.
Impactantes por lo que revelaban.
La ira me invadió, quemando la incredulidad. Pero esa no era la única emoción. Había una tormenta de ellas, pero la pena era igual de poderosa porque recordaba. Por fin. Y una parte de mí, algo que no fue tocado por esa furia o que provenía de ese mismo lugar frío en mí, también lo entendió.
—Lo recuerdo todo —dije, y la habitación se estabilizó. Me estabilicé, mientras me concentraba en Itachi— ¿Por qué? ¿Por qué no lo hiciste, entonces? ¿Terminarlo?
La cabeza de Sasuke se giró hacia mí, y vi que su piel había palidecido, casi tanto como cuando tenía sed de sangre.
—He hecho muchas cosas terribles, he cometido actos que me perseguirán hasta mi último aliento, pero no pude seguir adelante con eso. Incluso creyendo lo que había que hacer, no pude hacerlo —dijo Itachi con una risa oscura y ahogada— Aparentemente, matar a una niña era una línea que no podía cruzar.
—Hijo de puta —raspó Naruto.
—No —dijo Sasuke, y esa única palabra fue dura. No dejaba lugar a la discusión. Era una proclamación. Una súplica— Dime que no es así.
No deseaba nada más que poder hacerlo.
—Yo también tuve mi oportunidad. ¿Cuando te saqué del armario…? Iba a hacerlo, justo en ese momento. Iba a acabar con todo. Pero no pude. Y lo intenté de nuevo —La cabeza de Itachi cayó hacia atrás mientras miraba al techo, y mi mano revoloteó hacia mi garganta, donde sentí la presión fantasma de una hoja fría— Lo intenté de nuevo, pero esa vez la vi, vi lo que Kurenai vio. La veo. La veo mirándome fijamente.
Esos recuerdos inconexos tuvieron sentido ahora que habían sido reconstruidos.
—¿Qué viste? ¿A quién?
Los ojos de Itachi se cerraron, y durante todo el tiempo Sasuke no se había movido.
—A ella. La Consorte. La vi en tus ojos, mirándome.
Inhalé bruscamente mientras Kakashi maldecía.
—No sé cómo es posible. Ella está dormida, ¿verdad? —preguntó Itachi— Pero la vi.
—La Consorte duerme irregularmente —dijo Kakashi— A veces ocurren cosas que la alcanzan en sus sueños, despertándola en parte.
—Tú eres el Oscuro —dijo Sasuke en esa forma engañosamente suave que tiene. Me giré hacia él y tuve que haberle puesto atención antes. Si no hubiera estado atrapada en mis descubrimientos, habría percibido el vació de rabia helada formándose a mi lado— Llevaste a los Craven a la posada de Lockswood. Fuiste allí para matarla.
—Los Craven siguieron el rastro de sangre que dejé atrás —admitió— Era la única manera de superar a Kurenai y Asuma.
Naruto dijo algo. Hizo que Itachi se estremeciera, pero Sasuke era una masa palpitante de furia y pude sentir su esencia en el pecho. Tuve que cerrar mis sentidos. Era demasiado.
Los ojos de Sasuke eran de un rojo brillante, y su voz, Dioses, su voz era suave y cargada de poder. Un susurro que tenía a sus palabras cayendo sobre mi piel y llenando la habitación.
—Coge una daga, Itachi.
E Itachi, el hermano de Sasuke, recogió una daga con su mano temblorosa, una daga larga, gruesa y con una hoja muy afilada. Los tendones de su cuello sobresalían.
—Sobre tus rodillas —demandó Sasuke.
El cuerpo entero de Itachi tembló mientras obedecía, cayendo de rodillas.
—Póntela en la garganta —instó el Rey, su voz aterciopelada y férrea.
Una compulsión. Estaba usando una compulsión.
Itachi solo estaba haciendo lo que le ordenaba que hiciera.
—Solo para que todos lo sepan —dijo Kakashi— No limpiaré este desastre.
Me sentí en conflicto. Por una parte, me alegraba de ver que Sasuke había recuperado mucha de sus fuerzas, por otro lado, iba a obligar a su hermano a cortarse el cuello. No sabía cómo me sentía al respecto, al saber que había sido Itachi. Mi cuñado. No sabía cómo sentirme sobre el hecho que actualmente entendía por qué Itachi sintió que necesitaba hacer lo que hizo. Pero lo que sí sabía era que no podía dejar que Sasuke hiciera esto. No mataría a Itachi, pero le haría un gran daño, Sasuke no necesitaba ese peso sobre él. Era una marca que no le permitiría llevar.
Me adelanté, mirando a Naruto. Él miraba a Itachi, su pecho subiendo y bajando rápidamente, y su piel adelgazando. El lobo no sería de ayuda aquí.
—No lo hagas, Sasuke.
—No te metas en esto —ladró, su mirada concentrada en la de su hermano.
La barbilla de Sasuke se alzó. Un leve hilo de sangre apareció, corriendo por la garganta de Itachi.
—No sucederá. Itachi no me hirió —razoné— Se detuvo antes de hacerlo.
—¿Se detuvo antes de hacerlo? ¿Te escuchas a ti misma? —Sasuke disparó de vuelta— Fuiste herida por su culpa.
—Lo fue —susurró Itachi.
Fulminé con la mirada al Príncipe.
—Deberías callarte.
—¡Te dejó allí para que te destrozaran los Craven! —rugió Sasuke.
—Pero no lo hizo. Me sacó de allí —le dije— Ahora lo recuerdo.
—Los Craven ya habían llegado a ella —le dijo Itachi— La mordieron. La arañaron….
—Cállate —le siseé a Itachi mientras un escalofrío recorría a Sasuke. Alcanzándolo, extendí la mano y lo agarré del brazo— Pensó que estaba haciendo lo correcto. Estaba equivocado, se equivocó. Pero se detuvo. No me hizo daño…
—¡Deja de decir eso! —Sasuke giró su cabeza hacia mí, sus ojos eran completamente dorados. Con la atención rota, su compulsión sobre Itachi se desplomaba— Él te hizo daño, Saku. Tal vez no con sus manos, pero los Craven nunca habrían estado ahí de no ser por él.
—Tienes razón.
Presioné mi palma contra su mejilla, canalizando…
—No lo hagas —Sasuke apartó su cara de mi contacto— No te atrevas a usar tus poderes. Necesito sentir esto.
—Está bien, no lo haré —prometí, colocando mi mano en su mejilla de nuevo. No se alejó esta vez, pero sentí que sus músculos se flexionaban contra mi palma— Tienes razón. Los Craven no habrían estado ahí de no ser por Itachi, pero actuó según lo que Katsuyu creía. La culpa es de ella.
—Eso no cambia nada —Me miró fijamente mientras Itachi se ponía de pie— No es inocente en esto. No fue manipulado. Hizo una elección…
—Para proteger a su reino. Para protegerte a ti. A los reinos. Por eso hizo su elección. A ninguno de nosotros nos tiene que gustar o estar de acuerdo con ello, pero podemos entenderlo.
—¿Entenderlo? ¿Estar dispuesto a matar a un niño? ¿Incluso considerarlo? —exclamó con incredulidad— ¿Ponerte en peligro a ti? ¿Mi maldita compañera de corazón?
—Él no lo sabía en ese momento —Apreté la parte delantera de su camisa.
—Incluso si lo sabía, aun así, lo habría hecho —admitió Itachi— Aun habría….
—¡Cállate! —grité.
Itachi negó con la cabeza.
—Es la verdad.
Sasuke se movió demasiado rápido, creo que ni siquiera Kakashi hubiera sido capaz de pararlo, si hubiera querido pararlo. Corrió hacia la cocina y golpeó con su puño la mandíbula de su hermano. El impacto hizo que Itachi cayera de la silla. No tuvo chance de recuperarse, Sasuke lo agarró en el suelo, su brazo se balanceó tan rápido que no fue más que un borrón. El golpe de su puño haciendo contacto en la carne resonó en la cocina.
—¡Sasuke! —grité.
Agarró a Itachi por la camisa, levantándolo del suelo mientras seguía golpeando a su hermano. Me lancé hacia Naruto.
—¿Piensas detenerlos?
—Nop —Naruto se cruzó de brazos— El bastardo se lo merece.
Itachi aparentemente había tenido suficiente. Agarró la muñeca de Sasuke, le dio vuelta y se sentó, sangre cayendo de su nariz y boca. El breve respiro duró un segundo entero hasta que Sasuke se levantó de un salto y golpeó con su rodilla la barbilla de Itachi, tirando su cabeza hacia atrás. Y luego volvieron a caer otra vez, rodando contra las patas de la mesa.
Me giré hacia Kakashi.
—No me mires a mí —Kakashi recogió su galleta— Esto es entretenido como la mierda.
Mis ojos se entrecerraron.
—Son unos inútiles —espeté, girándome hacia los hermanos. Estuve a punto de darle una paliza a ambos yo misma. Aprovechando el estado de mis poderes, levanté la mano. Un resplandor plateado brilló en mis dedos— Basta ya —dije encima de los gruñidos. O no me escucharon o decidieron no hacerlo— Oh, por el amor de Dios, yo debería de ser la furiosa, y sin embargo tengo que ser la parte racional y calmada.
En mi mente, los separé, y lo que deseé… bueno, se unió con la esencia y funcionó. Tal vez un poco demasiado bien, ya que no estaba preocupada por no dañar ninguno de los dos en ese momento. En un segundo, se revolcaban como dos niños demasiado grandes, al siguiente, patinaban por el suelo en direcciones opuestas. Itachi se estrelló contra la pared debajo de la ventana con tanta fuerza que hizo temblar toda la casa. Me estremecí cuando Naruto detuvo a Sasuke antes de que este impactara contra las piernas del lobo.
La cabeza de Sasuke se movió en mi dirección. Sangre manchó su labio cortado mientras se apoyó en las piernas de Naruto.
—¿Qué diablos?
—Exacto —Volví a guardar mi éter.
—Mierda —Itachi se inclinó hacia un lado, tosiendo mientras apoyaba su peso en un brazo— Eso dolió más que cualquiera de sus golpes. Creo que me has roto unas cuantas costillas.
—Estoy a punto de romperte la cara si dices una palabra más —repliqué.
—¿Romperle la cara? —repitió Sasuke, levantando las cejas.
—La tuya también —advertí.
Una sonrisa lenta y sangrienta se extendió por sus labios, y ese estúpido hoyuelo olvidado por los dioses apareció. Sabía que estaba a punto de decir algo que me haría querer golpearlo.
—Uh… detesto interrumpir —dijo Haku desde la puerta, habiendo entrado sin que nos diéramos cuenta. Me moví hacia ella, con las mejillas sonrojadas. Sus ojos estaban muy abiertos— Pero hay un pequeño ejército de guardias al inicio de la calle, yendo de casa en casa.
En el tiempo que tardó mi estómago en bajar, los impactantes descubrimientos fueron lanzados a segundo plano. Sasuke estaba de pie, uniéndose a mí mientras arrastraba el dorso de su mano sobre la boca.
—¿Qué tan cerca están?
—Dos casas más abajo —respondió Zabuza, agachándose junto a Haku.
Llevaba varias capas, entregándonos una a cada uno mientras iba directo a la mesa, cogiendo dos dagas. Enfundó una dentro de su boca.
Itachi maldijo.
—Tenemos que salir de aquí. Ahora.
—Cogeré nuestras armas —Naruto se apresuró a pasar junto a nosotros, entrando al vestíbulo.
—Ve por la parte de atrás —Zabuza le lanzó a Haku una daga delgada, que ella deslizó bajo su manga— Los mantendremos ocupados todo el tiempo que podamos.
Le preocupación por ellos floreció.
—¿No pueden venir con nosotros?
Escondiendo otra daga, Haku me envió una breve sonrisa.
—Nada me gustaría más que ver mi hogar ancestral, planeo hacerlo algún día, pero nuestro lugar está aquí. Hay gente que depende de nosotros.
—¿Descendientes? —preguntó Sasuke cuando Naruto regresó, entregándole una espada. Vi que tenía mi mochila.
Zabuza asintió.
—Elian puede decirte que bastantes personas se oponen a la Corona de Sangre. Una red entera trabajando desde dentro para usurpar a los Ascendidos. Puedes ocuparte de eso cuando tu ejército llegue, pero mientras tanto, nos necesitan aquí.
Al oír el nombre de sus antepasados, Sasuke le lanzó a Itachi una mirada y luego dio un paso adelante, agarrando el hombro de Zabuza.
—Gracias, gracias a los dos por su ayuda.
Haku se inclinó mientras se ponía la capa.
—Es un honor.
Sonó un golpe en la entrada de la casa, y Sasuke se volvió, agarrando mis mejillas. Su toque calmó mis nervios.
—¿Mi Reina?
—¿Sí?
—Creo que te alegrará saber —dijo, deslizando sus manos hacia los bordes de la capucha mientras la levantaba— que estás a punto de romper algunas caras.
Una risa áspera y temblorosa me abandonó, mi corazón se calmó. Me giré hacia Haku y Zabuza mientras Kakashi y Itachi se movían a la parte trasera de la casa.
—Tengan cuidado.
—Tenemos que irnos —dijo Itachi, levantando la capucha de la capa que se había puesto mientras se escuchaba otro golpe en la entrada.
Haku levantó la barbilla mientras colocaba su puño curvado sobre su corazón.
—De sangre y ceniza —dijo, mientras Zabuza hacía lo mismo.
—Nos levantaremos —terminó Sasuke, con la mano sobre el corazón, mientras él, el Rey, se inclinó ante ellos.
Me puse detrás de Naruto, mirando a Itachi mientras Zabuza bajaba por el pasillo.
—¿Estarán a salvo cuando lleguen los guardias?
—Posiblemente —respondió Itachi.
Eso no era precisamente tranquilizador.
—Tú y yo tampoco hemos terminamos esta conversación —Sasuke se puso frente a mí, con la capucha de su capa protegiendo su rostro.
Eso tampoco era tranquilizador.
—Eso tendrá que esperar —dijo Naruto, con su mano en la parte baja de mi espalda.
—¿A dónde? —Kakashi buscó la puerta trasera.
—Al puerto —respondió Itachi— A la Ciudad Baja.
Asintiendo, el draken abrió…. Cuatro guardias reales estaban ahí, con sus mantos blancos ondeando al viento.
—¿A dónde creen que van? —preguntó un guardia mayor.
Solo Kakashi estaba sin capucha, pero el guardia echó un vistazo al resto de nosotros, encapuchados, con nuestras identidades ocultas, y sacó su espada.
—Retrocedan —ordenó.
No tuve la oportunidad de invocar ni siquiera el éter.
Kakashi se lanzó hacia adelante, agarrando el brazo de la espalda del guardia mientras estiraba su cuello. Su mandíbula se aflojó y su boca se abrió de par en par. Un ruido sordo salió desde su pecho mientras un chorro de fuego plateado salía de su boca.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—Mierda —murmuró Sasuke, poniéndose rígido frente a mí mientras las llamas plateadas ardían sobre el guardia.
—Sí —secundó Naruto.
Kakashi empujó al guardia hacia otro, y el antinatural fuego se extendió sobre el otro hombre. Volviéndose, Kakashi dejó salir otro poderoso chorro de llamas, arrasando rápidamente con los guardias de la puerta trasera.
El olor a carne carbonizada se elevó en el viento, revolviendo mi estómago mientras Kakashi se enderezó.
—El camino está despejado.
Sasuke se volvió hacia el draken.
—Sí, seguro que lo está.
Un agudo aullido de dolor sonó desde la casa, haciéndome volver. Haku gritó alarmada.
—Tenemos que irnos —insistió Itachi, apartando los restos quemados.
Teníamos que hacerlo, pero…
—Ellos nos ayudaron —dije.
—Y sabían el costo —argumentó Itachi mientras los gritos ásperos resonaban desde la parte delantera de la casa.
—Al igual que nosotros cuando llegamos a su puerta.
Di un paso adelante. La mano de Naruto se tensó brevemente sobre mi cara y luego se relajó.
—Concuerdo —dijo Sasuke, con su agarre firme en la espada.
—Por Dios santo —murmuró Itachi— No es el momento de ser héroes. Si nos atrapan…
—No lo harán —La cabeza de Sasuke se volvió hacia mí.
Asentí con la cabeza, dejando que el éter saliera a la superficie cuando unos pasos pesados se acercaban por el pasillo. Varios guardias reales avanzaron a toda prisa. El palpitante éter se encendió en mi piel cuando mi voluntad se fusionó con la esencia. Una débil luz plateada se derramó mientras chispeaba por mi mano, las sombras que se entrelazaban con el resplandor ahora eran más densas.
—Eso es nuevo —comentó Sasuke.
—Comenzó hace un par de semanas —le dijo Naruto, mientras los guardias se detenían.
Las espadas cayeron de mano de los guardias, golpeando el suelo mientras sus cuellos se retorcían hacia los lados, crujiendo.
—Seguramente te preocupará escucharlo, pero tampoco te sorprenderá —dijo Sasuke, y el sabor ahumado y picante en mi boca desplazó el sabor de la muerte— Pero lo encontré salvajemente… caliente.
—Hay algo malo en él —murmuró Kakashi detrás de nosotros— ¿Acaso no lo hay?
Definitivamente lo había, pero lo amaba por eso.
Naruto resopló mientas otro guardia entraba. La esencia se extendió hacia fuera de mí mientras mi barbilla bajaba. La telaraña palpitó y luego retrocedió…
—Renacido —escupí.
El guardia se desenmascaró y sonrió. Fue entonces cuando vi sus ojos. Azul pálido. Sasuke se retorció bruscamente, agarrando una daga de la mesa mientras la lanzaba en un movimiento suave. La hora impactó de lleno, golpeando al Renacido entre los ojos.
—Veamos cuánto tardas en levantarte de eso.
—Tardará lo que tarde en quitarse la cuchilla —llegó una voz.
El Renacido dorado salió de las sombras de la sala. Callum.
—Tú —arremetió Sasuke.
—Imagino que te va mucho mejor que la última vez que te vi —respondió Callum, mientras la furia se apoderaba de mí. No estaba solo. Una rápida mirada me mostró al menos media docena de guardias con él. Todos de ojos pálidos.
—Kakashi —dije— Hay algo que me gustaría que hicieras por mí, y tú estarías realmente feliz de hacerlo.
La sonrisa del draken era sangrienta y caminó entre Sasuke y yo. Callum miró a Kakashi, un ala pintada a un lado de su cara.
—Creo que sé lo que eres.
—Y yo creo que estás a punto de estar seguro de ello —El humo salió de las fosas nasales de Kakashi.
—Quizás más tarde —Callum levantó una mano.
Haku apareció por el pasillo, con la nariz ensangrentada y una espada en la garganta. Un guardia la movió hacia la dirección de Callum. La sujetó mientras Zabuza aparecía detrás, arrastrando los pies, sujetado por otro guardia.
—¿Eres tan cobarde como para usarlos como escudos? —demandé furiosa.
—Tú dices cobarde —dijo Callum mientras la ira de Haku se acumulaba, caliente y ácida en mi garganta— Yo digo astuto.
Naruto vino a colocarse a mi otro lado
—A este idiota le gustan las bromas.
—Un sinfín —Callum miró al lobo— Cuando termine todo esto me gustaría quedarme contigo. Siempre he querido tener un lobo de mascota.
—Vete a la mierda —gruñó Naruto.
La ira no era lo único que captaba de la pareja mientras la violencia se espesaba en el aire. La resolución salada también lo hacía. Estaban preparados para morir. Pero no podía permitirlo.
—Retírate —le dije a Kakashi.
El draken retumbó, pero el humo se desvaneció. Callum sonrió.
—Algunos dirían que la humanidad es una debilidad.
—Porque lo es —Otra voz se entrometió, y cada músculo de mi cuerpo se tensó.
Callum y el otro Renacido se hicieron a un lado, mientras me movía al frente de Sasuke. Una figura envuelta en un manto carmesí se acercó, pero sabía que no era una Handmaiden. Unas manos delgadas se levantaron y bajaron la capucha, revelando lo que ya sabía.
Katsuyu estaba ante nosotros. La corona de rubí estaba ausente, así como el polvo que aclaraba su piel. Entonces me di cuenta de que la había visto así en sus habitaciones privadas, con una piel más cálida y rosada. Aquella vez, justo al anochecer, cuando me mostró la Joya Estrella, un diamante codiciado por todo el reino, conocido por su brillo plateado.
—Las cosas más bellas de todo el reino suelen tener líneas irregulares y marcas, cicatrices que intensifican la belleza en formas intrincadas que nuestros ojos y mentes no pueden detectar e incluso empezar a entender —había dicho.
Era cierto. Al igual que lo era ella, con líneas suaves y uniformes, una piel impecable y belleza infinita podían ser malvadas y feas. Y mi madre era la más monstruosa de todas.
¿Y mi hermana? Puede que no quiera ver los reinos destruidos, pero ¿qué había hecho ella para detener a nuestra madre?
—Tu compasión por los mortales es admirable, pero no es una fortaleza —dijo Katsuyu, mirando a Kakashi antes que sus ojos oscuros se posaran en mí— Una verdadera Reina sabe cuándo sacrificar a sus peones.
—Una verdadera Reina no haría tal cosa —dije, bajando la capucha pues ya no tenía sentido llevarla ahora— Solo un tirano pensaría en la gente como peones para sacrificarlos.
Ella sonrió con fuerza.
—Bueno, tenemos que acordar estar en desacuerdo —Su cabeza se inclinó hacia Sasuke— Uno de ustedes destruyó mi celda. Una disculpa sería bienvenida.
—¿Alguno de nosotros luce como que si fuera a darte una disculpa? —Sasuke cambió su postura para bloquear a Itachi.
Naruto hizo lo mismo.
—Cosas más extrañas han sucedido —dijo Katsuyu— Incluso más extrañas que la niebla Primal sin Craven hasta que los atrajiste desde el Bosque de Sangre a nuestros muros. Eso sí que fue inteligente. Impresionante, incluso.
—No me importa lo que pienses —regresé.
Katsuyu arqueó una ceja mientras miraba alrededor de la cocina, su labio se curvó en desagrado.
—¿De verdad creías que te ibas a escapar? Qué saldrías caminando de la capital, y con algo que me pertenece, nada menos.
Gruñí mientras el éter palpitaba en mi pecho.
—No estaba hablando de ti —Su mirada se movió detrás de nosotros, y su sonrisa se torció fríamente— Hablaba de él.
Sasuke se puso rígido mientras la Reina de Sangre miraba fijamente hacia donde estaba Itachi en silencio.
—Él tampoco te pertenece.
—Estaba tan orgullosa de ti —dijo Katsuyu— Y, sin embargo, otro Uchiha me traicionó. Qué sorpresa.
—¿Te traicionó? —Itachi sonaba tan incrédulo como yo— Secuestraste y torturaste a mi hermano. Me mantuviste cautivo y me usaste para lo que deseabas. ¿Y me acusas de traicionarte?
—Ya estamos otra vez —Katsuyu puso los ojos en blanco— Dioses, ya déjalo.
—Que te jodan —espetó Itachi.
—Ninguno de los dos ha estado interesado en eso en muchos años —replicó ella— Así que, no gracias.
Las náuseas aumentaron bruscamente mientras miraba fijamente a esta mujer, esta bestia, que era mi madre.
Su mirada volvió a dirigirse a mí.
—Si te hubieras quedado en tu sitio, podrías haber evitado esto. Habríamos hablado ahora y te hubiera dado una opción. Una que hubiera resultado en su libertad —Ella sacudió su barbilla en dirección a Sasuke— Y mucho menos caos. ¿Pero de esta manera? Es mucho más dramático. Puedo apreciar eso, ya que a mí también me gusta hacer una escena.
Mis manos se apretaron en puños.
—¿De qué estás hablando?
—Una opción —repitió— Una que todavía estoy dispuesta a ofrecer porque soy así de gentil e indulgente.
—Estás delirando —dije, sacudida por la comprensión de que ella realmente creía esas palabras.
Los ojos de Katsuyu se entrecerraron.
—Sabes dónde está Madara. Tú misma lo has dicho. Si esperas salir de esta ciudad con tu amado, lo encontrarás y me lo traerás.
