Disclaimer: Sthephenie Meyer is the owner of Twilight and its characters, and this wonderful story was written by the talented fanficsR4nerds. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!

Descargo de responsabilidad: Sthephenie Meyer es la dueña de Crepúsculo y sus personajes, y esta maravillosa historia fue escrita por la talentosa fanficsR4nerds. Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!

Gracias a mi querida Larosadelasrosas por sacar tiempo de donde no tiene para ayudarme a que esta traducción sea coherente y a Sullyfunes01 por ser mi prelectora. Todos los errores son míos.


Capítulo 4: Edward

Domingo, 23 de septiembre

Londres, Inglaterra

7 semanas

Me metí en la cama después de un larguísimo día de rodaje. Me encantaba mi trabajo, pero había días en los que me pateaba el culo. Me alegré mucho de volver pronto a Los Ángeles. Me encantaba Londres, pero echaba de menos mi hogar. Además, una vez en Los Ángeles, podría dormir en mi propia cama, que siempre era mucho más cómoda.

Sentí que se me cerraban los ojos cuando mi teléfono sonó en la mesa de al lado. Gruñí, me di la vuelta y lo cogí. Quienquiera que me enviara un mensaje a las malditas dos de la madrugada, más valía que tuviera una emergencia de vida o muerte.

El mensaje era de Bella, lo cual fue una agradable sorpresa. No quería parecer demasiado ansioso, así que no le había mandado ningún mensaje, aunque Alice me había dado su número nada más salir. Supuse que le dejaría el primer paso a ella. Después de casi dos meses de nada, empezaba a pensar que no tenía intención de dar ese paso.

Abrí rápidamente el mensaje.

Tenemos que hablar.

Fruncí el ceño. Sonaba jodidamente siniestro. Inmediatamente, respondí.

¿Va todo bien?

Bella no respondió durante un largo rato, y yo estaba a punto de llamarla de una puta vez cuando se encendió mi teléfono. Inmediatamente contesté a su llamada.

—Hola, ¿estás bien?— No podía imaginar de qué querría hablar. No habíamos hablado en casi dos meses.

—Hola, Edward—. Su voz sonaba pequeña, para nada la persona vivaz que había conocido. Me incorporé, con el corazón latiéndome ansiosamente.

—Bella, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien? Háblame, cariño.

Estuvo callada tanto tiempo que quise alcanzarla a través del teléfono y sacudirla. Finalmente, habló.

—Bueno, he conseguido un contrato para un libro—, dijo en voz baja. Fruncí el ceño. ¿Por eso parecía tan disgustada?

—¡Felicitaciones! Sabía que lo conseguirías.

Bufó y esperé a ver si había algo más. —Es un gran paso para mí, profesionalmente hablando—. Dijo lentamente. Asentí con la cabeza, esperando pacientemente a que continuara. —El editor incluso habló de un contrato para varios libros. Creo que será bastante grande.

Fruncí el ceño. —Eso es genial, cariño.

Tragó saliva y me la imaginé delante de mí. La mujer que imaginé parecía nerviosa. —¿Qué pasa?

—Bueno… —, Bella respiró hondo y entonces todo se precipitó en un torrente de palabras. —Bueno, no sé cómo carajos ha pasado esto, quiero decir, sé cómo ha pasado, pero no sé cómo ha podido pasar porque soy jodidamente cuidadosa. Muy jodidamente cuidadosa, Edward. Quiero decir, estoy pendiente de mi mierda. Pensarías que viajar por el mundo haría difícil mantener un régimen y sí, lo es, pero estoy jodidamente pendiente de ello. Así que, antes de que vayas a culparme, quiero que sepas que esto se reduce a tu fuerte esperma mutante. ¿Me entiendes?

Parpadeé, intentando asimilarlo. —Bella, ¿qué estás diciendo?

Ella resopló, y casi me sentí agradecido porque sonaba como la de antes, aunque estuviera molesta conmigo. —Estoy embarazada.

Mi mente se quedó en blanco. Completa y totalmente en blanco. ¿Qué?

—¿Hola?— La voz de Bella me sacó de mi estado de shock y aspiré profundamente.

—¿Es mío?— pregunté.

—Por eso te llamo a ti y no al tipo imaginario al que me follé después de que te fueras.

Resoplé, aunque era seriamente incapaz de procesar su broma. —¿Desde cuándo lo sabes?— pregunté.

Suspiró. —Me enteré el jueves—. Repasé ese día en silencio, me habían llamado, pero mi asistente personal me había dicho que no había ningún mensaje, así que lo había desechado. Mierda.

—Vuelvo a casa—. Dije, arrastrándome fuera de mi cama.

—¡¿Qué?!, no. No pasa nada—. Dijo inmediatamente. Abrí mi segundo teléfono que usaba para trabajar y le envié un mensaje a mi asistente personal para que me consiguiera un vuelo de regreso a Los Ángeles.

—Bella, me acabas de decir que estás embarazada. Claro que voy a volver, carajo—. Un pensamiento horrible se me ocurrió entonces y pausé mi texto. —¿Tú… ?—, hice una pausa, incapaz de formular la pregunta. —¿Lo tendrás?

Bella permaneció callada por mucho tiempo. —No lo sé.

Me sentí fuera de control y aterrorizado. Necesitaba verla. Necesitaba hablar con ella en persona. Nunca le impediría hacer lo que ella necesitara hacer, pero tenía que estar allí.

—Voy a casa. ¿Puedes, no sé, esperar a tomar una decisión hasta que esté allá?— Era mucho pedir, demasiado. Bella dejó escapar un pequeño suspiro.

—Sí, puedo hacerlo.

Sentí un gran alivio. Al menos esperaría hasta que nos viéramos.

—¿En qué puedo ayudarte? ¿Qué necesitas?

—No necesito nada, Edward. Sólo—, resopló. —Pensé que deberías saberlo.

—¿Estás segura de que estás embarazada?— pregunté, con la mente todavía en blanco. Bella suspiró.

—Hoy me lo confirmaron en la clínica.

Me senté en la cama, las piernas rebotando con mi energía ansiosa. —Gracias por llamarme.

Nos quedamos callados un momento, las dos intentando procesar el monumental cambio en nuestras vidas. Podía sentir su ansiedad a través del teléfono, y coincidía en gran parte con la mía. Excepto que yo había planeado ser padre algún día. ¿Y Bella? Creo que no.

Recibí un mensaje en mi otro celular y le eché un vistazo. Ben me había ayudado, como siempre. —Mi vuelo sale dentro de dos horas—, le dije a Bella. Ella respiró hondo. —Estaré pronto en casa.

Tarareó suavemente. —Buen viaje, Edward.

Colgó antes de que pudiera responder. Me senté en la cama, con el corazón latiéndome con fuerza. Un bebé. Mierda.

Salí de mis pensamientos y me levanté. Tenía que recoger mis cosas.

~Home~

Nunca me había preocupado por el tiempo que se tardaba en volar. Racionalmente, entendía que la mayoría de las veces, el tiempo de viaje hasta, a través y desde el aeropuerto a menudo sumaba más que el tiempo real de vuelo. La mayoría de las veces, no me importaba, pero ahora sentía pánico y ansiedad. Mi mente no paraba de pensar en diferentes escenarios: Bella interrumpiendo el embarazo antes de que yo volviera, Bella esperando a que yo volviera e interrumpiendo de todos modos, Bella no interrumpiendo el embarazo y teniendo a mi jodido hijo.

Dios, no estaba preparado para esto.

Estaba sentado en la sala VIP, esperando a que mi vuelo empezara a embarcar cuando sonó el timbre de mi teléfono. Miré el identificador de llamadas y suspiré. —Hola, Jane.

—Edward, ¿qué demonios es eso de que te vas a casa antes? Tienes una semana más de rodaje.

Me tiré del pelo, intentando aliviar la tensión de mi cabeza. —Jane, ha pasado algo.

La oí concentrarse inmediatamente. —¿Qué pasa?

Suspiré y miré a todos a mi alrededor para asegurarme de que nadie estaba escuchando a escondidas. Cuando confirmé que tenía toda la privacidad posible, volví a bajar la mirada hacia mis zapatos. —Una amiga—, hice una pausa y me estremecí. Vaya manera de empezar. —Una amiga está embarazada.

Jane se quedó en silencio. —¿Qué clase de amiga?— Dejé escapar un largo suspiro y Jane maldijo. —Maldición, Edward. ¿Quién es? ¿Es una admiradora? ¿Te ha tendido una trampa? ¿Qué pide? Necesito su nombre ahora.

—Woah, carajo, más despacio Jane—. Dije, intentando no levantar la voz. —No es eso. Se llama Bella, la conocí justo antes de irme a Londres. Se está quedando con Alice Brandon.

Oí a Jane teclear de fondo. —¿Qué busca, Edward?.

Suspiré. —Maldita sea, Jane. Nada. Está cagada de miedo. Ni siquiera estoy seguro de que vaya a tenerlo, yo sólo.— Hice una pausa, tirando de mi pelo con tanta fuerza que pensé que me lo arrancaría todo. —Necesito estar con ella. A pesar de todo.

Jane se quedó callada. —¿Estás seguro de que es tuyo?

Aunque le había preguntado lo mismo a Bella, me sentí irracionalmente enfadado cuando Jane me preguntó. —Sí, estoy seguro.

Jane tarareó. —¿De cuánto está? Dijiste justo antes de irte. ¿Cómo es eso que justo antes?

Tragué saliva. —La noche anterior.

Jane maldijo de nuevo. —Entonces está de al menos siete semanas. De acuerdo. Voy a pedir cita para una prueba de paternidad—. Empecé a protestar, pero ella me cortó. —No lo hagas, Edward. Tenemos que estar al tanto de esto. No sabes casi nada de esta chica y, por lo que sabemos, podría ser una treta elaborada para conseguir dinero o sus quince minutos de fama. Tenemos que permanecer alerta.

Fruncí el ceño. —Ella no es así.

Jane resopló. —Esperemos que no. Llamaré a Mark para lo del rodaje. No le diré por qué te vas, pero suavizaré las cosas. Dijiste que la mayor parte del rodaje ya estaba hecho, ¿no? ¿Fueron sólo algunas tomas de reacción y primeros planos?— Tarareé un sí. —Bien, tal vez pueda trabajar contigo cuando regreses de Los Ángeles.

Ambos nos quedamos callados un momento y Jane suspiró. —Todo saldrá bien, Edward. O bien interrumpe el embarazo, en cuyo caso la vida de todos puede continuar según lo previsto, o bien tiene el bebé y lo resolveremos. En cualquier caso, estaremos aquí contigo, ¿de acuerdo?

Tragué grueso. —Gracias, Jane.

Ella suspiró. —Lo sé, eres un inútil sin mí. Toma tu vuelo, duerme un poco y te veré en unas horas.

Sonreí mientras nos despedíamos. Jane era dura, pero había estado conmigo desde el principio de mi carrera y no había nadie en quien confiara más en este tipo de situaciones.

Acaricié el teléfono, ansioso por llamar a Bella, sólo para oír su voz, cuando oí el anuncio de embarque para mi vuelo. Recogí mi bolso y me puse las gafas de sol, aunque el aeropuerto estaba casi vacío, y me dirigí a la puerta de embarque.

Sólo unas horas y volvería a estar con Bella.

~Home~

A pesar de que Jane me pidió que durmiera un poco en el avión, no lo hice. Estaba tan nervioso que apenas podía estarme quieto. Intenté poner una película, pero cuando vi que muchas de las películas del programa de entretenimiento a bordo me incluían, desistí. Fue el vuelo más largo de mi vida, y cuando por fin aterrizamos en Los Ángeles era un manojo de nervios y ansiedad. Mi vuelo aterrizó sobre las siete de la mañana, pero a pesar de ello pude escabullirme del aeropuerto casi sin ser detectado. Jane tenía un chófer esperándome y, en cuanto me senté en el asiento trasero, le dije la dirección de Alice. Asintió con la cabeza y se alejó de la acera.

El tráfico estaba infernal, y me sentía tan nervioso que estaba dispuesto a bajar las ventanillas y gritarle a todos los autos de la carretera.

Por fin, finalmente, el automóvil se detuvo frente al edificio de Alice. Salí del automóvil antes de que se detuviera por completo. Pasé por delante del mostrador de seguridad y me dirigí directamente al ascensor. Confiaba en que el conductor entregaría cualquier mensaje de Jane al personal. De ninguna manera iba a detenerme para dar explicaciones.

Por fin llegué al piso de Alice y salí disparado del ascensor. Corrí por el pasillo y me detuve ante su puerta. Levanté la mano y llamé rápidamente a la puerta antes de pensar en lo temprano que era.

La puerta se abrió tan rápido que casi golpeo la frente de Bella. Me miraba con los ojos enrojecidos e hinchados. —Es demasiado temprano, carajo—. Siseó.

El alivio se apoderó de mí mientras la miraba. Llevaba mi camisa, la misma que me había quitado hacía dos meses. No llevaba pantalones cortos y llevaba el pelo recogido en una coleta descuidada. Nunca había estado tan hermosa.

—Bella—. Su nombre fue una plegaria que salió de mis labios. Pude ver algo parecido al alivio en sus ojos, aunque seguía mirándome. Se apartó para que pudiera entrar y cerró la puerta rápidamente.

—La señora Rhodes estaba vigilando, vieja entrometida—. siseó Bella en la puerta cerrada. Se volvió hacia mí y no pude soportarlo más. Me acerqué a ella y la abracé. Al principio se sintió rígida y casi me preocupaba que se fuera a apartar, pero soltó un largo suspiro y me rodeó con las manos.

Nos quedamos en la entrada de Alice, abrazándonos en silencio.

Al final, noté manchas de lágrimas en mi camisa y me di cuenta de que Bella estaba llorando. Me agaché y la cogí en brazos, llevándola a su habitación a pesar de sus protestas. Cerré la puerta con cuidado y la dejé en su cama. Sus grandes ojos marrones estaban llenos de lágrimas. —Háblame, cariño.

Parpadeó y unas lágrimas gruesas rodaron por sus mejillas sonrosadas mientras apartaba la mirada de mí. —Estoy tan jodidamente asustada.

Me senté a su lado y la abracé. Acabamos tumbados y abracé a Bella mientras lloraba en mi pecho. Intenté no dejar salir mis propias lágrimas, pero estaba tan abrumado y confundido que no podía detenerlas.

Nos quedamos dormidos envueltos en los brazos del otro, con las lágrimas manchando las almohadas bajo nosotros.

~Home~

Cuando desperté, la mano de Bella golpeaba mi pecho con un ritmo paciente y constante. Levantó la vista cuando sintió que me movía y me encontré con sus grandes ojos marrones. —Hola—, susurró.

—Hola—, le contesté entre dientes. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Me apresuré para secárselas pasando mis dedos por sus mejillas. —Puede que sea una pregunta tonta, pero ¿cómo estás?

Bella resopló y negó con la cabeza, apoyando la frente en mi pecho para no tener que mirarme a los ojos. —Aterrorizada. Culpable. Con náuseas. Elige lo que quieras.

Le froté suavemente la espalda e intenté calmar el pánico que sentía. —¿Culpable?

Me miró. —No hice nada, como me pediste—. Dijo rápidamente. Mi corazón se estremeció de alivio. —Pero literalmente te levantaste y dejaste el trabajo en mitad de la noche para venir a hablarme de esto en persona. Sí, la culpa está en la lista.

—Bella—, suspiré, frotándole la espalda mientras intentaba procesar mis pensamientos. —Me alegro de que me hayas llamado. Yo… quiero estar aquí contigo, para ti. Sé que no es mi decisión, pero quiero apoyarte en lo que decidas.

Bella frunció el ceño y se sentó sobre el codo. Apoyó una mano entre nosotros y mis manos se detuvieron en su espalda. —Te agradezco mucho que lo digas, pero ahora mismo no sé qué carajos hacer. Me gustaría mucho tu opinión.

Se me secó la boca. —¿Qué?

Bella se sentó sobre sus rodillas, alejándose tanto de mí que apenas nos tocábamos ya. —¿Qué preferirías? Si dependiera de ti.

La miré fijamente. No creía que fuera algún tipo de truco, pero era difícil saberlo. Me lamí los labios con ansiedad y me incorporé.

—¿Sinceramente?— pregunté. Bella asintió. —Planeaba ser padre algún día. ¿Esperaba que fuera así? No, pero si quieres tener este bebé, estaría a su lado, y de ti, en todo.

Bella me miró con los ojos muy abiertos. —¿Lo quieres?

Me pasé una mano por el pelo. —No es un buen momento, pero la vida rara vez lo es. No creo que nadie esté realmente preparado para ser padre. La gente se adapta, y yo estoy listo y dispuesto a hacer esa adaptación.

Bella me miró fijamente. —¿Y tu carrera?—, preguntó.

Me encogí de hombros. —Muchos actores tienen hijos.

Bella se echó hacia atrás y se sentó con las piernas cruzadas. Yo la miré de frente.

—No estoy preparada para ser madre.

Asentí. —Lo entiendo.

Bella se mordió el labio, mirándome. —¿En serio querrías tener un hijo así?—. Cuando fruncí el ceño, Bella se explayó. —Quiero decir, hemos pasado una noche juntos Edward. Estuvo jodidamente espectacular, pero fue una noche. ¿Ahora estás preparado para criar a un niño?

Me pasé una mano por el pelo, considerando mis palabras cuidadosamente. —Parece una locura—, admití. —Y sé que es un poco jodido, pero ahora mismo tengo un instinto visceral—. La miré. —En algún lugar de mí, creo que algo podría funcionar.

Bella respiró hondo. —Ni siquiera me conoces— protestó. Yo negué con la cabeza.

—Sí, pero me gustaría.

Bella guardó silencio un largo momento.

—Sería la peor de las co-progenitoras—. Gimió, hundiendo la cara entre sus manos. —No tienes ni idea de lo mucho que lo digo.

Asentí, con la garganta seca. —No quiero añadirte presión—, dije suavemente. —Bella, si siguieras adelante con el embarazo y cuando nazca el bebé decidieras que no quieres tener nada que ver con él, lo entendería. No te obligaré a nada.

Bella se quedó boquiabierta. —¿En serio dejarías que diera a luz a tu hijo y me marchara de la vida de ambos?

Me encogí de hombros, incómodo. —Obviamente, preferiría que estuvieras en mi vida. No sólo por el bien del niño, sino por el mío—. Extendí la mano hacia ella, atrapándola entre las mías. —Creo que hay algo aquí, Bella. Y si estás dispuesta a descubrir qué es, estoy contigo. Ciento por ciento.

Bella guardó silencio mientras me miraba fijamente. Pude ver el pánico y la incertidumbre en sus ojos, y respiré hondo, queriendo tranquilizarla. —No trato de presionarte, ni de que tomes ninguna decisión. Sólo quiero estar aquí para ti.

Bella asintió lentamente. —No puedo prometerte nada—, dijo en voz baja. Asentí, comprendiendo. —Ahora mismo estoy tan desorientada que apenas puedo pensar con claridad—. Intenté no sonreír ante sus palabras. Debí de fracasar, porque me miró y sonrió con satisfacción. —Edward, soy un puto desastre de ser humano. No sé si te das cuenta de lo dispersa que estoy. Esa soy yo en un buen día, cuando no estoy llena de hormonas adicionales—. Apartó una mano de la mía y se echó el pelo hacia atrás. —Ahora mismo no puedo tomar una decisión racional, y me está volviendo loca.

Sacudí la cabeza. —No te preocupes por tomar una decisión ahora mismo—. le dije. —No hay prisa.

Ella frunció el ceño. —¿Cómo carajos estás tan tranquilo?

Me reí y negué con la cabeza. —No me viste en el avión. Volví locas a las pobres azafatas. Era lo peor. No podía dominar mi energía errática—. le dije. Bella soltó una risita y yo sonreí. —No me voy a ninguna parte, ¿vale? Estaré aquí cuando estés lista para tomar una decisión. Si necesitas hablarlo más, también estoy aquí para eso.

Los ojos de Bella empezaron a llenarse de lágrimas de nuevo y se inclinó hacia delante, envolviéndome en un abrazo y subiéndose a mi regazo.

—Gracias—. Susurró. La rodeé con mis brazos y suspiré profundamente. En mi pecho, el corazón seguía palpitando de miedo, pero tener a Bella en mis brazos, ahí conmigo, me ayudaba a calmarlo. Volví a respirar hondo, dejando que su olor me calmara. Lo que tuviera que pasar, pasaría, pero fuera lo que fuera, lo superaríamos juntos.


Nota de la traductora: En mi grupo he estado compartiendo imágenes relacionadas con cada capítulo, el enlace está en mi perfil. ¡Los espero!