Capítulo 3

Los pasillos del bullicioso Ministerio de Magia rebosaban de actividad mientras aurores, empleados y visitantes se desplazaban de un lado a otro, cada uno sumido en sus propias ocupaciones. En una pequeña y austera sala de la sección del Departamento para la Cooperación Mágica Internacional, Percy Weasley se encontraba reunido con representantes de otros ministerios mágicos.

La sala destinada a esta reunión era modesta, pero sus paredes estaban decoradas con mapas y documentos que narraban historias de conexiones mágicas globales. En el centro de la estancia, una imponente mesa redonda estaba rodeada de sillas estratégicamente dispuestas.

Percy Weasley tomó asiento presidiendo la mesa, su mirada cautelosa ocultaba sus pensamientos más profundos, saludaba a los representantes de los otros ministerios con una sonrisa diplomática.

La importancia de la reunión era controversial; había costado que varios ministerios accedieran a formar parte de ella, ya que el nuevo ministro de Londres, Grindelwald, representaba un peligro, tanto por su pasado conflictivo como por sus ideas consideradas por muchos como anticuadas.

-Señores,-comenzó Percy con voz serena y decidida, -me complace darles la bienvenida a esta crucial reunión. Como todos saben, el Ministerio de Magia de Londres está trabajando incansablemente para promover el nuevo orden propuesto por Grindelwald. Creemos firmemente que los magos deben unirse en una lucha por la supremacía mágica sobre los muggles.

El representante del Ministerio de Magia francés, Henri Leclerc, un mago de mediana edad de cabello canoso y ojos penetrantes, su alta estatura lo caracterizaba, de cara afilada y nariz cuadrada; sus ropas a la última moda destacaban entre los ocupantes de la mesa, asintió enérgicamente, sus ojos chispeaban con determinación.

-Estamos totalmente de acuerdo, usted Sr. Weasley. Los muggles son innegablemente inferiores a los magos y no deben tener el control del mundo. Debemos unir nuestras fuerzas para forjar un mundo donde los magos estén a la cabeza.

Por otro lado, el representante del Ministerio de Magia rumano, Radu Stoica, era un mago de apariencia sólida y aspecto serio. Su cabello oscuro y su barba bien recortada contrastaban con su altura de 1,85 m, nada despreciable, e imponía respeto gracias a su corpulento cuerpo y su cara cuadrada. Expresó sus preocupaciones con contundencia.

-No puedo estar de acuerdo con ustedes, Sr. Weasley. Los muggles son nuestros vecinos, y debemos buscar una convivencia pacífica con ellos. La supuesta visión de una supremacía solo nos llevaría a un conflicto inevitable, en el que todos resultaríamos perjudicados.

El representante del Ministerio de Magia japonés, Hiroshi Tanaka, intervino, y se distinguía por ser un mago de aspecto tranquilo y sereno, con facciones delicadas. Su cabello negro azabache se recogía en una coleta, y sus ropajes eran tradicionales de su país de origen.

-Estoy de acuerdo con el Sr. Weasley en que los magos poseemos habilidades excepcionales. Sin embargo, también creo que debemos ser cautos y evitar provocar un conflicto. Hemos construido relaciones armoniosas con los muggles y sería imprudente poner en riesgo esa paz.

Percy Weasley trató de disipar las dudas, sus aspiraciones y sueños dependían de la reunión.

-Comprendo sus inquietudes, pero permítanme aclarar que el nuevo orden no busca establecer una dictadura. Los muggles conservarán sus propios gobiernos, pero estarán sujetos a las leyes de los magos. Esto, teóricamente, garantizará una coexistencia pacífica y armoniosa.

El representante del Ministerio de Magia rumano levantó una ceja escéptico y reveló una curvatura de labios, dejando ver una sonrisa sarcástica.

-Eso es lo que dicen todos los dictadores, Sr. Weasley.

Percy Weasley lo miró con fiereza, no se dejaría intimidar ni un paso atrás en la búsqueda de sus objetivos.

-No soy un dictador, Sr. Stoica. Solo un hombre que cree firmemente que los magos merecen un futuro mejor; donde no tengan que ocultarse para practicar la magia.

Sin embargo, el representante rumano no dudó en golpear la mesa con la palma abierta, en protesta. Londres estaba abriendo heridas cerradas con mucho esfuerzo.

-Ya ha habido un ocaso mágico en la historia, Sr. Weasley. Los muggles son más numerosos y poderosos que nunca. Una guerra con ellos sería una locura. La inquisición y la caza de brujas son parte tanto de nuestra historia como de la de los muggles.

Percy Weasley no flaqueó, decidido a expresar todos los argumentos que tenía para el comité. Se levantó de su asiento, reafirmando su posición de anfitrión.

-No se preocupen, Señores. Estamos preparados para cualquier contingencia. En estos tres años hemos preparado el terreno para llevar a cabo el plan de nuestro ministro. Contamos con una nueva rama en el cuerpo de aurores compuesta por antiguos mortífagos, y nuestras habilidades mágicas son más formidables que nunca. Además, poseemos las maldiciones innombrables, que podríamos emplear como medida disuasoria si los muggles llegaran a amenazarnos.

La sorpresa se apoderó de los rostros de los asistentes; nadie en su sano juicio traería a colación la aplicación de las artes oscuras en una reunión oficial, pero ahí se encontraba Percy Weasley con un semblante firme y confiado hablando de un tema tabú en la sociedad mágica. El representante rumano no dudó en elevar el tono para insistir en su postura.

-Las maldiciones innombrables son extremadamente peligrosas y no deben usarse bajo ninguna circunstancia.

Fue en este momento que Percy dejó escapar una socarrona sonrisa.

-En el holocausto mágico, fue la forma en que encontramos de defendernos. Es muy hipócrita negar nuestro pasado. Además, estamos dispuestos a usarlas si es necesario. No permitiremos que los muggles sigan imponiéndose sobre la comunidad mágica. Tenemos el derecho a practicar la magia con libertad.

-Eso suena a amenaza, Sr. Weasley,- protestó el representante rumano.

Percy Weasley enfatizó su mirada decidida y respondió al representante de Rumania con firmeza.

-No es una amenaza, Sr. Stoica. Es una advertencia.

El representante rumano sostuvo la mirada, pero Percy volvió a ocupar el asiento a la cabeza de la mesa con determinación. Stoica movió los dedos en la mesa, tamborileando, y luego recuperó la calma.

-Veremos qué sucede. En Londres, algunos magos se han rebelado contra el régimen impuesto. Si no pueden controlar a sus propios magos, ¿cómo pueden esperar instaurar su autoridad en regiones donde el uso de la varita es innecesario? Las revueltas podrían ser aún más peligrosas.

Percy Weasley estaba preparado para que cuestionaran la autoridad del régimen impuesto en Londres, un inconveniente en proceso de resolverse.

-Ese es un problema que abordaremos en su debido momento. Después de todo, sería responsabilidad de cada comunidad mágica buscar los recursos para superarlo. Aunque Londres siempre estará dispuesta a ayudar a aquellos que no puedan controlar a sus magos.

-Deje de endulzarnos la oreja, Sr. Weasley. No tienen ni idea de cómo tratar con la revolución que asola Londres.

La tensión en el ambiente no conseguía amilanar a Percy. Estaba luchando por su familia, este era el único campo de batalla donde era capaz de moverse con soltura, y no se dejaría vencer.

-Permítanme aclarar algo, Sr. Stoica. La facción de magos rebeldes a la que usted hace referencia está liderada por Hermione Granger, una maga que ni siquiera terminó sus estudios en Hogwarts. Los magos implicados son una minoría y no representan la opinión de la mayoría de la ciudadanía en Londres. La mayoría de los magos de Londres han aceptado el nuevo régimen y están trabajando para construir un mundo mejor para todos, magos y muggles.

El representante del Ministerio de Magia japonés intervino con un carraspeo llamando la atención y disipando la tensión exigente.

-¿Está diciendo que la mayoría de los magos en Londres están de acuerdo con el régimen de Grindelwald?

Percy Weasley afirmó con seguridad, el comunicado más importante aún no lo había dado y se formó una buena oportunidad para explicar la ausencia del ministro Grindelwald.

-Así es, Sr. Tanaka. Y no solo en Londres. Los magos están comenzando a aceptar la realidad de su situación. Además, quisiera informarles que en estos momentos, el Ministro Grindelwald está en plena reunión con la reina y los líderes enterados del secreto mágico de Londres para presentarles nuestras demandas. Como comunidad, estamos dispuestos a llegar a las últimas consecuencias. Estamos a punto de revelar el secreto de la magia al mundo. No permitiremos seguir en la oscuridad y la clandestinidad por más tiempo.

Los susurros se apoderaron del lugar, la sorpresa contorsionó los rostros de los representantes mágicos, Percy permaneció inamovible, leyendo las reacciones. Algunos a favor, otros en contra, hablaban entre ellos tratando, sin conseguirlo, llegar a un consenso. Entonces, el representante del Ministerio de Magia Africano, Amina Nwosu, expresó su incredulidad. Era la maga más joven en el lugar, incluso más que Percy. De cabello rizado y ojos miel encendidos en fuego, de tez negra, ataviada con ropajes de su país de origen con colores vibrantes, de rostro redondo, nariz chata y labios carnosos.

-¿Está hablando en serio?

-Por supuesto que sí,- respondió Percy con convicción. -El Ministro Grindelwald está decidido a crear un mundo en el que magos y muggles puedan vivir juntos en paz y armonía. Y estoy seguro de que lo logrará. Londres ha demostrado ser una utopía en este momento de la historia mágica.

La reunión llegó a su fin, dejando a los representantes de los diferentes ministerios sumidos en sus propias discusiones y reflexiones. Percy Weasley, a pesar de su confianza, entendía que tendría que trabajar incansablemente para persuadir a los demás de que su plan era el camino correcto a seguir en el mundo mágico. Después de todo, disponía de cuatro días para demostrar los cambios a los interesados, había descubriendo gratamente que más de un representante estaba interesado en el régimen de Grindelwald.

La reunión en el Ministerio de Magia culminó de manera sencilla, pero tras la revelación de Percy Weasley, todos los invitados se vieron obligados a comunicarse urgentemente con sus respectivos ministros. Grindelwald había movido sus piezas con una rapidez que sorprendió a muchos, especialmente a aquellos que no compartían su filosofía. Mientras tanto, en los pasillos iluminados por las tenues lámparas mágicas, se tejían secretos e intrigas, y como era costumbre, Lucius Malfoy estaba en medio de todo, manipulando un juego mucho más profundo que cualquier discusión política.

Alexander, un joven recién incorporado al recién formado Departamento de Prevención Contra la Magia Oscura del Cuerpo de Aurores, se encontraba solo en uno de los pasillos, con nervios que palpaban en su piel. Era un miembro activo de la resistencia, uno de los pocos que había logrado infiltrarse en el Ministerio. Por eso, se puso pálido cuando vio acercarse a Lucius Malfoy, con su inconfundible elegancia. La atmósfera estaba cargada de tensión, y el aire parecía estar impregnado de secretos mientras Lucius se acercaba.

Lucius Malfoy, maestro de la manipulación, esbozó una sonrisa persuasiva. Sus ojos grises parecían ocultar mil secretos mientras hablaba con su característico tono suave, pero amenazante.

-Alexander, todos tenemos nuestros propios secretos, ¿verdad? Secretos que preferiríamos que nadie descubriera.

El joven mago, nervioso por las palabras de Lucius, asintió con cautela, sin apartar la mirada de los ojos penetrantes de Lucius.

-Sí, señor, pero yo no tengo secretos.

Lucius dejó entrever una sonrisa siniestra, su voz se convirtió en un susurro seductor.

-No te preocupes, mi joven amigo. No estoy aquí para exponerte. En cambio, quiero que hagas algo por mí. Un pequeño favor, si lo prefieres.

Alexander, intrigado por la situación, preguntó con precaución:

-¿Qué tipo de favor podría necesitar de un joven mago como yo, señor?

Lucius inclinó la cabeza ligeramente.

-Estoy seguro de que conoces el secreto mejor guardado de la resistencia, y digamos que yo estoy buscando a un viejo amigo, aquel que protege a Hermione Granger en las sombras. ¿Me entiendes, joven mago?

Alexander parpadeó sorprendido, consciente de que Malfoy poseía información que solo unos pocos tenían el privilegio de conocer. El joven mago formaba parte de un escuadrón especial de la resistencia, pero la identidad del enigmático protector de Hermione Granger era un secreto celosamente guardado. No pudo evitar mostrar su sorpresa ante Lucius, quien estaba al tanto de dos secretos cruciales: su implicación en las filas rebeldes y la posición del jefe de espías de la resistencia.

Lucius sonrió con audacia.

-Ah, veo que no necesitas más explicaciones. Quiero que le transmitas un mensaje a tu protector, Severus Snape. Dile que deseo tener una conversación privada con él sobre un asunto que, estoy seguro, le interesará mucho.

Alexander asintió, consciente de que no tenía otra opción.

Lucius concluyó con un tono amenazante.

-Querido muchacho, te brindo una oportunidad de oro para salvaguardar tus propios secretos. Si entregas este mensaje y logras que Snape acuda a mi llamado, tal vez podamos mantener como un secreto entre nosotros los oscuros misterios que rodean tu identidad. Mi hijo no tiene por qué enterarse, y podrás desvanecerte en las sombras. ¿Qué dices?

El joven mago asintió una vez más, aceptando su papel en este juego de sombras. Lucius Malfoy demostraba una vez más su astucia, tejiendo sus hilos y manipulando en los engranajes del Ministerio de Magia con maestría.

El Callejón Diagon, en un tiempo vibrante y lleno de vida, había cedido ante la opresión del régimen de Grindelwald. La victoria de los Mortífagos había traído consigo una transformación drástica y siniestra en este icónico rincón del mundo mágico.

Al adentrarse en el Callejón Diagon, la primera vista que recibían los nuevos estudiantes de Hogwarts era un paisaje que reflejaba el cambio de poder, La Gloria se alzaba imponente a lo lejos opacando al banco magico Gringotts. Muchas de las tiendas que antes habían sido lugares de reunión para los magos y brujas habían desaparecido o sido reemplazadas por negocios oscuros , salidos del callejon Knockturn.

La tienda de Ollivander, famosa por sus varitas mágicas, continuaba en pie, aunque bajo un nuevo dueño: la influyente familia Malfoy. Ollivander, el legendario fabricante de varitas, aún trabajaba en la tienda, pero ahora como empleado de los Malfoy. El brillo en sus ojos se había desvanecido, pero su habilidad para seleccionar la varita adecuada seguía siendo insuperable.

La apertura de la tienda de Ollivander bajo el control de los Malfoy había marcado un giro significativo en la historia de esta tienda. Antes un símbolo de elección personal y magia individual, ahora estaba ligada al poder de una de las familias más influyentes del mundo mágico. Los estudiantes que entraban en la tienda podían sentir la pesada atmósfera de la opresión en el aire mientras elegían sus varitas.

El Caldero Chorreante, una antigua posada que solía ser un lugar de alegría y camaradería, ahora pertenecía a un ex Mortífago llamado Antonius Grim. Había adquirido el lugar poco después de la victoria de Grindelwald y lo había convertido en un punto de encuentro para los leales partidarios del nuevo régimen. Las luces tenues arrojaban sombras oscuras sobre las mesas y sillas desgastadas, creando una atmósfera apagada.

En el interior del Caldero Chorreante, antiguos Mortífagos se mezclaban con los nuevos seguidores de Grindelwald. Lenando el lugar de conversaciones susurradas , miradas cautelosas eran la norma mientras compartían información, discutían planes , buscaban camaradería en un mundo donde las alianzas eran frágiles y las traiciones eran comunes.

En cuanto a las tiendas que los estudiantes visitaban, el Callejón Diagon experimento cambios significativos. Algunos negocios habían desaparecido por completo, reemplazados por nuevos establecimientos bajo el control del régimen de Grindelwald.

La antigua tienda de artículos deportivos "Flechas y Escobas" había cerrado sus puertas, reemplazada por "Artilugios Oscuros", un comercio que vendía objetos mágicos peligrosos, que antes habrían sido inaceptables en el Callejón Diagon.

La tienda de dulces "Honeydukes" seguía en pie, pero con un cambio notable. Ahora ofrecía dulces que no solo satisfacían los antojos de los jóvenes magos, sino que también servían como encantamientos. Los estudiantes de linaje mestizo se aventuraban en la tienda, pero lo hacían con cautela, sabiendo que cualquier asociación con los rebeldes podría tener graves consecuencias.

Los hijos de linajes más puros caminaban con confianza por las calles del Callejón Diagon, visitando tiendas y locales con seguridad, conscientes de su lugar privilegiado en la sociedad mágica bajo el dominio de Grindelwald. Las diferencias en la experiencia de compra y las interacciones eran palpables, y cada paso en el Callejón Diagon recordaba a los estudiantes que habían ingresado en un mundo profundamente cambiado por la victoria de los Mortífagos.

Ginny Weasley, observando con desilusión la transformación del Callejón Diagon, salió de "Artilugios Magicos Weasley". La tienda que alguna vez había sido un símbolo de la alegría y la innovación en la comunidad mágica era reemplazada por una tienda más sobria y austera.

Mientras se dirigía al Caldero Chorreante, donde había quedado de encontrarse con su compañera Pansy Parkinson, Ginny notó una figura conocida entre la multitud. Era Draco Malfoy quien sonrió con altivez descaradamente cuando la vio.