N/A 1: K.O.F y sus personajes son propiedad de SNK.

N/A 2: Imaginen a los personajes con los rostros y anatomías de "The King of Fighters for Girls".


Los jóvenes se sincronizaban de manera perfecta en la cocina, como si se tratara de solo un ser experto en lo que estaba haciendo. No se estorbaban, no se golpeaban ni se cruzaban para alcanzar algún condimento o utensilio. Al contrario, sabían dónde dejar las cosas, sabían en qué momento voltearse y en qué momento proseguir.

De igual manera ocurrió cuando prepararon la mesa. Ella: manteles, copas, vino y sillas. Él: servilletas, platos y cubiertos, quien supiera poco sobre su relación [y vaya que era casi el 90% de la población en Tokio] pensaría que se trataba de una singular danza o un baile actuado por la perfecta sincronía que llevaban esos dos. Nada de eso, simplemente sabían lo que hacían por tantos meses de convivencia.

Cuando la comida estuvo lista se sentaron a degustar, no sin antes bendecir los alimentos. Pasada más de media hora el pelirrojo tomó un periódico y lo empezó a leer con despreocupación. Su novia ya tenía algunos minutos con ese cuaderno y lápiz en mano, en muy repetidas ocasiones borraba con afán sobre el papel, cosa que Yagami notó. El hombre suspiró con resignación, tratando de hacer un recuento del "¿Cómo había dado con ella?" Ni siquiera recordaba el motivo por el cual habían hablado bien la primera vez. Pero algo muy dentro de él no encontraba respuesta al: "¿Qué?".

—¿Qué tal suena esto?: "Por el amor aclamaré con fervor". —cuestionó mientras lo miraba con una sonrisa.

—Basura. —

—Owwn… —suspiró con desanimo. —¡Oh! ¿Y qué tal esta?: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor hecha fuera el temor". —

Iori miró por encima del periódico con asombro, esa era una muy buena frase para la letra.

—Mucho mejor. —

Su novia hizo un ademán de victoria y empezó a escribir la frase con alegría. Al ver la intensidad con la que lo hacía el pelirrojo volteó su silla, dándole la espalda a su pareja, empezó a disociar en gran manera. Cuando la ídol había terminado de escribir en el cuaderno se acercó a él con ánimo, dispuesta a mostrarle lo que escribió.

—¡Tarán! Está terminada. Estoy ansiosa por saber lo que piensas. —

—Tsk. La leeré en cuanto tenga ganas. —comentó secamente.

—¡Grandioso! —

Esa reacción le provocó a Yagami algo incierto, no entendía de donde sacaba tantas energías positivas para ser de esa manera tan espontanea.

—Chica ídol ¿Por qué sales conmigo a pesar de que te trato como un adefesio? —preguntó sin verla a la cara.

—Iori-kun. Por favor llámame por mi nombre o apellido. No tengo problema con eso. —

El hombre tembló un poco por aquella petición, es verdad que no se dirigía a casi nadie por su apellido ni mucho menos por el nombre, por lo que esa solicitud tan osada le alteraron los nervios.

—Lo dices como si no te importara. —dijo fríamente, girando el rostro.

—Hazlo o ya no te volveré a hacer caso. —sonrió con los ojos cerrados.

—Asamiya. —musitó débilmente.

—Dilo más fuerte. —decía la psíquica, tomándolo de los hombros y forzándolo a verla a la cara.

—Asamiya… *hmmmp. —fue sorprendido por un beso de parte de ella. —¡Carajo! ¡Eres una charlatana! —gritó, mientras se alejaba pasándose el antebrazo por la boca.

—Sabías que lo iba a hacer ¿Verdad? —

—¡¿Exactamente qué te gusta de mí?! —ordenó saber. —No puedes quererme solo porque sí. —

—Mmmm… veamos. —habló, al momento de tomarlo de la mejilla y volver a besarlo con suavidad.

—¡Tonta charlatana! —rugió, tapándose la boca con furia.

—Sabías que lo iba a hacer. —dijo entre risitas.

.

.

.

—¿Qué es lo que me gusta de Iori-kun? Su atractiva cara, por supuesto. —

—¿Qué? ¿No te importa la personalidad? —frunció el ceño.

—Pero tienes una cara demasiado atractiva. —sonrió tranquilamente.

—¿No te importa cómo soy por dentro? —golpeó la mesa con su puño. —¿O lo que piense? —

—Pero es que eres guapo. —

—Esa no es la cuestión, niña. —

—Qué atractivo eres, Iori-kun. —mencionó con unos corazones en sus ojos.

—¡Aggg! ¡Ya cállate! Estúpida. —rabió con su rostro enrojecido de cólera. —A ver… si apareciera alguien más atractivo que yo ¿Preferirías a ese? —

—Bueno, hay posibilidades. —

—¡Muérete! —

—Está bien pero cálmate. —sudó nerviosa una gotita. —Tienes más cosas buenas; como tu físico, por ejemplo. —

Sin previo aviso Athena sintió un golpe en su mejilla que su novio no advirtió. El impacto no había sido tan brusco como para dañarla en serio pero su quijada lo estaba resintiendo.

—¡Auch! —

—¿La cara y mi físico? ¡No te importa mi personalidad! —

—Lo que dices no es verdad. —quitó con dificultades el puño de su pareja, sujetando ambas muñecas. —Claro que observo cómo eres por dentro. —

Un escalofrío recorrió su cuerpo; muy pero muy en el fondo estaba interesado en saber lo que le había atraído de su persona.

—¿Qué es lo que tengo de bueno? —preguntó con frialdad.

—Nada. —

La respuesta de la ídol había sido seca y directa al grano. Yagami quedó en silencio con un semblante estático, un semblante en blanco y lleno de incertidumbre. Nunca pensó que ni siquiera alguien como Athena pudiera decir eso.

—¿En absoluto? —

—No, pues tú mismo sabes que eres muy temperamental y rudo. Tu objetivo es matar a una persona que no te ha hecho ningún mal ni agravio y en las competiciones solo usas a tus compañeros como herramientas para tu beneficio. —

—Así soy yo. No necesito sermones de alguien con poca experiencia en muchas cosas. —dijo, arrebatando sus muñecas en un impulso.

—Me molesta ese lado enojoso también. —cerró sus ojos con un semblante de decepción.

—¡Genial! ¡Entonces terminemos con esta ridícula relación de una estúpida vez! —

—Jmjmjm. Eso dices siempre. —se le aproximó, tentando la paciencia ajena. —Aunque tienes lados muy negativos. Pero con todo eso y todas las cosas malas que tienes, me gustas. —

Yagami abrió los ojos con sorpresa, una parte débil en su interior se sintió conmovido de que a pesar de todo existiera alguien en el mundo que sintiera atracción por él. Hundió el entrecejo, manteniendo su postura insoportable.

—S-solo te gusta mi cara y mi físico. —la refutó con la mirada.

—Claro que no. También me gusta tu personalidad fría y aterradora. —le sonrió con sinceridad, ladeando su cabeza. —Aunque eso signifique tener que soportar tus arrebatos e indiferencias. Me gusta todo de ti. —

Aquellas palabras se sintieron como una punzada para él. En parte lo había hecho sentir egoísta y vaya que lo era. Solo que no adoptaba la idea de que alguien se lo recalcara de manera indirecta. Iori apretó sus mandíbulas y miró a otra dirección, se sintió como una bestia feroz sedada.

—¿Mmm? Puedes expresarte si estás feliz. No te voy a juzgar. —

—Ya cállate. —musitó tranquila y frustradamente, negando con los ojos cerrados.

—Hablo en serio. Esa combinación de rudeza, hombría y belleza en ti hacen que me den ganas de molestarte. —rio por lo bajo con una gotita en su cabeza.

—… … … D-dime de nuevo que te gusto. —exigió con molestia.

—¿Me gustas? ¿O me encantas? —volvió a sonreír con ternura.

—¡Dilo de una jodida vez! —

—Está bien. Pero di: "Por favor". ¿Sí? —

La psíquica tomó las manos de su novio y se las colocó en su femenina cintura a medida que ella colocaba sus brazos alrededor de su cuello.

—P-por favor. —habló con el ceño fruncido.

— … Athena. —

—Dilo ya o te arrepentirás. —rabió.

—Iori-kun. Te quiero. —

Y sin decir más lo volvió a besar. El pelirrojo miró hacia el techo sin poder descifrar lo que sentía. Pero podía describir la sensación tibia de su boca, los suaves labios de su novia y la envolvente lengua rozando contra la suya como algo gratificante. Sí… gratificante. Pronto cerró sus ojos, dejándose llevar por el mágico momento.