No he publicado ni he escrito regularmente desde 2019, estuve en un bloqueo enorme, este año decidí comenzar de nuevo, por lo que aquí esta mi primer fanfic desde entonces, también, esta es mi excusa si algo se siente extraño en ella.


"Mi decisión fue ir a buscarlo, más allá de toda la gente en el mundo."

— Ernest Hemingway.


1.

Draco Malfoy desaparece dos años después de la guerra, al mismo tiempo que el último Giratiempo lo hace también, y es como si todo el mundo supiera lo que hizo.

La gente habla por un tiempo sobre lo que estaría haciendo, en que tiempo decidió irse, como está cambiando las cosas, que tan malo se volverá todo en esa línea de tiempo. De que otra manera lo arruinara aun peor, pero pasa otra semana antes de que todo se calle, el mundo lo olvida como Malfoy seguramente los ha olvidado en la otra línea.

Harry no lo hace, como siempre que se trata de Malfoy.

Él piensa, cuando está recostado en su cama en una casa antigua de algún pueblo desconocido y olvidado, alejado del mundo mágico, primero con furia cuando lee la noticia en una visita a la Madriguera, porque Malfoy es quien menos se merece haberlo usado, y el más sospechoso de hacer algo terriblemente malo en esa línea del tiempo.

La furia es suficiente para dejarlo alejado de la Madriguera unos días, como siempre que siente que las emociones lo superan, se encierra para que nadie salga herido por su humor tan cambiante, por la magia descontrolada que parece imposible de manejar después de volver de la muerte.

Piensa en las maneras en las que Malfoy debe estar arruinando esa línea del tiempo, en la manera en la que un Draco Malfoy, nuevamente de once años, debe hablar ante él, un Harry Potter de otra línea de tiempo, en una tienda de túnicas que recuerda como algo lejano ahora.

Podría estar diciendo cosas peores que la primera vez, más enojado, más arraigado a sus creencias, podría haber levantado su varita ante un Harry Potter más pequeño y decidir que acabaría el trabajo de Voldemort antes de que siquiera comenzara. Malfoy podría estar haciendo tantas cosas.

Y Harry piensa en ello muchas veces al día, todas las semanas, donde sea que se encuentre, pero la furia va amainando a medida que sueña.

Cuando está despierto, piensa en la manera en la que Malfoy está arruinando todo desde temprano, desde el primer encuentro en esa tienda de túnicas de Madame Malkin, hasta en el expreso de Hogwarts, y luego sueña.

Sueña con un Malfoy de once años, de pie en la tienda de túnicas, hay algo etéreo en él, en su expresión; en las emociones en sus ojos cuando se gira a él, a un Harry más pequeño y delgado, con la piel pegada a sus huesos por la desnutrición, que entra en esa tienda con ropa tres veces más grande que su tamaño, viejas y desgastadas.

Harry no puede manejar su propia boca, mira desde un punto alejado de la escena, más en la oscuridad de una esquina, observando esa escena tan distante, en la que Malfoy lo mira con ojos de adulto, destrozado y paralizado, como si no supiera que hacer cuando, en lugar de hablar como la primera vez, es Harry quien saluda tímidamente, incomodo bajo la mirada del otro niño.

Y entonces despierta, al principio es confuso, sabe que soñó con Malfoy, con esa tienda, pero son más sensaciones que el sueño en sí lo que queda después de eso, antes de que vuelva la ira al recordar el Giratiempo que Malfoy robo hace dos semanas.

Piensa mucho, tanto como comienza a dormir y soñar.

Piensa en esa ocasión en el expreso de Hogwarts, y sueña la escena de manera diferente cuando va a dormir esa noche, otra vez solo, en esa casa solitaria.

El movimiento constante del tren, el aroma conocido que invade sus sentidos, un vagón familiar donde Ron Weasley, más pequeño, sonríe frente a un Harry Potter igual de pequeño, con rostro extasiado ante la perspectiva de conocer Hogwarts, cuando la puerta del compartimiento se abre de golpe.

Harry observa a Malfoy, de once años, dice algo, con voz aburrida, pero con ojos distantes mientras mira al otro Harry, y cuando Ron se ríe, disimuladamente, lo ignora, a favor de sonreír amablemente e irse con un asentamiento que el otro Harry corresponde.

Se ve a sí mismo defender a este Malfoy, más callado, más perdido, ante un Ron más alegre, más infantil, el sueño parece algo etéreo, el sol que se filtra por las ventanas es brillante, quema la piel del Harry pequeño hasta dejarlo cálido.

Y Harry, arruinado por la guerra, despierta.

Los sueños son constantes a partir de ese momento, pero cada mañana, se desvanecen como arena arrojada al aire, las sensaciones son permanente, y Harry se encuentra todo el tiempo angustiado, nostálgico.

Cuando visita la Madriguera a un mes de que Malfoy desapareciera y fuera olvidado por todo el mundo, cuando los sueños son más persistentes, es incapaz de ver a su familia, no cuando están tan destrozados por la guerra y hay un faltante entre ellos, cuando en sus sueños son capaces de brillar hasta cegarlo, hasta dejarle sin aliento con el amor que le mostraron, como si Harry hubiera pertenecido a ellos desde siempre.

Y Malfoy sigue cambiando todo en sus sueños.

Al correr por los pasillos, el Harry pequeño atento a la figura casi fantasmal de Malfoy, acercándolo a su circulo de amigos pese a la reticencia de Hermione y Ron, pronto, los profesores saben que son ellos cuatro los que siempre están en problemas, ya no son tres. Ya no son solo Ron, Harry y Hermione, ahora esta Malfoy entre ellos. Pero en sus sueños, Malfoy siempre evita entrometerse en los momentos que más habían marcado la amistad con Ron y Hermione, aun les permite mantener esa amistad que ahora Harry se ve incapaz de soportar.

No cuando siente que esta entrometiéndose en la relación de Hermione y Ron, los que conoce, los que se han arruinado con la guerra, con la Hermione que lleva una fea cicatriz en su brazo, todavía insegura sobre dejarla al descubierto, y Ron, roto sobre la muerte de su hermano, agotado por lidiar con su madre, que es incapaz de olvidar la falta de su hijo.

Harry despierta, cada vez más desesperado, incapaz de soportar la realidad, incapaz de hablar con alguien sobre los sueños que lo atormentan tan profundamente; que duelen hasta dejarle sin aliento en medio de las noches, despertando para escuchar la solitaria casa, vieja y chirriante, el vidrio de la ventana de su habitación siendo azotado violentamente por la fuerza del viento.

El pequeño pueblo en el que vive se encuentra en un área siempre húmeda, el cielo es gris la mayoría de los días; cerca del pueblo, a unas pocas millas, se puede visualizar el mar, las olas rompiendo contra la costa, como lo hace el corazón de Harry cada noche.

Es doloroso, es difícil respirar la mayoría de los días, no sabe si los sueños son reales, o solo una sucia trampa de su subconsciente, mostrándole una vida que nunca será capaz de volver a tener, que la guerra y Voldemort destruyeron sin piedad.

En sus sueños, Malfoy les ayuda con pequeñas pistas sobre la Piedra Filosofal, sobre Nicholas Flamel, corre junto a ellos por los pasillos de Hogwarts con Norberto y ríen hasta quedarse sin aliento mientras vuelan a escondidas por los campos que una vez había amado, ahora destrozados, sin vida. Tomaría meses, incluso años volver a reconstruir las partes destruidas de Hogwarts. Y aun así, nunca volvería a ser el mismo hogar que una vez había amado.

A medida que las semanas van pasando, que los meses se esfuman en segundos, Harry anhela volver a su cama y dormir, incluso cuando consigue un trabajo como Auror para no preocupar a sus amigos, entre los entrenamientos, entre los archivos que necesita rellenar, Harry se permite dormir sobre el escritorio, a un costado. Se permite observar aquel mundo en que un Harry pequeño es cada vez más consciente de la guerra silenciosa que se va cerniendo sobre el mundo mágico.

Cuando duerme, con la cabeza incómodamente sobre el escritorio, sueña.

Ron, Hermione, Malfoy y ese Harry pequeño, en la biblioteca, en silencio, estudiando, hay un ventanal enorme que deja que el sol caiga sobre ellos, Harry puede sentir la calidez en su piel, el calor en su pecho ante la sensación de tranquilidad, de felicidad.

"Estoy en casa..." piensa, y cierra los ojos contra la calidez del sol, contra la luz cegadora.

—¿Harry? —la voz es joven, es amable —. ¿Qué sucede, Harry?

Cuando abre sus ojos, Hermione, de ojos brillantes, lo mira fijamente, preocupada.

—¿Esta doliéndote de nuevo la cicatriz? —ella pregunta.

Harry parpadea, mirando todo desde su yo más joven, ya no esta desde una esquina, observando como alguien que no pertenece. Malfoy lo mira a un lado de Ron, sus ojos más adultos, curiosos.

—Yo- —susurra, su boca se mueve, siente las vibraciones de su voz, siente sus latidos contra su pecho.

Como si fuera este Harry, más pequeño.

Ron sonríe, dientes blancos mientras se estira para hacer sonar sus huesos.

—¡Obviamente ya es demasiado! —exclama en voz alta, antes de que un chistido desde algún lado lo reprenda, Ron se encorva sobre sí mismo rápidamente, avergonzado —. Hemos estado estudiando desde hace dos horas, ¡siento que mi cabeza esta por explotar!

—Oh, no seas exagerado, Ron. —Hermione le regaño, volviéndose para mirar a su amigo pecoso —. No te quejas cuando estas volando con Draco y Harry.

Harry los mira discutir como niños con un nudo en la garganta, siente sus ojos picar cuando las lágrimas se acumulan en ellos, hay una mano cálida que toca su brazo, y cuando mira a su lado, Malfoy esta mirándole con preocupación.

—¿Estás bien, Potter? —pregunta, con una preocupación que hace que Harry se sienta al borde del llanto.

Harry se mira las manos, puede sentir la calidez de los rayos del sol contra su piel, puede oler los libros viejos, las enciclopedias antiguas que destilan magia. Puede sentir la magia de Hogwarts que corre por las paredes, que vibran contra su piel, acariciándolo como una vieja amiga.

—¿Esto es...real? —susurra.

Cuando vuelve a parpadear, los archivos incompletos sobre su escritorio le reciben, el frio que se filtra por las ventanas abiertas de su oficina de paredes pálidas y muebles opacos lo devuelven a la realidad como si se hubiera estrellado de golpe contra el suelo.

Se levanta de su escritorio, su cuello y espalda crujen por la mala posición en la que se había quedado dormido, seguramente hay marcas y tinta sobre su mejilla cuando se apoya sobre el respaldo de su silla.

La puerta se abre, una Auror joven entra a su oficina, sus ojos parecen sorprendidos, hay pánico en ellos antes de que apriete nerviosamente sus manos y mire hacia el suelo.

—Señor, ¿se encuentra bien? —ella pregunta entrecortadamente.

Harry se siente vacío, su voz sale automáticamente, como un robot.

—¿Por qué pregunta cosas tan innecesarias, Auror Bones? —su voz es inexpresiva.

La Auror Bones parpadea hacia su rostro unos segundos, antes de volver a observar el suelo como si se tratara de una obra maestra.

—Umm... esta llorando, señor... —murmura con incomodidad.

Cuando Harry toca su rostro con la punta de sus dedos, siente la humedad en sus mejillas. Con el cuerpo entumecido, se pone de pie, toma su túnica del respaldo de su silla, y se desaparece allí mismo, ignorando la presencia de la Auror Bones.

Se aparece en su solitaria casa, esta atardeciendo, apenas hay luz más allá de las ventanas, incluso dentro, todo se encuentra en oscuridad, sumido en un silencio tormentoso, puede oír la tormenta que se va acercando más y más al pueblo.

Es como un muñeco cuando camina hacia las escaleras y las sube, abre la primera puerta que da a su dormitorio, arroja su túnica al suelo, camina el ultimo tramo hacia su cama, y se deja caer.

Esa noche, no sueña con su yo más pequeño, no hay pasillos iluminados por la calidez del sol, no hay niños corriendo en ellos entre risas y codazos, entre susurros conspiradores y teorías descabelladas. Harry no sueña.

No sueña con nada y se despierta con el sentimiento de soledad más grande.

2.

Pasan unas semanas, los sueños van y vienen con frecuencia, vuelve a observar todo desde un lugar apartado, se adentran al Bosque Prohibido, Malfoy sostiene su brazo cuando la figura de Voldemort aparece sobre el unicornio muerto, y no corre como alguna vez lo hizo; Harry despierta nuevamente.

La sensación de desapego comienza a ser frecuente, Hermione esta empezando a notar que algo anda mal, Ron esta demasiado ocupado con la tienda de Sortilegios Weasley como para preocuparse, y Harry ignora la mirada de su amiga cada vez que va de visita unas pocas horas al mes, cuando el trabajo y los sueños le permiten salir de su estado aletargado.

Su yo joven derrota por primera vez a Voldemort, vuelve a ganar la Copa de las Casas, aunque esta vez, cuando Harry pequeño mira a la mesa de Slytherin, Malfoy le sonríe brillante contra la luz resplandeciente del comedor, sus compañeros gritan alegres y le dan palmadas y abrazos.

En la realidad, Harry es ascendido a Jefe de Aurores, tiene su primera misión importante que dura meses, sobre un grupo de mortifagos que se habían escapado en medio de la guerra y ahora resurgen; se hacen llamar los Renacentistas y Harry adquiere nuevas cicatrices para cuando capturan a todos de manera eficiente y casi sin heridos.

Su yo joven es rescatado de su habitación por los Weasley, pero cuando llega a la Madriguera, allí también esta Malfoy de invitado; la casa es ruidosa, Fred le saluda alegre junto a George, hacen bromas mientras la señora Molly los reprende, saludando a Harry con un cálido abrazo de bienvenida. Las cenas son abundantes, llenas de risa y calidez. Malfoy ríe entre ellos, como si siempre hubiera pertenecido allí y Harry observa la mirada cálida en esos ojos plateados cuando se detiene por momentos a contemplar a la familia Weasley.

Cuando Harry esta despierto, esta en una misión, una redada que sale mal, el grupo de Renacentistas no eran los únicos, se habían asegurado de reclutar más gente, jóvenes con el cerebro lavado. Por un momento, cuando Harry tiene el pensamiento de que la guerra todavía persiste, es interceptado por una maldición.

El dolor es inmediato, parece que todos sus nervios se están destrozando, como la maldición Cruciatus, Harry se esta ahogando en dolor, nadie puede detener la maldición, pero pueden dejarlo en coma hasta encontrar a un Rompemaldciones, y mientras esta en San Mungo, en un sueño profundo, Harry vuelve a soñar.

Esta vez, es consciente de que lo ve todo a través de su yo más joven. Malfoy esta frente a él, esta esperando algo mientras lo mira fijamente, su ceño fruncido en un rostro tan juvenil seria entrañable, si no tuviera problemas para conectar su mente con su cuerpo.

Están en el callejón Diagon, y si los recuerdos de Harry son correctos, es la primera vez que Harry uso la Red Flu y termino en el callejón Knockturn, la calle esta abarrotada, la gente los ve con algo de asombro cuando ven la cicatriz de Harry y se dan cuenta de que es el Niño Que Vivió, pero Harry es incapaz de que le importe.

Se siente entumecido por la sensación tan real cuando la gente lo empuja al pasar, cuando Malfoy se da cuenta de que no va a responder a lo que sea que ha dicho anteriormente y lo toma del brazo en su lugar, llevándolo por la calles brillantes, por las tiendas, entre las risas y los uniformes de niños y adolescentes que van de un lado a otro comprando los artículos de Hogwarts.

Harry ve todo con asombro, como si hubiera vuelto a ser un niño pequeño, y en algún momento del recorrido, mientras Malfoy parece ponerlo al día con lo que sea que va a suceder en la librería en la que quedaron para encontrarse con los Weasley, Harry cierra los ojos.

Siente nuevamente las vibraciones de la magia; es un cumulo de magia que pertenece a jóvenes, niños y adultos, todas vibrantes, llenas de energía, recuerdos felices que no han sido manchados por la guerra aun, el sol resplandeciente que quema contra su piel.

Esto es real, es consciente. Tiene que serlo, tiene que ser real.

Las lagrimas caen por sus mejillas, Malfoy se detiene frente a él cuando se da cuenta de que se ha quedado inmóvil, y Harry se desliza, las rodillas y las manos contra el suelo caliente por el sol, las vibraciones de la magia pulsan como latidos bajo la palma de sus manos. Puede sentir la magia del mundo, puede sentirlo vivo, aun sin mancharse por la horrible y desastrosa guerra.

—¿Potter? —la voz de Malfoy suena distante en sus oídos.

Harry eleva el rostro, sus anteojos empañados por las lágrimas, Malfoy está arrodillado frente a él, sosteniendo sus hombros con una expresión llena de preocupación.

—¿Es la marca, Potter? —pregunta, inseguro, con sus dedos haciendo a un lado algunos mechones del indomable cabello castaño que había caído sobre su rostro para poder observar la cicatriz en forma de rayo.

—Malfoy- —susurra, se siente asfixiado cuando agarra ambas muñecas de Malfoy y aprieta con fuerza —. Malfoy.

Malfoy lo mira con sorpresa, sus ojos parecen buscar algo en su rostro, porque se queda en silencio como si no pudiera reconocerlo, como si se diera cuenta de que hay algo malo con el Harry joven.

Quizá lo siente, como Harry es capaz de sentir la magia.

—¿Potter? —murmura, su voz tiembla a medida que parece comprender lo que esta sucediendo —. Potter, ¿Eres tú? ¿Eres-

—Hiciste algo ilegal al utilizar el Giratiempo, Malfoy. —Harry es capaz de recuperar su voz gracias a que la ira va ganando más lugar entre sus emociones.

Malfoy parece completamente aterrorizado cuando comprende que el Harry frente a él no es el Harry que conoció en esta línea de tiempo, y pronto se encuentra forcejeando para soltarse, pero es imposible, porque Harry es más fuerte, su magia, ahora la de un adulto, hace que le sea imposible separarse del agarre.

—¡Es imposible, tú-

—¡¿Pensaste que podrías hacer lo que quisieras y no tendrías consecuencias, Malfoy?! —grita, comenzando a caminar hacia algún callejón, lejos de las miradas sorprendidas y curiosas de la gente.

El Slytherin continua forcejeando, tirando de su agarre con fuerza.

—¡Potter, espera, no hagas esto, no-

Harry se metió por un callejón apartado, solo una o dos personas se encontraban por ahí, demasiado preocupadas en sus propios asuntos como para interesarles dos niños peleando entre ellos. Cuando se gira, empuja a Malfoy contra la pared y apunta su varita contra el cuello del niño, observándolo con un fuego ardiendo en su estomago.

—¿Qué pensabas que estabas haciendo? —gruñe, entre dientes —. Vas a entregarme ese Giratiempo ahora, o juro que voy a destrozarte aquí mismo, me importa un carajo si arruino esta línea de tiempo, créeme.

Malfoy respiraba con dificultad, su rostro estaba pálido y había gotas de sudor deslizándose por su frente.

—Tienes que escucharme, Potter, no estoy haciendo nada malo, yo- —Harry le interrumpe, aprieta más fuerte la punta de la varita, hasta que Malfoy hace una mueca de dolor.

—El Giratiempo, Malfoy, ahora. —ordena, su voz ronca.

La ira burbujea en sus venas, a su alrededor, la magia comienza a inquietarse, es consciente que se esta descontrolando. Malfoy respira hondo.

—No puedo darte el Giratiempo, Potter —dice, entre dientes —. Porque no lo tengo.

—¡Mientes! —Harry ruge, aleja la varita del cuello de Malfoy y lo toma de los brazos con fuerza, zarandeándolo, esta empezando a sentir un tirón en su estomago —¡Solo dámelo!

Malfoy parece perder la paciencia.

—¡No lo tengo, Potter, no lo tengo porque no vino conmigo! —grita, a pesar de que sus ojos parecen a punto de lagrimear, la furia lo evita.

El tirón se hace más fuerte, Malfoy comienza a verse doble, desdibujarse entre sus manos, siente el pánico subiendo por su garganta, y lo sostiene con más fuerza.

—¡¿Dónde?! —pide, medio tambaleante —¡¿Dónde quedo?!

El rubio se ve inseguro, la ira que había empezado a mostrar cambiando a una leve preocupación, y antes de que Harry pudiera darse cuenta, era él el que estaba siendo sostenido para no caer de rodillas al suelo.

Mirando sus manos, la distorsión en su visión se volvió peor, hasta que casi le fue imposible distinguir lo que veía, unas manos en su rostro lo guían a que elevé sus ojos, la luz cegadora del cálido sol ocultando la expresión de Malfoy.

Manor- —la voz entrecortada de Malfoy parecía estar diciendo algo —. Flores-

Harry intenta agarrar algo, sus manos tomaron débilmente los dedos cálidos de alguien a medida que la luz se iba volviendo más fuerte.

—No- —suplicó, intentando aferrarse a esa mano.

—Harry.

Harry parpadeó contra la luz blanca que lo cegó, hasta que noto un techo blanco, su visión volvió a aclararse poco a poco, hasta que fue capaz de distinguir bombillas de luz, su mano izquierda apretó una mano fría.

—Harry, ¿estás bien? —pregunto una voz familiar.

Cuando Harry giró sus ojos hacia la voz, se encontró con el rostro adulto y cansado de Hermione, que tomaba asiento al lado de su camilla, detrás de ella, se asomaba Ron con preocupación.

—Bien, pude romper la mitad de la maldición, pero aun sigue allí —la voz de Bill, el hermano mayor de Ron, sonó a su derecha —. Los dolores seguirán, deberá tomar algunas pociones hasta que pueda saber como quitar lo que queda de la maldición.

Harry volvió su rostro hacia el techo, el recuerdo de Malfoy entre sus manos, las calles resplandecientes del callejón Diagon, bullosas y abarrotadas de niños a punto de entrar a Hogwarts.

Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, incapaz de contenerlas.

—Oh, Harry... —Hermione acarició su cabello, su voz estaba llena de tristeza.

Se negó a mirarla, cerrando sus ojos, deseando estar en otro lugar, menos allí. Deseando volver donde Malfoy se encontraba, a ese callejón, a la librería donde los Weasley estaban esperándolos, sonrientes, con ojos llenos de vida.

Deseo haberse callado, haber ocultado su ira, deseado haberse dejado arrastrar por Malfoy hasta la otra Hermione, el otro Ron, que no se habían distanciado de él, que no habían avanzado sin él. Que no lo habían dejado detrás, solo y roto.

Deseo haber muerto en ese bosque y nunca haber regresado.

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—No entiendo que sucedió, Harry. —Ron se quejó, arrojándose sobre el sofá frente a la chimenea de la Sala Común, a su lado, Harry permanecía en silencio, con el rostro preocupado.

Hermione estaba sentada en el suelo frente a ellos con un gran libro abierto en su regazo, también parecía preocupada.

—Es que... no me habla, no desde... desde aquel día en el callejón Diagon. —Harry mordió sus labios, parecía muy angustiado.

—Oh, vamos, ya se le pasara, sabemos muy bien que Draco tiene humores muy cambiantes. —Hermione intento tranquilizarlos desde donde estaba con la nariz enterrada en su libro.

Ron la miró con el ceño fruncido.

—Eso es porque a ti te sigue hablando, pero a Harry y a mi nos ignora como si le hubiera insultado a sus padres —Ron se cruzo de brazos —. No se porque se enoja conmigo, si fue con Harry con quien peleo aquel día.

—¡Pero no lo recuerdo, lo juro! —Harry apretó su túnica entre sus manos, mirando de Ron a Hermione —¡Le pedí perdón aunque ni siquiera recuerdo haber peleado con él!

Hermione le miro con ojos preocupados.

—Tienes que tener cuidado, Harry. Deberías hablarlo con el Director Dumbledore. —sugirió la única chica entre ellos.

Harry observo desde la oscuridad, alejado de la escena que presenciaba de sus amigos y su yo más joven, la escena transcurrió unos segundos más, antes de que un sonido molesto lo arrastrara de nuevo a la realidad.

Cuando abrió los ojos, su varita sonaba con una alarma programada, Harry se puso en pie, con un sentimiento amargo arraigado permanentemente en su pecho, preparo todo para su ducha y se metió al baño.

Después de su rutina de todos los días, saltándose nuevamente el desayuno, se apareció en su oficina; su escritorio era un desastre de archivos y carpetas clasificadas, cuando Harry tomo asiento frente a su mesa, una carpeta estaba abierta de par en par.

Era toda la información de Narcissa Malfoy, que había estado desaparecida desde que se la dejo libre después de su juicio, donde Harry había testificado a su favor. Se había mudado a algún lugar de Argentina, en un pueblo lo suficientemente oculto que solo Draco Malfoy conocía, antes de que decidiera usar el Giratiempo y desaparecer también.

Harry había estado pagando a detectives y otras personas que hacían trabajos más ilegales para que la localizaran, pero hacia un mes que no tenía noticias sobre su ubicación, ni una maldita llamada, ni un jodido avistamiento.

Narcissa Malfoy parecía haber desaparecido de la faz de la tierra, siendo la única que tenía acceso a Malfoy Manor.

Suspirando, Harry hecho la cabeza hacia atrás, recostándose contra la silla incomoda, con los brazos cruzados sobre su torso, su ceño permanentemente fruncido, había una barba incipiente que le daba un aspecto de alguien inaccesible. Su malhumor ayudaba a mantener a la gente alejada.

Desde que había despertado en San Mungo se había enfrascado en una búsqueda del Giratiempo, o lo habría hecho de no ser porque las barreras de magia antigua de Malfoy Manor parecían prohibir a todo aquel que no tuviera sangre Malfoy en sus venas, por mucho que hubieran intentado de todas las formas posibles, nada podía romper las barreras que la mantenían aislada del mundo.

Tanto tiempo había pasado sin nadie habitándola que los arboles, las raíces y toda floración que se encontrara allí se habían elevado hasta un punto que era casi imposible de ver la mansión. Hermione decía que era la mansión misma la que se ocultaba, la que evitaba que desconocidos entraran. Harry estaba frustrado.

Observo el techo de su oficina por un largo rato, sin pensar en nada, intentando soportar la angustia tan profunda que sentía, sabía que estaba siendo absurdo, ni siquiera sabía lo que haría una vez consiguiera el Giratiempo, si es que Malfoy estaba diciendo la verdad.

Se sentía tan perdido, sin poder hablar con nadie sobre sus sueños, sobre el vacío que se había estado sintiendo más y más profundo desde que había asesinado a Voldemort.

Había muerto aquella vez en el bosque, pero no todo en él había vuelto, y lo que sea que quedo allí, dejó este agujero en su pecho incapaz de llenarse.

Suspirando, Harry siguió leyendo la carpeta de Narcissa Malfoy, en busca de algo, lo que fuera que le diera una pista.

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Algo había salido mal. Mientras que en la realidad Harry transcurría sus días de manera rutinaria y monótona, en los sueños el caos iba en aumento.

Por un lado, su yo más joven iba descubriendo más sobre la Cámara de los Secretos, el duelo había transcurrido de la misma manera que en sus recuerdos, Malfoy había invocado la serpiente, y Harry pequeño había hablado pársel, ganándose la desconfianza de todos los estudiantes.

Su yo más joven se sintió traicionado por Malfoy. Hermione y Ron discutieron con el Slytherin por haber utilizado un encantamiento como ese, aislándolos aun más de lo que ya estaban, luego vino el conflicto por quien usaba el campo de Quidditch, pero esta vez fue Marcus Flint quien llamo por primera vez Sangre Sucia a Hermione, provocando nuevamente que Ron se lanzara a sí mismo un encantamiento, Malfoy intento ayudarlos, pero fue rechazado tajantemente por los tres Gryffindor mientras corrían a la cabaña de Hagrid.

Cuando Harry despertó, se quedó con la imagen de Malfoy observándolos irse con una expresión herida.

Los días pasaron como un soplo, durante un mes no volvió a saber nada sobre los sueños, sobre la otra línea de tiempo, de misión en misión. La maldición de Harry no tenía fin, Bill se encontraba cada vez más preocupado sobre no poder encontrar una manera de romperla, por lo que los dolores lo atacaban durante unas tres horas al día, en los momentos más aleatorios, sin aviso. Las pociones solo eran un pequeño calmante ante el profundo dolor tan parecido a un Cruciatus.

—No lo entiendo —había dicho Bill, con rostro preocupado —. Quite más de la mitad el mes pasado, pero esta volviendo a enredarse con tu magia, como un virus que se expande. Nunca me he encontrado con algo como esto.

Para no tener la cabeza todo el día por los aires, deseando estar en otro lado, Harry se enfrasco en su trabajo, buscando Renacentistas, pistas de los escondites; investigando cómo se movían en las sombras, cómo reclutaban jóvenes y qué era lo que les decían u ofrecían para que estuvieran dispuestos a dejar sus familias de lado y seguirlos.

Eran las mismas mentiras que utilizaba Voldemort, excepto que las habían modificado para sonar más amables, menos puristas de la sangre, incluyendo a los mestizos y alguno que otro "sangre sucia". Parecía que no les importaba mientras tuvieran ayuda para los ataques contra el Ministerio de Magia, o contra Hermione Granger, la nueva Ministro que estaba cambiando las leyes de una manera que no les agradaba a muchos.

Harry se encontró con insomnio, lo que lo frustraba, lo ponía de malhumor no saber qué era lo que estaba ocurriendo en la otra línea de tiempo, las pocas horas de sueño que tenía a la semana se veían plagados de pesadillas o simplemente no soñaba.

Pronto pasaron dos meses, se compro un coche; un Mazda azul con el que comenzó a conducir en su tiempo libre por carreteras desoladas en medio de la noche o en un atardecer lluvioso, observando la línea del horizonte desdibujándose en la distancia mientras escuchaba por la radio las voces y risas de personas que hablaban sobre el día a día de las noticias tan ajenas del mundo muggle.

Esta en algún mar lejano, con el cielo gris y las olas turbulentas cuando le llega la carta de invitación de los Weasley para pasar la Navidad con ellos, cae sobre su regazo mientras esta sentado en la arena mojada, mirando una pequeña isla a lo lejos, imaginando que es un mundo completamente diferente al suyo.

La letra le pertenece a la señora Molly, hay algo tembloroso que se ha añadido entre medio después de la muerte de Fred, que hace un nudo en la garganta de Harry cada vez que lo nota. La lee con cuidado, y la arruga entre sus manos, cerrando los ojos con fuerza cuando se da cuenta de que esta será otra navidad sin uno de los Weasley.

Eleva su rostro al cielo, mantiene sus ojos cerrados para evitar las lágrimas y siente la primera gota de lluvia sobre su mejilla, antes de que se desate por completo la tormenta.

—¡Jefe!

Con sorpresa, Harry gira la cabeza hacia su derecha, donde la Auror Bones corre hasta detenerse a unos metros de él, ella esta empapada, su cabello negro se pega a su rostro con gruesas gotas de lluvia deslizándose por su frente.

—¿Qué sucede? —pregunta, poniéndose en pie rápidamente.

Auror Bones parpadea para enfocar sus ojos en él, apuntando desde donde se había aparecido de la nada.

—¡Es sobre Narcissa Malfoy, señor! —gritó para dejarse oír sobre el sonido de las olas y la tormenta.

Las túnicas de la Auror Bones parecían tener vida propia mientras el viento las hacia moverse hacia todas las direcciones, Harry ajusto sus gafas, acercándose más a la joven.

—¡¿La encontraron?! —preguntó ansioso, apretando los puños — ¡¿Dónde está ella?!

La Auror Bones negó con la cabeza, había una expresión angustiada en su rostro.

—¡Lo siento, señor! —los ojos celestes se deslizaron al suelo, apenada — ¡La encontraron muerta esta mañana!

La sangre de Harry se helo, la Auror Bones seguía diciendo algo, pero los oídos de Harry solo recibían estática, sus ojos no parecían poder enfocarse en la vista que tenía frente a él. Se sentía mareado y nauseabundo.

Se tambaleo unas dos veces antes de aparecerse en sus oficinas, donde un grupo de Aurores le esperaban con rostros lúgubres, preparados para informar sobre la misión que habían fallado miserablemente.

Habían sido capaces de encontrar a Narcissa Malfoy, porque los Renacentistas la habían asesinado y la habían dejado a las afueras de las protecciones de Malfoy Manor como una cruel venganza contra Harry Potter. No había manera de entrar a la mansión, no cuando Lucius y Narcissa estaban muertos, y Draco Malfoy estaba en otra línea de tiempo, imposible de alcanzar.

El rostro angustiado de Malfoy se repitió en su cabeza una y otra vez, imposible de borrarlo.

3.

Sin presencia de sus dueños, la mansión Malfoy se destruyo a sí misma.

Las raíces de los antiguos arboles y la floración invadieron los pasillos de Malfoy Manor, crecieron entre las paredes, rompiendo el suelo y los techos, las enredaderas se expandieron y serpentearon hasta ocultar todo, ahogando los recuerdos de los Malfoy.

El experto en hogares mágicos había asegurado que la magia de la casa se había hecho eso a sí misma, que a veces, era normal que eso ocurriera entre los hogares de familias tan antiguas como lo habían sido los Malfoy. Según el experto, probablemente eso era lo que le ocurriría a Grimmauld Place una vez que Harry muriera sin dejar herederos.

Malfoy Manor fue sepultada por la tierra a pocos días de la muerte de Narcissa, y unas semanas después, cuando ya no quedaba nada a la vista, las barreras protectoras cayeron, pero ya no había nada que buscar, todo había sido tragado, hasta el ultimo rincón.

Si el Giratiempo había estado ahí, también había sido sepultado.

Ningún encantamiento, ninguna magia poderosa pudo volver a emerger la propiedad Malfoy y Harry se quedó allí, de pie sobre la tierra seca y árida, incluso después de que los Aurores y los investigadores se hubieran ido.

Solo, de pie.

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Durmió sobre la tierra muerta esa noche.

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Cuando sus ojos se abrieron, su reflejo fue el de su yo joven.

Habían rastros de pasta dental en su boca, su cabello estaba más enmarañado al ser de madrugada, cuando Harry camino fuera del baño, el sol iluminaba la habitación con calidez, la figura dormida de Ron estaba casi al borde de la cama, Dean y Seamus ya no estaban en sus camas, parecían haber salido a las apuradas, si el desorden era algo en lo que fijarse.

Camino hacia la ventana con paso lento, la brisa cálida se estrello contra su rostro cuando inclino la cabeza hacia el exterior; desde la altura en la que estaban, se podía ver los jardines de Hogwarts llenos de vida, los estudiantes eran apenas una mancha en la distancia.

Permaneció allí por lo que parecieron horas, antes de que Ron cayera al suelo con un golpe seco y despertara sobresaltado.

—¡Harry! —gritó a sus espaldas, pero Harry no lo miró —¡¿Qué estas haciendo?! ¡Deberías haberme despertado!

Lo escucho moverse por toda la habitación mientras se preparaba, maldiciendo en voz alta a medida que más pasaban los minutos.

—¡Oh, no! ¡No voy a alcanzar a comer nada! —lloriqueó Ron — ¡¿Por qué no me despertaste?!

Cuando Harry se giró y parpadeó, se encontró con una vista desolada, la tierra gris siendo mojada por la lluvia que caía a cantaros sobre su figura recostada en el suelo. Harry permaneció recostado, con la espalda contra el barro y la suciedad, dejando que la lluvia moje su rostro, llevándose con ella las lágrimas que se deslizaban ferozmente de sus ojos.

Si cerraba los ojos lo suficiente, bajo la palma de sus manos que tocaban la tierra muerta, podía sentir el palpitar lento de la magia ancestral de los Malfoy, una que Malfoy llevaba consigo por los pasillos de Hogwarts en sus años escolares, una magia tan familiar y devastadora, que dejaba a Harry sin aliento.

La sintió, detrás de sus parpados, los hilos de la magia entretejida se enredaban, débiles por sobre donde había estado la mansión Malfoy, y entre medio de todos esos hilos que se extendían, se enlazaban y ensanchaban, uno débil y pálido se dejaba ver, casi desapareciendo.

Abrió los ojos de golpe, sorprendido, sintiendo la magia de Malfoy aun presente, como si lo guiara a un punto en el que más se concentraba, Harry se puso en pie rápidamente, siguiendo el débil rastro de magia que estaba desapareciendo a una velocidad alarmante.

—¡Mierda! —gritó, cuando se encontró tropezando en su prisa por alcanzar lo ultimo de magia que permanecía de Malfoy.

Corrió por el amplio terreno que había abarcado los jardines de Malfoy Manor, a la distancia, un pequeño narciso persistía entre medio de la tierra gris, Harry se lanzo con velocidad, alcanzando el ultimo rastro de magia, justo cuando estaba a punto de desaparecer, la figura de Harry desapareció.

El narciso fue arrastrado por el barro hacia lo profundo de la tierra.

.

.

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El rastro de magia era una ubicación a la que Malfoy se había aparecido antes de utilizar el Giratiempo, cuando Harry parpadeo, se encontró en las orillas de un acantilado, olas furiosas se rompían a unos metros bajo sus pies.

Harry se giró, mirando el suelo, en busca del Giratiempo; y aunque camino y busco a sus alrededores, no había nada, el acantilado se encontraba en una orilla de un mar, tras él, a kilómetros, podían visualizarse pequeñas casas y graneros, pero lo que más llamo su atención, fue un pequeño y viejo auto cerca del acantilado.

Corriendo hacia el vehículo, noto que era Renault Mégane blanco, estaba vacío, como si hubiera sido abandonado hace un tiempo, la pintura se había caído en algunas partes y estaba oxidado en otras; pero por las ruedas, una fina línea de enredaderas se entrecruzaban entre ellas hasta las puertas del vehículo y hacia el interior, cuando Harry se dio cuenta, estaban creciendo más y más, el rastro de magia que pertenecía a Malfoy estaba desapareciendo.

Abriendo la puerta del vehículo, Harry se sentó en el asiento donde probablemente Malfoy se había sentado tantas veces, conduciendo hacia lugares desconocidos y lejanos, el cielo brillo por un trueno, iluminando el interior del auto, a los archivos desperdigados en el asiento del pasajero y a los asientos traseros, donde las enredaderas cubrían más y más el interior.

Harry respiro hondo, sintiendo su uniforme de Auror pegarse a su cuerpo por la humedad, la temperatura había empezado a disminuir, podía sentir el frio helando sus huesos mientras revisaba por archivos inútiles y sin sentido, reviso la guantera, encontrando únicamente una foto pequeña de Narcissa y Malfoy juntos con un jardín lleno de narcisos blancos. Harry la guardo en el bolsillo de su túnica.

Cuando las enredaderas estaban empezando a cubrir el suelo bajo sus pies, gruño de frustración y salió del coche, corrió hacia la parte trasera y abrió el maletero, otro trueno sonó a lo lejos, esta vez, trajo consigo a la lluvia, el viento se volvió más fuerte, más violento.

Removió bolsas de compra de alimento caducado, habían más papeles inservibles y algunos galeones desperdigados, la magia se estaba volviendo más débil, y las enredaderas empezaron a tirar del auto hacia el suelo, la tierra comenzó a abrirse.

La magia de los Malfoy parecía tan antigua que cualquier cosa que tuviera un rastro de ellos estaba siendo tragada, oculta; para ser olvidada.

No había nada, no había un rastro del Giratiempo o alguna otra señal de que Malfoy se hubiera aparecido en otro lado.

—¡No! —gruño de frustración cuando el auto comenzó a ser jalado bajo tierra —¡Espera!

Pateo la parte trasera del auto antes de que fuera tragado por completo, respirando con fuerza.

—¡Maldición! —gritó en medio de la tormenta.

El agujero en su pecho se hizo más grande, la foto en el bolsillo de su túnica se sentía como fuego.

Una semana de haberse ausentado a su trabajo, bebiendo en pub y despertando en camas desconocidas con rostros desconocidos, Harry se apareció en su oficina. Su secretaria pareció sentir su magia, porque la puerta se abrió de golpe, y la señorita Jones le miró como si hubiera visto un fantasma.

—¡Jefe! —exclamó, su labio inferior estaba temblando.

—Cancela cualquier reunión que tengas programada, Jones, voy a-

—Jefe Potter, la señorita Granger esta en San Mungo.

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.

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Apenas entro por la habitación privada de Hermione, Ron le dio un puñetazo en el rostro, tras él, Jones contuvo el aliento, y cerro la puerta, permaneciendo fuera de la habitación para darles privacidad.

Harry guardo silencio, mirando al suelo, sin atreverse a levantar la vista, a mirar la cama donde Hermione permanecía dormida.

—¿Dónde estabas? —preguntó Ron, sosteniéndolo de los hombros con fuerza — ¡¿Dónde estabas cuando te estaba llamando, Harry?!

—Yo- —las palabras se trabaron en su lengua, sentía su boca seca —. Si hubiera sabido... si hubiera-

Ron lo zarandeo.

—Estuve enviándote carta tras carta, te busque en tu casa e intente seguir tu rastro, ¡Estabas desaparecido! —gritó con el rostro enrojecido y los ojos inyectados en sangre, grandes ojeras se visualizaba en su rostro —. Ahora vienes aquí, cuando Hermione ya- cuando Mione...

Ron se rompió, los sollozos desgarraron su cuerpo y se deslizo al suelo, soltando a Harry y ocultando su rostro tras sus manos.

Harry se atrevió a mirar al cuerpo inmóvil de su amiga, la expresión en su cara era tranquila, sin un signo de que sufría dolor, simplemente parecía estar descansando, y aunque el latido del corazón aun sonaba, aunque su magia estuviera ahí, fuerte e inquebrantable, nunca volvería a despertar.

Cuando Harry estaba perdido entre el alcohol y los sueños, Hermione había estado dando un discurso a pesar de que él le había advertido que debía posponerlos por un tiempo, hasta que las cosas se calmen; como siempre, había hecho lo que pensaba que era mejor para tranquilizar a la gente, y en su lugar, había recibido una maldición de un Renacentista que se había hecho pasar por un Auror.

Una maldición que dejaba a la victima en un estado de coma, rememorando todas sus memorias una y otra vez, como si viviera toda su vida de nuevo, cuando su cuerpo, en la realidad, simplemente dormía. No había una contra maldición contra eso.

Harry se tambaleo hacia la camilla en la que descansaba su amiga, tomo su mano fría y pálida, deposito un beso salado por las lagrimas en sus nudillos, y lloró hasta quedarse dormido.

.

.

.

—¿Harry?

Hermione, con el rostro redondeado por la niñez y los ojos grandes y resplandecientes lo miraron con preocupación desde el otro lado de la mesa.

El Gran Comedor estaba lleno de risas, las velas colgaban sobre ellos mientras el techo les mostraba una línea de estrellas y galaxias en constante movimiento, los olores de las comidas se volvieron más fuertes a medida que Harry, en su cuerpo más joven, era consciente de donde se encontraba.

—Compañero, ¿estás bien? —Ron le preguntó a un lado de Hermione, tenía la boca llena con una salchicha.

Hermione le miró con la nariz arrugada en desagrado por la falta de modales.

—¡Ron, eso es asqueroso! —ella se quejó, con su voz aniñada llena de vida, Harry se vio incapaz de apartar sus ojos de ella — ¡Si Draco te viera-

—¡Pero Malfoy no nos habla, Mione! —Ron la interrumpió, apuntando con una salchicha tras la espalda de Harry, a la mesa de Slytherin —. Solo te habla a ti.

Harry rio, no pudo evitarlo, él se rio, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, los sentimientos comenzaron a asfixiarlo, sus amigos y los que lo rodeaban comenzaron a darle miradas preocupadas a medida que paso de la risa al llanto en solo unos segundos.

Su vista estaba nublada, sus anteojos empañados no le dejaban ver más allá, distorsionando el rostro de Hermione, un rostro lleno de vida. Unos ojos que nunca más volvería ver.

Unos brazos lo alzaron de su asiento, arrastrándolo lejos del mar de estudiantes, pudo escuchar a sus amigos gritar, preocupados mientras intentaban seguirlos, pero quien sea que lo arrastraba, los alejo lo suficiente como para ocultarlos en algún pasillo oculto y desolado.

Harry no pudo calmarse, quizás era porque ahora se trataba de un niño, su cuerpo era más sensible a lo que sentía, pero el rostro durmiente de Hermione no podía borrarse de su memoria, los ojos compresivos y las palabras sensatas. Harry nunca volvería a tener eso, ya no.

—Vas a lastimarte —la voz de Malfoy se dejó oír.

Estaba enterrando sus uñas sobre su cuello, dibujando líneas rojas cada vez que intentaba respirar, Harry se detuvo de inmediato, mirando con ojos inyectados en sangre a la figura frente a él.

Malfoy lo miraba con incomodidad, alejado unos pasos de él, de brazos cruzados.

—Van a descubrir que algo anda mal con Harry, Potter —Malfoy arrastro las palabras —. Debes empezar a controlarte. No sé cómo es posible que puedas... cruzar de un lado a otro, pero estas empezando a hacer que sospechen de Harry.

—Como si me importara una mierda, Malfoy —gruño, respirando con dificultad, todavía no podía detener las lagrimas —. Esta línea de tiempo bien podría destruirse.

El rubio resoplo, sus expresiones y su actitud no congeniaban con su apariencia.

—Claro, porque tu línea es perfecta, eh —siseo, mirándolo con ira —. Sabes que estoy aquí, intentando hacer las cosas bien por primera vez, para tener una oportunidad de arreglar mi futuro y ahora quieres venir y arruinarlo, ¿no?

—Arruinaste mi línea de tiempo, dejaste entrar a los mortifagos a Hogwarts, dejaste que asesinaran y torturaran a nuestros compañeros —Harry dio un paso hacia él, haciendo que Malfoy retrocediera otro — ¿Por qué deberías tener otra oportunidad?

—¡Porque estoy intentando remediar lo que hice!

—¡Ese Giratiempo no te pertenecía!

—¡Nadie más lo estaba usando! —Malfoy elevó su barbilla, mirándole con desdén —. Estaba desperdiciándose, juntando polvo.

—¡Arruinaste todo! —Harry le señalo con un dedo a centímetros del rostro lleno de odio de Malfoy — ¡Tu madre fue asesinada, Hermione nunca más volverá a despertar, Ron me odia, porque estaba demasiado ocupado buscando el Giratiempo, emborrachándome porque das pistas de mierda!

El rostro de Malfoy se volvió pálido ante la mención de su madre, parecía haber perdido todo rastro de odio y altives, encorvándose sobre sus hombros. Parecía asustado.

—Eso no-no es posible —negó con una voz débil —. Mi madre se había ocultado, yo-

—Y no tengo un jodido Giratiempo cuando soy yo quien debería haberlo utilizado —interrumpió, no le importaba en lo más mínimo lo que Malfoy tuviera que decir.

Ya no.

—Podría haberlo utilizado, podría haber hecho las cosas mejor, ¡Tú me robaste esa oportunidad! —Malfoy permaneció callado — ¿Por qué yo, que sacrifique toda mi vida, toda mi infancia y mi adolescencia a perseguir un loco maniático, no tuve la oportunidad?

Malfoy se veía cada vez más pequeño, la culpa estaba haciéndolo ver más como un fantasma que como un niño de doce años.

—Tengo que vivir —Harry continuó, sin poder evitarlo —, con las consecuencias de mis malas acciones, tendré que volver una vez que despierte, y ser odiado por todos. Tendré que vivir con la sangre de las personas que no pude salvar manchando mis manos.

—Potter... —murmuró Malfoy, alzando una mano hacia él, pero Harry retrocedió.

—Tu madre murió, la mansión sepulto todo lo que quedaba de ustedes, ya no existe un Giratiempo, porque si tenía parte de tu magia en él, también habra quedado sepultado bajo tierra. Ya no hay manera para mi-

Su visión comenzó a volverse más brillante, bordes blancos comenzaban a cubrir su vista, el rostro de Malfoy empezó a distorsionarse, a desaparecer.

Pero Malfoy lo tomo de los hombros, diciendo algo:

—¡Escúchame bien! —la voz sonó distorsionada — ¡Busca en el pueblo del acantilado, busca una casa, tiene un jardín!

Harry intento sostenerse de la figura pequeña, pero era imposible, parecía desvanecerse entre sus dedos como arena, Malfoy era irreconocible en su visión borrosa y blanca.

—¡Busca la casa con el jardín de narcisos! —había un eco en la voz —... las enredaderas-

Harry despertó en el hospital, sus manos aun sostenían las frías e inmóviles de Hermione.

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La casa con el jardín de narcisos es fácil de encontrar, es pequeña y pintada de blanco, el sol cae sobre ella como si fuera sobrenatural, el jardín de narcisos es abundante, blancas y resplandecientes, y aunque no vive nadie desde hace un tiempo, están llenas de vida, moviéndose al compas de la brisa cálida que vino después de la terrible tormenta que había azotado sobre el pequeño pueblo de granjeros hacia unas semanas.

Sin embargo, nota Harry al caminar sobre el césped verde hasta la entrada de la casa, las enredaderas han empezado a subir por las paredes, lenta y de manera segura, adentrándose entre los adoquines y la madera que cruje bajo sus pies cuando sube los pequeños escalones que llevan a la puerta oscura.

Con un simple hechizo, abre la cerradura de la casa y el interior lo recibe con los rayos de sol que se filtran por las ventanas de cortinas verdes; el living es pequeño, apenas una mesa, un sofá y un mueble al lado, hay una pequeña estantería cerca de una puerta que da a lo que parece ser la cocina, contiene libros de autores muggles.

Todo es muy blanco y limpio para que haya estado abandonado tanto tiempo, Harry puede sentir la magia de Malfoy más fuerte en este pequeño lugar; si cierra los ojos, puede ver los lugares donde paso más tiempo, los hilos de magia entrelazados hasta volverse más fuertes.

Hay un pasillo corto que lleva a un baño y una habitación, Harry va directo a esta ultima, guiándose por la fuerza de la magia, es obvio que allí es donde dormía Malfoy, una cama de dos plazas, una mesita de noche al costado, y aunque el espacio es pequeño, Malfoy se las había arreglado para poner un escritorio y una silla frente a una ventana.

Cuando se acerca al escritorio y observa la ventana que da a un gran prado verde, las enredaderas han estado trepando hasta llegar allí, donde más se acumula la magia.

—Jodida magia ancestral. —murmuró con voz ronca, mirando los libros y papeles que están sobre el escritorio.

Los pocos libros que había eran de estudio, dos de pociones avanzadas y uno de magia curativa, habían algunos pergaminos con notas intrincadas que Harry estaba seguro, era un pase directo a graduarse de Medimago; nunca había notado el interés de Malfoy por ser uno. Pensó que seguiría el camino del profesor Snape.

Lo que más llamo la atención fue un pergamino que parecía tratarse de un examen, por lo que Harry veía, todo estaba correcto, excepto la tinta en rojo que abarcaba más de la mitad del pergamino, justo en el centro.

REPROBADO.

No pudo evitar hacer una mueca, sintiéndose disgustado, lo habían reprobado injustamente, eso era notorio. Decidió hacerla a un lado con algo de brusquedad, buscando entre los pergaminos sueltos. Había una carta entre ellos.

Theodore Nott.

Nott había estado aumentando su fama desde que se le declaro inocente de todo cargo, solo su difunto padre había estado involucrado por lo que era tonto intentar castigarlo por los crímenes de un hombre muerto; lo ultimo que Harry había escuchado de él era que se había convertido en un Medimago respetado, tenía su propio consultorio y había donado la mayoría de su fortuna a San Mungo y creado organizaciones para los niños que habían quedado huérfanos por la guerra.

Abrió la carta con curiosidad y la leyó:

Draco.

Entiendo que sientas que el mundo esta en tu contra, también estoy jodidamente enfadado por la forma tan descarada e injusta en la que te rechazaron, pero no son motivos para que te desanimes o pienses que no hay un futuro para ti. Por favor, no hagas nada estúpido.

Pansy estaría devastada si supiera que te has rendido tan pronto. Sopórtalo por su memoria, y por Blaise, que murió deseando que vivas hasta su ultimo aliento. Estuve con él, Draco, yo era su compañero, pero sus ultimas palabras fueron para ti.

Te amo hasta su ultimo aliento, lo sabes, ¿no?, como lo hizo Pansy, como lo hago yo.

Se que quieres volver al pasado, que piensas que de esa manera vas a arreglar todos tus errores pero, Draco, tu y yo sabemos muy bien que es imposible. No a menos que tengas un giratiempo, lo cual, déjame decirte, no te servirá de nada. No hay manera de volver al pasado, ya no.

Draco, tus recuerdos no son tu futuro, compréndelo.

Con amor,

Theodore Nott.

Harry la aparto a un lado con un rostro inexpresivo, abrió los cajones del escritorio; en dos de ellos no había más que tinta, pergaminos en blancos y plumas, pero en el ultimo, había respuestas a las cartas, todas incompletas o arrugadas, algunas manchadas en tinta y otras simplemente borradas con un rayón de tinta sobre los párrafos hasta el punto de volverlos ilegibles.

Tomo la que parecía estar más completa, la letra elegante de Malfoy estaba temblorosa, tan temblorosa como lo estaban las cartas de la señora Molly.

Theo

Por favor, no me odies cuando leas El Profeta. No, de hecho, por favor, no leas El Profeta nunca más, en serio, debes dejar de leer esa basura, la mayoría es falso y terriblemente inexacto.

Tienes razón, no hay manera de volver al pasado, no puedo corregir mis errores, por mucho que duelan, por mucho que me atormenten en mis sueños. Últimamente no he podido pegar un ojo, ¿sabes? Siento que me asfixio, las pesadillas me están ahogando, me están matando. Lo peor de todo esto es que son mis recuerdos, Theo, todos ellos son reales, y el monstruo en ellos soy yo, y cuando estoy despierto, siento que estoy durmiendo aun, porque siguen repitiéndose cada vez con más frecuencia.

¿Recuerdas aquellas vez en la Sala Común, cuando estábamos con Pansy y Blaise y estábamos hablando de nuestras pesadillas? Y yo dije que a veces sentía que aun cuando estaba despierto me sentía entre dos mundos, uno era falso y el otro era el real, y que no sabia si el real era cuando estaba despierto. Recuerdo que Pansy había reído, me llamo ridículo y me dijo que no debía de pensar en esas cosas. A veces me preguntaba porque era su amigo, ¿sabias eso?

Entiendo que éramos niños, pero incluso en ese tiempo, me sentía desconectado la mayoría de las veces, ambos sabemos por qué. Siempre fingías no darte cuenta, como todos los profesores; todos ellos hacían la vista gorda sobre mi padre, sobre mi madre. Hubiera deseado que preguntaras, te lo habría dicho todo, y me hubiera desahogado. Quizás era eso lo que necesitaba, alguien con quien hablar.

Es demasiado tarde, siento que todo lo que calle en ese tiempo se acumulo en mi interior hasta que me dejo vacío. La guerra me dejo un vacío, seguramente me dirás que soy ridículo, que debería hablarlo con un profesional, pero nadie quiere tener al mortifago. Nadie quiere escuchar los problemas de un niño mimado que lo tuvo todo, y ahora no tiene nada, por sus propias decisiones.

Leé esto atentamente, estoy enviándote esta carta porque hare algo tonto y yo

Harry parpadeo, sintió sus ojos picar cuando la carta quedo en blanco, parecía que Malfoy había decidido no enviar nada al final. Tuvo que sostenerse del escritorio cuando se sintió mareado, la ira nublo su visión a medida que iba comprendiendo el contenido de la carta. Por supuesto, Harry volvía a estar equivocado, una vez más, una falla más.

Debería haber sabido que Malfoy también la estaba pasando mal, sobretodo con un padre como Lucius y con una madre tan fría e indiferente como Narcissa. No quería decir nada sobre ella, después de todo, al final parece que había elegido defender a su hijo, alejarlo de Lucius, pero no sirvió lo suficiente si eso hizo que Malfoy también se alejara de ella, ¿no?

Malfoy la había abandonado tanto como a todo el mundo. Había abandonado a todos, porque fueron los demás los que primero lo habían abandonado; primero a manos de su padre, luego a manos de Voldemort, y al final, a manos de la soledad, amarga y terriblemente cruel.

Malfoy también sentía el mismo vacío que Harry, ambos habían crecido con ese vacío desde su infancia y a diferencia de Harry, Malfoy había decidido hacer algo por sus propias manos, había robado el Giratiempo y había decidido viajar a una línea de tiempo nueva, a corregir sus errores. A ser mejor que el mundo que lo había abandonado.

Un pequeño crujido saco a Harry de sus pensamientos.

Guardo la carta en el bolsillo de su túnica, donde la foto de Narcissa y Malfoy habían permanecido allí desde que la había encontrado, lentamente y en silencio saco su varita, moviéndose por la habitación hasta la entrada de la puerta, abriendo ligeramente un hueco.

Desde ahí podía ver la puerta de la entrada de la casa, tres figuras encapuchadas y altas estaban entrando, la magia de los tres desconocidos era como algo pegajoso y rancio, estaban con sus varitas en mano, preparados para cualquier ataque. Estaban susurrando, para Harry era imposible saber lo que decían, pero de algo estaba seguro.

Esta sería una batalla larga.

Para tener la ventaja, ataco primero, abriendo la puerta de golpe y lanzando un Stupefy al primero que tuvo a la vista, el hombre salió volando, estrellándose contra uno de sus compañeros y cayendo al suelo, el tercero ataco, apuntándolo desde la distancia.

—¡Crucio!

La maldición paso rozando a Harry, que esquivo en el estrecho pasillo.

—¡Inmobilus! —la luz del encantamiento que impacto contra el hombro del tercero ilumino la casa, poco a poco oscureciéndose con la luz del atardecer.

Los otros dos ya se habían vuelto a levantar, lanzando hechizo tras hechizo, Harry cerro la puerta de la habitación de Malfoy cuando una maldición casi cae sobre su rostro, la puerta estallo en pedazos de madera, él se lanzo rápidamente hacia la ventana, apuntándola con la varita, el vidrio se rompió, los fragmentos cayeron sobre el escritorio.

Harry salto hacia el escritorio, arrojándose al exterior y cayendo de pie, uno de los magos ya había llegado a la ventana, apuntándolo cuando Harry giró para mirar sobre su hombro.

—¡Impe-

Harry se adelanto velozmente, no por nada había ascendido tan rápido a Jefe de Auror.

—¡Sectumsepra! —grito en medio de la oscuridad que estaba trayendo consigo el atardecer.

La figura cayo al suelo, pero aun quedaban los otros dos, Harry apunto a la casa, el cielo se tiño de tonos rojos y naranjas, la casa se veía etérea, como salida de un retrato, un retrato macabro mientras las enredaderas iban envolviéndose por las paredes cada ves mas grandes; aun podía ver los narcisos revoloteando con la brisa.

—¡Accio Giratiempo!

No esperaba nada, no tenía esperanzas en encontrarlo ahí, quizá Malfoy estaba dándole otra pista de mierda, probablemente le gustaba saber que Harry estaba sufriendo. No lo culpaba, no después de echarle la culpa de todo. No cuando Harry era el culpable.

Un destello dorado en medio del atardecer salió de entre los narcisos, volando hacia él, Harry alzo la mano libre y envolvió sus dedos en el frio metal, la estática en sus oídos nuevamente mientras se desaparecía, al tiempo que dos figuras se asomaban por la ventana.

Una de ellas elevo la varita velozmente, el grito retumbo por el prado solitario, un ultimo destello de luz roja en la línea de visión de Harry.

—¡Diffin-

El 'crack' resonó en la solitaria casa de Harry cuando se apareció, volando papeles y pergaminos por el aire que había dejado esa mañana en la mesa del living, las luces estaban apagadas y las ventanas abiertas, dando la vista a un cielo tormentoso, la lluvia caía levemente sobre el techo.

Con la respiración acelerada, Harry se sentó en su sofá, pisando los pergaminos en el suelo y dejando caer su peso libremente. No había manera de que esos hombres obtuvieran su rastro de magia, su casa estaba protegida de pies a cabezas, cualquiera que se intentara aparecer sentiría que se estaba quemando o quedaría hecho pedazos.

Poco a poco elevo el objeto al nivel de sus ojos, abriendo los dedos y dejándolo libre a la vista; era dorado, diferente al que Hermione tenía en el colegio, no parecía un reloj, tenía un hueco en medio, donde finas lineas de hilo se entrelazaban, brillando débilmente.

Echando la cabeza hacia atrás para descansarla contra el respaldo del sofá, Harry cerro los ojos y respiro hondo, el Giratiempo en su mano tenía la esencia de la magia de Malfoy, era débil, pero persistía.

Terco como lo era Malfoy.

.

.

.

Cuando abrió los ojos, Ron y Hermione de doce años estaban arrodillados uno a cada lado suyo, la figura imponente de Hagrid estaba tras él, y de pie, frente a él, estaba Draco Malfoy, dándole la espalda mientras parecía discutir con...

¿Gilderoy Lockhart?

Mirando a su alrededor algo confundido, noto que estaba en un campo de Quidditch, la Snitch se agitaba en su mano y su otro brazo estaba dolorosamente roto.

—¡Escucha, esto no dolera, no sea exagerado, joven Malfoy, y déjeme hacer mi trabajo! —Gilderoy estaba diciendo, intentando pasar por al lado de Malfoy.

—¡No, lo único que hará será cagarla! —gritaba el Slytherin sosteniendo del brazo a Lockhart, pero sus compañeros lo tomaron del brazo y lo hicieron a un lado — ¡Le va a quitar un brazo a Harry, o peor, lo dejara más tonto de lo que ya esta!

Harry se sintió ofendido, pero no dijo nada porque este era Malfoy defendiéndolo, se sentía un poco atontado por la situación, después de todo, aun no había usado el Giratiempo, ¿cierto? aun debía estar en su casa, durmiendo en su sofá después de haber luchado contra esos hombres encapuchados.

No, Harry no podía haberlo usado, no sin haber hecho algo para ayudar a Hermione.

Brackium-

—No se atreva —Harry susurró entre dientes, mirando de manera desafiante a Lockhart, ya no era un niño, no iba a permitir que algo como esto volviera a suceder —, ni por un segundo a apuntarme con su inútil varita.

Lockhart pareció ver algo en sus ojos, porque trago saliva rápidamente y se puso en pie, con las manos en las caderas y riendo por todo lo alto, una gran gota de sudor se deslizaba por su frente.

—¿Saben qué? ¡Lo mejor será llevarlo a la enfermería, no puedo quitarle el trabajo a Madame Pomfrey! ¡La pobre creerá que no confiamos lo suficiente en ella, y no queremos eso!

Aunque Hermione, de doce, estaba muy enamorada de Lockhart, dio un gran suspiro de alivio, Harry no pudo evitar sonreír al escucharla, a su otro lado, Ron palmeo su hombro, ayudándolo a ponerse en pie junto a su amiga.

—¡Menos mal que no lo intento, Harry! —exclamo el pecoso — ¡Incluso Malfoy sabe que solo puede empeorar las cosas!

Malfoy pareció escucharlo desde donde se encontraba, porque elevó el mentón y fingió no mirarlos, cuando cruzaron por su grupo, Harry se detuvo, haciendo que Hermione y Ron también esperaran.

—Vamos, Malfoy —el chico rubio le miró con sospecha — ¿No crees que esto es suficiente?

—Potter, te diré que-

—¡Draco!

Malfoy se tenso, observando la figura de su padre a la distancia, el hombre alto le hacia un ademan para que se acercara, había un ceño fruncido en su rostro, Harry apretó los dientes, parpadeando hacia el hombre.

"Todos ellos hacían la vista gorda sobre mi padre".

"Hubiera deseado que preguntaras".

Las letras temblorosas parpadearon en su mente, imposibles de borrar, sintió su mano intacta comenzar a temblar, la varita en su bolsillo ardía con la necesidad de hacer algo, cuando Malfoy paso por su lado, empujándose entre sus compañeros de equipo, noto las miradas que le dirigían a la espalda de Malfoy.

Todos ellos sabían, sus ojos fríos que apenas demostraban un pequeño brillo de lastima en ellos ante la situación de su compañero, pero mantuvieron su boca cerrada y volvieron la vista hacia sus propios amigos.

—¿Harry? —Hermione zarandeo su brazo bueno, llamando su atención —. Vamos, vamos a llevarte hacia la enfermería.

—Si, amigo, mientras mas rápido mejor. —Ron le apuro.

Abrió la boca para responder:

—Esta bien.

Su voz ronca resonó en su solitaria casa de colores opacos, la lluvia no había amainado, sino que había empezado a caer con más fuerza.

El Giratiempo aun estaba en su mano, cálido.

4.

Como una recompensa, tener el Giratiempo con él cada vez que dormía, lo hizo tomar el cuerpo de su yo joven de manera más regular.

Había pasado un mes desde que el ataque en la casa de los narcisos ocurrió, cuando Harry se dirigió allí con su grupo de Aurores más capacitados, lo único que encontraron era la mitad de la casa hundiéndose bajo tierra, los vecinos muggles más cercanos habían estado vagando por esa parte, mirando con asombro lo que ocurría, por lo que tuvieron un trabajo extra para obliviar a todos y mantenerlos alejados de la escena.

Ni siquiera había un rastro de magia de aparición, los Renacentistas se habían asegurado de ocultar toda pista de que hubieran estado ahí aquel día.

Mientras Harry investigaba, seguía las pequeñas pistas que eran imposibles de ocultar y capturaba cada tanto a gente sospechosa, entre medio de interrogatorios y noches enteras en su oficina rellenando archivos y reacomodando los casos más nuevos que coincidían con los de hace unos meses atrás, Harry soñaba.

Y cuando Harry soñaba, viajaba nuevamente a su cuerpo más joven, ocupando más tiempo, perdido entre los pasillos de Hogwarts con Hermione y Ron, fingiendo ser el niño que se suponía que debía ser, riendo y molestando a Malfoy, que parecía ser el único que notaba el cambio en la magia de Harry.

Quizá Malfoy era capaz de notar ese ligero cambio en la actitud de Harry, porque lo conocía desde que tenían once, porque habían estado años vigilándose uno al otro, obsesionados por saber que era lo que el otro tramaba, esperando en las esquinas a encontrarlo en sus momentos malos y acusarse con los profesores.

Todo lo que hicieran en esa dimensión, la manera en la que Malfoy lo insultaba de manera más inteligente, o cuando Harry lo golpeaba más ligeramente de lo que hubiera hecho en su tiempo; todo eso ya lo habían pasado, con más saña y dolor, con rencores que no podían esconder del otro, hasta que la guerra ocurrió, y el vacío en su interior se hizo incapaz de ocultar, volviéndolos silenciosos y retraídos y separando sus caminos del otro.

Malfoy seguía manteniendo su amistad con Hermione, poco a poco había vuelto a hablar con Ron, jugando ajedrez y estudiando con ellos en la biblioteca cuando Harry no ocupaba el lugar del niño, y aunque intentara ignorar el hecho de que algo malo sucedía en la otra dimensión, aunque intentara que eso no le importara, Harry sabía que lo hacia.

Harry lo busco la mayor parte del tiempo, sacando hasta la más mínima información que tuviera sobre los Renacentistas, pero Malfoy no sabía absolutamente nada, porque había decidido irse antes de que todo se fuera a peor, antes de que las cosas se volvieran más difíciles de comprender.

En sus sueños, Harry corría entre los pasillos con sus amigos, molestaba a Malfoy y escuchaba sus teorías sobre lo que sucedía en su dimensión, pero cuando despertaba, Harry luchaba en medio de tormentas fuertes, iluminando las noches con maldiciones oscuras y asesinaba sin piedad, asistía a funerales de compañeros caídos en batalla y visitaba a Hermione, aun inconsciente, junto a un Ron destrozado por la perdida de su pareja.

En la casa de narcisos, o donde se suponía que debía estar, ahora solo quedaban los narcisos, bailando con la brisa del calor del verano, latiendo con la magia de Malfoy, que persistía entre sus raíces, fue una sorpresa ver que la magia ancestral no las hubiera sepultado y aunque se lo había comentado a Malfoy, este solo había sonreído, negándose a contestar.

Cuando busco al experto en magia ancestral, encontró la respuesta:

—Aunque no lo entendemos del todo, la magia ancestral es algo vivo, es incapaz de pensar como un ser humano, claro, pero todavía puede amar y anhelar —había dicho, mientras observaba las flores de narcisos, hermosas y vivas —. Suponemos que es una manera de demostrar que aun recuerdan a sus dueños más amados.

Por alguna razón que no entiende, Harry comienza a construir con sus propias manos la estructura de una pequeña casa, recordando la de Malfoy, que ahora estaba sepultada bajo sus pies, poco a poco, lentamente a medida que los días se vuelven meses.

En sus sueños, cuando no puede controlar a su yo joven, descubren la Cámara de los Secretos junto a Malfoy, salvan a Ginny Weasley y suben al expreso de Hogwarts, y en lugar de volver con los Dursley, Malfoy ayuda a Harry a permanecer en el hogar de los Weasley.

El corazón de Harry se siente cálido cuando ve sus sueños plagados de días entre los que son su familia; hay risas y bromas, noches de insomnio combatidos con chocolatada caliente que les prepara la señora Molly, historias absurdas del señor Arthur y juegos de Quidditch en los días más soleados, y cada uno de esos sueños, Harry ocupa el lugar de su yo más joven, sintiendo la calidez y el amor que nunca fue capaz de sentir en su infancia.

Malfoy envía cartas a Ron, pero nunca responde las de Harry adulto, solo cuando se da cuenta de que son las de su joven yo; cuando él le escribe sobre esto, alega que no quiere tener una relación tan cercana con él.

Podemos ser conocidos que se llevan medianamente bien por tener amigos en común.

Harry no insiste después de eso, tampoco anhela una amistad tan profunda con Malfoy, es imposible, después de toda la historia oscura que llevan detrás, de los recuerdos que a veces los atormentan, él está bien con ese tipo de relación que Malfoy desea tener. Se contenta con crear vínculos más y más fuertes con los Weasley.

En la realidad, termina de construir la casa tal cual la recordaba y se muda a los pocos días de protegerla con barreras, una tras otra, lo único diferente es la Red Flu que añadió en el living y el garaje donde mantiene su Mazda protegido de los cambios de clima constantes.

La primera noche que pasa en esa casa, es un día caluroso, la brisa es caliente contra su cara, hace que su uniforme de Auror se pegue a su piel y el sudor se deslice por su nuca, es un poco dificultoso respirar mientras entra el ultimo de los muebles. Hay algo tranquilo en hacerlo manualmente, sin depender de la magia.

Al día siguiente, después de un sueño en el que es capaz de manejar su propio cuerpo en la otra línea, jugando al Quidditch con los Weasley en un clima no tan cálido, despierta para encontrarse con una lluvia ligera que cae; si se asoma por la ventana, puede ver el mar a lo lejos, si el Renault Mégane no hubiera sido sepultado por la tierra, podría verlo como una mancha oscura en la distancia.

Los días transcurren, no importa cuantos Rompemaldiciones busquen, nadie encuentra una manera de despertar a Hermione o curar a Harry de su propia maldición, sigue enredándose en su magia como lepra, infectando sus hilos, haciéndolo gritar en las peores noches. Finge no darse cuenta del rostro culpable de Bill cada vez que la maldición vuelve al principio, más dolorosa en cada intento fallido.

Los Renacentistas atacan con más frecuencia, cada día son más fuertes, pronto San Mungo se ve infectada de personas heridas, el Callejón Diagon cierra sus tiendas y casi no hay gente por la calle, demasiado asustadas para salir, y los ataques comienzan a extenderse más allá de la comunidad mágica, a los muggles desprotegidos que no son capaces de entender lo que sucede.

Harry lucha, pasa más tiempo despierto que dormido, todos los días termina herido de gravedad, es una suerte que siga vivo, que su magia le permita curarse más rápido que alguien normal, otra cosa que lo hace destacar, que hace que la gente lo adore.

Todos esperan que los vuelva a salvar, una vez más. Quieren arrancar hasta el ultimo pedazo de su vida, para ellos, para sobrevivir ellos.

Un día especialmente malo, descansando con sus heridas en San Mungo, escuchando la tormenta furiosa azotando contra la ventana, duerme, y se despierta en Hogwarts, sentado frente a Malfoy en un salón vacío, por las ventanas se puede ver el cielo en tonos rojos y naranjas.

Malfoy esta hablando, sin darse cuenta del repentino cambio, pero hay otra voz, medio entrecortada, lejana, como si estuviera en otra habitación, cuando mira a su alrededor, nota una pequeña caja apoyada en una mesa de distancia de ellos, suena con una música.

Harry la recuerda tan claramente como aquella noche, esperando escuchar el nombre de algún conocido en la lista de los muertos que todos los días se nombraban en la radio, mientras Hermione y él intentaban soportar los sentimientos más amargos, los que podían dejarlos vacíos, paralizados del miedo.

Hey little train! We are all jumping on

The train that goes to the kingdom

We're happy, ma, we're having fun

And the train ain't even left the station

Intenta concentrarse en lo que Malfoy esta diciendo, en lugar de los recuerdos dolorosos, pero cuando vuelve su vista al Slytherin, esta en silencio, mirándole fijamente.

Su boca parece un pétalo marchito cuando se da cuenta de quién es.

—Oh —dice, muy bajo —. Potter.

Harry hubiera respondido con un insulto, si no tuviera el nudo en su garganta que le impide hablar. Y la música sigue sonando.

Hey, little train! Wait for me!

I once was blind but now

I see have you left a seat for me?

Is that such a stretch of the imagination?

—¿Potter?

Las lágrimas son inevitables, se deslizan por su mejilla, calientes contra su piel, puede sentir que está despertándose, puede ver su visión distorsionándose, y no hay nada que no quisiera más que quedarse aquí, en este salón vacío, en lugar de volver a la realidad.

—¿Las cosas están tan mal? —pregunta Malfoy, su voz se entrecorta, su rostro casi no es visible, pero puede sentir las emociones profundas que deja escapar en esa simple pregunta.

Hey, little train! Wait for me!

I was held in chains but now I'm free

—Yo- —Harry se traba, ocultando el sollozo desgarrador que quiere escapar —-Malfoy, creo que...

Un parpadeo, y el techo de San Mungo lo recibe, la luz es brillante en sus ojos sensibles.

—... nos estamos muriendo. —susurra al aire, a nadie en particular.

Esta solo, y fuera de estas paredes, el mundo se esta cayendo a pedazos.

I'm hanging in there, don't you see

In this process of elimination

.

.

.

Las cosas solo van de mal en peor a partir de ahí.

El mundo estalla en llamas, por todos lados, literalmente, hay llamas en cada esquina, los Renacentistas lanzan el Fiendfyre a las casas, las tiendas y todo lo que encuentren en su camino, Harry puede ver serpientes gigantes, quimeras, águilas de fuego consumiendo todo a su paso sin control, y no hay muchos que puedan lanzar el contra hechizo. Es desesperante.

Ni siquiera importa si Ron no es un Auror, se unió a combatir estos fuegos como muchos otros magos, intentando luchar entre medio de las llamas a los Renacentistas, capturarlos con vida no es una prioridad, ha dejado de serlo cuando están tan descontrolados. Ya no tienen una causa para el infierno que han creado, solo quieren destrucción, quieren sangre.

Harry lucha, día y noche, se mantiene despierto de un lado a otro, lanzando maldiciones, nunca ha lanzado tanto el Avada Kedavra en toda su vida, ya no se traba al decirlo, ni siente remordimiento; no cuando puede ver los cuerpos calcinados de niños y mujeres embarazadas, cuando los hospitales se llenan de bebés con quemaduras de las que sabe, no podrán salir vivos.

Endurece su corazón ante adolescentes con el cerebro lavado, asesina todo aquel que no pueda entregarle información importante y tortura por ello, ignora la mirada de Ron, no quiere saber lo que vera ahí. No puede detenerse ahora. Ya no.

Después del ultimo sueño con Malfoy, no vuelve a soñar con la otra línea de tiempo, no importa cuanto intente, y cuando se da cuenta, el Giratiempo casi no brilla con la magia, los hilos que se entrelazaban son apenas una delgada línea. El pensamiento lo golpea con fuerza.

Se esta acabando el tiempo. Una vez que esas líneas desaparezcan, no habrá forma de viajar a la otra línea, debe decidirse rápido, Harry lo sabe, pero no puede permitirse el deseo de utilizarlo, no mientras Hermione permanece en esa cama y Ron quede en esta línea. No puede.

Guarda el Giratiempo en una madera suelta debajo de su cama y finge que no nota el agujero en su pecho volviéndose grande, devorándolo.

Se aparece en el Ministerio de Magia, la gente corre de un lado a otro, empujándolo al pasar, y Harry se prepara para otro día de luchar hasta quedarse agotado.

.

.

.

Un día, los Renacentistas crean una especie de virus mágico y lo liberan en un lugar cerrado donde el actual Ministro de Magia estaba en una conferencia. El efecto es inmediato.

Es la maldición que Harry tiene en su magia, más cruel y dolorosa, el Ministro y el propio Renacentista que se había sacrificado a si mismo para retener a todos allí dentro gritan y caen al suelo. Harry puede saber lo que sienten, porque todos los días lo padece.

La magia más oscura que haya visto se enreda en los tejidos mágicos, son como las enredaderas, piensa Harry mientras Bill investiga los efectos y le muestra lo que hace en una persona. Son como las enredaderas que sepultaron todo sobre los Malfoy, la magia se ensancha, aprieta los hilos de magia y arde, quemando todo, hasta dejarlos en un estado catatónico.

Comienzan a haber brotes por donde sea que lo arrojen, en pequeños brebajes que una vez rotos se esparcen como esporas en el aire. No hay manera de salvar de esto, Harry no puede combatir esto asesinando a unos cuantos. Harry no puede salvar este mundo, no contra eso.

La gente lo sabe, los que han perdido gente escupen por donde sea que Harry camine, se arrodillan y le ruegan, le suplican que los salve, que haga lo que sea; lo golpean y arrojan cosas en su dirección, olvidando la adoración que sentían por él.

Ron no hace nada, porque Ginny, hermosa y fuerte, yace en una cama, muriendo por la enfermedad y Arthur esta sepultado bajo tierra por la misma. Ron ni siquiera lo mira, ya no lucha, solo parece un cascaron vacío que camina por los pasillos del hospital, de un lado a otro, visitando a su familia y a su novia, eternamente dormida.

Y Harry, sucio por la sangre y herido por las constantes luchas, se esconde en su casa de narcisos, todos los días sentado en el sofá del living, mirando por la ventana que da al mar, el cielo cargado de nubes grises y el viento fuerte que levanta olas en la distancia.

Se imagina que Malfoy alguna vez estuvo así, esos últimos días en los que sentía que el vacío lo estaba devorando, con el peso cálido del Giratiempo en su mano, mirando por la misma ventana al mar distante, y a la forma del Renault Mégane, ahora sepultado.

Fuera de la casa, los vientos mueven con fuerza los narcisos, impecables, vivos por la magia de Malfoy, que persiste tercamente sobre ellos.

Harry cierra los ojos y duerme, sintiendo el débil calor de la magia que irradia el Giratiempo en su habitación.

.

.

.

—Potter, despierta.

Harry parpadeó, enfocando su vista en la persona que se cernía sobre él, la escena borrosa comenzó a volverse más clara, hasta que pudo distinguir el cabello rubio de Malfoy.

—¿Qué- —notando que estaba de espaldas al suelo, Harry se sentó lentamente, cuando las nauseas lo invadieron, rápidamente se hizo a un lado y vomito sobre el césped.

—Malfoy, dale espacio —Hermione se quejó desde un costado —. Harry, ¿necesitas ir a la enfermería?

Harry negó con la cabeza, poniéndose lentamente en pie, hizo una mueca cuando se dio cuenta en el momento en el que se encontraban. Buckbeack sería ejecutado en solo unas pocas horas, en sus recuerdos, por las estructuras que los rodeaban, este era el momento en que Hermione había golpeado a Malfoy.

Ron lo ayudo a mantenerse de pie, sentía su nariz sangrando, por lo que la limpió con el puño de su sudadera, ignoro la mueca de desaprobación de Malfoy frente a él.

—¿Qué sucedió? —preguntó, se sentía tan extraño en el cuerpo de su yo joven, sin sentir la maldición sofocando su propia magia —. Zabini, tu-

Blaise Zabini también estaba sangrando de la nariz, a cada lado estan las figuras grandes de Crabbe y Goyle, Malfoy esta frente a los tres como un escudo, de brazos cruzados.

—Vamos, Potter, solo sigan su camino —Malfoy gruño.

Ron le señalo con una expresión traicionada.

—¡Se supone que eres nuestro amigo! —gritó — ¡No entiendo porque defiendes tanto a Zabini cuando es él quien siempre insulta a Harry!

Así que Zabini estaba remplazando las acciones de Malfoy en esta línea de tiempo, Harry pensó distraído, si tan solo pudiera quedarse más tiempo, podría ver a Sirius.

Dios, como extrañaba a Sirius.

Cuando volvió a enfocarse en la discusión que se desarrollaba frente a él, Malfoy le estaba mirando con sospecha.

—Eres tú —al final dijo, dejó caer sus brazos a los lados de su cuerpo, había una expresión de asombro en sus facciones.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvo en esta línea de tiempo? Malfoy dio un paso hacia él, sus ojos estaban llenos de emociones confusas que Harry no podía perder el tiempo descifrándolas.

Hizo a un lado a Hermione con delicadeza, adelantándose los pasos que lo separaban de Malfoy y lo tomo del brazo, los aparto a ambos, arrastrándolo a unos metros, y lanzo un encantamiento silenciador para que nadie escuchara la conversación.

—Escuchá, Malfoy —comenzó, sabiendo que podría despertarse en cualquier momento, su cuerpo adulto estaba alerta ante cualquier mínimo ruido — ¿Qué sucedió con la consciencia del Malfoy más joven cuando ocupaste su lugar?

Malfoy parpadeó, sus ojos se desviaron momentáneamente hacia donde los demás los miraban confundidos, Harry apretó sus manos alrededor de sus brazos, zarandeándolo.

—¡Concéntrate! —gruño, sabía que estaba descontrolándose, podía sentir su magia temblar —. Ellos no te escucharan, solo contéstame.

—Yo- —el Slytherin lo miró fijamente, estaba pálido y delgado, más delgado de lo que Harry lo había visto la ultima vez —...solo... soy yo.

La boca de Harry tembló.

—¿Qué?

—Soy yo —dijo, consternado el rubio, como si recién estuviera pensando en eso a medida que hablaba —. El Draco de esta línea sigo siendo yo, mi consciencia-no, no, mi cuerpo no vino a esta línea, solo mi ser, mi alma...

El corazón de Harry latía con fuerza en su pecho, Malfoy estaba desdibujándose en su visión, el cielo tormentoso ilumino con un trueno el rostro pálido de Malfoy.

—... nada cambio, porque tenemos la misma esencia, la misma magia corre por nuestras venas —Malfoy fue adquiriendo más confianza, cerró sus ojos ante Harry —. Nuestra sangre, nuestras células, el ADN, todo es lo mismo. Su consciencia no fue a ninguna parte, porque su consciencia soy yo, su alma soy yo. La alma de este Harry eres tu.

Cuando los ojos de Malfoy volvieron a abrirse y lo miraron, parecían más decido, más confiados, sus manos se enredaron en la sudadera de Harry, sosteniéndolo con fuerza.

—Tu alma es tuya, Potter, y cuando decidas viajar a esta línea, el alma de Harry se volverá una contigo —Malfoy le susurró —. No necesitas pensar que vas a matar algo, no necesitas pensar que vas a manchar tus manos o que arruinaras esta línea.

Harry cerró los ojos, las lagrimas fluyeron como un rio.

Harry, tus recuerdos no son tu futuro.

Draco, tus recuerdos no son tu futuro.

Así que esas eran las palabras que habían hecho que Malfoy se decidiera.

Abrió sus ojos, la oscuridad de su casa le recibió una vez más, miró hacia el oscuro pasillo que lo llevaba a su habitación. El Giratiempo latía débilmente, esperando a ser usado una ultima vez.

Harry camino hacia su habitación, hacia el Giratiempo.

5.

La piel de Hermione esta pálida, su pecho sube y baja lentamente, Harry la observa desde un rincón, cerca de una ventana que esta cerrada para no dejar que el aire contaminado y las cenizas de los incendios entren, Ron se sienta a un lado de Hermione, sosteniendo su mano con fuerza.

Los ojos de Ron están fijos en sus manos unidas.

—Si pudieras viajar al pasado —Harry susurra en la silenciosa habitación, fuera de ella, los pasos apresurados del personal medico van y vienen sin descanso — ¿Qué cambiarias?

—¿Eso importa? —pregunta Ron, no hay humor en su expresión —. No hay nada que pueda cambiar esta mierda.

—Me aseguraría de matar a Voldemort sin involucrar a tantas personas —contesta Harry después de unos segundos de silencio, sus ojos se vuelven lejanos cuando mira hacia la ventana, al mundo ardiente y a las cenizas que caen como nieve —. Me aferraría más al mundo, a las personas. Me aferraría a las manos de todos los que murieron por mi culpa, por mis errores y no los soltaría.

Después de la muerte de Sirius, se sentía como si la gente se le escurriera entre los dedos como agua, la desesperación por ver el vacío de los ojos muertos de sus seres queridos lo habían atormentado cada noche, grabados en sus parpados como fuego.

Harry no tenía un patronus, no desde el final de la guerra; los buenos recuerdos fueron tragados por el vacío en su interior que se hacia más gigante a medida que los años pasaban, el dolor superaba con creces la felicidad que había sentido, y cada vez que intentaba invocar aquel ciervo, escuchaba los gritos y su visión se manchaba de sangre, roja y espesa.

Los labios de Ron se curvearon en una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Siempre has sido más poderoso que yo —murmura, hay una especie de resignación en su voz —, no podría salvar a nadie, incluso si lo intentara.

Harry apretó los puños, consciente de la magia que irradiaba el Giratiempo en el bolsillo de su túnica.

—Al principio, eso era lo que más envidiaba de ti, Harry —Ron continuó, apoyo su frente contra los nudillos de Hermione, como Harry lo había hecho alguna vez —. Ahora solo agradezco no cargar con esa responsabilidad.

—Le hubiera entregado esta responsabilidad al primero que me lo hubiera pedido —sus ojos escanearon las calles desoladas, el fuego que se extendía a lo lejos, se volvió hacia Ron, caminando hacia el otro lado de la camilla de Hermione —, hubiera huido lejos, me hubiera arrojado desde algún puente.

Ron permaneció en silencio, pero extendió su mano libre por encima del torso de Hermione, Harry la apretó con fuerza, luego deposito el Giratiempo en ella. Cuando Ron elevo el rostro, hubo un destello de reconocimiento al ver el objeto.

—Esto es-—susurró sorprendido, acercándolo hasta el nivel de sus ojos.

—El Giratiempo que uso Malfoy —Harry respondió, mirando el rostro impasible de Hermione.

—Fue por eso que estuviste tan ausente estos últimos años, ¿no? —Ron contemplaba el Giratiempo, sonriendo sin ganas —. Siempre que se trataba de Malfoy nunca pudiste quedarte quieto. Hermione tenía razón, habías estado actuando raro.

Harry no intento negar sus palabras, no tenía sentido cuando sabía que era verdad.

—Todas las noches —comenzó, perdiéndose en sus recuerdos —, unos meses después de que Malfoy desapareció, soñé con él.

Ron lo miró, sostuvo el Giratiempo unos segundos más, antes de entregárselo.

—Podía ver todos los cambios que estuvo haciendo en la otra línea, ¿sabes? —sonrió de lado, recordando la primera vez que hablo con Malfoy —. Pensé que todo solo era un sucio truco de mi cabeza, que había vuelto a obsesionarme como en sexto año, hasta que pude manejar el cuerpo de mi yo joven.

Harry apretó el Giratiempo en su mano, los hilos que se entrelazaban apenas visibles, deteriorándose, perdiendo su magia.

—Malfoy me guio hacia el Giratiempo —pauso momentáneamente, pensándolo mejor —, o lo intento, siempre me daba pistas de mierda.

Ron sonrió, negando con la cabeza, cada uno sostenía una mano de Hermione, sintiendo la calidez y la aspereza por los años de trabajo duro.

—Siempre ha sido un imbécil —señalo, Harry se sorprendió de escuchar la añoranza en su voz, Ron pareció notarlo, porque se encogió de hombros —. Era un imbécil, pero supongo que todos lo éramos en aquel tiempo, ¿sabes?... y con todo lo que esta sucediendo, no es raro que sienta nostalgia, incluso si es Malfoy.

Asintiendo, ojeo el Giratiempo, podía sentir la magia abandonándolo lentamente.

—Vámonos, Ron —susurró.

La habitación se quedó en silencio, lo único que se escuchaba eran los pasos que provenían del pasillo y el latido de Hermione, se miraron uno al otro, con diferentes tipos de emociones en sus ojos.

Ron fue el primero en hablar, sus cejas estaban fruncidas al punto de casi tocarse.

—Nunca podría dejar a Mione, Harry, ¿Cómo puedes siquiera-

—Los tres —Harry le interrumpió, mostrándole el Giratiempo.

El más alto negó con la cabeza, había confusión en su mirada.

—No entiendo, Mione esta inconsciente, Harry

—Te equivocas, esta maldita, Ron —Harry apretó la mano de su amiga —. Tiene una maldición, no significa que no nos pueda escuchar.

—No estas seguro de eso-

—¿Prefieres que muera quemada por que no puedes pensar en esa posibilidad?

—Harry-

—Esta puede ser nuestra única oportunidad, Ron, estoy seguro que con mi magia puedo hacer algo para que los tres podamos-

—¡HARRY!

Su boca se cerro de golpe, sentía sus ojos húmedos y su respiración acelerada fue lo único que se dejó escuchar después del gritó de Ron, quien lo miraba con un rostro tranquilo. Uno que Harry no había visto desde hacia un tiempo.

Ron extendió su mano nuevamente, Harry la apretó con fuerza, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.

—Harry, no voy a ir contigo, tampoco lo hará Hermione —aunque Harry se estremeció ante sus palabras, Ron continuó —. Nadie va a culparte por irte de aquí, Harry. Ni Hermione, ni yo. Nadie que te conozca, Harry, nadie te culpara por irte, ¿Sabes eso, no?

Harry negó con la cabeza, ocultando sus ojos tras los mechones rebeldes de su cabello, sus anteojos se empañaron por las lágrimas y, finalmente, su cuerpo tembló bajo el llanto que lo inundo. Ron apretó con fuerza su mano.

—No puedo, no sabiendo que ustedes-

—No te estoy pidiendo que te quedes, Harry, nunca te lo he pedido, y ciertamente tampoco lo hizo Hermione —Ron le interrumpió, regañándolo con una pequeña sonrisa temblorosa —. Merlín, Harry, estoy seguro que Mione estaría feliz de saber que puedes escaparte de esta mierda. Yo también estaría más tranquilo si no estás aquí para ver este mundo completamente destruido.

—No lo entiendes, Ron —balbuceó Harry, negando con la cabeza — ¿Por qué te negarías a irte? ¿Por qué me dirías esto?

Porque quiero que vivas una vida que no este atada a los deseos de los demás —expresó Ron.

Un escalofrió recorrió el cuerpo de Harry; una vida sin estar atado a los deseos, a lo que Dumbledore o los demás esperaban de él. Harry no sabía sobre eso, nunca había hecho algo que quisiera con todo su corazón, siempre había estado atado a los ideales que se esperaban de él por ser el Niño que Vivió.

Toda su vida se había sentido en un limbo, esperando que los demás escribieran sus pasos; Dumbledore lo había sentenciado a una infancia oscura entre los Dursley, lo había convertido en un peón perfecto en una guerra cuando Harry era incapaz de saber lo que eso significaba, y cuando la guerra había acabado, cuando Harry murió en ese bosque y volvió con ese agujero en su interior que no sabía que tenía, todo fue para peor.

Dumbledore ya no estaba para seguir manipulando su vida, y Harry, que no sabía otra manera de vivir que no fuera impulsada por los deseos de los demás, permitió que otros siguieran trazando su destino; se convirtió en Auror porque eso era lo que la gente quería, incluso si Harry siempre había soñado con tener un puesto de Profesor en Hogwarts.

Salió en entrevistas para satisfacer los deseos, estuvo dispuesto a atar su vida a Ginny, hermosa y resplandeciente hasta sus últimos momentos, porque eso era lo que pensaba que era correcto; ambos eran héroes de guerra, ambos eran perfectamente 'compatibles' y solo era el último paso de Harry para estar completamente ligado a los Weasley, y entonces Ginny decidió que prefería mantener su carrera profesional como jugadora de Quidditch, y Harry se sintió aun más perdido.

Siguió buscando satisfacer a los demás, siguió permitiendo que otros metieran sus manos en su vida para no hundirse en la miseria. Permitió que lo convirtieran en títere de uso publico porque pensó que era lo correcto.

Hasta que Malfoy, que también había estado atado a los deseos de su padre, y luego a los deseos de personas resentidas que no querían que viviera su vida después de la guerra, decidió tomar las riendas de su vida y hacer algo que quería por primera vez.

Una nueva vida, un nuevo mundo, nuevas personas que no lo atarían. Harry también quería eso. Quería todo eso y anhelaba la otra línea de tiempo tanto que sus pulmones quemaban con cada respiración viviendo en este mundo que lo había atado hasta dejarlo enredado entre cadenas que eran casi imposibles de romper.

Y ahora Ron lo estaba ayudando a soltar la cadena más pesada, que lo asfixiaba cada noche, cada día vivo en esta realidad.

—Harry, vete —rogó Ron, ambas manos tomaron la de Harry entre las suyas y apoyo su frente como lo había hecho con Hermione —. Vete de aquí y vive para ti. Pero nunca, nunca, permitas que vuelvan a hacerte lo que te hizo este mundo.

—Ron —el nudo en la garganta de Harry le impidió continuar.

Ron elevo su rostro, sus ojos celestes resplandecieron entre las lágrimas, pero había una determinación allí que solo le había visto en la guerra, cuando luchaban contra los mortifagos entre los pasillos arruinados de Hogwarts.

Nunca permitas que vuelvan a atarte a este futuro —soltando lentamente sus manos y volviendo a tomar las de Hermione, Ron siguió —. Si tienes que luchar, entonces lucha, incluso si debes ponerte en contra de Dumbledore, incluso si es en mi contra o de Mione, pero nunca vuelvas a permitir que te aten a este futuro. Huye lejos, si tienes que vivir en una cueva, vive en una, si esto te mantiene libre, hazlo.

Harry se puso en pie, tambaleándose mientras caminaba hasta la salida después de dedicarle una última mirada a Hermione, impasible.

—Y si- —Ron se interrumpió, Harry le dio la espalda, con una mano en la manija de la puerta, a punto de abrirla, escucho a su mejor amigo luchar contra el nudo de su garganta —. Si puedes hacerme un favor, golpea a Malfoy por mí... por ser un imbécil en la escuela. Y dile que le deseo suerte.

Harry abrió la puerta, salió al pasillo intentando ver a través de la neblina que parecía haberse quedado permanentemente en su visión, la puerta se cerró tras él mientras los medimagos iban y venían, un llanto de bebé se dejó oír en la distancia. Incluso en un mundo que estaba llegando a su fin, la gente seguía trayendo vida inocente.

Respirando hondo, Harry se apareció.

El viento azoto su rostro hasta volver sus mejillas rojas, movió su túnica con violencia mientras Harry contemplaba la vista frente a él, el mar se elevaba con olas furiosas que se rompían contra la orilla del acantilado, donde una vez Malfoy había observado estás mismas vistas que ahora Harry miraba.

La cadena que había sentido que lo asfixiaba, enredándose en su cuello con fuerza, ahora se sentía liberada, incluso si solo era una, si solo había achicado parcialmente el vacío, era un avance que Harry nunca creyó que podría haberlo hecho sentir tan libre. Pero lo hizo, y cada respiración a partir de ese momento se sintió más fácil.

El mundo estaba destruyéndose, muriendo desde adentro hacia fuera, el fuego estaba arrasando con el mundo con la forma de serpientes y quimeras furiosas, pero Harry nunca se había sentido tan libre como ahora.

El Giratiempo brillo en su mano sin que Harry apartara la mirada de ese mar furioso, el cielo brillo con un trueno en la distancia que ilumino el mundo por un momento y cuando termino, el cuerpo de Harry cayo al suelo.

La última magia ancestral de los Potter envolvió el cuerpo con enredaderas que crecieron hasta que lirios blancos emergieron de ellas, la tierra sepulto el cuerpo vacío y en su lugar, las flores quedaron, fuertes contra el viento.

La magia de Harry desprendía de ellas, llenándolas de vida.

.

.

.

—¡Harry!

Harry abrió los ojos; los pasillos de Hogwarts, resplandecientes y cálidos por la luz del sol que calentaba su piel hicieron que parpadeara contra la visión que tenía frente a él.

Podía ver y sentir la magia de estudiantes que se preparaban para volver a sus hogares después de un año escolar ajetreado, las figuras conocidas de Neville, Seamus y Dean revoloteando en la distancia entre bromas y risas que recorrían el amplio pasillo abarrotado, Pansy Parkinson junto a Blaise Zabini y Theodore Nott mirando confundidos a un Draco Malfoy de brazos cruzados y hablando fuertemente para ser escuchado.

—Por supuesto, no pretendo que entiendan mi decisión pero espero que no perturben mi tiempo de estudio. Nadie quiere que vuelva a suceder lo del año pasado, ¿verdad, Zabini? Si, tu rostro no me engaña, Zabini, sé que fuiste tú quien difundió ese absurdo rumor. Mis amistades no son de tu incumbencia, para que sepas-

—Harry —Hermione volvió a llamarlo, había resignación en sus ojos cuando noto a quien iba dirigida la mirada de Harry —. Deja de mirar a Malfoy por un segundo y presta atención a lo que estoy intentando decirte, Harry.

—¿Qué? —susurró, todavía un poco perdido y mareado por la repentina mezcla de recuerdos que se estaban agolpando en su cabeza.

Su infancia era similar a la que había tenido, pero una vez se cruzo con Malfoy en Madame Malkin, todo cambio y aunque Harry había podido ver las partes que más habían marcado su titulo como el Niño Que Vivió, los días más tranquilos entre clases y fines de semana libre comenzaron a mezclarse con los de sus recuerdos originales.

Como poco a poco la relación entre Hermione, Ron y él se iba dando, como Malfoy se iba haciendo parte de esa amistad inquebrantable, de los días atrapados en la biblioteca, entre susurros y teorías, risas ocultas y bromas en los pasillos y clases de Hogwarts, escapadas a medianoche después del toque de queda.

Cuatro figuras apretujadas bajo una capa de invisibilidad, juegos de Quidditch y practicas a escondidas, todo se arremolino en su cabeza para volverse uno, la magia se entrelazo, fortaleciéndose, la magia adulta en un cuerpo más joven, la mente aniñada uniéndose a la mayor.

La vista de Harry se vio empañada por las lágrimas que se acumulaban ante los recuerdos tan cálidos que, por primera vez, se sentían suyos. Malfoy había tenido razón.

Harry era Harry, se había vuelto uno, porque eran lo mismo.

—¡Compañero! —Ron gritó desde detrás de Hermione, que seguía hablando sobre algo a lo que no podía prestar la suficiente atención — ¡Harry, mira quien está allí, Harry!

Ron, joven, radiante y cálido, había dejado caer su rana de chocolate al suelo ante el asombro y apuntaba a la distancia, una figura que se veía casi opacada por la luz resplandeciente del sol en la salida del pasillo abarrotado.

Harry entrecerró los ojos, intentando mirar, parpadeando para ocultar las lágrimas, la figura estaba saludando en la distancia y Harry camino, acercándose lentamente para dejar que Ron y Hermione le siguieran los pasos.

—¡Él lo hizo, Harry! —chilló Hermione a su lado, sorprendida y entusiasmada.

El corazón de Harry se detuvo cuando pudo acostumbrarse a la luz del día caluroso, enfocando la figura que lo esperaba sonriente.

—Sirius... —susurró como si le faltara el aliento.

El nudo en su garganta le impidió seguir hablando, pero acelero su paso hasta convertirlo en una carrera, corriendo hacia la figura resplandeciente de Sirius ante la mirada atónita y cautelosa de los demás estudiantes que reconocieron al ex convicto de Azkaban.

—¡Sirius! —Harry cocho contra su padrino, sus brazos se envolvieron en un abrazo fuerte y cálido, pudo sentir la risa de Sirius retumbando contra su pecho, sus lágrimas se deslizaron por su mejilla, calientes y dolorosas — ¡Sirius!

—Más despacio, chico —Sirius rio por lo alto, una sonrisa de dientes se mostro en su rostro mientras palmeaba su espalda con cariño —. No pienso ir a ninguna parte.

Harry no pudo hablar, sabía que si se atrevía a abrir la boca, solo saldrían incoherencias, y no quería asustar a Sirius, solo quería abrazarlo. Quería que este momento durara para siempre.

—¡Señor Black! —Hermione sonaba extasiada — ¡Sabia que lo lograría, sabia que lo liberarían!

—Eso fue gracias a ustedes, niños. —Sirius acarició el cabello de Harry, sus ojos miraban con cierta preocupación al adolescente que no parecía que lo soltaría en los próximos segundos —. Pero en especial, a Malfoy, que fue capaz de retener a esa rata traidora y no dejarme hacer algo que solo me perjudicaría.

Harry se desconecto de la conversación alegre, sus ojos se abrieron para mirar la figura tensa de Malfoy a unos metros de ellos, los ojos grises lo miraban con suavidad al principio, hasta que arqueo sus cejas, como si recién estuviera notando algo extraño en Harry.

Poco a poco, lo vio darse cuenta de quien se trataba, sus labios se curvearon en una sonrisa pequeña, temblorosa. Harry volvió a ocultar su rostro contra el pecho de Sirius, escuchando sus latidos.

Sus compañeros, que en sus recuerdos de otra vida lejana habían muerto en la guerra o contra los Renacentistas, comenzaron a acercarse, rodeándolos con felicitaciones cálidas y asombro, Remus, que no había perdido su trabajo en está línea, los miraba con una sonrisa enorme desde un costado y cerca de Malfoy, Severus Snape alejaba al rubio levitando su equipaje tras ellos, desapareciendo en la misma dirección.

Pudo ver en sus recuerdos todos los acontecimientos que los llevaron a este momento, Malfoy admitiendo que sus padres no lo querían en Malfoy Manor hasta que dejara de juntarse con 'sangre sucias', mestizos y traidores a la sangre, ayudando con Sirius, haciendo que Harry se diera cuenta de que nada era lo que parecía con las cosas que se decían de su padrino.

Esa noche en la Casa de los Gritos, Malfoy evitando que Harry hiciera una estupidez, siendo herido por Sirius cuando intento matar a Peter Pettigrew, protegiendo la única evidencia que tenían para demostrar la inocencia de su padrino, yendo contra las ordenes de su padre y entregando recuerdos de una discusión que había escuchado a escondidas admitiendo el crimen de traición que había cometido Pettigrew ante personas de poder que lo miraban como una plaga, como si no fuera más que una cría de mortifagos.

Todo, todo le llegó mientras Malfoy se marchaba junto a Severus, a quien había convencido a que declarara a favor de Sirius a pesar del pasado oscuro que ambos llevaban, los recuerdos de Harry también trajeron las veces que Severus debería haber sido más duro con él, suavizado por las palabras de Malfoy. Severus Snape ocupaba un espacio que en su tiempo nunca tuvo entre las personas que Harry consideraba cercanas.

Sirius estaba hablando con él, contando sobre las reparaciones que estaba haciendo en Grimmauld Place para que ellos pudieran vivir juntos, como lucho contra el Wizengamot y Dumbledore para obtener la custodia de Harry y alejarlo de los Dursley, también ayudado por los recuerdos de Malfoy, que de alguna manera había estado con Harry, escondido bajo su capa de invisibilidad, algo que había ocurrido en segundo año, Harry se sorprendió cuando obtuvo los recuerdos.

—Vine a llevarte, Harry —Sirius había dicho mientras se alejaban a las afueras de Hogwarts, caminando con Ron, Hermione y Remus, el sol calentando sus cuerpos —. Las reparaciones aun se están haciendo, pero tu habitación fue la primera que hice que arreglaran, espero que quieras venir, Harry, pero esta bien si prefieres no-

—¡Por supuesto que quiero, Sirius! —Harry le interrumpió, una sonrisa que no había podido borrar desde que lo vio se mostraba en su rostro, sentía sus mejillas adoloridas, pero la felicidad que llenaba su cuerpo lo hacia temblar de emoción — ¡Es lo que más he deseado desde años!

—¿Años? —Remus pregunto entre medio de Hermione y Ron.

Harry no respondió, siguió escuchando la conversación nerviosa de Sirius, que comentaba todo lo que estaba haciendo en Grimmauld Place, lo que harían en los días por venir, cuando frente a ellos, entre las figuras que esperaban los carruajes, pudo observar a Severus y Malfoy en un costado, hablando por lo bajo, hasta que Malfoy pareció sentir su mirada, porque sus ojos le miraron brevemente, antes de volver a enfocarse en su propio padrino, que solo les dedico una mirada desdeñosa que no llegaba a sus ojos.

Harry se detuvo.

—Un momento. —pidió, corriendo hacia los dos Slytherin.

Severus y Malfoy le miraron con una ceja enarcada en una similitud que envió un escalofrió a Harry, quien se detuvo a frente al rubio con un rostro serio.

—¿Podemos hablar, Malfoy? —preguntó, ignorando la mirada sospechosa de Severus.

—Lidera el camino, Potter —habló Malfoy, arrastrando las palabras con un fingido aburrimiento.

Los dos se alejaron tras unos arboles, lejos de las miradas curiosas y los cuchicheos de los demás estudiantes.

.

.

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Apartados de la vista, Malfoy cayo al suelo de espaldas cuando el puño de Harry conecto con su mandíbula, Harry se cruzo de brazos mientras lo veía mirarlo desde el suelo con sorpresa y enojo en sus facciones.

—¡Tú, imbécil cara rajada! —Malfoy gritó con la voz adolorida, poniéndose en pie y ocultando la piel que rápidamente enrojeció en su rostro — ¡¿Qué diablos crees que haces?!

Impasible, Harry le sonrió de lado.

—Es de parte de Ron, por ser un idiota todos esos años —dijo tranquilamente, Malfoy cerró con fuerza sus labios, apretando los dientes con ira, pero sin decir nada, como si lo aceptara —... él...

Recordando la figura encorvada de Ron a un lado de la camilla de Hermione, el corazón de Harry dolió, él mismo apretó los dientes y los puños, frunciendo el ceño.

—...Ron te desea suerte —susurró, en el silencio del bosque, de vez en cuando la brisa cálida traía consigo el sonido de las risas.

Las cigarras chillaban entre los arbustos, los pájaros silbaban en lo alto de la copa de los arboles, las hojas verdes caían y volaban sobre ellos, y los rayos del sol se entrometían entre las ramas, creando sombras sobre sus figuras solitarias.

—Malfoy...

—¿Qué, Potter?

—... Gracias —Harry le miró fijamente, intentando transmitir las palabras que eran difíciles de decir —. Por todo lo que hiciste aquí; con Sirius, con los demás.

Malfoy elevó la mandíbula, arrugando su ceño y encogiéndose de hombros con indiferencia, intentando demostrar que no le importaba, a pesar de que Harry, por sus recuerdos, estaba seguro de que a Malfoy le importaba. Mucho.

—Fue todo con tal de asegurar mi futuro, así que no necesitas agradecerme, obviamente lo hice porque me beneficiaba —declaró con un rostro inexpresivo.

Harry guardo silencio, recordando el pasado, con el sol iluminando su rostro, sus ojos resplandecieron, verdes y vivos.

—No lo dices en serio.

Malfoy no respondió, pero sus hombros bajaron considerablemente, su figura se volvió más pequeña y sus labios se convirtieron en una línea fina.

No, no lo hago —murmuró, con ojos cansados.

Cuando volvieron con sus amigos y familiares, Harry recibió una fuerte reprimenda de parte de Hermione cuando vieron el golpe de Malfoy desde donde marchaba con Severus, Sirius lo miraba con algo de desconcierto, Remus con desaprobación y Ron estaba maldiciendo por todo lo alto.

—¡Maldición, Harry, ahora no me volverá a contestar las cartas! —gritaba con una voz quejumbrosa, cruzándose de brazos mientras observaban los carruajes acercarse a la distancia — ¡Malfoy siempre deja de hablar conmigo cuando pelea contigo! ¡Ese imbécil no querra practicar Quidditch conmigo!

—Ron, dijo que iría de visita a la Madriguera, no exageres —Hermione le regaño también — ¡Pero tú, Harry, debes dejar de pelear con Malfoy, después de cuanto ayudo a tu padrino!

—Hermione, te recuerdo que te niegas a hablar con Malfoy desde que se pelearon al comienzo de año —señalo Harry, encogiéndose de hombros ante el recuerdo de la pelea de Hermione y Malfoy, quienes se habían llevado bien desde el comienzo de Hogwarts, porque ambos se la pasaban en la biblioteca.

—Eso es un asunto que no les concierne —Hermione fingió notar los carruajes en ese momento —. Apresurémonos.

Sirius reía tras ellos junto a Remus, la pelea infantil continuó a lo largo del viaje, bromeando y recordando los buenos momentos, poniendo al día a Sirius sobre todo lo que habían pasado en los años anteriores.

Harry pudo respirar, y cuando cerró sus ojos esa noche, en su nueva habitación, con el retumbar de la magia de Sirius en la habitación de al lado y con la de Remus al otro, los cerró sabiendo que nunca volvería a permitir que sus recuerdos volvieran a ser ese futuro.

Y aunque esa noche soñó con recuerdos de serpientes y quimeras de fuego devorando ciudades, con la figura encorvada de Ron y el cuerpo dormido de Hermione, Harry despertó con la voz alegre de Sirius, con los rayos del sol que venían de una ventana enorme y el aroma del desayuno que subía desde las cocinas, adentrándose por los pasillos, llenando de vida Grimmauld Place, como nunca lo había estado.


O children (de Nick Cave) se lanzó en 2004, pero voy a fingir que fue entre 1991 y 1992.